martes, 12 de abril de 2011

domingo, 10 de abril de 2011

Madrid.Mayo del 68. Capítulos XLIX y L

Capítulo XLIX


Octubre sigue su curso con unos días más propicios del estío que del otoño y no obstante el calendario no se equivoca, la fecha de la ceremonia de despedida cada día está más cerca y Agustín no lo olvida; hoy es 8 de octubre y cree estar bien preparado para el día 15.

Los recuerdos de los días pasados siguen latentes pero sus pesadillas nocturnas van a menos; su familia se desvive por él y las palabras de Montse y de Juana le han puesto casi en paz consigo mismo.

<< Profesor, no me defraude, hizo lo más conveniente y lo que debía hacer. Mis heridas son lo mínimo que me podía haber pasado de no haber estado usted para impedirlo. Campos era un muerto andante empeñado en llevarse a alguien con él en su viaje sin retorno>> le dijo Montse cuando salió del hospital y acompañado de Patricia fueron a verla a su casa.

<< Antonio murió cuando tenía que morir, cuando le llegó su hora como nos pasara a todos nosotros>> les dijo ayer Juana, más serena que la noche de autos, cuando junto con su hija y su yerno pasaron a ver como continuaba.
La mujer aprovechó además para agradecer a Ramón su presencia en el entierro, un entierro sencillo y casi sin gente según como nos contara.

Recordando las pabras de ellas dos Agustín entra en el Paraninfo, le han llamado por cosas del protocolo y tras la breve charla que ha tenido con el ”maestro de ceremonia”se sienta en uno de los sillones del imponente salón mientras espera que Patricia se reuna con él. Del bolsillo de su chaqueta saca el borrador del discurso que escribió antes de los sucesos del 3 de octubre.

<< Excelentísimo Señor Rector, Muy Ilustre Señor Decano, Señorías, Autoridades, alumnos, señoras y señores.
Permítanme ante todo darles las gracias por su presencia en este acto que supone para mi el fin de una etapa y el principio de otra.
Han sido muchos años al frente de una cátedra que dejo tras meditarlo profundamente y a la que me he dedicado en cuerpo y alma. Una etapa que siempre llevaré conmigo al igual que la amistad y el cariño de los que he sido objeto en numerosas ocasiones.
A lo largo de estos años he visto lincenciarse a varias generaciones y muchos lincenciados ya son verdaderas realidades, que no promesas, que imparten clases en esta misma Universidad y este viejo profesor no puede por más que congratularse de haber podido contribuir a su formación.........>>

Asi comienza el discurso que prometió a su hija dejar leer antes que a nadie pero ahora duda si romperlo o modificar parte de él. Quizá el encabezamiento pueda quedarse, el resto le suena todo a hueco, a palabras de relleno que conducen a ninguna parte pero del gusto de las autoridades. Un discurso no comprometido y protocolario, un discurso de un profesor de derecho romano, que como el mismo derecho y las leyes en esos años, ni avanza ni retrocede, se quedan inmóvil .
Con la llegada de Patricia guarda el discurso de nuevo en el bolsillo y abandonan el edificio. En la calle deciden dar un paseo y andan hasta el Paseo de Pintor Rosales, allí, en el parque del Oeste, se sientan en una de las terrazas, toman un café  y repasan la lista de los invitados personales.
Uno de esos invitados es Ernesto quien en ese momento viaja con Amanda de camino para Madrid y uno de los ausentes será  Carlos.
Agustín recuerda como poco después de la comida, en casa de Sandra, Amanda emprendió viaje con Carlos, un viaje que duraría unos días.
La despedida fue dura, apenas habían podido estar unas horas juntos, las suficientes sin embargo para que Sandra no dejara pasar la oportunidad y plasmara en una serie de fotografías esta primera comida alrededor de una mesa, vestida de fiesta por unas horas, para hacer frente a las circunstancias adversas.
Como la propia Amanda le cuenta a Patricia en una llamada de hace dos días, pararon en Guadalajara para llamar a Ernesto.
Acordaron pasar a verle antes de continuar camino hacia Francia donde Carlos tomaría el tren de vuelta a París. A la vuelta Amada le recogería para traerle a Madrid.
Pero Amanda no le cuenta todo a Patricia, no le dice que la noche se les vino encima en la provincia de Soria y la pasaron en una especie de motel en la misma nacional II, ni que la mujer en la recepción no les pidió la documentación y ellos ni se lo recordaron.
Lo que Amanda también omitió fue comentar lo corto que se les hizo la noche. Al igual que en Royan apenas durmieron, volvieron a perderse el uno en el otro, apuraron las horas y el amanecer casi les sorprende.
A las 7 de la mañana ya estaban de nuevo en la carretera y Patricia tampoco sabe que antes de parar a desayunar discutieron el plan de desviarse por el Valle de Arán.
A Carlos la idea no le hizo mucha gracia y no obstante aceptó porque para Amanda era importante.
A media mañana llegaron a Zaragoza, comieron con Ernesto y antes de la tres y media emprendieron de nuevo el viaje.
Al anocher llegaron a Benasque y Amanda se sintió una fugitiva, no se atrevió a buscar un hotel y acurrucados en el coche, medio escondidos en un sendero del bosque, esperaron a los primeros rayos del alba para recorrer el camino.

Al día siguiente andaron como unos 40 minutos hasta llegar al sitio en el que le dieran por muerto. Ante tanta belleza Amanda se quedó muda, no se podía imaginar que en ese paraje tan maravilloso hubiesen encontrado tantas personas la muerte, que un espacio natural tan hermoso hubiera sido escenario de un drama tan horroroso.
Abrazó a Carlos intensamente, se sintió más cerca de él que nunca, comprendió que hizo bien en venir hasta aquí y le dijo:
-Nunca, nunca más te irás de mi lado sin mi consentimiento
-Prometido- contestó Carlos
Y sus labios se encontraron.
Cuando alcanzaron Pau el último tren para Toulouse ya había partido, entraron en el hotel de la estación y volvieron a aprovechar bien las horas. 
Serían las 9 de la mañana cuando se besaron en la fría estación de Pau mientras el tren hacía su entrada y ella le dijo con una gran sonrisa:
-Anda, sube al tren, nos veremos pronto.
-Conduce con cuidado, te estaré esperando- contestó él.
Y ahora Amanda está aparcando su coche en General Mola, frente a la casa de Sandra. Ernesto se alojará en el piso de Agustín quien en los últimos días pasa más tiempo en el piso de Patricia que en el suyo. Sandra y Ernesto tendrán   tiempo suficiente para conocerse y discutir los planes respecto al testamento a favor de Sandra y que a ella le cuesta trabajo aceptar.

En los días que siguen Ernesto será presentado a la familia de Ramón y a varios conocidos como un amigo de Agustín que ha regresado de las misiones.

