viernes, 8 de marzo de 2013

El escritor de las guías de viajes . Capítulo 7.


 El día lo tenía perdido y Martín maldijo una y otra vez su mala suerte soltando algún que otro taco. Afortunadamente su estado de ánimo mejoró y ahora, ya cenado y con una foto de sus abuelos en la mano, sentado en la mecedora, camino de terminar la botella de ron, abre el último paquete de cigarrillos que le queda antes de irse a la cama y sonríe al recordar cómo se despertó ya entrada la media tarde. Le dolía todo el cuerpo, la cabeza le estallaba y los músculos los tenía agarrotados... cierra los ojos y se ve de nuevo levantándose de la mecedora, apoyándose en la mesa preparándose el café. Dos tazones supercargados para despejarse un poco hicieron su efecto y Martín salió a lavarse al pilón. Secándose la cara se acercó al coche, tenía que llamar a Fernanda, anunciarle que iniciaba el regreso a Madrid y que llegaría a lo largo de la noche pero la batería y un depósito de gasolina vacío se lo impidió. Demasiado tarde para bajar andando, se rindió a la evidencia y aunque en la casa ya no quedaban casi víveres no quiso pensar en ello, ya se las arreglaría, sobreviviría una noche más. Al alba, pensó, bajaría a Cangas y para matar el tiempo se subió al tejado y colocó como pudo una plancha de metal que encontró en el cobertizo. Un poco más tarde se acercó al pequeño cementerio y a falta de flores, ante la tumba de sus abuelos, colgó sobre la cruz el reloj de bolsillo de su padre que había sido de su abuelo y se prometió volver con Fernanda tan pronto como le fuera posible. Al salir se encontró con los únicos habitantes de la aldea, el matrimonio que había tratado de evitar y decidió presentarse ya sin miedo a nada.

-      Perdón mi intromisión – dijo por todo saludo – no quería molestar.

-      Nosotros tampoco – le respondió la mujer – por eso le hemos dejado tranquilo pero el nieto de Andrés Narváez siempre será bienvenido.

-      ¿Cómo sabe usted quién soy? – preguntó todo asombrado.

-      Es usted su vivo retrato, algo más mayor que cuando nos dejó pero igual que él, su manera de andar, de mirar, el gesto que acaba de hacer ahora, todo en usted me lo recuerda.

-      Mi abuela solía decir lo mismo pero no la creía, desgraciadamente no tenía fotos, ni la de su boda.

-      Eran otros tiempos – dijo el hombre – pero yo tengo una, si quiere verla puede venir a cenar con nosotros.

-      Si no es ninguna molestia acepto encantado. Es mi última noche aquí y no he podido bajar a comprar nada de comida. Me he quedado sin gasolina y no sé  que le pasa a la batería del coche.

-      No hablemos más, le esperamos dentro de una hora y en casa tenemos una radio para comunicarnos, mañana vendrá mi hijo, quizá él le pueda ayudar.


La conversación con el viejo matrimonio, que resultó ser familia lejana, lo normal en estas aldeas, le sentó bien al igual que la cena, su primera comida caliente en varios días. Acabado el ron y el tercer cigarrillo de la noche abandona la cocina, lleva las mantas a la pequeña habitación y se mete en la cama con la ropa puesta, como viene haciendo a causa del frío. El frío sigue reinando en el cuarto pero con la plancha de metal ha mejorado algo el ambiente. Martín se queda dormido al poquito de echarse pensando en Fernanda y lo intranquila que estará al faltar él a su promesa de llamarla a las seis.


Fernanda está preocupada, realmente preocupada y asi se lo transmite a Asunción quien, al oír lo del camión dirección a Madrid con matrícula de Segovia, interrumpe el relato .


-     No sé si es importante pero desde anoche no hago más que ver ese fragmento en mis sueños. No veo el accidente, solo nosotros dos hablando de nuestro futuro hijo y un camión.

-      ¿ Estás completamente segura que antes del accidente os cruzasteis con un camión?

