domingo, 28 de agosto de 2011

Vuelta al presente, capítulos 15, 16 y epílogo


Capítulo 15


En Lethbridge. Canadá.

Nadie diría viendo caminar a Greta Schorren, con la soltura de una joven treintañera, que había cumplido los noventa el pasado 30 de noviembre. El hombre que estaba a su lado ya rayaba los 92; sin querer me estremecí pensando en ellos, en la vida que llevaban a sus espaldas, en sus historias llenas de sacrificios y esfuerzos y en ese proyecto en común que comenzaron  a finales de los años 70.

Era como si les conociera de toda la vida, sabía que esta pareja de ancianos tenían costumbres fijas, costumbres que habían adquiridos en estos 32 años que llevaban juntos. El tiempo que hiciera era lo de menos, a las 10 de la mañana, todos los domingos, verano o invierno, sentados en la amplia veranda en sendas mecedoras tomaban su choco mientras esperaban la llegada de los hijos con los nietos. Ese día era domingo y esperaban a dos desconocidos que llamaron en nombre del sobrino de Greta, en nombre de Jack Bakker.

La granja en la que vivían era grande, constaba de una  vivienda de tres plantas con una veranda que rodeaba buena parte de la casa y a unos metros  había un granero lindándo con los establos, establos que solo usaban en el invierno pues a los caballos le gustaba estar al aire libre. Ya no tenían tantos  pero todavía seguían viniendo los niños autistas del centro vecino a montar en ellos.

De repente dejé mi sitio, el árbol desde donde les estaba viendo, para sentarme en el asiento trasero del  coche que conducía Almudena acompañada de Jaime. Por un momento temí que me hubiera visto pues volvió la cabeza justo cuando yo me sentaba pero no fue así, si lo hubiera hecho mi sueño habría terminado y yo quería conocer más cosas.

Jaime iba hablando de la universidad y de la tía del profesor:

- Creo que se casó cuando ya tenía 60 años con un canadés que había formado parte de los aliados y que ella es una superviviente de un campo nazi. Me pidió si podía llevarle un queso. La señora es una adicta, a pesar de su edad, al queso añejo de Gouda -  oí decir a Jaime.

-¡Vaya! Parece que es una señora muy aventurera, a su edad casarse y mudarse a otro país no se ve muy a menudo y desde luego debe tener una historia muy interesante aunque bastante fuerte. Debió vivir un verdadero horror y es una memoria viviente que me apetece conocer.

Serían las doce menos diez cuando el todoterreno entraba en el camino privado que llevaba a The Schorrern’s  Farm y al llegar a la casa se bajaron del coche saludando:

-Buenos días – dijo Almudena andando hacia ellos – me llamo Almudena López y él es mi hijo Jaime Rodríguez.

-Buenas- dijo también Jaime enseñando el paquete que tenía en las manos - Jack Bakker me ha pedido que les traiga esto.

Greta Schorren y su marido estrecharon la mano de Almudena, saludaron a Jaime al tiempo que les invitaban a entrar en la inmensa cocina donde habían preparado un pequeño almuerzo para los visitantes.

-Muchas gracias joven por la molestia. Mi sobrino sabe que lo único que echo de menos es mi queso de Gouda.

-¿Es usted alumno de Jack?- pregunta Hans Schorren

-Sí, estoy haciendo un master este año en derecho europeo y su sobrino es uno de mis profesores. Casualmente tuve que pedir permiso para reintegrarme en enero unos días más tarde y cuando oyó a donde venía me habló de ustedes y me pidió el favor.

Hora y media más tarde Almudena ayudaba a Greta en la cocina y hablaban  como si fueran grandes amigas. A medida que pasaban los minutos Almudena admiraba aún más a Greta y cuando oyó su experiencia en Ravensbrück se dio cuenta que los años pasan pero hay recuerdos que permanecen vivos. El diálogo que oí me congeló la sangre:

-Todavía quedan oficiales asesinos por encontrar y me gustaría ver que todos ellos han sido hayados antes de morirme. Mi único deseo es que les declaren culpables, no quiero verles morir en una cárcel, los que quedan ya son muy mayores, como yo, y puede sonar raro pero a ciertas edades uno comprende que hasta el ser más despiadado no está libre de padecer los achaques de la vejez y estos pueden ser muchos y muy graves -dijo Greta

- Eso piensa ahora pero y antes ,¿cómo se sintió cuando lo de Nüremberg?

-Se hizo justicia aunque los más crueles pudieron escapar.. En 1955 leí un artículo en un periódico holandés sobre los nazis escondidos en España.  El artículo era de un periodista americano que trabajaba para una agencia judía y usted no conocerá la historia, claro, usted es muy joven pero el periodista había descubierto a un peligroso médico de Auschwitz en Madrid y este debió sospecharlo y se quitó la vida. Lo que a mi me extrañó fue el método utilizado: se había ahorcado y eso sigue sin cuadrarme.

-¿Por qué?- preguntó Almudena.

-  Usar una pastilla hubiera sido lo normal, estaban programados para ello o en su defecto darse un tiro en la sien pero ¿ahocarse?, no, sigo sin entenderlo y además fue muy frustrante. Mostruos como él tenían que ser entregados, ser juzgados y obligados a pedir disculpas.

-Comprendo y debo confesarle algo, conozco la historia - dijo Almudena ante una asombrada Greta-  Casualmente mi padre fue el fotógrafo del periodista americano llamado Steven Dyton. Mi padre consiguió fotografíar a Joaquín Levi como se hizo llamar.

