domingo, 16 de enero de 2011

Madrid, mayo del 68 Capítulos XXVII y XXVIII

Capítulo XXVII.



Mientras en París Sandra y Ramón se preparan para ir de boda acompañados de Carlos, en Madrid, Amanda se sienta a la mesa del despacho y abre un expediente. El próximo lunes es la vista y las perspectivas no son buenas, con un poco de suerte conseguirá rebajar la pena a uno o dos años de cárcel. Fue Patricia quien en nombre de Julia, la profesora de historia del instituto, le pidió que se hiciera cargo del caso de su hermano, un caso absurdo, algo ridículo, que no sería delito alguno en cualquier país democrático. Al hermano de Julia se le ocurrió mandar una carta a la Liga de los [i]Derechos Humanos en Ginebra, denunciando las detenciones ocurridas durante los disturbios del pasado 1 de mayo; la carta se publicó en los medios extranjeros y al día siguiente detuvieron al muchacho por difundir propaganda ilegal. Aunque no tiene antecedentes penales ayer le comunicaron que había aparecido una ficha política, ficha que ella todavía no había podido ver.
Esa misma tarde hablará con las dos y Amanda se levanta para guardar las fotos que tiene sobre el secreter; aunque no es fácil reconocer al Carlos de las fotos con el actual, no quiere correr riesgos, quizá Julia le haya visto con Patricia.
Tras guardar las fotos regresa a su mesa, coge la carta que ha recibido de Agustín, la vuelve a leer y la guarda en el cajón, pensativa. En esa carta le menciona el encuentro que ha tenido en Nueva Jersey con un conocido de la madre de Patricia, le cuenta escuetamente que se trata de un brigadista y le pide disculpas por no habérselo dicho antes de irse pero tampoco estaba muy seguro de realizar la visita.
Amanda se dice: << Por más vueltas que le doy no consigo entender la influencia que Patricia parece tener sobre Agustín y comienzo a preguntarme si no debiera hablar abiertamente con ella. Desde el primer momento Agustín confió en Patricia plenamente, pero entre nosotras  sólo hubo  una especie de recelo y desconfianza que por mi parte ha aumentado y no podemos seguir así >>.

Amanda se levanta y, mientras se prepara una manzanilla, recuerda esa mañana de marzo, en la que Agustín y ella saliendo de la facultad se encontraron con Patricia y les dijo:

-Disculpen, señor y señora Sepúlveda, pero creo que tenemos que hablar, aunque ustedes no me conozcan, tenemos un amigo común y su nombre es Carlos.

<<Ni tan siquiera me paré y pasé de largo; pensé que había entendido mal o que alguien nos quería gastar una broma de mal gusto pero Agustín se volvió y empezó a hablar con ella y la invitó a venir a casa al día siguiente. De nada sirvieron mis peros; estaba convencido de que la mujer era sincera y tenía algo muy importante que contarnos.
A la tarde siguiente, cuando Patricia entró en el salón, no pude disimular mi animosidad hacia ella, quizá eso provocó la aptitud de Patricia hacia mí>> piensa ahora y sigue recordando la conversación, mejor dicho, el monólogo de Patricia, que por mucho que se esforzó no pudo evitar la conmoción que le produjo la noticia.
- Lo primero que tengo que decir es que el partido me ha autorizado a darles esta nueva por asombrosa y chocante que parezca y apelan a su discreción. No puedo contarles cómo ha sido, pero Carlos sobrevivió a la emboscada y, tras una larga recuperación, se reincorporó al servicio. Por razones de seguridad, se decidió que nadie tenía que saber que seguía vivo, ya que aquí se le daba por muerto. Tiene otra identidad, pero ha mantenido su nombre. Muy pronto vendrá a Madrid y el partido,  que está en deuda con ustedes por la ayuda que prestaron a Carlos, les permite que se vean de nuevo....

