domingo, 6 de octubre de 2013

La vuelta a casa. Capítulo 8



¿ Por qué no para de comunicar el teléfono y por qué no me llamó anoche? ¿Habrá pasado algo? se pregunta Vallejo mientras se toma el segundo café de la mañana y cansado ya de esperar, decide comerse una de las ensaimadas rellenas de cabello de ángel, que de camino al despacho compró en la panadería de la calle de Santa Engracia. Normalmente es Héctor quien se encarga de abrirlo en ausencia de Bonilla pero esta mañana se lo ha encontrado cerrado, ha tenido que abrirlo él y  ha preparado el café pensando “en unos minutos llegará Héctor”  pero los minutos dieron paso a una hora de espera y a las diez de la mañana sigue estando solo. En casa de Perea el teléfono no ha dejado de comunicar y eso le extraña. Encima de su mesa reposan las notas que anoche le diera Marcos cuando acudió a su llamada a casa de la vecina. En realidad son dos páginas que parecen querer ser el principio de un diario pero sin fecha, escritas apresuradamente, desvelando en parte aunque de forma muy enigmática,  la razón de Lucía para querer hacer el turno de noche. Lo que ella no podía sospechar es que llegaría a ser testigo de un hecho aislado que posteriormente relacionaría con la muerte de Bronny . El escrito termina abruptamente, como si alguien la interrumpiera pero dando a entender que no se callaría, pruebas o no pruebas . Vallejo vuelve a servirse otro café, el tercero ya y marca de nuevo el número de su amigo. Está deseando oír el informe de Asunción y compartir con ellos las notas de Lucía pero el teléfono sigue comunicando.  Lo que Vallejo no sabes es que  María y Suzanne son las primeras en despertarse esa mañana y aunque ellas tampoco han dormido mucho,  ya que estuvieron hablando hasta bien tarde, se levantan sin problemas y entre las dos preparan el desayuno para Javier y Daniel, a quienes María les pide que no armen mucho ruído además de descolgar el teléfono para que sus padres puedan descansar sin sobresaltos. Serán pasadas las diez y media cuando un  Héctor aún medio dormido se dé cuenta de la hora que es y se levante. En la cocina recuerda lo que Asunción le dijera nada más sentarse a su lado en el coche cuando fue a buscarla “Abrázame fuerte” y estuvieron abrazados en silencio durante unos segundos . “ Llévame a casa” fue lo siguiente que dijo y entonces le dio un beso, volvió a sonreír y le preguntó por la cena y las hamburguesas. Ya en casa y en la cama, entre sus brazos de nuevo, le contó la sensación que había tenido cuando el doctor Laredo le mandó sentarse en una silla cuando Rosario nombró a Lucía.

     " Sentada en esa silla llegué a la misma conclusión que ella. Ya sabes que no puedo dormir sin ti y no sé si me hubiera acostumbrado a tus guardias, si hubieses seguido siendo comisario. Laura me dijo que ella nunca se acostumbró y por eso me parece raro que una mujer , enamorada de su marido,  prefiera pasar 4  noches a la semana en una sala de urgencia en lugar de una vez a la semana " comentó Asunción antes de que quedarse dormida y Héctor la dejó dormir y ahora, dejando la bandeja sobre la mesilla, se sienta al lado de su mujer, la despierta suavemente con pequeños besitos en la frente y sonríe al ver como ella abre los ojos perezosa, murmura un buenos días y pregunta estirándose.

-        ¿ Qué hora es?
-        Casi las once de la mañana. Siéntate que te he traído el desayuno - contesta su marido colocando su propia almohada en la cabecera para que se encuentre más cómoda y sobre sus rodillas la bandeja
-        Ya me arreglo yo solita cariño, anda mira a ver quien es – dice Asunción al oír el timbre de la puerta que suena como si se hubiese quedado atascado.

Perea deja a su mujer desayunando y molesto por la insistencia del timbre grita.

-        ¡Ya va! ¿ dónde está el fuego
-        Abre de una vez y verás el fuego, joder – contesta Vallejo enfadado ante la tardanza en abrir y por el paseito que ha tenido que hacerse, bajo una lluvia fina sin tregua , que le ha calado hasta en los huesos, en vista de que no había forma de comunicarse con la familia Perea ni con la madre de Asunción.

Cuando Héctor abre la puerta su amigo entra como un toro, se quita el abrigo mojado, lo cuelga en el perchero y sin decir nada va derecho al salón seguido por Héctor que no entiende nada.

