domingo, 24 de octubre de 2010

Madrid, mayo del 68. Capítulos III y IV


 



Capítulo III


- ”Es una gran oportunidad que no podemos dejar pasar si queremos ganarnos la confianza de los estudiantes. Tenemos que ir,  Carlos tiene razón, a pesar del riesgo que podamos correr si la policía rodea la facultad”,  piensa Patricia mientras baja las escalinatas del instituto sin oír lo que la profesora de filosofía le está contando.

- Perdona Nieves, estoy un poco distraída ¿qué me preguntabas?

- ¡Ni que lo digas!, yo diría nerviosa más que distraída, te has pasado la pausa mirando el reloj y no has hablado con nadie.

- No Nieves, no estoy nerviosa, estoy preocupada. Algunas de mis alumnas quieren asistir esta tarde al concierto que va a haber en la Complutense. Temo que se forme jaleo y ellas son demasiado jóvenes, no tienen experiencia en correr delante de la policía.

- ¿Te refieres al concierto de Raimon? Seguro que habrá follón, aunque no entiendo por qué quieren ir tus alumnas, al fin y al cabo el canta sólo en catalán y tu das literatura y francés, no veo la conexión.

- Y no la hay con mis clases, Nieves. Una de ellas tiene un hermano en la universidad y la novia del chico es catalana y les ha animado a ir. Bueno, ¿qué me preguntabas antes? Tengo un poco de prisa.

- ¡Ah, tienes razón!, te preguntaba que si hoy no habías quedado con ese amigo tuyo, el chileno; quizá podíamos comer juntas para intercambiar ideas sobre la exposición que la profesora de historia quiere hacer.

- Me parece muy bien, pero hoy no puede ser. ¿Podemos quedar mañana?

- Está bien pero... ¿has quedado con él si o no?

- Nieves no seas tan curiosa por favor. Sí, he quedado con él para ir a comer pero le voy a fastidiar el plan, le voy a proponer ir a la facultad a ver como está con lo del concierto y de paso vigilar a mis alumnas. ¿Te vienes?

- ¿Yo? No gracias, no estoy tan loca como tú. Deja a tus alumnas, si se meten en líos, allá ellas. ¿De verdad vas a ir?
- Quizá.

Patricia se despide de Nieves y sube a coger el metro a la glorieta. En Argüelles está Carlos esperando y desde allí van juntos a Moncloa para continuar a pie hasta la facultad donde han quedado con Pedro y sus amigos. El caminar les viene bien, pueden observar el ambiente y el movimiento de la policía mientras bajan por la avenida que lleva al campus. Un camarada les ha puesto al corriente de la trayectoria del chico que va a dar el concierto y de su canción más conocida y seguro que la más esperada por todos: ”Al vent”, al viento, en español. También les ha dicho que para muchos estudiantes esa canción representa el grito de los jóvenes a la libertad.

Amanda, sentada en una de las tribunas del aula, saluda a Carlos y Patricia que acaban de hacer su entrada y les indica que les ha guardado sitio. Se acercan a ella sin hacer ruido mientras en el improvisado escenario se oye:

”Al vent, la cara al vent,
el cor al vent, les mans al vent,
els ulls al vent, al vent del món.”


El aula está al completo, los estudiantes sentados en el suelo cantan las canciones como su autor ”al viento del mundo” con ganas y convencidos de que las palabras que cantas son sus palabras, son sus deseos.
Pedro y sus amigos se encuentran bastante retirados de Carlos y Patricia pero se han visto y se han saludado desde lejos. Junto a Pedro están las alumnas de Patricia y ella no sabe si es coincidencia o si el hermano de una de sus alumnas es uno de los del grupo.
El concierto está a punto de terminar cuando el murmullo en los pasillos y el ruido de afuera comienzan a ser más insistentes. Amanda y Patricia intercambian una mirada y Amanda se levanta llevando a Carlos consigo mientras Patricia intenta llegar a donde están sus alumnas. La policía todavía no ha entrado pero el enfrentamiento en la calle ya ha empezado. Cristina es la hermana de Pedro y, al igual que las otras 3 jóvenes, está muy asustada. Patricia le dice a Pedro que ella se encarga de las chicas y quedan en verse después en Callao.
Por suerte pueden abandonar el recinto universitario a tiempo, la policía estaba acordonando la zona pero aún no había llegado a la parada del autobús y allí mismo había un taxi que las llevó hasta Jose Antonio esquina a Callao.


- ¿Queréis comer algo mientras esperamos?- pregunta Patricia a las chicas.

- No gracias, señorita, todavía tengo el miedo en el cuerpo. Gracias de nuevo por habernos ayudado a salir.

- De nada, pero ya sabéis lo que os espera si queréis ir a este tipo de eventos.

