martes, 16 de abril de 2013

Caso del pasado y cuentas pendientes. Capítulo 2




Capítulo 2

Sábado 22 de septiembre

El partido está interesante, segundo periodo y los anfitriones pierden por dos puntos. Las gradas están llenas de familiares y alumnos que animan a los dos equipos. Javier está en el banquillo a la espera de entrar en el tercer periodo ocupando el sitio de Daniel. Su entrenador, inglés por más señas, prefiere que todos sus chicos jueguen rotativamene. No le gusta fomentar la individualidad de las posibles estrellas sino el compañerismo y la deportividad unida al afán de superarse y en pro de la victoria : 

-           ¡Blood, toil, tears and sweat ..sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor ¡

 Les grita como siempre, primero en inglés y a continuación en castellano pero siempre la misma frase.  El hombre es un gran admirador de Churchill y aunque los chicos no saben a ciencia cierta quién fue ese señor se conocen la frase de memoria. Todavía no han llegado a esa parte de la historia y menos aún a la historia más reciente de España y su guerra civil. Lo poco que los niños saben lo han oído a los mayores o en los corrillos del patio del colegio o en el cine pero al entrenador inglés le da lo mismo, Churchill por aqui y Churchill por allá.  
“Cualquiera diría que hubiese sido una estrella de baloncesto en vez del primer ministro británico” piensa Héctor sentado en la grada y recuerda que Bonilla ya trató de explicar a los niños, la primera vez que el entrenador inglés utilizó la expresión,  cuándo,  dónde y por qué fueron pronunciadas esas palabras. El silbato anuncia que el segundo periodo acaba de terminar y el recuerdo acaba; Héctor aprovecha la pequeña pausa para salir a ver si su socio ha llegado ya de la reunión que habían planeado, tan inoportunamente, un grupo de accionistas.

En Londres y en la sección del Antiguo Egipto del museo británico, María, Paloma y Laura contemplan admiradas y sorprendidas las vitrinas llenas de  auténticos tesoros y se preguntan si los británicos han dejado algo en Egipto. Los chicos, con Vallejo,  hace tiempo  que salieron del Museo y esperan en el pub que hay enfrente de la calle , “The museum tavern” . El museo es inmenso y aunque han elegido sólo algunas secciones, Vallejo ya no podía con su alma y ellos, que ya se conocen el museo bastante bien, se lo llevaron a disfrutar de una buena jarra de cerveza, de una buena Ale escocesa como Alex le prometiera.

En Madrid, en la cancha de baloncesto del Maeztu el tercer periodo está a punto de terminar y Javier ha conseguido dos puntos más para su equipo. Héctor sigue presenciando el partido con atención, Bonilla aún no ha llegado y seguramente tendrá que llevarse a Javier. Afortunadamente el coche está aparcado dónde acordó con su socio,  cerca de la entrada al colegio, a unos pocos metros del quiosco dónde ha comprado la prensa. Bonilla podrá ver así,  sin bajarse del coche, si Héctor se ha llevado ya a los chicos. Los minutos siguen corriendo y el partido avanza, el cuarto y último tiempo se juega ahora. Daniel ha vuelto a la pista y tira un tiro libre que mete sin problema alguno y hace aplaudir a Héctor aunque nadie aplauda en ese momento. El partido termina con victoria para el equipo de casa y los visitantes se van con la cabeza bien alta, han perdido por la mínima, tres puntos de diferencia pero la liga escolar acaba de empezar.. El equipo ganador, el de Daniel y Javier se encaminan hacia las duchas que hay en el gimnasio cubierto. Están contentos pero saben que han tenido suerte y que han jugado un segundo periodo para olvidar.

En el interior del The museum tavern,  Vallejo charla animadamente con Alex y Tim. La cerveza escocesa le ha soltado la lengua un poco más de lo normal y el sabor amargo de la misma parece gustarle más que el de la rubia que toma en el Café Comercial.

-           Esto es vida chicos,  aquí se está mejor que recorriendo salas y salas rellenas de cosas que luego voy a olvidar en un segundo – dice Vallejo con su jarra ya medio vacía.
-           Me alegro de que hayamos hecho algo de su agrado – contesta Tim como distraído mirando para la calle.
-           ¿ Te pasa algo Tim? – pregunta Vallejo
-           No, no me pasa nada, pero están tardando bastante y las entradas para el otro museo tienen una hora fija.
-           No te preocupes Tim – contesta Alejandro- si tardan comemos aqui algo, aunque sea fish and chips .
-           Eso, eso, no sé lo que es pero me gusta la idea de no moverme de aqui. ¡Camarero otra!- dice Vallejo 
-           ¡Nada de otra Domingo!- replica Laura desde la puerta- A juzgar por tu tono de voz ya has tomado una caña de más.
-           ¿Yo? ¿cañas?, tu no ves bien mujer, aqui solo ponen jarra y es mi primera.
-           ¡Y la última! ¿nos vamos?
-           ¿No queréis tomar nada vosotras?
-           No, ya beberemos en el restaurante chino ¿vamos en taxi o en el metro?
-           Mejor en dos taxis – dice Tim viendo la cara de Domingo.

