sábado, 25 de junio de 2011

vuelta al presente. capítulos 5 y 6

Capítulo 5


Aeropuerto de Eindhoven.  8 de diciembre de 2010


El día 8 y como estaba previsto a las 9 y 30 en punto, el avión con destino Madrid despegó del aeropuerto de Eindhoven sin ningún problema. No nevaba, la pista estaba limpia, la temperatura había subido unos grados, no había peligro de hielo y llegamos con tiempo de sobra para embarcar a pesar del pequeño atasco que nos pilló.

Ya en el aeropuerto nos besamos y nos despedimos muy cordialmente de Lissette y Jack y  con la tarjeta de embarque en una mano  y el pasaporte en la otra entramos en  la sala de partida. Pasados los controles y mientras me ponía las botas, que me obligaron a quitarme, miré a mi alrededor. Sentía a Almudena cerca de mi, muy cerca pero no la encontraba y se lo dije a Mario:

-La presiento y debe estar por aquí pero no consigo verla. Puedes reírte si quieres.


-Descuida, no lo haré ¿Y cómo sabes que no puedes verla? ¿Por qué no preguntas a las mujeres que vayan solas?

-No, no quiero hacer el ridículo. Nadie de las personas  a mi alrededor  se parece a ella.

- Perdona pero ¿veías en tu sueño sus rasgos claramente?

-No, eso no, ahora que lo dices no, el de Carolina era más nítido, quizá porque según iba leyendo el relato les puse cara a los personajes y a Carolina la cara de Carlos con los rasgos más finos de Amanda.

-¡Qué imaginación!, ¿por qué esa mezcla?


-Los nietos se parecen a los abuelos, mira a Teresita. De mi padre tiene sus ojos y su sonrisa y de mi madre todas las expresiones.

-Sí, la niña es una mezcla perfecta de tus padres. Se me ocurre que podíamos pedir por megafonía que llamaran a Almudena López Hernández. ¿Qué te parece?

-Calla tonto, esto no es una película.


-Como quieras.

Ya sentados en nuestros asientos, abrochados los cinturones me persigné para que el vuelo se desarrollase sin incidentes, cerré los ojos y le dije a Mario que me despertara cuando estuviéramos  en Madrid y  así lo hizo. Y lo que no pude ver en mi sueño y sigo sin tener recuerdos sucedió:  bajamos a por el equipaje, rodé por la escalera, me llevaron al hospital y .......mi viaje en el tiempo, mis dos largos días de sueño encadenado comienza aquí.



En la casa del Viso. Madrid

Como ya digo mi cuerpo iba en la ambulancia, debía ir, claro, pero yo estaba en la cocina de casa con Carolina y me pareció lo más normal del mundo. No estuvo mucho tiempo visible, sólo un ratito para decirme que no me preocupara, que ella vendría a buscarme llegada la hora y que todo saldría bien.
Al marcharse preparé unos bocadillos y más tarde, sentada a la mesa con  Mario empezamos a hablar de la agenda que tenía en la mano.

-¿Has descubierto algo más en ella? – le pregunté yo.

-Sí. Tenemos suerte de que utilice una agenda de las de toda la vida.

-¿Por qué? ¿hay una dirección que nos sirva de algo?- le pregunté

-Hay muchos teléfonos con direcciones de Madrid y entre ellos uno de una Almudena Hernández , debe ser la madre y el teléfono de la universidad de Tilburg . ¿No te parece sorprendente?


-Sí y me está entrando miedo ¿Vas a llamar a la madre?

-Ni hablar, este domingo invitamos a Leonor a comer y se lo contamos. Prefiero saber algo más de la familia antes de llamar.

Así lo dejamos y después de comer fuimos a ver a las chicas. Estando con ellas recibí la llamada de la inmobiliaria de Venezuela: habían encontrado un comprador e inmediatamente, sin pensarlo más, reservamos los billetes para ir a firmar la venta.


El comprador, un americano de Texas, deseaba pasar las navidades con su familia en mi casa y eso suponía que el contrato debía firmarse antes del 20 de diciembre asi que no me olvidé de llamar a Leonor y a Serafín para adelantar nuestro encuentro.

El sábado por la tarde, después de una comida familiar pasamos al salón con el café en la mano y les conté mi sueño, quería saber que era lo que Leonor sabía y sabía mucho hasta de la tienda de disco es decir, de Irene y Ubaldo y sobre ellos dijo:

- Ubaldo puso la tienda tras abandonar la embajada por no estar de acuerdo con los golpistas. Todo el mundo estaba encantado con Ubaldo, todos menos el padre de Almudena, según oí comentar. Irene llamaba mucho la atención en el barrio, era alta y muy guapa. No tenían niños y se llevaban muy bien, al menos mis padres lo creían así. Irene comenzó a dar clases a Almudena cuando esta por culpa de la polio no pudo ir al colegio.

-¿Es cierto que Irene había estado en un campo de concentración?- pregunté directamente sin saber exactamente muy bien el motivo, de una forma u otra intuí que su pasado iba a dar pie a muchas cosas.

