viernes, 22 de febrero de 2013

El escritor de las guías de viajes. Capítulo 5


  

El frío intenso que reina en la pequeña habitación lindante a la cocina despierta a Martín. Tumbado en la vieja cama de barrotes roñosos por el paso del tiempo, se tapa mejor con las mantas e intenta dormir de nuevo pero enseguida cesa en el intento. Ayudado de su linterna mira la hora que es y comprueba que a duras penas ha conseguido dormir tres horas. La madera que clavó en la tarde de ayer para tapar la ventanuca con el cristal roto no ha ayudado nada, al tejado le siguen faltando algunas tejas y el frío entra igualmente convirtiendo al pequeño cuarto en lo más parecido a una cámara frigorífica. Arrastrando las mantas vuelve a la cocina, reaviva el fuego echando las últimas astillas que le quedan de la leña cortada por la mañana  y antes de sentarse en la mecedora abre la botella de ron que ha comprado en Panes. Se abriga bien con las mantas y sin molestarse en coger el tazón que le está sirviendo de vaso, bebe a morro y enciende un cigarrillo trás otro recordando las palabras de su amigo. Por lo que le ha contado el peligro no viene de Córdoba. Rosario está casada con el de marras y el general muy ocupado con las próximas elecciones. Es pues un episodio cerrado y aunque le parezca increíble el peligro parece estar ahora en Madrid, en el informe que hace dos meses pidiera Martínez Prada sobre él y éso es lo que le desconcierta. Lo lógico hubiera sido pedirlo antes de contratarle ¿por qué ha tardado tanto?. No entiende los motivos que puede tener para haberlo hecho. Martínez Prada nunca se interesó por la razón de su venida a España y Fernanda tampoco le ha pedido cuentas, aunque ha estado a punto de hablarlo con ella pero el miedo a que le viese como un cobarde se lo impidió. Fue un cobarde esa es la verdad, se dejó amedrentar por unos cuantos golpes de unos sicarios pagados por el general que le acusaban de comunista y traición al peronismo tan solo por romper el compromiso con su hija y negar que fuese él el padre del hijo que ella estaba esperando.

Córdoba , finales de abril de 1972 , la emboscada y los golpes le llevaron a la drástica decisión de vender la casa de sus padres y poner tierra de por medio, cuánto más lejos mejor. Estaba convencido de que el general no le perdonaría nunca la ruptura de compromiso con su única hija. Rosario Santiesteban, alumna suya en la facultad de ciencias económicas unos años atrás y con la que tonteo un poco en el último curso pero sin llegar nunca  a mayores, le enredó como quiso y estuvo a punto de romper su promesa por ella.
Fue en la fiesta de su graduación, en diciembre en 1971, cuando Rosario se le insinuó abiertamente y él se dejó llevar por sus encantos. Triste y abatido por la muerte de su padre, ahora que empezaban a entenderse, se comprometió con la hija del general y con el partido sin él saberlo. El nunca perteneció a un partido pero le buscaban, le pedían que acudiera a reuniones, la vuelta de Perón estaba más cerca que nunca, le decían y Rosario no entendía su resistencia. Y ésta se iba quebrantando poco a poco y si no hubiese pillado a Rosario en la cama con otro seguro que hubiera caído en lo que él no quería caer de ningún modo, el compromiso con un partido. Se lo prometió así mismo cuando era un niño y no cambió de idea durante la adolescencia  Su padre no lo consiguió y ellos casi lo consiguen.
A su memoria acude el otoño caliente de 1969, las revueltas en la Universidad, las charlas con su padre sobre las huelgas en la industria y la lucha que se prolongaría durante tres años más. Sus simpatías estaban con los estudiantes y con los obreros a quienes ayudaba con sus reivindicaciones pero él no era un hombre de barricada como su padre. El hombre se había sacrificado para que el estudiara, trabajó en la fábrica de coches, turnos de mañana, tarde y noche y aunque se lo agradeció de todo corazón a él le hubiera gustado haberle visto más pero no pudo ser. Su padre dedicó sus horas libres al sindicato y a las reuniones del partido comunista. El partido, siempre el partido y Martin se refugió en su abuela paterna, la única que tenía tiempo para él, la que no se cansaba de contarle cosas de Asturias y de hablarle de España.
Martín hace una pausa en sus recuerdos y deja la botella sobre la mesa, afuera ya es de día pero para él llega la noche, comienza a notar que el sueño le está venciendo, la botella de ron medio vacía está haciendo efecto y se rinde, cansado de tanto recordar, al sopor que le está invadiendo.

En Madrid las farolas dan paso a la luz del día y algunas tiendas ya han levantado el cierre, los bares van abriendo sus puertas y los madrugadores entran a por ese  primer café del día o  primer chato o copa de coñac que les ayude a entonar mejor la mañana y en casa de la familia Perea ya están todos en pie, han desayunado y tras recoger María la mesa, toma sus libros, se pone el abrigo y mete prisa a Daniel que sigue en su cuarto buscando algo que no encuentra.

-      Vamos Daniel, que al final voy a llegar tarde por tu culpa.
-      Pues vete tú sola, puedo coger el autobús yo solito , no me voy a perder.
-      No, perderte no, pero bajarte dos paradas antes ya te ha pasado. ¿Por qué eres tan distraído?
-      No fue mi culpa, el autobús se metió por otra calle, había obras y me despisté.
-      Sí claro y el metro se estropea siempre que yo llego tarde.

A Daniel no le da tiempo a contestar a la ironía de su hermana, su madre se le adelanta diciendo.

-      Llévales tú Héctor que a este paso llegan los dos tarde.
-      De acuerdo, pero tu no hagas nada, vuelvo enseguida. Hasta las once no voy a ir al despacho.

Asunción despide a su familia y se va al cuarto de baño, se ducha como puede, sin mojarse la cabeza, se viste y regresa al sofá . Está menos mareada que ayer pero los mareos no han desaparecido del todo, lo ha notado en la ducha, hubo un momento en que todo le daba vuelta de nuevo. Su madre subirá después a ponerle la inyección y se arma de paciencia para pasar un día más sin poder ir a la redacción. Cuando Héctor regresa la ve vestida en el sofá hablando por teléfono con Julio y cuando cuelga le dice.

-      ¡Mujer, cómo eres! ¿No podías esperar a que yo viniera? ¿y si ti hubieras caído en la ducha?
-      Pero no me he caído, no te enfades ¿vale?. Julio va a mandar a un chico al despacho con los artículos del accidente, cuando llegues seguro que ya lo tienes allí. Anda, no es necesario que te quedes conmigo, mi madre estará a punto de subir y Aurelia va a venir cuando deje a los gemelos en la guardería. No voy a estar sola.
-      Te haré caso pero que conste que me parece que ha sido muy imprudente duchándote  tu sola con lo mareada que estás.

