domingo, 10 de abril de 2011

Madrid.Mayo del 68. Capítulos XLIX y L

Capítulo XLIX


Octubre sigue su curso con unos días más propicios del estío que del otoño y no obstante el calendario no se equivoca, la fecha de la ceremonia de despedida cada día está más cerca y Agustín no lo olvida; hoy es 8 de octubre y cree estar bien preparado para el día 15.

Los recuerdos de los días pasados siguen latentes pero sus pesadillas nocturnas van a menos; su familia se desvive por él y las palabras de Montse y de Juana le han puesto casi en paz consigo mismo.

<< Profesor, no me defraude, hizo lo más conveniente y lo que debía hacer. Mis heridas son lo mínimo que me podía haber pasado de no haber estado usted para impedirlo. Campos era un muerto andante empeñado en llevarse a alguien con él en su viaje sin retorno>> le dijo Montse cuando salió del hospital y acompañado de Patricia fueron a verla a su casa.

<< Antonio murió cuando tenía que morir, cuando le llegó su hora como nos pasara a todos nosotros>> les dijo ayer Juana, más serena que la noche de autos, cuando junto con su hija y su yerno pasaron a ver como continuaba.
La mujer aprovechó además para agradecer a Ramón su presencia en el entierro, un entierro sencillo y casi sin gente según como nos contara.

Recordando las pabras de ellas dos Agustín entra en el Paraninfo, le han llamado por cosas del protocolo y tras la breve charla que ha tenido con el ”maestro de ceremonia”se sienta en uno de los sillones del imponente salón mientras espera que Patricia se reuna con él. Del bolsillo de su chaqueta saca el borrador del discurso que escribió antes de los sucesos del 3 de octubre.

<< Excelentísimo Señor Rector, Muy Ilustre Señor Decano, Señorías, Autoridades, alumnos, señoras y señores.
Permítanme ante todo darles las gracias por su presencia en este acto que supone para mi el fin de una etapa y el principio de otra.
Han sido muchos años al frente de una cátedra que dejo tras meditarlo profundamente y a la que me he dedicado en cuerpo y alma. Una etapa que siempre llevaré conmigo al igual que la amistad y el cariño de los que he sido objeto en numerosas ocasiones.
A lo largo de estos años he visto lincenciarse a varias generaciones y muchos lincenciados ya son verdaderas realidades, que no promesas, que imparten clases en esta misma Universidad y este viejo profesor no puede por más que congratularse de haber podido contribuir a su formación.........>>

Asi comienza el discurso que prometió a su hija dejar leer antes que a nadie pero ahora duda si romperlo o modificar parte de él. Quizá el encabezamiento pueda quedarse, el resto le suena todo a hueco, a palabras de relleno que conducen a ninguna parte pero del gusto de las autoridades. Un discurso no comprometido y protocolario, un discurso de un profesor de derecho romano, que como el mismo derecho y las leyes en esos años, ni avanza ni retrocede, se quedan inmóvil .
Con la llegada de Patricia guarda el discurso de nuevo en el bolsillo y abandonan el edificio. En la calle deciden dar un paseo y andan hasta el Paseo de Pintor Rosales, allí, en el parque del Oeste, se sientan en una de las terrazas, toman un café  y repasan la lista de los invitados personales.
Uno de esos invitados es Ernesto quien en ese momento viaja con Amanda de camino para Madrid y uno de los ausentes será  Carlos.
Agustín recuerda como poco después de la comida, en casa de Sandra, Amanda emprendió viaje con Carlos, un viaje que duraría unos días.
La despedida fue dura, apenas habían podido estar unas horas juntos, las suficientes sin embargo para que Sandra no dejara pasar la oportunidad y plasmara en una serie de fotografías esta primera comida alrededor de una mesa, vestida de fiesta por unas horas, para hacer frente a las circunstancias adversas.
Como la propia Amanda le cuenta a Patricia en una llamada de hace dos días, pararon en Guadalajara para llamar a Ernesto.
Acordaron pasar a verle antes de continuar camino hacia Francia donde Carlos tomaría el tren de vuelta a París. A la vuelta Amada le recogería para traerle a Madrid.
Pero Amanda no le cuenta todo a Patricia, no le dice que la noche se les vino encima en la provincia de Soria y la pasaron en una especie de motel en la misma nacional II, ni que la mujer en la recepción no les pidió la documentación y ellos ni se lo recordaron.
Lo que Amanda también omitió fue comentar lo corto que se les hizo la noche. Al igual que en Royan apenas durmieron, volvieron a perderse el uno en el otro, apuraron las horas y el amanecer casi les sorprende.
A las 7 de la mañana ya estaban de nuevo en la carretera y Patricia tampoco sabe que antes de parar a desayunar discutieron el plan de desviarse por el Valle de Arán.
A Carlos la idea no le hizo mucha gracia y no obstante aceptó porque para Amanda era importante.
A media mañana llegaron a Zaragoza, comieron con Ernesto y antes de la tres y media emprendieron de nuevo el viaje.
Al anocher llegaron a Benasque y Amanda se sintió una fugitiva, no se atrevió a buscar un hotel y acurrucados en el coche, medio escondidos en un sendero del bosque, esperaron a los primeros rayos del alba para recorrer el camino.

