sábado, 1 de diciembre de 2012

En buca de Paloma. 7



Aljandro se despierta temprano y relajado, ha domido bien, gracias al baño de casi una hora de la noche anterior que realmente necesitaba. Se notaba tenso y nevioso, reconoce mientras se despereza; sólo en compañía de Héctor y Asunción consigue relajarse, le  gusta esa sensación nueva para él, sensación que le viene de poder hablar con entera libertad de su familia, sin censura de ningún tipo. !Ojalá fuese recíproco! pero desgraciadamente no se atreve a decirle nada a su madre cuando habla con ella.
Quizá con el tiempo, si todo acaba bien y mañana puede tomar el tren dirección Santander, se lo diga. A él no le importa deberle un favor a Héctor pero su madre no quiere abrir nuevas cuentas, eso se lo dejo bien claro antes de iniciar el viaje. Por ese mismo motivo la carta que le diera su tía Teresa para Héctor, en caso de verse en apuros, viajará con él a Inglaterra y se la devolverá a su tía, tal y como se la dio: cerrada. Reconoce que le pica la curiosidad por saber que le puede decir ya que ni su madre conoce la existencia de esa carta,  pero el sentido del derecho a respetar  la intimidad de los demás,  siempre y cuando no esté en juego la reputación de su familia, algo que le han inculcado desde pequeño, es más fuerte que su curiosidad y al levantarse saca la carta del bolsillo interior de su chaqueta y la esconde en su maleta, entre las páginas de un portafolio con aburrida información en inglés, sobre el curso escolar que va a empezar en enero. Después de asearse baja a desayunar y a la diez en punto se presenta en la comisaría del centro dónde Vallejo y Héctor se encuentra desde las nueve de la mañana.

-      El informe de tu persona de contacto en Cádiz ¿ ha sido contrastado? – pregunta Héctor al comisario Ramírez.
-      Sí, no cabe duda de que Paloma es una víctima. La guardía civil ya me corraboró, en la conversación telefónica que mantuve con ellos, ayer tarde, que la versión de la chica del accidente de su padre probablemente sea la correcta.  Hay elementos extraños en ese accidente pero díficiles de probar de ahí que ellos también aceptasen la opción de accidente fortuito. El expediente del padre es bastante interesante, según ellos, era un rojo incorregible y la madre abandonó el pueblo como Paloma le contara a Alejandro.
-      Lo que no entiendo es que nadie saliera en defensa de la joven al morir su padre y que todos en el pueblo, incluído el párroco, permitiesen el expolio del que ha sido víctima – comenta Vallejo
-      La familia del padre nunca fue bien vista; todos ellos apoyaron la república, el cuerpo de su abuelo descansa en una fosa común, según mi contacto y los hermanos mayores de su padre abandonaron España pocos días antes de que Negrín dejara Madrid. El padre de Paloma tenía por aquel entonces 8 años y queda al cuidado de una tía materna viuda de un fanlangista. Vive con ella en en pueblo de Extramadura donde estudia, se hace maestro y al morir la tía regresa a su pueblo natal y compra, con la herencia de su tía, las tierras que les fueron expropiadas durante la guerra. Le acompaña su mujer, una portuguesa de Elvas, mitad gitana mitad paya que no consigue ganarse el cariño de la gente. En 1956 nace Paloma y cuando la niña tiene dos años dejan Cádiz capital y van a vivir al pueblo, al padre le han concedido una plaza de maestro en un pueblo cercano y allí toma contácto por primera vez con gente del PC. Cuando Paloma tiene 10 años es detenido en posesión de material subversivo y el resto ya lo conocemos.
-      Estos datos son importante para encontrar a la madre de la chica. Es posible que haya vuelto a Portugal y  nuestra prioridad ahora es encontrarla cuanto antes , sana y salva – dice Héctor
-      En efecto – dice Ramírez – pero no tenemos ni una pista ¿qué habéis adelantado vosotros?
-      Un desconocido en el tren les recomendó el hostal en Madrid e incluso sabía en que hotel pararía Alejandro- comenta Vallejo – pídele una buena descripción de ese hombre, para mí es el más sospechoso.
-      Eso haré ¿y el resto de los pasajeros? – pregunata Ramírez
-      Sólo el editor catalán puede ser sospechoso si el amigo enfermo es el desconocido del tren. Eso explicaría que supiera donde se iba alojar Alejandro en Madrid y la idea de secuestro para sacar dinero, aunque no termine de encajar no deberíamos descartarla. – dice Héctor
-      Yo también lo he pensado, lo del secuestro por dinero, pero no cuadra el que el autor llame para denunciar la desaparición de la chica a manos de Alejandro. Eso apunta más a una especie de venganza personal – comenta Vallejo
-      Sin duda alguna, si tuvieramos una lista de los enemigos de Los Rivas se nos simplificaría la cosa – remata Ramírez.
-      Si existiera sería bastante larga – comenta Héctor – no podemos dar palos de ciegos. La suerte de esa chica me preocupa, necesitamos centrarnos y el desconocido del tren es mi principal sospechoso.
-      Bien – dice Ramírez- son casi las diez, esperadme aqui, voy a ver si ya ha llegado Alejandro y a dar órdenes de que le devuelvan su pasaporte.