Y sin discutir más Héctor besa a su mujer, llama a Bonilla al despacho para avisarle del chico que va a mandar Julio y le comunica que él ya va para allá. A las puertas del despacho se encuentra con Vallejo, suben juntos y al entrar en él ven a Bonilla charlando con Víctor, el amigo de Julio que es quien les ha llevado los artículos.

-      ¡Hombre Víctor! ¿qué te cuentas?

Saluda Héctor nada más entrar sorprendido de verle allí pues Bonilla ya había hablado con él. Vallejo también le saluda y Bonilla prepara café para todos.

-      Hola Héctor, Vallejo. Ya ves, Julio no tenía a nadie para hacer de recadero. Asunción no es la única baja en la revista y me ha pedido que os trajera estos artículos. ¿De verdad estáis investigando a Martínez Prada? ¿Sospecháis de algo raro en el accidente?
-      No tenemos nada concreto Víctor, es simple rutina.
-      Lo entiendo y no os preocupéis, no me voy a ir de la lengua pero como ya le dije ayer a Bonilla, en lo profesional Carlos Martínez Prada es un ejemplo a seguir.
-    ¿ Y en lo no profesional?
-    No puedo estar seguro Vallejo, tanto no le conozco. Coincidimos en actos de las editoriales pero nunca me ha invitado a una de sus fiestas sociales asi que no pudo hacerme una idea de cómo es cuando se olvida de representar el papel de editor ejemplar.
-      Muy interesante Víctor ¿por qué lo dices?
-      No suelo hacer caso de los rumores o cotilleos Héctor, prefiero juzgar por mi mísmo pero alguien que fue asiduo a sus fiestas me dijo que en privado cambiaba por completo. Se rodea de una corte que le ríe sus gracias, todo tiene que girar alrededor de él y no tolera que le lleven la contraria.
-      Y ese alguien ya no es su amigo asi que podría hablar con resentimiento ¿supongo bien?
-      Así es Bonilla. Yo también lo pensé cuando me lo encontré en el aeropuerto. Se iba de España, había vendido su imprenta y me dijo que no me fiara del editor ejemplar. Le pregunté si le había pasado algo y me dijo que en realidad no había pasado nada pero que él se había cansado de ser un bufón más en su corte.
-      ¿ tú amigo estaba casado por casualidad?
-      Estaba separado, su mujer vivía en Barcelona y no tenía hijos. En Madrid no tenía familia ¿por qué lo preguntas Héctor?
-      Estoy intentando hacerme una idea de su corte. Fernanda es viuda, Martín parece ser soltero, no tiene familia en España, tu amigo estaba separado y tampoco tenía familia cerca ¿sabes algo de los demás?
-      Ahora que lo dices es verdad, los matrimonios no abundan en sus fiestas.Siento no poder ser de más ayuda. Gracias por el café y me voy, os dejo trabajar. Hasta la vista.

Justo cuando Victor se está despidiendo suena el teléfono y es Gustavo con noticias del norte como él dice. La conversación es corta pero contundente, Gustavo tiene que ir a la audiencia y no puede entretenerse. En la provincia de León no hay datos que reflejen el nacimiento o defunción del abuelo de Martín pero en Asturias, en el Concejo de Cangas de Onis si hay una coincidencia. Héctor anota con rapidez el nombre del pueblo, agradece a Gustavo el favor y comenta con Vallejo y Bonilla el asunto.

-      En pie jefe, nos vamos para allá a hora mismo, conduciendo los dos llegamos antes de que oscurezca.
-      No tan deprisa Bonilla primero tendremos que pasar por casa.
-      Por supuesto pero antes de la una de la tarde salimos, nos tiene que dar tiempo, son las once en este mismo momento.
-      Yo me hago cargo del despacho chicos, a este paso me vais a tener que hacer socio en lugar de colaborador. Contrastaré los artículos con el informe de la policía y me informaré si hay novedades del tal Gonzalo.
-      Estupendo Vallejo, habrá que reconsiderar lo de la sociedad. Si llamara Martínez Prada o la viuda ya sabes lo que tienes que decir.
-      Descuida Héctor, seguiré el protocolo. Estamos siguiendo una pista pero aún no podemos confirmar nada.

     Mientras en Asturias Martín sigue durmiendo, recuperándose de la noche en vela llena de recuerdos, frío y ron, Bonilla y Héctor van ya por la carretera de la Coruña, sin apenas equipaje, una muda y artículos de aseo, un mapa de los picos de Europa y una guía de carreteras del norte de España. Acaban de dejar atrás la indicación de Aravaca y los dos piensan en Fernanda, ajenos a la visita que está atendiendo en ese momento.

-      No hacía falta que vinieras Carlos. Ya te dije esta mañana que tenía pensado pasarme por la editorial después de comer, como llevo haciendo desde hace medio año. Estos dos días no cuentan.
-      Lo sé Fernanda pero y ¿ si llamara Martín? o ¿te ha llamado ya?  
-      No, no me ha llamado y si lo hace Carmen sabe lo que tiene que responder. Las cosas claras Carlos, pescar se te da muy bien pero a mi no me la das ¿por qué no te viene bien que vaya esta tarde a la editorial?
-      Fernanda, desde que Martín ha entrado en tu vida estás cambiada y lo entiendo, además lo celebro. Yo soy el fiel amigo y el socio que te ha ayudado a salir del bache  pero Martín es quien te ha devuelto la alegría y las ganas de vivir por eso me preocupo por ti  No es necesario que seas tan seca conmigo, vamos en el mismo barco y estoy aquí para ayudarte.
-      No Carlos, en lo profesional navegamos juntos pero en mi vida privada no hay cabida para tres. Esta vez no, Carlos, ya lo viví con Manuel. Déjame ver esos documentos que has traído para que los firme y..
-      No corren tanta prisa Fernanda, mañana lo puedes firmar y la razón de que no fueras esta tarde a la editorial era una sorpresa pero bueno, te lo voy a decir de todos modos. Aprovechando que estabas en casa están cambiado la moqueta de tu despacho y pintando las paredes.
-      ¿Sin consultarme?
-      Sí, ya te digo que era una sorpresa. Ya sabes que estamos renovamos algunos despachos y como los operarios estaban presentes se me ocurrió la idea de renovar el tuyo también.
-      Lo siento pero no me gusta la idea y es una pérdida de tiempo. Ya te dije que no quería cambios.
-      Más lo siento yo, disculpa pero ahora ya no se puede hacer nada. Mañana estará tu despacho listo, los cambios no son tan drásticos y estoy seguro que al final te van a gustar.
-      Déjemos esta conversación Carlos. Ya que no voy a salir aprovecharé para tumbarme un poco, de repente se me ha levantado un gran dolor de cabeza. Carmen te acompañará a la puerta.

