jueves, 29 de noviembre de 2012

En busca de Paloma. 6



Al principio de la cena hablan de todo un poco. Alejandro observa con atención a Vallejo. Asunción  le ha advertido que tenga cuidado con las cosas personales que cuente y recuerda sus palabras:
<< Vallejo sólo conoce la versión oficial de la separación de Teresa y Héctor. Cuando falleció tu abuelo era inspector de policía en la comisaría del barrio.  Es un buen hombre, algo socarrón pero justo, sabe mirar hacia otro lado  cuando es necesario>>. Cuando el camarero les trae el primer plato es Héctor quien comienza a entrar en materia diciendo:

-      Según mi mujer tienes algo que contarnos de la travesía ¿Cómo se llama el empresario canario y cómo entras en contacto con él?
-      Miguel Morales – contesta Alejandro sin titubear - es un amigo de mi madre de la camara de comercio y está muy considerado tanto en Caracas como en Barcelona, donde vivimos. Es un hombre de toda confianza, ya le conocía antes del viaje. Mi madre sabía que tenía planeado viajar a Las Palmas y le pidió si podía adelantar el viaje para que yo no hiciera toda la travesía solo.
-      ¿Y el hombre estuvo todo el rato contigo? – pregunta Vallejo
-      Sí, la mayoría del tiempo lo pasamos juntos aunque yo también hablé con otro pasajero un poco más mayor que yo, un chico de Aruba, de las antillas holandesas que venía a visitar su familia en Holanda y que tiene tanto pánico como yo a volar.
-      ¿ Entonces había más gente en el barco que conocía tu nombre?- pregunta Héctor
-      Ellos dos y quizá el Sr. Gallardo.
-      ¿Quién es Gallardo? – quiere saber Vallejo
-      Un editor catalán pero yo apenas le traté. El segundo día de la travesía Miguel estuvo bebiendo algo con él y de vez en cuando se reunían a jugar una partida de cartas. El sabía que me llamaba a Alejandro pero no sé si conocía mi apellido y creo recordar que viajaba con otra persona pero nunca la ví y Miguel tampoco.
-      ¿Por qué? – vuelve a preguntar Vallejo
-      Según Gallardo su amigo estaba indispuesto, desde que el barco estaba en altamar se encontraba mal y nada le ayudaba contra los mareos. No salía casi de su camarote, al menos yo no le ví nunca .

El chico hace una pausa para terminar su segundo plato y tras beber de su vaso de vino continúa.

-      El sr. Gallardo debió bajarse también en Cádiz aunque yo no me di cuenta. Desde las Palmas a Cádiz apenas le vi, el capitán del barco , creo que por indicación de Miguel o de mi madre, me retuvo a su lado casi todo el resto de la travesía.
-      Interesante- comenta Héctor – y ¿qué paso a la llegada a Cádiz?
-     Nada importante, sólo pasé allí media tarde y la noche. Como mi madre lo había previsto me estaba esperando un empleado del consulado venezolano, el hijo de un conocido de Simón; fuimos al hotel y luego cenamos juntos. Al día siguiente fui a comprar el billete para Madrid y fue cuando conocí a Paloma.
-    ¿Simón? ¿quién es Simón? - pregunta Vallejo al ver que Héctor asiente con la cabeza.
-   Era – dice Héctor – Simón murió hace años. Fue el mejor amigo del padre de Teresa y antes de fallecer le pidió a su hija que a su muerte le escribiera. Pascual siempre supo que Simón estaba enamorado de Carmen. En cuanto pudo vino a por mi suegra y se fueron a Venezuela. Simón tenía un buen empleo en Barcelona.
-    Vale, vale, los líos de tu ex familia son muy interesantes pero sigamos que nos van a dar aqui las uvas – dice Vallejo un tanto impaciente haciendo otra pregunta - ¿ Y tú  crees que la chica te contó toda la verdad?
-      Sí, ya sé que puedo parecer ingenuo pero no lo soy.  Desde pequeño me han enseñado a mirar bien con quien hablo y con quien voy, << los Rivas no debemos confiarnos >> repite mi madre siempre. Me doy perfectamente cuenta de que mi familia, esté donde esté, siempre estará en el punto de mira de mucha gente, el éxito en los negocios crea tantos amigos como enemigos pero en cuanto a Paloma, sinceramente no sabría decir la razón pero la creo, digamos que es una corazonada, estoy seguro que ella no se ha ido por su propia voluntad y menos para jugarme a mí una mala pasada.

