viernes, 22 de febrero de 2013

El escritor de las guías de viajes. Capítulo 5


  

El frío intenso que reina en la pequeña habitación lindante a la cocina despierta a Martín. Tumbado en la vieja cama de barrotes roñosos por el paso del tiempo, se tapa mejor con las mantas e intenta dormir de nuevo pero enseguida cesa en el intento. Ayudado de su linterna mira la hora que es y comprueba que a duras penas ha conseguido dormir tres horas. La madera que clavó en la tarde de ayer para tapar la ventanuca con el cristal roto no ha ayudado nada, al tejado le siguen faltando algunas tejas y el frío entra igualmente convirtiendo al pequeño cuarto en lo más parecido a una cámara frigorífica. Arrastrando las mantas vuelve a la cocina, reaviva el fuego echando las últimas astillas que le quedan de la leña cortada por la mañana  y antes de sentarse en la mecedora abre la botella de ron que ha comprado en Panes. Se abriga bien con las mantas y sin molestarse en coger el tazón que le está sirviendo de vaso, bebe a morro y enciende un cigarrillo trás otro recordando las palabras de su amigo. Por lo que le ha contado el peligro no viene de Córdoba. Rosario está casada con el de marras y el general muy ocupado con las próximas elecciones. Es pues un episodio cerrado y aunque le parezca increíble el peligro parece estar ahora en Madrid, en el informe que hace dos meses pidiera Martínez Prada sobre él y éso es lo que le desconcierta. Lo lógico hubiera sido pedirlo antes de contratarle ¿por qué ha tardado tanto?. No entiende los motivos que puede tener para haberlo hecho. Martínez Prada nunca se interesó por la razón de su venida a España y Fernanda tampoco le ha pedido cuentas, aunque ha estado a punto de hablarlo con ella pero el miedo a que le viese como un cobarde se lo impidió. Fue un cobarde esa es la verdad, se dejó amedrentar por unos cuantos golpes de unos sicarios pagados por el general que le acusaban de comunista y traición al peronismo tan solo por romper el compromiso con su hija y negar que fuese él el padre del hijo que ella estaba esperando.

Córdoba , finales de abril de 1972 , la emboscada y los golpes le llevaron a la drástica decisión de vender la casa de sus padres y poner tierra de por medio, cuánto más lejos mejor. Estaba convencido de que el general no le perdonaría nunca la ruptura de compromiso con su única hija. Rosario Santiesteban, alumna suya en la facultad de ciencias económicas unos años atrás y con la que tonteo un poco en el último curso pero sin llegar nunca  a mayores, le enredó como quiso y estuvo a punto de romper su promesa por ella.
Fue en la fiesta de su graduación, en diciembre en 1971, cuando Rosario se le insinuó abiertamente y él se dejó llevar por sus encantos. Triste y abatido por la muerte de su padre, ahora que empezaban a entenderse, se comprometió con la hija del general y con el partido sin él saberlo. El nunca perteneció a un partido pero le buscaban, le pedían que acudiera a reuniones, la vuelta de Perón estaba más cerca que nunca, le decían y Rosario no entendía su resistencia. Y ésta se iba quebrantando poco a poco y si no hubiese pillado a Rosario en la cama con otro seguro que hubiera caído en lo que él no quería caer de ningún modo, el compromiso con un partido. Se lo prometió así mismo cuando era un niño y no cambió de idea durante la adolescencia  Su padre no lo consiguió y ellos casi lo consiguen.
A su memoria acude el otoño caliente de 1969, las revueltas en la Universidad, las charlas con su padre sobre las huelgas en la industria y la lucha que se prolongaría durante tres años más. Sus simpatías estaban con los estudiantes y con los obreros a quienes ayudaba con sus reivindicaciones pero él no era un hombre de barricada como su padre. El hombre se había sacrificado para que el estudiara, trabajó en la fábrica de coches, turnos de mañana, tarde y noche y aunque se lo agradeció de todo corazón a él le hubiera gustado haberle visto más pero no pudo ser. Su padre dedicó sus horas libres al sindicato y a las reuniones del partido comunista. El partido, siempre el partido y Martin se refugió en su abuela paterna, la única que tenía tiempo para él, la que no se cansaba de contarle cosas de Asturias y de hablarle de España.
Martín hace una pausa en sus recuerdos y deja la botella sobre la mesa, afuera ya es de día pero para él llega la noche, comienza a notar que el sueño le está venciendo, la botella de ron medio vacía está haciendo efecto y se rinde, cansado de tanto recordar, al sopor que le está invadiendo.