- ¿Y cómo le descubrieron?- preguntó Greta

- Steven estaba casi seguro que estaba en Madrid y contrató a mi padre para que hiciera fotos del barrio y sus vecinos. Joaquín se dejó fotografiar sin notarlo y pudieron compararlas con las que Steven ya tenía de Lemper durante la guerra. Las fotos en sí no le valían, Steven quería pruebas irrefutables y le tendieron una trampa. Gracias a otra persona, que consiguió duplicar una llave, entró en su despacho y allí descubrió el cuaderno donde apuntó sus experimentos e intervenciones en el campo. Tenía fotos de muchas de sus víctimas, entre ellas la de una jovencita española  y un libro, un tratado de ginecología escrito por él en alemán. La llamada de mi padre avisándole que Joquin abandonaba el café impidió el seguir buscando pruebas pero con las conseguidas ya tenía bastante para incriminarlo. Mi Padre tenía que vigilar a Joaquin en el café y tras más de media de hora de esperar en vano, a la persona que le había citado, pagó visiblemente enojado su consumición y un tanto preocupado, según mi padre. Dos días más tarde amaneció ahorcado.

-¿Tengo que creerme que fue un suicidio?- volvió a preguntar Greta

- Esa es la versión oficial aunque mi padre cree que fue un ajuste de cuentas.

-Eso mismo pensé yo pero fue una pena...tenía que haber sido juzgado. Aunque lo entiendo, yo misma, años más tarde, estuve a punto de estrangular con mis propias manos al oficial de la NSB que arruinó la vida de mi compañera en la resistencia. En su juicio, cuando pasó por delante mía, tuve una gran oportunidad pero no lo hice. No fue por falta de valor, no creas hija,  sino por la memoria de mi camarada. Julia de Boer no se mereció la muerte que tuvo.. pero ella tampoco hubiera querido que yo me perdiera por un asesino. Julia creía firmemente en la justicia y en el cumplimiento de las penas íntegras y estaba en contra de la pena de muerte. 

A continuación Greta contó como fue su detención y la mala suerte que tuvo su amiga y camarada. Almudena escuchaba como hipnotizada y las horas podrían haber pasado sin enterarse si no llega a ser por la entrada de Jaime que regresaba con Hans de dar un paseo por la granja. Minutos más tarde pusieron punto final a la visita y yo me fui con ellos en el coche para seguir siendo testigo de lo que hablaran al llegar a su casa de Red Deer.


Capítulo 16


Mi mente y yo en casa de Almudena López en Red Deer Canadá.

El camino de vuelta lo hicieron en silencio. Almudena tenía muchas cosas en que pensar, la visita le había gustado y no se arrepentía de haberse empeñado en acompañar a su hijo, desde el primer momento supo que debía de hacerlo y a Jaime le pareció bien.

Por la tarde cuando ya estaban todos sentados a la mesa, Almudena hija relató la historia de Greta, la de Julia de Boer y el comentario sobre el artículo de Steven. Su padre no se asombró, sabía por Steven que a pesar del tiempo transcurrido las víctimas seguían recordando lo vivido muy a pesar suyo.

Sancho recordó a Irene, recordó lo que ésta había significado para Almudena y todo lo que su mujer aún desconocía sobre ella. Parecía oír de nuevo a Steven diciéndole: “no se lo cuentes nunca a Almudena”.

 Prometió no revelar la verdadera historia de Irene. La gente podría saber que estuvo retenida en un campo pero no debería saber que fue una víctima más de Johan Lemper. No era la única cosa que ocultó  a su esposa, bastante había sufrido ya con su enfermedad, con la pérdida de su madre y otras desgracias familiares que tuvieron de fondo la niñez de la propia Irene.

Almudena Hernández no pudo dejar de preguntar, al oir la historia de Greta.:

 -¿Estuvo Irene en el mismo campo que ellas?

-No, me temo que ella no estuvo en el mismo campo. Estuvo en Auschwitz-Monowitz, uno de los subcampos para trabajos forzado- dijo Sancho.

-¿Y qué tipo de trabajo tenía que hacer?, Greta era obrera forzada para Telefunken pero que empresa estaba metida allí -preguntó de nuevo.

-No estoy seguro –dijo Sancho mientras bebía de su copa de vino y se limpiaba con la servilleta- creo que la IG Farben tenía una fábrica de caucho sintético.

-Y producían el llamado petróleo sintético, a partir del carbón consiguieron producir gasolina sintética – aclaró su yerno, muy puesto en la materia - en principio era un grupo de fábricas que producían colorantes, posteriormente  fabricaron el gas Zyklon B, el gas con el que exterminarían a los judíos.

-¡Calla por Dios!, se me ponen los pelos de punta sólo de imaginarme a Irene escuálida, con el pelo corto y colaborando indirectamente al exterminio de los judíos. Era una mujer admirable, a mi me enseñó muchísimo y si no hubiera sido por el número que tenía en la muñeca creo que nadie hubiese sospechado que pasó parte de su juventud en un lugar tan horrible - dijo Almudena Hernández.

-La procesión iba por dentro –le dijo Sancho – pero tuvo suerte de encontrar a Ubaldo al poco tiempo de ser liberada y de su llegada a París. Con él volvió a vivir, pudo estudiar, viajar y aprendió a no perder la sonrisa de cara a la galería.

-La última vez que estuve en Berlín – dijo el hermano de Jaime– visité el museo del holocausto y la exposición que se puede ver en el paso de Chekpoint Charlie y me impresionó muchísimo. Berlín es una de las ciudades que más me ha impresionado de todas las que he visto, las huellas del tercer Reich y las consecuencias de la guerra se palpan aún en ella.