El camarero se acerca a recoger los platos y pregunta si van a tomar café o postre. Los tres encargan café, Vallejo y Héctor piden además una copa de coñac y mientras lo toman dice Héctor.

-      ¿Y en el tren  ¿Pasó algo que llamara tu atención?
-      No, nada, bueno algo sí pero creo que fue pura casualidad.
-      Las casualidades no existen- comenta Vallejo – cuénta ¿qué fue?
-      En el vagón restaurante, detrás de nosotros había un hombre que oyó parte de nuestra conversación, bueno oyó mi comentario.
- ¿Qué comentario era?- pregunta Héctor.
- El de buscar un hotel donde pudiera estar Paloma sin que le pidieran el carnet de indentidad, aún no se lo ha sacado. Ella tenía pensado dormir en una iglesia o en un albergue.
- ¿y el desconocido dijo algo al respecto? – ahora es Vallejo quien pregunta.
- Sí, se acercó a nosotros y nos dio el nombre del Hostal Fuencarral, según él no hacían muchas preguntas y... ¡Hostias!, perdón por la expresión, ahora recuerdo que dijo: << no queda muy lejos de su hotel>> ..¿ cómo sabía él en qué  hotel iba a estar yo? No lo comenté durante la comida.
-      Muy interesante, ¿volviste a hablar con ese hombre?-  dice Héctor
-      No, ya no le vi más hasta que el tren paró en Ciudad  Real.  Allí  bajé a comprar prensa y le vi abandonar la estación.
-      ¿Cuánto tiempo estuvo parado el tren?- vuelve a preguntar Héctor
-   Unos  diez minutos, había mucha gente en el andén comprando bocadillos y bebidas ¿Creen que volvió a subir sin que yo le viera?
-   Es una posibilidad – dice Vallejo al tiempo que pregunta - ¿Tú no le volviste a ver en la estación de Atocha?
-   No, ni en la estación ni en los pasillos del tren. Nosotros viajábamos en primera y él iba en segunda, al menos yo le ví bajar en Ciudad Real de un vagón de segunda.

Héctor le hace una seña al camarero y al ver que ya son casi las diez y media pide la cuenta, salen del restaurante y acompañan a Alejandro al hotel. Entran con él y comprueban que nadie ha preguntado por el chico, nadie ha traído ninguna nota y cuando el chico se sube a su habitación, no sin antes recordarle que a las diez debe presentarse en comisaría y que Asunción le irá a recoger para ir llevarle a Buitrago, Vallejo ve a uno de los hombres de Ramírez sentado en un sofá de hall del hotel y se acerca a él junto con Héctor.

-      ¿Tienes algo para nosotros o te han mandado velar el sueño del joven? – dice Vallejo por todo saludo
-      Algo de eso ahí. Ramírez os espera mañana a las nueve y media en comisaría.
-      Yo pensaba acompañar a Alejandro a las diez ¿Sabes por qué quiere vernos a esa hora exactamente?
-      Sí, es la hora acordada con su contacto en Cádiz para pasar el parte sobre Paloma Camacho Llanos.
-      Entiendo – dice Héctor
-       ¡Qué te sea leve la guardia ¡- dice Vallejo
-      A la doce me relevan asi que será corta. Buenas noches.

Los dos ex-comisarios bajan a Sol y allí toman el metro para ir a casa. En Quevedo se baja Héctor y Vallejo continúa hasta Cuatro Caminos. Mañana se volverán a ver en la comisaría del centro. Al salir en Quevedo, Héctor cruza la plaza y anda como unos diez minutos hasta llegar a su casa. El portal ya está cerrado, son más de las once de la noche, sube las escaleras y al llegar a su piso abre la puerta sin hacer mucho ruído. Los niños ya estarán dormidos y María seguro que también e incluso Asunción es probable que ya esté en la cama. Encontrarles a todos en la cama es una de las cosas que por un lado le reconforta, le da serenidad, seguridad de que todo está bien pero por otro siente que descuida a sus hijos, que antepone el trabajo a su familia aunque ellos le aseguren que no es así. Héctor cuelga su abrigo en el perchero del recibidor en eso que oye a sus espaldas decir:

-      Hola, ¡Cuánto has tardado! ¿Todo bien? – le saluda Asunción saliendo de la cocina con un vaso de agua en la mano, ya con el camisón puesto dispuesta a irse a la cama. Se acerca a su marido y le da un beso y éste la abraza peligrando el vaso de agua por un momento.
-      Lo siento, no he podido llamar, la cena se ha alargado demasiado y en el hotel nos esperaba uno de los hombres de Ramírez. ¿Cómo se lo han tomado  los niños el que no me hayan visto en todo el santo día?
-      Bien, no te preocupes, esto no pasa tan a menudo pero tengo que recordate, de parte de tus hijos, que no te olvides entrar a darles un beso.
-      Por supuesto que no me olvido, ahora mismo lo hago, esperamé en la habitación, no tardo mucho.