-¡Cállese y váyase con sus mentiras a otra parte!- le gritó Amanda fuera de sí.
<< Agustín trató de calmarme - continúa recordando Amanda- y Patricia se marchó dejando su número de teléfono por si queríamos ponernos en contacto con ella. Yo no atendí a razones y me encerré en la habitación de Sandra, me pasé toda la noche llorando y a la mañana siguiente me vine al estudio. Estuve todo un día incomunicada hasta que Agustín, cansado de que no cogiera el teléfono, decidió venir y utilizar su llave. Tenía los ojos hinchados y la cabeza me dolía mucho. Agustín se asustó y quería llamar a un médico y al ver que no reaccionaba me llevó al cuarto de baño y mojó mi cara con una toalla. Al final terminé por hacerle caso y regresé con él a casa. Mientras yo no quería saber nada del mundo él había vuelto a quedar con Patricia y estaba plenamente convencido de que Carlos volvería a Madrid en abril y que era mejor prepararse para el choque, si de verdad quería volver a verle.
Así debió de nacer la relación incondicional de confianza entre Agustín y Patricia.>>

Sin dudarlo más, Amanda marca el número de Patricia y le pregunta si podría quedarse tras la consulta para hablar con ella sobre la animosidad que reina entre ellas dos. Patricia no ve ningún problema en quedarse y le agradece la llamada, ella llevaba ya un tiempo pensando en lo mismo.

Amanda cuelga el teléfono y mira el reloj, son las 11 de la mañana y piensa en Sandra y en Ramón, a estas horas ya habrán salido del hotel y no se equivoca, acaban de subir al coche que han alquilado y se dirigen a recoger a Carlos a la dirección que les ha dado cerca del Bosque de Bolonia, desde allí irán a Chantilly, a unos 40 kilómetros de París, en cuyo ayuntamiento tendrá lugar la ceremonia y muy cerca del castillo, el convite. Sandra bromea con el lugar elegido para casarse, siendo el novio de izquierdas, pero la novia ha nacido en esta localidad donde su padre tiene unos picaderos, explica Ramón y Carlos aclara a Sandra que la ciudad es conocida en Francia por su fantástico hipódromo y sus carreras de caballos y añade:

- No todos los socialistas o comunistas son obreros, ni todos los obreros son socialistas o comunistas.

 - !Vaya, vaya! No sabía que fueses tan filósofo- dice Sandra haciéndose la   enfadada.

 -Ni yo que te picaras tan pronto-responde Carlos- mientras Ramón observa la escena divertido.

 -Estamos llegando- dice Ramón- al divisar ya el castillo ¿Tienes la invitación a mano, Sandra?

- Sí,claro, no te preocupes, la tengo en el bolso.

Minutos más tarde, los tres se suman al grupo de invitados que esperan la llegada de los novios y comienzan los saludos y presentaciones.
Entre los invitados hay varios periodistas y fotógrafos de diferentes nacionalidades. Afortunadamente, y gracias al fuerte sol, la mayoría de los invitados llevan gafas oscuras y Carlos también. Ramón empieza a pensar que no ha sido una buena idea la de invitar a Carlos, por mucho que se haga pasar por el padrino de Sandra que reside en Francia,  que colabora en una revista chilena y acaba de pasar unos meses en Madrid; salvo Patricia, nadie más conoce la verdadera relación entre Carlos y la familia Sepúlveda. De los dos periodistas de izquierdas que conocen a Carlos, no hay que temer nada, pero cuando descubre a Raimundo entre los invitados, el fotógrafo del diario barcelonés, ya no le cabe duda, hay que evitar que Carlos y él se conozcan y desde luego que aparezca en alguna foto. Sandra les propone marcharse los tres después de la ceremonia y disculparse por no poder quedarse al convite, su estado puede servir de excusa, se puede encontrar mal sin levantar muchas sospechas.
A los dos les parece que Sandra ha tenido una idea brillante y en efecto, después de la ceremonia, después de felicitar a los novios, Ramón les informa de que Sandra no se encuentra muy bien y de que deciden regresar a París.
El camino de vuelta lo hacen en silencio, Carlos trata de animarles, decirles que ellos no tienen la culpa de nada y que él no había bajado la guardia, que había contado con esa posibilidad  y al entrar ya en París les propone ir a comer algo y pasear después un poco por el bosque de Bolonia antes de acercarle a su piso.
Durante la comida Ramón llama al hotel y pregunta si hay algún mensaje para él, le confirman que el billete para Praga ha llegado, y Ramón regresa a la mesa:

-Está confirmado, mañana salgo para Praga en el avión de las 10 de la mañana. ¿Has pensado qué vas a hacer, Sandra?

-Sí, Carlos tiene mañana libre, me quedo hasta el martes, si os parece bien.

-Por mí encantado –dice Carlos.

-A mí me parece perfecto, y no creo que el encuentro con Raimundo traiga consecuencias, seguro que me lo encuentro en Praga.

-Seguro, ese está últimamente en todos los sitios –dice Sandra.

