El
frío intenso que reina en la pequeña habitación lindante a la cocina despierta
a Martín. Tumbado en la vieja cama de barrotes roñosos por el paso del tiempo, se tapa mejor con las mantas e intenta dormir de nuevo pero enseguida cesa en el intento.
Ayudado de su linterna mira la hora que es y comprueba que a duras penas ha
conseguido dormir tres horas. La madera que clavó en la
tarde de ayer para tapar la ventanuca con el cristal roto no ha ayudado nada, al tejado le siguen faltando
algunas tejas y el frío entra igualmente convirtiendo al pequeño cuarto en lo
más parecido a una cámara frigorífica. Arrastrando las mantas vuelve a la
cocina, reaviva el fuego echando las últimas astillas que le quedan de la leña cortada por la mañana y antes de sentarse en la mecedora abre la botella de
ron que ha comprado en Panes. Se abriga bien con las mantas y sin
molestarse en coger el tazón que le está sirviendo de vaso, bebe a morro y enciende un
cigarrillo trás otro recordando las palabras de su amigo. Por lo que le
ha contado el peligro no viene de Córdoba. Rosario está casada con el de marras
y el general muy ocupado con las próximas elecciones. Es pues un
episodio cerrado y aunque le parezca increíble el peligro parece estar ahora en Madrid, en el informe que hace dos meses pidiera Martínez Prada sobre él y éso es lo que le desconcierta. Lo lógico
hubiera sido pedirlo antes de contratarle ¿por qué ha tardado tanto?. No
entiende los motivos que puede tener para haberlo hecho. Martínez Prada nunca
se interesó por la razón de su venida a España y
Fernanda tampoco le ha pedido cuentas, aunque ha estado a punto de hablarlo con
ella pero el miedo a que le viese como un cobarde se lo impidió. Fue un cobarde
esa es la verdad, se dejó amedrentar por unos cuantos golpes de unos sicarios
pagados por el general que le acusaban de comunista y traición al peronismo tan
solo por romper el compromiso con su hija y negar que fuese él el padre del
hijo que ella estaba esperando.
Córdoba , finales de abril de 1972 , la
emboscada y los golpes le llevaron a la drástica decisión de vender la casa de
sus padres y poner tierra de por medio, cuánto más lejos mejor. Estaba convencido de que el general no le perdonaría nunca la ruptura de compromiso con su única hija.
Rosario Santiesteban, alumna suya en la facultad de ciencias económicas unos
años atrás y con la que tonteo un poco en el último curso pero sin llegar
nunca a mayores, le enredó como quiso y estuvo a punto de romper su
promesa por ella.
Fue en la fiesta de su graduación, en
diciembre en 1971, cuando Rosario se le insinuó abiertamente y él se dejó llevar
por sus encantos. Triste y abatido por la muerte de su padre, ahora que
empezaban a entenderse, se comprometió con la hija del general y con el partido
sin él saberlo. El nunca perteneció a un partido pero le buscaban, le pedían
que acudiera a reuniones, la vuelta de Perón estaba más cerca que nunca, le
decían y Rosario no entendía su resistencia. Y ésta se iba quebrantando poco a
poco y si no hubiese pillado a Rosario en la cama con otro seguro que hubiera
caído en lo que él no quería caer de ningún modo, el compromiso con un partido.
Se lo prometió así mismo cuando era un niño y no cambió de idea durante
la adolescencia Su padre no lo consiguió y ellos casi lo consiguen.
A su
memoria acude el otoño caliente de 1969, las revueltas en la Universidad, las
charlas con su padre sobre las huelgas en la industria y la lucha que se
prolongaría durante tres años más. Sus simpatías estaban con los estudiantes y con los obreros a quienes ayudaba con sus reivindicaciones pero él no era un hombre de barricada como su padre. El hombre se había sacrificado para que el
estudiara, trabajó en la fábrica de coches, turnos de mañana, tarde y noche y aunque se lo agradeció de todo corazón a él le hubiera gustado haberle visto más pero no pudo ser. Su padre dedicó sus horas libres al sindicato y a las reuniones del partido comunista. El partido, siempre el
partido y Martin se refugió en su abuela paterna, la única que tenía tiempo
para él, la que no se cansaba de contarle cosas de Asturias y de hablarle de
España.
Martín hace una pausa en sus recuerdos y deja la botella sobre la mesa, afuera ya es de día pero para él llega la noche, comienza a notar que el sueño le está venciendo, la botella de ron medio vacía está haciendo efecto y se rinde, cansado de tanto recordar, al sopor que le está invadiendo.
Martín hace una pausa en sus recuerdos y deja la botella sobre la mesa, afuera ya es de día pero para él llega la noche, comienza a notar que el sueño le está venciendo, la botella de ron medio vacía está haciendo efecto y se rinde, cansado de tanto recordar, al sopor que le está invadiendo.
