domingo, 7 de noviembre de 2010

Madrid, mayo del 68 Capítulos VII y VIII

Capítulo VII




Patricia y Carlos pasan la mañana del domingo en un chalet cerca de Somosierra junto a otros compañeros del partido, pero apenas tienen tiempo de contemplar la belleza del campo en primavera; han venido a trabajar, a estudiar expedientes, a repasar las agendas con sus cometidos y los informes sindicales. Las noticias son buenas, el movimiento obrero en España está creciendo y la postura de los obreros en Francia es un estimulante muy significativo.

El movimiento estudiantil y sus actividades están también progresando pero se necesita más jóvenes y Carlos, junto con Patricia, están en ello.
En teoría hay muchos candidatos pero hay que estudiar primero su pasado y aún así saben que se exponen a admitir topos, por eso,  todas las precauciones son pocas.
Sobre la mesa del salón-comedor hay varias carpetas, entre ellas se encuentran los expedientes abiertos a Pedro; a Miguel, el amigo de Pedro con el tío en París y a Montse.
Carlos y Patricia los leen con detenimiento y quedan sastifechos y hasta sorprendidos.

Miguel no había mentido, su tío ya pertenecía al partido cuando vivía en Madrid y ahora es un enlace sindical muy valorado en Francia, reside en un suburbio de París.
Carlos apunta: debe andarse con cuidado, puede meter a su familia en un buen lío si no se modera en público.

El informe de Pedro revela una niñez claramente marcada por la pérdida de su padre y el traslado a Madrid.  El abuelo materno de Pedro era monárquico y abogado de renombre en la España de antes de la guerra. Su única hija, enfermera por vocación, dejaría Madrid para irse con su marido, también abogado, a una capital de Castilla La Vieja.
Cuando el mejor amigo del padre de Pedro es detenido, por ayudar a las mujeres de los mineros en huelga, este le presta asistencia jurídica y consigue que pueda esperar su juicio fuera de la cárcel. Meses más tarde cruza la frontera francesa y al poco tiempo la guardia civil detiene al padre de Pedro. A los dos días de su detención, fallece durante el interrogatorio y en su partida de defunción consta un paro cardíaco debido a una dolencia que ya padecía. Según el médico familiar que pudo recoger el cuerpo, el paro cardíaco fue producido a consecuencia de la cruel paliza que le dieron. Su madre se traslada a Madrid con Pedro, que por aquel entonces tiene 10 años y con su hermana Cristina de 7; viven con su abuelo hasta la muerte de éste y ella vuelve a trabajar como enfermera.
Carlos anota: posible candidato.

El informe de Montse es escueto pero interesante. Su padre, diplomático de carrera, es nombrado agregado cultural a principios de los 60. Bruselas fue su último puesto en Europa. Su traslado a un país asiático tiene que ver con el comportamiento de su hija.
Montse protagonizó un incidente muy penosos para su padre y el embajador. Entabló amistad con una joven de origen español, hija de exiliados comunistas y apoyó una manifestación que la colonia española en el exilio organizó ante la embajada en Bruselas. Montse estaba en primera fila exigiendo la libertad de varios presos políticos. Asistió a varias reuniones de las juventudes comunistas y formó un grupo protesta que cantaba las canciones de Paco Ibañez.
Montse creció en Barcelona y a los 10 años acompañó a sus padres a la primera embajada. Después del incidente la mandaron de nuevo a Barcelona con su abuela y su tío. Al trasladarse el tío a Madrid la joven se traslada con ellos.
El tío de Montse es muy respetado dentro del cuerpo y tiene fama de duro. Compañero de estudios de dos gobernadores. Poco más hay sobre él.
Carlos anota: posible peligro.



