domingo, 28 de agosto de 2011

Vuelta al presente, capítulos 15, 16 y epílogo


Capítulo 15


En Lethbridge. Canadá.

Nadie diría viendo caminar a Greta Schorren, con la soltura de una joven treintañera, que había cumplido los noventa el pasado 30 de noviembre. El hombre que estaba a su lado ya rayaba los 92; sin querer me estremecí pensando en ellos, en la vida que llevaban a sus espaldas, en sus historias llenas de sacrificios y esfuerzos y en ese proyecto en común que comenzaron  a finales de los años 70.

Era como si les conociera de toda la vida, sabía que esta pareja de ancianos tenían costumbres fijas, costumbres que habían adquiridos en estos 32 años que llevaban juntos. El tiempo que hiciera era lo de menos, a las 10 de la mañana, todos los domingos, verano o invierno, sentados en la amplia veranda en sendas mecedoras tomaban su choco mientras esperaban la llegada de los hijos con los nietos. Ese día era domingo y esperaban a dos desconocidos que llamaron en nombre del sobrino de Greta, en nombre de Jack Bakker.

La granja en la que vivían era grande, constaba de una  vivienda de tres plantas con una veranda que rodeaba buena parte de la casa y a unos metros  había un granero lindándo con los establos, establos que solo usaban en el invierno pues a los caballos le gustaba estar al aire libre. Ya no tenían tantos  pero todavía seguían viniendo los niños autistas del centro vecino a montar en ellos.

De repente dejé mi sitio, el árbol desde donde les estaba viendo, para sentarme en el asiento trasero del  coche que conducía Almudena acompañada de Jaime. Por un momento temí que me hubiera visto pues volvió la cabeza justo cuando yo me sentaba pero no fue así, si lo hubiera hecho mi sueño habría terminado y yo quería conocer más cosas.

Jaime iba hablando de la universidad y de la tía del profesor:

- Creo que se casó cuando ya tenía 60 años con un canadés que había formado parte de los aliados y que ella es una superviviente de un campo nazi. Me pidió si podía llevarle un queso. La señora es una adicta, a pesar de su edad, al queso añejo de Gouda -  oí decir a Jaime.

-¡Vaya! Parece que es una señora muy aventurera, a su edad casarse y mudarse a otro país no se ve muy a menudo y desde luego debe tener una historia muy interesante aunque bastante fuerte. Debió vivir un verdadero horror y es una memoria viviente que me apetece conocer.

Serían las doce menos diez cuando el todoterreno entraba en el camino privado que llevaba a The Schorrern’s  Farm y al llegar a la casa se bajaron del coche saludando:

-Buenos días – dijo Almudena andando hacia ellos – me llamo Almudena López y él es mi hijo Jaime Rodríguez.

-Buenas- dijo también Jaime enseñando el paquete que tenía en las manos - Jack Bakker me ha pedido que les traiga esto.

Greta Schorren y su marido estrecharon la mano de Almudena, saludaron a Jaime al tiempo que les invitaban a entrar en la inmensa cocina donde habían preparado un pequeño almuerzo para los visitantes.

-Muchas gracias joven por la molestia. Mi sobrino sabe que lo único que echo de menos es mi queso de Gouda.

-¿Es usted alumno de Jack?- pregunta Hans Schorren

-Sí, estoy haciendo un master este año en derecho europeo y su sobrino es uno de mis profesores. Casualmente tuve que pedir permiso para reintegrarme en enero unos días más tarde y cuando oyó a donde venía me habló de ustedes y me pidió el favor.

