domingo, 12 de mayo de 2013

Caso del pasado y cuentas pendientes. capítulo 7



Capítulo 7

Lunes 24 de septiembre , 14.30 de la tarde.

A las puertas del camping y delante del restaurante los chicos discuten lo que pueden hacer y si se sería mejor que las chicas se quedaran en el coche o en la terraza del restaurante , algo a lo que Paloma se opone rotundamente.

-      Hemos venido juntos y de separarse nada de nada.

 El restaurante del camping está a pie de calle y en su terraza hay algunos turistas sentados mientras que en su interior, a juzgar por lo que se ve por sus puertas abiertas,  hay muchos obreros comiendo. Los chicos deciden sentarse a tomar unos helados, Alejandro aprovecha para ir al servicio y de paso mira por si viera alguna cara conocida. Coincide con el camarero al salir y se une a la conversación en inglés que Tim está manteniendo con uno de los turistas sentados en la mesa de al lado.

-       ¿ Que van a tomar los señores y las señoritas? – pregunta el camarero y ante la ausencia de respuesta de los chicos son ellas las que deciden.
-      Cuatro bombón-helados de chocolate y nata – dice María
-      Van a querer algo más después de los helados – pregunta el camero
-      De momento no, gracia y disculpe – dice Tim terminando la conversación con el vecino de mesa.
-      ¿Podríamos hacerle una pregunta? – dice Alejandro sacando la cartera para pagar la consumición.
-      Sí, claro. Hablan muy bien el castellano para ser extranjeros – contesta el camarero.
-      Gracias- dice Alejandro sin sacar del error al camarero- ¿ Sabría usted decirnos si por aqui hay alguna nave o local grande que se venda o alquile? La familia de mi madre está buscando una nave industrial y a mi me parece este sitio ideal, está muy bien comunicado y nada de lejos de la ciudad.
-      ¿Sois americanos? – pregunta el camarero
-      No todos, yo si lo soy – contesta Tim – pero mi amigo Alex tiene razón este sitio es ideal. ¿No hay extranjeros por aqui establecidos?
-      No, no muchos, los turistas del camping pero, ahora que lo dices, sí, hay un italiano que no está en el camping y que viene todos los días a por unos bocadillos de tortilla la francesa. Quizá trabaja en una de las naves o haya alquilado una, creo que algo he oído.
-      Puede ser – dice Alejandro – pero usted no sabe si hay algo en venta, ¿verdad?
-      En esta calle seguro que no, un poco más al interior creo que hay dos naves pero no estoy seguro.
-      Gracias, ¿ hay un camino interior para llegar al cerro de los Angeles andando?- pregunta Tim de regreso del coche a dónde ha ido a por la cámara de Alejandro.
-      Sí, hay uno pero van a dar un rodeo enorme.
-      A mi no me importa andar, me encanta – dice Alejandro – y de paso nos fijamos si vemos un cartel de Se vende. ¿ Qué hacemos? ¿tenéis ganas de andar, chicas?
-      Sí, sí,  vamos con vosotros, tenemos muchas ganas de andar. Hasta luego- contestan las dos al mismo tiempo.

Los chicos dejan el camping, andan por la calle que el camarero les ha indicado y ésta les lleva hasta el pinar que hay a los pies del Cerro. A la izquierda de la calle, paralela al pinar, hay unas cuantas naves industriales y un gran descampado. La última nave, rozando ya el descampado está en venta y a diferencia de las otras naves no tiene entrada por esa calle. Desde sus ventanas a ras de techo se puede ver perfectamente la imagen del Sagrado Corazón.  María reprime a duras penas las ganas de gritar el nombre de su hermano y Javier.