Entre preparativos, reuniones familiares, fotos y entrevistas se fueron los días y llegó el 15 de octubre: día del acto de despedida del Profesor Sepúlveda. 

Se celebró siguiendo el protocolo y como manda la tradición a la hora prevista. En la primera fila de la izquierda se sentaron Amanda, Sandra, Ramón y Patricia.
En la segunda fila el resto de los familiares e invitados personales de Agustin,  entre ellos, además de Ernesto, los padres y hermana de Ramón, el comisario Cortijo, el de Carabanchel y el de Cuatro Camino con su mujer Encarna y el tío de Montse que tampoco se quiso perder el evento .
Los alumnos invitados, entre ellos Montse con el brazo aún en cabrestillo, sentados en las últimas filas, esperaban en silencio y respetuosamente a que la ceremonia comenzase y que saliera bien.
Aunque Montse no había tenido tiempo de hablar con sus compañeros, ellos estaban al tanto de todo hasta del estado de ánimo del profesor.
La prensa se hizo eco de su discurso pero omitió  algunos detalles muy importantes.
Como Patricia escribiría en su reseña para la revista chilena:

<<<< En Madrid, el 15 de octubre de 1968, a las once de la mañana y en el salón de actos del Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid ha tenido lugar el acto de despedida del catedrático Agustín Sepúlveda.
Su emotivo discurso cortó por un momento la respiración de muchos de los presentes y se temió por un segundo, una medida de represalia por algunas de sus palabras, no obstante no pasó nada, la situación se salvó, el público puesto en pie premió su gesto con una larga y sentida  ovación.
El profesor que comenzó con un discurso protocolario guardó sus folios antes de terminarlo y cambió el tono del mismo, mencionó la organización internacional para la que iba a empezar a trabajar en pro de los derechos humanos y reindivicó los derechos de la mujer española ante la indefensión judicial en la que se encuentra.
Reproduzco textualmente un fragmeto de su improvisado discurso:
<<¿Hasta cuando vamos a consentir que la mujer pueda ser maltratada por su marido sin hacer nada? ¿Cuando vamos a reconocer que la mujer no es objeto de posesión masculina? Abogo pues desde aquí a una nueva reforma que devuelva a la mujer los derechos que le corresponde y que le quitaron en1939 y abogo por la necesidad, en el ámbito internacional de crear una convención para eliminar todas las formas de descriminación contra la mujer>>


Muchos de los presentes achacaron sus palabras al episodio personal que acaba de vivir e hicieron como que no le habían oído pero la mayoría, como ya he dicho antes le aplaudió con ganas.
Tras los aplausos  el profesor terminó su discurso agradeciendo una vez más la presencia de todos >>>>
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Patricia termina asi su reseña, podría haber escrito mucho más, haber contado lo que paso después en la recepción y la postura de algunos de sus compañeros y la comida familiar que tuvo lugar más tarde pero ya no sería una reseña sino una crónica personal y no quiere proclamar a los cuatro vientos que desde hace unos días el profesor y ella son pareja.
La familia de Ramón ha aceptado la situación con toda normalidad y Ernesto que no tiene nada que opinar u objetar brindó por ellos y por sus planes de futuro deseando que también Amanda puediera presentar a Carlos pero de momento ese deseo tendrá que esperar para hacerse realidad.

Octubre termina y el invierno se echa encima, Sandra entra en la recta final de su embarazo y todos estan pendientes de ella.
Carlos no hace más que llamar con una excusa u otra y Amanda aprovecha para pasar unos días con él en París bajo el pretexto de ir de compras para el bebé.

Montse se reintegra a las clases, su brazo va recobrando la movilidad poco a poco y los chicos acuden a varias reuniones del Frente de Liberación Popular.
Ernesto, antes de regresar a Zaragoza visita un notario en Madrid y nombra como única heredera a Sandra, a quien la idea de pasar los veranos en la casa de los abuelos de Carlos y Ernesto con su propia familia y sus hijos la termina de convencer.
A las afueras del pueblo, en una de las tierras y si la conceden el permiso desea edificar otra casa, para ella y Ramón y sus hijos; la casa del pueblo quiere dejarla para que la disfruten Ernesto y sus padres con sus respectivas parejas.

 Capítulo L

Madrid, domingo 1 de diciembre de 1968 ( Diario de Amanda)


Son las cinco de la mañana, he despertado a Carlos y acabo de hablar con él.
No cabe en sí de gozo al igual que yo, hace apenas unas horas que he vuelto de la clínica San José, allí he dejado a unos felices padres de una preciosa criatura que me ha hecho llorar de emoción como nunca antes lo había hecho.

Carolina Cortijo Sepúlveda ha nacido el 30 de noviembre a las once y diez de la noche, ha pesado 3.500 gramos y la elección de la clínica no ha sido fortuita, fue la única de todas las privadas que no tuvieron inconveniente en complacer el deseo de Ramón: estar presente en el nacimiento de su hija.

A las nueve y media de la noche llamaron desde la clínica, y a las diez de la noche ya estábamos allí: Patricia, Agustín y yo, llegamos casi al mismo tiempo.
Pudimos estar con Sandra hasta que la bajaron a la sala de partos acompañada de Ramón y en la sala de espera nos quedamos los tres como leones enjaulados, paseando de arriba abajo y yo echando a Carlos mucho de menos.

Casualmente Carolina ha nacido el mismo día que él y cuando a las doce menos diez vimos entrar a Ramón con una sonrisa que no le cabía en la cara llevando a la niña embrazos la emoción nos embargó a todos. Inmediatamente vino una enfermera para llevársela a la cuna y a los pocos minutos pudimos entrar a ver a Sandra quien estaba más guapa que nunca y encantada de la vida.

Del dolor no quería ni hablar solo de lo maravilloso que fue todo, de la sensación tan indescriptible que sintió cuando se la pusieron en su vientre mientras Ramón cortaba el cordón siguiendo las indicaciones del médico.

El cansancio y la emoción me está pasando factura, mañana seguiré con mi diario pues quiero escribir cada día la evolución de Carolina en su primera semana de vida.


Madrid, lunes 2 de diciembre de 1968.


Casi todo el día con Sandra en la clínica, me he traído varios ramos para casa porque tiene la habitación llena.
Carolina bebe sin problemas y he sido testigo de su primer baño. Sandra me ha pedido que le hiciera una foto y la pequeña parece nacida para los focos pues ni tan siquiera ha pestañeado con el flash.

Carlos ha llamado y hablado con Sandra un buen rato, creo que va a tener que hacer horas extras en al editorial para pagar las conferencias.
Desgraciadamente tendrá que esperar para conocerla hasta las Navidades.