En Madrid las farolas dan paso a la luz del día y algunas tiendas ya han levantado el cierre, los bares van abriendo sus puertas y los madrugadores entran a por ese  primer café del día o  primer chato o copa de coñac que les ayude a entonar mejor la mañana y en casa de la familia Perea ya están todos en pie, han desayunado y tras recoger María la mesa, toma sus libros, se pone el abrigo y mete prisa a Daniel que sigue en su cuarto buscando algo que no encuentra.

-      Vamos Daniel, que al final voy a llegar tarde por tu culpa.
-      Pues vete tú sola, puedo coger el autobús yo solito , no me voy a perder.
-      No, perderte no, pero bajarte dos paradas antes ya te ha pasado. ¿Por qué eres tan distraído?
-      No fue mi culpa, el autobús se metió por otra calle, había obras y me despisté.
-      Sí claro y el metro se estropea siempre que yo llego tarde.

A Daniel no le da tiempo a contestar a la ironía de su hermana, su madre se le adelanta diciendo.

-      Llévales tú Héctor que a este paso llegan los dos tarde.
-      De acuerdo, pero tu no hagas nada, vuelvo enseguida. Hasta las once no voy a ir al despacho.

Asunción despide a su familia y se va al cuarto de baño, se ducha como puede, sin mojarse la cabeza, se viste y regresa al sofá . Está menos mareada que ayer pero los mareos no han desaparecido del todo, lo ha notado en la ducha, hubo un momento en que todo le daba vuelta de nuevo. Su madre subirá después a ponerle la inyección y se arma de paciencia para pasar un día más sin poder ir a la redacción. Cuando Héctor regresa la ve vestida en el sofá hablando por teléfono con Julio y cuando cuelga le dice.

-      ¡Mujer, cómo eres! ¿No podías esperar a que yo viniera? ¿y si ti hubieras caído en la ducha?
-      Pero no me he caído, no te enfades ¿vale?. Julio va a mandar a un chico al despacho con los artículos del accidente, cuando llegues seguro que ya lo tienes allí. Anda, no es necesario que te quedes conmigo, mi madre estará a punto de subir y Aurelia va a venir cuando deje a los gemelos en la guardería. No voy a estar sola.
-      Te haré caso pero que conste que me parece que ha sido muy imprudente duchándote  tu sola con lo mareada que estás.

Y sin discutir más Héctor besa a su mujer, llama a Bonilla al despacho para avisarle del chico que va a mandar Julio y le comunica que él ya va para allá. A las puertas del despacho se encuentra con Vallejo, suben juntos y al entrar en él ven a Bonilla charlando con Víctor, el amigo de Julio que es quien les ha llevado los artículos.

-      ¡Hombre Víctor! ¿qué te cuentas?

Saluda Héctor nada más entrar sorprendido de verle allí pues Bonilla ya había hablado con él. Vallejo también le saluda y Bonilla prepara café para todos.

-      Hola Héctor, Vallejo. Ya ves, Julio no tenía a nadie para hacer de recadero. Asunción no es la única baja en la revista y me ha pedido que os trajera estos artículos. ¿De verdad estáis investigando a Martínez Prada? ¿Sospecháis de algo raro en el accidente?
-      No tenemos nada concreto Víctor, es simple rutina.
-      Lo entiendo y no os preocupéis, no me voy a ir de la lengua pero como ya le dije ayer a Bonilla, en lo profesional Carlos Martínez Prada es un ejemplo a seguir.
-    ¿ Y en lo no profesional?
-    No puedo estar seguro Vallejo, tanto no le conozco. Coincidimos en actos de las editoriales pero nunca me ha invitado a una de sus fiestas sociales asi que no pudo hacerme una idea de cómo es cuando se olvida de representar el papel de editor ejemplar.
-      Muy interesante Víctor ¿por qué lo dices?
-      No suelo hacer caso de los rumores o cotilleos Héctor, prefiero juzgar por mi mísmo pero alguien que fue asiduo a sus fiestas me dijo que en privado cambiaba por completo. Se rodea de una corte que le ríe sus gracias, todo tiene que girar alrededor de él y no tolera que le lleven la contraria.
-      Y ese alguien ya no es su amigo asi que podría hablar con resentimiento ¿supongo bien?
-      Así es Bonilla. Yo también lo pensé cuando me lo encontré en el aeropuerto. Se iba de España, había vendido su imprenta y me dijo que no me fiara del editor ejemplar. Le pregunté si le había pasado algo y me dijo que en realidad no había pasado nada pero que él se había cansado de ser un bufón más en su corte.
-      ¿ tú amigo estaba casado por casualidad?
-      Estaba separado, su mujer vivía en Barcelona y no tenía hijos. En Madrid no tenía familia ¿por qué lo preguntas Héctor?
-      Estoy intentando hacerme una idea de su corte. Fernanda es viuda, Martín parece ser soltero, no tiene familia en España, tu amigo estaba separado y tampoco tenía familia cerca ¿sabes algo de los demás?
-      Ahora que lo dices es verdad, los matrimonios no abundan en sus fiestas.Siento no poder ser de más ayuda. Gracias por el café y me voy, os dejo trabajar. Hasta la vista.