Hora y media más tarde Almudena ayudaba a Greta en la cocina y hablaban  como si fueran grandes amigas. A medida que pasaban los minutos Almudena admiraba aún más a Greta y cuando oyó su experiencia en Ravensbrück se dio cuenta que los años pasan pero hay recuerdos que permanecen vivos. El diálogo que oí me congeló la sangre:

-Todavía quedan oficiales asesinos por encontrar y me gustaría ver que todos ellos han sido hayados antes de morirme. Mi único deseo es que les declaren culpables, no quiero verles morir en una cárcel, los que quedan ya son muy mayores, como yo, y puede sonar raro pero a ciertas edades uno comprende que hasta el ser más despiadado no está libre de padecer los achaques de la vejez y estos pueden ser muchos y muy graves -dijo Greta

- Eso piensa ahora pero y antes ,¿cómo se sintió cuando lo de Nüremberg?

-Se hizo justicia aunque los más crueles pudieron escapar.. En 1955 leí un artículo en un periódico holandés sobre los nazis escondidos en España.  El artículo era de un periodista americano que trabajaba para una agencia judía y usted no conocerá la historia, claro, usted es muy joven pero el periodista había descubierto a un peligroso médico de Auschwitz en Madrid y este debió sospecharlo y se quitó la vida. Lo que a mi me extrañó fue el método utilizado: se había ahorcado y eso sigue sin cuadrarme.

-¿Por qué?- preguntó Almudena.

-  Usar una pastilla hubiera sido lo normal, estaban programados para ello o en su defecto darse un tiro en la sien pero ¿ahocarse?, no, sigo sin entenderlo y además fue muy frustrante. Mostruos como él tenían que ser entregados, ser juzgados y obligados a pedir disculpas.

-Comprendo y debo confesarle algo, conozco la historia - dijo Almudena ante una asombrada Greta-  Casualmente mi padre fue el fotógrafo del periodista americano llamado Steven Dyton. Mi padre consiguió fotografíar a Joaquín Levi como se hizo llamar.

- ¿Y cómo le descubrieron?- preguntó Greta

- Steven estaba casi seguro que estaba en Madrid y contrató a mi padre para que hiciera fotos del barrio y sus vecinos. Joaquín se dejó fotografiar sin notarlo y pudieron compararlas con las que Steven ya tenía de Lemper durante la guerra. Las fotos en sí no le valían, Steven quería pruebas irrefutables y le tendieron una trampa. Gracias a otra persona, que consiguió duplicar una llave, entró en su despacho y allí descubrió el cuaderno donde apuntó sus experimentos e intervenciones en el campo. Tenía fotos de muchas de sus víctimas, entre ellas la de una jovencita española  y un libro, un tratado de ginecología escrito por él en alemán. La llamada de mi padre avisándole que Joquin abandonaba el café impidió el seguir buscando pruebas pero con las conseguidas ya tenía bastante para incriminarlo. Mi Padre tenía que vigilar a Joaquin en el café y tras más de media de hora de esperar en vano, a la persona que le había citado, pagó visiblemente enojado su consumición y un tanto preocupado, según mi padre. Dos días más tarde amaneció ahorcado.

-¿Tengo que creerme que fue un suicidio?- volvió a preguntar Greta

- Esa es la versión oficial aunque mi padre cree que fue un ajuste de cuentas.

-Eso mismo pensé yo pero fue una pena...tenía que haber sido juzgado. Aunque lo entiendo, yo misma, años más tarde, estuve a punto de estrangular con mis propias manos al oficial de la NSB que arruinó la vida de mi compañera en la resistencia. En su juicio, cuando pasó por delante mía, tuve una gran oportunidad pero no lo hice. No fue por falta de valor, no creas hija,  sino por la memoria de mi camarada. Julia de Boer no se mereció la muerte que tuvo.. pero ella tampoco hubiera querido que yo me perdiera por un asesino. Julia creía firmemente en la justicia y en el cumplimiento de las penas íntegras y estaba en contra de la pena de muerte. 