-Algo oí pero creo que lo sabía muy poca gente y se desconocían los detalles. Recuerdo que por aquella época un amigo de la plaza apareció ahorcado y al día siguiente en el periódico salió su foto, hablaban de él como de un falso judío. Según la prensa en realidad era un peligroso oficial nazi y todos nos quedamos asombrados. Le habíamos conocido y nos parecía imposible- contestó Leonor


-¿Guardaba relación con el pasado de Irene?- quiso saber Beatriz

-Siento decepcionarte Beatriz, no lo sé, no se habló mucho más del tema. En ese tiempo acaba de nacer mi hermana la pequeña y en casa había otros problemas familiares que se complicaron con la llegada de Manolín. Yo iba poco por el Asturiano y mis padres llegaban a casa cansados. Seguramente habría alguna relación, ahora que lo dices, pero la policía no investigó nada o casi nada. Irene terminó por irse del barrio a finales del año. Meses antes había fallecido su marido y aunque tenía muchos amigos le faltaba Ubaldo. Partió para seguir viviendo como su marido hubiera querido.

-¿No tendrás el periódico por casualidad guardado en algún sitio? –preguntó Mario interesado en un asunto no investigado por la policía. Su mente de comisario se había despertado.

- No, no lo tengo pero seguro que lo encuentras en alguna hemeroteca- respondió Leonor.

   
 - Tengo la impresión Serafín, que el antiguo estudio de fotos de tu madre no traía muchas suerte ¿o no? – dijo Carmen tratando de llevar la conversación por otros derroteros.

-Según se mire.  Mi madre vivió un tiempo fantástico con su hermano en ese estudio,  allí tuvo su  momento de amor con mi verdadero padre, con Ángel y estuvo acompañada durante su embarazo de Luisa, su mejor amiga y a la que jamás olvidó. Juntas aguantaron las críticas de la gente del barrio, sobre todo de las de la tía de Alicia.  Allí pasó a máquina la novela que encontró de  Marcos en la buhardilla e incluso Fernando le pidió su opinión para evaluar unas fotos como si sospechara del autor de ellas.Y sobre todo el tiempo que vivió con Juán criándome a mi y el nacimiento de mi hermano Guille. Allí vivió momentos maravillosos  y es cierto que hubo malos momentos pero a mi madre le dolió mucho tener que dejar la tienda aunque  se alegró al saber que Teresa quería empezar por su cuenta en su local.

-¿Pasó por la plaza un periodista americano llamado Steven Dayton?- Preguntó Mario a Leonor que no podía olvidar la historia del falso judío.

-Sí,  le vi una vez, creo. Le hizo una entrevista a mi madre e iba mucho por el bar para charlar con mi abuelo pero  a quien más conocí fue a su fotógrafo. Sancho se casó con Almudena Hernández y es el padre de la Almudena del sueño de Ana. ¿Queréis que llame para informarme como va de salud y de paso cotilleo discretamente sobre su hija? Hace tiempo que no hablamos y quién sabe, a lo mejor hasta consigo que nos inviten ¿de acuerdo?- dijo Leonor


Al día siguiente Leonor llamó a Almudena Hérnandez. Aunque ellas no fueron grandes amigas, la pequeña de los Salvatierras, (como decía su abuelo Pelayo), era más mayor y por aquel entonces tenían pocas cosas en común pero Almudena seguía tan espontánea como siempre y al preguntarle por su familia le contó que su hija había estado unos días de paso por Madrid antes de regresar a Canadá. Leonor le propuso quedar en enero para que les pudiéramos conocer y ella aceptó de buenas ganas.
Acabada la conversación con Almudena nos llamó y nos puso al corriente y en ese momento mi segundo salto tuvo lugar.



Capítulo 6



En Alberta. Canadá.


Mientras mi cuerpo seguía inconsciente en la cama de un hospital de Madrid también estaba en Alberta, Canadá, exactamente en Red Deer, en la casa de una mujer que no conocía pero que sabía que era ella: Almudena López Hernández y todo lo veía nítidamente como si fuese real.

De nuevo y gracias al trabajo de su marido estaba en otro país a miles de kilómetros de España y paseaba nerviosa por el salón de su nueva casa, una casa alquilada, típicamente canadiense, con mucha madera, grandes ventanales y un salón de grandes dimensiones con una chimenea en uno de los rincones.

Mientras ella paseaba yo recorría la parte baja de la casa.  En la pared del salón se veían cuadros con una firma que me resultaba familiar: Olalla Salvatierra. Sobre un aparador algunas fotos familiares y en el despacho diplomas al nombre de Roberto Rodríguez, Ingeniero de Minas. Sobre la mesa una foto de Almudena y su marido con la siguiente inscripción: Roberto y yo en el Golfo Pérsico.
Recortes de periódicos de Bolivia y Venezuela me hicieron suponer que habían estado por allí también.

En la cocina, en la puerta de la nevera dos notas, una con el teléfono de Jaime en Tilburg y la otra con el menú de Nochebuena.

De la cocina pasé de nuevo al salón y sobre una mesita descubrí la novela de Beatriz: "Madrid, Mayo del 68" y un catálogo con obras de Olalla Salvatierra editado por la misma editorial que la de Beatriz.