- Espero que Pedro y los otros hayan podido salir sin problemas ¿por qué tardan tanto?, ¿qué les pueden hacer si les cogen?

- No nos pongamos en lo peor ¿de acuerdo? . Algunos golpes si pueden haber recibido si se han quedado rezagados pero seguro que no les ha pasado nada y además quizá no tarden en llegar.

- No entiendo por qué los jóvenes no podemos reunirnos libremente donde queramos- dice María, una de sus alumnas.

- Yo tampoco, dice Rita- y tampoco entiendo por qué el lío del catalán y el español con lo de Eurovisión.

- No hay nada que entender, me temo -dice Patricia-, el español es la única lengua oficial de España y las leyes del movimiento no permiten este tipo de actos, los considera subversivos.

- ¿Y a usted le parece bien? –pregunta Cristina

- Lo que a mí me parezca no importa, las cosas son como son y quizá algún día haya un cambio.

- ¿Y que hacía usted allí? –pregunta Rita

- Fui a acompañar a un amigo que quería escribir un artículo para un periódico y me sorprendí mucho cuando os vi. Mi amigo conoció a Pedro en una cafetería y luego nos vimos en la facultad de derecho. No sabía que fuese tu hermano, Cristina.

- Yo tampoco sabía que se hubiesen conocido, aunque dijo algo de un periodista. En casa no hablamos mucho de estas cosas para no preocupar más a mamá.

- ¡Mira, ya vienen!

Pedro y sus amigos estaban ya casi a la altura de Callao y al unirse con la chicas se enteraron de que Montse, la novia de Pedro, no había tenido tanta suerte y se la habían llevado. Les había tocado correr pero Montse tropezó y la cogieron. Afortunadamente el tío de Montse la sacaría enseguida.  “No creo que le pase nada y menos aún cuando sepan quién es su tío” les dice Pedro.

- ¿Cuándo lo vamos a saber? ¿Cuándo la sueltan?

- No lo sé, Cristina. Luego llamaré a su casa y preguntaré por ella.

- Buenos chicos, siento lo de Montse y espero que termine bien. Yo también tengo una llamada que hacer.

- Gracias por su ayuda y perdone, ¿dónde se quedó el periodista que es su amigo?

- ¿Carlos? No te preocupes por él, no es su primera revuelta con estudiantes.

Patricia se despidió de los chicos y se metió en una cabina. La conversación es breve pero tranquilizadora: Carlos estaba a salvo.



Carmen ha quedado hoy con Leonor, a quien no veía desde la boda de su madre. Juntas comentan lo que Beatriz ha escrito hasta ahora y Leonor no puede evitarlo, recuerda ese año con nostalgia y tararea algunas de las canciones que fueron grandes éxitos. A Carmen se le ocurre la idea de organizar una fiesta hippy con música de esos años, desde Joan Baez hasta los éxitos de Serrat y de varios más. El jardín de la casa del Viso vendría de perlas y seguro que Mario podría contar cosas de esos años y Serafín también. Beatriz, se une a ellas cuando están comentando lo de la fiesta y la idea le encanta. A veces lamenta el no haber nacido antes para haber sido una hippy en toda regla.


capítulo IV


Carlos llega a la pensión cansado y contento aunque pensativo, muy pensativo. Patricia ha recibido el mensaje y mañana hablarán de los acontecimientos pero esta noche es para él. Amanda y él habían hablado, no lo habían planeado pero la conversación surgió por si sola. Cuando los disturbios no habían hecho más que comenzar, Amanda no lo pensó mucho y, tras cerciorarse que Patricia estaba de acuerdo, le había sacado del recinto utilizando su pase de profesora.  El tiempo había cambiado la fisionomía de Carlos y tenia una nueva identidad, pero su huellas digitales eran las mismas, no se podía correr el riesgos de que fuese detenido y despertaran sus antiguos carceleros.

Tumbado sobre la colcha, recuerda la salida de la facultad y la llegada al estudio de Amanda, en la calle Princesa. Lo primero que hicieron fue llamar a Agustín para asegurarle que estaban bien y que le diese el recado a Patricia cuando llamara. Amanda comunicó de paso a su marido que seguramente llegaría tarde, tenía una conversación pendiente y ahora era el momento.
- No sabes lo enfadada que he estado contigo durante un tiempo aunque en el fondo entendiese tu postura. No tienes ni idea. Ni tú ni Agustín me dejasteis decidir lo que yo realmente quería, después vino tu detención y la notificación de tu fallecimiento. Hasta hace apenas un mes estabas muerto. Cuando Patricia se presentó en casa pensé que me estaba volviendo loca.

Carlos hace una pausa en su recuerdo y enciende un cigarrillo. Amanda hablaba sin rabia pero dolida y la buena nueva de su resurrección le había vuelto a abrir la herida sin querer. Las caladas son continuas y cuando el pitillo es casi ya una colilla lo apaga en el cenicero, cierra los ojos y sigue con el monólogo de Amanda.