-      En ese tramo siempre nos encontramos con camiones y tardamos muchísimo en llegar a Segovia, no se puede adelantar y ese día llevábamos prisa. Habíamos reservado para jugar al golf e íbamos tarde;  me extrañó no ver ningún camión y justo cuando lo acababa de decir nos cruzamos con uno. Recuerdo que dije “hablando del Rey de Roma por la puerta asoma” . Mi marido me respondió riendo que ese dicho sólo era para personas y esas fueron sus últimas palabras, unos metros más adelante, al salir de la curva las ovejas.

-      ¿ Y la policía no te interrogó después del accidente? ¿No mencionaste nada del camión?

-      Yo estuvo unos días entre la vida y la muerte. Perdí a mi bebé, no podía mover las piernas y después vinieron los injertos, la rehabilitación, el psiquiatra y Martínez Prada se hizo cargo de todo. Ni tan siquiera recuerdo haber hablado con la policía cuando estaba en el hospital, yo me encerré en mi misma y no quería saber nada.

-      Fernanda ¿por qué has cogido un taxi para venir aquí en lugar de llamar por teléfono?

-      No me fío del teléfono. Quizá sea paranoia pero no me fío. Es muy raro que Martín no llamara. He cogido un taxi hasta Argüelles y allí les he podido despistar al tomar el metro. Nadie sabe que estoy aquí  no podía quedarme sola en casa, Carmen tenía una fiesta. Al final he conseguido que la fiesta la celebren en casa pero tampoco me podía quedar allí con ellas, no se sentirían libres por eso la idea de venir aquí primero y después irme a un hotel.

-      ¿Pero por qué Fernanda?

-       Verás, esta mañana se ha presentado Martínez en mi casa. Yo había quedado en pasarme por la oficina después de comer, sabía que había documentos por firmar y le había pedido que los dejara en mi despacho, que me pasaría aunque fuese sábado pero se ha presentado con los documentos en la mano y con cara de pocos amigos. La misma cara que le ponía a mi marido cuando no aprobaba una nueva idea de Martínez. Desde un mes antes del accidente no había vuelto a ver esa cara y de repente he sentido miedo. Un escalofrío me ha recorrido por toda la espalda, no hacía nada más que preguntarme por Martín, si de verdad no sabía dónde estaba y me ha puesto trabas para ir a la oficina. Desde hace dos días hay dos hombres que vigilan nuestra casa. Martín también vio a dos hombres en La Coruña que le seguían y por eso no regresó a Madrid.

-      ¿Crees que son los mismos y están esperando a que aparezca?

-      No lo sé. He reconocido a uno de ellos como un antiguo chófer de Martínez, un incondicional de él y al otro creo haberle visto tiempo atrás de gorila en una de sus fiestas.

-      ¿De gorila?

-      Antes del accidente asistía, cuando no había más remedio, a las fiestas mundanas que le gusta organizar. Los “gorilas” se encargan de llevar a casa a los invitados pesados. Martínez cuida muy bien a sus invitados siempre y cuando no le contradigan.


Asunción cree haber oído bastante y marca el número del hotel en Cangas que le ha dado Héctor quien toma buena nota de todo lo que le resume su mujer .


-      Gracias mi amor por todo, voy a ponerle a Bonilla al tanto.  Llamo ahora mismo, vamos a tener que hablar con Fernanda , un beso para tí y los niños y ya sabes, te quiero y te echo de menos.

-      Ya lo sé, yo también aunque voy a tener compañía. María duerme ya en nuestra cama. ¡ Hasta luego!- dice Asunción colgando sin darle tiempo a Héctor a responder de nuevo.


Minutos más tarde suena el teléfono y Fernanda habla directamente con Héctor y se disculpa por haberles ocultado las llamadas de Martín.


-      Lo siento de verdad. Anoche dijo que hoy me llamaría, que volvía a casa y que el peligro no venía del lado que se temía pero que estaba cerca de mi y que tuviera mucho cuidado  No ha vuelto a ver a los hombres y en la aldea en la que se encuentra apenas sube nadie. Por favor suban muy temprano, tengo el presentimiento que algo ha fallado. Los hombres me siguen ahora a mí y vigilan nuestra casa.