Aunque Almudena no hablaba podía leer sus pensamientos. Sus paseos por el salón eran habituales en ella cada vez que estrenaba casa en otro país.
Las primeras semanas se sentía como una sonámbula, se despertaba soñando cosas inexplicables y sólo se calmaba paseando una y otra voz por el salón.        
Ahora le acababa de pasar, había tenido que bajarse , se había despertado empapada en sudor y con las imágenes del sueño frescas en su mente.
Su sueño era mi sueño, el sueño del aeropuerto nevado en Holanda pero me asombró oir mi nombre, me había visto y me había oído.
Almudena recordaba la conversación sobre la plaza y la gente que allí vivió, recordaba que habló con una mujer que se llamaba Carolina, que estaba sentada a su lado y que hablaron de sus hijos pero no podía ser posible porque en el aeropuerto no habló con nadie, entonces  ¿Quién es Carolina? ¿Dónde ha oído o leído ese nombre recientemente?, se preguntaba mientras iba y venía por su salón.

Yo quería ayudarla, la iba a hablar cuando su vista se fijó en la mesita donde estaba la novela de Beatriz y el nombre de Carolina adquirió sentido: era el nombre de la nieta mayor de Carlos, el personaje que más le había impactado en la novela y que le recordó a Fernando.
Ella no lo había conocido pero su padre, Sancho López le habló de Fernando como el vecino más recordado por Pelayo, el dueño del Asturiano.
Fernando, Roberto, Alicia, Luisa, Antonio, Andrea y muchos vecinos más muy comprometidos con los ideales de la república de la que Pelayo era un fiel defensor.  
Quizá debiera basar su próxima obra en las plazas, en sus habitantes, en los años 40 y en los 50, en la década de su madre y decidió apuntar la idea en su agenda pero no la encontró y entonces traté de decirle que la tenía yo, que la perdió en Tilburg pero no me fue posible, había perdido el contacto con ella y ya no estaba en Alberta, mi tercer salto me llevó a Venezuela.



sábado, 18 de junio de 2011

Vuelta al presente. capítulos 3 y 4


Capítulo 3

Baarle-Nassau , por la noche en el salón de Lissette y Jack .

<<!Ana! !Ana! despierta mujer, que te vas a quedar fría ! venga, vámos a la cama!- dijo Mario arrodillado a mi lado>>.
Me había quedado dormida en el sofá de Lissette con la televisión encendida y tuve uno de mis sueños pero afortunadamente sin pesadillas. Mario se empeñó en oírlo asi que mientras subíamos a la habitación se lo conté con todo detalle.

<<Estábamos en el aeropuerto de Eindhoven, no podíamos volar por culpa de la nieve ni regresar a la ciudad porque nos habíamos quedado incomunicados.
A las 9 de la noche comenzaron a preparar el hall exterior del aeropuerto para los que preferían esperar durmiendo pero nosotros nos quedamos en la cafetería. Junto a la mesa a la que estábamos sentados había dos mujeres. Una de ellas, con aspecto bohemío y juvenil recibía una llamada de su madre y la otra mujer, cuyo rostro me resultaba familiar se quedó muy sorprendida al oir el nombre de la plaza de los Frutos. Las dos mujeres mantuvieron una pequeña conversación:


- Perdona, ¿has dicho la Plaza de los Frutos?. La plaza en Chamberí, en Madrid?

-  Sí y no. ¿Por qué lo quieres saber?.

-Siempre que escucho ese nombre me acuerdo de mi abuela y de lo que me contaba de ella .

- Muy curioso, no es la plaza pero tampoco vas muy desencaminada. Me refiero a la finca que tenemos en El Escorial. Lleva el nombre de la plaza de Chamberí en recuerdo a una persona muy especial que tenía una tienda de discos en dicha plaza .

-  ¡No me lo puedo creer! En esa plaza se conocieron mis abuelos Perdona de nuevo, no nos hemos presentado, me llamo Carolina.

-Encantada, yo me llamo Almudena ¿no nos hemos visto ayer en los alrededores de la Universidad de Tilburg?

-Sí, probablemente, mi hija está haciendo un máster allí y he venido a verla.

- Jaime, mi hijo pequeño también esta haciendo un máster. A lo mejor se conocen. Mi familia vivió en la plaza de Santo Tomé y pasaban todos los días por la plaza de los Frutos.- dice Almudena

-Mi abuela me ha contado cosas de la plaza de Los Frutos y también me habló del Asturiano. Creo que aún existe pero con otros dueños y que las plazas han cambiado bastante-decía Carolina

-Sí, el bar existe, ahora se llama Manolita pero no son los mismos dueños.  Las plazas están muy cambiadas, acompaño a mi madre de vez en cuando, le gusta pasar por allí una vez al mes, es su manía, como ella dice. Siempre me señala la esquina donde estuvo la tienda de discos, que anteriormente había sido una tienda de ropa, pero se necesita mucha imaginación para hacerse una idea, créeme.

