domingo, 2 de diciembre de 2012

En busca de Paloma. 8 y Epílogo.


8

Alejandro entra en el bar de la carretera, pasado San Agustín, se acerca a la barra y pide dos cafés con leche y unas ensaimadas mientras busca con la mirada una mesa cerca de la ventana. Al ratito coge la bandeja y la lleva a la mesa elegida. Sentado en ella ve como Asun consigue aparcar el coche, en el único sitio libre que ha encontrado, después de mucho maniobrar pues el aparcar en fila cuesta arriba no es su especialidad. A los diez minutos ven llegar a Héctor, quien tiene mejor suerte y puede aparcar justo a la entrada, empuja la puerta y se acerca a la mesa sobre la cual hay un mapa de carretera, de la provincia de Madrid, desplegado y en él una ruta señalada gracias a la información del camarero.

A ver, explicadme ¿qué es todo ésto? – pregunta Héctor después de haber saludado a su mujer con un beso, sentándose en una silla.
¿Café o algo más fuerte? – pregunta Alejandro
Un carajillo – le dice a Alejandro- venga, Asun, cuéntame que no he puesto una excusa para venir aquí por mi gusto.
Ya lo sé cariño y te lo agradezco. ¿Está buscando la policía ya a Narciso?
Iban a ir a la antigua dirección a informarse, pero no hay pruebas de que sea él el autor de nada y...
Se equivoca Héctor – dice Alejandro dejando sobre la mesa el café de Héctor recogiendo el mapa.
¿Cómo que me equivoco? ¡Hablad de una jodía vez! No sé si me gusta que paséis tanto tiempo juntos, sois muy peligrosos – comenta Héctor un tanto serio.
No te preocupes mi amor, ahora mismo te lo contamos todo, en realidad es Alejandro quien, mediante dos llamadas, nos ha llevado con motivos, más que sobrados, hasta Narciso y lo de venir hasta aquí, sí , es idea mía, aquí mismo está la desviación a Colmenar Viejo y en el mapa la ruta señalada.
¿Y? – vuelve a preguntar Héctor
Cuando Asunción me dejó ver la foto de la gente de la revista Sucesos, reconocí a Narciso Colmenar como el hombre del tren. Está cambiado pero estoy completamente seguro, la sonrisa sigue siendo la misma asi que, después de que ella le llamara conseguí localizar al capitán del barco, afortunadamente hasta pasado mañana no regresa a Venezuela. Me confirmó que Narciso Colmenar ocupaba el camarote 230 y lo compartía con Gallardo Macías, un editor de Tarragona.
Alejandro ha llamado también al hostal – continúa Asun – por si acaso estamos todos equivocados y Paloma ha vuelto pero no es así, de paso y para salir de dudas, ha preguntado si Narciso Colmenar continuaba en el hostal como le dijera en el tren. La dueña le dijo que el sr. Colmenar había abandonado el hostal el martes antes de las doce del medio día y antes el comentario ingenuo de Alejandro le dijo exactamente que día y a qué hora llegó al hostal.
- Seguid – dice Héctor – soy todo oídos ¿qué comentario era ese?
- Al oir que ya no estaba – dice Alejandro – se me ocurrió comentarle que segun mi información iba a estar tres días y por lo que ella decía sólo había estado unas horas:
 <<  El sr. Colmenar llegó el lunes una hora más tarde que usted lo hiciera con la chica. Siempre que viene a Madrid se aloja con nosotros.No tenía ni idea de que se conocieran, desde luego yo no le ví hablar con esa chica ni tampoco le vi salir de su habitación>>
 Lo más curioso – continúa Alejandro viene ahora –cuando le pregunté si ella pasó toda la noche en la recepción me contestó:
<< De once a dos se queda un sobrino mío mientras yo duermo un poco. Mi sobrino es de entera confianza y él no vio nada raro>>
¡Muy bien Alejandro! Podrías ser un buen detective – comenta Héctor – Podemos suponer que Narciso pagó al sobrino o le contó una milonga y bajó con Paloma y más tarde regresó al hostal.
Exacto – dice Asunción – pero Alejandro no se cree que Paloma saliera por su propia voluntad.
Yo tampoco –dice Héctor – Será mejor que vayamos a echar un ojeada a esa casa de campo, pero quiero que me prometáis prudencia, yo tengo liciencia de arma y voy armado, vosotros no.
Prometido – dicen los dos a la vez.
¿No vamos a avisar a la policía? – pregunta Alejandro
¿Lo prefieres?- pregunta a su vez Héctor , yo pensaba hacerlo según qué cosa nos encontremos.
Me parece bien. Gracias – dice Alejandro.

