sábado, 31 de agosto de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 3

Capítulo 3

Carabanchel  27 de julio de 1973.

Querido hermano:

Te escribo esta carta mientras espero la sentencia de mi juicio del que espero que estés enterado aunque desconozco si alguien te mandó un telegrama ya que, salvo a mi abogado, no he visto a nadie más desde que me arrestaron. En el juicio vi a Doña Pura pero no me dejaron hablar con ella y me han negado las visitas, sólo familia. Madre no sabe ni que estoy aqui, bueno ella ya no sabe ni su nombre y tú estás a leguas de distancia.
Sabes que Lucía era todo para mi y Sandra, nuestra hija, el regalo más bonito que me ha hecho Dios.  También sabes que mis suegros nunca me vieron con buenos ojos,  un delineante técnico  les parecía poco para su hija pero nuestro matrimonio funcionaba, funcionó bien hasta que Lucía decidió volver a ejercer de enfermera. La casa se le venía encima y con Sandra todo el día en el colegio se aburría. Yo no me opuse y  ¿alguna vez le he negado algo? Creo que no pero como te decía, el trabajo le sentaba bien, venía a casa con ganas de hablar, comentábamos nuestra jornada laboral como dos buenos camaradas y en la cama dejamos de ser extraños  A los tres meses de trabajar comenzaron a cambiar las cosas. Se ofreció voluntariamente para el turno de noche sin consultármelo, los turnos de mañana y noche no le parecían suficiente y tuvimos nuestra primera discusión que acabó en bronca.  De repente los dos sueldos no alcanzaban para realizar sus planes y con el turno de noche habría más ingresos y podríamos viajar a lugares exóticos. Yo no entendía nada, nunca habló de viajes de ese tipo pero me rendí, ya sabes que no puedo con las discusiones y menos si hay niños delante. Unos meses más tarde, e inesperadamente, mi jefe me ofreció un proyecto de trabajo en Murcia . Me doblaban el sueldo y además la vivienda corría a cargo de la empresa. No lo pensé mucho, acepté la oferta y esa tarde corrí a decírselo a Lucía creyendo que se alegraría. En Murcia podía seguir trabajando si quería pero no fue así, no se alegró, al revés se puso como una furia. Discutimos y Lucía cogió a Sandra y se fue a casa de sus padres. Volvió al día siguiente sin la niña y comenzó a llenar maletas. Me dejaba para siempre me dijo. Me llamó egoísta entre otras cosas por quererla separar de sus padres y hacerla empezar de nuevo ahora que era plenamente feliz, que había encontrado lo que tanto había estado buscando. Como últimamente me pasaba no entendía nada, le pregunté si es que había otro en su vida pero no obtuve respuesta. Comenzamos de nuevo a discutir y la discusión subió de tono, los vecinos no debieron perder detalle de lo nuestro por lo que declararon en el juicio pero te juro Marcos que todo fue un accidente, no la empujé, palabra de honor. Lucía pasó por delante de mi con la maleta en la mano y yo quise detenerla, la sujeté del brazo, ella empezó a gritar, forcejeamos, cayó al suelo y se dio un golpe con la esquina de la mesa y empezó a sangrar por la nariz. No me dejó limpiar su sangre ni que la tocara. Se  levantó, cogió su bolso y la maleta y sangrando  se fue a la calle. Corrí detrás de ella pero ya había parado un taxi y me quedé clavado en la acera. Al día siguiente, llamé por teléfono a casa de sus padres pero no quiso ponerse. Su padre me amenazó con denunciarme si no les dejaba en paz. Por la noche fui a esperarla al hospital, antes de que empezara su turno y la vi hablando, muy animadamente con uno de los médicos y me acerqué a ella para preguntarle si él era el otro. Se rió en mi propia cara, yo la llamé puta, ahora me arrepiento, pero se lo llamé y ella me soltó una buena bofetada y yo alcé la mano para devolvérsela pero el médico se puso por medio y entre él y otro médico me obligaron a salir del aparcamiento. Fue la última vez que vi a Lucía, un día más tarde, en la madrugada del 17 de febrero la encontraron muerta, en el aparcamiento y la policía vino a por mi. El resto es ya historia y nadie me cree. No tengo ninguna coartada para esa noche y esa madrugada. Nadie me vio regresar a las 12 de la noche a casa borracho, los vecinos no estaban y no me emborraché en ningún bar sino en el coche con una botella de coñac que compré en un supermercado. En la Casa de Campo, entre el Batán y el Lago paré el coche y allí mismo comencé a beber.  El recuerdo de Sandra hizo que no me terminara la botella entera y las nauseas que sentía también. Salí del coche y vomité y cuando se me pasó un poco regresé a casa a andando, ya sabes que mi casa no queda muy lejos y en ese estado no me atreví a volver en el coche . Al llegar a casa me metí en la cama sin desnudarme y a las once de la mañana vino la policía a por mi. Me acusaron de matar a mi esposa y mi abogado, aunque creo que me creía no pudo demostrar mi inocencia. Tenía todo en contra. Los juicios rápidos no existen pero el mío lo fue y no me extrañaría que mi suegro estuviese detrás. La sentencia se conocerá dentro de unos días pero mi abogado me ha preparado para lo peor. Y aqui estoy, jurándote una y otra vez mi inocencia y rogándote que cuando vuelvas a España vengas a visitarme. Según mi abogado tú eres el único que tendría derecho a visitarme. No me olvides, soy tu hermano , tu me conoces bien  yo no he cambiado, yo no he matado a Lucía.Un abrazo muy fuerte y tampoco olvides a madre, aunque no me reconocía cuando iba a visitarla yo no faltaba a mi cita con ella todos los domingos por la tarde.
Te quiere, tu hermano,
Pablo