Una hora más tarde Asunción conduce por la carretera de Burgos junto a Alejandro camino de Buitrago. Hasta San Agustín de Guadalix apenas han hablado. Alejandro está con sus pensamientos muy lejos de ella y Asunción respeta su silencio, supone que aunque ya está libre de cualquier sospecha y con el pasaporte en el bolsillo, el joven debe estar pensando en Paloma. De repente es Alejandro quien comienza a hablar y cuenta su conversación con Ramírez, recordando que sobre la mesa del comisarío  quedó la descripción del desconocido: un hombre de unos cincuenta años, calvo, con gafas, bigote, bajo, gordo con signos de haber adelgazado rápidamente en muy corto espacio de tiempo pero con buena labia.

-      ¿Por qué dices que ha tenido que adelgazar en los últimos días? – pregunta Asunción tras haber oído el relato de Alejandro.
-      Llevaba la chaqueta abrochada y se notaba que le quedaba algo holgada. O no era de él o había perdido kilos no hacía mucho, además el mismo comentó que no quería robarnos más tiempo y que su estómago llevaba unas semanas muy revuelto.
-      ¿ Le has dicho eso a Ramírez?
-      No, no me preguntó como has hecho tú y yo no paro de pensar en la suerte de Paloma, no me gustaría irme mañana sin saber que ha sido de ella, ni siquiera sentí alivio cuando me dijo que podía abandonar el país cuando quisiera.
-      Comprendo. No te preocupes, ya sé que suena a farol pero estoy segura que la vamos encontrar en menos de 24 horas.
-      ¿Tienes una corazonada? – pregunta Alejandro
-      No exactamente pero la descripción del desconocido no me es del todo extraña, me resulta familiar aunque no consigo localizarla en mi memoria..no sé, quizá me suene de algún reportaje o artículo y si consiguiera dar con ello podíamos avisar a Héctor.

Veinte minutos más tarde Asunción aparca el coche cerca del castillo del pueblo y junto con Alejandro andan hasta el cementerio, al entrar en él buscan el pequeño panteón de los García, que Teresa comprara antes de abandonar España, para reunir a su padre y a su hermano en un mismo sitio. Le acerca los ramos de flores y desde una prudente distancia, respetando su intimidad, contempla como el joven deposita las flores y en un rincón pone una pequeña urna, junto a una fotografía de Carmen, en recuerdo de ésta cuyo cuerpo descansa junto al de Simón en Venezuela. Una vez cumplido con el deseo de su tía Teresa abandonan el cementerio en silencio, al llegar a la plaza del pueblo se adentran en un bar a tomar una taza de café y es entonces cuando Asunción recuerda la foto que le dieran Julio esa misma mañana.

-      Perdona Alejandro, no hemos podido encontrar ninguna foto de Carmona pero sí un artículo en el que viene junto a su nombre una foto suya, muy pequeña y de cuando era muy joven.
-      Gracias, ya es algo – comenta Alejandro y tras mirarla durante unos segundos dice – No, no creo haberle visto en el barco, también es cierto que hay que tener imaginación pues el hombre deberá tener la edad de mi madre pero estoy segura, pensaba que pudiera ser el editor catalán del que nunca me fié pero no es él.
-      Un sospechoso menos, vamos bien – dice Asunción sacando otra foto de su bolso – mira, en esta foto está Narciso, es el que se encuentra al lado de un jovencísimo Julio. Los otros dos son, eran, el propietario de la revista, Adolfo Laguna y su redactor jefe Rubín de Celis, una persona maravillosa a quien le debo el ser hoy día periodista. La foto se la hicieron un domingo que les dio por hacer senderismo en la sierra y no te la puedo dar ya que es la única que tiene Julio de recuerdo de esos días.

Alejandro toma la foto y asiente con la cabeza, la mira, la vuelve a mirar, la remira y dice:

-      Es él .Estoy casi seguro que Narciso es el desconocido del tren. Aqui tiene aún pelo, bigote y no lleva gafas pero es él, a pesar de que creo que ha perdido kilos los mofletes son iguales y esa sonrisa también. Quizá sea el pasajero que estuvo indispuesto durante toda la travesía. Puedo contactar con el capitán del barco y preguntar el nombre de ese pasajero.
-      Muy buena idea pero déjame hablar con Héctor y con Julio. Voy a llamarles por teléfono.

Asunción llama primero a la redacción y pregunta donde fue hecha esa foto exactamente, en ella se les ve delante de una casa de campo y recuerda que Narciso alardeaba de una en la sierra, cerca de Colmenar Viejo. Julio le confirma que es la casa de los padres de Narciso y Asun le pide la dirección rogándole guardar silencio.  A continuación llama a Héctor al despacho pero nadie coge el teléfono , insiste una vez más y tiene suerte.

