domingo, 14 de noviembre de 2010

Madrid, mayo del 68 Capítulos IX y X

Capítulo IX


La feria de San Isidro sigue llenando la plaza de las Ventas, desde lejos se oyen los olés y alguien comenta que en ese momento está Paco Camino toreando pero Montse y Pedro no prestan mucha atención. Han quedado aquí con Miguel y unos compañeros para ir al almacén, donde el grupo de música del chico de económicas ensaya y allí se encontrarán con Carlos y Patricia. Tienen que coger la camioneta a Vicálvaro que sale de Ventas y mientras esperan comentan la reunión que van a tener.

.- ¿ Crees que hacemos bien Pedro?- pregunta Montse

.- ¿ Qué pasa? ¿Desconfias del periodista? Creía que ya lo habíamos hablado.

.- Sí, ya lo sé. Lo hemos comentado y estoy de acuerdo, pero no sabemos nada de él. No sabemos ni el nombre de la revista o diario para el que escribe. ¿ Tú has leído algo de él?

- No, no he leído nada. Escribe para una revista quincenal chilena, parecida a la revista de Occidente y me ha dicho que llevará ejemplares para que la veamos antes de empezar. Puedes estar tranquila, hay algo en él que me dice que es de fiar y además es amigo de la profesora de Cristina y ella es una persona muy seria. No va utilizar nuestros nombres si no queremos, tampoco nos van a hacer fotos ¿más tranquila?

.- Mi nombre desde luego lo puede olvidar, tengo que andarme con mucho cuidado y después del otro día aún más.

- ¿Qué te pasaría si vuelves a comprometer el buen nombre de tu familia?

- Sinceramente no lo sé, pero estuvieron a punto de meterme interna en una escuela en Suiza cuando lo de Bruselas.

- !Menos mal que no lo hicieron! Me hubiera quedado sin conocerte.

- Y yo a ti ...y sin tener una dirección para recibir las cartas de Lidia- dice riendo Montse.

- Eso, las cartas de Lidia. Menuda trola que le metí a mi madre; la pobre sigue sin entender como me escribo con una chica belga en francés cuando el francés nunca me ha gustado.

- !Mira!- dice Montse- ahí viene Miguel con Manuel y Santiago, Si nos damos prisa podemos coger la camioneta, todavía está en la parada.

Al llegar a Vicálvaro, se bajan en la primera parada y andan unos metros hasta el almacén. Patricia y Carlos acaban de llegar y entran juntos en el local donde se encuentran el resto de los asistentes.
El sol todavía entra por las claraboyas y del techo cuelgan unas cuantas bombillas. Al fondo de la nave se ven guitarras eléctricas y una bateria. Encima de una mesita hay un tocadisco y unos cuantos elepés descansa sobre una silla cerca de una destartalada nevera. En el centro hay una mesa grande y sobre la mesa botellas de refrescos y algunos vasos. Los estudiantes han pensado en todo, piensa Carlos y tras saludar a los que no conoce saca de su cartera unos cuantos ejemplares de una revista y un diario con artículos de él y de Patricia. Carlos pregunta si les importa que utilicen el magnetofón, de esa forma ellos mismo pueden volver a escucharse y suprimir lo que no les parezca editable. Los chicos se miran entre sí y les parece una buena idea.
Tras cambiar la mesa de sitio para que el magnetofón se pueda enchufar se sientan todos a ella. El grupo está formado por 3 chicas y 6 chicos. Montse y Clara estudian derecho y Julia medicina. De los chicos hay dos que estudian económicas y el resto derecho como Pedro.

Carlos empieza la entrevista, aprovechando que están en el local en el que ensaya un grupo de música, preguntándoles por la clase de música que les gusta y esta primera pregunta les lleva al concierto de Raimon, a los que cantan a los poetas prohibidos y a gente como Joan Baez o Bob Dylan.
La guerra de Vietnan y las revueltas en Francia salen a la palestra asi como la primavera de Praga.Lo hacen con timidez y muy por encima pero Patricia y Carlos intuyen que el tema político les interesa bastante.

Miguel confiesa que su familia es poco amiga del regimen pero su padre nunca estuvo afiliado a ningún partido. Está pensando en asistir a la reunión que el sindicato democrático de estudiantes de Madrid está preparando, aunque dice::

- Eso no lo escribas por favor.