Al día siguiente andaron como unos 40 minutos hasta llegar al sitio en el que le dieran por muerto. Ante tanta belleza Amanda se quedó muda, no se podía imaginar que en ese paraje tan maravilloso hubiesen encontrado tantas personas la muerte, que un espacio natural tan hermoso hubiera sido escenario de un drama tan horroroso.
Abrazó a Carlos intensamente, se sintió más cerca de él que nunca, comprendió que hizo bien en venir hasta aquí y le dijo:
-Nunca, nunca más te irás de mi lado sin mi consentimiento
-Prometido- contestó Carlos
Y sus labios se encontraron.
Cuando alcanzaron Pau el último tren para Toulouse ya había partido, entraron en el hotel de la estación y volvieron a aprovechar bien las horas. 
Serían las 9 de la mañana cuando se besaron en la fría estación de Pau mientras el tren hacía su entrada y ella le dijo con una gran sonrisa:
-Anda, sube al tren, nos veremos pronto.
-Conduce con cuidado, te estaré esperando- contestó él.
Y ahora Amanda está aparcando su coche en General Mola, frente a la casa de Sandra. Ernesto se alojará en el piso de Agustín quien en los últimos días pasa más tiempo en el piso de Patricia que en el suyo. Sandra y Ernesto tendrán   tiempo suficiente para conocerse y discutir los planes respecto al testamento a favor de Sandra y que a ella le cuesta trabajo aceptar.

En los días que siguen Ernesto será presentado a la familia de Ramón y a varios conocidos como un amigo de Agustín que ha regresado de las misiones.

Entre preparativos, reuniones familiares, fotos y entrevistas se fueron los días y llegó el 15 de octubre: día del acto de despedida del Profesor Sepúlveda. 

Se celebró siguiendo el protocolo y como manda la tradición a la hora prevista. En la primera fila de la izquierda se sentaron Amanda, Sandra, Ramón y Patricia.
En la segunda fila el resto de los familiares e invitados personales de Agustin,  entre ellos, además de Ernesto, los padres y hermana de Ramón, el comisario Cortijo, el de Carabanchel y el de Cuatro Camino con su mujer Encarna y el tío de Montse que tampoco se quiso perder el evento .
Los alumnos invitados, entre ellos Montse con el brazo aún en cabrestillo, sentados en las últimas filas, esperaban en silencio y respetuosamente a que la ceremonia comenzase y que saliera bien.
Aunque Montse no había tenido tiempo de hablar con sus compañeros, ellos estaban al tanto de todo hasta del estado de ánimo del profesor.
La prensa se hizo eco de su discurso pero omitió  algunos detalles muy importantes.
Como Patricia escribiría en su reseña para la revista chilena:

<<<< En Madrid, el 15 de octubre de 1968, a las once de la mañana y en el salón de actos del Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid ha tenido lugar el acto de despedida del catedrático Agustín Sepúlveda.
Su emotivo discurso cortó por un momento la respiración de muchos de los presentes y se temió por un segundo, una medida de represalia por algunas de sus palabras, no obstante no pasó nada, la situación se salvó, el público puesto en pie premió su gesto con una larga y sentida  ovación.
El profesor que comenzó con un discurso protocolario guardó sus folios antes de terminarlo y cambió el tono del mismo, mencionó la organización internacional para la que iba a empezar a trabajar en pro de los derechos humanos y reindivicó los derechos de la mujer española ante la indefensión judicial en la que se encuentra.
Reproduzco textualmente un fragmeto de su improvisado discurso:
<<¿Hasta cuando vamos a consentir que la mujer pueda ser maltratada por su marido sin hacer nada? ¿Cuando vamos a reconocer que la mujer no es objeto de posesión masculina? Abogo pues desde aquí a una nueva reforma que devuelva a la mujer los derechos que le corresponde y que le quitaron en1939 y abogo por la necesidad, en el ámbito internacional de crear una convención para eliminar todas las formas de descriminación contra la mujer>>


Muchos de los presentes achacaron sus palabras al episodio personal que acaba de vivir e hicieron como que no le habían oído pero la mayoría, como ya he dicho antes le aplaudió con ganas.
Tras los aplausos  el profesor terminó su discurso agradeciendo una vez más la presencia de todos >>>>
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Patricia termina asi su reseña, podría haber escrito mucho más, haber contado lo que paso después en la recepción y la postura de algunos de sus compañeros y la comida familiar que tuvo lugar más tarde pero ya no sería una reseña sino una crónica personal y no quiere proclamar a los cuatro vientos que desde hace unos días el profesor y ella son pareja.
La familia de Ramón ha aceptado la situación con toda normalidad y Ernesto que no tiene nada que opinar u objetar brindó por ellos y por sus planes de futuro deseando que también Amanda puediera presentar a Carlos pero de momento ese deseo tendrá que esperar para hacerse realidad.

Octubre termina y el invierno se echa encima, Sandra entra en la recta final de su embarazo y todos estan pendientes de ella.
Carlos no hace más que llamar con una excusa u otra y Amanda aprovecha para pasar unos días con él en París bajo el pretexto de ir de compras para el bebé.

Montse se reintegra a las clases, su brazo va recobrando la movilidad poco a poco y los chicos acuden a varias reuniones del Frente de Liberación Popular.
Ernesto, antes de regresar a Zaragoza visita un notario en Madrid y nombra como única heredera a Sandra, a quien la idea de pasar los veranos en la casa de los abuelos de Carlos y Ernesto con su propia familia y sus hijos la termina de convencer.
A las afueras del pueblo, en una de las tierras y si la conceden el permiso desea edificar otra casa, para ella y Ramón y sus hijos; la casa del pueblo quiere dejarla para que la disfruten Ernesto y sus padres con sus respectivas parejas.

 Capítulo L

Madrid, domingo 1 de diciembre de 1968 ( Diario de Amanda)


Son las cinco de la mañana, he despertado a Carlos y acabo de hablar con él.
No cabe en sí de gozo al igual que yo, hace apenas unas horas que he vuelto de la clínica San José, allí he dejado a unos felices padres de una preciosa criatura que me ha hecho llorar de emoción como nunca antes lo había hecho.

Carolina Cortijo Sepúlveda ha nacido el 30 de noviembre a las once y diez de la noche, ha pesado 3.500 gramos y la elección de la clínica no ha sido fortuita, fue la única de todas las privadas que no tuvieron inconveniente en complacer el deseo de Ramón: estar presente en el nacimiento de su hija.