Fernanda abandona el salón y desde el rellano de la escalera ve como Martínez Prada deja la casa con gesto contrariedado y que conoce muy bien, el mismo gesto ante el cual su marido claudicaba por miedo a perder la amistad del que fuera primero su consejero económico y después su socio. Recuerda su oposición la última vez, un mes más antes del accidente. Manuel iba de nuevo a ceder terreno a Carlos y ella lo impidió . Un mes más tarde su mundo se vino abajo, se le hundió bajo sus pies y tiembla de pensar que algo así pueda volver a pasar pero esta vez no lo van a conseguir. Tiene que avisar a Martín se dice mientras abre la puerta de su habitación y se tumba en la cama deseando que el reloj se vuelva loco y marque las 6 de la tarde para recibir la llamada de Martín quien continua dormido en la casa de sus abuelos.

Tordesillas y alto en el camino, piensa Héctor cuando ve la indicación, su estómago comienza a hacer ruídos raros y el de Bonilla, desde Medina del Campo, viene protestando.

-      Tenemos tiempo para comer algo ¿ no te parece Bonilla?
-      Sí, estos primeros kilómetros los hemos hecho rapiditos pero a partir de aqui se nos va a hacer más pesado . ¿Tú crees que la cocina aún estará abierta?
-      Sí hombre, aún falta casi una hora para las cuatro y si no hay más remedio pues bocadillos de tortilla ¿no crees?

La cocina está abierta y se ventilan el munú del día en un periquete, tras el postre y el café Bonilla saca la guía de Carretera y pregunta al camarero que ruta, de las dos posibles que ve en el mapa, es la más corta.

-      Hombre la ruta más corto, la que menos kilométros tiene es cogiendo por Tormesillas dirección Palencia.
-      Y siguiendo por León ¿ damos más vuelta?
-      No sé que decirle, las dos carreteras se juntan en Riaño pero el firme está mejor por la nacional que lleva a León.
-      ¿Cuánto se puede tardar en llegar a Cangas de Onis?
-      De aquí a Riaño hay algo más de 200 kilómetros y de allí a Cangas habrá como unos 60 o algo así, si tiene un buen coche como unas cinco horas.
-      Gracias por todo y qué tenga buena tarde.
-      ¡Vayan con Dios!

Antes de abandonar Tordesillas llenan el déposito de nuevo y se informa si más arriba hay nieve o se espera. Parece que no es el caso y continuan el camino, ahora es Bonilla quien llevará el coche hasta Riaño.

-      Hacía tiempo que tu y yo no hacíamos un viajecito solos Bonilla.
-      Es cierto desde que fuimos a Alemania a por tu coche no hemos vuelto a hacer carretera juntos.
-      Ni a dar cuenta de una botella de coñac en unas horas.
-      La verdad es que nos pasamos con los brindis pero la ocasión lo merecía.
-      Y menudo viajecito de vuelta que tuvimos ¿ te acuerdas de la nieve que nos pilló y la falta de sal?
-      No me lo recuerdes, espero que no nos pase ahora lo mismo. Esta vez tenemos que encontrar un hostal con habitaciones libres.
-      ¿Tan mala fue la experiencia de compartir habitación conmigo?
-      De compartir habitación no, la de dormir en el suelo porque la cama era de matrimonio y la suerte estuvo de tu lado pues sí, fue una experiencia muy mala, todavía me duele la espalda cuando me acuerdo.
-      Y luego dices que el exagerado soy yo, no te hagas el mártir ahora que la idea del sortearla fue tuya Bonilla, yo estaba dispuesto a compartirla.
-      No me salgas ahora con esas ¡joder! El primero que protestó fuiste tú. Pero ahora en serio, dos habitaciones o una con dos camas, si no hay buscamos otro que tenemos que dormir bien esta noche.
-      En eso te doy la razón. Mañana hay que buscar el pueblo con las primeras luces del día.

A pocos kilómetros de León, Héctor se queda traspuesto y Bonilla escucha, en el boletín de las seis de la tarde en RNE, que el dictador Alejandro Agustín Lanuse llega a Madrid para entrevistarse con el general Perón y sin saber a ciencia cierta el motivo asocia la noticia con Martín.

 En Aravaca Fernanda ve como llegan las seis de la tarde y no hay llamada, a las siete y media decide esperar media hora más.  Del cajón de su mesilla saca la tarjeta que Héctor Pérea le diera del despacho, con la dirección de su casa y teléfono por detrás y aunque la tarjeta le quema en las manos no la suelta, si a las ocho no hay llamada, ella realizará una.








































viernes, 15 de febrero de 2013

El escritor de las guías de viajes. Capítulo 4



De camino para casa Héctor recuerda la entrada triunfante de Vallejo en el Café Comercial anunciando que tenía noticias frescas , después de que ellos volvieran de Aravaca de hablar con Fernanda y fue Bonilla quien le preguntó.

-      ¿Sabes ya de que se le acusa al tal Gonzalo Prieto?
-      Pues sí chicos. Su desaparición coincide con un robo de diamantes en Angola, en la frontera con Zaire, en marzo de 1972
-      ¿Y ahora le buscan? ¡Pues si que son rápidos!
-      Sarcamos fuera Perea, todo tiene una explicación.
-      Pues tu dirás.
-      Al principio, según las notas que he visto, nadie le relacionó con el robo y además corrió el rumor que los de UNITA le habían matado. En diciembre, un ex soldado de MPLA le reconoció en Rabat e hizo la foto que vemos en la revista. Cuando quiso avisar a la policía el sospechoso había abandonado el tugurio y hasta hoy no le han encontrado  Se creen que puede haber entrado a España con pasaporte falso.
-      Perdona Vallejo pero yo me he perdido – dice Bonilla.
-      ¿Dónde te has perdido, alma de Dios?
-      Tampoco es necesario que me expliques quien es quien pero ¿todo eso venía en el informe? y  ¿que motivos tenía UNITA para matarle y si entonces no sospecharon de él cómo es que ahora un ex soldado de MPLA sí sospecha de él?
-      Los nombres de los dos grupos rebeldes vienen en el informe. Los motivos ni idea, ni creo que a nadie le interese en la Interpol o en comisaria. La compañía portuguesa Diamang le busca y ya está.  
-      ¡Ve tú a saber si ese soldado es trigo limpio! ¿verdad Bonilla?
-      Cierto Héctor y mirad, a mi todo esto como que no me cuadra con el tal Martín y además mi estómago me está recordando que Matilde me espera para comer. ¿Nos vemos después?
-      Tienes razón colega, Asun también me espera y además se me ha pasado por alto llamarla, esta mañana estaba un poco pachucha y si encima llego tarde la tenemos.
-      ¡Quién te ha visto y quién te ve!
-      A otro perro con ese hueso que tu tiemblas cada vez que Laura dice tu nombre.
-      ¡Serás cabronazo!- ríe Vallejo despidiéndose de ellos.

