De camino para casa Héctor recuerda la entrada
triunfante de Vallejo en el Café Comercial anunciando que tenía noticias frescas , después de que ellos volvieran de Aravaca de hablar con Fernanda y fue Bonilla quien le preguntó.
- ¿Sabes
ya de que se le acusa al tal Gonzalo Prieto?
- Pues
sí chicos. Su desaparición coincide con un robo de diamantes en Angola, en la
frontera con Zaire, en marzo de 1972
- ¿Y
ahora le buscan? ¡Pues si que son rápidos!
- Sarcamos
fuera Perea, todo tiene una explicación.
- Pues
tu dirás.
- Al
principio, según las notas que he visto, nadie le relacionó con el robo y
además corrió el rumor que los de UNITA le habían matado. En diciembre, un ex
soldado de MPLA le reconoció en Rabat e hizo la foto que vemos en la revista.
Cuando quiso avisar a la policía el sospechoso había abandonado el tugurio y
hasta hoy no le han encontrado Se creen que puede haber entrado a
España con pasaporte falso.
- Perdona
Vallejo pero yo me he perdido – dice Bonilla.
- ¿Dónde
te has perdido, alma de Dios?
- Tampoco
es necesario que me expliques quien es quien pero ¿todo eso venía en el
informe? y ¿que motivos tenía UNITA para matarle y si entonces no
sospecharon de él cómo es que ahora un ex soldado de MPLA sí sospecha de él?
- Los
nombres de los dos grupos rebeldes vienen en el informe. Los motivos ni idea, ni
creo que a nadie le interese en la Interpol o en comisaria. La compañía
portuguesa Diamang le busca y ya está.
- ¡Ve
tú a saber si ese soldado es trigo limpio! ¿verdad Bonilla?
- Cierto
Héctor y mirad, a mi todo esto como que no me cuadra con el tal Martín y además
mi estómago me está recordando que Matilde me espera para comer. ¿Nos vemos
después?
- Tienes
razón colega, Asun también me espera y además se me ha pasado por alto
llamarla, esta mañana estaba un poco pachucha y si encima llego tarde la
tenemos.
- ¡Quién
te ha visto y quién te ve!
- A
otro perro con ese hueso que tu tiemblas cada vez que Laura dice tu nombre.
- ¡Serás
cabronazo!- ríe Vallejo despidiéndose de ellos.
Recordando la conversación llega hasta el portal de su
casa y al entrar su suegra le sale al paso.
- Mi hija no ha ido a trabajar y ha venido el médico. Acabo de subirle la comida.
- ¡Joder
Felisa! ¿Por qué no me han llamado? ¿qué ha dicho el médico?
- A
mi no me pidas cuentas, a tu mujer yerno. Tampoco es tan grave, un día en la
cama con reposo y medicina y como nueva al día siguiente. ¡Vamos! ¡Sube ya a tu
casa, no te quedes aquí como un pasmarote!
Héctor sube las escaleras corriendo, abre la
puerta y encuentra a Asunción en la cocina sujetándose con las manos en la mesa
mientras trata de poner los platos.
- ¿Qué
haces levantada? ¿Tu te has visto la cara que tienes?
- Muchas
gracias y ¡ hola! . Por favor no grites que tengo un mareo que me caigo.
- Ya
lo veo y perdona cariño, soy un burro pero ahora mismo te vas a la cama.
- ¿
Y la comida? Estoy mareada pero la sopa me vendrá bien .
- Yo
te la llevo. ¡Vamos, a la cama!
Asunción intenta regresar al dormitorio sujetándose en
la pared del pasillo y Héctor que está colgando su gabardina en el perchero al
verla así termina por llevarla en brazos. Minutos más tarde regresa a la
habitación con una bandeja de cama y se sienta frente a ella y mientras
degustan el rico cocido que Felisa les ha preparado Héctor le pregunta por la
visita del médico.
- Díme que
te ha dicho exáctamente y por qué no me has llamado.