A las nueve y media de la noche llamaron desde la clínica, y a las diez de la noche ya estábamos allí: Patricia, Agustín y yo, llegamos casi al mismo tiempo.
Pudimos estar con Sandra hasta que la bajaron a la sala de partos acompañada de Ramón y en la sala de espera nos quedamos los tres como leones enjaulados, paseando de arriba abajo y yo echando a Carlos mucho de menos.

Casualmente Carolina ha nacido el mismo día que él y cuando a las doce menos diez vimos entrar a Ramón con una sonrisa que no le cabía en la cara llevando a la niña embrazos la emoción nos embargó a todos. Inmediatamente vino una enfermera para llevársela a la cuna y a los pocos minutos pudimos entrar a ver a Sandra quien estaba más guapa que nunca y encantada de la vida.

Del dolor no quería ni hablar solo de lo maravilloso que fue todo, de la sensación tan indescriptible que sintió cuando se la pusieron en su vientre mientras Ramón cortaba el cordón siguiendo las indicaciones del médico.

El cansancio y la emoción me está pasando factura, mañana seguiré con mi diario pues quiero escribir cada día la evolución de Carolina en su primera semana de vida.


Madrid, lunes 2 de diciembre de 1968.


Casi todo el día con Sandra en la clínica, me he traído varios ramos para casa porque tiene la habitación llena.
Carolina bebe sin problemas y he sido testigo de su primer baño. Sandra me ha pedido que le hiciera una foto y la pequeña parece nacida para los focos pues ni tan siquiera ha pestañeado con el flash.

Carlos ha llamado y hablado con Sandra un buen rato, creo que va a tener que hacer horas extras en al editorial para pagar las conferencias.
Desgraciadamente tendrá que esperar para conocerla hasta las Navidades.

Si todo sigue tan fabulosamente bien como hasta ahora pasaremos esas fechas en la casa de Nuévalos. Ernesto ya ha mandado que la limpien y la hagan habitable de nuevo.
Carlos corre el riesgo de que le reconozcan pero sería tener muy mala suerte, no vamos a salir mucho de la casa y tomaremos todo tipo de protecciones.
No sabemos en realidad que es lo que se dice de él en el pueblo, si le dieron por desaparecido al no tener noticias de él cuando murió la abuela o si le sitúan en las Américas.

El fin de semana que pasé con él en París, en la tercera semana de diciembre, le llevé el álbum de fotos que Sandra había confeccionado sólo para él con fotos de ellos dos en París, de nuestra primera comida todos juntos, de la ceremonia en el Paraninfo y de la comida familiar en la que Ernesto y Patricia congeniaron con los padres de Ramón de forma asombrosa. Hay una foto muy especial en el álbum, la de Juan Ramón con su sobrino y Sandra en el medio tomada en el cumpleaños del primo de Ramón.

Seguro que para la reunión en Nuévalos Sandra ya tendrá otro álbum preparado con Carolina como protagonista principal y que completará con las fotos que tome de la niña con su segundo padrino porque esa es la idea, descabellada idea que Ernesto está dispuesto a llevar a cabo.

El bautizo oficial será en breve, supongo que en cuanto Sandra ya pueda salir a la calle, la madre de Ramón y Agustín serán los padrinos.
Ramón no tenía muy claro lo de bautizar a Carolina pero viviendo en España no hay más remedio pero el bautizo no oficial del 24 de diciembre ya está planeado desde hace tiempo.

Ernesto va a hacer una ceremonia simbólica, parecida a la de la iglesia reformista en Bélgica - (como quería Sandra)- en la que hasta 6 miembros de la familia pueden participar. Los padrinos serán Carlos y Agustín, las madrinas Patricia y yo. Cada uno de nosotros tendremos una vela y haremos una promesa a Carolina y mientras sus padres toman en brazo a su hija, Ernesto rociará unas gotas de agua y sus padres mencionaran su nombre.

Madrid, jueves 5 de diciembre de 1968.