Domingo prefiere compartir el taxi con Tim y María pero tiene que esperar un ratito a que venga otro. En el corto trayecto no hablan casi nada. El taxi les deja en la calle del hotel,  esquina a Oxford Street y a primera vista no pueden ver si Alejandro con Laura y Paloma ya han llegado y están esperando dentro del restaurante acordado. Quieren cruzar la calle cuando una turista, que está tomando fotos de las bombillas que adornan la calle, choca con María y la hace tropezar. 

-           I'm very sorry, are you alright, my dear? – pregunta una señora que a juzgar por el acento es  australiana, según Tim.
-           I’m fine, thank you, nothing to worry – contesta María rápidamente y se agacha a coger su propia cámara que se ha caído al suelo.
-           !Thank Goodness! take a nice day, child.

María no contesta al ¡Gracias a Dios! de la señora  australiana ni tampoco al deseo de “pasa un buen día, hija”;  se queda inmóvil con la cámara en la mano y comienza a ponerse blanca.

-           ¿Qué te pasa Maria? ¿No decías que todo estaba bien, en orden y que no había de que preocuparse? – pregunta Tim que se ha dado cuenta del cambio.

María respira profundamente y balbuceando primero y luego llorando dice:

-           Sí, estoy bien, no me ha pasado nada pero, pero.. al agacharme para coger la cámara he sentido algo , me ha dado un vuelco el corazón y yo...yo me vuelvo al hotel, tengo que llamar a mi casa...algo ha pasado, lo siento dentro de mi.
-           Mírame a los ojos María ¿ lo dices en serio?-  Pregunta Vallejo apartando a Tim para ver bien a María.
-           Claro que lo dice en serio Vallejo – salta Tim – María nunca se ha puesto así. Vamos a cruzar a ver si Alex ya ha llegado con Laura y Paloma y usted se queda con ellos y no hay discusión.  Yo me vuelvo al hotel con María que como sabrá está en esta misma calle.
-           Eso lo veremos jovencito – contesta Vallejo un poco enfadado.
-           Por favor no quiero problemas por mi culpa. Voy con Laura al hotel si quiere ella, pero yo tengo que llamar a mi casa ya.

Los tres entran en el restaurante y en seguida ven a Alejandro que les indican que tienen que bajar la escalera pero Tim le pide que se acerque. Minutos más tarde todos salen del restaurante sin comer y vuelven al hotel acompañando a María. Al pedir la llave en la recepción le dan una nota con un mensaje:

- Please call as soon as possible . Irene. Llama lo antes posible. Irene - lee María automáticamente echando a correr por la escalera seguida de Laura y de Tim

-           Thanks, what time did you received the phone call ?- pregunta Alejandro al recepcionista.
-           About half hour ago - contesta
-           ¿ Qué pregunta ahora? ¿a qué esperamos? – quiere saber Vallejo
-           Ha preguntado a qué hora han llamado – dice Paloma preocupada por su amiga que cada vez está más nerviosa

Una hora antes y en Madrid, al acabar el partido, Héctor espera a los chicos a la puerta del colegio y anda con ellos al coche. Están muy contentos y Daniel muy orgulloso que su padre le haya visto tirar un libre sin fallar. Al llegar al altura del quiosco los chicos se miran y dicen:

-           ¿Podemos comprar 10 sobres de cromos de fútbol? Solo tenemos repetidos y no los podemos cambiar porque todos nuestros amigos ya los tienen.
-           Está bien, por una vez, pero tu madre sabe un sitio en el centro para cambiar cromos. ¿Cuánto cuestan? , creo que no tengo billetes pequeños, no he podio cambiar.
-           No te preocupes papi – dice Daniel – tengo dinero todavía de la paga.
-           Yo también tengo dinero y de paso me quiero comprar unos tebeos.
-           Como queráis , os espero en el coche ¿de acuerdo?