Recordando la conversación llega hasta el portal de su casa y al entrar su suegra le sale al paso.

-      Mi hija no ha ido a trabajar y ha venido el médico. Acabo de subirle la comida.
-      ¡Joder Felisa! ¿Por qué no me han llamado? ¿qué ha dicho el médico?
-      A mi no me pidas cuentas, a tu mujer yerno. Tampoco es tan grave, un día en la cama con reposo y medicina y como nueva al día siguiente. ¡Vamos! ¡Sube ya a tu casa, no te quedes aquí como un pasmarote!

Héctor sube las escaleras corriendo, abre la  puerta y encuentra a Asunción en la cocina sujetándose con las manos en la mesa mientras trata de poner los platos.

-      ¿Qué haces levantada? ¿Tu te has visto la cara que tienes?
-      Muchas gracias y ¡ hola! . Por favor no grites que tengo un mareo que me caigo.
-      Ya lo veo y perdona cariño, soy un burro pero ahora mismo te vas a la cama.
-      ¿ Y la comida? Estoy mareada pero la sopa me vendrá bien .
-      Yo te la llevo. ¡Vamos, a la cama!

Asunción intenta regresar al dormitorio sujetándose en la pared del pasillo y Héctor que está colgando su gabardina en el perchero al verla así termina por llevarla en brazos. Minutos más tarde regresa a la habitación con una bandeja de cama y se sienta frente a ella y mientras degustan el rico cocido que Felisa les ha preparado Héctor le pregunta por la visita del médico.

-    Díme que te ha dicho exáctamente y por qué no me has llamado.
-    Me ha mirado los oídos, tengo otitis media además de congestión nasal, por eso me dolían tanto los oídos al aterrizar. Según el médico no debería haber volado y me ha mandado penicilína, mi madre ya me ha puesto la primera inyección. ¿Para qué te iba a llamar? ¿Acaso pensabas ponérmela tú?
-    Sabes que ni sé ni me atrevería pero joder, me hubiera gustado estar aquí.
-    Y la reunión con el caso nuevo ¿ no era importante?
-    Tú y los niños sois lo más importante.
-    Ya lo sabemos pero no exageres ahora, no era nada grave y no había necesidad de molestarte. Cuéntame de qué se trata el nuevo caso.
-    Mañana si estás mejor. Ahora debes dormir.
-    No, por favor, ya he dormido durante toda la mañana, además, asi recostada en la almohada estoy bien, lo malo viene cuando cambio de postura o intento ponerme de lado, parece que tuviera una factoría de hacer olas en mis oídos – ríe Asunción dándole un beso en la mano a su marido.
-    Entonces me quedo contigo esta tarde, ahora mismo llamo a Bonilla para decírselo.
-    Héctor que no es necesario pero si quieres, yo encantada. Venga ¡cuéntame! ¡de qué se trata!
-    De acuerdo pero voy a llamar primero.

Al cabo de un rato Héctor regresa al dormitorio con dos tazas de café en la mano y pone a Asunción al corriente del caso y de los datos que tienen hasta ahora.

-      ¿Qué te parece?
-     En mi opinión Martín y Gonzalo ni se conocen. La foto ha coincidido con otro hecho particular que solo conscierne a Martín y por eso se ha escondido o algo así.
-      Quizá no vayas desencaminada, eres muy astuta incluso estando mareada ¿ te pongo otra almohada?
-      No, no hace falta, estoy bien así. ¿Sabes? creo que en la revista tenemos información de Martínez Prada asi como del accidente de Fernanda y su marido ¿quieres que llame y que nos traigan todo lo que encuentren?
-      No estaría mal, como información de trasfondo y quien sabe, quizá encontramos datos interesante... ¿tú has coincidido con ellos en alguna ocasión?
-      Sí, por eso lo digo. Una vez, en una comida de la prensa, de esas que a ti tanto te gustan y al final termino yendo sola con Julio.
-    Capto la indirecta, lo siento mi amor, a partir de ahora te acompañaré, si son como las del congreso.
-     Te tomo la palabra y en serio ¿tú no habías oído hablar de ellos ? ¿Ni recuerdas el espantoso accidente en el que falleció su marido?
-     A Bonilla el nombre le sonaba y ya está y que yo sepa tampoco salían con asiduidad en las revistas de sociedad que tu sueles comprar.
-     No muy a menudo, pero las revistas publicaron fotos de su boda. Fue una pena que el matrimonio durase tan poco.
-    ¿Estaban recién casados cuando lo del accidente?
-    Dos años si no me equivoco. Se casaron en el verano del 68 y el accidente tuvo lugar en octubre dos años más tarde y todo por una ovejas.
-    ¿Ovejas?
-    Sí, una ovejas sueltas en mitad de la carretera, que salieron de la nada, provocaron el accidente.
-    ¿Cómo que salieron de la nada? ¿estarían con un pastor?
-    Según Santiago Campos no ¿te acuerdas de él? Fue el quien escribió el reportaje. La noticia era de agencia pero ya sabes que Julio quiere que se investigue en el lugar del suceso. Santiago lo hizo y recuerdo que lo de las ovejas le pareció extraño. En ese tramo no hay aviso de ganado suelto y algunos testigos no recordaban haber visto a ningún pastor aunque en el atestado de la policía si había un nombre escrito y nadie encontró nada sospechoso.
-    ¿Ah sí? Creo que tengo interés por ese reportaje y trabajo para Vallejo.
-    Ojalá te sirva de algo. En el mismo accidente Martínez Prado resultó herido y con algunas quemaduras de poca importancia al sacar a Fernanda del coche.
-    ¿Cómo es éso? ¡ Explícalo!..perdona, quiero decir si no estás cansada..
-    Tranquilo Héctor, no estoy cansada, estoy encantada de captar tu atención y tenerte pendiente de mis labios.

Héctor ríe con ganas, le da un beso en el aire y dice.