-        Vallejo ¿ Qué sucede?
-        ¡Lo que me imaginaba! ¡El teléfono descolgado! ¿ Te parece bonito? – pregunta con el auricular del teléfono en la mano
-        Ni idea, es la primera noticia – contesta Héctor
-        Te creo – contesta un Vallejo más calmado al ver junto al teléfono la nota que María ha dejado

 “Papá, he descolgado el teléfono para que podáis dormir un poquito más.  No olvides llamar al tío Vallejo. Hasta luego. Un beso muy grande para ti y para mamá, María “

Media hora más tarde el humor de Vallejo comienza a cambiar. Ha rechazo el ofrecimiento de un  café y reclama algo más fuerte para contrarrestar el frío que ha pasado viniendo, desoyendo el comentario de Asunción de que es muy temprano para un coñac.

-   !Temprano! Ya es hora del almuerzo.
-        ¡Qué exagerado eres Vallejo! – exclama Asunción , sentada en el sofá, frente a Vallejo que ha elegido la butaca , sirviendo el café para su marido y para ella mientras Héctor le pone el coñac a su amigo y se lo deja en la mesita que tiene al lado.
-        Vayamos al grano que hemos perdido mucho tiempo . ¿ Cómo te fue anoche?
Asunción le pone al corriente de su experiencia en Urgencias y Vallejo se interesa por el nombre del médico que escucha.
-        ¿ Estás seguras que era el doctor Laredo?
-        Sí, claro, segurísima ¿ por qué lo dices?
-        Ahora os explico – dice sacando del bolsillo interior de su americana un sobre que deja sobre la mesita junto a su copa de coñac – Ayer tarde, cuando estaba a punto de cerrar el despacho sonó el teléfono y no era Bonilla, como me pensaba, sino Marcos para decirnos que la madre de Lucía le había dado un sobre cuyo contenido era mejor que lo viéramos cuanto antes. Como María me dijo que ya os habíais ido fui yo solito a ver a Marcos que estaba en casa de su vecina . Llevo desde ayer dándole vueltas a las dichosas hojas , sin saber como interpretarlas y bueno, juzgar por vosotros mismos – dice Vallejo sacando dos páginas del sobre dándoselas a Héctor.

“ Mi padre siempre dice que confíe en él,  que él está para pensar por mi y solucionar mis problemas. He hablado con él y me ha dicho lo de siempre que no debo pensar tanto ,que tengo demasiada imaginación  y  complico demasiado todo lo que es sencillo, que una vez más me habré equivocado, que soy experta en ello etc, etc. Esta vez sé que no es así aunque no tengo pruebas.

Hace meses que he vuelto a trabajar de enfermera y al hacerlo volví a sentir que no me había equivocado , que eso era lo que yo siempre había querido aunque a mi padre no le gustara. Pablo no puso objeción alguna, el pobre siempre me comprende aunque yo no sepa corresponderle . En eso sí que tenía mi padre parte de razón. Con Pablo era yo la que tenía la voz cantante pero eso también cansa .

Al tercer mes de trabajar, en una de las guardias que me tocó hacer, quedé deslumbrada, maravillada y aturdida ante su presencia. Nunca antes había sentido esa sensación pero supe que mientras su lugar fuera Urgencias también iba a ser el mío. Seré la enfermera fiel y eficiente y jamás conocerá como siento porque sé que ese sentimiento nunca será correspondido y aunque mis pensamientos traicionen a Pablo mi cuerpo nunca lo hará.

Recuerdo ese jueves en particular porque había discutido con Pablo,  creía que me veía con alguien y que lo traicionaba. Con el pensamiento si lo hacía pero nada más. Intenté explicárselo pero las palabras no salía de mi boca, tampoco me iba a entender y menos aún me iba a creer..”querido Pablo te sigo queriendo mucho, eres un buen padre pero la chispa que hubo alguna vez se ha extinguido. No te engaño con nadie pero si estoy enamorada de nuevo  y no de ti pero mi amor es platónico, me conformo con estar cerca y el resto lo dejo a mi imaginación.”’ Imposible, no podía decirle eso pero era la verdad. Cuando hacíamos el amor , a ratos perdidos en la mañana, mi imaginación volaba sola, eran otras manos y otros besos los que me excitaban y él se calmaba durante unos días, dejaba de darme  la lata con el trabajo nocturno pero ese jueves fue diferente. Se enfadó tanto que llegó a prohibirme el ir a trabajar. Recuerdo que me escapé cuando le estaba leyendo un cuento a Sandra,iba tarde pero iba y la decisión ya estaba tomada. Me iba con la niña a casa de mis padres, de sus futuros planes con el nuevo trabajo no quería oír hablar. Iba tan ofuscada que al aparcar  le dí un golpe al coche del doctor Laredo .  El segundo golpe del día que se llevaba el coche. Me acerqué  para comprobar si lo había dañado mucho, el parachoques parecía no tener nada y al alzar la cabeza vi al doctor Laredo en el asiento trasero del coche, borracho o a mi me lo pareció porque al abrir la puerta y bajarse no podía caminar bien. El pareció no verme , no atinaba a cerrar el coche con llave y se fue dejando la puerta abierta. Parecía como si yo fuese invisible, como si no existiera pero estaba allí y en el asiento trasero había dos botellas vacías. Tardé en reaccionar y cuando entré en Urgencias no le vi. Me disculpé por llegar tarde pero no dije nada del incidente. Media hora más tarde entró Laredo sobrio , la noche se complicó , dos accidentes, una presunta violación y una epidemia de gripe me tuvieron muy entretenida pero pude ver como las manos de Laredo temblaban y como se tomaba unas pastillas mientras se bebía su café.