Héctor abre el coche, se sienta y pone la radio sin perder de vista a los niños. Bonilla acaba de aparcar el coche a unos pocos metros de él y al ver a los chicos en el quiosco se dirige hacia ellos al tiempo que saluda a Héctor y entonces todo sucede muy rápido. Sin dar tiempo a reaccionar, ante la presencia de varios peatones, dos hombres se acercan a los chicos y los meten a la fuerza en un coche que sale pitando. Bonilla vuela hacia los chicos pero no consigue  detener al coche y Héctor en un reflejo les sigue en su propio coche mientras Bonilla, desesperado, llevándose las manos a la cabeza pide a los peatones a grito  que llamen a la policía.
Conduciendo sin respetar los semáforos al igual que hacen los secuestradores de Daniel y Javier, Perea reza para que la policía los detenga por exceso de velocidad pero no oye ninguna sirena.  Acaban de cruzar Cuatro Caminos y el coche de los secuestradores continua por Bravo Murillo camino de la plaza de Castilla y antes de llegar a ella se ve obligado a frenar, un peatón intenta cruzar la calle rápidamente y éso y el golpe será lo único que recuerde horas más tarde. En efecto, el coche que venía detrás de él, que todo el rato ha ido detrás de él, no duda ni un segundo, aprovecha el momento y embiste a Héctor por detrás. Perea siente un latigazo en su cuello y con su cabeza activa el claxon del coche formándose un caos circulatorio que durará hasta que llegue la policía.

En Londres María llama  primero a su casa pero nadie coge el teléfono y marca entonces el teléfono de su abuela con dedos temblorosos. Una acalorada e impaciente Irene le cuenta a María lo que ha pasado pero ella no puede articular palabra, las lágrimas corren por su cara libremente y es Vallejo quien toma el auricular mientras María se refugia en los brazos de Tim sin cesar de llorar. Cuando Vallejo cuelga y cuenta lo que ha pasado su cara refleja la gran preocupación que siente y quiere inmediatamente llamar para cambiar los billetes.

-       Déjeme hacerlo a mi – dice Alejandro – lo digo por el idioma.
-       Reserva un billete para mi también – agrega Tim sin soltar a María de sus brazos.
-       Reservaré dos, yo también voy – contesta Alejandro
-       ¿Tú?- se sorprende Paloma teniendo en cuenta el pánico del chico a los aviones
-        Sí, no me gusta volar, sigo teniéndolos pánico pero ya volé este verano de Caracas a Londres. Si entonces  reprimí mis miedos ahora lo haré también. Asunción y Héctor se portaron conmigo muy bien y sé que debo ir.

De nada sirve los peros de Vallejo recordando que tienen que regresar a la escuela el lunes y el qué dirán los padres de uno y la madre del otro.

-       Mi padre lo que no entendería sería el que me quedara aqui tan campante – dice Tim
-        Mi madre y mi tía lo mismo. Ya saben lo que pasó en Madrid y lo comprendieron.

A las  7 de la tarde, hora de España,  ya están en el aeropuerto y a las 8 despega el avión a Madrid. No había asientos libres en segunda para ese vuelo, tenían que esperar al primero de por la mañana pero tampoco era seguro asi que Alejandro, sin consultarlo, reserva asientos de primera para todos y junto con Tim pagan los billetes en el mostrador de la compañía en el aeropuerto. A las 11.30 de la noche llegan a Madrid y media hora más tarde ya están todos en casa de su abuela dónde también está Clara. Asunción  está en el hospital y Fernanda se ha quedado con los pequeños mientras  la familia Olavide está acompañando a Bonilla y Matilde. María quiere ir al hospital, no quiere esperar a mañana. Tim y Alejandro la acompañan pese a las quejas de todo.

-       No os van a dejar subir. No son horas de visita.- dice Felisa
-       Puede ser, pero siempre pueden pedir a mi madre que baje un momento. Yo voy y si es necesario me quedo toda la noche en la puerta. No me pudo quedar aqui sin hacer nada, esperando.
-        Déjala – dice Trino – si los chicos la acompañan no pasa nada.

     Cuando María va al hospital Vallejo le pregunta a Trino si los secuestradores se han puesto en contacto con Bonilla

-      Sí, esta tarde, a las 6 han recibido una llamada confirmando el secuestro. Ha sido una llamada corta y mañana les volverán a llamar dándoles instrucciones para el rescate.
-       ¿Han pedido dinero? ¿ha estado la policía aqui?
-         Sí, había  dos policías en casa de mi hija – dice Trino – esperando por si llamaban pero se han ido ya. Los secuestradores saben lo del accidente de Héctor y las llamadas sólo las va a recibir Bonilla.

Poco después Vallejo lleva a Laura y a Paloma a casa y él se acerca a la comisaria que lleva el caso aún a sabiendas de que quizá el comisario no esté presente. No obstante espera poder hablar con el inspector de guardia y que pueda ponerle al día. Él al igual que María no puede esperar a mañana aunque mañana ya sea hoy por la hora que es.