-Me lo imagino y es curioso, según decía mi abuela en la esquina había un estudio de fotografía, seguro que luego fue la tienda de ropa. Mis abuelos no volvieron a pasar por la plaza después de ciertos acontecimientos, mi abuela se fue a vivir a otro barrio...>>

Yo las escuchaba,- le dije a Mario- Quería presentarme, decirles soy Ana Perea, nací en esa plaza. Quería intervenir para decir que la abuela de Carolina tenía razón, era el estudio de Sole y luego pasó a ser la tienda de mi madre. Estaba deseando mezclarme en la conversaciones pero las palabras no salían de mi boca y estaba sola, te habías ido a comprar unos refrescos y sin saber por qué apunté en una servilleta lo que decía Almudena:
<<Sobre su madre: Almudena Hernández  se quedó coja a consecuencia de la polio  y se casó con Sancho,  fotógrafo que ayudaba a Stervan Deyton, un periodista americano, que hacia reportajes por el barrio aunque su objetivo era desenmascarar a los nazis que se habían refugiado en España.

La tienda de discos:  Irene Medina y su marido Ubaldo. Irene era una niña de la guerra y pasa su adolescencia en un campo de concentración. En su muñeca lleva el número que la dejó marcada para siempre. Vuelve a España como esposa de Ubaldo, diplomático de Guatemala que dejará su cargo por ser coherente a sus ideas y más tarde pone una tienda de discos en la plaza.

Andrés, abuelo de Almudena: hombre de negocio y falangista en su tiempo, responde a la idea que la gente pueda tener de los señores de clase alta, casado con Eulalia. El matrimonio no fue feliz. >>.

De Carolina poco puede apuntar, apenas hablaba de su familia, sólo dijo que por culpa del regimen uno de sus abuelos no pudo regresar a España hasta finales de los 70 y vivir con su abuela como hubiesen querido y que su madre, Sandra, era fotógrafa.
Más no pude anotar porque de repente estaba en Madrid... y tú me has despertado pero será mejor seguir mañana ahora estoy muy cansada – le dije a Mario.


Capítulo 4
Baarle-Nassau. 7 de diciembre del 2010 después de cenar en el salón de Lissette y Jack

Al día siguiente el cielo seguía gris, la nieve no había parado de caer y los planes de ir a Maastricht se cambiaron por la cercana Breda, allí también podíamos hacer compras y tomar algo en el café más antiguo de esa ciudad medieval según nuestro guía. Me había levantado bastante relajada, muy consciente del sueño que había tenido y por primera vez no tenía miedo lo que me permitió disfrutar de la visita a la ciudad de Breda. Esta ciudad me gustó mucho.

Por la tarde, después de comer nos reuninimos en el salón; hablamos de la novela de Beatriz y comentamos el personaje de Carlos en particular. Aunque suponía que lo sabían les dije que Carlos toma la identidad de Fernando y Amanda la de Alicia. Mario me animó a contarles el sueño que tuve y terminé diciendo:

-Cómo véis Carolina no puede existir, ni su abuela ha vivido en la plaza de Santo Tomé porque Amanda no existe.  Fue Alicia la que vivió en esa plaza y se casó con Álvaro a quien Beatriz llama Agustín en su relato. Álvaro tenía un hijo y se llama Pedrito y en el relato de Beatriz Agustín no tiene hijos..

- No quiero inquietarte- dijo Mario-  pero antes he llamado a Leonor y me ha confirmado que en la plaza de Santo Tomás vivió una chica que se llamaba Almudena y enfermó  de polio. La agenda que te has encontrado de forma tan casual en Tilburg pertenece, según su primera página a una tal  Almudena López Hernandez, ¿la hija, quizá?.

-Muy curioso – comentó Lissette- algunas veces los sueños se hacen realidad o son mensajes por descifrar. Jack tenía una tía que tuvo un sueño y al final se cumplió.

- Por desgracia lo sé, - dije yo- mis sueños se cumplen, a veces con modificaciones, pero se cumplen. Mis pesadillas son otra cosa, a pesar del tiempo transcurrido, según el piscólogo, no acabo de aceptar lo sucedido. En cuanto al sueño de anoche sólo estoy segura de que no voy a conocer a Almudena mañana porque de repente estaba en Madrid y pasaba algo, no sé el qué porque Mario me despertó en ese momento.

-No tiene que ser nada malo Ana - contestó Jack-   Es posible que algún día conozcas a Almudena, quizá más adelante.  Si en ocasiones anteriores tus sueños fueron avisos aciagos este último puede ser un aviso de una próxima amistad . Como dice Lissette, mi tía tardó años en conocer al copratogonista de su sueño, de hecho ya se había olvidado de ello.