No he podido cumplir mi promesa de escribir todos los días, un caso inesperado me está desbordando y me obliga a robar minutos a las vistas para poder pasarme por la clínica. Me he perdido los baños pero he estado presente en varias tomas y hasta le he cambiado los pañales.
Ramón me ha llamado por primera vez abuela y me ha gustado, Sandra prefiere que la niña nos llame yayos a nosotros y a los padres de Ramón abuelos.
De una forma u otra quiere marcar una diferencia, algo asi como, a la derecha los abuelos tradicionales, a la izquierda los abuelos por libre y por partida doble.
Montse ha venido a verla con los chicos y se les ha caído la baba como a todos. No es porque sea mi nieta pero Carolina es guapísima.
Tengo que volver al caso, a ver si mañana puedo escribir más.

Madrid, viernes 6 de diciembre de 1968.


Patricia y yo hemos comido juntas en un restaurante cerca de la clínica, en la Avenida de América.
Las dos teníamos la mañana libre y la hemos pasada con Sandra. Por supuesto hemos hablado casi todo el rato de Carolina y he querido notar en Patricia una cierta pena dentro de toda su alegría.
No me he atrevido a preguntarla nada pero me imagino que Carolina le debe recordar a su hija en Rumania.

El día del parto estaba Patricia casi más nerviosa que Agustín y yo !y ya es decir!. Debe ser horroroso llevar nueve meses una vida dentro y perderla antes del año de vida y el calvario de no haber oído su risa o ver mover sus manitas sujetando un sonajero porque los tubos y aparatos que trataban de mantener su cuerpecito en vida se lo impedían.

He aprendido a aceptar a Patricia, aunque no la hubiera elegido como amiga,  empieza a gustarme su compañía, a verla con los ojos con que la miran Agustín y Carlos, además los dos tienen razón la historia de Patricia y la mía es muy similar.

Tras esa fachada de mujer fuerte y autosuficiente hay una mujer que apenas ha conocido el amor y el cariño desde la muerte de su madre al poco tiempo de llegar a Francia y la de su padre un año más tarde, días antes de su decimoséptimo cumpleaños.

La familia francesa, amiga de su padre, que se hizo cargo de ella se preocupó de mandarla al colegio y hasta a la Universidad pero se olvidó de darle amor, era una inversión por y para el partido.
A diferencia de ella yo sí conocí el amor y he estado rodeada de gente que me quiere, me ama y pude tener a Sandra.


Madrid, sábado 7 de diciembre de 1968


Carolina ha cumplido una semana de vida en su casita. Esta mañana, bien temprano, han podido abandonar la clínica y ya están en casa.
Por supuesto hemos ido todos en banda para allá y hemos tenido que hacer una especie de horario de visitas y tareas a repartir según nuestras ocupaciones.
La madre de Ramón está dispuesta a ir todas las mañanas que sean necesaria y Patricia y yo a turnarnos las tardes.
La vida normal comenzará de nuevo el lunes para todos y Sandra está toda convencida de que va a poder ella sola con todo. No quiere una chica en casa, al menos no los primeros meses, después ya verá.
Suena el teléfono, será Carlos reclamando el parte de cada día.

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Carmen termina de leer lo que Beatriz le acaba de pasar y piensa que es el final de la historia de Carlos y Amanda, de Sandra y Ramón, de todos los demás y le da un poquito de pena, les había tomado cariño y hasta le hubiera gustado ver crecer a Carolina.
Beatriz tiene suficiente material y experencia con niños pequeños no en vano ellas se conocieron cuando Teresita tenía dos añitos y desde el primer momento ha sido una madre para su hija.
Cree que Carolina no tendrá problemas por tener 6 abuelos si ellos se comportan con normalidad. Teresita nunca ha tenido problemas por tener dos mamás, aunque todavía es pronto para asegurarlo, ni por tener dos abuelos por parte de mamá y unos tíos que no son sus tíos pero que los quiere con locura , Serafín y Leonor.
Espera que Carolina llegue a conocer la verdad sobre Carlos, ella crecerá en la España de la transición y podrá entender el pasado.
Beatriz le dice que la historia no ha concluído que queda alguien por hablar, de viajar en el tiempo, de encargarse de poner la palabra fin a la historia y le quita los folios de la mano..............