En la habitación individual de un hospital cercano al lugar del accidente Asunción observa a su marido. Le han tenido que sedar para que pudiera descansar y han tenido que convencerle que tenía que quedarse en el hospital. Su espalda y las cervicales son las que más han sufrido y el moratón que tiene en la frente no deja dudas de la fuerza del impacto. La angustia de ver a su marido en esa situación no es comparable con el ahogo que siente por la suerte de Dani y Javi. No quiere echar la culpa a su marido, Bonilla estaba también presente pero se maldice de nuevo por no haber estado ella allí. Echa de menos a María y también se angustia por su hija, por lo mal que lo estará pasando tan lejos de ellos. Se encuentra más sola que nunca, más aún que en las primeras navidades sin su hermana Chelo aunque esta vez su madre no se ha separado de su lado y ha tenido que mandarla a casa. Al oír abrirse la puerta se seca las lágrimas con sus manos y mira a la enfermera de turno de guardia que dice:

-       Su hija está con dos chicos abajo y no quiere entrar en razón, quiere verla.
-      ¿Mi hija? ¿ha regresado de Londres ya?  – pregunta Asunción sorprendida - ¿No puede subir un ratito? 
-       Va contra los reglamentos, es una menor y no puede pasar la noche velando a un adulto.
-       Lo entiendo, pero las dos necesitamos estar juntas , por favor, les ruego que hagan una excepción.
-       Me puedo jugar mi plaza pero dejaré que suba unos minutos, yo misma la acompañaré.

Minutos más tarde María puede abrazarse a su madre, besar a su padre quien sigue dormido bajo los efectos del calmante y le regala la mejor de su sonrisa aunque no la pueda ver.

-     Todo va salir bien mamá, papá se va a recuperar pronto y la policía no tardará en traernos a Dani y a Javi a casa sanos y salvos. Tim y Alejandro están abajo esperándome y piensan como yo.
-    Dios te oiga, os oiga, hija – contesta Asunción dejándose consolar por su hija sin asombrase de que los chicos hayan volado a Madrid.
-    No le eches a él la culpa, mamá, seguro que no pudo hacer nada - dice María buscando la mirada de su madre.
-     No, lo hago, no del todo.....me conoces muy bien , hija. Sé que no es su culpa,.. la que falla soy yo, nunca estoy a su lado o la altura, cuando le pasa algo a Dani.
-   Sí lo estás mamá, no tienes que ser tan exigente contigo misma, de verdad. Eres una madre de matrícula de honor al igual que papá y sois los mejores padres del mundo y ahora os tenéis que apoyar más que nunca y...

La entrada de la enfermera acaba con el momento de confesiones entre madre e hija. María deja la habitación y cree oír su nombre, se vuelve y oye claramente que su padre susurra "María, María" como si supiera que está en la habitación y quiere correr hacia él pero la enfermera se lo impide, debe salir de la habitación antes de que el médico de guardia la encuentre allí. Contrariedada por un lado pero aliviada por otro regresa con Tim y Alex a casa de su abuela, no quiere subir a su casa y se queda con sus abuelos, por una noche el sofá será su cama mientras Tim lleva a Alejandro a su casa en lugar de a un hotel.





4 comentarios:

  1. ¡Madre mía Rodas! ¡que angustia...! Dani y Javier secuestrados, Héctor en el hospital malherido... esperemos que en el próximo capítulo todo se resuelva favorablemente... ;) me gusta que María tenga un sexto sentido para presagiar que algo malo le ha sucedido a su familia...

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  2. ¿Cuánto falta para el próximo viernes? ¡Qué angustia!

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  3. Ay Rodas, que me has tenido leyendo todo el relato con una emoción que hasta no he podido evitar que se me saltaran las lágrimas!!! Pobres Héctor y Bonilla que impotentes no han podido evitar el secuestro de sus hijos. Y Asunción que tiene preocupación triple, por su marido, su hijo y su sobrino Javi. Me ha emocionadoo mucho ver a María como ha presentido que algo no iba bien y como se han volcado con ella Tim, Alejandro y Paloma, por no hablar de Laura y Vallejo, que nada más llegar a Madrid ha querido saber cómo va la investigación.

    Esperemos que todo se resuelva pronto. No nos hagas sufrir mucho Rodas.

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  4. Digo lo mismo que Roma, se me han saltado las legrimas al leer este relato porque la verdad es que no me lo esperaba. Eres una gran escritora y deseo al igual que todas las compañeras que el secuestro se resuelva pronto y todo vuelva a la normalidad. Uno de mis sueños es que hubiera otro libro pero esta vez dedicado a la parejita y si no lo hay me gustaria que lo escribierais vosotras que lo haceis genial.

    BESITOS:)

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