-        ¿ Y qué os parece el caso? – pregunta Vallejo dejando la carta sobre la mesa.
Marcos Llorente, había llamado a la puerta del despacho de Pérea-Bonillas a las once en punto. Hora y media más tarde Marcos salía del despacho dejando a los detectives con el caso sobre la mesa. 
-        ¿Cuándo dice que recibió esta carta fechada  a finales de julio?
-        El doce de septiembre. Se encontraba en el Indico y hasta que no llegó a la isla de Java no pudo bajar a tierra. En Yacarta llamó a la vecina. Le mandó una carta desde allí a su hermano pero desconoce si la recibió. – comenta Héctor
-        ¿ Es normal que la correspondencia llegue tan tarde? – pregunta Bonilla de nuevo.
-        La correspondencia se manda a la naviera y esta la remite a los destinatarios, según ha dicho. No creo que sea difícil de comprobar ¿no?
-     Sí claro. Entiendo que crea en la inocencia de su hermano y que quiera limpiar su nombre.  A mi me parece un caso interesante pero la carta no aporta muchos datos.  – comenta Vallejo
-     Ya tenemos algunos más. Aquí está lista con los nombres de los suegros, el hospital en que trabajaba Lucía, la empresa en la que trabajaba Pablo y la dirección de la casa que compartía con su mujer y su hija. También tenemos la fecha del asesinato de Lucía, el 17 de febrero. Podemos comenzar además por la vecina, estuvo un día en la sala presenciando el juicio, el día en que declararon los vecinos.
-     Me parece bien ¿ fue ella la que le puso en contacto con Beltrán?
-     Eso ha dicho, parece que la vecina y Beltrán son primos ¿ sabías tú que ahora vivían en Canarias, Vallejo?
-    Algo oí pero la verdad es que lo olvidé por completo.  Tampoco os trae buenos recuerdos asi que quizá obvié el comentarlo por eso mismo. Del accidente de coche hace ya mucho tiempo, desde el 69 ahora ha llovido mucho y se fueron meses más tarde . Beltrán estuvo mucho tiempo en el hospital y le costó asimilar su incapacidad física para poder seguir ejerciendo en el cuerpo y aceptar una jubilación anticipada.
-    Lo sentí por él a pesar de nuestras grandes diferencias – dice Héctor –  y llamé a su mujer pero ésta me dijo que no me molestara en visitarlo y que no volviera a llamar.
-    Lo mismo que me dijo a mi. No sé que versión conocerá la buena señora pero a mi me considera un traidor por dejar el cuerpo y unirme a ti. Parece ser que nunca fuiste de su agrado Héctor.
-     Debe seguir reprochándome el que Salmerón le disparara y estuviera tan grave. Aunque en el hospital me dijo que no me guardaba rencor creo que no fue sincera. Pero volviendo al caso , tenemos que hacer un plan de trabajo.
-     Estoy de acuerdo- contesta Vallejo – yo me paso por  Moncloa para lo del expediente de la muerte de Lucía. Si trabajaba en el Clínico lo tienen que tener ellos.
-     Lo extraño de este caso es que no salió en prensa, yo al menos no lo recuerdo ¿ y vosotros?
-    Yo tampoco Bonilla pero , ahora que lo dices, Asunción si mencionó una nota de prensa que les llegó de una enfermera que apareció muerta, pero que yo sepa la revista no siguió el caso.
-     Yo me tengo que ir ahora – dice Bonilla – ya os he comentado que el director del colegio de Javier quiere hablar con nosotros y se me está haciendo tarde. Cuando termine me paso por el despacho de Gustavo para que averigüe él el nombre del abogado de oficio del caso de Pablo.
-   Entonces quedamos esta tarde en vernos después de comer ¿ de acuerdo?
-   ¿ Qué vas a hacer tú Héctor?
-    Me voy a pasar por  “A media voz”  para hablar con Julio y Asunción.  No es que este suceso fuese extraordinario pero suelen seguir los casos de asesinatos , sobre todo el de mujeres y me gustaría saber la razón de no seguirlo.