Después de comer abandonan todos el chalet y se dirigen a Madrid. Mientras Patricia conduce el 600 por la carretera de Burgos, Carlos le cuenta el breve encuentro que tuvo con Pedro sobre la entrevista. Dos amigos más , además de Miguel y una amiga de Montse quieren participar; uno de los amigos tiene un grupo de música y el local en el que ensayan, un viejo almacén, podría utilizarse para realizar la entrevista. Los vecinos están acostumbrados a ver entrar y salir jóvenes del almacén y allí se sentirán todos más en su ambiente.
A Patricia le parece buena idea y anima a Carlos a llamar a Pedro y quedar para el próximo martes, a ella le vendría bien pues tiene la tarde libre.
Antes de entrar en Madrid paran a tomar un café y a repostar gasolina. Carlos aprovecha la parada para llamar a Pedro y pedirle que confirme si a todos les viene bien el día escogido y si el local estaría libre.

- ¿ Qué ha dicho?, pregunta Patricia mientras echa azucarillos en su café.

- He tenido suerte. Le he pillado justo en el momento que salía para reunirse con sus amigos. A los de Derecho les puede venir bien, me ha dicho, pero a los de Económicas no lo sabe; por el local no hay problema y me llamará más tarde a la agencia para confirmarlo.

- Muy bien, me lo comunicas en cuanto lo sepas...¿ necesitas el manegtofón? Lo digo porque hay que comprar una cinta nueva.

- Sí, si les parece bien quisiera grabarlo para poder transcribir la entrevista mejor. Encárgate tu de ello, ¿de acuerdo?....¿ te importa dejarme en la agencia? tengo que terminar algunas cosas

- No, no me importa.


Una vez en la agencia Carlos entra en el archivo y comienza a buscar todos los artículos que hay sobre Vietnan, inmediatamente después marca un número de teléfono y pide información sobre el periodista Cortijo Saenz y su mujer. Su búsqueda personal ha comenzado y aunque desconoce lo que va a hacer con los datos que obtenga, sabe que debe hacerlo.





Capítulo VIII


Agustín está de pie junto a la ventana del comedor, hace poco que ha comido, solo como ayer, y como lo viene haciendo los últimos días.
Al día siguiente del recital de Raimon, Amanda le planteó el separarse por unos días.
La conversación con Carlos había despertado demasiados recuerdos y momentos en ella, momentos que había guardado en algún lugar de su memoria, en una caja olvidada en el rincón más oculto pero que ahora salían de nuevo a la luz con fuerza y determinación y directa, como era ella, le pidió espacio y tiempo para pensar y tras coger algo de ropa, le dedicó una de sus sonrisas más irresistible, le dio un beso en la mejilla y bajó por las escaleras con rumbo a su estudio en Argüelles.
Agustín se quedó un rato en la puerta y tras dudar un poco la cerró, se preparó el desayuno y se fue para sus clases. Hoy es domingo y Amanda sigue sin venir , sólo hablan por teléfono pero ella prefiere que no la llame.
Agustín sale a la terraza, él que no fuma ha comprado cigarrillos al mismo tiempo que la prensa dominical, él que siempre lee la prensa mientras se toma su primer café  sale a fumarse un cigarrillo en la terraza con la taza de café en la mano.
El sol le ciega por un instante pero su mente es muy consciente del momento que vive, casi a tientas busca la silla que ha sacado del comedor, los muebles de la terraza están aún en el trastero donde Amanda los había guardado,  y se sienta en ella con el cigarrilo entre los dedos . Echa la silla para atrás apoyándola contra la pared y los pies los reposa en un macetero, cierra los ojos y recuerda varios momentos emblemáticos desde el día en que vieron a Carlos por última vez antes de su resurrección.
Aunque le duela es sincero consigo mismo y sabe, porque siempre lo ha sabido que Amanda nunca olvidó lo vivido con Carlos, que nunca ha pretendido engañarlo con un amor que no sentía o una pasión fingida.

Todos estos años, que han pasado tan rápido, han dejado entrañables  recuerdos; han sido años maravillosos, han formado una familia feliz, armoniosa, abierta y comprometedora con los problemas sociales y la lucha por los derechos de la mujer.
Él era  y es muy feliz con ella y con Sandra. El cariño de la niña suplió con creces la falta de amor de su madre por él y a través de ella surgió, sin buscarlo ni hablarlo, una complicidad entre ellos dos, entre él y Amanda. Sandra era el eje entorno al cual giró y gira su matrimonio,  Derecho, el nexo de unión laboral y Carlos, aunque los ojos de Sandra miran por él, un pasado enterrado en el baúl de los recuerdos.