A continuación Greta contó como fue su detención y la mala suerte que tuvo su amiga y camarada. Almudena escuchaba como hipnotizada y las horas podrían haber pasado sin enterarse si no llega a ser por la entrada de Jaime que regresaba con Hans de dar un paseo por la granja. Minutos más tarde pusieron punto final a la visita y yo me fui con ellos en el coche para seguir siendo testigo de lo que hablaran al llegar a su casa de Red Deer.


Capítulo 16


Mi mente y yo en casa de Almudena López en Red Deer Canadá.

El camino de vuelta lo hicieron en silencio. Almudena tenía muchas cosas en que pensar, la visita le había gustado y no se arrepentía de haberse empeñado en acompañar a su hijo, desde el primer momento supo que debía de hacerlo y a Jaime le pareció bien.

Por la tarde cuando ya estaban todos sentados a la mesa, Almudena hija relató la historia de Greta, la de Julia de Boer y el comentario sobre el artículo de Steven. Su padre no se asombró, sabía por Steven que a pesar del tiempo transcurrido las víctimas seguían recordando lo vivido muy a pesar suyo.

Sancho recordó a Irene, recordó lo que ésta había significado para Almudena y todo lo que su mujer aún desconocía sobre ella. Parecía oír de nuevo a Steven diciéndole: “no se lo cuentes nunca a Almudena”.

 Prometió no revelar la verdadera historia de Irene. La gente podría saber que estuvo retenida en un campo pero no debería saber que fue una víctima más de Johan Lemper. No era la única cosa que ocultó  a su esposa, bastante había sufrido ya con su enfermedad, con la pérdida de su madre y otras desgracias familiares que tuvieron de fondo la niñez de la propia Irene.

Almudena Hernández no pudo dejar de preguntar, al oir la historia de Greta.:

 -¿Estuvo Irene en el mismo campo que ellas?

-No, me temo que ella no estuvo en el mismo campo. Estuvo en Auschwitz-Monowitz, uno de los subcampos para trabajos forzado- dijo Sancho.

-¿Y qué tipo de trabajo tenía que hacer?, Greta era obrera forzada para Telefunken pero que empresa estaba metida allí -preguntó de nuevo.

-No estoy seguro –dijo Sancho mientras bebía de su copa de vino y se limpiaba con la servilleta- creo que la IG Farben tenía una fábrica de caucho sintético.

-Y producían el llamado petróleo sintético, a partir del carbón consiguieron producir gasolina sintética – aclaró su yerno, muy puesto en la materia - en principio era un grupo de fábricas que producían colorantes, posteriormente  fabricaron el gas Zyklon B, el gas con el que exterminarían a los judíos.

-¡Calla por Dios!, se me ponen los pelos de punta sólo de imaginarme a Irene escuálida, con el pelo corto y colaborando indirectamente al exterminio de los judíos. Era una mujer admirable, a mi me enseñó muchísimo y si no hubiera sido por el número que tenía en la muñeca creo que nadie hubiese sospechado que pasó parte de su juventud en un lugar tan horrible - dijo Almudena Hernández.

-La procesión iba por dentro –le dijo Sancho – pero tuvo suerte de encontrar a Ubaldo al poco tiempo de ser liberada y de su llegada a París. Con él volvió a vivir, pudo estudiar, viajar y aprendió a no perder la sonrisa de cara a la galería.

-La última vez que estuve en Berlín – dijo el hermano de Jaime– visité el museo del holocausto y la exposición que se puede ver en el paso de Chekpoint Charlie y me impresionó muchísimo. Berlín es una de las ciudades que más me ha impresionado de todas las que he visto, las huellas del tercer Reich y las consecuencias de la guerra se palpan aún en ella.