     Mientras ellos dejan el despacho, Marcos se apea del taxi que ha tomado, paga al taxista y llama a la puerta de la casa de los abuelos de su sobrina Sandra, la criada le hace esperar unos minutos y a continuación le pide que la acompañe hasta el salón donde se encuentra con el matrimonio Arroyo.
-        ¿ Se puede saber cómo se atreve a venir a nuestra casa y sin avisar? – le dice el Don Francisco Arroyo por todo saludo.
-        Siento molestarles pero me gustaría poder ver a mi sobrina. Y le recuerdo que no vengo sin avisar, ya se lo dije el domingo cuando llamé que iba a venir hoy.
-         Y yo ya le dije que su visita era innecesaria, No tenemos nada que hablar con el hermano del asesino de nuestra hija y tampoco tiene usted derecho a visitarla. Nosotros somos sus abuelos y sus tutores.
-        Y yo soy su padrino y creo que sí tengo derecho a visitarla.
-        ¡Menudo padrino  que nunca la visita y siempre está fuera! –dice la señora de Arroyo
-        Siempre la he visitado cuando estaba en tierra, siempre la he mandado un regalo por su cumpleaños y mi profesión es tan respetable como la de su marido.
-        No se compare usted con mi marido, él es militar de carrera y usted un simple marino mercante ¡faltaría más! Y ahora salga de aquí inmediatamente - vuelve a intervenir la sra. Arroyo llamando a la criada para que le acompañe a la puerta.
De regreso a su casa Marcos recuerda lo que dijo el detective Bonilla sobre un abogado que trabaja con ellos, quizá le pueda asesorar también de los derechos que tiene con respecto a su sobrina. Pablo le había dicho una vez que, en caso de pasarles a ellos algo, él tendría que velar por los derechos de Sandra pero no recuerda que firmaran ningún documento. La niña tiene ahora 9 años y el lleva en el barco dos años y en estos meses no la ha visto, eso es verdad. Cuando vivía en Madrid y él era un hombre feliz o al menos asi lo creía, como profesor de educación física,  veía a Sandra casi todos los fines de semana. Los sábados solían comer en casa de su madre y los domingos lo pasaban con los abuelos maternos. Nada hacía presagiar que las cosas fueran a cambiar de golpe para él y menos aún que su hermano atravesase por una crisis matrimonial o algo así. No sabía nada, la última vez que habló con su hermano por teléfono fue por la enfermedad de su madre que se había presentado de repente, al poco tiempo de embarcarse y en parte se sintió responsable. Su madre se llevó un gran disgusto, no quería que siguiese los pasos de su abuelo.
-        Me crié casi sin padre, apenas lo veía , vi como mi madre sufría la ausencia de su marido en silencio y ahora tengo que ver como mi hijo pequeño se va de mi lado  por culpa del mar y Dios sabe cuando lo voy a poder a ver. ¿ Por qué ahora? ¿ No eres feliz en tu trabajo?
Le dijo su madre el día en el que llegó la carta con la fecha de partida. De nada sirvieron sus argumentos, su madre no quería escuchar razones y él las tenía. Por un lado siempre le había tirado el mar, se lamentaba de vivir en Madrid por eso, por no poder ver el mar y de pequeño se pasaba el año esperando las ansiadas vacaciones de verano para poder ir a Galicia. Sus padres eran de Noya y allí tenían mucha familia.  Por otro lado su vida laborar se había complicado demasiado últimamente. La relación secreta que mantenía con la profesora de geografía no podía terminar bien. En el colegio ya se empezaba a cuchichear sobre ellos y como ella estaba casada lo mejor era cambiar de aire, de dar un giro de 360 grados. Un buen día, a punto de comenzar las vacaciones de Semana Santa dejó el colegio, dejó las clases y tomó un tren a La Coruña y en Noya habló con un amigo de la infancia que trabajaba para una Naviera . Conversaciones, pruebas y vuelta a Madrid a esperar la carta, la confirmación y la confesión a su madre, a su hermano y a su cuñada. Curioso que fuera ella la única en entenderle y Sandra empezó a pedirle regalos de los diferentes puertos del mundo. Y a los tres meses de navegar llegó el cable de su hermano sobre su madre. Afortunadamente estaban en puerto y pudo bajar a tierra a llamarle. Su madre había comenzado a perder la memoria, a dejarse el gas abierto, a salir a la calle con el camisón y algunas cuantas cosas más. Tres meses más tarde las cosas empeoraron y decidieron internarla. Su hermano nunca le acusó de nada pero el siempre ha tenido la sensación que su marcha precipitó los primeros síntomas de demencia a pesar de encontrarse físicamente bien a sus 65 años. Recordando ha ido haciendo el camino andando y al llegar a su casa se encuentra con la vecina que viene de la compra y le pregunta.
-        ¿Han aceptado el caso?
-        Sí, ahora se lo cuento –contesta Marcos tomando la cesta de la compra y entrando con la mujer en su casa.