- Me estás intrigando ¿ Puedes contar el sueño de forma sencilla? Ya sabes que nuestro inglés no es tan avanzado como el tuyo - preguntó Mario

-Tonterías, os falta confianza pero nada más. Lo intentaré. Veréis, todo comenzó en 1941 en plena guerra bajo la ocupación de los alemanes.
* Mi tía se casó en 1939 con un joven comunista recién venido de España que había estado allí como brigadista y el gobierno holandés le retiró el pasaporte como castigo.
Mi tío pasó a estar en la lista negra y cuando los alemanes ocuparon Holanda y Bélgica su suerte empeoró. No obstante en febrero de 1941 organizó junto con otros camaradas en Amsterdam la mayor demostración de resistencia a la ocupación nazi.
Consiguieron que todo el país, durante dos días quedara paralizado por una huelga general. Las consecuencias no se hicieron esperar: fue detenido, llevado a un campo y allí fusilado.
Mi tía no sé quedó de brazos cruzados; si su marido había muerto por luchar en la resistencia y por sus ideas ella no iba a ser menos. Se ofreció como voluntaria en sus horas libres para hacer de mensajera y al cabo de un tiempo la confiaron la misión de esconder judíos en las direcciones que la resistencia conseguía mediante  gente del partido. Desgraciadamente la pillaron y fue llevada al campo de Vught. ¿Me seguís hasta aquí?-preguntó Jack

-Sí, perfectamente y ¿no pasamos ayer por Vught?-pregunté

- Si  hemos pasado por la ciudad de Vught. Está a 40 minutos de aquí pero por el mal tiempo no os hemos llevado a que vieráis el Monumento Nacional a las víctimas, levantado en el mismo solar en donde el campo estuvo ubicado, para nuestra desgracia. En Holanda había tres campos pero solo el de Vught estaba dirigido por los alemanes, por la SS dependiendo directamente del cuartel general de Berlín.

-¿Era un campo de exterminio?¿Iban allí los judíos?- pregunté comenzado a sentir ya escalofríos.

-No, era un campo de trabajo. Los alemanes obligaron a la fábrica de Philips  a trabajar para ellos y abrieron allí mismo un taller. La mayoría de los detenidos eran gitanos, homosexuales, testigos de Jehová y gente de la resistencia.

-¿Y tu tía fue llevada allí?- volví a preguntar como si encontrara alivio en que me lo confirmara.

-En efecto, estuvo unos meses antes de ser trasladada al campo de mujeres de Ravensbrück en las proximidades de Berlín, allí pasó dos meses hasta que la mandaron al sur de Polonia, al campo de trabajo de Reichenbach.

-¿Estuvo en tres campos? ¿ Cuántos años tuvo que soportar el horror? - seguí preguntando,  no quería ni imaginármelo. Lo mío no fue nada comparado con lo que estas mujeres debieron pasar.

- En total 3 años, a finales del 42 la detuvieron y nunca pudo olvidar lo vivido en Ravensbrück.  Allí si no morían en las cámaras de gas morían por desnutrición pero ella y algunas más que venía de Vught tuvieron suerte.

-El sueño Jack- le recordó su mujer al darse cuenta de lo mal que lo estaba yo pasando .

-Sí por supuesto, no lo olvido. Fue en Ravensbrück según nos contó. Había sido un día más, un día en el que el olor a muerte estuvo más presente que nunca. El viento del este soplaba con toda su fuerza y llevaba el humo de los hornos a todas las partes. Ese día dejó entrar a la resignación en su alma y dijo adiós a sus esperanzas. Aquella noche se acostó con el presentimiento de que iba a ser su última noche y se concentró en recordar los buenos momentos pasados con su marido, necesitaba, antes de decir adiós, volver a sentir algo y que mejor que recordar los sueños que había tenido junto a él. Quería revivir la ilusión que les embargó a los dos cuando se dieron cuenta de que estaba embarazada y la tristeza que les envolvió cuando el embarazo se truncó. Sabía que nunca más volvería a compartir su vida con un hombre o ser madre y de pronto volvió a sentir la llamada de la libertad y se hizo una promesa: si salía con vida lucharía con más fuerza que nunca por todas las compañeras que encontraban cada día la muerte.  Se dio media vuelta en el camastro que servía de cama y cambió de postura  y al hacerlo cambió el paisaje, de repente y según sus propias palabras : << El sol lo invadía todo, la granja, situada en la falda de una montaña, estaba llena de vida y de color. En los prados los caballos relinchaban esperando ser montados por los gemelos Tom y Jan que venía de la mano de su orgulloso abuelo y yo les contemplaba por la ventana de la amplia y luminosa cocina.....pero todo fue un sueño, cuando los íba a llamar, la cruda realidad, vestida de capitán, de Hauptsturmführe, me despertó con fusil en mano, me hicieron saltar de mi camastro en medio de la noche y me metieron a empujones en una camioneta. No estaba sola, había otra mujer del barracón B. Una vez dentro de la camioneta nos golpearon y escupieron.Era una camioneta de la SS que y nos llevó a la estación donde un tren cargado con más mujeres estaba esperando. Al día siguiente, de noche, llegamos a Riechenbach y olvidé mi sueño durante mucho tiempo >>

-Continua por favor, ¿cuando volvió a recordarlo?- le dije

-Paciencia, Ana- me contestó - En el nuevo campo estuvo hasta terminar la guerra, las condiciones mejoraron mucho, era un campo de trabajos forzados pero a ellas las cuidaban, eran lo que ellos llamaban obreras cualificados “Facharbeiter” y en este caso tenían que trabajar para Telefunken.
Allí sobrevivió tratando siempre de hacer su trabajo lo mejor posible y de no destacar demasiado si no quería acabar en el burdel del campo.Días antes de ser liberadas, en febrero del 45 consigió escapar y dos días más tarde el grupo en el que ella iba se encontró con los americanos quienes se encargaron de que regresaran a Holanda.