Después de comer continuaron hablando pero la conversación cambió de tono. A las nueve de la noche los abuelos se retiraron, Jaime y su hermano salieron un rato.  Almudena López presiente que volverá a ver a Greta, está segura pero también sabe que cuando la vea será la primera vez que lo haga y en ese momento retiene su mirada en la leña que arde en la chimenea, piensa en los troncos que antes fueron y que ahora ya nada son o casi nada y entonces creo que esta vez si que me vio porque escribió en un papel:

<< Hasta hace poco estaba segura que era todo verdad y ahora tengo la sensación de formar parte del sueño de de alguien, quizá de la misteriosa Ana a quien sé que conoceré muy pronto aunque ahora no sepa donde está pero presiento que esté en dónde esté va a despertad ya mismo, quizá antes de que se consuma la la leña en mi chimenea. >>

En ese momento Carolina salió de la nada y me dijo que era hora de abrir los ojos y así lo hice, me vi en la cama del hospital con Mario y Carmen a mi lado como ya dije al principio.  A los pocos días pude irme a casa y comencé a escribir estas líneas.


Epílogo:



Madrid 15 de enero de 2011
                                                                    
                                                            


""Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te llevan a él"" (Paulo Coelho)



La fiesta de reyes ya ha pasado y nuestra navidad no se parece en nada a las soñadas. Estas notas son las últimas que escribo; lo que he escrito en cursiva es  lo que he vivido durante los dos días que estuve sin sentido.

Ahora sé a ciencia cierta que se oye estando inconsciente, directa e indirectamente.  Mario me ha comentado que llamó a Jack desde el hospital y Jack sabía lo de la  agenda. Leonor y Serafín vinieron a visitarme mientras yo estaba viajando en el tiempo y Mario les contó mi sueño en Holanda. Luis Espinosa existe, Serafín le visita muy a menudo y han hablado alguna vez del caso. Leonor a su vez le contó cosas de la familia Salvatierra así que yo debí oírles, no hay otra explicación para vivir lo que vi.

Hay muchas cosas que todavía no encajan, otras que me hacen sospechar que nunca pasarán y una que me intriga: ¿por qué mi “”sueño”” en realidad no era sobre Almudena y su familia sino sobre Irene y los actos cometidos por Ubaldo? . No lo sé todavía a ciencia cierta, según Mario, las notas que escribió su padre y que encontramos en un libro olvidado, ha podido ser el detonante.

 Las encontramos un día antes de volar a Holanda y teníamos pensado, al volver, desempolvar de nuevo el viejo baúl que heredó de su padre y que este a su vez heredara de un tío suyo con gustos muy peculiares.

Hace unos días hemos abierto el baúl y en efecto, en su doble fondo había cartas y entre ellas las que mi padre escribíera al padre de Mario con alusiones a los casos y las sospechas que tenían. Cuando vuelva Carmen- ( acaba de irse a Venezuela a vender la casa) -  con las cartas que Bonilla escribiera  a mi padre y que yo guardé hace muchos años en el ático, podremos contemplar el puzzel. Nos gustaría saber la verdad, saber cómo pasó todo realmente pero me temo que por lo que luego explicaré no va a ser posible.

Sigo sin entender muy bien por qué Carolina fue mi guía pero me ha gustado su presencia silenciosa a mi lado  e intuyo que la culpa es de  Beatriz  pues al terminar su relato me dejó con la miel en los labios y se niega a continuarlo. Tenía verdadera curiosidad por saber si iba a ser una persona tan luchadora como su abuelo, si se descantaría por ser abogada como su abuela y tan aventurera como sus padres. Quizá también sea por la fecha ficticia de su nacimiento, un 30 de noviembre de 1968,  la misma fecha del día de mi secuestro, la mismo fecha de nacimiento de Almudena López.

Ayer mismo estuve con ella, con Almudena, como habíamos acordado. Hablamos por teléfono el día de nochevieja-( Jack nos dio el teléfono que le había dejado Jaime)-  y no se extrañó de mi llamada. Dijo que el 12 de enero tenía una comida con la editorial en Madrid y quedamos para el día 14, es decir, para ayer.

Pasamos la tarde juntas, hablamos mucho y las dos sentimos que algo invisible nos unía. La dejé leer lo que soñé y me confesó que desde la noche en que compartimos el sueño del aeropuerto había presentido mi presencia en varios momentos. 

Almudena vive actualmente en Canadá pero pasó un tiempo en Venezuela, casi fuimos vecinas y ahora sé que ella es la autora del cuadro que tanto me impactó y que vi el último día de mi estancia allá, al pasar por una galería antes de venir a Madrid.
Sus hijos han pasado las navidades con ellos pero sus padres al final no pudieron ir, tampoco conoce a la tía de Jack pero en cuanto vuelva quiere visitarla.

También hablamos del relato de Beatriz y me confirmó que lo había comprado en Barajas , que la noche en la que tuvimos el mismo sueño, cuando estaba paseando por su salón, pensó en hacer una obra que reflejase a los vecinos de la plaza de los Frutos y su lucha por las libertades y los derechos que ahora nos parecen tan normales.

De sus abuelos y tíos no me ha contado mucho pero si me ha dicho que lo que digo de Irene y de Ubaldo es verdad, que las notas de Steven existen y vienen a decir casi lo mismo que yo he escrito. Al contrario que en mi sueño las notas junto con el cuaderno las guarda ahora ella (su padre se las dio el 9 diciembre para que las destruyera por si a su muerte las encontrase su madre)  y me ha pedido que en la reunión que estamos planeando, con toda la familia, que no lo miente, que no hable de ello con nadie más y que no le diga nada a su padre.