 En un restaurante,  no muy lejos del edificio dónde se encuentra la revista A media voz, Asunción, Héctor y Julio comen juntos y la conversación gira sobre el nuevo caso.  Julio si lo conoce aunque la revista, en efecto, no lo siguiera por ser un juicio a puertas cerradas, un juicio rápido con un acusado claramente culpable de haber cometido el crimen de su esposa por celos infundados. Héctor tenía algunas preguntas que hacerle pero la llegada de uno de los camareros, advirtiendo que Julio tenía una llamada,  no da lugar a realizarlas.  Julio se va sin tomar el café  y  mientras Asun se termina el suyo le dice a Héctor.
-        Matilde me ha llamado esta mañana. El director del colegio les quería ver inmediatamente y me ha preguntado si nosotros habíamos recibido una llamada también.
-        Eso mismo me ha dicho Bonilla esta mañana y a estas horas estarán ya hablando con el director. No creas que no me ha extrañado, normalmente se meten los dos en los mismos líos 
-        Me estoy temiendo que tiene algo que ver con lo que está pasando entre Matilde y Boni.
-        ¿Por qué lo dices?
-        Hace unos días María me dijo que Javier les preguntó si nosotros dejábamos de hablarnos cuando estábamos solos. María les dijo que siempre nos oía hablar cuando estábamos a solas desde su habitación y que otras veces los silencios eran debidos a los besos y Javier se echó a reír y no dijo nada más.
-        ¿Y por qué no me los has dicho antes?
-        Me acabo de acordar. María me ha llamado para preguntar si podía quedarse a comer con Clara y Suzanne en el VIP de Velázquez . Yo le he comentado la llamada de Matilde y entonces me lo ha dicho de nuevo. Ella no le dio mucha importancia pero ahora a lo mejor la tiene.
-        Pues tiene que ser algo de eso, sin duda. Quizá haya pinchado en los estudios o esté distraído en la clase.  No sabes cuanto te agradezco que me leyeses la cartilla recién salido del hospital y de que seas tan directa. Me ayudaste muchísimo y María también. Sin vosotras no hubiera podido sobrellevar ese maldito fin de semana. ¿Sabes que te quiero , verdad?
-        ¿ Sabes que no tienes que estar diciéndolo cada día pero que me encanta oírlo? – contesta Asunción levantándose ya de la mesa dándole un beso a su marido- Te dejo cariño, tengo una entrevista y no puedo llegar tarde.
-        Yo también me voy al despacho. Hasta luego mi amor – dice Héctor dejando sobre la mesa el importe de la cuenta.






2 comentarios:

  1. Que interesante...!!! Un aparente crimen pasional pero que seguro que encierra muchas intrigas. Seguro que nuestros detectives podrán esclarecer todo lo que pasó... me gusta no, lo siguiente. .. me encanta la complicidad siempre palpable de Héctor y Asun y me da penilla Javier por sus padres y lo que están pasando. .. aunque seguro que saldrán reforzados de la crisis... enhorabuena wapa por seguir haciéndonos disfrutar con tus relatos...

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  2. Rosa, seguro que no tienes contacto con los guionistas ??? esa coincidencia por una crisis entre Bonilla y Matilde..... es algo sospechosa!! jeje .... bueno, espero que tanto aquí en tu relato como en la serie se solucione pronto esa crisis de matrimonio...y en cuanto a la intriga del relato, eso de posiblemente ser un crimen pasional.... interesate, interesante esta el tema!! la complicidad de la parjita como siempre destacando , lo que hace de tus relatos una autentica delicia, gracias por el guapa!!

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