-¿Se casó con un americano?- preguntó esta vez Mario.

-No, ni mucho menos. A su llegada a Holanda volvió a retomar su trabajo, siguió perteneciendo al partido comunista y años más tarde formó parte del comité anti bomba de neutrón. Junto con otras supervivientes fundaron la organización por la memoria de las mujeres de Ravensbrück y todavía tenía tiempo para formar parte de las voluntarias que organizaban la parada militar anual de los ex-veteranos canadienses que liberaron Holanda.  
En 1976 conoció a quien fue su segundo marido en el desfile de ese año, un viudo con hijos ya mayores, que venía todos los años y que había participado en la operación Market Garden que tuvo lugar en Arhem, del 17 al 25 de septiembre de 1944.

-Creo recordar que consiguieron tomar algunos puentes y que la idea era cortar el paso de los alemanes por el Rin y crear un corredor para los aliados pero no sabía que habían participado canadienses  en esa batalla– dijo Mario que había estado escuchando sin perder palabra.

-El contingente principal era británico, los canadienses estaban en la costa pero algunos vinieron a reforzarlos. En efecto, no pudieron tomar el último puente, el de Arhem y el fracaso supuso el alargar la guerra un año más.  Fue una de las últimas grandes victorias del ejército alemán. Causó más víctimas que el desembarco de Normandía.

-¿Y se casaron nada más conocerse?-  de nuevo pregunté yo deseosa de oir un final feliz.

-No,no,  se escribieron primero y dos años más tarde se casó con él y se fue a vivir a Canadá, a la granja de la familia de su marido y al llegar allí tuvo su “déjà vu”, el paisaje existía, los gemelos existían, eran los nietos de su marido y recordó el sueño.

-¡Increíble! ¡ qué mujer más luchadora y perseverante! ¿era una tía lejana? ¿La conociste bien? - dije toda asombrada.

- Es la hermana pequeña de mi abuelo y todavía vive, se llevaba con él 10 años. Mis bisabuelos tuvieron 8 hijos y mi abuelo era el mayor, dos murieron siendo pequeños; a principios del siglo XX  era aún muy normal tener varios hijos, sobre todo la gente del campo.
Mi abuelo heredó la granja y varios prados donde pastaban las vacas en el verano y una pocilga con unos cuantos cerdos.  La familia no pasaba hambre pero tampoco se podía permitir muchos lujos y el trabajo era muy duro;  se levantaban con la primera luz del día y a las oho ya se iban a la cama en el verano y en el invierno mucho antes.  No sé si sabréis que aqui, sobre todo en primavera a las cinco de la mañana ya es de día y en el invierno a las cuatro y media ya es de noche.

-Sí, Beatriz ya no los dijo y sí, es cierto, antiguamente las familias eran muy grandes. Me hubiera gustado tener más hijos pero no pudo ser.Mi padre fue también hijo único y mi madre tuvo un hermano. Nuestra familia es de las cortas pero me alegro de que tu tía viera su sueño cumplido después de haber pasado tanto . ¿No echó de menos en Canadá las actividades que tenía aquí?

- Creo que no, al menos nunca dijo nada. Nosotros la hemos visitado en Canadá y es realmente feliz, de todos modos tampoco ha estado sin hacer nada, se apuntó a dos organizaciones que trabajaban con menores con problemas sociales y la granja le encanta, le recuerda a los tiempos de su niñez.

-Gracias Jack por la historia, realmente impresionante, hay mujeres que se merecen monumentos. Me encantaría seguir escuchando más historias pero se ha hecho muy tarde y debemos acostarnos, mañana tenemos que estar a las siete y media en el aeropuerto.

-Tienes razón Mario, llegó la hora de de recogernos. Buenas noches.

Mario y yo subimos por la escalera y me quedé dormida inmediatamente.

*: basado en “ Detalles de las víctimas .Mujeres de Ravensbrück.””


jueves, 9 de junio de 2011

Relato: Vuelta al Presente.

¿Qué es la vida? Un frenesí.¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.


Capítulo 1

 Madrid. 30 de diciembre 2010.