Héctor abre la puerta de la habitación de Dani y contempla como en la cama turca duerme Javier, se acerca a ellos y les da un beso en la frente, después va a la habitación de María y sigilosamente le da un beso y cuando va a salir oye:

-      Papá ¿has encontrado ya a esa chica?
-      Aún no, pero de mañana no pasa. Anda, vuelve a dormite que mañana tienes un examen y tienes que descansar.
-      ¿Crees que no la pasará nada? – pregunta María

Héctor se acerca a la cama de su hija, se sienta a los pies y dice:

-      Confiémos en que sea así, princesa pero ¿desde cuando te preocupas tanto con mis casos?
-      Este caso es diferente y no solo por Alejandro sino también porque esa chica tiene la edad de Irene.
-      ¿Qué te ha contado mamá?
-      Poca cosa, casi nada, que el hijo de Ana, la cuñada de Teresa está en Madrid y su amiga ha desaparecido. Tim está convencido de que tu la vas a encontrar sana y salva y yo también.
-      Muchas gracias por vuestro voto de confianza y ahora a dormir de verdad. Buenas noches princesa.
-      Buenas noches papi.

Media hora más tarde ya está en la cama junto a Asun y le hace un resumen de lo que han hablado durante la cena y le comenta lo de María.

-      No sé si has hecho bien diciéndoselo a María, está preocupada.
-      Ya, ya me he dado cuenta pero yo también he llegado tarde y quería que comprendiera el motivo. ¿A qué no sabes como me  he encontrado a los cuatro cuando he llegado a casa?
-      No me asustes, ¿cómo?
-      En la cocina haciendo la cena. Tim se ha pasado primero por su casa antes de venir aqui y se ha traído una bolsa de pan de hamburguesas, ya sabes, esos filetes de carne molida parecidos a los filetes rusos
-      Ya lo sé, las comí una vez con Bonilla en Torrejón.
-      ¿Te gustaron?
-      No están mal, se pueden comer pero ¿ aqué viene lo del pan?
-      Bueno, María le había dicho que tenía ganas de comer hamburguesas y que en la nevera tenía yo carne de ternera, eran para las albóndigas, pero na pasa nada – ríe Asunción bajito para no despertar a los chicos que duermen en la habitación de al lado-  total, que Tim ni corto ni perezoso, después de ayudar a los chicos con sus deberes y María haber estudiado para su exámen, se metió en la cocina para preparar la cena y así los he pillado, con la manos en la masa.  Los chicos estaban lavando la lechuga y María tratando de hacer lonchas de queso con el queso manchego. Misión imposible, pero se lo estaba pasando pipa. Al final nos hemos sentado todos en la cocina y aunque te hemos echado de menos no te hemos guardado ni una hamburguesa, de verdad que estaban deliciosas.
-      Muchas gracias, yo preocupado por vosotros y he aquí que casi habéis montado una fiesta a la americana- comenta Héctor dándole un beso a su mujer en la frente.
-      No tengas pelusa cariño, Tim ha prometido hacerlas de nuevo y espera que tu le ayudes y ahora, mi amor, abrázame y a dormir que mañana tenemos que madrugar y estoy cansada. Buenas noches.
-      Buenas noches, mi vida.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

En busca de Paloma 5.



De camino al restaurante Alejandro  vuelve a dar las gracias a Asunción por su ayuda y le comenta, lo mucho que le ha gustado el ambiente que se respira en la revista, un ambiente muy distinto al que le contara su madre cuando la dirigía Rocío Zúñiga.