- Me ha
mirado los oídos, tengo otitis media además de congestión nasal, por eso me
dolían tanto los oídos al aterrizar. Según el médico no debería haber volado y
me ha mandado penicilína, mi madre ya me ha puesto la primera inyección. ¿Para
qué te iba a llamar? ¿Acaso pensabas ponérmela tú?
- Sabes
que ni sé ni me atrevería pero joder, me hubiera gustado estar aquí.
- Y la
reunión con el caso nuevo ¿ no era importante?
- Tú y los
niños sois lo más importante.
- Ya lo
sabemos pero no exageres ahora, no era nada grave y no había necesidad de
molestarte. Cuéntame de qué se trata el nuevo caso.
- Mañana
si estás mejor. Ahora debes dormir.
- No, por
favor, ya he dormido durante toda la mañana, además, asi recostada en
la almohada estoy bien, lo malo viene cuando cambio de postura o
intento ponerme de lado, parece que tuviera una factoría de hacer olas en mis
oídos – ríe Asunción dándole un beso en la mano a su marido.
- Entonces
me quedo contigo esta tarde, ahora mismo llamo a Bonilla para decírselo.
- Héctor
que no es necesario pero si quieres, yo encantada. Venga ¡cuéntame! ¡de qué se
trata!
- De
acuerdo pero voy a llamar primero.
Al cabo de un rato Héctor regresa al dormitorio con
dos tazas de café en la mano y pone a Asunción al corriente del caso y de los
datos que tienen hasta ahora.
- ¿Qué
te parece?
- En
mi opinión Martín y Gonzalo ni se conocen. La foto ha coincidido con otro
hecho particular que solo conscierne a Martín y por eso se ha escondido o algo
así.
- Quizá
no vayas desencaminada, eres muy astuta incluso estando mareada ¿ te pongo otra
almohada?
- No, no
hace falta, estoy bien así. ¿Sabes? creo que en la revista tenemos información
de Martínez Prada asi como del accidente de Fernanda y su marido ¿quieres que
llame y que nos traigan todo lo que encuentren?
- No
estaría mal, como información de trasfondo y quien sabe, quizá encontramos
datos interesante... ¿tú has coincidido con ellos en alguna ocasión?
- Sí,
por eso lo digo. Una vez, en una comida de la prensa, de esas que a ti tanto te
gustan y al final termino yendo sola con Julio.
- Capto
la indirecta, lo siento mi amor, a partir de ahora te acompañaré, si
son como las del congreso.
- Te
tomo la palabra y en serio ¿tú no habías oído hablar de ellos ? ¿Ni
recuerdas el espantoso accidente en el que falleció su marido?
- A
Bonilla el nombre le sonaba y ya está y que yo sepa tampoco salían
con asiduidad en las revistas de sociedad que tu sueles comprar.
- No
muy a menudo, pero las revistas publicaron fotos de su boda. Fue una pena que
el matrimonio durase tan poco.
- ¿Estaban
recién casados cuando lo del accidente?
- Dos años
si no me equivoco. Se casaron en el verano del 68 y el accidente tuvo lugar en
octubre dos años más tarde y todo por una ovejas.
- ¿Ovejas?
- Sí, una
ovejas sueltas en mitad de la carretera, que salieron de la nada, provocaron el
accidente.
- ¿Cómo
que salieron de la nada? ¿estarían con un pastor?
- Según
Santiago Campos no ¿te acuerdas de él? Fue el quien escribió el reportaje. La
noticia era de agencia pero ya sabes que Julio quiere que se investigue en el
lugar del suceso. Santiago lo hizo y recuerdo que lo de las ovejas le pareció
extraño. En ese tramo no hay aviso de ganado suelto y algunos testigos no
recordaban haber visto a ningún pastor aunque en el atestado de la policía si
había un nombre escrito y nadie encontró nada sospechoso.
- ¿Ah sí?
Creo que tengo interés por ese reportaje y trabajo para Vallejo.
- Ojalá te
sirva de algo. En el mismo accidente Martínez Prado resultó herido y con
algunas quemaduras de poca importancia al sacar a Fernanda del coche.