-    Ten cuidado, no sigas por ahí que me voy a olvidar de tu mareo y ...
-    ¡Vale, vale! Era una broma. Si la memoria no me falla, Martínez Prada conducía su propio coche y Manuel el suyo con Fernanda en él. El accidente tuvo lugar en la carretera, dirección Collado Villalba, habían salido de Las Rozas juntos con otros invitados que iban detrás en sus propios coches. Deberían formar una clase de comitiva o algo así y Manuel era quien la abría porque el fue quien impactó con las ovejas, dio tres vueltas de campana y rodó por la pendiente. Al coche siguiente le dio tiempo a frenar, es decir a Martínez Prada, pero el que le seguía a él no pudo evitar el golpe y se produjo un choque en cadena pero sin víctimas.
-     ¿Y se dio un golpe con el volante y por eso resultó herido?
-     ¿Quién? ¿ Martínez Prada? No sé, ni idea. Según Santiago y su reportaje, Martínez corrió a la cuneta para auxiliar a sus amigos, a él y a otro les dio tiempo bajar al coche antes de que explotara. Uno de ellos empezó a apagar el fuego con un extintor y Martínez consiguió con la ayuda de otra persona sacar a Fernanda y cuando iban a ayudar a Manuel explotó el coche y resultaron heridos.
-      Muy interesante, ¿ y de la vida personal de Martínez qué sabes?
-      Poca cosa pero el amigo de Julio le conoce bastante. Editoriales diferentes pero mismo mundillo. Habla con él si te interesa el editor.
-      Ya veremos, si localizamos el pueblo de los abuelos de Martín quizá acompañe a Bonilla pero si todavía no te encuentras bien me quedo contigo.
-      De eso nada cariño. Si tienes que viajar pues viajas y yo ya me las arreglaré con María y con mi madre. Tampoco voy a estar días y días mareada, el médico ha dicho que en unos días ya estaré bien. ¿Y sabes qué?  creo que voy a hacerte caso, voy a dormir un poco antes de que vengan los niños.
-      Me parece bien cariño, estoy en el despacho, voy a hacer algunas llamadas y dejaré la puerta abierta. Si me necesitas me llamas pero no se te ocurra levantarte de la cama ¿estamos?
-      Estamos, anda vete tranquilo.

Mientras Héctor realiza sus llamadas a Bonilla y a Gustavo, en Asturias Martín piensa en las que tiene que hacer él.  Aunque ya está preparado para bajar a la ciudad prefiere comprobar antes si la aldea está tan desierta como aparenta. Busca un buen sitio para observar sin ser visto, ninguna chimenea con humo y por eso se sorprende cuando ve a un matrimonio, de edad avanzada, salir de su morada, bien arropados y con cubos en las manos camino del cobertizo cuyo tejado, al igual que la casa de su abuela, necesita ser reparado. Un poco más tarde salen y cortan leña y se pregunta si tendrán alguna forma de comunicarse con Cangas, quizá al través del cartero pero el caso es que , en estos días, no ha visto ni subir ni bajar a nadie, ni tan siquiera al cartero. Sigue observando a la pareja y su vista se pierde ahora tras los pasos de la mujer que empuja la puerta de rejas del pequeño cementerio, cuyas tapias están medio caídas como ya le dijera su padre. Allí está su abuela, junto al abuelo que nunca conoció pero no quiere ponerse triste y regresa a la casa en la que se ha refugiado, apaga la lumbre y atranca la puerta de forma que pueda comprobar después si alguien ha intentado abrirla. Anda unos metros y destapa el coche que tiene medio escondido en un cobertizo improvisado debajo de un hórreo  No se preocupa mucho de las huellas que dejan sus neumáticos, aunque a hora no suba nadie a la aldea su suelo mojado conserva las huellas de otros vehículos y en cuanto alcanza la carretera ya no hay cuidado. Esta vez decide ir a Panes, queda más lejos que Cangas pero no quiere dejarse ver tan de seguido. Conduce despacio y aparca a la entrada del pueblo. Entra en la primera cabina que encuentra y llama a Fernanda.

En Aravaca, Fernanda le ha dado la tarde libre a Carmen y espera sin separarse del teléfono la llamada de Martín a solas con sus pensamientos y su guía. Tiene que contarle muchas cosas y una muy íntima pero esta última aún está por confirmar, es una sospecha fundamentada y prefiere esperar. Fernanda deja la guía de Martín en el sofá, abre el cajón de la mesa del salón y busca la cajetilla de tabaco que había escondido. No quiere fumar, está dispuesta a dejarlo y ahora con más razón pero está nerviosa y no quiere recurrir a los tranquilizantes que tampoco le convienen. 
Se sirve un café mirando al teléfono y cuando suena se abalanza como una loca, lo toma sin decir nada, sólo suspira y entonces oye la voz de Martín decir.

-      ¡Hola, mi amor! ¿Puedes hablar?
-      Sí , sí, estoy sola ¿cómo estás tú? ¿te cuidas bien?
-      Sí, no te preocupes; hace frío y no tengo comodidades pero estoy bien, pienso mucho en ti y si todo va bien, quizá mañana pueda saber quienes eran los hombres que me siguieron en Galicia y Fernanda, ¿no le habrás dicho a Martínez que te he llamado?
-      No cariño, no he dicho nada. Ni a él ni a los detectives.
-      ¿Qué detectives?
-      Ayer no me dio tiempo a decirte nada. Martínez ha contratado a unos detectives para que te encuentren y todo por una foto en una revista. La Interpol busca a Gonzalo Prieto y ese hombre podría ser tu hermano gemelo.
-      ¡No fastidies! Perdona la expresión mi amor . No tengo hermanos gemelos y no necesito detectives aunque si el parecido es tan grande es lo que me faltaba, en fin no te preocupes, hoy o mañana obtendré la información que he pedido a un buen amigo y podré regresar..y por favor no le comentes nada a Martínez ni a los detectives.
-      No lo haré pero me temo que para no levantar sospechas les he dado alguna pista a los detectives.
-      ¿Qué pistas?
-      Sobre tu familia. Les he dicho que podían ser de León o de Asturias y ya saben como se llamaba tu abuelo...lo siento.
-      No te preocupes, según mi abuela nuestro apellido era muy común en esta zona. Fernanda, tengo que colgar, te quiero , mi amor por ti es sincero y te prometo que pronto te lo podré explicar todo. Un beso mi amor.
-      Cuídate por favor, un beso y llama de nuevo mañana.
-      No te prometo nada, lo intentaré. Te quiero.

Sentado a la mesa de su despacho Bonilla cuelga el teléfono y anota en su bloc lo que Héctor le acaba de comentar del accidente de Fernanda. Desde luego , piensa, merece la pena echar una ojeada a los informes y da por sentado que a Vallejo también le va interesar . Seguramente y visto que van a estar los dos solos, se pasen por la comisaria de Moncloa a visitar a Tomás, un viejo amigo de Vallejo, siempre dispuesto a prestarles ayuda. Se levanta para preparar el café, bien cargado como a él le gusta y del mueble bar saca una botella de coñac justo cuando suena el timbre y con la botella en la mano abre la puerta.

-      Buenas tardes Bonilla ¿huelo café recién hecho?
-      Hola Gustavo, pasa hombre. Sí, hueles bien y llegas a tiempo. Estoy esperando a Vallejo ¿ qué te trae por aquí? ¿novedades?
-      En parte, bueno, creo que os voy a poder ayudar con los registros en León. Un ex militar como yo, compañero de servicio, trabaja ahora en la diputación de León y me he permitido la licencia de pedirle que busque si hay una partida de nacimiento o de defunción a nombre de Andrés Narváez nacido en 1880.  En caso de no encontrar nada les pasará la información a sus colegas de Asturias.
-    Eso sería fantástico Gustavo. En la telefónica me ha prestado unas guías de Asturias y León pero no creo que nos sirva de mucho. Sólo en Oviedo ya hay varios Narváez y no podemos llamarlos a todos.