En Madrid las farolas dan paso a la luz del
día y algunas tiendas ya han levantado el cierre, los bares van abriendo sus
puertas y los madrugadores entran a por ese primer café del día
o primer chato o copa de coñac que les ayude a entonar mejor la
mañana y en casa de la familia Perea ya están todos en pie, han desayunado y
tras recoger María la mesa, toma sus libros, se pone el abrigo y mete prisa a
Daniel que sigue en su cuarto buscando algo que no encuentra.
- Vamos
Daniel, que al final voy a llegar tarde por tu culpa.
- Pues
vete tú sola, puedo coger el autobús yo solito , no me voy a perder.
- No,
perderte no, pero bajarte dos paradas antes ya te ha pasado. ¿Por qué eres tan
distraído?
- No fue
mi culpa, el autobús se metió por otra calle, había obras y me despisté.
- Sí claro
y el metro se estropea siempre que yo llego tarde.
A Daniel no le da tiempo a contestar a la
ironía de su hermana, su madre se le adelanta diciendo.
- Llévales
tú Héctor que a este paso llegan los dos tarde.
- De
acuerdo, pero tu no hagas nada, vuelvo enseguida. Hasta las once no voy a ir al
despacho.
Asunción despide a su familia y se va al
cuarto de baño, se ducha como puede, sin mojarse la cabeza, se viste y regresa
al sofá . Está menos mareada que ayer pero los mareos no han desaparecido del
todo, lo ha notado en la ducha, hubo un momento en que todo le daba vuelta de
nuevo. Su madre subirá después a ponerle la inyección y se arma de paciencia
para pasar un día más sin poder ir a la redacción. Cuando Héctor regresa la ve
vestida en el sofá hablando por teléfono con Julio y cuando cuelga le dice.
- ¡Mujer,
cómo eres! ¿No podías esperar a que yo viniera? ¿y si ti hubieras caído en la
ducha?
- Pero no
me he caído, no te enfades ¿vale?. Julio va a mandar a un chico al despacho con
los artículos del accidente, cuando llegues seguro que ya lo tienes allí. Anda,
no es necesario que te quedes conmigo, mi madre estará a punto de subir y
Aurelia va a venir cuando deje a los gemelos en la guardería. No voy a estar
sola.
- Te haré
caso pero que conste que me parece que ha sido muy imprudente
duchándote tu sola con lo mareada que estás.
Y sin discutir más Héctor besa a su mujer,
llama a Bonilla al despacho para avisarle del chico que va a mandar Julio y le
comunica que él ya va para allá. A las puertas del despacho se encuentra con
Vallejo, suben juntos y al entrar en él ven a Bonilla charlando con
Víctor, el amigo de Julio que es quien les ha llevado los artículos.
- ¡Hombre
Víctor! ¿qué te cuentas?
Saluda Héctor nada más entrar sorprendido de
verle allí pues Bonilla ya había hablado con él. Vallejo también le saluda y Bonilla
prepara café para todos.
- Hola
Héctor, Vallejo. Ya ves, Julio no tenía a nadie para hacer de recadero.
Asunción no es la única baja en la revista y me ha pedido que os trajera estos
artículos. ¿De verdad estáis investigando a Martínez Prada? ¿Sospecháis de algo
raro en el accidente?
- No
tenemos nada concreto Víctor, es simple rutina.
- Lo
entiendo y no os preocupéis, no me voy a ir de la lengua pero como ya le dije
ayer a Bonilla, en lo profesional Carlos Martínez Prada es un ejemplo a seguir.
- ¿ Y en lo
no profesional?
- No puedo
estar seguro Vallejo, tanto no le conozco. Coincidimos en actos de las
editoriales pero nunca me ha invitado a una de sus fiestas sociales asi que no
pudo hacerme una idea de cómo es cuando se olvida de representar el papel de editor ejemplar.
- Muy
interesante Víctor ¿por qué lo dices?
- No suelo
hacer caso de los rumores o cotilleos Héctor, prefiero juzgar por mi mísmo pero
alguien que fue asiduo a sus fiestas me dijo que en privado cambiaba por
completo. Se rodea de una corte que le ríe sus gracias, todo tiene que girar
alrededor de él y no tolera que le lleven la contraria.
- Y ese
alguien ya no es su amigo asi que podría hablar con resentimiento ¿supongo
bien?
- Así es
Bonilla. Yo también lo pensé cuando me lo encontré en el aeropuerto. Se iba de
España, había vendido su imprenta y me dijo que no me fiara del editor
ejemplar. Le pregunté si le había pasado algo y me dijo que en realidad no había
pasado nada pero que él se había cansado de ser un bufón más en su corte.