Después de comer pasean un poco y al despedirse Sandra queda con Carlos para el domingo.



______________________________
[1] Caso leído en el ABC y adaptado por mí. 





Capítulo XXVIII



En Madrid , Amanda y Patricia se han quedado solas, Julia se acaba de marchar y se verán de nuevo a la salida de la vista del lunes. Es una vista a puerta cerrada y solo ella podrá estar presente.
Amanda ha preparado café helado y las dos salen a la terraza. Patricia saca un cigarrillo y se acomoda en uno de los butacones, nota que Amanda no sabe cómo empezar y decide ser ella la que le de pie.

-El café te ha salido muy rico y en tu terraza se está más que a gusto, dos motivos más para tenerte envidia.

-Curioso lo que dices. ¿Es eso? ¿Tus recelos hacia mí se deben a tenerme envidia?

-En parte sí, pero mi envidia es sana porque no te he deseado nunca nada malo, pero dime, ¿de dónde nace la tuya? ¿No será por celos?

-¿Celos? No, no les llamaría celos, más bien rabia. Creo que será mejor que me explique, al fin y al cabo ha sido mi idea. Antes de que llegarais tenía muy claro por dónde empezar, y ahora me atasco. ¡En fin!, serán los nervios- dice Amanda mientras bebe su café y medita si pedirle un pitillo a Patricia- Verás – continúa sin necesidad de pitillo, al menos de momento- tras casi 21 años sin tener noticias de Carlos, el desconcierto y la impotencia volvieron a apoderarse de mí y tú eras la culpable. Después, cuando volvimos a encontrarnos para preparar su vuelta, no podía admitir que tú, una perfecta desconocida, supieras tantas cosas de Carlos y que hubieses compartido momentos con él, que yo tenía que haber compartido, aun sin saber qué momentos eran, porque nunca has hablado de ellos, pero estaba claro que ibas a volver a compartir, ahora íbais a trabajar juntos de nuevo y al mismo tiempo noté en seguida que Agustín te preocupaba, que te importaba. Ahora hemos llegado a un punto en el que ya no es tanto la rabia que sienta por que seas compañera de Carlos, pues sé que entre él y yo nada ha cambiado, es por Agustín. ¿Por qué demonios te interesa tanto? ¿Qué poder tienes para influir tanto en él?

-Gracias por tu sinceridad – dice Patricia llenándose de nuevo el vaso con café helado y echándole un poquito de nata batida que Amanda había preparado en una tacita y que estaba a punto de derretirse por el calor- desde luego te puedes quedar tranquila en cuanto a Carlos se refiere. Nunca me ha interesado como hombre. Cuando él llegó a mi vida yo estaba pasando por un momento personal dramático y me ayudó a superarlo, como alguien que sabía lo que era perder lo que más quería y entendía mis sentimientos. Los dos estábamos es una especie de compás de espera por diferentes motivos, no teníamos misiones que cumplir, nuestro trabajo consistía en redactar los partes y las noticias que emitía radio Tirana, que acaba de empezar su andadura en emisiones en español. Nadie sabía qué era lo que el camarada Carlos tenía que superar, yo tampoco al principio. – Patricia hace una pausa y toma otro pitillo y le ofrece uno a Amanda que al final lo acepta, ya con el cigarrillo encendido continúa relato.- Pasábamos muchas horas juntos y enseguida se dio cuenta de que yo tenía un problema muy gordo, y así era. Mi marido pertenecía al partido y falleció cuando yo estaba embarazada de 8 meses. Mi mundo personal se hundió. Sola, sin familia ni amigos, decidí pedir la baja en el partido y dedicarme a cuidar a mi bebé, a las dos semanas el parto se adelantó y nació mi hija.  Desgraciadamente Tania nació con síndrome de Down y con varias malformaciones. A los tres meses decidí volver al partido porque en casa me volvía loca. A ellos les dije que mi hija había fallecido pero en realidad estaba en un tipo de sanatorio para niños con grandes problemas motrices. Yo iba a verla siempre que podía, pero a veces se me complicaban las cosas y sufría mucho por no estar a su lado. Al final terminé por contárselo a Carlos y él me ayudó a soportar la carga. Si yo no podía ir, iba él, la gente del partido no lo sabía ni lo supieron nunca. A los 6 meses de la llegada de Carlos falleció mi hija, no llegó ni a cumplir el primer año de vida, pero él estuvo a mi lado y poco a poco fui recobrando la ilusión de vivir y la causa ya no era un refugio para mi soledad, sino lo que siempre fue: el ideal por el cual luchar.
Cuando el partido me destinó a España, a Madrid, Carlos me pidió un favor: mantenerle informado de las idas y venidas del matrimonio Sepúlveda si seguían viviendo en Madrid. y entonces fue cuando me contó como os conocisteis y lo que pasó después. Durante estos años, os he seguido la pista, he visto crecer a Sandra, cómo Agustín la llevaba al parque, la iba a buscar al colegio, mientras tú comenzabas como abogada y conseguías hacer algunas suplencias en la facultad. De todo esto el partido no sabía nada, cuando me pidieron oficialmente que os buscara por la vuelta de Carlos, tenía el trabajo más que hecho y....