 
Madrid, 22 de mayo de 1978.

Sentado en la cafetería de la calle San Bernardo, en Madrid, alrededor de las 7  de la tarde recuerdo la primera vez que entré en ella, en plena rebeldía estudiantil en París, en pleno mayo francés, hace hoy 10 años .

La cantidad de cosas que han pasado y cambiado en España y en mi vida no sabría resumirlas en unas cuantas hojas, podría escribir una crónica familiar si tuviera tiempo y paciencia para hacerlo...quizá algún día lo haga.

Hace diez años les dije a Pedro y Miguel que mi nombre era Carlos Soler y con ese nombre sigo firmando mis trabajos, digamos que es mi nombre de “guerra” pero desde enero de 1977 he vuelto a ser Carlos Solera Rosales , con mi DNI reglamentario y mi residencia es la misma que la de Amanda - ( desde que estuvimos juntos en el valle de Arán, no me voy de su lado sin su consentimiento)- en la calle Princesa mirando al arco de la Moncloa.

Tras la muerte de Franco podría haber vuelto, como muchos hicieron, pero mis órdenes eran la de esperar y así lo hice.
No fue fácil para nosotros aceptar las nuevas reglas del juego pero nuestro secretario nos convenció porque era lo que se debía hacer en ese momento y así el 9 de abril de 1977 volvimos a ser legales y nuestra gente está en las Cortes, nuestra democracia es un hecho, no somos una república, es verdad, pero formamos parte de la  ponencia que trabaja en la redacción de la nueva Constitución, que no será a gusto de todos pero traerá una nueva distribución territorial y devolverá las libertades.
El tiempo nos dirá si los esfuerzos han válido la pena y si nuestro partido no ha perdido su esencia.

En 1970, en unos de los viajes de Amanda para estar conmigo, me trajo un sobre cerrado que le había dado el tío de Ramón. Lo abrimos los dos juntos y nos encontramos con el expediente de Matas, mi ficha con las huellas y con mi foto con una barba de dos días. Además había  una carta de Juan Ramón Cortijo.

Madrid 13 de junio de 1970.

A quien un día fue Matas:

Aunque no nos hayan presentado espero que muy pronto pueda volver a ser usted y se olvide de las diferentes identidades.
Mi buen amigo Rafael ha fallecido hace dos días, unos días antes de su muerte me entregó la llave de su casa y me pidió que me llevara un sobre que encontraría debajo del colchón de su cama.
En mi última conversación con él en el hospital, horas antes de su muerte, me juró que no queda ningún expediente más de Matas en ningún lugar de la DGS en Madrid. Su sentido del deber no permitió que durante mi visita se extraviaran documentos pero días antes de su jubilación pensó en el expediente por el que yo me había interesado y decidió llevárselo.
Sus últimas palabras fueron : Ojalá a ti te sirva de algo.
Al ver a mi estimada Amanda en el aeropuerto con usted en la mañana del 4 de octubre de 1968 supuse que Matas y usted eran la misma persona.
No puedo estar de acuerdo con ciertos métodos pero tampoco quiero juzgarle, yo no soy juez, la historia nos juzgará a todos a su debido tiempo pero si mi sobrino, Sandra y Agustín están dispuestos a jugársela por usted y  si ellos ven con buenos ojos el amor que hay entre usted y Amanda,  mi deber es ayudarles y espero hacerlo entregándole este expediente mediante Amanda.

Atentamente,

J.R. Cortijo

Ni que decir tiene que quemamos el expediente y la carta.
Por nada del mundo queríamos implicar al tío de Ramón, hoy somos relativamente amigos, coincidimos en reuniones y hace unos días nos vimos en el funeral de un familiar de Ramón y me preguntó:

- Si pudieras ¿qué parte de tu pasado borrarías?