- No lo haré Miguel, te lo prometo. No pienso utilizar vuestros nombres verdaderos ni citaros y además os dejaré leer lo que he escrito antes de enviarlo, no quiero causaros problemas.

Al oir a Miguel, Pedro dice que él también está pensando en acompañarle y Patricia le pregunta si puede contar sus razones.

- Creo que se lo debo a mi padre. Su muerte me ha dado mucho que pensar. Aunque le duela a mi madre no estoy de acuerdo con ella. No puedo hacer responsable al amigo de mi padre cuya salida ilegalmente de España provocó su detención. Mi padre sabía a lo que se exponía, estoy seguro. Ayudó a su amigo aunque no compartiese sus ideas porque lo creía justo y en un país libre mi padre no hubiera sido detenido y menos aún golpeado salvajemente durante un interrogatorio. El sistema que tenemos es el responsable y no la acción de un militante.

Montse se mantiene bastante distante y Carlos le pregunta directamente si quiere contar algo sobre su detención.

- No hay nada que contar. Me caí, me dieron un golpe en la cabeza y me llevaron a comisaría.
Tuve suerte de topar con un comisario que no era un hueso y me dejó en libertad. ¿ tú sabes que mi tío es guardia civil ¿ verdad?

- Algo he oído y no quiero causarte problemas, repito que no es nuestra intención el causaros a ninguno de vosotros problemas pero..¿cómo eres tú tan rebelde viniendo del nido que vienes?, si no quieres no respondas.

- No debería, no, pero lo voy a hacer. Conocí una chica en Bruselas, nos hicimos muy amigas y resultó ser la hija de unos rojos y no encontré en ella nada anormal. Reíamos por las mismas cosas y nos gustaban los mismos libros. Su padre era catedrático en Barcelona y ahora trabaja como profesor de español en un colegio de enseñanza media y hace traducciones. Con Lidia, así se llama mi amiga, y su familia aprendí a ver la historia con otros ojos, a ver los dos lados de la medalla y no me parecía lógico que ellos tuvieran que vivir fueran de España y que sus nombres estuviesen en la lista negra y que al abuelo de mi amiga le denegasen el pasaporte. Eso me hizo cambiar. Ahora ya lo sabes, confío en que no escribas nada de esto.

- No lo haré, lo prometo y gracias por tu confesión.

La tarde pasó volando y cuando salieron para coger la camioneta de regreso a Madrid empezaba ya a anochecer. Carlos y Patricia se ofrecen a llevar las chicas en el coche y los chicos deciden quedarse entonces un poco más charlando en el local. Se despiden quedando Carlos en avisarles para que den el visto bueno a lo escrito y en silencio regresan por la avenida de Daroca dirección Ventas donde las chicas tomarán el metro.



Capítulo X


A muchos kilómetros de distancia y en una ciudad a orillas del Golfo de Tailandia se encuentra una fotógrafa española recién llegada de Vietnan. En un hotel de Bangkok espera la conferencia que ha pedido con Madrid. Está cansada del duro viaje, salida de Ho Chi Minh y vía Candboya llegada a Bangkok; dos días de viaje que ha recorrido  junto con otros periodistas que han tenido que abandonar Vietnan.
Después de la ofensiva del Têt por parte del Vient Cong, a principio de año, las cosas se han puesto muy difíciles y los americanos no quieren mucha prensa cerca; muchas agencias están reemplazando a sus corresponsales y Sandra, embarazada de casi 3 meses decide volver a casa. Ramón, su marido, se reunirá con ella dentro de una semana en esta misma ciudad y dentro de dos semanas podrán volar juntos a París y desde allí a Madrid.

Mientras espera la comunicación intenta dormir un poco y difuminar con el solo hecho de cerrar los ojos, las últimas semanas que ha vivido en Vietnan. Sus fotos han captado el horror que han vivido desde enero de este año y sabe que lo peor esta aún por venir.Su mente le pide que tome distancia, que en ella hay otra vida inocente que ahora debe proteger y para ello debe comenzar por protegerse ella misma, ponerse a salvo de las líneas de combate y asimilar sin torturarse todo lo que ha visto. No está dispuesta a olvidar pues sería negar la muerte de tantos inocentes en una guerra de guerrillas en la que la razón de uno se confunde con la del otro y sus muertos no saben ni por quién mueren.