 Tras pagar la cuenta Héctor arranca primero con el mapa en el asiento delantero y Asun le sigue por la carretera que lleva a Colmenar Viejo. Entre las dos poblaciones hay unos 15 kilómetros pero la carretera tiene muchas curvas y tardan tres cuarto de hora en llegar. Siguiendo la dirección a Hoyos de Manzanares, cruzan el río , aparcan el coche ante un sendero que les lleva a una casa de piedra, de una sola planta, con tejado de pizarra y un cobertizo a unos metros de la casa.El lugar está tranquilo, no se observa moviento ni hay vehículo alguno delante de la casa. Si el humo de la chimenea delata que hay alguien en casa, las piedras que forman parte del paisaje delatan a La Pedriza, a escasos kilómetros, donde Rubin, Laguna, Julio y el mismo Narciso hiciesen senderismo hace unos años.  El lugar es también bien conocido por el matrimonio Perea,  Asun recuerda el fin de semana pasada allí este último verano y el golpe que se pegó en las resbaladizas piedras cuando subían por ellas, para llegar al lugar preferido del río, dónde a los niños les gustaba bañarse en esas  aguas heladas y entre las piedras mientras ella, tomaba el sol tumbada en una toalla sobre una de las inmensas piedras y Héctor repartía su interés y atención entre sus hijos y ella.

-  Quiero que os quedéis detrás de mi y no hagáis ninguna tontería ¿ de acuerdo? – oye decir a su marido detrás de ella.
No se preocupe Héctor, sabré comportarme – dice Alejandro.

Minutos más tarde y al ruído de una piedra que da de lleno en una de las ventanas, se abre la puerta de la casa y un desmejorado Narciso mira a todos los lados, pero no le da tiempo a cerrar la puerta de nuevo ni a esquivar la derecha de Alejandro ante los atónitos ojos de Asunción y Héctor.

- !Joder Alejandro! ¿ no me has oído?
Lo siento, la tentación era grande, este hijo de puta le ha amargado la vida a mi madre y a mi tía, sin olvidar que tu mujer también tuvo que tragar quina con en él.

Héctor no pierde el tiempo en discutir con Alejandro, mete a Narciso dentro de la casa, lo sienta en una silla y le pone las esposas mientras Asunción y Alejandro registran la casa sin encontrar a Paloma en ella. Alejandro recuerda el cobertizo y va a mirar en él pero Paloma tampoco se encuentra allí retenida. Regresa a la casa justo el momento en que Narciso está volviendo en sí y oye a Héctor decir:

-  La última vez que nos vimos te advertí que dejaras a Ana y Teresa en paz pero parece que no quieres aprender ¿dónde está la chica? – pregunta Héctor amenazándole con un puñetazo en el hígado.
-  No, no tengo nada que ver, no sé de qué chica me hablas.
¿Tengo yo que recordártelo lagartija asquerosa? – le pregunta Alejandro dándole el golpe que Héctor le tenía prometido- te advierto que tengo unas ganas enorme de deformarte la cara por caradura, chantajista y embaucador. Sé lo del hostal Fuencarral así que habla.
Vale, vale, no me peguéis más. Héctor sujeta a este chico que es más peligroso que tú.
Lo haré si dejas de hacerte el tonto y comienzas a contar.

Narciso comienza su pequeño relato entre ayes y golpes de tos:

La chica está bien, pensaba dejarla en libertad hoy mismo, sólo quería que Alejandro pagara por lo que me hizo su madre. Por su culpa no he podido volver a trabajar en ningún periódico y me vi obligado a dejar Madrid. Necesito dinero y al verle suibir al barco, tras despedirse de su madre y Teresa en el puerto supe que tenía una segunda oportunidad. Desgraciadamente mi estómago no puede con el movimiento de los barcos y tuve que trabajar a mi compañero de camarote. El no sabía quien era Alejandro, yo le dije que era el hijo Alfonso García y que el parecido con su padre era muy grande, por eso le había reconocido. Le pregunté que se informara con disimulo de a dónde iba y en qué hotel se iba a hospedar pues como buen admirador de su padre quería hablar con él pero tenía que ser una sorpresa. Gallardo me siguió el juego, quizá por lástima al verme tan enfermo pero me proporcionó la información necesaria. En Cádiz tuve la suerte de encontrarme mejor asi que te seguí, fui testigo del encuentro con Paloma y monté guardia en el vagón restaurante ya que el revisor no me dejaba pasar a los vagones de primera. Escuché vuestra conversación aposta y me vino de maravilla que la chica no tuviera papeles.

Narciso hace una pausa y pide  agua, respira con dificultad y Asunción le acerca el un vaso con agua.

Continúa – dice Héctor - ¿por qué la chica? ¿cómo lo planeaste?

