sábado, 17 de agosto de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 1.



Estación de Chamartín, Madrid. 1 de diciembre de 1973.  
           
La estación es un hervidero de gente cuando el tren procedente del Ferrol hace su entrada a las seis de la tarde. En el andén, los familiares, conocidos y amigos que han ido a recibir a los viajeros saludan a los suyos, se abrazan y ríen pero a Marcos no le espera nadie. Maleta en mano se abre un hueco entre la gente, abandona la estación y duda entre el transporte público o ir andado hasta la casa que fuera de su madre en Ciudad Jardín. Al final decide tomar un taxi y mientras enfilan por la avenida de Pio XII la recuerda brevemente.
Antonia Villenas, viuda de Llorente hace año y medio que abandonó su hogar, su avanzada edad y su demencia senil,  que cada día era más evidente, obligó a su hijo Pablo, el único hijo que tenía en España, a internarla en una residencia recomendada por  el médico de la familia y Marcos, desde la otra punta del mundo dio su consentimiento. 
Hace dos días que llegó a España tras dos largos años de ausencia y hoy llega a Madrid con una misión clara que cumplir, por muy remota que sean las posibilidades de conseguirlo. Desgraciadamente no dispone de mucho tiempo, dentro de 3 meses tendrá que volver al buque, razón de más para no perderlo y hablar cuanto antes con los detectives que le han recomendado. Media hora más tarde abre la puerta del hotelito familiar, que a pesar del frío reinante huele a cerrado, cuelga su abrigo en el perchero del recibidor, sube las escaleras derecho a la que fuera su habitación, abre la puerta , deja su maleta sobre la cama y saca una botella de ron. Con ella en la mano baja las escaleras y entra en la cocina dónde comprueba que la bombona de butano aún tiene gas, no le han cortado la luz y hay agua .
Cuando le avisaron de la detención de su hermano, aviso que tardó  más de un mes en recibir, decidió seguir pagando el sólo los gastos de la casa pero el último recibo de la luz no ha tenido tiempo de pagarlo. Su regreso ha sido precipitado y hasta el lunes no podrá acercarse al banco. Con su hermano Pablo ya no puede contar, no regresará de la prisión de Carabanchel. A su detención siguió un juicio rápido, en un país con un atraso judicial enorme, él tuvo la mala suerte de sentarse en un banquillo a los 5 meses de su arresto. Al juicio le siguió la sentencia y a los 3 meses falleció en una de las camas de la enfermería del centro penitenciario. Uno de los celadores le encontró en su celda tiritando de frío con la piel ardiendo. Trasladado a la enfermería le trataron de una pulmonía que no pudo remontar y falleció al segundo día. El parte de su fallecimiento le llegó por cable al buque en el que, desde hace dos años, navega como marino mercante.
Marcos abre la nevera y comprueba con satisfacción que la vecina recibió su telegrama y le ha comprado lo más necesario para una semana y no se ha olvidado de rellenar la despensa. Sabe que tiene que pasar a saludarla, a darle las gracias y pagarla pero lo hará mañana, ahora necesita un trago. Con gran maña y sin apenas esfuerzo desenrosca el tapón de la botella, entra en el salón y pulsa el interruptor de la luz . En el aparador busca un vaso apropiado y lo llena hasta la mitad. Enciende las dos estufas eléctricas que su madre siempre utilizaba, se acerca a la mesita en la que reposa el teléfono, lo descuelga y confirma que tiene línea, al menos el dinero para el teléfono si llegó a tiempo. Regresa al aparador dónde había dejado el vaso con ron, lo coge y se sienta en el sillón que fuera de su padre y que su madre no dejara sentarse en él a nadie. Sonríe mientras lo recuerda, bebe su primer sorbo de ron en todo el día y su cara se tensa al sacar de su americana la carta de Pablo. La última carta que recibiera de él, de antes del proceso y que le llegara con meses de retraso. El cable con su sentencia llegó antes que la carta, pero no había mucho que leer: culpable y 30 años de cárcel. La carta por lo contrario la ha releído y releído cantidad de veces y cada vez cree más a su hermano. Junto con la carta está la tarjeta de los detectives. Ayer viernes les llamó y una señora llamada Matilde, la esposa de uno de los detectives, según le dijo, le comunicó muy amablemente, que el despacho estaba cerrado por motivos familiares hasta el día 3 pero si quería le podía hacer una cita para ese día a las once de la mañana y en eso quedaron.