Justo cuando Victor se está despidiendo suena el teléfono y es Gustavo con noticias del norte como él dice. La conversación es corta pero contundente, Gustavo tiene que ir a la audiencia y no puede entretenerse. En la provincia de León no hay datos que reflejen el nacimiento o defunción del abuelo de Martín pero en Asturias, en el Concejo de Cangas de Onis si hay una coincidencia. Héctor anota con rapidez el nombre del pueblo, agradece a Gustavo el favor y comenta con Vallejo y Bonilla el asunto.

-      En pie jefe, nos vamos para allá a hora mismo, conduciendo los dos llegamos antes de que oscurezca.
-      No tan deprisa Bonilla primero tendremos que pasar por casa.
-      Por supuesto pero antes de la una de la tarde salimos, nos tiene que dar tiempo, son las once en este mismo momento.
-      Yo me hago cargo del despacho chicos, a este paso me vais a tener que hacer socio en lugar de colaborador. Contrastaré los artículos con el informe de la policía y me informaré si hay novedades del tal Gonzalo.
-      Estupendo Vallejo, habrá que reconsiderar lo de la sociedad. Si llamara Martínez Prada o la viuda ya sabes lo que tienes que decir.
-      Descuida Héctor, seguiré el protocolo. Estamos siguiendo una pista pero aún no podemos confirmar nada.

     Mientras en Asturias Martín sigue durmiendo, recuperándose de la noche en vela llena de recuerdos, frío y ron, Bonilla y Héctor van ya por la carretera de la Coruña, sin apenas equipaje, una muda y artículos de aseo, un mapa de los picos de Europa y una guía de carreteras del norte de España. Acaban de dejar atrás la indicación de Aravaca y los dos piensan en Fernanda, ajenos a la visita que está atendiendo en ese momento.

-      No hacía falta que vinieras Carlos. Ya te dije esta mañana que tenía pensado pasarme por la editorial después de comer, como llevo haciendo desde hace medio año. Estos dos días no cuentan.
-      Lo sé Fernanda pero y ¿ si llamara Martín? o ¿te ha llamado ya?  
-      No, no me ha llamado y si lo hace Carmen sabe lo que tiene que responder. Las cosas claras Carlos, pescar se te da muy bien pero a mi no me la das ¿por qué no te viene bien que vaya esta tarde a la editorial?
-      Fernanda, desde que Martín ha entrado en tu vida estás cambiada y lo entiendo, además lo celebro. Yo soy el fiel amigo y el socio que te ha ayudado a salir del bache  pero Martín es quien te ha devuelto la alegría y las ganas de vivir por eso me preocupo por ti  No es necesario que seas tan seca conmigo, vamos en el mismo barco y estoy aquí para ayudarte.
-      No Carlos, en lo profesional navegamos juntos pero en mi vida privada no hay cabida para tres. Esta vez no, Carlos, ya lo viví con Manuel. Déjame ver esos documentos que has traído para que los firme y..
-      No corren tanta prisa Fernanda, mañana lo puedes firmar y la razón de que no fueras esta tarde a la editorial era una sorpresa pero bueno, te lo voy a decir de todos modos. Aprovechando que estabas en casa están cambiado la moqueta de tu despacho y pintando las paredes.
-      ¿Sin consultarme?
-      Sí, ya te digo que era una sorpresa. Ya sabes que estamos renovamos algunos despachos y como los operarios estaban presentes se me ocurrió la idea de renovar el tuyo también.
-      Lo siento pero no me gusta la idea y es una pérdida de tiempo. Ya te dije que no quería cambios.
-      Más lo siento yo, disculpa pero ahora ya no se puede hacer nada. Mañana estará tu despacho listo, los cambios no son tan drásticos y estoy seguro que al final te van a gustar.
-      Déjemos esta conversación Carlos. Ya que no voy a salir aprovecharé para tumbarme un poco, de repente se me ha levantado un gran dolor de cabeza. Carmen te acompañará a la puerta.