Si todo sigue tan fabulosamente bien como hasta ahora pasaremos esas fechas en la casa de Nuévalos. Ernesto ya ha mandado que la limpien y la hagan habitable de nuevo.
Carlos corre el riesgo de que le reconozcan pero sería tener muy mala suerte, no vamos a salir mucho de la casa y tomaremos todo tipo de protecciones.
No sabemos en realidad que es lo que se dice de él en el pueblo, si le dieron por desaparecido al no tener noticias de él cuando murió la abuela o si le sitúan en las Américas.

El fin de semana que pasé con él en París, en la tercera semana de diciembre, le llevé el álbum de fotos que Sandra había confeccionado sólo para él con fotos de ellos dos en París, de nuestra primera comida todos juntos, de la ceremonia en el Paraninfo y de la comida familiar en la que Ernesto y Patricia congeniaron con los padres de Ramón de forma asombrosa. Hay una foto muy especial en el álbum, la de Juan Ramón con su sobrino y Sandra en el medio tomada en el cumpleaños del primo de Ramón.

Seguro que para la reunión en Nuévalos Sandra ya tendrá otro álbum preparado con Carolina como protagonista principal y que completará con las fotos que tome de la niña con su segundo padrino porque esa es la idea, descabellada idea que Ernesto está dispuesto a llevar a cabo.

El bautizo oficial será en breve, supongo que en cuanto Sandra ya pueda salir a la calle, la madre de Ramón y Agustín serán los padrinos.
Ramón no tenía muy claro lo de bautizar a Carolina pero viviendo en España no hay más remedio pero el bautizo no oficial del 24 de diciembre ya está planeado desde hace tiempo.

Ernesto va a hacer una ceremonia simbólica, parecida a la de la iglesia reformista en Bélgica - (como quería Sandra)- en la que hasta 6 miembros de la familia pueden participar. Los padrinos serán Carlos y Agustín, las madrinas Patricia y yo. Cada uno de nosotros tendremos una vela y haremos una promesa a Carolina y mientras sus padres toman en brazo a su hija, Ernesto rociará unas gotas de agua y sus padres mencionaran su nombre.

Madrid, jueves 5 de diciembre de 1968.


No he podido cumplir mi promesa de escribir todos los días, un caso inesperado me está desbordando y me obliga a robar minutos a las vistas para poder pasarme por la clínica. Me he perdido los baños pero he estado presente en varias tomas y hasta le he cambiado los pañales.
Ramón me ha llamado por primera vez abuela y me ha gustado, Sandra prefiere que la niña nos llame yayos a nosotros y a los padres de Ramón abuelos.
De una forma u otra quiere marcar una diferencia, algo asi como, a la derecha los abuelos tradicionales, a la izquierda los abuelos por libre y por partida doble.
Montse ha venido a verla con los chicos y se les ha caído la baba como a todos. No es porque sea mi nieta pero Carolina es guapísima.
Tengo que volver al caso, a ver si mañana puedo escribir más.

Madrid, viernes 6 de diciembre de 1968.


Patricia y yo hemos comido juntas en un restaurante cerca de la clínica, en la Avenida de América.
Las dos teníamos la mañana libre y la hemos pasada con Sandra. Por supuesto hemos hablado casi todo el rato de Carolina y he querido notar en Patricia una cierta pena dentro de toda su alegría.
No me he atrevido a preguntarla nada pero me imagino que Carolina le debe recordar a su hija en Rumania.

El día del parto estaba Patricia casi más nerviosa que Agustín y yo !y ya es decir!. Debe ser horroroso llevar nueve meses una vida dentro y perderla antes del año de vida y el calvario de no haber oído su risa o ver mover sus manitas sujetando un sonajero porque los tubos y aparatos que trataban de mantener su cuerpecito en vida se lo impedían.

He aprendido a aceptar a Patricia, aunque no la hubiera elegido como amiga,  empieza a gustarme su compañía, a verla con los ojos con que la miran Agustín y Carlos, además los dos tienen razón la historia de Patricia y la mía es muy similar.

Tras esa fachada de mujer fuerte y autosuficiente hay una mujer que apenas ha conocido el amor y el cariño desde la muerte de su madre al poco tiempo de llegar a Francia y la de su padre un año más tarde, días antes de su decimoséptimo cumpleaños.

La familia francesa, amiga de su padre, que se hizo cargo de ella se preocupó de mandarla al colegio y hasta a la Universidad pero se olvidó de darle amor, era una inversión por y para el partido.
A diferencia de ella yo sí conocí el amor y he estado rodeada de gente que me quiere, me ama y pude tener a Sandra.


Madrid, sábado 7 de diciembre de 1968


Carolina ha cumplido una semana de vida en su casita. Esta mañana, bien temprano, han podido abandonar la clínica y ya están en casa.
Por supuesto hemos ido todos en banda para allá y hemos tenido que hacer una especie de horario de visitas y tareas a repartir según nuestras ocupaciones.
La madre de Ramón está dispuesta a ir todas las mañanas que sean necesaria y Patricia y yo a turnarnos las tardes.
La vida normal comenzará de nuevo el lunes para todos y Sandra está toda convencida de que va a poder ella sola con todo. No quiere una chica en casa, al menos no los primeros meses, después ya verá.
Suena el teléfono, será Carlos reclamando el parte de cada día.

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Carmen termina de leer lo que Beatriz le acaba de pasar y piensa que es el final de la historia de Carlos y Amanda, de Sandra y Ramón, de todos los demás y le da un poquito de pena, les había tomado cariño y hasta le hubiera gustado ver crecer a Carolina.
Beatriz tiene suficiente material y experencia con niños pequeños no en vano ellas se conocieron cuando Teresita tenía dos añitos y desde el primer momento ha sido una madre para su hija.
Cree que Carolina no tendrá problemas por tener 6 abuelos si ellos se comportan con normalidad. Teresita nunca ha tenido problemas por tener dos mamás, aunque todavía es pronto para asegurarlo, ni por tener dos abuelos por parte de mamá y unos tíos que no son sus tíos pero que los quiere con locura , Serafín y Leonor.
Espera que Carolina llegue a conocer la verdad sobre Carlos, ella crecerá en la España de la transición y podrá entender el pasado.
Beatriz le dice que la historia no ha concluído que queda alguien por hablar, de viajar en el tiempo, de encargarse de poner la palabra fin a la historia y le quita los folios de la mano..............

 
Madrid, 22 de mayo de 1978.

Sentado en la cafetería de la calle San Bernardo, en Madrid, alrededor de las 7  de la tarde recuerdo la primera vez que entré en ella, en plena rebeldía estudiantil en París, en pleno mayo francés, hace hoy 10 años .

La cantidad de cosas que han pasado y cambiado en España y en mi vida no sabría resumirlas en unas cuantas hojas, podría escribir una crónica familiar si tuviera tiempo y paciencia para hacerlo...quizá algún día lo haga.