- ¿Cómo es
éso? ¡ Explícalo!..perdona, quiero decir si no estás cansada..
- Tranquilo
Héctor, no estoy cansada, estoy encantada de captar tu atención y tenerte
pendiente de mis labios.
Héctor ríe con ganas, le da un beso en el aire y dice.
- Ten
cuidado, no sigas por ahí que me voy a olvidar de tu mareo y ...
- ¡Vale,
vale! Era una broma. Si la memoria no me falla, Martínez Prada conducía su
propio coche y Manuel el suyo con Fernanda en él. El accidente tuvo lugar en la
carretera, dirección Collado Villalba, habían salido de Las Rozas juntos con
otros invitados que iban detrás en sus propios coches. Deberían formar una
clase de comitiva o algo así y Manuel era quien la abría porque el fue quien
impactó con las ovejas, dio tres vueltas de campana y rodó por la pendiente. Al
coche siguiente le dio tiempo a frenar, es decir a Martínez Prada, pero el que
le seguía a él no pudo evitar el golpe y se produjo un choque en cadena pero sin víctimas.
- ¿Y
se dio un golpe con el volante y por eso resultó herido?
- ¿Quién? ¿ Martínez Prada? No sé, ni idea. Según Santiago y su reportaje, Martínez corrió
a la cuneta para auxiliar a sus amigos, a él y a otro les dio tiempo bajar al
coche antes de que explotara. Uno de ellos empezó a apagar el fuego con un
extintor y Martínez consiguió con la ayuda de otra persona sacar a Fernanda y
cuando iban a ayudar a Manuel explotó el coche y resultaron heridos.
- Muy
interesante, ¿ y de la vida personal de Martínez qué sabes?
- Poca
cosa pero el amigo de Julio le conoce bastante. Editoriales diferentes pero
mismo mundillo. Habla con él si te interesa el editor.
- Ya
veremos, si localizamos el pueblo de los abuelos de
Martín quizá acompañe a Bonilla pero si todavía no te encuentras bien
me quedo contigo.
- De
eso nada cariño. Si tienes que viajar pues viajas y yo ya me las arreglaré con
María y con mi madre. Tampoco voy a estar días y días mareada, el médico ha
dicho que en unos días ya estaré bien. ¿Y sabes qué? creo que voy a
hacerte caso, voy a dormir un poco antes de que vengan los niños.
- Me
parece bien cariño, estoy en el despacho, voy a hacer algunas llamadas y dejaré
la puerta abierta. Si me necesitas me llamas pero no se te ocurra levantarte de
la cama ¿estamos?
- Estamos,
anda vete tranquilo.
Mientras Héctor realiza sus llamadas a Bonilla y a Gustavo,
en Asturias Martín piensa en las que tiene que hacer él. Aunque ya está
preparado para bajar a la ciudad prefiere comprobar antes si la aldea
está tan desierta como aparenta. Busca un buen sitio para observar sin ser
visto, ninguna chimenea con humo y por eso se sorprende cuando ve a un matrimonio, de edad avanzada, salir de su
morada, bien arropados y con cubos en las manos camino del cobertizo cuyo tejado, al igual que la casa de su abuela, necesita ser reparado. Un poco más tarde salen y cortan leña y se pregunta si tendrán alguna forma de
comunicarse con Cangas, quizá al través del cartero pero el caso es que , en estos días, no ha
visto ni subir ni bajar a nadie, ni tan siquiera al cartero. Sigue
observando a la pareja y su vista se pierde ahora tras los pasos de la mujer
que empuja la puerta de rejas del pequeño cementerio, cuyas tapias están medio
caídas como ya le dijera su padre. Allí está su abuela, junto al abuelo que
nunca conoció pero no quiere ponerse triste y regresa a la casa en la que se ha
refugiado, apaga la lumbre y atranca la puerta de forma que pueda comprobar
después si alguien ha intentado abrirla. Anda unos metros y destapa el coche
que tiene medio escondido en un cobertizo improvisado debajo de
un hórreo No se preocupa mucho de las huellas que dejan sus
neumáticos, aunque a hora no suba nadie a la aldea su suelo mojado conserva las
huellas de otros vehículos y en cuanto alcanza la carretera ya no hay cuidado.