-    Es otra revista, no solo el nombre ha cambiado sino también el dueño y tu madre ya no es la propietaria del local.
-    Es cierto. Creo recordar que al morir la sra. Zúñiga, con la que mi madre tuvo sus más y sus menos, la nueva propietaria no sabía que hacer con ella y Julio la compró con capital prestado por el socio de su marido ¿me equivoco?
-    No es del todo exacto, pero vas por buen camino. Bonilla contactó con Ana , nosotros no queríamos cambiar de ubicación y tu madre ya había dado a entender que quería deshacerse del local. Bonilla se lo compró, este a su vez se lo vendió simbólicamente a Julio y el local fue el aval que se presentó al banco para el préstamo que mi jefe necesitaba para cerrar la compra de la revista.
-    Es verdad, ahora lo recuerdo, mi madre comentó que Bonilla la había emulado al vender el local “por una peseta”a Julio solo que esta vez el gesto era generoso y no tenía nada que ver con su venta a Rocío y las fotos.
-    ¿Sabes lo de las fotos?- pregunta Asunción
-    Sí,  a los 14 años mi madre comenzó a contarme cosas. Héctor parece que tampoco tiene secretos con usted y mi madre tampoco los tiene conmigo. Algunas cosas, con referencia a mi padre no las sé, pero el motivo de trasladarnos a Venezuela, tras el chantaje de un colaborador vuestro, me lo ha contado con pelos y señales.
-    Ese colaborador fue despedido por Rocío al poco tiempo. A tu madre no le gustó el reportaje que escribió Narciso el día del entierro de tu abuelo y como la propietaria tenía problemas con el banco, ante la negativa de una rectificacción compró la revista dejando a Rocío como accionista minoritaria.
-   Es el último reportaje que he leído y Héctor tampoco sale muy bien parado sobre todo en la foto.
-   Sí, fue lo que le faltaba en ese momento, se sintió apaleado por todos los lados, aún recuerdo como las pagó conmigo cuando fui a llevarle unas carpetas a su despacho pues por aquel entonces la revista le encargaba ciertos casos.
-   ¿Te gustaba ya en aquel tiempo? Perdona – dice Alejandro temiendo haber traspasado una línea – por el tuteo y mi curiosidad. Le ruego que olvide la pregunta.
-   No pasa nada Alejandro. Lo único que va a pasar es que no vamos a llegar a la hora como este atasco no se solucione – comenta Asunción cansada ya de los 10 minutos que llevan en la Plaza de Colón atrapados en un monumental embotellamiento de coches -  Puedes tutearme, al fin y al cabo yo lo hago contigo y tampoco me importa que me preguntes por cosas personales.

     Asunción hace una pausa, apaga la radio y le pide a Alejandro, que acaba de encender un cigarrillo , que le encienda otro a ella.  No suele fumar mucho pero los atascos la desquician y cuando esto pasa recurre a un cigarrillo. Baja las ventanillas un poco para paliar asi el olor del tabaco y tras la primera calada dice:

-  Cuando conocí a Héctor en seguida supe que estaba casado y que llevaba varios años separado de su mujer. Las versiones que corrían eran muy variopintas , para algunos, Narciso por ejemplo, era tan violento que su mujer tuvo que huir, para otros su mujer tenía un amante y su cuñada les encubría y para otros, como mi tía Manolita y tío Marcelino las desgracias pudo con el matrimonio y como tu venías de camino vieron lógico que Teresa se fuera con tu madre. Al principio me negaba a admitir que me sentía atraída por él, nuestra relación era laboral y estaba llena de chispas y de desencuentros enormes. Al aparecer el cuerpo de tu abuelo, muerto de frío al lado de mi portal,  con un aspecto completamente diferente al que la gente guardaba de Don Ramón Rivas, fue Héctor quien tuvo que identificarlo y darle la noticia a tu madre. Era la segunda vez que las veía, la primera vez fue muy fugaz y mi hermana Chelo se quedó contigo, y cosas de la suerte o del destino, me encontré con Teresa cerca de casa, hablamos un rato y al nombrar a Héctor lo hacía con cariño así pues, pensé, que mis tíos tenían razón, las desgracias había podido con ese matrimonio y yo llegué justo en el momento en que, Teresa por tercera vez le decía que ella era feliz con vosotros y que deseaba, con todas sus ganas, que Héctor fuese feliz y encontrase a alguien que estuviera dispuesta a empezar una relación sin un futuro que acabara en boda.
-    Y ese alguien fuiste tú y no sabes lo que se alegró mi tía cuando se enteró de que viviáis junto, que habías sido madre y por fin, cuando llegó la anulación celebramos en casa vuestra boda.
-   !Vaya! eso no lo sabía pero me alegro de haberle proporcionado tal alegría. Yo también le estoy, aunque parezca una barbaridad lo que digo, le estoy, repito agradecida por su elección, más agradecia aún por pactar la nulidad. Si se hubiese quedado con Héctor me habría perdido al hombre de mi vida y al mejor padre que jamás hubiera podido imaginar para mis hijos.
-    La verdad es que se os ve muy enamorados a pesar del tiempo que lleváis juntos.
-   Y seguiremos estándolo, no tengas dudas, llevamos mucho tiempo acoplándonos, puliendo nuestras diferencias, respetando nuestra forma de ser y cada día que pasa siento que le amo más y él a mi…espero que seas un poco romántico porque si no esta confesión te va a parecer de novela rosa – ríe Asun un poco nerviosa.
-    Descuida Asunción, me gustan las novelas policiacas pero no le hago ascos a una novela romántica y mi tía Teresa tiene la culpa. ¿Sabe María también lo que pasó?
-    La versión de mis tíos es la que le hemos contado. María estuvo presente en nuestra boda y nos la llevamos en nuestro viaje de novios. Es una niña muy lista y seguro que algún día ata los cabos sueltos y nos lo dice. ¿Te puedo yo hacer una pregunta personal?
-  Sí, claro, viniendo de ti creo que puedo contestar con plena sinceridad.
-   Gracias, ¿saben tus amigos la relación que existe entre Teresa y tu madre?
-   La verdad solo la conocéis vosotros, la conocía la abuela Carmen y Simón. Normalmente son muy discretas,  aprendieron la lección en Santader suele decir mi madre y si alguien sospecha algo se lo calla,  a mi nadie me ha preguntado nada ni he oído rumores. Gracias a Simón, aunque murió demasiado pronto, cuando yo tenía 12 años, no eché de menos la presencia de un hombre en la casa.
-   Es una verdadera pena y una injusticia que tenga que ser así. Nosotros al menos pudimos vivir libremente nuestro amor, aunque algunos nos señalasen por no estar casados, pero ellas nunca han tenido ni van a tener esa oportunidad . 
-    Quizá en el próximo siglo cambien las cosas, de momento no hay otra. Quien peor lo lleva es mi tía pero poco a poco se ha ido acostumbrando. Por cierto, antes de que se me olvide ¿podrías conseguirme una foto de Narciso y otra de Carmona?
-   De Narciso puede ser fácil de Adolfo Carmona va  a ser muy difícil, hace años que abandonó España. Fue uno de los primeros casos de Héctor y Bonilla juntos. Investigaron en su pasado, descubrieron una película comprometedora y tu madre le dió la elección de salir de España o descubrirle ante ciertas personas.
-    No me extraña, después de los artículos que he leído en vuestra revista es lo menos que podría haber hecho mi madre.
-    No sé yo si la vía del chantaje es la mejor vía para resolver problemas. Al final tu madre abandona su país por el chantaje inmoral de otro periodista.
-    Tienes razón, ironías de la vida, pero no olvides las fotos mañana.
-    Lo intentaré, bueno por fin llegamos y tu no olvides hablarle a Héctor del empresario canario, amigo de tu madre, que te hizo compañía durante la travesía. Tampoco olvides recordar cosas que Paloma te contara, puede ser importante.
-      ¿Crees que ella no es una víctima sino parte interesada?
-      Solo tenemos, de momentos su palabra y contada por ti.
-      Entiendo pero yo la creo, no sé por qué pero ella no está en el juego que están jugando conmigo. ¿Ya hemos llegado?
-      Sí y ahora a aparcar, va a ser difícil, probaré por las bocacalles.

Asunción no puede encontrar sitio para aparcar el coche y deja al chico en la puerta del restaurante, espera a que entre y cuando va a arrancar sale Héctor, baja la ventanilla, se dan un beso, intercambian algunas palabras y conduce de vuelta a su casa mientras en el restaurante Alejandro se sienta a la mesa ocupada por Vallejo y Héctor hace las presentaciones.










martes, 27 de noviembre de 2012

En busca de Paloma. 4


4.