Mientras esperan a Vallejo toman el café y comentan que sus mujeres van a ir a visitar a Asunción a la hora de la merienda y podrían aprovechar para pasarse ellos también a rescatar a Héctor.

-      No está mal la idea Gustavo pero ya sabes como es Héctor cuando está Asunción enferma, no se mueve de su lado ni a tiros.

Gustavo va a responder cuando oye ruídos en la cerradura y Bonilla le dice que será Vallejo. Nunca acierta con las llaves y al final termina por llamar. Gustavo se levanta a abrir al ex-comisario y éste le mira sorprendido, no recuerda que hubieran quedado.
     

-      ¡Gustavo!, hombre ¿tú por aquí?, ¿ha pasado algo? ¿dónde está Héctor ?– pregunta Vallejo entrando en el despacho.

Bonilla le sirve su café con coñac y le pone al corriente de todo, de la ausencia de Héctor por enfermedad de Asun, de las peculiaridades del accidente de Fernanda y del amigo de Gustavo en la diputación de León. Vallejo se frota las manos y dice

-      Esto comienza a arrancar y lo del accidente me parece muy interesante ¿Hacemos una visita a mi amigo Tomás?
-      Os deseo mucha suerte pero os advierto que Martínez Prado es mi cliente y no os puedo relevar nada referente a su trabajo y en cuanto a su vida privada estoy en blanco.
-      Lo entendemos Gustavo, no te preocupes.

     A la hora de la merienda la casa de la familia Perea se ha llenado de gente. Matilde y Aurelia han ido a verla  con los niños y poco después llegan Javier y Dani que han venido solos en el autobús. María llega con Tim bastante más tarde y coincide con Gustavo que viene a buscar a su mujer.

-      ¿No viene Clara con vosotros?
-      No tío Gustavo, Clara se ha quedado en la biblioteca esperando a que terminara Irene. Me ha pedido que te lo diga, yo quería venir a casa pronto, habrá que hacer la cena.

Minutos más tarde llega Bonilla y los tres se meten un momento al despacho. Gustavo aún no tiene noticias de León, Vallejo ha podido leer el expediente del accidente y mañana les informará. Bonilla, por su parte ha charlado con el amigo de Julio y quedan para hablar de todo ello a las once en el despacho. Una hora más tarde, cuando las visitas se han ido María se despide también de Tim y comienza a preparar la cena. Asunción se levanta ayudada por Dani y Héctor y se sienta en el salón para cenar.

En Asturias Martín ha regresado a la casa y se prepara para una noche más de frío y soledad. Abre unas latas  de judias que ha comprado, corta un poco de jamón y se las prepara en la lumbre. De postre come queso y termina la botella del vino peleón y brinda por haber podido hablar con su amigo en el consulado de Barcelona.

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viernes, 8 de febrero de 2013

El escritor de las guías de viaje . Capítulo 3


Capítulo 3


La espera en Barajas se alarga más de la cuenta, el avión de Roma trae retraso, pero Dani cumple con sus palabra y no se separa de su hermana. Para matar el tiempo suben a la cafetería a tomar unos bocadillos y a beber algo. Les sorprende el que aún haya tanta gente en la terraza y Dani aprovecha para salir a ella. Las pistas iluminadas, el despegue y el aterrizaje de los aviones le fascinan pero por mucho que abre los ojos no consigue ver el avión en el que vienen sus padres.

Abordo del avión de Iberia, procedente de Roma, la señal de abrocharse los cinturones y la de prohibído fumar se iluminan. Por megafonía informan que dentro de media hora tomarán tierra en Barajas. El descenso ha comenzado y Asunción que ha pasado casi todo el vuelo durmiendo, con la cabeza recostada en el hombro de su marido,  se despierta al sentir molestias en los oídos. Se inclina hacia adelante, con la cabeza agachada hasta la altura de las rodillas al tiempo que con sus dedos se da masajes por detrás de los oídos.

-      ¿Tanto te duele?
-      Sí, es insoportable. Parece que miles de cristalitos se estuviesen peleando por ver quien clava más y encima se me está revolviendo el estómago.

Los minutos que faltan para el aterrizaje se le hacen eternos y por fin cuando las luces en la cabina se apagan Asunción levanta la cabeza y mira por la ventana, ya faltan solos unos metros y el suplicio habrá terminado. Un golpe seco confirma que han tocado tierra y al ratito las luces se vuelven a encender. Poco a poco los pasajeros van saliendo del avión por las escalerillas y un autobús les acerca a la puerta  de llegada.

En la cafetería María se acerca a su hermano y le dice:


-      Vamos Dani, tenemos que bajar a llegadas desde aquí no puedes ver el avión en el que llegan.
-      Si tu lo dices María.
-      No lo dice ella sola, lo digo yo también Daniel. Si fuera de día sería diferente, de noche es casi imposible ver desde lejos que compañía es.
-      Vale,vale, ya lo entiendo y ¿sabéis qué? De mayor quiero ser piloto, debe ser fantástico llevar los mandos de los aviones.
-      Ya sabes lo que tienes que hacer, aplicarte en los estudios que no es tan fácil llegar a ser piloto.
-      Tu siempre con los estudios Tim, te pareces a mi madre ¿no te gustaría a ti ser piloto?
-      No, la verdad es que no, me gusta más la torre de control.
-      ¿Te gustaría ser controlador aéreo?, eso nunca me lo has dicho.
-      No es algo que me quite el sueño María, pero entre piloto y controlador me quedo con lo segundo. Quien sabe si cuando acabe telecomunicaciones me apunto a uno de esos cursos.

Las escaleras mecánicas les lleva a la planta de llegada y allí Dani se coloca en primera fila sin cesar de pegar saltitos para ver si puede ver mejor a través de la puerta , que como cuentagotas, va dejando salir a los pasajeros.

-      ¡Papi, papi! ¡Mami, mami! ¡estamos aquí!
-      No armes tanto jaleo Dani, que ya nos han visto.
-      Jopé, dejad ya de decir lo que tengo que hacer.

El reencuentro con sus padres viene seguido de abrazos, besos y de mil preguntas de Dani. De camino a casa Asunción trata de contestar a Daniel y María le dice a su padre.