Me llamo Ana Perea, soy la hija de Teresa y Héctor, la madre de Carmen, la abuela de Teresita y mi madrina era Ana Rivas.
Mi madre escribió una carta para que mi hija Carmen la leyera al cumplir los 18 años y yo escribo hoy este relato para mi nieta, un relato basado en lo que me ocurrió hace poco y lo que viví en Venezuela, un relato con sueños y visiones pero también con hechos muy reales aunque todo se entremezcle. Quizá pueda entender un poco mejor a su abuela y la influencia que la Plaza de los Frutos ha tenido y tiene sobre nuestra familia.
He comenzado hoy a escribirlo y aunque la idea la tuve nada más despertad, el 10 de diciembre, yo no sabía que día era. Me encontraba en otro mundo,una parte de mí oía susurros y hablaban de mi. Llevaban días haciéndolo pero yo sólo abrí los ojos cuando Carolina me dijo que era hora de volver al presente, de darles una alegría a los míos y cuando lo hice todo era borroso, me costaba trabajo distinguir las formas pero en seguida aparecieron los contornos y los rostros .
A mi derecha estaba Mario con su mano derecha en la mía. A mi izquierda mi hija Carmen que acariciaba mi mejilla entre sonrisas y lágrimas; a los pies de la cama Beatriz .
La alegría les embargó al verme de nuevo despierta, dos largos días estuve sin sentido me dijeron mientras la enfermera se apresuraba a avisar al médico. Cuando entró me hizo unas pruebas y se mostró muy sastifecho, la paciente, es decir yo, recuperó el conocimiento antes de lo que se esperaba y según el encefalograma no había daños internos y en dos días podrían darme de alta.
Mario me contó lo que había pasado en Barajas, cuando regresábamos de Holanda. Al bajar las escaleras para recoger las maletas tropecé, rodé por ellas y me dí un golpe en la cabeza. 
Sé que Carolina no existe, aunque le haya puesto un rostro. Carolina es una creación de Beatriz y sin embargo ha sido mi lazo de unión entre el mundo en que el que me encontraba y al que debía volver..
Tuve el accidente el 8 de diciembre y no es nada fácil entender lo que me ha pasado pero tratré de hacerlo. Me desperté dos días más tarde, es decir el 10 de diciembre y sin embargo al volver en sí ya había celebrado mi cumpleaños y la nochebuena aunque aún no hubiesen llegado.
Estuve dos días fuera del mundo pero para mi fueron semanas, dos semanas muy productivas pues hice muchas cosas, entre ellas: viajé a  Venezuela para vender mi casa, conocí a los nuevos dueños y hablamos del familiar que dejó sus huellas en la plaza de los Frutos.
En esos dos días pude estar presente en varios sitios, viajé con mi mente, acompañé a Serafin cuando se encontró con Luis Espinosa, me colé en la casa de una desconocida llamada Almudena López en Canadá y hasta ordené junto con Mario la correspondencia de nuestros padres.
A los siete años supe que era distinta a otras niñas. Tenía miedo a dormirme y luchaba contra el sueño para evitar tenerlos. No me pasaba siempre pero me daban mucho miedo. No los olvidaba pero tampoco los entendía. Mi cuerpo reposaba en mi cama pero yo podía estar en varios sitios a la vez. Hoy sé que eran una clase de visiones que no sabía interpretar y ya no los temo.
Mi familia no sabía que pensar, siempre que tenía un sueño raro  llamaban al médico y siempre decía que estaba incubando una u otra enfermedad.  
Mi primer sueño aciago o visión que no supe interpretar tuvo lugar cuando tenía 9 años. La noche anterior había estado con Zeus, mi perro,  jugando con una pelota en el patio de casa y a ninguno de los dos nos pasaba nada. Esa noche soñé con él, íbamos por un descampado buscando un sitio para escondernos, los dos teníamos miedo y corríamos sin parar.
 A la mañana siguiente no había forma de despertarme, mi abuela Carmen se asustó muchísimo, mis padres no estaban en casa, habían tenido que ir a la Embajada de España, asi que la abuela llamó al médico. 
Estaba ardiendo, tenía una fiebre muy alta me diría horas más tarde Simón. Tenía que quedarme en la cama, sin salir de la habitación, probablemente me iba a entrar el sarapión según el doctor Pardo y cuando remitió la fiebre quise ver a Zeus pero ya era tarde. Zeus nos había abandonado, lo habían encontrado muerto en el patio, escondido detrás de una planta. No me dejaron ver su cuerpo ni despedirme de él y me sentí culpable.
Simón trató de consolarme y me dijo que Zeus ya era muy mayor, que ya tenían muchos años de perro cuando me lo regalaron y que mi sueño, producto de la alta fiebre no tenía nada que ver con su muerte...yo no le creí, pero no dije nada.
Tuve otros sueños y más tarde vinieron las pesadillas pero ya lo contaré más adelante.           
Ahora quiero contar el sueño que tuve el 6 de diciembre cuando estábamos en Holanda.              
Sin este sueño creo que el resto no hubiera sido posible.