- En realidad no cambiaría nada, rectificaría ciertos detalles, nada más. Todo lo que hice y pasó me ha llevado a ser hoy quien soy, de todo he aprendido y hasta he encontrado manos amigas en tierra enemiga.

Juán Ramón me contestó:

-Te admiro por tu firmeza, yo sin embargo, si pudiera volver a empezar no sería policía. Ahora ya es tarde para rectificar, tres años más y me jubilo.
El futuro se presenta más prometedor que nunca pero yo nunca debí ser comisario.

-Quizá, pero somos muchos los que por una razón u otra estamos en deuda contigo y agradecidos.

No hemos vuelto a tocar el pasado. Lo dejamos así, el padre de Ramón se unió a nosotros y cambiamos de tema. Los padres de Ramón saben desde 1970 también toda la verdad y si tenían algo que objetar nunca lo manifestaron.

En el plano familiar todo marcha maravillosamente, nos encanta ser abuelos aunque yo sea el peor yayo de todos porque soy el que más les consiente, ríe sus gracias y defiende sus travesuras cuando no están delante.

Carolina ya tiene casi 10 años, Agustín 8 y las gemelas Ana Patricia y Amanda Isabel tienen 6 años.  
Sandra nos prometió que tendría familia numerosa y que llevarían los nombres de los abuelos y las abuelas. Lo ha conseguido pero lo que no sabía en ese momento es que el resto de sus hijos nacerían en Estados Unidos.

Sandra y Ramón viven con los niños en Whasington desde que Ramón se hizo cargo de su corresponsalía, Sandra sigue con sus fotos y ha publicado varios reportajes en la revista NG. A finales de año volverán a Madrid, nuevos tiempos, nuevos retos dice Ramón.

En 1970 y tras la muerte de Ernesto nos reunimos en Nuévalos y desde entonces volvemos todos los veranos. El resto del año hacemos lo posible para reunirnos en fechas emblemáticas y casi siempre lo conseguimos.

Los veranos los disfruto plenamente, me hace mucha ilusión ver a mis nietos corretear por los mismos sitios que corrimos nosotros, aunque el pueblo ha cambiado mucho, no obstante hay parajes que siguen iguales y a ellos les encanta oírme contar mis aventuras estivales  con el primo Ernesto.
Los viejos del lugar no tienen ni idea de mis identidades, sólo saben que soy de PC y que vivía en Francia. Para ellos somos dos parejas que vienen a pasar las vacaciones con sus hijos y si lo ven raro no lo dicen.

Los niños aún no saben la verdad, son todos muy pequeños, Carolina con sus casi diez añitos comienza a hacer preguntas cuando ve las fotos de mi abuela Isabel. El parecido con Sandra a ella tampoco se le escapa pero en seguida cambia de tema y sigue con sus cosas. Para ellos somos los yayos Agustín y Carlos.

Las yayas Amanda y Patricia se han hecho buenas amigas y comparten muchos juegos con las gemelas que llevan sus nombres, mientras Agustín disfruta con ”Austin”- (como Carolina bautizó a su hermano de pequeña)- dando largos paseos por el campo y pescando en el río. Y yo, me da vergüenza confesarlo, les quiero a todos por igual, pero mi debilidad es Carolina y procuro pasar mucho tiempo con ella.

Ernesto no pudo repetir ninguna ceremonia de bautizo no oficial pues falleció meses antes de que naciera Agustín.

El “yayo”” Agustín sigue con su ONG viajando por todo el mundo y Patricia le acompaña desde hace dos años. En cuanto el divorcio sea legal quieren casarse, Amanda y yo no lo necesitamos, nos sentimos casados y ningún papel del mundo va reforzar nuestro sentimiento y nuestra unión.

Montse terminó su carrera, se ha hecho del PSOE y trabaja con ellos, en las municipales quieren que vaya en sus listas por Madrid. Pedro y ella han dejado de ser pareja pero la amistad continua igual que con Miguel.
Su abuela falleció hace unos años y su tío, ya retirado, vive con ella al igual que su amiga Lidia quien desde hace dos años reside en Madrid.