Aravaca. Madrid. 1 de diciembre 1973

En efecto, la familia Bonilla y la familia Perea al completo, al igual que el resto del círculo de amigos íntimos, llevaban unos días preparando una boda. Boda que hoy  se ha celebrado, ante una mesa cubierta con un paño blanco, una cruz en el medio y centros de flores en las esquinas que ha servido de altar. Les costó bastante  obtener el permiso, tuvieron que convencer a los del arzobispado de Madrid pero lo consiguieron. El donativo que recibieron por el favor otorgado fue bien recibido, el propio obispo designó a un sacerdote amigo para oficiar la boda y como ellos deseaban se han casado y no como mandan los cánones.
Una gran carpa con calefacción, situada en el jardín de la casa de los novios, sirve de iglesia y dentro de ella, dos filas de sillas, adornadas con flores en los respaldos, una alfombra roja en el medio que llega hasta la puerta de la terraza con salida al jardín, aguardan a los invitados. Un toldo blanco cubre la distancia entre la carpa y la puerta de la terraza y María, al igual que Clara, Suzanne, Irenita y Paloma siguen abriendo sus ojos maravilladas y admiradas mientras esperan, vestidas iguales como buenas damas de honor,  su turno para desfilar bajo el toldo y entrar en la carpa.
Ante el altar el novio, Martín y los chicos, sus padrinos. Todos ellos vestidos con frac y nerviosos. Alejandro y Tim lo disimulan como pueden colocándose su corbata mejor el uno y el otro jugando con el alfiler que prende en ella. Daniel y Javi  juegan con el clavel que llevan en el ojal y miran constantemente hacia la entrada de la puerta de la carpa.
 A las dos en punto entra la novia acompañada de Domingo Vallejo seguida de sus damas de honor. La ceremonia es sencilla, sin misa y sin liturgia, sólo la comunión, el evangelio  y la lectura de algunos pasajes de la biblia recuerdan que asistimos a una ceremonia religiosa.
En la primera fila y sentado en el regazo de Asunción está el hijo de los novios. El pequeño, a sus cuatro meses no quita la vista de su madre quien al entrar le ha hecho una caricia y le ha dado un beso. Tras el intercambio de las promesas y el de los anillos el sacerdote da por terminado el servicio bendiciendo a todos los presentes. Los novios reciben los parabienes y los besos de sus invitados, posan contentos con ellos ante el fotógrafo y pasan al salón de la casa, dónde ya está todo preparado para servir el ágape nupcial. La empresa contratada se ocupa de todo y mientras los invitados comen disponen la carpa para el baile que vendrá después.
Tras los brindis, emotivos por parte del novio y de Vallejo en nombre de todos, la pareja abre el baile y al segundo se unen los demás. Daniel baila con quien se preste, con Javi, con su madre y con su hermana a quien tiene que arrebatar de los brazos de Tim o de su padre. Paloma con Alejandro ríe escuchando lo que Suzanne les cuenta e Irene y Clara son sacadas a bailar por su abuelo y su padre. La fiesta continúa hasta casi las doce de la noche, los mellizos de Gustavo y Aurelia hace rato que duermen en un sofá junto a Sergio y Daniel está a punto de caer rendido al igual que su amigo Javier. Asunción decide que ha llegado el momento de regresar a casa y tras ella desfilan los demás.
Una hora más tarde, con Daniel y María ya soñando, Asunción y Héctor siguen comentando la boda antes de quedarse dormidos.
-        Estoy de acuerdo con María, la boda ha sido preciosa. Una de las más bonitas a la que he asistido ¿ no crees?
-        ¿Sin contar las nuestras, claro? – contesta su marido con una pregunta
-        Por  supuesto – responde Asunción riéndose, dándole un golpecito en el brazo-  no me contestes con otra pregunta que es de muy mal gusto.