Fernanda abandona el salón y desde el rellano de la escalera ve como Martínez Prada deja la casa con gesto contrariedado y que conoce muy bien, el mismo gesto ante el cual su marido claudicaba por miedo a perder la amistad del que fuera primero su consejero económico y después su socio. Recuerda su oposición la última vez, un mes más antes del accidente. Manuel iba de nuevo a ceder terreno a Carlos y ella lo impidió . Un mes más tarde su mundo se vino abajo, se le hundió bajo sus pies y tiembla de pensar que algo así pueda volver a pasar pero esta vez no lo van a conseguir. Tiene que avisar a Martín se dice mientras abre la puerta de su habitación y se tumba en la cama deseando que el reloj se vuelva loco y marque las 6 de la tarde para recibir la llamada de Martín quien continua dormido en la casa de sus abuelos.

Tordesillas y alto en el camino, piensa Héctor cuando ve la indicación, su estómago comienza a hacer ruídos raros y el de Bonilla, desde Medina del Campo, viene protestando.

-      Tenemos tiempo para comer algo ¿ no te parece Bonilla?
-      Sí, estos primeros kilómetros los hemos hecho rapiditos pero a partir de aqui se nos va a hacer más pesado . ¿Tú crees que la cocina aún estará abierta?
-      Sí hombre, aún falta casi una hora para las cuatro y si no hay más remedio pues bocadillos de tortilla ¿no crees?

La cocina está abierta y se ventilan el munú del día en un periquete, tras el postre y el café Bonilla saca la guía de Carretera y pregunta al camarero que ruta, de las dos posibles que ve en el mapa, es la más corta.

-      Hombre la ruta más corto, la que menos kilométros tiene es cogiendo por Tormesillas dirección Palencia.
-      Y siguiendo por León ¿ damos más vuelta?
-      No sé que decirle, las dos carreteras se juntan en Riaño pero el firme está mejor por la nacional que lleva a León.
-      ¿Cuánto se puede tardar en llegar a Cangas de Onis?
-      De aquí a Riaño hay algo más de 200 kilómetros y de allí a Cangas habrá como unos 60 o algo así, si tiene un buen coche como unas cinco horas.
-      Gracias por todo y qué tenga buena tarde.
-      ¡Vayan con Dios!

Antes de abandonar Tordesillas llenan el déposito de nuevo y se informa si más arriba hay nieve o se espera. Parece que no es el caso y continuan el camino, ahora es Bonilla quien llevará el coche hasta Riaño.

-      Hacía tiempo que tu y yo no hacíamos un viajecito solos Bonilla.
-      Es cierto desde que fuimos a Alemania a por tu coche no hemos vuelto a hacer carretera juntos.
-      Ni a dar cuenta de una botella de coñac en unas horas.
-      La verdad es que nos pasamos con los brindis pero la ocasión lo merecía.
-      Y menudo viajecito de vuelta que tuvimos ¿ te acuerdas de la nieve que nos pilló y la falta de sal?
-      No me lo recuerdes, espero que no nos pase ahora lo mismo. Esta vez tenemos que encontrar un hostal con habitaciones libres.
-      ¿Tan mala fue la experiencia de compartir habitación conmigo?
-      De compartir habitación no, la de dormir en el suelo porque la cama era de matrimonio y la suerte estuvo de tu lado pues sí, fue una experiencia muy mala, todavía me duele la espalda cuando me acuerdo.
-      Y luego dices que el exagerado soy yo, no te hagas el mártir ahora que la idea del sortearla fue tuya Bonilla, yo estaba dispuesto a compartirla.
-      No me salgas ahora con esas ¡joder! El primero que protestó fuiste tú. Pero ahora en serio, dos habitaciones o una con dos camas, si no hay buscamos otro que tenemos que dormir bien esta noche.
-      En eso te doy la razón. Mañana hay que buscar el pueblo con las primeras luces del día.

A pocos kilómetros de León, Héctor se queda traspuesto y Bonilla escucha, en el boletín de las seis de la tarde en RNE, que el dictador Alejandro Agustín Lanuse llega a Madrid para entrevistarse con el general Perón y sin saber a ciencia cierta el motivo asocia la noticia con Martín.

 En Aravaca Fernanda ve como llegan las seis de la tarde y no hay llamada, a las siete y media decide esperar media hora más.  Del cajón de su mesilla saca la tarjeta que Héctor Pérea le diera del despacho, con la dirección de su casa y teléfono por detrás y aunque la tarjeta le quema en las manos no la suelta, si a las ocho no hay llamada, ella realizará una.








































1 comentario:

  1. Bueno, bueno, así que la cosa se pone cada vez más calentita... ;) ¡muchas gracias por este nuevo relato semanal...! Me encanta ese trío formado por Héctor, Bonilla y Vallejo... y por supuesto la familia Perea siempre unida, y ahora me imagino que Asun a pesar de sus mareos, entrará en acción sobre todo al no estar Héctor en casa cuando Fernanda llame, ¿verdad...? Espero impaciente la continuación. Un beso, guapa. :)

    ResponderEliminar