Después de comer continuaron hablando pero la conversación cambió de tono. A las nueve de la noche los abuelos se retiraron, Jaime y su hermano salieron un rato.  Almudena López presiente que volverá a ver a Greta, está segura pero también sabe que cuando la vea será la primera vez que lo haga y en ese momento retiene su mirada en la leña que arde en la chimenea, piensa en los troncos que antes fueron y que ahora ya nada son o casi nada y entonces creo que esta vez si que me vio porque escribió en un papel:

<< Hasta hace poco estaba segura que era todo verdad y ahora tengo la sensación de formar parte del sueño de de alguien, quizá de la misteriosa Ana a quien sé que conoceré muy pronto aunque ahora no sepa donde está pero presiento que esté en dónde esté va a despertad ya mismo, quizá antes de que se consuma la la leña en mi chimenea. >>

En ese momento Carolina salió de la nada y me dijo que era hora de abrir los ojos y así lo hice, me vi en la cama del hospital con Mario y Carmen a mi lado como ya dije al principio.  A los pocos días pude irme a casa y comencé a escribir estas líneas.


Epílogo:



Madrid 15 de enero de 2011
                                                                    
                                                            


""Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te llevan a él"" (Paulo Coelho)



La fiesta de reyes ya ha pasado y nuestra navidad no se parece en nada a las soñadas. Estas notas son las últimas que escribo; lo que he escrito en cursiva es  lo que he vivido durante los dos días que estuve sin sentido.

Ahora sé a ciencia cierta que se oye estando inconsciente, directa e indirectamente.  Mario me ha comentado que llamó a Jack desde el hospital y Jack sabía lo de la  agenda. Leonor y Serafín vinieron a visitarme mientras yo estaba viajando en el tiempo y Mario les contó mi sueño en Holanda. Luis Espinosa existe, Serafín le visita muy a menudo y han hablado alguna vez del caso. Leonor a su vez le contó cosas de la familia Salvatierra así que yo debí oírles, no hay otra explicación para vivir lo que vi.

Hay muchas cosas que todavía no encajan, otras que me hacen sospechar que nunca pasarán y una que me intriga: ¿por qué mi “”sueño”” en realidad no era sobre Almudena y su familia sino sobre Irene y los actos cometidos por Ubaldo? . No lo sé todavía a ciencia cierta, según Mario, las notas que escribió su padre y que encontramos en un libro olvidado, ha podido ser el detonante.

 Las encontramos un día antes de volar a Holanda y teníamos pensado, al volver, desempolvar de nuevo el viejo baúl que heredó de su padre y que este a su vez heredara de un tío suyo con gustos muy peculiares.

Hace unos días hemos abierto el baúl y en efecto, en su doble fondo había cartas y entre ellas las que mi padre escribíera al padre de Mario con alusiones a los casos y las sospechas que tenían. Cuando vuelva Carmen- ( acaba de irse a Venezuela a vender la casa) -  con las cartas que Bonilla escribiera  a mi padre y que yo guardé hace muchos años en el ático, podremos contemplar el puzzel. Nos gustaría saber la verdad, saber cómo pasó todo realmente pero me temo que por lo que luego explicaré no va a ser posible.

Sigo sin entender muy bien por qué Carolina fue mi guía pero me ha gustado su presencia silenciosa a mi lado  e intuyo que la culpa es de  Beatriz  pues al terminar su relato me dejó con la miel en los labios y se niega a continuarlo. Tenía verdadera curiosidad por saber si iba a ser una persona tan luchadora como su abuelo, si se descantaría por ser abogada como su abuela y tan aventurera como sus padres. Quizá también sea por la fecha ficticia de su nacimiento, un 30 de noviembre de 1968,  la misma fecha del día de mi secuestro, la mismo fecha de nacimiento de Almudena López.

Ayer mismo estuve con ella, con Almudena, como habíamos acordado. Hablamos por teléfono el día de nochevieja-( Jack nos dio el teléfono que le había dejado Jaime)-  y no se extrañó de mi llamada. Dijo que el 12 de enero tenía una comida con la editorial en Madrid y quedamos para el día 14, es decir, para ayer.

Pasamos la tarde juntas, hablamos mucho y las dos sentimos que algo invisible nos unía. La dejé leer lo que soñé y me confesó que desde la noche en que compartimos el sueño del aeropuerto había presentido mi presencia en varios momentos. 