Almudena madre nunca ha sabido lo que hizo Ubaldo, las cosas terribles que le pasaron a Irene desde que mataron a su madre en Guadarrama y el por qué de algunas de las desgracias de su propia familia. Yo tampoco lo sé porque Almudena no ha querido contarme nada más, pero tengo la impresión que Sancho protege a su esposa tanto o más que Ubaldo protegía a Irene y  Almudena hace lo mismo. No sé si eso es lo mejor, en parte es como la siguiesen tratando como si fuese una niña enferma.

Almudena también duda de la autoría de Ubaldo en solitario pero su padre estaba convencido de ello. Las dos coincidimos en que muchas veces, cuando se conocen los antecedentes, resulta más fácil entender lo que una persona es capaz de hacer en situaciones extremas, no obstante seguimos teniendo problemas con aceptar el método y desconfiamos de la eficacia de la justicia de ciertas justicias. 

No voy a preguntar nada a Sancho porque tampoco adelantaría nada con preguntárselo, la verdad sólo la sabe una persona y esa es Ubaldo y con él no he podido contactar.

Cuando nos despedimos era casi la hora de la cena y al salir de la cafetería nos pareció ver a Carolina sentada en un banco de la plaza de Jacinto Benavente sonriéndonos y saludándonos con la mano. Creo que ambas cerramos los ojos y al abrirlos no había ni rastro de ella. La próxima cita será en casa de su madre, quien sabe si Carolina se pasa a saludarnos o esta tarde ha sido su despedida.

Quiero acabar con unas palabras para Teresita:

Cariño cuando leas estos folios al cumplir los 18 verás que hay más personas como nosotras asi que: no temas a los sueños, como hice yo, al revés, aprende a convivir con ellos y a entederlos, yo ya no los temo ni los odios, forman parte de mi persona y solo lamento no haberlo entendido antes pero estoy segura que tu sabrás manejarlos mejor que yo, a juzgar por tu comportamiento con tu primer sueño y tu sentido práctico de ver la vida.
No es necesario que te diga que te quiero mucho, tú lo sabes pero yo lo repito porque me gusta decírtelo.
Te quiero mucho.
 Tu abuela Ana.



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domingo, 21 de agosto de 2011

Vuelta al presente, capítulos 13 y 14


Capítulo 13.

 24 de diciembre 2010 en Red Deer . Alberta. Canadá.

La nieve caía suavemente en las montañas de Calgary, la estación de esquí estaba llena, visitantes venidos de diferentes partes de América e incluso de Europa.
Un chico, a quien llamaban Jaime, se quitaba sus esquies y junto con su hermano se apresuraba a ir la tienda de regalos del centro comercial más cercano. Minutos más tarde los dos salían cargados de paquetes, envueltos con papel navideño yendo en busca del coche.
Justo cuando Jaime metía los regalos en el maletero vio que en la acera de enfrente había un mapa de Alberta, la provincia en la que se encontraban. Sin pensárselo dos veces cruzó la calle, buscó el nombre que le había escrito su profesor en un papel y lo localizó al sureste de Calgary cerca de la frontera con los Estados Unidos.
Al llegar a la casa, en la que ahora vivían en Red Deer, encontró a su padre jugando una partida de ajedrez con el abuelo mientras la abuela terminaba de poner la mesa. Una mesa con turrón y mazapanes traídos de Madrid cubierta con la mantelería que la abuela solía usar por Navidad.
 Almudena López saludaba a sus hijos desde la cocina mientras sacaba el besugo del horno. Se disponía a adonarlo cuidadosamente con rajitas de limón, de naranja y lechuga rizada.
 Acostumbrada a pasar estas fechas fuera de casa combinaba siempre las tradiciones de España con las del país en la que se encontrara. Esa noche había preparado un pastel de carne siguiendo la costumbre canadiense además del besugo que según su madre no podía faltar en una buena mesa.
Villancicos y canciones típicas de Navidad sonaban en el salón dónde un enorme abeto albergaba a sus pies varios paquetes, regalos para todos que abrirían al día siguiente. Cerca del árbol, sobre una de las mesitas un belén,  en las puertas el muérdago bien colocado, la chimenea ardiendo y el paisaje nevado recordaban a una estampa sacada de una tarjeta postal, una postal llena de calor familiar.
Durante la cena el abuelo se encargó de animar la comida con sus historias y tomas fotográficas y en los postres los jóvenes tomaron la palabra. Jaime aprovechó para contarles la conversación que tuvo con su profesor de derecho en Tilburg, poco antes de las vacaciones.
 Almudena escuchó con atención y cuando oyó lo de la agenda recordó su sueño. No había duda de que era la suya y mirando el número de teléfono que Jaime le había pasado le preguntó:
-El teléfono que me acabas de dar ¿ es de la persona que encontró mi agenda y está en Venezuela?
-Sí es de un tal Mario Bonilla y según Jack Bakker han ido a vender la casa de la mujer de Mario.
-¿Sabes como se llama ella?
-¡Mamá! ¿No pensarás que yo me dedico a interrogar a mis profesores sobre su vida privada o la de sus amigos, verdad?
-No claro, no digo eso pero a lo mejor igual que dijo el nombre de Mario te podía haber dicho el de la mujer.
-No estoy seguro, creo que dijo que Ana la había encontrado y supongo que la tal Ana será la mujer de Mario.
-Puede ser y bueno ahora me toca a mi contar una historia.
Dejé a Almudena contando su sueño, el sueño del aeropuerto, nuestro sueño y regresé a Madrid a celebrar nuestra Nochebuena.


