sábado, 21 de junio de 2014

Reconciliación.

En la radio se alternaban las canciones de las tonadilleras con las de los melenudos ingleses con nombre difícil de pronunciar y las voces de jóvenes como Raphael y Adamo pero Asun no ponía atención. Había llegado la hora de ir a por Jesusín al cole y ya iba tarde. En realidad se había levantado ese día con una gran pesadumbre y después de llevar al niño al cole se había vuelto a casa. Toda la noche sin apenas pegar ojo la estaba pasando factura pero ya no dudaba. No conseguiría olvidar a Héctor por mucho que se viera con Gabriel . No era ya que su hijo la preguntase todos los días por su padre y cuando iba a venir papá para quedarse con ellos,  era ella misma la que no  encontraría la paz interior que necesitaba si no volvía a intentarlo. Le debía mucho a Gabriel o al menos asi lo creía hasta ayer, ahora ya no estaba tan segura, nada de lo que hizo por ella fue por nada, este nuevo pensamiento no se iba de su mente.

Como desde hacía una semana, Gabriel les salía al encuentro a la vuelta del cole y Jesusín siempre reaccionaba igual, de repente le entraba dolor de tripita y quería volver a casa corriendo. Hace dos días Gabriel, que siempre decía las palabras adecuadas, lo que a ella le gustaba oír, le dijo a Jesusín que si no se le pasaba el dolor habría que operarle por ser un niño mentiroso y que el mismo le llevaba al hospital. Asun se quedó de piedra, confiaba que su hijo aceptase a Gabriel como a un amigo y sabía que lo de la tripita era una excusa del niño y lo mejor era no hacerle caso. La contestación de Gabriel no se la esperaba para nada y menos aún el tono como se lo dijo. La reacción de Jesusín tampoco fue la que se esperaba, la patada que le dio en la espinilla a Gabriel también la dejó desconcertada y no tuvo tiempo de decirle nada a su hijo pues al ver la mano de Gabriel, cubierta con sus guantes negros de siempre, a punto de darle una bofetada al niño le cogió del brazo con una mano mientras le fulminaba con la mirada. Gabriel dio media vuelta y se fue. Al día siguiente, ayer, se encontró con ella mientras hacía la compra y pidió disculpas de todas las maneras posible. Se empeñó en acompañarla a casa y al llegar al portal la quiso besar. Gabriel ya la besó un día, fue un beso brusco y frío que ella sintió como un témpano y al que no reaccionó y él no volvió a intentarlo hasta hacia unos segundos. Ella esquivó la cabeza y subió los escalones corriendo pero no pudo evitar que Gabriel la alcanzara, la agarrara del brazo, la mirase de forma extraña y le dijera que con él no se jugaba.

Jesusín ya sabía que lo de los viajes no siempre era verdad, que su padre seguía en el hostal y que a casa ya no subía si no era para recogerle a él. Jugaban en el parque y compartían momentos en el despacho junto al tío Bonilla y aunque papá siempre le decía que tenía que hacer caso a mamá, Asun sabía que su hijo, con respecto a Gabriel, no había nada que hacer y menos ahora, después de lo de la casi torta. No sabía como iba a reaccionar Héctor si se enteraba y confiaba en que Jesusín no dijera nada pero no estaba segura. Cuando Bonilla le trajo a casa, después de que Héctor le recogiera del colegio,  apenas habló con él y nada más de darle la cena al niño se acostó ella también pero no pudo dormir. Por su mente comenzaron a desfilar todas las imágenes que había ahogado, que había archivado y querido cerrar con llave en el rincón más apartado de la zona de los sentimientos desde que todo empezó . Los desencuentros pasaron  a ser discusiones serias y se distanciaron sin remedio y anoche los recuerdos de los tres juntos, de sus momentos de intimidad cuando Jesusín dormía, las risas en el despacho, su complicidad y lo mucho que se querían vinieron solos, no podía pararlos, ni con los ojos cerrados ni con los ojos abiertos y además ya no quería vetarlos.