- ¿ tú
amigo estaba casado por casualidad?
- Estaba
separado, su mujer vivía en Barcelona y no tenía hijos. En Madrid no tenía
familia ¿por qué lo preguntas Héctor?
- Estoy
intentando hacerme una idea de su corte. Fernanda es
viuda, Martín parece ser soltero, no tiene familia en España, tu
amigo estaba separado y tampoco tenía familia cerca ¿sabes algo de los demás?
- Ahora
que lo dices es verdad, los matrimonios no abundan en sus fiestas.Siento no
poder ser de más ayuda. Gracias por el café y me voy, os dejo trabajar. Hasta
la vista.
Justo cuando Victor se está despidiendo suena
el teléfono y es Gustavo con noticias del norte como él dice. La conversación
es corta pero contundente, Gustavo tiene que ir a la audiencia y no puede
entretenerse. En la provincia de León no hay datos que reflejen el nacimiento o
defunción del abuelo de Martín pero en Asturias, en el Concejo de Cangas de
Onis si hay una coincidencia. Héctor anota con rapidez el nombre del
pueblo, agradece a Gustavo el favor y comenta con Vallejo y Bonilla el asunto.
- En pie
jefe, nos vamos para allá a hora mismo, conduciendo los dos llegamos antes de
que oscurezca.
- No tan
deprisa Bonilla primero tendremos que pasar por casa.
- Por
supuesto pero antes de la una de la tarde salimos, nos tiene que dar tiempo,
son las once en este mismo momento.
- Yo me
hago cargo del despacho chicos, a este paso me vais a tener que hacer
socio en lugar de colaborador. Contrastaré los artículos con el informe de la
policía y me informaré si hay novedades del tal Gonzalo.
- Estupendo
Vallejo, habrá que reconsiderar lo de la sociedad. Si llamara Martínez Prada o
la viuda ya sabes lo que tienes que decir.
- Descuida
Héctor, seguiré el protocolo. Estamos siguiendo una pista pero aún no podemos
confirmar nada.
Mientras en Asturias
Martín sigue durmiendo, recuperándose de la noche en vela llena de recuerdos,
frío y ron, Bonilla y Héctor van ya por la carretera de la Coruña, sin apenas
equipaje, una muda y artículos de aseo, un mapa de los picos de
Europa y una guía de carreteras del norte de España. Acaban de dejar atrás la
indicación de Aravaca y los dos piensan en Fernanda, ajenos a la visita que
está atendiendo en ese momento.
- No hacía
falta que vinieras Carlos. Ya te dije esta mañana que tenía pensado pasarme por
la editorial después de comer, como llevo haciendo desde hace medio año. Estos
dos días no cuentan.
- Lo sé
Fernanda pero y ¿ si llamara Martín? o ¿te ha llamado ya?
- No, no
me ha llamado y si lo hace Carmen sabe lo que tiene que responder. Las cosas
claras Carlos, pescar se te da muy bien pero a mi no me la das ¿por qué no te
viene bien que vaya esta tarde a la editorial?
- Fernanda, desde que
Martín ha entrado en tu vida estás cambiada y lo entiendo, además lo celebro.
Yo soy el fiel amigo y el socio que te ha ayudado a salir del
bache pero Martín es quien te ha devuelto la alegría y las ganas de
vivir por eso me preocupo por ti No es necesario que seas tan seca
conmigo, vamos en el mismo barco y estoy aquí para ayudarte.
- No
Carlos, en lo profesional navegamos juntos pero en mi vida privada no hay
cabida para tres. Esta vez no, Carlos, ya lo viví con Manuel. Déjame ver esos
documentos que has traído para que los firme y..
- No
corren tanta prisa Fernanda, mañana lo puedes firmar y la razón de que no
fueras esta tarde a la editorial era una sorpresa pero bueno, te lo voy a decir
de todos modos. Aprovechando que estabas en casa están cambiado la moqueta de
tu despacho y pintando las paredes.
- ¿Sin
consultarme?
- Sí, ya
te digo que era una sorpresa. Ya sabes que estamos renovamos algunos despachos
y como los operarios estaban presentes se me ocurrió la idea de renovar el tuyo
también.
- Lo
siento pero no me gusta la idea y es una pérdida de tiempo. Ya te dije que no
quería cambios.
- Más lo
siento yo, disculpa pero ahora ya no se puede hacer nada. Mañana estará tu
despacho listo, los cambios no son tan drásticos y estoy seguro que al final te
van a gustar.
- Déjemos
esta conversación Carlos. Ya que no voy a salir aprovecharé para tumbarme un
poco, de repente se me ha levantado un gran dolor de cabeza. Carmen te
acompañará a la puerta.