-      No se preocupe Fernanda, en cuanto amanezca subiremos y usted haga caso a mi mujer, no regrese mañana sin que nuestro amigo Vallejo le acompañe.


Bonilla, que ha podido seguir la conversación, al mantener el auricular Héctor entre los dos, es quien comienza a opinar.


-      Vaya con Martínez Prada, va a ser difícil probar su motivo.

-      ¿Tú crees que el querer liquidar la sociedad fue el motivo del accidente?- le pregunta Héctor

-      Fernanda lo sospecha, según le ha contado a Asunción.

-      Sí pero no termino de verlo muy claro.

-      ¿Dudas de las palabras de Fernanda o dudas de Fernanda? Te recuerdo que la tienes en tu casa.

-      No dudo de ella, no es eso. Asunción no se deja engañar tan fácilmente, ella la cree pero yo..!joder! no consigo ver el rompecabezas completo.

-      Repasemos su historia según el resumen de tu mujer mientras nos bebemos estas cervezas – dice Bonilla

-      Empieza pero no te enrolles mucho que hay que madrugar mañana – contesta Héctor.

-      Fernanda es hija de unos diplomáticos que fallecen cuando ella tiene 14 años. Se cría con su abuela, algo bohemia de ideas muy avanzadas, que le anima a estudiar en la Universidad. Trabaja como traductora para una editorial catalana  y cuando fallece su abuela cambia de aires. Mediante un buen amigo consigue una entrevista de trabajo con Martínez Prada en Madrid. Fernanda deja su Ibiza natal y se muda a Madrid.

-      Al llegar a la editorial- sigue Héctor-  es Manuel Villanueva, un alma solitaria, joven, de buen ver, huérfano y con dinero, quien la atiende en ausencia de Martínez Prada y el flechazo tiene lugar aunque tardan unos meses en admitirlo y en pocos meses se casan. Fernanda sorprende a Martínez recomendándole que se case con capitulaciones y separaciones de bienes pero Manuel no está de acuerdo y en contra de los deseos de su mentor nombra heredera universal a su futura mujer y a los hijos que nazcan. En el testamento hay una cláusula que menciona a Prada como heredero en caso de fallecimiento de Fernanda sin haber tenido hijos. Se casan y Martínez Prado es el padrino, delante de Fernanda todo son sonrisas pero ella les sorprende, tanto en la editorial como en su casa enredados en grandes disputas. Unos meses antes del accidente Manuel quiere comprarle a Prado sus acciones. quiere liquidar la asociación y seguir solo con la editorial pero Martínez se niega y por arte de magia Manuel cambia de opinión y mes más tarde la fiesta para celebrar el embarazo y el accidente ¿qué cambia?

-      Todo. Manuel fallece, Fernanda sobrevive pero pierde el bebé y Martínez actúa desde entonces como si fuera el dueño aún siendo Fernanda la accionista mayoritaria. ¿Por qué ahora intentar algo de nuevo? – dice Bonilla

-      Por Martín. Quizá Fernanda quiera casarse y Martínez tema el cambio – contesta Héctor.

-      Puede ser, quizá Fernanda esté embarazada y la película se repita.

-      Es posible – contesta Héctor terminando su cerveza – pero ahora no podemos hacer nada, salvo dormir y levantarnos bien temprano.

-     Tienes razón Héctor, mañana a las 6 nos ponemos en camino. Hasta mañana.

-     Buenas noches – dice Héctor cerrando la puerta de su habitación y sacando su pijama del pequeño bolso de viaje se mete en la cama tras una visita al cuarto de baño.

En Madrid, Fernanda continúa hablando con Asunción aún un rato y le confiesa que tiene dos faltas. Aún no le ha dicho nada a Martín ni a nadie, ella es la primera en oírlo. Está llena de alegría pero al mismo tiempo tiene miedo de perder este niño igual que el anterior.


-      ¿Has ido ya al médico? – pregunta Asunción.

-      No, todavía no. No sé, no me fío. Mi médico y Martínez Prada se conocen desde niños. El fue quien me lo recomendó cuando me quedé embarazada la primera vez y ahora, de nuevo, llámame paranoica si quieres, pero no me fío de Martínez ni de sus amigos.