Capítulo 14

Mi mente  y yo en nochebuena en Madrid.

Como estaba previsto la pasamos con las chicas y Teresita aguantó incluso hasta después de la cena, no era para menos ya que yo, había transformado, como por arte de magia, una simple silla en trineo polar y abriendo la misteriosa bolsa roja que había comprado en el aeropuerto de Miami, me convertí en la señora de Papa Noël, vestida de rojo con gorro incluído y comencé a repartir pequeños presentes y algún chuche que otro a Beatriz, a Carmen e incluso a Mario ante la atenta y divertida mirada de Teresita quien naturalmente recibió el paquete más grande.
Más tarde, cuando la niña ya estaba en la cama, los adultos jugamos unas partidas de póker y al llegar a casa me metí directamente en la cama...! hasta que teléfono me despertó!. No era mi teléfono sino el de Mario y la llamada , según la pantalla no era de nadie de su lista de contactos. Un tanto enojado por la hora, las ocho de la mañana del 25 de diciembre, Mario dijo un ”Diga” de mala ganas y comenzó a conversar con la desconocida que dijo:

-Hola, buenos días y perdone si les despierto. Soy Almudena López, les llamo desde Canadá: Feliz Navidad
-¿Almudena López? ¡Pues no son horas de llamar!, lo siento ¿cómo tiene usted mi teléfono?
- Me lo ha dado mi hijo Jaime, creía que su profesor ya había hablado con usted y perdón de nuevo pero le llamo por lo de mi agenda.
-Sí, si claro – contesta Mario - se me había olvidado y no pensaba que fuera a llamarme tan pronto. Sí, tenemos su agenda ¿Quiere que se la mandemos por correo?
-No, no, ni mucho menos. Verá en enero tengo una comida con mi editorial y he pensado que podíamos quedar, conocernos y de paso me la entregan. No me corre prisa y ustedes son personas de confianza ¿me equivoco?
-No, claro me parece muy bien, cuando usted quiera.
A pesar de la hora y de lo mal que empezaron siguieron charlando un buen rato y al colgar Mario me habló de las obras que ella firmaba con el nombre Olalla Salvatierra y que podían verse en Internet en su página web..
A las diez de la mañana ya habíamos desayunado y buscamos la página de Almudena. En ella encontramos cuadros, esculturas y fotografías. Debía ser una gran artista a juzgar por lo que veíamos pero lo que más me llamó la atención fue leer que había nacido un 30 de noviembre de 1968 en Madrid.
Por la tarde vinieron las chicas a comer y Serafín con Leonor también se pasaron. Comentamos la llamada de Almudena y le preguntamos a Beatriz si la conocía y su respuesta fue:
-No, lo siento, ni idea. No he coincidido con Olalla para nada y menos aún me podía imaginar que se llamase Almudena y todo lo que está pasando.
-Yo tampoco lo sabía –dijo Leonor
Serafín quería saber si habíamos averiguado algo más de Steven Dayton. No podíamos contar nada de lo que habíamos leído en la libreta, lo habíamos prometido y nos remitimos a las cartas de nuestros padres.
- Tanto mi padre como Héctor estaban seguros de que las dos muertes, la de Joaquín Levi y la de Juan Carreño tenían un denominador común y este se llamaba Irene. No fueron muertes sino asesinatos y la mano justiciera debió ser la misma pero alguien debió ayudar pero como no se investigaron esta muerte quizá nunca sepamos la verdad - contesté sin hacer pausa alguna.
Serafín insistió y preguntó si no habíamos hablado con los familiares de Steven.
-Sí, lo hicimos –dijo Mario- pero también prometimos no revelar nada de lo que leímos. Tan sólo puedo decirte que a Carreño no lo conoció y el asesinato de Joaquín Levi disfrazado de suicidio se produjo, en efecto, horas antes de salir su artículo en la prensa española.
-Espero que en enero podamos hablar con Sancho porque me gustaría saber que es lo que él sabe y cual fue el pasado de Irene –apuntó Serafín.
-Si tuvo la mala suerte de terminar en un campo en Polonia nos lo podemos imaginar – dijo Beatriz
-¿Pero cómo llega al campo?- preguntó Leonor
-No lo sé – dijo Mario- solo hay sospechas. Probablemente fue una de las niñas que mandaron a Rusia. La división azul estuvo en Leningrado, quizá Carreño se la encontró allí y la entregó a los alemanes. Al no ser judía pudo haber terminado en un campo de trabajos como la tía de Jack o en un burdel.
-Me temo que a ella le tocó el burdel, era muy joven para ser obrera cualificada y si fue una víctima más de Joham Lemper tuvo que ser por culpa de un embarazo o justamente para impedir un embarazo- me aventuré a decir yo.
La tarde fue cayendo, continuamos discutiendo teorías y cuando se fueron volé mentalmente a Lethbridge, Canadá, a la ciudad donde vivía la tía de Jack.


domingo, 14 de agosto de 2011

Vuelta al presente. capítulos 11 y 12.