-Perdona –dice Amanda interrumpiendo el relato de Patricia- ¿durante todos estos años has estado espiándonos por encargo de Carlos?

-No os he estado espiando exactamente, me he limitado a estar al tanto de vuestra vida como le prometí a Carlos y le informaba dos veces al año, nunca le he dicho nada negativo de vosotros ni de ti. No tienes que enfadarte con Carlos, si él no te ha dicho nada ha sido por no delatarme.

- Entiendo, gracias por ser tan sincera y lamento lo que te pasó con tu hija, de verdad, pero lo que no entiendo  es ¿por qué me tienes manía?

-No es manía, Amanda, pero cada vez que veía a Agustín con su hija me acordaba de la mía, podría tener la misma edad y yo había dejado todo para estar con ella, pero el destino no quiso que fuese así. Tú, en cambio, que lo tenías todo, ni tan siquiera pasabas tiempo con tu hija....Ahora sé que nunca  habías superado lo de Carlos y que sí te ocupas de ella, a tu modo y que Sandra te adora, pero Agustín me deslumbró por su entereza y celo hacia vosotras, sin limitaros nada y siempre dejando que exploraseis vuestras posibilidades. Si la vuelta de Carlos no hubiese dado paso a vuestra separación actual, que sinceramente no esperaba, no me habría acercado a Agustín. Creo que ha llegado el momento en que  Agustín se reencuentre con la persona que era antes de conocerte y que sus sueños puedan realizarse, aunque el paso de los años los haya modificado.

-Y conmigo nunca pudo ¿es eso lo que quieres decir?

-Sí, más o menos. No ha vivido por él, ha vivido por vosotras, en parte él tampoco tuvo opción, aunque no lo parezca, él te amaba y era la única forma de ayudarte y de que cumplieses lo que habías prometido a tu padre. Los dos te eligieron a ti, Amanda, para los dos tu eras lo primero...Deja a Agustín que pueda vivir ahora para y por él mismo.

-No sé, quizás tengas razón y haya algo de lógica en lo que dices. Perdóname pero creo que debemos dejarlo aquí por hoy. Me alegro de que hayamos sido sinceras las dos.

-Yo también. Te veo el lunes con Julia. Gracias.

Tras la despedida, Amanda siente  la primera lágrima en su mejilla justo en el mismo momento en que suena el teléfono y Sandra le comunica que llegará el martes, que todo está bien y que piensa pasar el domingo con Carlos. Amanda hace un esfuerzo para que su hija no le note su estado de ánimo y no alarga la conversación más de lo necesario. Cuando cuelga se mete en su habitación a llorar


Quien también llora mientras lee lo que Beatriz acaba de escribir es Carmen, le recuerda las conversaciones que tenía con la tía Ana y la confesión de su tía días antes de morir por un lado, y la historia de la niña de Patricia le recuerda a una historia real, a una amiga venozelana que pasó por la misma experiencia. Un tanto triste deja las cuartillas de Beatriz sobre la mesa y se prepara para ir a buscar a Teresita a casa de Serafín, hoy es el cumpleaños de unos de sus nietos y habían invitado a la niña. A la vuelta, volverá a leer las cartas de la abuela a la tía Ana y piensa que ya va siendo hora de que su madre cuente más cosas de lo que vivió en Venezuela, de que empiece ella también a relatar la historia de la familia en las Américas.


              




































1 comentario:

  1. Muy bien, Rodas! ME ha gustado mucho que ambas mujeres se sinceren y se hagan confidencias, aunque me da la impresión que Amanda tiene muchos sentimientos encontrados con todo esto, cosa lógica, por otra parte.

    ResponderEliminar