domingo, 6 de febrero de 2011

Madrid, mayo del 68 Capítulos XXXIII y XXXIV

Capítulo XXXIII


Cuando el taxi deja a Sandra frente al portal de su casa, el portero sale a ayudar con la maleta,  le cuenta que una chica joven ha venido preguntando por ella esta misma mañana y  que ha dejado una nota en el buzón. Sandra lo abre, recoge las cartas, ve la nota, que resulta ser de Montse y tras intercambiar algunas palabras con el portero se mete en el ascensor.
Al abrir la puerta del piso deja la correspondencia sobre la mesa del comedor y en seguida nota que su madre ha estado allí; un ramo de flores en el centro de la mesa con una notita delatan su visita :
 << Mira en la nevera.Te espero a las 7 de la tarde en casa. Voy a estar todo el día en los juzgados, un beso. Mamá>>.

Son casi las tres de la tarde y Sandra entra en la cocina, abre la nevera y ve que su madre ha dejado una tortilla de patata y en otro recipiente, junto a unos yogures, una sopa de verdura y pollo. Agradece en silencio a su madre el detalle, realmente no tenía muchas ganas de salir a comer y menos aún de ponerse a cocinar. Minutos más tarde, después de cambiarse y ponerse cómoda se calienta la sopa, se sienta a comer mientras repasa la correspondencia y cuando termina se prepara un café y  va al salón; se tumba en el sofá y vuelve a leer la nota de Montse:
<< Hola, Sandra.¿Podrías llamarme el miércoles 21 de agosto, a las 11, a este número que te apunto.? Gracias Montse.>>

Suponía que Montse todavía estaría de vacaciones pero la nota indica que está en Madrid y se queda pensativa; no sabe bien qué pensar, quizá tenga que ver con el caso ´´misterioso´´ que se traían los tres entre mano: su padre, Patricia y Montse.
Deja la nota encima de la mesita, se toma el café y saca de su bolso la novela que le regaló Carlos asi como las cartas que ha escrito a su padre desde París y las deja sobre la mesita junto a la nota de Montse. Sandra se acomoda mejor entre los cojines y comienza la lectura de la novela.
A las 5 de la tarde suena el teléfono y con el libro en la mano se levanta a cogerlo.
-Dígame –dice Sandra
-Hola Sandra, soy Patricia, ¿ Cómo estás?, ¿Te llamo en mal momento?
-Hola Patricia, estoy bien y no,no molesta tu llamada pero tampoco tengo mucho tiempo para mantener una conversación larga. La hora se me ha echado encima leyendo un libro y tengo que salir ¿Qué querías?
-No te preocupes, no  te voy a entretener mucho, te llamo para invitarte mañana a comer si no tienes otros planes.
-No  te puedo decir nada en este momento Patricia. Montse me ha dejado una nota, tengo que hablar con ella mañana y supongo que mis planes pueden variar según lo que me diga, al menos que tu sepas lo que quiere de mi y me lo cuentes.
-No podría aunque quisiera, tengo una pequeña idea pero tampoco estoy segura; hagamos una cosa si puedes, después de hablar con Montse, me llamas ¿de acuerdo?
-De acuerdo, te llamaré, ahora tengo que dejarte. Hasta mañana.
-Hasta mañana y cuídate.

No le ha molestado la llamada de Patricia pero es cierto que el tiempo ha volado, la lectura del libro le ha llevado a una edad media con idénticos problemas que en este siglo, le faltan tres hojas para terminarlo y después escribirá sus impresiones y se las mandará a Carlos, como le ha prometido.
Sandra coge las cartas para su padre y se las lleva a la mesilla; al dejarlas descubre que su madre también le ha dejado una .Se extraña mucho porque no le ha dicho nada en la conversación telefónica que tuvieron pero claro, su madre tampoco menciona las flores y la comida en la nevera.
A las siete menos diez Sandra aparca el coche en la calle Princesa, entra en el portal y charla un poco con la portera que le dice que su madre acaba de llegar. Sandra le agradece la información y se monta en el ascensor; al llegar al último piso su madre está en el rellano con la puerta abierta y una gran sonrisa.
-¡Hola mamá! – le dice dándole un beso y un abrazo- la portera ya me ha dicho que acababas de llegar pero pensaba que ya estarías dentro.
-Y estaba cariño, pero te he visto llegar desde la terraza y he salido a esperarte- contesta Amanda sonriendo entrando en el piso juntas.
-Te veo muy contenta, ¿Te ha ido bien la mañana?
-No me puedo quejar, he conseguido una sentencia mucho más favorable de lo que esperaba y los demás casos, dentro de lo que cabe, tampoco se presentan mal. ¿Te apetece un helado? Acabo de comprar unas cuantas tarrinas en el puesto de helados de la esquina y los tengo en el congelador.
-Vale, un helado de chocolate y vainilla si tienes y ¿Qué quieres mamá? ¿De qué tenemos que hablar ahora? Te conozco y los helados, al igual que las flores y la comida en la nevera de esta mañana forman parte de un plan para algo ¿me equivoco?
-¡Hija, como eres! Cualquiera diría que no me gusta cocinar pero tienes razón. Pasemos a la terraza, he descubierto que mis mejores conversaciones las tengo allí