-      El tío Bonilla me ha dicho que te diga que ha llegado un caso interesante del tío Gustavo y que no faltes mañana. Ah! Y el tío Vallejo también estará.
-    ¿No te ha dicho nada más? ¿No te ha pedido que le llame?
-    No, sólo que no te retrases, que la reunión planeada es a las diez.  
-   Gracias princesa, por el recado y por haber cuidado de tu hermano.
-   ¡Siempre igual! ¡qué yo me cuido solo!
-   Es verdad Daniel pero nunca viene mal que María esté atenta.
-   Gracias mamá, pero el mérito no es mío sino de Tim, a él le hace más caso que a mi.
-    ¿Es eso verdad?
-    No, papá, si a María le hago caso cuando lleva razón pero no cuando comanda sin ton ni son y se ríe de lo que yo digo.
-   ¿Qué yo hago quéeeeeeee? ¡Serás mentiroso!
-   No reñid ahora, mamá tiene todavía dolor de oídos y los gritos la molestan ¿verdad cariño?
-  Bueno, ya se están abriendo y no molestan tanto pero sí, papá tiene razón, ya sabéis que no me gusta veros discutid, por esta vez y como os he echado de menos os lo voy a pasar por alto.

En su casa de Aravaca Fernanda quita la televisión, apaga las luces y comprueba que las puertas están bien cerradas. De camino a su habitación pasa por la cocina y recoge el vaso de leche que Carmen le ha dejado preparado con la melatonina. Sube por las escalera con cuidado, en una mano la leche y en la otra la fotografía de salón que deja sobre la mesilla al llegar a su habitación. Entra en el cuarto de baño y se desnuda sin prisas, saca del armario del vestidor un pijama de Martín y se lo pone, cierra la puerta, apaga las luces y se mete en la cama. Se recuesta sobre la almohada mientras bebe la leche y contempla la foto al tiempo que recuerda la llamada de esta tarde. Serían las séis, más o menos, cuando sonó el teléfono. Carmen había salido a hacer un recado, realmente era un pretexto que se había buscado para estar sola, tenía una corazonada y no quería testigos por si llamaba Martín y llamó. La comunicación resultó ser un desastre. Llamaba desde una cabina y se cortó dos veces. No le quedó claro el motivo de esconderse por unos días pero sigue creyendo en él.

-      ¡Fernanda! ¿me oyes?
-      Sí, te oigo ¡menos mal que llamas! ¿estás bien? ¿dónde estás Martín? ¿por qué no vienes a casa?
-      Estoy bien, no te preocupes. No puedo explicártelo por teléfono y tampoco quiero comprometerte. Necesito unos días para hacer unas averiguaciones pero confía en mí ¿lo harás, mi amor?
-   Lo haré pero díme ¿es cierto que estás en Asturias?


La llamada se cortó mientras estaba haciendo la pregunta y a los pocos minutos volvió a sonar el teléfono y Fernanda volvió a insistir sin resultado.

-   Está bien, no me digas donde estás pero díme ¿Quién es Gonzalo Prieto?
-  ¿Gonzalo quéeeeeeee? Ni idea. Fernanda esto vuelve a hacer ruídos raros, ¿me oyes? ¡ te quiero, no lo olvides!...

La llamada volvió a cortarse por segunda vez y ya no hubo ninguna más. Decidió no decirle nada a Martínez y esperar a que volviera a llamar. Está segura que lo hará; Fernanda nota que el sueño la va venciendo y apaga la lamparita de la mesilla de noche, busca la postura de dormir en el lado en que Martín suele hacerlo y se queda dormida con la foto en la mano.

La noche da paso a un nuevo día de febrero que promete seguir siendo tan soleado como los dos últimos días; a las nueve y media de la mañana Héctor Perea entra en su despacho donde Bonilla le espera como en  los viejos tiempos.

-   ¡Muy buenos días! ¿qué es esto? ¿no has tenido tiempo de desayunar en casa?

Bonilla abraza a su mejor amigo y socio antes de contestarle.

- La verdad es que no. Se me han pegado las sábanas y me he acordado de otros tiempos, en otro despacho y los churros que llevaba todas las mañanas.

Héctor ríe de buena ganas y dan buena cuenta de los churros mientras recuerdan aquellos años, tan remotos en el tiempo, pero tan frescos en sus memorias. A las diez llega Vallejo, retiran las tazas, hacen más café y entre los dos ponen a Héctor al corriente del nuevo caso.

-  Resumiendo: Duda de si Martín y Gonzalo son la misma persona. Martín desaparece justo el día en que la foto del tal Gonzalo sale en una revista. Cliente de Gustavo quiere que encontremos a Martín cuánto antes. Vosotros creéis que hay caso.
-  Yo creo que si lo hay - contesta Vallejo-  Es cierto que Martín sólo lleva un día desaparecido, bueno dos con hoy pero su compañera sentimental está segura que Martín no tiene nada que ocultar y teme que alguien le haya confundido con el hombre de la revista.
-  ¿Qué sabemos de ambas personas? Bonilla
-   De momento poca cosa. A Gonzalo Prieto le busca la Interpol y se cree que puede estar en España o en Portugal.
- ¿Sabemos por qué lo buscan?
- No, solo venía la foto y la nota pertinente de si alguien reconoce a esa persona que se ponga en contacto con la comisaría más cercana - aclara Bonilla.
-  De Martín tampoco sabemos mucho, aquí tienes mis anotaciones.

     Héctor lee las notas de Vallejo mientras Bonilla prepara más café.

-  Según Martínez Prado – dice Héctor – Martín Narváez es un economista argentino, aficionado a escribir guías de viajes y ya tiene publicada una en su país. Lleva algo menos de un año en España y se conocieron en una recepción de la embajada argentina. Le propuso trabajar para su editorial y pronto se hicieron amigos. En una reunión en su casa conoció a la viuda de su socio y surgió el amor entre ellos.
-  Sí, eso lo corrobora la propia Fernanda. A los dos meses de conocerse Martín se fue a vivir con ella y gracias a él ha vuelto a interesarse por la editorial que había dejado en manos de Martínez Prado.
-   Pues esto y nada es lo mismo. Creo que tendríamos que hablar con Fernanda a solas, ella es la que puede tener más datos sobre Martín
-   ¿Estás pensando en ir a ver a Fernanda ahora? pregunta Bonilla
-    Sí, creo que sería mejor hablar con ella, ¿qué impresión os causó a vosotros?

El primero en hablar es Vallejo mientras echa en su café un buen chorrito de coñac.