Asun se miró en el espejo fugazmente se atusó un poco el pelo y  mientras se ponía el abrigo con el bolso ya en su mano, cerró la puerta y corrió por las escaleras. Antes de ir al colegio había quedado con Gabriel, tenía que decirle que no la buscara nunca más, no ya por lo animosidad de Jesusín hacia él ni por esa agresividad que había descubierto en el siempre impecable, comedido y afable Gabriel, sino por ella misma, porque al igual que le pasó hace casi cinco años , había intentado engañarse pero ya no podía, seguía locamente enamorada de Héctor y tenía que decírselo, esa misma tarde. Hablar con Gabriel, recoger a Jesusín e ir al despacho, pedir a Bonilla que se bajara con el niño al parque y hablar con Héctor es lo que estaba dispuesta a hacer.

Jesusín, contento de no ver a Gabriel a su alrededor iba silbando y llevaba en la mano los dibujos que había hecho. Uno para su madre , uno para su padre y otro para su tío Bonilla. La pared de la cocina del despacho se iba empapelando poco a poco con los dibujos del niño mientras que en casa la puerta de la nevera tampoco se quedaba atrás. A Asun le había cambiado la cara, sonreía a su hijo al tiempo que sentía que se había quitado un peso de encima. La conversación con Gabriel, en el Ateneo fue corta y concluyente. Le dijo que Héctor era el único hombre en su vida, que siempre lo sería y que en realidad a él no le debía nada. Antes de que Gabriel pudiera decir algo ella ya estaba en la calle y como si la hubieran puesto alas no tardó nada en llegar al colegio de Jesusín. 

Unos pasos más, torcer la esquina y el primer portal, Jesusín ya se lo sabía de memoria , se soltó de su mano y corrió por las escaleras mientras ella las subía sin prisa, las alas habían desaparecido y en lugar de ellas unas mariposas comenzaban a revolotear en su estómago.
Héctor se levantó a abrir la puerta al oír los golpes con los nudillos en la puerta y los gritos del niño llamándole. Cogió a su hijo en brazos como hacía siempre y saludó a Asun quien preguntó.

‘¿ Puedo pasar?’

‘Sí, claro ¿ ha pasado algo en el colegio que tengamos que hablar?’

‘No, nada.’

Una vez dentro y tras colgar los dibujos en la pared, después de haber sido admirados por su padre y su tío, Bonilla cogió de la mano a Jesusín y se lo bajó al parque como le había pedido Asun.

‘Me parece una muy buena idea y de paso me acerco con él a casa a recoger los soldaditos que le había prometido. Te espero en mi casa Héctor ‘– dice Bonilla al cerrar la puerta.

Héctor un tanto sorprendido, ya que desde hacia dos semanas no podían compartir el mismo espacio juntos sin decirse algo hiriente el uno al otro,  fue el primero en romper el silencio cuando se quedaron solos.

“Perdona mi insistencia pero ¿ de verdad no ha pasado nada?’

“No, Héctor no ha pasado nada pero tengo que preguntarte una cosa que no puede esperar.’

Asun le mira a los ojos al tiempo que los suyos comienzan a adquirir un brillo especial y a humedecerse y dice.

“¿ Quieres volver a casa para siempre? Jesusín y yo te necesitamos, no podemos vivir sin ti.’

“¿Estás segura?” - pregunta Héctor acercándose a ella colocándole un mechón de pelo tras el oído.

“Sí, nunca he dejado de amarte y de sentir que eres mi marido y...

El beso de Héctor impide a Asun seguir hablando. Es un beso tímido al principio que se va transformando en un beso más profundo y cálido, que se interrumpe por un segundo para contestar, con los ojos tan húmedos como los de Asun:

“Sí quiero. Jamás has dejado de ser mi mujer y jamás podré dejar de amarte.”

Sus bocas vuelven a unirse y la pasión comienza apoderarse de ellos mientras Bonilla, con Jesusín de la mano atraviesa el parque, se entretiene con el niño mirando los patos, dando de comer a las palomas y presiente que en el despacho más de una prenda anda ya por el suelo y no se equivoca. Después vendrá el momento de hablar, de perdonarse y disculparse mutuamente sus errores, sus orgullos mal entendidos, de ponerse al día en sus cosas, de tocar el tema de Gabriel pero ahora solo quieren sentirse el uno al otro como hace tiempo que no se sienten.





miércoles, 18 de junio de 2014

Diario de Jesusin ¿ los mayores eran sordos de pequeños?


Ya sé que los niños no deben decir palabras feas pero jopé Gabriel me cae mal y no quiero saber nada de él ¿ por qué no se entera mi madre de una vez?