Madre e hija entran en la terraza con las tarrinas en la mano y Amanda le pone al corriente a su hija, sin que Sandra le interrumpa, de su conversación con Patricia y la posterior carta que le ha escrito a Agustín. Cuando su madre acaba su relato, Sandra, a quien la historia de Patricia no le sorprende, dice:

-¿Por qué no dijiste nada por teléfono? ¿Por no preocuparme? Que poco me conoces mamá, justamente cuando ocultas cosas es cuando me preocupas, el sábado no me creí la excusa del calor y el domingo, cuando me llamaste, sabía que tu cambio no se debía a una noche descansada. No soy ninguna niña y no tienes que protegerme de nada.
-No quería ocultártelo, pero no me encontraba con ánimo de contarte nada porque yo misma estaba hecha un lío y el domingo , cuando te llamé, estabas a punto de salir de la habitación; tu misma dijiste que Carlos te estaba ya esperando en el hall del hotel y por eso no te conté nada, sólo que me encontraba muchísimo mejor y que ya hablaríamos en Madrid. ¿Recuerdas?
-Lo recuerdo pero no terminas de convencerme. Lo siento mamá, tú siempre exiges de los demás sinceridad y confianza pero tú te reservas muchas cosas, no te extrañe pues si los demás tampoco se abren del todo. Entiendo lo del sábado, pero el domingo podías haber dicho algo más o tu nota con las flores podía haber sido más específica. – Sandra hace una pausa y continua, no se encuentra cómoda con la conversación y no lo oculta-  y Patricia no tenía que haberte pedido nada, en principio, ella no es nadie pero tampoco iba tan descaminada según tus reflexiones ¿o no?
-No, por eso me agobié tanto y lloré toda la noche. No es agradable oir de otros que una ha sido una egoísta toda su vida y que si no ha destrozado la vida de dos personas ha sido de milagro.
-¿Y ahora estás completamente segura de tu decisión? ¿No hay marcha atrás?
-No Sandra, ahora es definitivo. Tienes que creerme, quiero muchísimo a tu padre, le estoy enormemente agradecida por la gran labor que ha hecho contigo y la paciencia que ha tenido conmigo, le admiro profesionalmente y no quiero perder su compañía pero nunca podré darle lo que espera y que quizá pueda encontrar si yo le dejo libre
-¿Lo haces por él o porque te estás planteando  tu vida al lado de Carlos?
- No sé lo que puedo pasar en el futuro pero lo hago por nosotros dos. No me planteo volver al lado de Carlos porque la verdad es que nunca me fui de su lado; vivir juntos los dos es otra cosa que anhelo con todo mi ser pero hoy por hoy es imposible.  Carlos no puede vivir en España tal y como están las cosas y yo no me voy a Francia, ya no; estoy convencida de que aqui soy más útil que en Francia pero podemos vernos, yo puedo ir a París de vez en cuando o podemos quedar en otra ciudad si no puede venir a Madrid... ¿te dolería si fuera así?
-Si te digo que no quizá mienta. Mamá, yo solo quiero que seáis felices y que nadie sufra porque si uno de vosotros sufre, ese sufrimiento empañará la felicidad de los demás. Quizá sea inevitable y tampoco te lo voy a poner difícil, pero .. ¿Tú te das cuenta de todo lo que ha cambiado mi vida desde mayo? ¿Te puedes imaginar lo que he tenido que madurar para asimilar y aceptar estos cambios?. No estoy reprochando nada pero en pocos meses tengo que ver como mis padres se separan, como mi madre ha vivido una historia que no quería vivir con mi padre, como mi padre se ha pasado su vida esperando un milagro, como mi padre no es mi padre y conocer a mi otro padre. Mamá no ha sido nada fácil para mi aceptar todo esto aunque conocer a Carlos haya sido muy positivo y no me arrepiento de ello- Sandra hace una pausa para coger aire y bebe un vaso de Casera que le había traído su madre antes de continuar- Entiendo tu amor por Carlos, es tu primer amor y esos no se olvidan fácilmente. La poesía está llena de versos que recuerdan al primer amor y si el destino me privara de Ramón creo que jamás volvería a sentir el mismo amor por otra persona porque ahí está el problema a mi entender. No es que no fuese capaz de volver a enamorarme es que el miedo bloquearía esa capacidad,  miedo por un lado a no sentir el mismo amor, ese amor que me llenaba y  miedo por otro lado a serle infiel a su recuerdo, y a pesar de todo me parece imposible compartir tantos años con una persona sin llegar a amarle ni un poquito. Sé que papá aceptará tu decisión y que seguramente se está preparando ya mentalmente para ello pero tanto tú como Carlos me vais a tener que perdonar, pero si papá se viene abajo yo no me voy apartar de su lado ¿Puedes comprenderlo mamá?
-Por supuesto que lo entiendo y no podría ser de otra forma. Siempre me ha maravillado el grado de complicidad y afinidad que tienes con tu padre.
-Debe ser mi sino porque también la estoy empezando a tener con Carlos y afortunadamente yo no tengo que escoger entre uno u otro.Bueno, me alegro de haber hablado y creo que tenemos mucho más que hablar pero ahora tengo hambre, ¿preparamos la cena?