-       Bueno, ya estoy aquí y muerto de curiosidad – dice Vallejo nada más entrar en el despacho.
-       Pasa y ponte cómodo – contesta Héctor mientras cierra la puerta.
-       ¿Dónde está el chico? Según Ramírez tendría que estar aquí.
-       ¿Has hablado con él antes de venir ?
-       Digamos que me ha avisado de tu llamada.
-       Vaya, no deja crecer la hierba tu sucesor en la comisaría del Centro.
-        No te vayas por las ramas y díme dónde está el joven Rivas.
-       No me voy pero se habla mejor tomando algo ¿ te apetece un café, una cerveza o algo más fuerte?
-       Un whisky no me vendría mal pero mientras lo sirves comienza a contar.
-       Está bien, ¿con hielo?
-       Con hielo y desembucha ya ! coño !.

Con los vasos chatos en la mano Héctor se encamina a la pequeña nevera-frigorífico que tienen, saca unos cubitos de hielo, los deposita en los vasos, vuelve al mueble bar y sirviendo el whisky dice:

-       Alejandro está con mi mujer, han ido a la revista. El chico tenía pensado pasarse por la hemeroteca en busca de recorte de prensa de su familia, sobre todo de su padre. Asun le ha dicho que ellos tienen mucho material.
-       ¿Es ese el motivo de su viaje a Madrid?
-       Fundamentalmente sí, al menos es lo que él nos ha contado.
-       ¿ Cómo le han dejado venir solo desde Venezuela, no deja de ser un crío por muchos 19 años que tenga?
-       !Vaya! estás bien informado de su edad, me parece que Ramírez te ha contado más de lo que dices.
-       No, no creas, es algo que a él también le ha extrañado y me lo ha comentado. Parece bien preparado para su edad y no se deja intimidad, algo muy de los Rivas, según creo.
-       Es cierto, la procesión va por dentro pero en eso se parece a su madre.
-       ¿ y en lo demás?
-       Como bien dices es un Rivas pero físicamente es un Alfonso García, con buenos modales pero noble como en el fondo era Alfonso en sus ratos buenos.
-       Tu lo sabrás, supongo, yo solo conozco su expediente, su paso como boxeador y su gloria que poco duró por culpa de la mierda que se metía. ¿sabe  Alejandro lo de las drogas?
-       Sabe mucho pero es la versión de su madre y de su tía,  no creo que sepa toda la historia, por eso quiere investigar el mismo aunque lo de las sustancias no lo va a encontrar en las reseñas de los periodicos.
-       Eso es verdad pero aún no me has contado nada y el whisky se acaba.

Héctor se levanta y coge la botella de nuevo, la pone en la mesa, se sienta y dice:

-       Según Alejandro, al cumplir los 18 años su madre le habló de inscribirle en la escuela más antigua de Inglaterra, en la que ella también hizo unos cursos, una escuela de negocios – Héctor hace una pausa, toma el bloc de notas de Asunción y le enseña el nombre de la escuela que su mujer apuntó con la ayuda de Alejandro-  mira, aquí está: Birmingham Business School, pero no lo leas si no quieres romperte la lengua al menos que sepas inglés.
-       Muy gracioso – dice Vallejo – continúa.
-       Como te decía, siguiendo la tradición él también tiene que hacer allí un curso o dos antes de continuar con otros estudios. Alejandro puso una condición: venir a España primero. Quería conocer el país en el que ha nacido, el país del que tanto le hablara su abuela Carmen asi como visitar el pueblo donde crecieran Teresa y Alfonso. Su madre se niega en redondo a volver a España y tras un tira y afloja llegaron a un acuerdo. Podía venir una semana y en Santader tomar el ferry a Inglaterra, allí se uniría a su madre y a Teresa para visitar la escuela, esa que has leído. Su madre le ha reservado los hoteles en Cádiz, el de Madrid y el de Santader, le llama todas las noches a las once, incluso en el barco ha hablado con ella.
-       Perdona – dice Vallejo interrunpiendo el relato - ¿Por qué ha venido en barco?
-       Alejandro tiene pánico a los aviones. En Venezuela, en un vuelo interno, el avión en el que iba con su madre hizo un aterrizaje de emergencia y desde entonces el chico no quiere oir hablar de aviones.
-       Entiendo y ¿te ha dicho algo de la chica?
-       Sí, conoció a Paloma en la estación, al ir a comprar el billete para Madrid y al ser testigo de que ella no tenía suficiente dinero se ofreció a ayudarla. La chica aceptó al final e hicieron el viaje juntos. En el tren le contó el motivo de su viaje a Madrid.
-       ¿Y ese motivo cual es?
-       Quiere encontrar a su madre. Lo que te cuento está en el bloc de Asun, ella ha ido escribiendo lo que Alejandro nos decía, normalmente es Bonilla el de las notas pero como no está mi mujer se ha ofrecido a hacerlo. Paloma vivió con su madre en un pueblo de la sierra de Cádiz hasta que su padre salió de la cárcel. Era maestro de escuela, pertenecía al partido comunista y fue arrestado cuando ella tenía 10 años. Al poco tiempo de cumplir los 14 le dejaron libre  y entonces su madre les abandonó. Parece ser que la mujer lo tenía pensado desde hacía tiempo. Nunca simpatizó con las ideas de su marido pero tuvo que aguantarse el vacío y las habladurías de la gente del pueblo. Paloma creció sin muchas amigas, en el colegio la conocían como la hija del rojo y cuando su madre se fue la cosa fue a peor. Su padre no quiso abandonar su casa, a pesar de que en el pueblo ya no tienen familia, ésta se encuentra repartida por América y el centro de Europa. La chica nunca ha conocido a la familia de su madre pero al principio de llegar a Madrid le mandaba de vez en cuando una carta, la última data de diciembre de 1970.
En septiembre de este año falleció su padre,  salió de la prisión con muy mala salud pero su muerte no fue por causa natural, su padre sufrió un accidente trabajando en el campo, en unas tierras que eran de su familia, de toda la vida, un pequeño olivar que le daba lo suficiente para sobrevivir.
-       ¿Fue un accidente fortuito o provocado?
-       Para la Guardia Civil y la gente del pueblo fue fortuito pero Paloma no se lo  cree. Al poco tiempo de morir su padre el cacique del pueblo quería comprarle las tierras y la casa por dos perras gordas.
-       ¿Y la madre? ¿No sería ella ahora la propietaria?
-       No, el padre había hecho un testamento a favor de Paloma. Sus padres no estaban casados.
-       Entiendo y la chica aceptó la oferta y se vino a Madrid en busca de su madre ¿no es eso?
-       Sí, algo sí, según Alejandro un verdadero abuso, como sea, la historia de la chica le conmovió  y quería ayudarla. Después de pagar unas deudas que tenía su padre, deudas de las que la chica no tenía ni idea, le quedó bien poco, nada en realidad, era tan poco que no le llegaba ni para el billete.
-      ¿ Tú te crees la historia de la chica ?
- Una llamada tuya o de Ramírez al pueblo y salimos de duda ¿no crees?
- En efecto y suponiendo que la historia sea verdadera ¿ crees que la desaparición de la chica tiene algo que ver con el cacique o van a por Alejandro por causas que no conocemos y está ella implicada?
-      No creo que esté implicada pero me inclino por tu última opción. Como dice mi mujer, aunque nosotros nos ríamos, tengo un palpito, no sé quien y por qué pero van a por Alejandro. De hecho cuando veníamos para acá nos ha seguido un coche. Alejandro se pensaba que le estábamos observando a él por el espejo retrovisor. En seguida nos dimos cuenta que el seat negro nos seguía.
-       Esos son los hombres de Ramírez.
-       Ahora eres tú el que tiene que explicarme tus palabras.
-       Ramírez no puede abrir una investigación oficilamente hasta que no pasen 48 horas pero él también tiene un pálpito como tú y no quiere perder de vista al chico, al fin y al cabo es el heredero de una gran fortuna.
-       En eso llevas razón. Ana ha levantado un nuevo imperio en Venezuela, además de las tiendas de moda que lleva Teresa tiene montada una inmobiliaria y anda metida en asuntos petrolíferos.
-       Sí, es una buena empresaria aunque aquí no tuviera tanta suerte debido a las circunstancias. Algún día espero que me cuentes la historia oficial y no la oficiosa.
-       No hay historia oficial Vallejo – dice Héctor apurando la última gota del segundo whisky al tiempo que mira la hora en su reloj – he quedado con Asunción y Alejandro a las 9 de la noche cerca de su hotel para cenar ¿ te apuntas? Así le podrás conocer, además no tengo coche hoy y Asunción tiene que regrasar a casa, los chicos no pueden estar tanto tiempo solos.
-       Me parece bien, acepto, voy a llamar a mi mujer.

Mientras Vallejo llama a su mujer Asunción y Alejandro abandonan la redacción después de haber consultado varios periódicos antiguos y algunos más modernos como el reportaje del entierro de su abuelo don Ramón Rivas.