Bronny entró con síntomas de apendicitis aguda y fue una pena que el doctor Castaño no tuviera guardia esa noche, a él no se le hubiera pasado por alto, él hubiera sabido que hacer pero Laredo la dejó morir, no se atrevía a operar, esperó demasiado tiempo y fue tarde.

Mi padre no me cree pero Laredo necesita beber y cuando no lo hace le tiemblan las manos ¿ por qué nadie lo ve? ¿ por qué nadie me cree? ¿ cuántas muertes más? De esta noche no pasa, tengo que hablar con él y si no me hace caso le denuncio pruebas o no pruebas........”

-        ¿ Y? ¿ Qué me decís ahora? – pregunta Vallejo cuando Asunción deja las hojas sobre la mesa después de haberlas leído en voz alta.
-        Al doctor Laredo le temblaban las manos anoche también y se tomó algo con el café y es verdad que nadie lo ve o todos hacen la vista gorda.
-        No sé que pensar – dice Héctor – me creo que el médico tiene un problema pero dudo de que podamos averiguar  mucho. Habrá que esperar a que vuelva Bonilla quizá algunos de sus contactos nos pueda ayudar.
-        ¡Quizá! – dice Asunción levantándose para coger el teléfono  - Sí , soy yo – se le oye decir y tras una pausa agradece la llamada, anota una dirección, cuelga el teléfono y les dice -  Creo que vamos a tener suerte. Era Rosario, anoche le di una tarjeta de visita con el nombre de la revista y apunté por detrás el teléfono de casa. Fue un acto impulsivo por mi parte ya que ella no tenía mucho interés y ahora me alegro. He quedado con ella a las cinco de la tarde en una cafetería en Argüelles .
-        ¿ Te ha dicho por qué te quería ver? –pregunta Héctor.
-        No, no exactamente, ha dicho algo de disculparse por las palabras del doctor Laredo , me ha dado el nombre de la cafetería y la hora y después ha colgado.
-        ¡Qué raro! Creo que deberíamos ir contigo, sentarnos en otra mesa y observar, no me fío, me instinto me dice que hay gato encerrado – comenta Vallejo.
-        El mío también – dice Héctor.
-        El mío no y no os quiero ver por allí.  Teniendo en cuenta la hora que  es-  constata Asunción mirando su reloj -  ¿que os parece si vamos a comer al restaurante de la esquina? allí seguimos hablando pero después os vais al despacho , yo a la revista y de allí a la cafetería.
-        Tu mujer no cambia Héctor, ella decide y los demás tenemos que decir amén – comenta Vallejo cuando Asun sale del salón para retocarse el pelo .
-        Lo sé Vallejo pero la verdad es que me gusta todo en ella, cada día la amo más y aunque no es perfecta no quiero cambiarle nada.
-        Gracias amor, tu tampoco eres perfecto y por eso mismo me gustas... ¿ Nos vamos? – dice Asunción con una gran sonrisa asomando la cabeza por la puerta, con el abrigo en una mano y el bolso en la otra.






2 comentarios:

  1. Muchas gracias Rosa... en los momentos de serie en que estamos este tipo de relatos se agradecen y mucho... a ver que pasa con el doctor Laredo y esa noche de Asun en urgencias debió ser entretenida... ¡no me extraña que Héctor la echara de menos por la noche...! Me ha gustado mucho y está claro que Asun siempre lleva la voz cantante... y es eso precisamente lo que a Héctor tanto le atrae de ella...

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  2. ¡Vaya, vaya!
    Menuda pieza el doctor Laredo...
    A ver qué cuenta Rosario.
    ¡Gracias!

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