-   Es una mujer muy preparada, ha estudiado en el extranjero y habla varios idiomas. Formaba parte de la directiva de la Editorial en vida de su marido. Su posición económica es muy buena, la editorial marcha muy bien. Fernanda heredó la parte de su marido en el negocio y Martínez Prado no lo ha descuidado. Sin duda alguna debió ser una mujer bellísima antes del accidente . Su marido falleció en él y ella se salvó pero las secuelas son bien visibles. Yo he visto a una mujer muy vulnerable y muy enamorada, incapaz de pensar mal de su actual compañero .
-  Yo opino lo mismo- dice Bonilla- Psícamente no resistiría que Martín la hubiera engañado o fuese un ladrón o un prófugo . Hay que tener en cuenta que Fernanda sufrió quemaduras de primer grado en la parte derecha de la cara y quemaduras de segundo grado en las piernas. Martín parece amarla apesar de las quemaduras y le ha devuelto la confianza en ella misma.
-  ¿ Seguro que la ama desinteresadamente?
-  Nunca se puede asegurar una cosa así Héctor – contesta Bonilla - pero ¿qué ganaría él con esta desaparición?
-   Simular un secuestro sería posible pero ¿dónde entra la foto de la revista y ese parecido tan dudoso?- apunta Vallejo
-  No podemos destacar nada hasta que no hayamos hablado con Fernanda . A Martínez Prado le dejamos de momento tranquilo.
-   ¿Crees que él puede haber montado un tinglado para librarse de Martín?
-   Ni idea Bonilla. Como tu ya la conoces llámala y avísala que vamos para allá. Yo te acompaño y Vallejo ¿podrías recopilar datos de Martínez Prado bien a través de Gustavo o de alguien del grupo de las editoriales?

Los tres amigos abandonan el despacho al mismo tiempo y ya en la calle Vallejo se dirige a pie al despacho de Gustavo mientras Bonilla y Héctor toman el coche camino de Aravaca.
Fernanda recibe a los detectives en el salón. Su serenidad les sorprende, sobre todo a Bonilla quien la vio el primer día como un manojo de nervios.

-  Siéntense por favor ¿Desean tomar un café o les apetece una copa?
-   Café está bien – dice Héctor – mi socio me ha puesto al corriente de la conversación que tuvieron en el despacho de nuestro amigo Gustavo Olavide y sinceramente,  no tenemos muchos datos para empezar una búsqueda. Quisiera hacerle algunas preguntas. Creo que usted es  la única que nos puede ayudar a dar con su paradero .
-  Puede preguntar lo que crea conveniente, le contestaré a las preguntas sin reservas.
-  ¿ Le ha mencionado Martín de que parte de España procedía su padre y si tiene algún familiar en España o familiares en Argentina?
-  No, no ha llegado a decirme la procedencia de sus abuelos ni de sus padres. Por algunas cosas que ha contado sospecho que de León o de Asturias. Lo único que sé es que 1932 sus padres y su abuela, viuda desde 1903, salieron de España rumbo a Argentina. Una tía de su madre les animó a irse. La región andaba revuelta y la república tampoco daba trabajo. Su padre volvió en 1960 con el furgón de su madre para enterrarla en su aldea junto a su marido. Martín no tiene hermanos, es hijo único, su madre falleció cuando el tenía cinco años y su padre hace tres años.
- ¿ Sabe si era un autor conocido en Argentina?- pregunta Bonilla
- No vivía de la escritura sino de su trabajo como economista en Córdoba. Es cierto que publicó una guía turística de los diferentes parques naturales de la provincia pero no con su nombre sino como Andrés Laguna.
- ¿ Y sabe el por qué?
- Era su pequeño homenaje a sus abuelos. Laguna era el apellido de su abuela y Andrés el nombre de su abuelo pero ¿ a dónde le pueden llevar estos datos?
- De momento sabemos que Andrés Narváez, su abuelo, falleció en 1903 en algún pueblo o aldea de León o Asturias y que el apellido de su abuela era Laguna. Nos puede llevar unos días pero es posible que localicemos la aldea. ¿Antes de marcharse no sucedió nada raro, como una llamada o una carta que recibiera?
- No, nada de eso. Acordamos que a su vuelta planearíamos un viaje a Los Lagos  de Covadonga, quería conocer el parque de Los Picos de Europa. Pensaba escribir otra guía.
-  Además de Argentina y España ¿sabe si ha visitado otros países?
- No, estoy segura. Su pasaporte está en la mesilla de noche. Viaja con una cédula de identidad y el carnet de conducir. Su pasaporte no tiene ningún otro tipo de sellos que no sea el de la salida de Argentina y la entrada en España. Fue expedido en 1970 y es válido hasta 1975. ¿quieren saber algo más?
- Una última pregunta ¿por qué dejó Argentina?
- Su abuela le había hablado mucho de España. Al morir su padre comenzó a pensar seriamente en ser él ahora el emigrante. El clima político que se respiraba comenzaba a ahogarle y el éxito de su guía le permitió viajar antes de lo que el pensaba. Vendió sus pertenencias y se vino a España. ¿ Algo más?
-  De momento es todo pero si recibe alguna llamada extraña o si el propio Martín llama no deje de avisarnos.
- Así lo haré señor Perea y ahora si me disculpan tengo cosas que hacer.
- Gracias por su colaboración, no la molestamos más.

Fernanda les acompaña a la puerta, la cierra, se recuesta en ella y respira profundamente. De momento se han ido pero presiente que no se van a conformar con lo que les ha dicho. Apesar de su aparente serenidad estaba temblando y maldice a Martínez por haberla metido los detectives en casa. No había ninguna necesidad, Martín llamará esta tarde y todo se aclarará.

A pocos kilómetros de Cangas de Onis y apartada de la aldea a la que pertenece, el humo de la chimenea se condensa en el aire y en el interior de la casa Martín, sentado en la mecedora de su abuela, bien abrigado, termina su desayuno-almuerzo y se acerca a la boca un tazón aún humeante. Al igual que hiciera Fernanda él también piensa en la llamada que la hizo.
Bajó a Cangas a comprar provisiones para estos días, cigarrillos, pilas para su linterna, algunas velas, objetos de aseo y hasta toallas en diversas tiendas. Al pequeño supermercado entró aprovechando la presencia de un grupo de turistas nacionales y después, ya casi a la salida de la ciudad, aparcó su coche frente a una cabina y llamó a Fernanda. Sabe que no la ha tranquilizado, al revés, la ha dejado con más preguntas y a él le ha surgido una ¿ por qué le pregunto por un tal Gonzalo no sé qué? Pero él necesita oír su voz y bajará de nuevo esta tarde a llamarla.. Deja el tazón en la mesa y recoge la vieja sartén en la que ha preparado los huevos fritos con jamón y que le ha servido de plato. Guarda la hogaza de pan junto con el queso en la alacena y los cubre, a falta de paño de cocina, con una de las toallas que ha comprado. Afuera, en una tina con agua casi congelada aclara la sartén, el cazo en el que ha hervido el agua y preparado el café asi como el pequeño colador que compró en la tienda del pueblo.
Más tarde corta leña con un hacha roñosa y desafilada, la mete en la casa y decide echar una ojeada a la aldea que ayer parecía muerta pues apenas salía humo de sus chimeneas. 

En Madrid Bonilla y Héctor se reunen con Vallejo en el Café Comercial e intercambian los datos hasta ahora recabado y quedan para después de comer en el despacho de nuevo.