Sigo echo un lío, mi papá está de viaje, me han dicho, pero yo le he oído decir a la tía Manolita no sé qué de papá muy temprano en el hostal y muy cansado ¿ por qué mienten tanto los mayores? ¿ por qué se creen que no les oímos cuando hablan entre ellos? ¿ Acaso ellos eran sordos cuando eran pequeños?.

Cada día entiendo menos y con mamá tampoco me aclaro. Ahora le ha dado por levantarme más temprano que de costumbre, desayunar en el bar del tío Marcelino y pasar por el despacho antes de ir al colegio. Bien por lo del despacho así veo al tito Boni  

Quiero mucho al tito Boni, me encanta jugar con él, siempre está de bromas, siempre sonríe y me pone unas caras que me hacen reir casi tanto como mi papá, pero como mi papi nadie. Lástima de los viajes y de lo del hostal.
Esta mañana estaba yo jugando con el tito Boni y después me puse a dibujar y llegó Gabriel y no me volví para verle  ¿Quién le ha dicho que me mirase el oído? ¿ Le he pedido yo que me acariecie como si fuese un perrito mi cabeza? Jopé he estado a punto de ladrar cuando ha dicho lo de la pus y de ir a la Casa Socorro y mamá,  que siempre le dice a papá que no sea exagerado, esta vez le da la razón al barbudo de Gabriel ¡qué poco me gustan las barbas! 

Como soy un niño obediente con mamá he ido y Gabriel nos ha acompañado pero antes de salir le he dejado ver al tito Bonilla que ese me cae tan mal como a él y como a papá. Somos tres contra uno pero mamá ni se entera ¿ son todas las mamás tan raras?

De la Casa de Socorro al cole porque no era nada y el barbitas es un exagerado y después, a la hora de la comida, ha llegado mi papá. Le adoro, me lo como a besos y a abrazos, le quiero un montón y odio sus viajes y eso del hostal. Me ha dicho que se iba otra vez pero que cuando vuelva va a jugar conmigo a los indios y a policías y ladrones. El será el indio y yo el cabo Rusty como siempre pero ahora con traje y todo.

Definitivamente los mayores se piensan que somos sordos. Papá me dice que me siente en el sofá porque tiene que hablar con mamá y de repente comienzan a gritarse y me he tenido que tapar los oídos. Nunca los he visto asi, aunque papá  ya estaba rarito cuando estuvo tan malito por el golpe, pero después ya no y hoy sí y todo por culpa de Gabriel ¿ o acaso no ha dicho su nombre gritando a mamá? Yo lo he oído y con los oídos tapados y yo tenía razón, cada vez más Gabriel me cae mal, mal, mal,mal, mal aunque mamá no lo crea.

Sigo echo un lío y triste cuando me quedo a solas con mamá, mamá llora, papá no se va contento y pone cara de pena como cuando se ha dado cuenta de que les oía, mi papá no debía ser sordo de pequeño porque me ha visto, me quiere, me quieren, los tres nos queremos pero él está de viaje y mamá cada vez más rara y yo lloro por ellos.
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domingo, 15 de junio de 2014

Diario de Jesusín, después de Reyes.

Diario de Jesusín

Pues nada, han venido los reyes y no me han traído a papá a casa para quedarse. Estoy que araño y encima tengo que poner cara de peque bueno y sonreír porque eso es tener modales. !pues no quiero y menos a ese! Y dar las gracias tampoco.

No hay derecho, estaba yo comiendo tan tranquilo, con mi uniforme de cabo Rusty Perea, llaman a la puerta y entra él. Ojalá hubiera sido papá o el tío Bonilla pero Gabriel No, No, y No. Me ha traído sus reyes y decía algo de una nota y de unos pajaritos en un balcón !qué pesado! ¡ y a mi qué!, ¿ le he pedido yo algo a ese señor de las barbas? NO, pues eso, Nada y menos una corneta y no voy a jugar con ella. Si quería una corneta el tío Bonilla me la hubiera comprado. No me gusta Gabriel y no le quiero ver en casa.

 Creo que no voy a volver a escribir a los reyes.¿ Son los reyes tontos o qué? ¿ No saben leer los reyes? Yo he pedido a mi papá en casa y nada más, pero no, me han dejado el uniforme que quería y que borré  de la carta y no lo entiendo. El uniforme me gusta pero ya que me lo traen también podían haberme traído a Rin TinTin