-      Eso no es posible María, sería una imprudencia y contraproducente para ellos – apunta  Alejandro
-      Ya lo sé, no soy tonta pero ¿entonces que queréis hacer? – pregunta María un tanto impaciente.
-      Vamos a rodear la nave y a observar si hay coches aparcados delante de ella, si hay gente , si tiene más entradas o salidas ¿ no te parece mejor , María? – contesta Tim
-      Bueno, como quieras pero no veo como nos vamos a asegurar que mi hermano está ahí.
-      Paciencia – dice Alejandro- no lo echemos todo a rodar por las prisas. Mi plan, por si alguien pregunta que hacemos por aqui. Hablamos en inglés entre nosotros, somos americanos, y queremos ir andando al Cerro y nos hemos perdido, no encontramos el camino. Paloma es mejor que no hable, si la preguntan, se la nota un poco el acento andaluz. Dejadnos a nosotros hablar.
-      Si a mi se me nota el acento andaluz a ti el venezolano asi que tu tampoco digas nada en castellano, mejor Tim que es el único que habla castellano con ligero acento extranjero – responde Paloma un tanto picada por las palabras de Alejandro.
-      No os enfadéis, por favor – pide María – es mejor que hable Tim si alguien nos pregunta pero exagerando su acento para dar más el pego

Al final consiguen ponerse de acuerdo y comienzan a andar rodeando el edificio, los chicos delante y las chicas detrás. Descubren que la entrada está , como presumían al otro lado y que ésta es un portalón que tiene una puerta pequeña que es un cierre. Delante de la puerta no hay coches y no hay nadie por esa calle. Regresan a la parte trasera de la nave y Tim , al ver en el descampado una escalera de mano con los peldaños bajos rotos y la parte de arriba rajada, no se lo piensa dos veces, la apoya contra la pared y las chicas y Alejandro vigilan que nadie los vea. Tim no tiene suerte en las primeras  ventanas pero en la tercera consigue ver al fondo una mesa con dos sillas y distingue a un hombre sentado con un periódico o algo así y un teléfono sobre la mesa. Desliza la escalera con cuidado, pues con cada deslizamiento  va quedando menos escalera, y en la cuarta ventana consigue ver a Javier sentado sobre una mesa de lo que parece ser un cuarto independiente dentro de la nave. Javier que lo ve se tapa la boca para no gritar y hace una seña a su amigo. Dani corre a la mesa y con cuidado, mirando de reojo la puerta por si acaso El boxeador entrara, levanta dos dedos de la mano derecha y Tim le hace el signo de OK, después salta para no caerse ya que la escalera, lo que quedaba de ella se ha desmoronado. Al ir a tirarla al descampado tropieza y hace ruído llamando asi la atención de algunos obreros que regresan de comer.

-      ¿Qué hacéis por aqui?, ¿ no estabais en el camping? – pregunta uno de ellos.
-      Sí, - contesta Tim –  somos, estamos perdidos, creo, el camarero indica el camino andando al Cerro pero tomar mal la calle.
-      Mal, mal no , pero por aqui tenéis que dar mucho rodeo, mejor volved al camping y vais en  el coche por la carretera , en la segunda desviación ya estáis casi en el aparcamiento del Cerro. ¿Comprendes lo que digo?
-      Sí, sí, comprendo. Muchas gracias – responde Tim volviéndose a sus amigos diciendo en inglés para que el obrero les crea la historia – back to the car.
-      OK. Gracias – dicen los demás a la vez.

Los chicos desandan lo andando y de vuelta en el camping Tim utiliza la cabina que hay cerca de la piscina para llamar a su padre, ha pasado una hora y media desde que salieron de Torrejón y se extraña de no haber visto aún ningún coche de policía por el lugar. Su padre le explica que el teléfono de Bonilla está constantemente comunicando y que Gustavo ha ido a contarlo. Glen decide ir también a contar en persona el último parte de su hijo no si antes advertirle que no se muevan del camping y que vigilen desde allí los movimientos.