Hace diez años les dije a Pedro y Miguel que mi nombre era Carlos Soler y con ese nombre sigo firmando mis trabajos, digamos que es mi nombre de “guerra” pero desde enero de 1977 he vuelto a ser Carlos Solera Rosales , con mi DNI reglamentario y mi residencia es la misma que la de Amanda - ( desde que estuvimos juntos en el valle de Arán, no me voy de su lado sin su consentimiento)- en la calle Princesa mirando al arco de la Moncloa.

Tras la muerte de Franco podría haber vuelto, como muchos hicieron, pero mis órdenes eran la de esperar y así lo hice.
No fue fácil para nosotros aceptar las nuevas reglas del juego pero nuestro secretario nos convenció porque era lo que se debía hacer en ese momento y así el 9 de abril de 1977 volvimos a ser legales y nuestra gente está en las Cortes, nuestra democracia es un hecho, no somos una república, es verdad, pero formamos parte de la  ponencia que trabaja en la redacción de la nueva Constitución, que no será a gusto de todos pero traerá una nueva distribución territorial y devolverá las libertades.
El tiempo nos dirá si los esfuerzos han válido la pena y si nuestro partido no ha perdido su esencia.

En 1970, en unos de los viajes de Amanda para estar conmigo, me trajo un sobre cerrado que le había dado el tío de Ramón. Lo abrimos los dos juntos y nos encontramos con el expediente de Matas, mi ficha con las huellas y con mi foto con una barba de dos días. Además había  una carta de Juan Ramón Cortijo.

Madrid 13 de junio de 1970.

A quien un día fue Matas:

Aunque no nos hayan presentado espero que muy pronto pueda volver a ser usted y se olvide de las diferentes identidades.
Mi buen amigo Rafael ha fallecido hace dos días, unos días antes de su muerte me entregó la llave de su casa y me pidió que me llevara un sobre que encontraría debajo del colchón de su cama.
En mi última conversación con él en el hospital, horas antes de su muerte, me juró que no queda ningún expediente más de Matas en ningún lugar de la DGS en Madrid. Su sentido del deber no permitió que durante mi visita se extraviaran documentos pero días antes de su jubilación pensó en el expediente por el que yo me había interesado y decidió llevárselo.
Sus últimas palabras fueron : Ojalá a ti te sirva de algo.
Al ver a mi estimada Amanda en el aeropuerto con usted en la mañana del 4 de octubre de 1968 supuse que Matas y usted eran la misma persona.
No puedo estar de acuerdo con ciertos métodos pero tampoco quiero juzgarle, yo no soy juez, la historia nos juzgará a todos a su debido tiempo pero si mi sobrino, Sandra y Agustín están dispuestos a jugársela por usted y  si ellos ven con buenos ojos el amor que hay entre usted y Amanda,  mi deber es ayudarles y espero hacerlo entregándole este expediente mediante Amanda.

Atentamente,

J.R. Cortijo

Ni que decir tiene que quemamos el expediente y la carta.
Por nada del mundo queríamos implicar al tío de Ramón, hoy somos relativamente amigos, coincidimos en reuniones y hace unos días nos vimos en el funeral de un familiar de Ramón y me preguntó:

- Si pudieras ¿qué parte de tu pasado borrarías?

- En realidad no cambiaría nada, rectificaría ciertos detalles, nada más. Todo lo que hice y pasó me ha llevado a ser hoy quien soy, de todo he aprendido y hasta he encontrado manos amigas en tierra enemiga.

Juán Ramón me contestó:

-Te admiro por tu firmeza, yo sin embargo, si pudiera volver a empezar no sería policía. Ahora ya es tarde para rectificar, tres años más y me jubilo.
El futuro se presenta más prometedor que nunca pero yo nunca debí ser comisario.

-Quizá, pero somos muchos los que por una razón u otra estamos en deuda contigo y agradecidos.

No hemos vuelto a tocar el pasado. Lo dejamos así, el padre de Ramón se unió a nosotros y cambiamos de tema. Los padres de Ramón saben desde 1970 también toda la verdad y si tenían algo que objetar nunca lo manifestaron.

En el plano familiar todo marcha maravillosamente, nos encanta ser abuelos aunque yo sea el peor yayo de todos porque soy el que más les consiente, ríe sus gracias y defiende sus travesuras cuando no están delante.

Carolina ya tiene casi 10 años, Agustín 8 y las gemelas Ana Patricia y Amanda Isabel tienen 6 años.  
Sandra nos prometió que tendría familia numerosa y que llevarían los nombres de los abuelos y las abuelas. Lo ha conseguido pero lo que no sabía en ese momento es que el resto de sus hijos nacerían en Estados Unidos.

Sandra y Ramón viven con los niños en Whasington desde que Ramón se hizo cargo de su corresponsalía, Sandra sigue con sus fotos y ha publicado varios reportajes en la revista NG. A finales de año volverán a Madrid, nuevos tiempos, nuevos retos dice Ramón.

En 1970 y tras la muerte de Ernesto nos reunimos en Nuévalos y desde entonces volvemos todos los veranos. El resto del año hacemos lo posible para reunirnos en fechas emblemáticas y casi siempre lo conseguimos.

Los veranos los disfruto plenamente, me hace mucha ilusión ver a mis nietos corretear por los mismos sitios que corrimos nosotros, aunque el pueblo ha cambiado mucho, no obstante hay parajes que siguen iguales y a ellos les encanta oírme contar mis aventuras estivales  con el primo Ernesto.
Los viejos del lugar no tienen ni idea de mis identidades, sólo saben que soy de PC y que vivía en Francia. Para ellos somos dos parejas que vienen a pasar las vacaciones con sus hijos y si lo ven raro no lo dicen.

Los niños aún no saben la verdad, son todos muy pequeños, Carolina con sus casi diez añitos comienza a hacer preguntas cuando ve las fotos de mi abuela Isabel. El parecido con Sandra a ella tampoco se le escapa pero en seguida cambia de tema y sigue con sus cosas. Para ellos somos los yayos Agustín y Carlos.

Las yayas Amanda y Patricia se han hecho buenas amigas y comparten muchos juegos con las gemelas que llevan sus nombres, mientras Agustín disfruta con ”Austin”- (como Carolina bautizó a su hermano de pequeña)- dando largos paseos por el campo y pescando en el río. Y yo, me da vergüenza confesarlo, les quiero a todos por igual, pero mi debilidad es Carolina y procuro pasar mucho tiempo con ella.

Ernesto no pudo repetir ninguna ceremonia de bautizo no oficial pues falleció meses antes de que naciera Agustín.

El “yayo”” Agustín sigue con su ONG viajando por todo el mundo y Patricia le acompaña desde hace dos años. En cuanto el divorcio sea legal quieren casarse, Amanda y yo no lo necesitamos, nos sentimos casados y ningún papel del mundo va reforzar nuestro sentimiento y nuestra unión.