Fernanda abandona el salón y desde el rellano
de la escalera ve como Martínez Prada deja la casa con gesto contrariedado y
que conoce muy bien, el mismo gesto ante el cual su marido claudicaba por miedo
a perder la amistad del que fuera primero su consejero económico y después su
socio. Recuerda su oposición la última vez, un mes más antes del accidente. Manuel iba de nuevo a ceder terreno a Carlos y ella lo impidió . Un mes más tarde su mundo se vino abajo, se le hundió bajo
sus pies y tiembla de pensar que algo así pueda volver a pasar pero esta vez no
lo van a conseguir. Tiene que avisar a Martín se dice mientras abre la puerta
de su habitación y se tumba en la cama deseando que el reloj se vuelva loco y
marque las 6 de la tarde para recibir la llamada de Martín quien continua
dormido en la casa de sus abuelos.
Tordesillas y alto en el camino, piensa
Héctor cuando ve la indicación, su estómago comienza a hacer ruídos raros y el
de Bonilla, desde Medina del Campo, viene protestando.
- Tenemos tiempo para comer algo ¿ no te parece Bonilla?
- Sí, estos primeros kilómetros los hemos hecho rapiditos pero a partir de
aqui se nos va a hacer más pesado . ¿Tú crees que la cocina aún estará abierta?
- Sí hombre, aún falta casi una hora para las cuatro y si no hay más remedio
pues bocadillos de tortilla ¿no crees?
La cocina está abierta y se ventilan el munú
del día en un periquete, tras el postre y el café Bonilla saca la guía de
Carretera y pregunta al camarero que ruta, de las dos posibles que ve en el
mapa, es la más corta.
- Hombre la ruta más corto, la que menos kilométros tiene es cogiendo por
Tormesillas dirección Palencia.
- Y siguiendo por León ¿ damos más vuelta?
- No sé que decirle, las dos carreteras se juntan en Riaño pero el firme está
mejor por la nacional que lleva a León.
- ¿Cuánto se puede tardar en llegar a Cangas de Onis?
- De aquí a Riaño hay algo más de 200 kilómetros y de allí a Cangas habrá
como unos 60 o algo así, si tiene un buen coche como unas cinco horas.
- Gracias por todo y qué tenga buena tarde.
- ¡Vayan con Dios!
Antes de abandonar Tordesillas llenan el
déposito de nuevo y se informa si más arriba hay nieve o se espera. Parece que
no es el caso y continuan el camino, ahora es Bonilla quien llevará el coche
hasta Riaño.
- Hacía tiempo que tu y yo no hacíamos un viajecito solos Bonilla.
- Es cierto desde que fuimos a Alemania a por tu coche no hemos vuelto a
hacer carretera juntos.
- Ni a dar cuenta de una botella de coñac en unas horas.
- La verdad es que nos pasamos con los brindis pero la ocasión lo merecía.
- Y menudo viajecito de vuelta que tuvimos ¿ te acuerdas de la nieve que nos
pilló y la falta de sal?
- No me lo recuerdes, espero que no nos pase ahora lo mismo. Esta vez tenemos
que encontrar un hostal con habitaciones libres.
- ¿Tan mala fue la experiencia de compartir habitación conmigo?
- De compartir habitación no, la de dormir en el suelo porque la cama era de
matrimonio y la suerte estuvo de tu lado pues sí, fue una experiencia muy mala,
todavía me duele la espalda cuando me acuerdo.
- Y luego dices que el exagerado soy yo, no te hagas el mártir ahora que la
idea del sortearla fue tuya Bonilla, yo estaba dispuesto a compartirla.
- No me salgas ahora con esas ¡joder! El primero que protestó fuiste tú. Pero
ahora en serio, dos habitaciones o una con dos camas, si no hay buscamos otro que
tenemos que dormir bien esta noche.
- En eso te doy la razón. Mañana hay que buscar el pueblo con las primeras
luces del día.
A pocos kilómetros de León, Héctor se queda traspuesto
y Bonilla escucha, en el boletín de las seis de la tarde en RNE, que el dictador
Alejandro Agustín Lanuse llega a Madrid para entrevistarse con el general Perón
y sin saber a ciencia cierta el motivo asocia la noticia con Martín.
Bueno, bueno, así que la cosa se pone cada vez más calentita... ;) ¡muchas gracias por este nuevo relato semanal...! Me encanta ese trío formado por Héctor, Bonilla y Vallejo... y por supuesto la familia Perea siempre unida, y ahora me imagino que Asun a pesar de sus mareos, entrará en acción sobre todo al no estar Héctor en casa cuando Fernanda llame, ¿verdad...? Espero impaciente la continuación. Un beso, guapa. :)
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