 Gustavo, que ha llegado a las tres menos veinte de la tarde a casa de Bonilla se encuentra de camino junto con Vallejo al polígono de los Olivos mientras los preparativos para la entrega de dinero siguen su curso.  Queda menos de dos horas y ahora la prioridad es otra, coger a los secuestradores vivos o muertos, si Tim y Alejandro tienen razón y los niños se encuentran en Getafe la policía les encontrará enseguida. El comisario ya ha alertado a la policía de Getafe que esperan la llamada de Vallejo para actuar.

-      Espero que el novio de tu hija, por el bien de tu hijo y el de Bonilla, tenga razón, Perea. Perder el tiempo en estos casos es perderlo todo.
-      Por lo que nos ha contado Gustavo, Tim está en lo cierto. Su razonacimiento ha sido lógico y además ha comprobado con mapas militares si el lugar era el correcto y por si fuera poco su padre ha confirmado que Campos tiene una nave industrial en ese polígono ¿ Qué más quiere? Los chicos han sabido interpretar las pistas y encontrar testigos que nos han llevado a los autores. Ellos te han hecho el trabajo. Entiendo que escueza pero a ahora solo tenéis que detenerlos, rescatar a nuestros hijos y atrapar a los otros dos y llevaros los honores ¿de qué te quejas? Seguro que hasta recibes un premio.
-      Ya decía yo dónde se había quedado el Perea sarcástico de los viejos tiempos.
-      No es momento para estas tonterias Comisario Rivera – interviene  Asunción- no sé el motivo de la inquínia que parece sentir por mi marido ni me importa pero haga su trabajo y hágalo bien porque yo estoy a punto de explotar.
-      Yo opino lo mismo – dice Matilde asombrada de la actitud del comisario- ¿Bonilla, tu no dices nada?
-      Tengo mucho que decir pero prefiero concentrarme ahora en lo que tengo que hacer. Ya tendré tiempo de hablar con Rivera y de decirle lo que pienso.

Rivera, realmente esta de muy mal humor, si el caso sale mal se jubila con un caso negativo más en su expediente y él quiere salir como Vallejo, por la puerta grande y no como hiciera Perea por la puerta trasera, por su empeño en aplicar la justicia como si fuera el único  que supiera lo que está bien y lo que está mal, por la osadía de perseguir a la iglesia, de acusarla junto al cuerpo de policías de encubrir abusos a menores provocando una división interna entre los compañeros , llegando incluso a que algunos, como Bonilla, dejasen el cuerpo voluntariamente, mostrando asi su apoyo a Perea pero sus reflexiones no irán más lejos, estás se verán cortadas por la entrada de Glen White en el salón con el nuevo parte.

-      Tim ha podido ver a los niños y están bien. Hay dos hombres con ellos  ¿ dónde está Gustavo? ¿ No ha hablado con vosotros? Los chicos están esperando en un camping y se extrañan de que la policía aún no haya aparecido.
-       Vallejo va de camino con Olavide y en Getafe esperan la llamada.
-     ¡Menos mal!, hasta que no vea a los seis entre nosotros no voy a respirar tranquilo. Les he dicho que esperen en el camping pero no me hago ilusiones. Como vean una oportunidad se lanzan y temo las consecuencias.
-     No creo que tu hijo y Alejandro pongan en peligro a Paloma y a María, Glen – dice Héctor muy serio.
-    De eso no tengo duda, Héctor, lo que temo es que las dejen a ellas en el camping y ellos intervengan en algún plan de última hora.
-    En eso llevas razón, Alejandro es más impulsivo que Tim y sabe que tiene una buena derecha, no me extrañaría que si tiene oportunidad que la utilice y es mejor que las chicas no estén delante.

Ante la confirmación de que los chicos están allí, Rivera llama de nuevo a Getafe y les da la dirección exacta de la nave industrial, después mira a Bonilla y le apremia para seguir con los preparativos de la entrega de dinero y estudiar las salidas de los secuestradores en esa zona de Madrid.