- Agustín me ha dado lo que tu querías: estabilidad, seguridad, cariño, compañerismo y ha sido un buen padre para nuestra hija. Me ha dado su amor pero yo no he podido nunca corresponderle del todo, siempre has estado en mi recuerdo, aunque no quisiera; me preguntaba una y otra vez  ¿cómo hubiera sido, si el destino no nos hubiese separado?, ¿qué hubiese pasado si te hubiese seguido a Francia? No podía soportar la idea de que tu cuerpo no apareciese, de que nadie nos diese razones de ti. Miles de preguntas todos los días que Agustín aguantó estoicamente. ¿Sabes que buscó en todos los registros y molestó a un amigo en París para que tratase de averiguar si ellos sabían más que nosotros? Nada dio resultado...hasta hace poco, que apareció Patricia.

-  Lo siento Amanda, de verdad. Tienes que creerme. Siento el daño que te hecho pero fue por tu bien. Tardé tiempo en recuperarme y cuando contacté con el partido estuve un tiempo inactivo, tenía que volver a aclimatarme. Meses más tarde, el partido me dio de nuevo de alta, pero mi puesto ahora estaba en las oficinas del aparato en Rumanía. Nadie tenía que saber que seguía vivo, ni mi primo, ni vosotros, ni nuestros amigos del barrio.
Aunque no te lo creas, desde la sombra, siempre he intentado seguir tu rastro y el de mi primo. Sabía que habías sido madre y que tras varios altibajos habías terminado licenciándote y que trabajas codo con codo con Agustín. Era feliz, pensando que tú también lo eras, aunque fuese a tú manera y no me arrepiento de la decisión tomada aunque lamento el daño que te he hecho y espero que algún día puedas perdonarme.
- Ya lo he hecho Carlos, nunca olvidé tus palabras: “no lucho por mí, ni lucho para hoy, lucho por un mañana con un futuro prometedor para todos y mi vida no vale nada, la de vosotros es la que cuenta”, por eso te perdoné, por eso he tratado de hacer que mi matrimonio fuese un matrimonio al uso y no uno más de conveniencia. Yo también tenía que luchar para el mañana de otros, el de mi hija entre ellos. ¿Sabes dónde está ahora? En Vietnam. Su marido es periodista y ella se ha ido de fotógrafa con él. No es su primera guerra. Ya estuvieron en Bolivia tras los pasos del Che. Estamos muy orgullosos de ella, es una pena que no hayas podido conocerla.
Carlos abre de nuevo los ojos y se sienta en la cama. En el escritorio que hay en su habitación, en uno de los cajones,  hay un recorte de periódico. Amanda no le ha querido decir nada y él no se ha descubierto. Despacio, como dudando, desdobla el recorte y lo mira por segunda vez. Pertenece a las noticias de sociedad de una conocida revista. Junto con la noticia, hay una foto de unos novios....” la señorita Sandra Sepúlveda y el Sr. Ramón Cortijo Saenz han contraído matrimonio en...”  Carlos no lee más, dobla el recorte de nuevo, lo mete en el cajón y cierra el escritorio mientras se sirve una copita de coñac y encendiendo otro pitillo vuelve a sentarse en la cama.
Se llama Sandra como su abuela y desde que Patricia le proporcionó el recorte no ha parado de preguntarse si Agustín es el padre de Sandra. Quizá no lo llegue a saber nunca pero una voz interior le está dando la razón.




Beatriz mira atentamente la cara de Carmen, quiere ver su reacción antes de oír sus palabras. Carmen le devuelve la mirada y se sonríe...”No, no me sorprendes Beatriz, me esperaba algo así y me gusta la idea de que Carlos pueda ser el padre de Sandra” le dice y después hablan de la fiesta y de las ganas que todos tienen.
Leonor se está encargando de reunir la vestimenta y la madre de Carmen, aunque lo encuentra divertido, no quiere ni oír hablar de ponerse nada hippy. No le gustaba entonces y ahora tampoco. Teresita es la que está más excitada, no entiende nada pero las fotos que ha visto de hippies floreados y pelos largos le hacen gracia y quiere ser una niña hippy. Por supuesto que ya ha preguntado si sus amiguitas y Javier pueden acudir.
Beatriz retoma su novela mientras Carmen va a casa de su madre.



1 comentario:

  1. Me está encantando, al igual que a Carmen, también me gusta la posibilidad de que Sandra sea hija de Carlos.
    Creo que retratas muy bien ese ambiente del 68, al menos concuerda con lo que me cuentan mis padres, solo falta que salga a relucir una revista Triunfo.
    Enhorabuena otra vez!
    Un beso!

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