Sandra se había hecho adulta, se había casado y estaba lejos pero ellos seguían unidos, conviviendo en la misma casa, comentando las cosas que pasan en el mundo con la misma pasión de siempre y juntos leen las cartas de Sandra, que llegan desde las partes más alejadas del mundo, ahora desde Vietnan.
Agustín está convencido de que la única oportunidad que tiene para retener a su mujer, pasa por esta separación temporal; ella debe ser libre, esta vez tiene que serlo para tomar la decisión que años pasados tomaron por ella. No culpa a Carlos de nada , esperará a Amanda el tiempo que ella crea conveniente, está convencido que volverá con él,  pero Sandra es un tema diferente y por ella si que está dispuesto a luchar hasta el final.


En el barrio de Argüelles está Amanda poniendo en orden su pequeño estudio. Hoy domingo tiene ganas y tiempo para hacerlo. Este estudio siempre la aportó una paz interior que la ayudó a tomar sus mejores decisiones. Aquí abrió su primer despacho y desde aquí ha recurrido varias resoluciones con éxito; aquí escribió sus apelaciones con la foto de sus padres sobre la mesa y ellos han sido mudos testigos de su tenacidad y abnegación para lograr lo que parecía imposible.
Sus defendidas, casi siempre mujeres, obreras en ocasiones, estudiantes y hasta chicas de servicio han encontrado en ella a una abogada comprometida con los derechos de la mujer en el ámbito laboral, estudiantil y en asuntos familiares. Las leyes , contrarias a las mujeres, dejan poco espacio de maniobra pero su experiencia es positiva. Se puede luchar con lo poco que se tiene, se abre camino con cada batalla ganada y cada éxito, por pequeño que sea, escribe jurisprudencia, es un paso adelante en la buena dirección y refuerza la esperanza de saludar a la democracia que un día volverá.

“Las cosas- piensa Amanda-  están empezando a cambiar, los acontecimientos están obligando, al menos en Francia, a ver la sociedad con otras miras; los estudiantes en España están empezando a perder el miedo y a cantar a la generación del 27. Yo también tengo que mirar ahora al presente sin miedo y poner en orden mis sentimientos.
Sandra no debe saber nada todavía, tampoco le extrañará oir que estoy en el estudio, me he quedado varias veces cuando el trabajo lo pedía, pero ahora no; bastante tiene con el trabajo que están desarrollando en Vietnan y  los peligros que trae consigo el cubrir la guerra, una guerra que se les ha ido de las mano a los americanos, una guerra que cada vez causa más pérdidas en ambos lados, en civiles y en soldados; soldados jóvenes en su mayoría, obligados a luchar en una guerra que no es la suya.
No, definitivamente, no, es el peor momento para preocuparla, ya habrá tiempo cuando regrese dentro de unos meses debido a su embarazo, aunque espero que para entonces mis sentimientos hayan encontrado el camino y la decisión tomada sea también aprobada por mi cabeza. No va a ser fácil pero no puedo dar marcha atrás. Esta vez ni Agustín ni Carlos van decidir por mi”.

En el hotelito del Viso también están desayunando y comentando la fiesta hippy de la noche pasada y que fue todo un éxito. Vinieron varios amigos de ahora y más gente de la genración de Leonor y Serafín. Se rayaron muchos discos, se recordó el festival de Woodstock en las voces de Melanie, Joan Baez y de tantos otros entre ellos Santana. Fue en agosto del 69 pero sigue siendo el mejor festival de la historia de los festivales, dijo Serafín aunque en España no tuviera tanta repercusión.
Mario aportó sus recuerdos y la preocupación de su padre cada vez que le llegaba la orden de mandar a su gente a la universidad.
Carmen y Leonor le recordaron a Beatriz que les faltaban capítulos por leer de su novela y ella prometió dejárselo leer muy pronto....

1 comentario:

  1. Muy bien Rodas! ME ha gustado mucho, aunque lógicamente, tratas de distinta manera que yo la pareja "Amanda-Agutín" :)
    Espero que entre el comentario. No entiendo el ¿holandes? no sé a qué tecla le doy.

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