Amanda ríe el comentario de Sandra y juntas se van a la cocina, allí preparan una ensalada, cortan pan y un poco de jamón, queso y otros embutidos. Las dos vuelven con su platos y bebida  a la terraza y a las 10.30 Sandra vuelve a su casa. Ramón quedó en llamar entre las 11 y las 12 de la noche.



Capítulo XXXIV


En la ciudad de Phoenix, en Arizona, se encuentra Agustín que acaba de regresar de una excursión al parque forestal Tonto National Forest; está cansado pero satisfecho por haberla realizado a pesar del inmenso calor, “” the Apache trail”” como llaman a esta visita guiada ha merecido la pena; todo el viaje ha merecido la pena y aún le queda la perla del viaje: la visita al Gran Cañón . Mañana temprano sale para el punto de partida, la ciudad de Flagstaff y después volverá a Phoenix para emprender el camino de vuelta a Nueva York y regresar a Madrid.
Agustín tiene muchas cosas que contar a Sandra y alguna nueva que dar, por eso comienza una nueva carta, la última de este viaje:

Phoenix 20 de agosto de 1968

Mi querida Sandra,
Estoy deseando regresar para poder abrazarte de nuevo; te echo mucho de menos y también tengo unas ganas enormes de leer tus cartas, de escuchar como progresa tu acercamiento a Carlos, de como vas con tu embarazo y de muchas otras cosas más.  Es una pena que la comunicación telefónica sea tan difícil por las diferencias de horarios. Como estoy en la recta final de mi viaje esta será mi última carta por ahora; ya os mandaré un telegrama cuando llegue a Nueva York.
Como habrás visto en la fecha, estoy en Phoenix; en los Angeles me despedí del periodista que conoció Ramón y emprendí el viaje a Arizona yo solito, he alquilado un coche y he llegado por la mítica ruta 66; llevo dos días en esta ciudad y hoy he realizado mi primera excursión. No sabes la cantidad de carretes que te llevo, te voy a dar mucho trabajo y además aún me faltan las fotos que haré mañana en el Gran Cañón.
Esta mañana, pensaba, mientras hacía las fotos, que las palabras se quedan corta para describir la majestuosidad de estos paisajes pero espero encontrarlas cuando estemos juntos y poder comentar las fotos. ¡Ojalá pueda volver algún día contigo ¡, estoy seguro de que disfrutarías tanto como yo.
Querida Sandra, supongo que sabrás que le escribí una carta a tu madre y le conté mis encuentros. También sabrás que dije que estaba dispuesto a que nuestra separación dejase de ser temporal y pasase a ser definitiva si ella lo quería. De su decisión dependerán mucha cosas.
No creas que he tirado la toalla, si algo he aprendido de las personas con las que he hablado es justamente éso, a no rendirse nunca pero también que cuando las cosas no pueden cambiarse hay que encontrar otros caminos porque nuestro destino es caminar y abrir senderos nuevos, rutas nuevas, adaptarse a las circunstancias cuando es necesario pero sin resignarse a no encontrar un nuevo sendero  y es lo que yo estoy dispuesto a hacer.
En octubre digo adiós a mi cátedra, como ya sabrás pero no me voy a quedar en casa. Así pues, no sólo en lo personal voy a intentar comenzar de nuevo sino también en lo profesional.
En mi anterior carta te contaban mis encuentros con los dos brigadistas y la cantidad de emociones que estos encuentros han despertado en mí pero no te decía nada de sus consecuencias, ahora te lo explico.