Montse terminó su carrera, se ha hecho del PSOE y trabaja con ellos, en las municipales quieren que vaya en sus listas por Madrid. Pedro y ella han dejado de ser pareja pero la amistad continua igual que con Miguel.
Su abuela falleció hace unos años y su tío, ya retirado, vive con ella al igual que su amiga Lidia quien desde hace dos años reside en Madrid.

Los chicos tienen juntos un bufete y su andadura política con el Frente de Liberación Popular duró un año, en 1969 desapareció el partido y quedaron bastante desilusionados, no han querido pertenecer a ningún otro partido pero prestan sus servicios a UGT cuando esta les llama.

De vez en cuando nos llegan noticias de Juana, ha pasado a formar parte de la familia de Encarna Santamaría, la han adoptado de una forma u otra y ahora ella también forma parte de una organización que ayuda a gente que tiene el mismo problema que ella tuvo.

Agustín también recibe noticias de Conchi, la antigua chica de servicio que estuvo en casa de Montse, cuya tutoría terminó con su boda.
Vive con su marido a las afueras de Madrid y tiene dos niños, el primero se llama como él: Agustín.


Se podría decir que en estos diez años todos los cambios han sido para bien, aunque hayamos tenido que decir adiós a seres queridos y aparcar algunas ideas.
No sabemos, una vez más, lo que el futuro nos tiene preparado pero soy consciente de que la prioridad de los ideales dependen del tiempo en que se vive y que las relaciones internacionales, sus organizaciones, van a ser determinantes en el curso y desarrollo de muchos países, sobre todo del tercer mundo.

Es de esperar que sigamos dando pasos adelante y derribando barreras; no podemos bajar la guardia, siempre habrá un pueblo que necesite nuestra ayuda, que nos pida que luchemos por su libertad y por desgracias siempre habrá hambre en el mundo, no será nada fácil acabar con esa lacra e incluso, en el próximo siglo, los problemas quizá sigan siendo los mismos y surjan además, como sería lo lógico, nuevos dilemas.

Por todo ello y en la medida que nos sea posible estamos obligados a pasar el mensaje de generación en generación: hay que seguir luchando por un mundo más justo.

Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también
—un sol verdugo y amigo—
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.

( León Felipe)

Fin






















domingo, 3 de abril de 2011

Madrid, Mayo de 1968. Capítulos XLVII y XLVIII

Capítulo XLVII


Cuando los primeros rayos de sol dieron los buenos días al comisario Cortijo, en la maña del 3 de octubre de 1968, no podía imaginar que el pensamiento que tuvo en el metro << .. que este día no lo vayan a olvidar fácilmente>>  se cumpliría a las 7 de la tarde.
Sólo el tiempo nos dirá si el fatídico suceso dejó grandes secuelas en sus protagonistas y si el artículo de Ramón, a la larga, sirvió de algo.

Ahora, a las 9.30 de la noche el color está volviendo a las mejillas de Montse quien, acompañada de su tío, escucha aliviada las palabras del médico: << Las heridas no revisan gravedad y en dos días podrá irse a casa>>.
Quizá sea el susto y la confusión que todavía reina en ella, pero ve a su tío muy distinto; el coronel está amable, se le nota preocupado y hasta se muestra cariñoso. Ni una palabra de reproche sale de su boca, sólo una palmadita en el hombro sano y un comentario: <<No sé si has sido valiente o tonta, pero no estoy enfadado y  ya hablaremos cuando estemos en casa >>  El coronel Gruatmoner, avisado por el comisario de Carabanchel, corre al hospital para estar con su sobrina, allí se encuentra con Ramón que viene a recoger a Sandra. Los dos hombres intercambian presentaciones y mantienen un corto diálogo en el pasillo:

-Me temo que su mujer y mi sobrina no van a dar nunca su brazo a torcer aunque sus vidas estén en peligro

-Quizá pero estoy muy orgulloso de mi mujer y usted debería estarlo de su sobrina.

-Lo estoy joven, lo estoy aunque no se lo diga pero hay cosas que no pueden ser; entre usted y yo, su artículo está cargado de razón y mi sobrina tiene todo mi apoyo en este caso pero no lo reconoceré en público. – contestó el coronel entrando de en la habitación.

Ramón no hace ningún comentario, entra a saludar a Montse y cinco minutos más tarde bajan en el ascensor, salen del Hospital y suben al coche; el corto trayecto de Diego de León a General Mola lo hacen en silencio.
Los fotogramas de las últimas horas se reproducen en la mente de Sandra de forma desordenada y Ramón, que parece leer los pensamientos de su esposa,  prefiere respetar su silencio y aguardar a llegar a casa. Abrazados en la cama quizá de rienda suelta a sus sentimientos.


A las diez y media de la noche, en el otro extremo de Madrid, Amanda abandona la comisaría de Carabanchel acompañada de Agustín y de los chicos. Juan Ramón la llamó en cuanto conoció la noticia y juntos acudieron a la comisaría y ahora, a la entrada de la misma, el tío de Ramón y un inspector  conversan con la madre de Pedro y los padres de Miguel quienes al ver salir a su hijos corren a abrazarlos. Aunque ellos desean pasarse por el hospital, el comisario les aconseja esperar hasta el día siguiente. <<Montse se encuentra bien, las heridas en el hombro y en el brazo han sido “”heridas limpias”’ y lo mejor para a todos es ir a casa y estar con la familia>> les dice.

Amanda se despide de todos y se va con Agustin en su coche.
Antes de abandonar la comisaria ha podido hablar por teléfono con Patricia y se han puesto de acuerdo. Mañana temprano ella recogerá a Carlos en el aeropuerto y ahora, antes de pasarse por casa de su hija, llevará a Agustín a la de Patricia.

Agustín no habla mucho en el camino, ni tan siquiera se extraña que Amanda lo lleve allí, lo que ha pasado, lo que le está pasando no le parece real, es una pesadilla de la que pronto va a despertar.
No puede concebir que él, que siempre ha defendido la palabra por encima de todo, haya embestido como un toro herido sobre otro ser humano.
Recuerda nítidamente como al doblar la esquina vio a Campos con Montse navaja en mano dirigirse a Sandra. Se imagina que los hombres que se interpusieron entre Campos y Sandra era la medida de protección que Patricia había tomado y aún asi, sin pensarlo, se lanzó al cuello de Campos y en el forcejeo Montse resultó herida. Los esfuerzos que Miguel y Pedro hicieron para separarle, cuando Campos cayó de rodillas, fueron en vano, él seguía sacudiéndole..
Agustín oía los gritos de Sandra pidiéndole que lo dejara, que ya estaba bién pero fue la policía quien le separó.
Después, cuando Campos se puso en pie comenzó a vomitar y los agentes le metieron como un fardo en uno de los coches.
En comisaría le dirían que Antonio Campos entró en coma en el furgón y falleció en la Casa de Socorro de Carabanchel
Jamás había experimentado esta sensación tan irracional, jamás había estado tan fuera de si y aunque no le acusan de haberle matado él sabe que su embiste provocó una cadena de acontecimientos que a lo mejor podía haber evitado con la palabra.
Fueron sus golpes los causantes de su coma y los responsable de las heridas de Montse, de eso está convencido y mira sus manos como si fueran extrañas.
Amanda por el contrario no tiene ninguna duda, Agustín no es el causante de nada y la autopsia lo confirmará. Así lo han entendido en comisaría y por eso le han dejado libre sin cargos.