Capítulo 11


En casa del suegro de Walter Dayton


Estábamos allí y tras las huellas de Steven. Su familia nos contó de camino a la casa que volvió a Madrid, marchó a París pasó por Israel y al final recaló de nuevo en su casa de Texas donde murió.
Cuando llegamos nos sentamos en el salón y mis manos temblaron al tomar la libreta con los apuntes de Steven, presentía que iba a descubrir algo, algo que a mi padre y al de Mario les hubiera gustado leer. Lo primero que vi fueron las notas que había escrito sobre Joham Lemper, alias Joaquín Levi:

<<<  Nace en 1908 en un pueblo  de Renania del Norte-Westfalia y de muy joven simpatiza con el NSDAP, al terminar sus estudios entra a forma parte delSturmabteilung” partido paramilitar que apoya a Hilter y en 1942 llega a Auschwitz dónde realiza sus experimentos. Pierde a su madre a la edad de 13 años y la relación con su padre se enturbia al casarse éste con la viuda de un judio que aporta además una hija de 15 años al matrimonio.
A la muerte de su padre rompe por completo la poca relación que tenía con la viuda pero sigue los pasos de su “hermana”. (Unos decían que la adoraba y otros que estaba enamorada de ella a pesar de su origen aunque Johan lo desmentía siempre, según algunos vecinos). Días antes de la Noche de los Cristales trata de sacarla de Alemania pero ella se niega a abandonar a su madre; es detenida y recluída en un campo dónde fallece días más tarde.>>

El segundo documento que vimos parecía un  diario pero no lo era. Había apuntes para Sancho, anotaciones sobre las costumbres y recetas de comida del Madrid de los años 50 y una especie de carta muy interesante con el siguiente título:


<<<  Reflexión, confesión y absolución.  

Madrid,  junio de 1955

Quedan pocos días para mi partida, me gustaría quedarme unos días más pero me esperan en París y no puedo aplazar más el encuentro. Seguramente volveré pronto para cumplir mi promesa, espero que Sancho me avise llegado el momento.
Sancho, Ubaldo, Pelayo, Jaime, Marcelino, Manolita, Adelina e Irene son ya mis amigos, algunos lo serán para siempre. Todos ellos, de una forma u otra me han ayudado en mi trabajo y les estoy muy agradecido.
Llegué a Madrid buscando a un hombre y encontré lo que buscaba pero el desenlace no ha sido el que me hubiera gustado, algunas personas de las que me he rodeado tienen mucho que ver en ello.
 Antes he nombrado a Adelina e Irene y ahora lo quiero hacer por separado.

Adelina: la mujer de Levi, conocida como Lina, me deslumbró nada más verla por su belleza, garra y simpatía. Me sentí atraído hacia ella inmediatamente, me gustaba su manera frívola de ver la vida y su franqueza conmigo. Compartimos confidencias, una tarde en la que la soledad había hecho mella en ella, tratando de asimilar todo lo pasado. Fue tapadera de Lemper, “un oficial nazi”, le dijo quien arregló la boda entre ellos. El arreglo le vino bien pero jamás pudo esperar que el oficial fuese tan monstruo como yo le pintaba en mi artículo. No hubo amor ni simpatía entre ellos, no podía ser de otro modo, lo único que compartieron de verdad fue su mutuo odio y la compensación, en forma de asignación, que recibían por soportarse el uno al otro en medio de tanto desprecio.

Irene: (causa por la cual volveré) es la esposa de mi amigo el diplomático y posee una  gran belleza, además de ser elegante y muy culta. Forman un matrimonio perfecto basado en el amor  más puro que uno pueda imaginar y en la mutua admiración que ambos se profesan; un matrimonio no convencional como ellos mismos dicen pero auténtico.
Mi amigo ha hecho de  su esposa el centro de su universo y no ha cesado de protegerla, de amarla, ni de escatimar medios o remedios para hacerla más feliz. Puedo dar fe de ello, después de su confidencia no tengo duda alguna y le he prometido velar por ella.
Como ya he dicho antes llegué a Madrid tras los pasos de alguien, de alguien a quien he venido siguiendo la pista desde hace unos años y que se llama, bueno, se llamaba Joham Lemper y aunque podría decir objetivo cumplido no es así. El suicidio de Joham Lemper, como han publicado los periódicos,( aunque no haya sido tal), ha complicado las cosas y su final inesperado me ha impedido entregarle como pretendía a las autoridades de Israel. He conseguido que mi artículo se lea en todo el mundo y como dice Sancho pasar el mensaje a otros como Lemper de que más pronto o más tarde también van a caer ellos. He desemascarado a un mostruo y debería estar contento, no obstante no lo estoy, desde hace unos días me pregunto: ¿ No soy yo, con la divulgación de mis informaciones e investigaciones tan responsable de su muerte como la mano justiciera que se la atribuye?,  ¿Debo denunciar a quien confirma que fue el asesino o debo darle mi absolución porque yo no juzgo a mis amigos y Dios nos juzgará a todos?.¿ Una persona de naturaleza bondadosa, afable, educada y amante del bienestar de los demás, puede en nombre del amor puro que siente por su amado/a  convertirse en un simple asesino? ¿Podemos/ debemos, matar para evitar males mayores o  para impedir que la persona amada se vea obligada a hacerlo? Creía que tenía respuestas para todas mis cuestiones, desde que vi los horrores de Auschwitz  y sin embargo tengo aún muchas dudas.
Quien se adjudica la muerte de Lemper también se culpa de la muerte de un sargento de la división azul, un tal Carreño, un malnacido que ensangrentó con su paso Leningrado dejando su huella en la persona que mi cofidente amaba.
¿Debo creer todo lo que me ha revelado? ¿Ha podido él solo con los dos? No tengo respuesta pero lo cierto es que la sociedad no llora sus muertes, la policía ni se molesta en investigarlas y al autor le queda poco tiempo para rendir cuentas ante otra autoridad que no es competencia de este mundo. En ambos casos lo hizo por amor, para evitar que lo más preciado que tuvo en vida se tomase la justicia por su mano y yo en estas letras mi conciencia descargo antes de emprender mi viaje a París .>>>

-Gracias por dejarnos leer los documentos. Entiendo que fueran dos personas no gratas y cómo policía me gustaría saber cómo se cometieron los asesinatos ¿no hay anotaciones sobre ello?- comentó Mario.