El boxeador, como Daniel le llamara, camina en ese momento hacia el restaurante del camping, pasa por delante de la mesa en la que se han sentado los jóvenes, saca dos cajetillas de tabaco de la máquina que hay junto a la nevera con las cervezas y los refrescos, duda si echar una moneda para sacar un refresco pero cambia de opinión al comprobar que el reloj de chapa gigante de coca-cola, que hay encima de la nevera, marca las cuatro en punto. Alejandro deja que el hombre se aleje unos metros y se levanta dispuesto a seguirlo, Tim le llama pero su amigo no le hace caso, no queda más remedio que levantarse él también dejando, sobre la mesa, unos billetes para pagar los refrescos y dándole un beso a María dice:

-      No os mováis de aquí. La policía estará al llegar, paradla en cuanto la veáis .
-      ¡Ten cuidado Tim! – le dice María
-      ¡Para a Alejandro, por favor! – le dice Paloma.

Las chicas se quedan mirando como Tim corre tras Alejandro y Paloma pregunta muy preocupada.

-      ¿No les va a pasar nada, verdad? 
-      Seguro que no. Tim sabe como parar a Alejandro. La verdad es que me sorprende que se llevan tan bien. Alejandro es impulsivo e inquieto y Tim es lo contrario. Reposado y reflexivo.
-      ¿No es eso un poco aburrido? – dice Paloma – a mi me gusta Alex como es y gracias a su impulsividad nos conocimos, asi que bendita impulsividad.
-      Te entiendo Paloma y Tim no es nada de aburrido , al menos a mi no me lo parece y también me gusta como es.
-      Y tu le gustas a él tanto como el te gusta a ti se nota a la legua. A veces me recordáis a tus padres porque con una mirada ya os entendéis, parece que no hay secretos entre vosotros.
-      ¿ Crees que Alejandro tiene muchos secretos contigo?
-      Muchos no sé, pero uno grande seguro, se lo noto. A veces quiere decirme algo pero no dice nada, se queda pensativo, sonríe y dice: olvídalo, era una tontería.  ¿ Tu crees que su madre tendrá algo contra mi por no ser de la misma clase que los Rivas?
-      No lo creo. No conozco a Ana ni a su tía pero mi padre nunca ha hablado de ella como una mujer que solo se codea con gente de su nivel, al revés. No te preocupes, cuando Alejandro lo crea oportuno, si guarda un secreto, seguro que te lo dice y....! Ahí viene Domingo con el tío Olavide! – dice María levantándose de la silla, corriendo hacia el coche.

Vallejo frena en seco y habla con María, Paloma se une a ella, se montan en el coche y les llevan hasta la nave. El cierre está levantado y Vallejo con la pistola en mano se acerca despacio y Olavide le sigue. Las chicas se quedan por orden de Vallejo en el coche, cogidas de la mano, sienten como sus corazones palpitan como caballos desbocados, pulso a 100 por hora, contienen la respiración y ven como se adentran en la nave pero no oyen nada. Desobedeciendo la órden abren la puerta del coche y están a punto de bajarse cuando ven salir a Javier y a Dani corriendo. María vuela hacia su hermano, le abraza como una loca, con la otra mano sujeta a Javier y los tres se funden en un fuerte abrazo. La voz de Tim la recuerda que no están solos.

-      Ya ha terminado todo María. Están bien y nos los llevamos a Madrid. Domingo acaba de hablar con Matilde y la policía de Getafe no tardará nada en llegar.

Detrás de Tim está Alejandro con Paloma y Olavide desde la puerta les anima a irse rápidamente y de vuelta al camping, dónde tienen el coche se cruzan con los coches de la policía.










































1 comentario:

  1. ¡Fabuloso, Rodas...! un gran rescate a la altura de las circunstancias... ;) ¡y ay que ver como le escuece al comisario Rivera que Héctor fuera un policía con un sentido de la justicia tan particular, y que con ello arrastrara a Bonilla fuera del Cuerpo...! bueno, pues ahora solo falta el reencuentro de las familias Perea y Bonilla con sus hijos, que seguro va a ser inolvidable... :))))

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