Alrededor de las once de la noche Encarna de Santamaría y dos inspectores de la policía llaman a la puerta de un piso del barrio de Useras; momentos más tarde Juana Campos intenta entender lo que los policías le están contando y que su prima parece comprender. << Se veía venir, bebía demasiado>> comenta su prima mientras ella solo sabe repetir:

<<No,no puede ser,él me ama,no es un mal hombre,no me quiere pegar,es mi culpa >>

-Juana no estás sola, te vamos a ayudar, vas a superar todo esto y sobre todo ya no tendrás que esconder los moratones ni darle otra oportunidad para maltratarte. Sabes que te pegaba una y otra vez, deja de protegerle, esta mañana mismo cuando dije su nombre temblaste de miedo asi que para ya de decir que era un buen hombre, los malos tratos nunca son muestra de amor- le dice su prima.

-Te equivocas, quería dejar de beber y dejarme de nuevo embarazada.

-¿Para qué? Para volver a perder al feto de otra paliza. Juana escucha a la señora, aunque  él no se lo merece ella y la asociación van a correr con los gastos y te ofrecen su ayuda.

La señora Santamaría  trata de calmar a Juana, entiende como se puede sentir, ya pasó por ese calvario con su hija sólo que a ella no la pudo salvar. Juana ha tenido más suerte y Encarna está dispuesta a ayudarla en todo. Con mucha paciencia le dice que no debe echarse la culpa de nada, que su desaparición no ha sido la gota que colmó la paciencia de Antonio y el ataque de esta noche no ha sido un accidente como no lo eran los golpes que ella recibía ni la pérdida del bebé que esperaba.

Juana no quiere escuchar razones, no les entiende, le acaban de decir que Antonio ha fallecido a consecuencia, probablemente, de un coma etílico (palabra que ni tan siquiera comprende ) y encima parece que se alegran de su muerte.


En París Carlos fuma cigarrillo tras cigarrillo deseando que sea la hora de ir al aeropuerto. El primer avión a Madrid sale a las siete menos cuarto de la mañana, hace apenas media hora que Patricia le ha dado el último parte y han discutido el viaje pero no hay vuelta atrás.
Sabe que es peligroso, que el partido prefiere que no se viaje en avión a España con pasaportes falsos pero por primera vez va a hacer lo que quiere hacer, consciente de que si sale mal no va a haber quien le salve.

-Patricia, se lo debo a Agustín. Sé que es peligroso pero tengo que ir.

Al colgar el teléfono consulta de nuevo la hora, son las once de la noche y aún tiene que conseguir hablar con Ramón, mientras espera la llamada, vuelve a llenar la copa de coñac y piensa en Agustín , aunque no haya matado a nadie se puede imaginar que él lo crea, no en vano acaba de descubrir de lo que es capaz de hacer y ese conocimiento unido al de culpabilidad puede acabar con él, romperle por dentro y al final, irónicamente, el triunfador sería Antonio Campos, victorioso después de muerto.

Carlos recuerda la primera vez que él que tuvo que disparar a matar. Todo sucedió muy deprisa y aunque sabían que podía pasar les pilló desprevenidos. Disparó por que no tenía más remedio que hacerlo y se sintió culpable; algo se rompió en él y enterró sus sentimientos personales junto al cuerpo de Hélèn y sólo el amor de Amanda fue capaz de desenterrarlos.


A las once de la noche en Madrid, en  las redacciones de los periódicos se recibe una noticia de agencia redactada en Gobernación.

<< En Carabanchel, alrededor de las 7 de la tarde, una joven ha resultado herida por arma blanca, se desconocen los motivos de su atacante, un varón de unos 35 años que falleció horas más tarde en la Casa de Socorro. El informe del forense ha revelado que el sujeto padecía una cirrosis muy aguda y su fallecimiento se debió a consecuencia de un coma etilíco.>>

En el periódico de Ramón la noticia ha entrado junto con otra nota:

<< Se agradecerá que no relacionen el suceso de Carabanchel con el artículo que han publicado esta mañana el cual no será sancionado>>

El director del periódico se pone en contacto con Ramón, cuando terminan de hablar sabe lo que tiene que hacer, la hora de contar la verdad tendrá que esperar, la noticia se publicará como quiere Gobernación sin nada que añadir y sin volver a mencionar el artículo de Ramón.

Cada uno pasa la noche como puede entre reflexiones y lamentaciones, el tiempo no se para y a las ocho de la mañana un nuevo día saluda  a Amanda camino del aeropuerto. Al entrar en el hall de llegadas espera ante las puertas de la aduana y a través de los cristales puede ver como los viajeros del vuelo de Bonn están recogiendo sus maletas aún con el pasaporte en la mano.

Por megafonía confirman que el avión procedente de París ya ha aterrizado y Amanda confía en que todo salga bien, tiene sus motivos para creerlo pero a pesar de todo cruza los dedos.
A las ocho y veinte Carlos sale por la puerta con su pasaporte en la mano y un maletín pequeño que ni tan siquiera ha sido controlado.

Amanda le abraza y le saca a toda velocidad del aeropuerto no sin antes dar las gracias en silencio a Juan Ramón quien disimuladamente se retira de la zona de la aduana donde al parecer ha estado charlando con algunos agentes.
Ya en el coche y antes de de intercambiar palabras se besan y Carlos pregunta quien era la persona que ha mirado el pasaporte y saludado antes de abandonar el aeropuerto.
 Amanda pensaba que habían sido muy discretos pero es lógico que a Carlos, acostumbrado a observar todo y a todos constantemente, no se le haya escapado el gesto.
Por el camino le dice que es el tío de Ramón y que anoche la sorprendió diciendo:

-No he podido evitar oír tu conversación. Mi instinto de comisario me dices que temes que alguien que llega mañana tenga problemas con su pasaporte ¿quieres que vaya contigo?

Amanda le aclara a Carlos que le pilló tan desprevenida que no supo que decir, no podía consultarlo con Patricia ni con Ramón en ese momento pero tampoco esperaba que Juan Ramón le fuese a jugar una mala pasada y al final le dijo:

-Te agradecería que a un buen amigo nuestro no le pusieran trabas, es muy importante que pueda hablar mañana con Agustín.