- No, no lo anotó, no podía; había dado su palabra –dijo Richard – pero mi tío nunca mencionó cómplice alguno aunque mi padre tenía sus dudas.

Llegó la hora de la despedida pero Richard tenía ganas de hablar de su tío. Irene y Steven se volvieron a ver en París y trabajaron un tiempo juntos. Irene no se volvió a casar ni a buscar el amor. Cuando Steven regresó a Texas ella se volvió a Madrid y liberó a Steven de su promesa. Mario no estaba interesado en la parte romántica del asunto, a él se le había despertado su instinto de policía como también decía mi padre y no quiso alargar más la estancia y de repente di otro salto, ahora  estábamos en nuestra casa de Madrid.

Capítulo 12


Dos días antes de Navidad en Madrid.


Llovía y hacía frío, eran las 6 de la tarde y ya se había hecho de noche; las luces, los cánticos, las caras risueñas de los niños y todo lo que veía a mi alrededor indicaba que la navidad estaba ahí mismo, a la vuelta de la esquina. Caminaba con Mario, estábamos de vuelta de Venezuela y buscábamos por las casetas de la plaza Mayor adornos para el árbol, para nuestro primer árbol juntos, para celebrar nuestras primeras navidades de casados que también serían las primeras de casadas para Beatriz y Carmen.

Atrás quedaba la Barcelona caribeña, atrás quedaba la venta de la casa y la sensación de traidora que sentí al cerrarla y entregar las llaves. No quería llorar delante del agente que venía a a por ellas y en silencio, para que no se riera me despedí:<< ciao vieja casa testigo de sueños y juegos, de besos y desamor , ciao mi puerta roja ¡no te voy a olvidar!>>....después busqué la mirada de Mario, esbocé una sonrisa y entregué las llaves subiéndome a un taxi sin volver la cabeza.

Cuando llegamos a la casa del Viso con el árbol en lo alto del coche nos pusimos a adornarlo como  niños pequeños y por la noche, sentados, admirando nuestra obra de arte con dos copas de vino en la mano, brindamos por una navidades únicas y nos pusimos a ordenar las cartas de mi padre y las del padre de Mario que nos trajeramos de Venezuela.
Al cabo de un rato encontramos cartas correlativas muy interesantes, Mario las enumeró y me contagió su entusiasmo..este fue el resultado:

Fragmento de la carta no. 1. (Bonilla-Héctor asunto: Carreño )

<<<.......Hecho de menos nuestras charlas y nuestros bocadillos en el Asturiano y aún arriesgándome a llegar tarde me he pasado por la plaza. Pelayo me ha contado, que nuetros amigos de Chamberí, han dejado en libertad a un peligroso sargento de la división azul. Dice que tiene aterrorizado a todo el barrio, lleva pistola, se emborracha con facilidad y su hermano le acaba de sacar de la cárcel. Carreño, así se llama el sargento, tiene una lista de detenciones que asusta, llegó a Barcelona repatriado el 2 de abril de 1954 y apareció por el barrio antes de las navidades sembrado el miedo entre los vecinos y en menos de dos semanas le han detenido dos veces, una por amenazar con su pistolas a unos jóvenes y otra por intentar robar en la acedemia de baile. Pelayo y Marcelino le temen....................>>

-¿Y qué contesta mi padre? –pregunté

- Escucha lo que la siguiente carta dice:

Fragmento  de la carta no.2. (Héctor-Bonilla asunto: Carreño )


<<.....!Ay Bonilla!, si yo te contara lo que añoro los bocadillos de chorizo del Asturiano, las charlas de Pelayo y las ocurrencias de Marcelino me tendrías hasta lástima. Lo pasado, pasado está, me digo siempre cuando me pongo melancólico. Los guisos de Carmen no tienen nada que envidiar a los de Manolita y poco a poco vamos abriéndonos paso en esta ciudad.
Ten cuidado con la camisa azul venida a menos, son las más peligrosas y no es asunto vuestro, le corresponde a Beltrán dominar a la bestia pero si le ha dejado salir, tras denuncia de robo y portando arma que se supone que tendría que haber entregado será por encargo del Jefe. No querrá incomodar al ejército aunque este le tenga en la lista negra......>>

-¿Eso es todo?- comenté decepcionada-, no dice nada importante.

- En esta no pero tengo otra en la que le vuelve a nombrar, un mes más tarde.-contestó Mario

-Venga, lee.