-      ¡Héctor menos mal que te encuentro! ¿estás solo?
-      Sí , acabo de llegar de la calle, he dejado a Vallejo hablando con Olavides y he venido a coger tus notas, me pillas de milagro. ¡Díme ¡ ¿os pasa algo?
-      Pasa que Alejandro acaba de descubrir que el desconocido del tren es Narciso Colmenar, por eso me parecía tan familiar la descripción que hizo de él. Escucha, no me interrumpas.  Julio me ha prestado una foto suya, hecha hace varios años frente a la casa de los padres de Narciso en Colmenar Viejo. Ya te comenté anoche que Alejandro quería ver la cara de los dos periodistas que amargaron la vida a su familia. Esta mañana antes de ir a recoger a Alejandro al hotel me he pasado por la revista a recogerla. ¿sigues ahí?
-      Sigo y asombrado ¿puedo hablar? – pregunta Héctor
-      No,aún no, no he terminado, tengo la dirección de la casa de campo, sigue estando en manos de Narciso según Julio, aunque Narciso ya no viva en Madrid , los lugareños le dijeron a Julio, no hace mucho, que el dueño es Narciso Colmenar, residente en Tarragona y que algunos veranos viene por aquí, también mantiene aún la casa en la que vivían en Madrid ¿sabes la dirección?
-      Sí, creo recordarla y no es difícil comprobarla, ahora mismo llamo a Ramírez para que busquen a Narciso. Venid para acá lo antes posible ¿de acuerdo?
-      No, no estoy de acuerdo , quiero que busques una excusa y nos veamos en San Agustín, en el café de la carretera, creo que debemos ir a Colmenar Viejo a echar una ojeada a esa casa, sería el lugar idóneo para esconder a una chica y quizá no sea una buena idea que la policía sepa esta pista....todavía.
-      ¡No me lo puedo creer! ¡Asun no hagas nada por tu cuenta! Vale, te encuentro en la cafetería de San Agustín y no te muevas de allí.
-      Gracias cariño, hasta dentro de un ratito, yo estoy alli en menos de veinte minutos. Un beso, te quiero.

 Héctor pone en antecedentes a Ramírez y Vallejo, y se disculpa por no poderles acompañar.

-      A Asunción se le ha pinchado una rueda y ni ella ni Alejandro saben cambiarla, voy a su encuentro.
-      ¡Mujeres al volante! Un peligro – comenta Vallejo – sobre todo la tuya, ya tuve que ir yo una vez a ayudarla con una lata de gasolina.
-      Es verdad y no creas que lo ha olvidado, pero el culpable fui yo como ya te dije.
-      ¡Ah! Excusas tuyas para cubrir a tu mujer, hay que ver como te tiene comido el coco, parece que te fuiste ayer a vivir con ella – ríe Vallejo y también Ramírez.

Héctor se aleja de ellos con una sonrisa en los labios y sin molestarse en responder al comentario. Recoge su coche, recién salido de una revisión total del garage y sube por Bravo Murillo camino de la carretera de Burgos dirección San Agustin de Guadalix y en el bar de Buitrago, un sastifecho Alejandro ha conseguido localizar al capitán del barco. Narciso Colmenar compartía camarote con el editor Catalán y a las tres horas de zarpar el barco tuvo que retirarse al camarote, los vómitos no remitieron en todo el viaje y el médico temió por su vida, afortunadamente tres días antes de llegar a Cádiz mejoró pero se encontraba tan débil que apenas podía salir unas horas a cubierta le confirmó el capitán Sánchez Marques.





3 comentarios:

  1. Tienes mano para la intriga querida Rodas. El relato está bien interesante aunque sus protagonistas no sean mis favoritos y perdóname si me permito un comentario jocoso ¡Super Asun es una pionera en conducir automóviles en aquellos tiempos....no me extrañaría nada verla a los mandos de un avión! Felicidades por tu imaginación.

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  2. ¡Muy chulo, me encanta...! así que Narciso está en el ajo... ¡que tipejo...! tampoco me extraña...
    Otra cosilla, entonces en 1970 tanto Carmen como Simón han muerto ya en Venezuela....? ¿de qué murieron...? ¿en qué año...? es para adaptar mis relatos que voy en 1964... por si llego a tiempo y escribo algo del asunto... ¿murieron a la vez o cómo...? aclárame si puedes algo de esto, por favor... Gracias y un beso enorme, guapa... ;)

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  3. Así que Narciso parece que está metido en el asunto del secuestro de Paloma!!! Este hombre no cambia, y encima va a peor!!! Y Asun y Alejandro forma también un buen equipo!!! Y este Vallejo metiéndose con lo enamorado que está Héctor de su mujer!!! Seguro que él sigue tan enamorado también de su Laurita!!!

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