Narciso continua:

Antes de llegar a Ciudad Real. Hice que me bajaba y me preocupé que Alejandro lo viera pero volví a subir, el tren para mucho allí . Al llegar Atocha bajé el último para darles tiempo a ellos. Tomé un taxi al hostal y la suerte parecía estar de mi lado ya que ellos salían del hostal y se metían en el bar que hay un poco más abajo.. Me registré en el hostal,me dieron la habitación que siempre me dan y esperé a que Alejandro regresara con Paloma. Como yo solo no podía sacarla del hotel le pedí a un gitano que tiene unas chabolas en Tres Cantos ayuda. El tiene una furgoneta y me debe algunos favores. Quedé con él a la puerta del hostal a las doce de la noche. La dueña nunca está a esa hora y su sobrino duerme a piernas sueltas detrás del mostrador, nunca se entera de nada. Cuando Paloma entró en su habitación, se quitó el abrigo y dejó su bolso sobre la cama y cuando iba a encender la luz le dí un golpe en la cabeza y la llevé a mi habitación. Allí le tape los ojos , le puse un pañuelo en la boca y le até las manos. A las doce subió Manuel y entre los dos bajamos a Paloma, todavía inconsciente pero respiraba. Al día siguiente llamé a la policía y cuando estaba esperando a que saliera, sabía que le dejarían en libertad, lo que no sabía es que tú , Héctor ibas a salir con él y entonces tuve que cambiar mis planes. Le dije a Manuel que cuidara de la chica un día más...
-  ¿Cual era tu plan? ¿pedir dinero por el rescate de la chica? – pregunta Asunción
-  Y por las fotos.
-  ¿ Qué fotos? – pregunta Héctor
-  Las que tu no viste Hécto, pero qué Narciso robó por orden de Rocío y se quedó con una copía sin que Rocío lo supiera y si lo supo le dió lo mismo ¿me equivoco? – dice Alejandro friamente.
¡Serás hijo de puta! – dice Héctor dando una patada a la silla que hace que Narciso se tambalee- pensé que sólo existían las fotos de Rocío y que Ana recuperó y que tu chantaje era solo oral ¡qué idiota he sido! ¿dónde coño están esas fotos? ! habla o no respondo!

Narciso señala un cajón en la mesa de la cocina y dice que el sobre y los negativos se encuentran allí. Asunción y Alejandro corren a la cocina, abren el cajón y encuentran un doble fondo, en él están las fotos. Asun saca la foto del sobre y sin pensarlo toma el mechero y la quema en la pila, Alejandro hace lo mismo con los negativos y regresan al salón.

-  Ya no hay fotos, las hemos quemado – dice Alejandro – y ahora Paloma.
¡Espera Alejandro! – ordena Héctor dándole la pistola a Asunción, sale con el chico afuera y allí le dice - Será mejor que Narciso llame a la comisería del centro, que dé la dirección de la chabola y que confiese que todo era una broma. En cuanto sepamos que la chica está bien y libre abandonamos está casa. Denunciarle y arrestarle implica  que cuente todo ¿Quieres correr ese riesgo? Si la chica está bien y no ha visto a Narciso nunca podrán probar que ha sido Narciso.
¿Y el gitano? – pregunta Alejandro
-  Según Narciso Paloma no les ha visto la cara a ninguno de los dos y en la chabola donde la retiene no vive nadie, es un riesgo que tenemos que correr al menos que quieras que sepan la historia oficial nunca contada.
-  No, me parece bien tu plan – dice Alejandro.

Los dos vuelven a entrar en la casa y oyen que Asun le pregunta a su antiguo compañero de trabajo:

-  ¿ Por qué no has utilizado las fotos en Venezuela? ¿y qué narices hacías allí?
-  No las llevaba conmigo. Cuando Héctor me amenazó, tras la salida de las chicas de España, decidí esconder las fotos; me dí cuenta que él no sabía que yo tenía los negativos y una de las copias, asi que en cuanto me soltó vine aqui y las guardé para siempre. Si no hubiera reconocido a Alejandro en el barco ni me hubiera acordado de ellas.
-  ¿Pero si no puedes viajar en barco cómo llegaste allí y para qué?
-  No fui en barco, la ida la hicimos en avión pero los negocios no le salieron bien a Gallardo y tuvimos que regresar en barco y antes de lo previsto.

A las tres y media de la tarde Héctor aparca su coche, de nuevo, cerca del sendero y anda a la casa, abre la puerta y comprueba que en esos diez minutos que él ha estado fuera Alejandro no se ha propasado con Narciso. Es la segunda vez que hace el camino de vuelta desde la cabina a la casa. La primera vez con Narciso hace casi una hora para que realizara la llamada y ahora para comprobar si habían dado ya con la chica. Afortunadamente no se han encontrado con nadie en sus viajes a la cabina más cercana, a la entrada de la Nava.