Fragmento de la carta no. 3. (Bonilla-Héctor asunto: Carreño )
<<.............la prensa de hoy recoge la noticia de la muerte de Juan Carreño, sargento de la división azul, el mismo que te mencionaba en la otra carta. Curiosamente unos días antes había sido noticia también y hasta le tacharon de héroe al haber dado muerte a una peligrosa comunista que intentaba matarle y ahora, casualmente, una borrachera ha acabado con su vida (dato curioso:  el mismo día que su hermano fallecía en otro lugar de Madrid tras una infección que no le pudieron curar).
Beltrán ha dado el caso como cerrado, la teoría de la borrachera es la versión oficial aunque las manos del difunto tenían aún la marca de haber sido atadas y su camisa estaba empapada, como si se hubiese vertido sobre él una botella entera de coñac..
Según el portero, el fallecido había solicitado el servicio de un restaurante y después del camarero sólo entraron en la finca dos personas ajenas al edificio.
Un hombre con barba y gabardina que portaba una bolsa tardó como una media hora en bajar de nuevo, dos minutos más tarde entró una mujer alta, rubia y muy guapa con cara de preocupación, que ya había visitado a Carreño en otra ocasión y bajó al instante.
He podido saber que la mujer rubia y alta tiene una tienda con su marido en la plaza de los Frutos, se la ha visto una vez con Carreño en el cafe del teatro Cervantes y la descripción del hombre con barba y gabardina puede corresponder con la del marido, un ex diplomático de Guatemala a quien Casares arrestara un día, oficialmente por tener entre sus discos La internacional.
Nuestros colegas de Chamberín no van hacer nada, órdenes de arriba aún sabiendo que la comunista a la que Carreño mató y la mujer de la tienda de discos se conocían y en el informe adjuntaron que durante la guerra fue del auxilio social y se encargó de llevar niños a Rusia. Su muerte no la lamenta nadie y sus antiguos camaradas menos aún.
Mi pregunta personal es ¿Encuentro en Rusia quizá de los tres? o ¿Irene, la mujer de la tienda de discos o su marido, Ubaldo, o los dos juntos tuvieron algo que ver en la muerte de Carreño? ¿tu que crees?
.........................>>

-¿Y mi padre que dice?-volví a preguntar
-Lee tu misma la siguiente carta:

Fragmento de la carta n.4  (Héctor-Bonilla, asunto: Carreño)
<<..............El matrimonio parece sospechoso, en efecto, sobre todo si la mujer de la tienda de discos es una niña de la guerra llevada a Rusia y la comunista muerta se encargó de ella y se encontraron con Carreño. Seguramente al acabar la guerra le siguieron la pista pero tuvieron que esperar hasta que le repatriaran. En un principio pudieron planearlo las dos pero al fallar el plan el marido ha querido ayudar.
La ropa empapada en coñac me ha recordado a la muerte de Encarna, entonces tu no habías llegado a nuestra comisaria y la versión oficial coincide con la versión verdadera: fue un accidente pero este no se produjo en la propia casa de los Rivas sino en la casa de la antigua enfermera de la madre de Ana Rivas. Yo también miré entonces para otro lado para no complicar más las cosas, el jefe tenía interés personal en que no investigásemos demasiado y quería cerrar el caso cuanto antes. El coñac, los dos diferentes tipos de coñac me pusieron sobre la pista. Sospecho que un típo tan peligroso debía de estar ya bastante borracho para poder acabar con él con un mínimo de esfuerzo. Quizá le obligasen a tragar el alcohol lo que explicaría que tuviera la camisa empapada. La mujer pudo subir cuando el sujeto ya estaba muerto y comprobar que el despacho estaba en orden, ella ya lo conocía de otra vez y asi la policía pensaría que la muerte era natural a causa de una sobredosis de coñac.
Aguardo tu próxima carta para seguir discutiendo la teoría y si pasas por el Asturiano pregunta a Pelayo lo que él opina de la versión oficial de la muerte de Carreño.................>>


-Al final no consiguieron dar con el autor o autores pero no iban muy descaminado mi padre –comenté- según las notas de Steven fue él, el marido, Ubaldo el diplomático quien lo hizo y la razón debió ser la que apunta mi padre: Carreño debió hacer algo a Irene cuando era una niña en Rusia. No me extraña que nadie le llorara, debía ser un puerco.
-Supongo que lo era y sabes, he encontrado la carta en la que tu padre escribe sobre la teoría de la muerte de Joaquin Levi .


Fragmento de la carta no.5 (Héctor-Bonilla. Asunto: Levi)
<<.....muy interesante la noticia de la muerte de tal Levi que resulta no ser judio sino oficial nazi. Bonilla, creo que la muerte de Carreño y la de Levi presentan similitudes: dos asesinatos disfrazados, uno  de suicidio y otro de muerte por sobredosis de alcohol. En ambos casos el sujeto ha sido atado antes de encontrar la muerte o la ha encontrado mientras estaba atado y después han preparado el escenerio. Levi, según el artículo que ya he podido leer, hizo experimentos en el campo donde estaba, era un nazi convencido. Carreño estuvo con la división azul en Rusia y era un sádico según me decías en las cartas. Irene puede ser la llave que une los dos asesinatos. ¿Te imagines que Irene hubiese estado en uno de esos campos y Levi hubiese sido su médico, para su desgracia? Probablemente el periodista tenía fotos del tal Joaquin como oficial nazi y a lo mejor Irene le reconoció o comenzó a sospechar de que el fuera ”su “médico y en ese caso podrían haberlo ahorcado entre los dos....................>>

Cuando terminamos estas lecturas le dije a Mario:


-Mi padre estaba equivocado, el matrimonio no fue, todo apunta a Ubaldo, según lo que hemos leído en el cuaderno de Steven pero por lo demás acertó sin saberlo.

-Tienes razón- me dijo Mario – según lo que Richard nos contó antes de despedirnos Irene había sido una de sus víctimas. Fue entregada a los alemanes en Rusia y acabó en uno de los campos. Nuestros padres discutieron el asunto durante algunos años.
Horas más tarde volví a viajar mentalmente a  Canadá.