Recuerda lo que su padre le ha contado sobre la guerra civil española, los libros que ha leído sobre ella, escritos en francés porque en los libros de historia de España  hay un salto temporal a la segunda guerra mundial y “” san se acabó ‘’- se dice Sandra, para continuar pensando en voz alta”” ¿Pasará lo mismo en Vietnan?, ¿tendrán las generaciones futuras tanta desinformación como se tiene en España de nuestra propia guerra?, ¿Habrá un Vietnan unificado y se perdonarán los unos a los otros?...””

Justo en ese momento suena el teléfono y le comunican que ya puede hablar con Madrid.

- ¿Papá? -dice Sandra
-
 Sí, Sandrá soy yo..!Qué alegría oirte! ¿ Estás bien, hija? ¿ Qué haces en Bangokok?

.- Estoy bien, muy bien papá. Vuelvo a casa dentro de dos semanas y por eso llamo. Voy a esperar a que venga Ramón, no ha podido salir conmigo pero la próxima semana ya estará aquí. ¿ Cómo estáis? ¿ Está mamá cerca para hablar también con ella?

.- Estamos bien, cariño. Mamá está pasando unos día en el estudio, tenía que terminar unas cosas y quería privacidad, ya la conoces ¿verdad? En cuanto termine de hablar contigo le diré que has llamado. Se va a alegrar mucho.

.- Sí, la conozco bien, seguro que tiene una de sus rachas personales y sólo el estudio le da la calma para trabajar. Díle que intentaré llamarla mañana sobre las 4 de la tarde, hora española. Siento haberte despertado tan temprano.

. - Por eso no te preocupes Sandra, ya sabes que puedes despertarme cuando quieras y más si es para darme una alegría. Se lo diré a mamá sin falta. ¿qué tal vas con el embarazo?

.- Bien, hasta ahora voy bien, apenas he engordado y pasado mañana voy a ir al médico de la colonia europea que hay cerca del hotel, según me han informado. Dicen que es inglés y que casi todas las europeas acuden a él cuando están embarazadas. Ya os informaré, no te preocupes por eso. Un beso muy grande y no olvides darle el recado a mamá.

.- Un beso, mi amor y no lo olvidaré. Cuídate.

.- Lo hago papá y que tengas un buen día en la Universidad. Hasta pronto.

Sandra cuelga el teléfono con tristeza, le hubiera gustado haber hablado con los dos pero no ha podido ser. “” ¿ Qué le pasará ahora a mi madre?-se pregunta Sandra.
 No ha querido preguntar porque desde niña se acostumbró a respetar la privacidad de su madre. “” tu madre necesita espacio propio de vez en cuando””- le decía su padre cuando su madre se quedaba en Argüelles.
Sandra recuerda el día en que su madre le habló de su amigo fusilado y de las pesadillas que tenía imaginándose su cuerpo en una fosa oculta y anónima; cuando esto pasaba su madre se quedaba sola con su dolor en el estudio y después volvía a casa con su sonrisa mágica y más activa que nunca.
Aunque no llega a entender el nexo de unión que existió entre Carlos y su madre, debió ser grande pues hasta su padre trata el tema con mucho cuidado. Lo único que sabía de seguro, porque asi se lo había dicho su padre también es que Carlos se la jugó por España. Mañana intentará hablar con ella y quizá le cuente que le pasa aunque no cree que por teléfono entre en detalles.


Al mismo tiempo, en una calle de Embajadores, en Madrid, Carlos se despierta y aún soñoliento se incorpora en la cama, coje el sobre que reposa en la mesilla y que ayer le entregaron en la agencia. Parte de lo que quería saber se encuentra ahí dentro y anoche se quedó dormido imaginádose las idas y venidas de la autora de las fotos.


Carmen lee los nuevos capítulos de la  novela de Beatiz y recuerda la conversación que tuvo con Serafín hace unos pocos meses. Hacía poco que se conocían cuando le oyó hablar de sus propios reportajes de guerra, le oyó comentar lo de Tran Bang y  la famosa foto de la niña corriendo desnuda junto a otros niños por la carretera. “”Todos los fotágrafos de guerra,- dijo entonces-, tuvimos un poco de envidia profesional por esa foto””. Recuerda que Serafín le comentó además que el impacto de esa foto fue tan grande que el rechazo social a la guerra de Vietnan creció en todo el mundo. Beatriz le escuchaba aquella noche como hipnotizada  y seguro que pensó en él al darle una profesión a Sandra.


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