Los chicos tienen juntos un bufete y su andadura política con el Frente de Liberación Popular duró un año, en 1969 desapareció el partido y quedaron bastante desilusionados, no han querido pertenecer a ningún otro partido pero prestan sus servicios a UGT cuando esta les llama.

De vez en cuando nos llegan noticias de Juana, ha pasado a formar parte de la familia de Encarna Santamaría, la han adoptado de una forma u otra y ahora ella también forma parte de una organización que ayuda a gente que tiene el mismo problema que ella tuvo.

Agustín también recibe noticias de Conchi, la antigua chica de servicio que estuvo en casa de Montse, cuya tutoría terminó con su boda.
Vive con su marido a las afueras de Madrid y tiene dos niños, el primero se llama como él: Agustín.


Se podría decir que en estos diez años todos los cambios han sido para bien, aunque hayamos tenido que decir adiós a seres queridos y aparcar algunas ideas.
No sabemos, una vez más, lo que el futuro nos tiene preparado pero soy consciente de que la prioridad de los ideales dependen del tiempo en que se vive y que las relaciones internacionales, sus organizaciones, van a ser determinantes en el curso y desarrollo de muchos países, sobre todo del tercer mundo.

Es de esperar que sigamos dando pasos adelante y derribando barreras; no podemos bajar la guardia, siempre habrá un pueblo que necesite nuestra ayuda, que nos pida que luchemos por su libertad y por desgracias siempre habrá hambre en el mundo, no será nada fácil acabar con esa lacra e incluso, en el próximo siglo, los problemas quizá sigan siendo los mismos y surjan además, como sería lo lógico, nuevos dilemas.

Por todo ello y en la medida que nos sea posible estamos obligados a pasar el mensaje de generación en generación: hay que seguir luchando por un mundo más justo.

Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también
—un sol verdugo y amigo—
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.

( León Felipe)

Fin






















3 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyyyyyy Rodas me has emocionado!!!!!! Que bonito!!!! Hay tantas cosas que comentar que no se por donde empezar...
    Muy valiente el discurso improvisado de Agustín; seguro que mejor que el que había preparado!!!
    La visita al Valle de Arán... Uffffffffff que emoción!! El momento de la promesa me ha encantado!!! La idea de aceptar la herencia para pasar allí los veranos todos juntos me ha gustado mucho!!
    Así que Carolina :D!!!! No tengo palabras para la parte de los diez años después; me ha gustado mucho que "dejes" hablar a Carlos como punto final. Esas reflexiones sobre la lucha después de morir Franco... Qué bien lo has expresado!! Muy bonito cuando Carlos cuenta las vacaciones en el pueblo y cómo todos los yayos se complementan!!! Te ha quedado precioso y muy acorde con la esencia de la tercera temporada!!!
    Gracias por el relato; siempre me dejabas con ganas de más!!! Los últimos capítulos han sido una delicia!!
    Un beso!!!

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  2. ¡¡EMOCIONANTE!!
    ME has emocionado, cuando Agustín ha empezado a leer su discurso, y luego el cambio que le ha dado, el nacimiento de la nieta, los abuelos....
    Te felicito! Ha sido un final muy bonito y reconciliador, y el salto temporal diez años después es fabuloso.
    ¡¡Enhorabuena por el relato, ha sido un placer leerlo, por no hablar de todo lo que te has documentado, los datos históricos que has aportado y que le dan bastante realismo, etc, etc..!!

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  3. Gracias a las dos, de verdad, por vuestros comentarios y vuestra ayuda indirectamente, Noa con tus videos y frases y a Maria por tu relato, me habéis permitido VERLES sin necesidad de volver a ver toda la temporada (tanto tiempo detrás del portátil no puedo permitírmelo) y por recordarme, de nuevo indirectamente, que Amanda podía tener gemelos/as. Os sigo a las dos muy atentamente.

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