-        ¿ Estás insinuando que tengo mal gusto?- responde su marido con ganas de juego.
-        Yo no insinuo nada, pero no eludas mi pregunta y deja la mano ahora por un momento quieta que no me dejas concentrarme.
-        Vale, tienes razón. La boda ha estado muy bien, nos lo hemos pasado fenomenal, ha sido original, todos hemos disfrutado muchísimo, sobre todo las chicas pero yo me quedo con las nuestras, no lo pudo evitar.La sensación que sentí la primera vez cuando te vi entrar del brazo de Bonilla, aún la guardo muy dentro de mí – le dice Héctor sin dejar su mano quieta y jugando ahora con un mechón de pelo de su esposa.
-        Yo también, eso ni lo dudes y ya que estás tan hablador, recuérdame como era ese sentimiento que no me canso de oírlo.
-        Júbilo, en una palabra. Nunca antes había sentido esa sensación tan intensa de felicidad que me llenaba por completo y a cada paso que dabas más orgulloso que estaba de que me hubieras elegido a mi como hombre, como padre de nuestra hija y como esposo. Estabas guapísima con ese vestido que tu misma te hiciste con ayuda de tu madre. Te sentaba de maravilla y Aurelia me decía que el escote que llevaba se llamaba escote barco , con mangas tres cuartas y velo de tul . A mi me daba lo mismo como se llamase, si la tela era de raso o de tafetán y el velo de encaje o de tul, yo sólo veía a una mujer guapísima que era la mía y nada más..bueno sí también me fijé  en la diadema de flores blancas que llevabas sujetando el velo porque hacían juego con los pendientes que te regalé cuando nació María.
-        Fue idea de Matilde, ya lo sabes. Quería llevar esos pendientes y a ella se le ocurrió lo de la diadema y la encargó como regalo de boda. La verdad es que yo estaba preocupada cuando andaba del brazo de Bonilla, por un lado la emoción que no me cabía en el pecho me nublaba la vista y por otro la diadema me tiraba del velo, temía enredarme con la cola y que se me cayera el velo y Héctor, mil veces que naciera mil veces que te buscara y encontrara , de eso puedes estar seguro – le dice mirándole fijamente a los ojos y continúa tras darle un fugaz beso en la boca-  Tendrías que haberte visto allí en el altar, estabas muy elegante con tu traje azul italiano recién estrenado , atractivo como siempre pero ese día aún mucho más, tenías un aura especial, tus ojos brillaban y tu sonrisa era aún más hechicera que nunca.
-        Eramos un pareja de película – ríe Héctor – como dice María cada vez que mira las fotos de nuestra primera boda. Si quieres podemos pasarnos toda la noche hablando de ese día o de nuestra boda en Venecia o pasamos ya a la acción ¿que prefieres ?
-        ¿ Y lo preguntas? – contesta Asunción riendo apagando la luz
-        ¿ Quien decía que no se contesta a una pregunta con otra pregunta? – responde Héctor perdiéndose ya en su cuerpo.








3 comentarios:

  1. ¡Muy bueno, querida Rosa... genial, perfecto...! si es que nuestra parejita da mucho de si y aprovechan al máximo sus momentos... y ya hemos tenido otra boda más, a raiz de la cual ellos han aprovechado para recordar las suyas... ¡Gracias por retomar tus relatos... presiento que vamos a disfrutar con esta nueva historia de intriga hasta el final...! ;)

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  2. Rosa genial !!!! como siempre vuestros relatos estan llenos de vida, llenos de amor y de escenas que por otra parte nos niegan y que vosotras contribuis a saciar nuestra imaginacion con ellas, y la nueva historia me encanta, la disfrutare, gracias por estos relatos.

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  3. ¡Me ha encantadooooooo!!! Qué ganas de que volvieran tus relatos. Muchas gracias, Rosa.

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