Almudena vive actualmente en Canadá pero pasó un tiempo en Venezuela, casi fuimos vecinas y ahora sé que ella es la autora del cuadro que tanto me impactó y que vi el último día de mi estancia allá, al pasar por una galería antes de venir a Madrid.
Sus hijos han pasado las navidades con ellos pero sus padres al final no pudieron ir, tampoco conoce a la tía de Jack pero en cuanto vuelva quiere visitarla.

También hablamos del relato de Beatriz y me confirmó que lo había comprado en Barajas , que la noche en la que tuvimos el mismo sueño, cuando estaba paseando por su salón, pensó en hacer una obra que reflejase a los vecinos de la plaza de los Frutos y su lucha por las libertades y los derechos que ahora nos parecen tan normales.

De sus abuelos y tíos no me ha contado mucho pero si me ha dicho que lo que digo de Irene y de Ubaldo es verdad, que las notas de Steven existen y vienen a decir casi lo mismo que yo he escrito. Al contrario que en mi sueño las notas junto con el cuaderno las guarda ahora ella (su padre se las dio el 9 diciembre para que las destruyera por si a su muerte las encontrase su madre)  y me ha pedido que en la reunión que estamos planeando, con toda la familia, que no lo miente, que no hable de ello con nadie más y que no le diga nada a su padre.

Almudena madre nunca ha sabido lo que hizo Ubaldo, las cosas terribles que le pasaron a Irene desde que mataron a su madre en Guadarrama y el por qué de algunas de las desgracias de su propia familia. Yo tampoco lo sé porque Almudena no ha querido contarme nada más, pero tengo la impresión que Sancho protege a su esposa tanto o más que Ubaldo protegía a Irene y  Almudena hace lo mismo. No sé si eso es lo mejor, en parte es como la siguiesen tratando como si fuese una niña enferma.

Almudena también duda de la autoría de Ubaldo en solitario pero su padre estaba convencido de ello. Las dos coincidimos en que muchas veces, cuando se conocen los antecedentes, resulta más fácil entender lo que una persona es capaz de hacer en situaciones extremas, no obstante seguimos teniendo problemas con aceptar el método y desconfiamos de la eficacia de la justicia de ciertas justicias. 

No voy a preguntar nada a Sancho porque tampoco adelantaría nada con preguntárselo, la verdad sólo la sabe una persona y esa es Ubaldo y con él no he podido contactar.

Cuando nos despedimos era casi la hora de la cena y al salir de la cafetería nos pareció ver a Carolina sentada en un banco de la plaza de Jacinto Benavente sonriéndonos y saludándonos con la mano. Creo que ambas cerramos los ojos y al abrirlos no había ni rastro de ella. La próxima cita será en casa de su madre, quien sabe si Carolina se pasa a saludarnos o esta tarde ha sido su despedida.

Quiero acabar con unas palabras para Teresita:

Cariño cuando leas estos folios al cumplir los 18 verás que hay más personas como nosotras asi que: no temas a los sueños, como hice yo, al revés, aprende a convivir con ellos y a entederlos, yo ya no los temo ni los odios, forman parte de mi persona y solo lamento no haberlo entendido antes pero estoy segura que tu sabrás manejarlos mejor que yo, a juzgar por tu comportamiento con tu primer sueño y tu sentido práctico de ver la vida.
No es necesario que te diga que te quiero mucho, tú lo sabes pero yo lo repito porque me gusta decírtelo.
Te quiero mucho.
 Tu abuela Ana.



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1 comentario:

  1. Ya me he terminado tu relato!
    Bueno, chica, muy interesante todo el "viaje inconsciente" de Ana, en esos sueño que le dan.
    Enhorabuena por el relato, está muy bien documentado, todo lo relativo a los campos de concentración, y la historia de la época.

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