Me han ofrecido unirme a una organizacion social, de ámbito internacional, que ha participado en la organización de la Conferencia Internacional  de los Derechos Humanos, celebrada en abril en Theran. He tenido la oportunidad de conocer a algunas personas de esta OSC en casa de mi amigo, en Los Angeles y  les he prometido estudiar  la propuesta. Si acepto, podría empezar a trabajar en enero  con ellos; necesitan a alguien para el área de habla española y la oportunidad de llevar a la práctica mis ideas me entusiasma. Tendría que viajar muy a menudo pero no me asusta ya la soledad de los hoteles, sé que entraré a forma parte de otra familia y estaré bien arropado.
Como verás, hija mía, tengo que volver a darte las gracias por haberme animado a hacer este viaje y a Patricia por la puerta que me ha abierto con la historia de James, mi brigadista de Nueva Jersey.
Cariño, dale muchos recuerdos a Ramón, díle a mi nietecito que este abuelo vuelve lleno de energía y de planes y tú recibe un beso enorme y un abrazo sin fin de tu padre, que no se cansa de decirte cuanto te quiere.
Agustín.
Pd. No me he olvidado de tu madre, a ella también le mandé ayer otra carta contándole mis futuros planes.

Agustín relee la carta, la mete en un sobre y se acerca a la Post Office para mandarla como correo urgente. Después regresa al hotel y se une a un grupo de turistas que como él mañana partirán a Flagstaff.


En Madrid Sandra ha llegado a su casa a tiempo de no perder la llamada de Ramón y le cuenta la conversación con su madre ajena a los planes de su padre y a los acontecimientos de las próximas horas que retrasarán la llegada de Ramón.

En casa de Carmen  también se ha recibido una carta, su padre le ha vuelto a escribir  y le anuncia una próxima visita.  La última vez que se vieron fue en Italia, después de su boda con Beatriz y prometió escribir  más a menudo, promesa que no ha cumplido y ahora dice que viene, que quedaron muchas cosas por hablar. Su padre no se parece en nada a los padres de Sandra, piensa Carmen,ni se parece para nada a Mario o a Serafín,  ninguno de ellos hubiesen rechazo a su nieta por haber nacido  siendo ella soltera y por un método  no convencional, cosa que  él  si hizo. En la boda fue la primera vez que vio a Teresita y a la boda vino gracias a su nueva mujer, una persona sin prejuicios y que está intentando que su marido vea con otros ojos a Carmen . A pesar de que su padre, tras el divorcio de su madre, se preocupó por ella, nunca aceptó su manera de ver la vida ni las decisiones que tomó. Carmen ya se ha acostumbrado pero le apena que Teresita no tenga contacto con su abuelo aunque afortunadamente no le falta el cariño de Mario o de Serafín; la niña ya pregunta por él, sobre todo a raíz de la separación de los padres de su amiguito Javier. Dentro de una semana estará en Madrid pero de momento no le dirá nada a la niña, primero tiene que hablar con él, fuera de casa y después verá lo que hace. Hace ya tiempo que ha dejado de hacerse ilusiones con su padre.

















2 comentarios:

  1. Veo que amanda y Agustín ya están tomando decisiones., es lo mejor que pueden hacer, aunque en el fondo de mi siempre hay esperanza, jaja
    Muy bien!

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  2. En este caso las esperanzas son cada vez más débiles y Agustín tiene derecho a volar en solitario con la ayuda incondicional de Sandra, aunque a ella también le hubiera gustado que la separación no se hubiese producido.

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