-  ¿Y, han encontrado a Paloma? – pregunta Alejandro nada más verle entrar por la puerta.
-  Sí, acabo de llamar bajo la excusa de que la dueña del hotel había omitido decir que Narciso se hospedaba allí y Ramírez me ha contado que han recibido una llamada anónima de nuevo, diciendo dónde estaba la chica y que todo era una broma para asustar a Alejandro.  Como siempre pasa, el poblado, al ver llegar a los coches de policía se quedó vacío en un minuto. Sólo los niños y algunas mujeres se han quedado y una de ella les ha señalado una chabola, bastante más retirada de las demás. Allí estaba Paloma, con los ojos tapados, el pañuelo en la boca y con viso de no haber bebido ni probado bocado en estas horas. La han llevado a la Paz y allí está Vallejo con ella. Nos esperan dentro de una hora.
¿Qué váis a hacer conmigo? – pregunta Narciso sudando y con la .ropa húmeda.
-  Tienes suerte, te damos 3horas para cerrar esta casa y desaparecer de Madrid. Probablemente la policía no esté al tanto de este lugar y esa será tu suerte. Alejandro no piensa poner denuncia una vez que Paloma está ya fuera de peligro ¿me equivoco?
-  No, no te equivocas, ¿puedes quitarle las esposas a este cabrón? –pregunta Alejandro.

Héctor libera a Narciso y Alejandro le coge por el cuello como si fuera un muñeco y le dice:

-  Más te vale que esta sea la última vez que intentas algo contra mi familia.Tampoco te atrevas a tomar represalias en la familia Perea porque en caso contrario no respondo de mí, te buscaré por donde quieras que estés y te aplastaré como un gusano, ¿Te ha quedado claro?
-  Sí, dice Narciso con un hilo de voz.

Tres cuarto de hora más tarde tanto Héctor como Asunción aparcan el coche en La Paz y tras informarse en que piso se encuentra la chica suben a él. Vallejo y su mujer están con Paloma cuyos ojos se llenan de lágrimas al ver a Alejandro en la puerta.

Epílogo

El frío reinante y el fuerte viento no frenan a Alejandro, el chico se sube el cuello de su anorak y anda con paso firme hasta el buzón del correo y deposita en él dos tarjetas postales. Una para la familia Perea, para agradecerle la ayuda prestada, la paciencia y las molestias causadas; la otra es para Paloma, alojada en casa del ex comisario Vallejo en espera de pistas que la lleven a su madre, parece que se la haya tragado la tierra, ni en Portugal ni en España la policía ha podido encontrarla. Paloma no se dá por vencida. Pronto tendrá  dinero para pagarse un detective privado que investigue en Francia o en cualquier país europe. El abogado Olavide se ha encargado de impugnar la venta de las tierras de Paloma y Vallejo es su tutor hasta su mayoría de edad. En enero retomara su estudios de bachiller y Alejandro espera volver a verla algún día antes de regresar a Venezuela. Recuerda su llegada Portsmouth y el reencuentro con su madre y tía. Las vio tan felices que no tuvo valor para contarle lo que había vivido y tampoco quiso analizar la cara que puso su tía cuando le devolvió la carta. Ha llegado el momento de tomar el relevo, ahora será él quien las protega  y lo hará a su manera. De regreso a la solitaria habitación del colegio en el que se encuentra, saca el retrato que siempre lleva en el bolsillo desde que salió de Madrid y que Julio le hiciera. Paloma sonríe en él y  lo contempla a la luz de una farola, lo vuelve a meter en su bolsillo y trata de imaginársela leyendo la postal:

Querida Paloma,

Vallejo me ha contado, telefónicamente, que tu estado de ánimo mejora con los días. Sólo cuatro letras para animarte a seguir así, a mirar para delante, a retomar tus estudios y mañana Dios dirá, quizá la suerte nos destine que nuestras vidas anden de nuevo el mismo camino y entonces, espero que sea para siempre.

Besos,

Alejandro García Rivas.








2 comentarios:

  1. Muy bien Rodas... pues caso resuelto con éxito una vez más por nuestro detective y compañía... ¡me da mucha rabia eso sí que Narciso siempre se salga con la suya y no puedan hacer nada por denunciarle y que le metan en la cárcel que es su sitio...! ;) Un besazo guapa, y que lo pases muy bien este puente por tierras españolas... :)

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  2. Rodas, me ha gustado el desenlace del relato, aunque como a Raki, el hecho de proteger a Ana y Teresa hace que Narciso no pague nunca sus fechorías!!!

    Me ha gustado el gesto de Asun y Alejandro quemando las fotos que tanto daño hicieron!!!

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