Carlos no dice nada, por toda respuesta besa de nuevo a Amanda y le pide que arranque el coche.
Anoche cuando consiguió hablar con Madrid ya era muy tarde. Sandra dormía pero pudo hablar con Ramón quien le puso al corriente de todo. Ahora también sabe que el comisario Cortijo ata muy bien los cabos y no pierde tiempo. Está en sus manos y lo único que puede hacer es esperar<< Ramón confía ciegamente en su tío y será por algo>> piensa mientras posa su mano sobre la de Amanda.

Agustín se despierta en el piso de Patricia, la habitación está a oscuras, su reloj le dice que son las ocho de la mañana pero las contraventanas están cerradas y no entra ni un rayo de luz. A tientas se levanta y abre la puerta, en el salón no ve a nadie y en la cocina tampoco.

-¡Patricia!- dice Agustín sin querer alzar mucho su voz ¿Dónde estás?

La puerta del cuarto de baño se abre un poco y Patricia asoma la cabeza.

-Buenos días Agustín, no esperaba que te despertaras tan pronto. Enseguida estoy contigo. Encima de la cama te he dejado un batín que ha traído Amanda antes de ir al aeropuerto.

Al oír sus palabras se da cuenta que no lleva pijama, anoche le dejaron con Patricia sin pasar por su casa y Amanda se llevó su ropa para limpiarla, se vuelve a la habitación y al encender la luz ve el batín y una muda sobre una silla. Supone que Amanda volverá con el traje más tarde y su propia calma le sorprende después de la pesadillas que ha tenido .

Patricia aparece en el salón ya vestida y arreglada, se acerca a Agustín, le da un beso en la mejilla y le pregunta cómo se siente.

-Mejor, no te preocupes por mi. Anoche no quise decir nada pero no entiendo que hago aquí.

-Me alegra oír que estás mejor. Acompáñame a la cocina a preparar el desayuno y te lo voy explicando.


Capítulo XLVIII


En casa de Ramón el despertador suena como todos los días pero no hay nadie en la habitación para apagarlo. Apenas han dormido y Ramón está en la cocina preparando el desayuno mientras Sandra sentada a la mesa del salón, ante un bloc de notas todavía en blanco, duda de si va a ser capaz de transcribir todo lo que está sintiendo.
En ese momento suena el teléfono y Sandra se levanta sin ganas a cogerlo.

-¿Si?

-Buenos días cariño. ¿Cómo te encuentras?-dice su madre.

-Bien mamá, buenos días. ¿Dónde estás?- dice Sandra

-Estoy en una gasolinera cerca de la Avenida de América. Carlos está conmigo,no ha habido problemas y vamos para General Mola ¿podrías pasar al piso de papá y elegir un traje y una camisa para llevárselo a casa de Patricia?

 -Sí claro, ahora mismo lo hago, hasta luego.

Cuando regresa con el traje Ramón está hablando con su padre y oye como le dice que no es necesario que venga, que mañana se pasarán ellos por su casa.
Sandra se siente un poco culpable pero sus suegros no saben nada de Carlos y sería muy difícil explicar su presencia si coincidieran en casa y decide hablar con su suegro por teléfono, después vuelve al salón, se sienta a la mesa y escribe:


Nueve y media del día 4 de octubre de 1968

Anoche hablé con Ramón, le dije que me sentía culpable por no haberme quedado en casa y por haberme inmiscuido entre Juana y su marido.
Ramón me dijo tajantemente que me quitara esa idea de la cabeza, que no era yo la que hablaba, la Sandra que él conocía no era una cobarde sino una persona muy responsable, fiel a sus principios y comprometida en la lucha por los derechos de los hombres y que él amaba a esa Sandra, que la quería de vuelta cuanto antes.
Quiero creerle, seguro que Carlos me dirá algo por el estilo, mi madre y Patricia también pero me siento distinta, desorientada, como si me hubiera desviado de mi ruta; hasta ayer todo lo que he defendido y fotografiado era el dolor y la lucha de otros pero ahora soy yo el objetivo de una fotografía que no consigo revelar, que nunca será publicada y el tema de una crónica injustamente silenciada y me faltan las fuerzas para andar este nuevo camino.

Culpable involuntariamente esa es la palabra que mi conciencia me dicta mientras mi razocinio me dice que ese pensamiento es absurdo.
Han pasado ya 13 horas y no consigo ponerme en paz conmigo misma y si yo me siento así ¿cómo se sentirán mi padre y Montse? seguro que igual que yo: culpables y ellos si que son inocentes.

Si me hubiese quedado en casa y hecho todo lo posible por localizar a Montse esto no hubiera pasado pero no, tenía que demostrarme a mi misma que era una valiente, que nadie me impone sus leyes tan facílmente y lo que es peor, tenía que poner en peligro a mi hijo y exponer a mi padre a impulsos irracionales, a sacar en él la agresión que durante toda su vida ha evitado pero que todos llevamos dentro. ¿Podrá  entender mi padre que su reacción, en defensa de nosotras, de Montse, de mí, de las mujeres en general, fue un grito contra la violencia machista, un no rotundo que tuvo que defender paradójicamente con violencia?. ¿Podrá verlo así? Ojalá Carlos y Patricia le puedan ayudar, acabo de oír que ya ha llegado a Madrid y que dentro de poco podré saludarle.

Aunque me contradiga sé que voy a salir de esta, sé que en pocas semanas lo habré asumido por mi familia y gracias a mi familia pero y ¿Juana?¿Podrá Encarna ayudarla a asumir todo lo pasado? Confío en que así sea pero presiento que su camino va a ser bastante sinuoso, a mi nadie me ha maltratado, al revés, la vida me ha mimado,  dentro de unas semanas nacerá mi pequeño y me quedaré absorta ante el milagro de la vida, algo tan diferente, tan opuesto de lo que me tocó vivir ayer.

Acabo de hacer un alto en mis reflexiones para poder hablar con Montse.
Miguel y Pedro han madrugado bastante, me dice, y le han mandado un ramo de flores precioso que acaba de recibir en este momento. A la hora de la visita vendrán a verla.
Se encuentra muy bien, está muy animada y asombrada ante el cambio de su tío y el de su padre quien ha tomado el primer avión que salía para Europa y esta tarde irá directamente del aeropuerto a verla.
 Montse manda muchos recuerdos para mi padre y dice que está deseando verle y darle un abrazo.
Sus palabras me han ayudado, me ha dado una lección, ella que ha sido la víctima más inocente mira para adelante y se queda con las consecuencias positivas de los hechos y no le echa la culpa a mi padre sino que se ha convertido en su héroe junto con Miguel y Pedro.
Vuelvo a parar, han llamado a la puerta, seguro que es mamá con Carlos, después sigo.