Esta vez decide ir a Panes, queda más lejos que Cangas pero no quiere dejarse
ver tan de seguido. Conduce despacio y aparca a la entrada del pueblo. Entra en
la primera cabina que encuentra y llama a Fernanda.
En Aravaca, Fernanda le ha dado la tarde libre a
Carmen y espera sin separarse del teléfono la llamada de Martín a solas con sus
pensamientos y su guía. Tiene que contarle muchas cosas y una muy íntima pero
esta última aún está por confirmar, es una sospecha fundamentada y prefiere
esperar. Fernanda deja la guía de Martín en el sofá, abre el cajón de la mesa
del salón y busca la cajetilla de tabaco que había escondido. No quiere fumar,
está dispuesta a dejarlo y ahora con más razón pero está nerviosa y no quiere
recurrir a los tranquilizantes que tampoco le convienen.
Se sirve un café mirando al teléfono y cuando suena se abalanza como una loca, lo toma sin decir nada, sólo suspira y entonces oye la voz de Martín decir.
Se sirve un café mirando al teléfono y cuando suena se abalanza como una loca, lo toma sin decir nada, sólo suspira y entonces oye la voz de Martín decir.
- ¡Hola,
mi amor! ¿Puedes hablar?
- Sí
, sí, estoy sola ¿cómo estás tú? ¿te cuidas bien?
- Sí,
no te preocupes; hace frío y no tengo comodidades pero estoy bien,
pienso mucho en ti y si todo va bien, quizá mañana pueda saber
quienes eran los hombres que me siguieron en Galicia y Fernanda, ¿no le habrás
dicho a Martínez que te he llamado?
- No
cariño, no he dicho nada. Ni a él ni a los detectives.
- ¿Qué
detectives?
- Ayer
no me dio tiempo a decirte nada. Martínez ha contratado a unos detectives para
que te encuentren y todo por una foto en una revista.
La Interpol busca a Gonzalo Prieto y ese hombre podría ser tu hermano
gemelo.
- ¡No
fastidies! Perdona la expresión mi amor . No tengo hermanos gemelos y
no necesito detectives aunque si el parecido es tan grande es lo que me
faltaba, en fin no te preocupes, hoy o mañana obtendré
la información que he pedido a un buen amigo y podré regresar..y por
favor no le comentes nada a Martínez ni a los detectives.
- No
lo haré pero me temo que para no levantar sospechas les he dado alguna pista a
los detectives.
- ¿Qué
pistas?
- Sobre
tu familia. Les he dicho que podían ser de León o de Asturias y ya saben como
se llamaba tu abuelo...lo siento.
- No
te preocupes, según mi abuela nuestro apellido era muy común en esta zona.
Fernanda, tengo que colgar, te quiero , mi amor por ti es sincero y te prometo
que pronto te lo podré explicar todo. Un beso mi amor.
- Cuídate
por favor, un beso y llama de nuevo mañana.
- No
te prometo nada, lo intentaré. Te quiero.
Sentado a la mesa de su despacho Bonilla cuelga el
teléfono y anota en su bloc lo que Héctor le acaba de comentar del accidente de
Fernanda. Desde luego , piensa, merece la pena echar una ojeada a los informes
y da por sentado que a Vallejo también le va interesar . Seguramente y visto que
van a estar los dos solos, se pasen por la comisaria de Moncloa a visitar a
Tomás, un viejo amigo de Vallejo, siempre dispuesto a prestarles ayuda. Se
levanta para preparar el café, bien cargado como a él le gusta y del mueble bar
saca una botella de coñac justo cuando suena el timbre y con la botella en la
mano abre la puerta.
- Buenas
tardes Bonilla ¿huelo café recién hecho?