Capítulo 2
Baarle-Nassau. Holanda. 6 de diciembre de 2010

El 2 de diciembre de 2010 llegamos a Eindhoven y dos días más tarde asistimos a la boda de plata de los primos de Beatriz. Llegamos  los cinco juntos pero las chicas regresaron antes; Mario y yo nos quedamos unos días más.
Lisette es la única prima europea con la que Beatriz siempre ha tenido relación. Sus abuelos eran hermanos pero al de Beatriz su trabajó le llevó a Venezuela y allí se quedó.
Asistimos pues a la ceremonia de la boda, al convite para los más íntimos y a la recepción de por la noche para todos los amigos. A Mario y a mi nos llamó la atención lo organizado que lo tenían todo; la recepción con baile incluído empezó a las 8 de la tarde y terminó exactamente a las 12 de la noche con café bien cargado y bocadillos para paliar un poco el consumo del alcohol. Recuerdo como nos reíamos y la cara de asombro que pusimos cuando vimos las tazas de café ahumeante sobre las mesas a la medianoche. 
Aunque la familia de Beatriz es maravillosa yo estaba deseando regresar y hasta me arrepentía de habernos quedado unos días más. Odio el frío y allí el frío era intenso; en España también echo de menos el calor del Caribe pero allí me a brumaba, me entraba una gran melancolía e incluso tristeza al contemplar los paisajes helados que en ese momento me rodeaban. Reconozco que tenía su encanto ver los lagos helados sobre los que mayores y pequeños patinaban como si nada, pero si el frío me ponía enferma, la ausencia del sol me ponía triste y me recordaba un lugar que nunca debí conocer.
 El 6 de diciembre mientras Lissette llevaba a las chicas al aeropuerto, Mario y yo visitábamos Den Bosch, de camino a casa paramos en Tilburg donde Jack, el marido de Lissette, nos enseñó la Universidad en la que él imparte clase de derecho europeo. Nos presentó a unos compañeros suyo y nos dijo que tenía alumnos españoles que estaban haciendo un master con el plan Erasmus y Jack aprovechaba para hablar con ellos en español .
En un momento del paseo vi en un escalón un librito azul y al abrirlo descubrí que era una agenda, en su primera página el nombre de la dueña y direcciones de Madrid. Sin pensarlo me la guardé en mi bolso para mirarla más tarde con más detenimiento y no le di más importancia en ese momento.

Ya por la noche, a eso de las 8, me subí a nuestra habitación a sacar del bolso la libreta que me había encontrado y entonces comencé a sentirme rara, quizá por el frío o por la hora de la comida pero presentía que algo iba a pasar, que mis pesadillas sonámbulas iban a volver o que iba a tener uno de mis sueños aciagos de los que ya he hablado antes pero cuando oí la voz de Mario dejé la libreta en la mesilla y bajé al salón donde estaban esperandome para tomar el café.

Para amenizar la velada Lissette propuso poner un dvd y sacó unos cuantos para que eligiera uno. No sabía cual elegir, las películas americanas no me gustan mucho y a Mario le dan lo mismo. Al final me decidí por una romántica que en realidad me gusta por la protagonista y escogí Only you al tiempo que le pedí que pusiera los subtítulos en castellano. Hace años vi la versión en español de “Sólo tu””  y  aunque en Miami había visto junto con Carmen varios telefilms sólo en inglés, de eso hacía ya mucho tiempo y temía no enterarme de nada.
Según avanzaba la película me fui encontrando mejor y no dejé de picotear de las tapas holandesas que Lissette había preparado mientras Jack se encargaba de la bebida y de las cosas saladas.
Los 104 minutos que dura el film se pasaron corriendo y un tanto somnolienta por las cervezas tomadas me disculpé y dije que me subía a la cama en cuanto acabó el dvd.

Al llegar al rellano de la escalera vi por la ventana, que da a una parte del jardín, un paisaje diferente, si hacía unos momentos todo estaba helado, ahora, una nieve que parecía no tener ganas de dejar de caer lo había cubierto todo de blanco.

Entre edredones nórdicos y abrazada a Mario me desperté y miré el reloj, no sé a qué hora subió él pero habían pasado tres horas desde que me quedé dormida, cambié de postura para volver a dormirme pero media hora más tarde seguía sin poder conciliar el sueño y temiendo despertar a Mario con mis vueltas decidí bajarme al salón. Arropada con la bata y una colcha me acurruqué en el sofá de la salita donde estaba el televisor.
Pronto descubrí que no es tan fácil encontrar el canal que uno quiere cuando se está en otra casa y en otro país. Sabía, porque lo había visto esa misma tarde, que el canal de tve internacional se podía coger pero no acertaba con el mando. Decidí utilizar el menú pero las indicaciones para elegir no las entendía  y la cantidad de canales que salían me mareban. No distinguía la televisión alemana de la belga ni de la holandesa y aunque esta última emite mucho en inglés en lugar de ser una ayuda me confundía aún más. 

Dispuesta a darme por vencida, al dejar el mando, vi sobre la mesita el relato de Beatriz y recordé las palabras de Teresita a raiz del comentario de Serafín. El relato había sido publicado como novela corta y según veía también a la venta en holandés.

<< Ahora te falta a tí, Ana escribir algo, aunque sea un cuento o unas pequeñas memorias de Venezuela>>

<<Sí, Abuela, ¿Por qué no escribes tu uno contando cosas de cuando eras pequeña en Venezuela, cosas del yayo Héctor?- me preguntó también Teresita>>

Tras el recuerdo me acomodé mejor en el sofá y con una sonrisa un tanto melancólica tomé el relato, lo revisé de nuevo  pero las letras me bailaban, lógicamente no entendía nada, salvo el título, el resto me parecía abra cadabra:  << Zittende in een bar bij San Bernardo straat...>> así empieza en holandés el relato.
Me pregunté que opinaban Jack y Lissette y me propuse preguntárselo al día siguiente. Me iba a levantar ya para volver a la cama cuando de repente me apareció el canal 24 horas con las noticias en español y me recosté de nuevo en el sofá y......