-      Yo conozco un ginecólogo muy bueno, el que llevó el embarazo de mellizos de mi amiga Aurelia. Aurelia es la mujer del abogado Olavide y este podrá ser uno de los abogados de Martínez pero yo pongo la mano en el fuego por su honradez, de él me fío tanto como de mi marido.

-      ¿No es eso muy fuerte?

-      Quizá te lo parezca pero no. Bonilla, Olavide, Vallejo y su mujeres son nuestros mejores amigos y todos ellos responderían por nosotros de la misma manera que yo lo hago ahora por ellos.

-      La verdad es que a Olavide no le conocía. No es un abogado que lleve cosas de la editorial, según me dijo el mismo Martínez,  le consultó hace un año sobre unas tierras que heredó de su padre en Valladolid. Más no sé. La verdad es que me extrañó que acudiera a él y no a uno de los de la editorial por eso mi recelo ante Vallejo y Bonilla. Pensé que podía ser otro más de sus amigos.

-      Te equivocaste, te lo aseguro Fernanda pero díme ¿por qué , si desconfiabas de ellos guardaste la tarjeta de mi marido?

-      Bonilla junto con tu marido me pareció diferente, ya sé que es absurdo, no sé, quizá el ambiente, mis miedos , lo que fuere, pero en mi casa no les vi tan enemigos y tu marido tiene algo en la mirada que me inspira confianza, Bonilla también, me recuerda un poco a mi primer marido. Cuando vi como me dejaba la tarjeta encima de la mesa, por si me acordaba de algo, supe que sabían que les había mentido pero que llegado el momento podía confiar en ellos. ¿Crees que estoy loca?

-      No, de ninguna manera. Creo que estás asustada, que has pasado por un infierno y que ahora que estás en una nube muy prometedora no vas a consentir que te bajen a la fuerza y haces bien.

-     Exacto. Con Martín me siento segura, a su lado me es indiferente como me mire la gente. Ya no me duelen las miradas de lástima o las de asco, me es igual, con él me siento completa. Mis cicatrices desaparecen cuando me besa y me acaricia y esta sensación de amor es mayor aún que la que sentí junto a Manuel. ¿Te lo puedes imaginar?

-     Sí, mejor de lo que tu crees. Yo también tuve un amor nada más llegar a Madrid que terminó en amistad después de haber pasado por una gran desilusión. Héctor también pasó por una situación muy difícil antes de conocerme y ya ves, vamos camino de cumplir 16 años juntos, 16 maravillosos años llenos de amor, de un amor que crece cada día.

-    Se nota, quiero decir que aunque no os he visto juntos, este salón irradia esa felicidad y que tus hijos son dos niños felices se ve a la legua. Gracias Asunción por tu hospitalidad.Jamás lo olvidaré.

- De nada pero si seguimos hablando mañana vamos a parecer dos zombies. ¿Te apetece un vaso de leche caliente antes de acostarte?

- Si no es molestia sí, siempre tomo uno antes de irme a la cama.


Media hora más tarde Fernanda duerme en la cama de María y Asunción se mete en su cama con cuidado de no hacer ruido para no despertar a su hija que duerme a piernas suelta y ocupa la mitad de la cama.

 En el hotel de Cangas tanto Bonilla como Héctor ya están durmiendo mientras Martín, ajeno a todo lo que está pasando en Madrid  sigue soñando con Fernanda sin sospechar,  que dentro de unas horas,  unos golpes secos en la puerta le sacarán del sueño profundo en el que ha caído.





1 comentario:

  1. ¡Genial! es perfecto, nos vamos acercando al final, pues Fernanda se ha animado a sincerarse con Asun y Asun a su vez le ha transmitido confianza y hospitalidad... ¡no me extraña que Fernanda creyera en la bondad de los detectives...! ¡me ha gustado eso de que los ojos de Héctor le transmitieron confianza...! ;) :) ahora solo falta que Héctor y Bonilla terminen de llegar al ovillo tras sus primeras conclusiones muy acertadas... ;) ¡Muchas gracias por este nuevo relato tan completo, guapa...! :)

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