- Hola
Gustavo, pasa hombre. Sí, hueles bien y llegas a tiempo. Estoy esperando a Vallejo
¿ qué te trae por aquí? ¿novedades?
- En
parte, bueno, creo que os voy a poder ayudar con los registros en León. Un ex
militar como yo, compañero de servicio, trabaja ahora en la diputación de León
y me he permitido la licencia de pedirle que busque si hay una partida de
nacimiento o de defunción a nombre de Andrés Narváez nacido en 1880. En caso de no encontrar nada les pasará la información a sus colegas de
Asturias.
- Eso
sería fantástico Gustavo. En la telefónica me ha prestado unas guías de
Asturias y León pero no creo que nos sirva de mucho. Sólo en Oviedo ya hay
varios Narváez y no podemos llamarlos a todos.
Mientras esperan a Vallejo toman el café y comentan
que sus mujeres van a ir a visitar a Asunción a la hora de la merienda y podrían aprovechar
para pasarse ellos también a rescatar a Héctor.
- No
está mal la idea Gustavo pero ya sabes como es Héctor cuando está Asunción
enferma, no se mueve de su lado ni a tiros.
Gustavo va a responder cuando oye ruídos en la
cerradura y Bonilla le dice que será Vallejo. Nunca acierta con las llaves y al
final termina por llamar. Gustavo se levanta a abrir al ex-comisario y éste le
mira sorprendido, no recuerda que hubieran quedado.
- ¡Gustavo!,
hombre ¿tú por aquí?, ¿ha pasado algo? ¿dónde está Héctor ?– pregunta Vallejo
entrando en el despacho.
Bonilla le sirve su café con coñac y le pone al
corriente de todo, de la ausencia de Héctor por enfermedad de Asun, de las
peculiaridades del accidente de Fernanda y del amigo de Gustavo en la
diputación de León. Vallejo se frota las manos y dice
- Esto
comienza a arrancar y lo del accidente me parece muy interesante ¿Hacemos una
visita a mi amigo Tomás?
- Os
deseo mucha suerte pero os advierto que Martínez Prado es mi cliente y no os
puedo relevar nada referente a su trabajo y en cuanto a su vida privada estoy
en blanco.
- Lo
entendemos Gustavo, no te preocupes.
A la
hora de la merienda la casa de la familia Perea se ha llenado de gente. Matilde
y Aurelia han ido a verla con los niños y poco después llegan Javier y
Dani que han venido solos en el autobús. María llega con Tim bastante más tarde
y coincide con Gustavo que viene a buscar a su mujer.
- ¿No
viene Clara con vosotros?
- No
tío Gustavo, Clara se ha quedado en la biblioteca esperando a que terminara
Irene. Me ha pedido que te lo diga, yo quería venir a casa pronto, habrá que
hacer la cena.
Minutos más tarde llega Bonilla y los tres se meten un
momento al despacho. Gustavo aún no tiene noticias de León, Vallejo ha podido
leer el expediente del accidente y mañana les informará. Bonilla, por su parte
ha charlado con el amigo de Julio y quedan para hablar de todo ello a las once
en el despacho. Una hora más tarde, cuando las visitas se han ido María se
despide también de Tim y comienza a preparar la cena. Asunción se levanta
ayudada por Dani y Héctor y se sienta en el salón para cenar.
En Asturias Martín ha regresado a la casa y se prepara
para una noche más de frío y soledad. Abre unas latas de judias que ha
comprado, corta un poco de jamón y se las prepara en la lumbre. De postre come
queso y termina la botella del vino peleón y brinda por haber podido hablar con
su amigo en el consulado de Barcelona.
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Esto cada vez está más enrevesado... pero por eso precisamente mi interés por saber la verdad aumenta... ;) preciosa la estampa de Héctor preocupado por su mujercita enferma... ¡la verdad es que lo de los mareos es ua lata...! pero estoy segura que con tan buenos cuidados se repondrá pronto... :) Un beso wapa y sigue deleitándonos con tus historias... :)
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