Diez de la mañana del día 4 de octubre de 1968

Ramón ha abierto la puerta, (al final se ha tomado el día libre y se queda en casa) y cuando les he visto en el salón me he emocionado bastante. Mamá me ha dado un fuerte abrazo, Carlos y Ramón se han unido a ese abrazo y he sentido como me llegaban sus mensajes sin palabras, he sentido que todas sus fuerzas emanaban en mi por tonto que parezca.

A las dos y media vendrán a buscarnos para ir a comer, al menos esa es la idea, será la primera vez que estemos todos juntos, mamá, papá, Carlos y Patricia aunque hubiese preferido que las circunstancias fuesen otras.
Soñaba con que tras el nacimiento del peque nos pudiéramos reunir e incluso invitar a Ernesto. Ahora no sé si será posible. Carlos no puede quedarse tanto tiempo aquí, se pueden quejar y con razón, de la frecuencia de los viajes personales en los últimos meses, si no lo hace el partido si la editorial.

Me ha prometido hacer todo lo posible para que papá supere el bache emocional que estará pasando y estoy segura que él es la persona indicada.
Curiosamente este encuentro será el primero entre los dos desde la separación de mis padres y ellas, Patricia y Amanda estarán presente.

¡Quién me lo hubiera dicho hace unos meses! Me parece mentira que hayan pasado tantas cosas, al tiempo que mi embarazo iba progresando mi familia se iba transformado, es como si estuviese viviendo dos embarazos a la vez pero en paralelo por absurdo que parezca.

Ramón me pregunta si me falta mucho, si todavía necesito seguir escribiendo mis dudas y sentimientos, la verdad es que sería capaz de pasarme todo el día haciéndolo porque noto que me ayuda mucho.
Ya no estoy tan sombría como cuando empecé y creo que le voy a hacer caso: no vamos a ir a ningún restaurante a comer, vamos a sorprenderles con una comida en familia, en nuestro comedor y nosotros vamos a ser los cocineros aunque tengamos que ir primero al mercado y darme prisa.
Creo que voy a dejarlo aquí, si quiero que papá se anime yo debo estar animada aunque la procesión vaya por dentro.
Son las diez y media de la mañana, termino pues, nos vamos al mercado.

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En casa de Patricia la cocina ya está recogida cuando Amanda llega con Carlos y con el traje que está pidiendo Agustín casi a gritos.
Tras saludarse, un saludo un tanto apático por parte de Agustín, este se disculpa y se mete en el cuarto baño. Una ducha y ropa limpia quizá le ayude a sentirse más persona.

La mañana pasa volando y a las dos de la tarde salen juntos para ir a casa de Sandra y Ramón.
Amanda no sabría decir si la conversación mantenida y los razonamientos de Carlos le han ayudado a Agustín a aceptar que él no deja de ser el hombre que siempre ha sido a pesar de los sucesos de ayer; le ha notado más receptivo de lo que se podía imaginar y la confesiones de Patricia y Carlos sobre su primera experiencia no le han dejado indiferente.

-Agustín, supongo que Sandra te habrá contado de la experiencia que tuvo en Vietnan ¿verdad? - le dijo Carlos casi al final de la conversación

-¿Te refieres a lo de si hubiera tenido un arma en lugar de la cámara?

-Exacto, ella confesó que hubiera disparado porque sus vidas corrían peligro.¿Ha dejado por eso de ser Sandra el ser tan maravilloso que es?

-No, ni toda la violencia del mundo podrá nunca cambiar a Sandra.

-A tí tampoco Agustín, lo pasado ha sido puntual en tu vida y no una constante. Mi padre siempre decía que en los momentos más críticos hay que echar mano de la entidad positiva que todos llevamos dentro y tú la tienes, lo has demostrado siempre.

-Gracias a los tres por lo que estáis haciendo. No os preocupéis más, me habéis dado mucha materia para pensar y reflexionar aunque me llevará algunos días .

-Y no estás solo, no lo olvides –le recordó Patricia

-Ya lo veo – contestó Agustín sonriendo por primera vez desde ayer tarde y a continuación dijo - ¿A qué hora nos esperan para comer? Ya tengo ganas de ver a Sandra y me gustaría acercarme a ver a Montse.

Amanda fue la primera en contestar, quizá porque estaba más acostumbrada a los cambios de Agustín, los mismos cambios que tenía Sandra cuando quería dar una conversación por terminada.

-A las dos y media y me pregunto que nos van a preparar esos dos porque que yo sepa no son muy aficionados a eso de los fogones.

-Yo también- dice Agustín- se conocen mejor los platos extranjeros que los nacionales. A lo mejor nos preparan algo exótico.

Agustín no iba muy descaminado, Sandra y Ramón ya habían reunido los ingredientes necesarios para hacer “Nasi goreng”, un plato típico en Indonesia y Malasia, a base de arroz frito y pollo, pero la salsa de soja dulce ya lista no la encontraron en ningún supermercado, al final en un herbolario encontraron la soja y ya en casa Ramón preparó la salsa.

A las dos de la tarde ya está casi todo listo, la mesa del comedor puesta hasta con un centro de flores en el medio y en el horno los plátanos asados rellenos de queso, el postre preferido de Ramón.
Quizá el momento no era el mejor para celebrar una comida familiar pero había que aprovechar la oportunidad ahora que estaban todos juntos, circunstancias adversas o no como decía el proverbio chino que a Ramón le gustaba repetir :

<< Cuanto más adversas sean para vosotros las circunstancias que os rodeen, mejor se manifestará vuestro poder interior.>>


Ana Perea está en casa de su hija cuidando de su nieta que está malita mientras Beatriz y Carmen asisten a un acto de la Fundación para la que trabaja su hija.
La niña ya está durmiendo y Mario ha bajado a comprar unas revista; al subir se encuentra a Ana llorando delante del monitor del ordenador.
A través del messenger ha estado hablando con Clara, una de sus amigas en Venezuela quien le había dejado un recado en el móvil. Su mejor amiga acaba de fallecer y se niega a creerlo; ayer mismo recibió un correo de ella con un vídeo, un vídeo lleno de vida y alegría, rodeada de amigas celebrando el cumpleaños de una de ellas.
Rosario era su mejor amiga y a quien más echaba de menos.
Ana se reprocha el haber aplazado su viaje a Venezuela y Mario trata de consolarla, nadie podía imaginar que Rosario fuese a fallecer en un accidente.
Mañana mismo viajarán a Venezuela le dice Mario, en el primer avión que salga, seguro que llegan a los funerales y podrá despedirse de su amiga.
Carmen le agradece a Beatriz que no diese a leer a su madre los últimos capítulos pues el tema de los maltratos es algo con lo que no puede. Su madre trabajó hasta poco antes de venir a España en un centro de salud y aunque el trabajo le gustaba siempre llegaba a casa frustrada ante un caso de maltrato. La mayoría de ellas no querían denunciar a su maltratador y si lo hacían retiraban las denuncias. Desgraciadamente esto sigue pasando.