La espera en Barajas
se alarga más de la cuenta, el avión de Roma trae retraso, pero Dani cumple con
sus palabra y no se separa de su hermana. Para matar el tiempo suben a la
cafetería a tomar unos bocadillos y a beber algo. Les sorprende el que aún haya
tanta gente en la terraza y Dani aprovecha para salir a ella. Las pistas
iluminadas, el despegue y el aterrizaje de los aviones le fascinan pero por
mucho que abre los ojos no consigue ver el avión en el que vienen sus padres.
Abordo del avión de
Iberia, procedente de Roma, la señal de abrocharse los cinturones y la de prohibído fumar se iluminan. Por megafonía informan que dentro de media hora tomarán
tierra en Barajas. El descenso ha comenzado y Asunción que ha pasado casi todo
el vuelo durmiendo, con la cabeza recostada en el hombro de su marido, se
despierta al sentir molestias en los oídos. Se inclina hacia adelante, con la
cabeza agachada hasta la altura de las rodillas al tiempo que con sus dedos se
da masajes por detrás de los oídos.
-
¿Tanto te duele?
-
Sí, es insoportable. Parece que miles de
cristalitos se estuviesen peleando por ver quien clava más y encima se me está
revolviendo el estómago.
Los minutos que
faltan para el aterrizaje se le hacen eternos y por fin cuando las luces en la
cabina se apagan Asunción levanta la cabeza y mira por la ventana, ya faltan
solos unos metros y el suplicio habrá terminado. Un golpe seco confirma que han
tocado tierra y al ratito las luces se vuelven a encender. Poco a poco los
pasajeros van saliendo del avión por las escalerillas y un autobús les acerca a
la puerta de llegada.
En la cafetería María
se acerca a su hermano y le dice:
-
Vamos Dani, tenemos que bajar a llegadas desde aquí no puedes ver el avión en el que llegan.
-
Si tu lo dices María.
-
No lo dice ella sola, lo digo yo también Daniel.
Si fuera de día sería diferente, de noche es casi imposible ver desde lejos que
compañía es.
-
Vale,vale, ya lo entiendo y ¿sabéis qué? De mayor
quiero ser piloto, debe ser fantástico llevar los mandos de los aviones.
-
Ya sabes lo que tienes que hacer, aplicarte en
los estudios que no es tan fácil llegar a ser piloto.
-
Tu siempre con los estudios Tim, te pareces a mi
madre ¿no te gustaría a ti ser piloto?
-
No, la verdad es que no, me gusta más la torre de
control.
-
¿Te gustaría ser controlador aéreo?, eso nunca me
lo has dicho.
-
No es algo que me quite el sueño María, pero
entre piloto y controlador me quedo con lo segundo. Quien sabe si cuando acabe
telecomunicaciones me apunto a uno de esos cursos.
Las escaleras mecánicas les lleva
a la planta de llegada y allí Dani se coloca en primera fila sin cesar de pegar
saltitos para ver si puede ver mejor a través de la puerta , que como
cuentagotas, va dejando salir a los pasajeros.
-
¡Papi, papi! ¡Mami, mami! ¡estamos aquí!
-
No armes tanto jaleo Dani, que ya nos han visto.
-
Jopé, dejad ya de decir lo que tengo que hacer.
El reencuentro con sus padres
viene seguido de abrazos, besos y de mil preguntas de Dani. De camino a casa
Asunción trata de contestar a Daniel y María le dice a su padre.
-
El tío Bonilla me ha dicho que te diga que ha
llegado un caso interesante del tío Gustavo y que no faltes mañana. Ah!
Y el tío Vallejo también estará.
- ¿No te ha dicho nada más? ¿No te ha pedido que le
llame?
- No, sólo que
no te retrases, que la reunión planeada es a las diez.
- Gracias princesa, por el recado y por haber
cuidado de tu hermano.
- ¡Siempre igual! ¡qué yo me cuido solo!
- Es verdad Daniel pero nunca viene mal que
María esté atenta.
- Gracias mamá, pero
el mérito no es mío sino de Tim, a él le hace más caso que a mi.
- ¿Es eso
verdad?
- No, papá, si
a María le hago caso cuando lleva razón pero no cuando comanda sin ton ni son y
se ríe de lo que yo digo.
- ¿Qué yo hago
quéeeeeeee? ¡Serás mentiroso!
- No reñid ahora,
mamá tiene todavía dolor de oídos y los gritos la molestan ¿verdad cariño?
- Bueno, ya se están
abriendo y no molestan tanto pero sí, papá tiene razón, ya sabéis que no me
gusta veros discutid, por esta vez y como os he echado de menos os lo voy a
pasar por alto.
En su casa de Aravaca Fernanda
quita la televisión, apaga las luces y comprueba que las puertas están bien
cerradas. De camino a su habitación pasa por la cocina y recoge el vaso de
leche que Carmen le ha dejado preparado con la melatonina. Sube por las
escalera con cuidado, en una mano la leche y en la otra la fotografía de salón
que deja sobre la mesilla al llegar a su habitación. Entra en el cuarto de baño
y se desnuda sin prisas, saca del armario del vestidor un pijama de Martín y se
lo pone, cierra la puerta, apaga las luces y se mete en la cama. Se recuesta
sobre la almohada mientras bebe la leche y contempla la foto al tiempo que
recuerda la llamada de esta tarde. Serían las séis, más o menos, cuando sonó el
teléfono. Carmen había salido a hacer un recado, realmente era un pretexto que
se había buscado para estar sola, tenía una corazonada y no quería testigos por
si llamaba Martín y llamó. La comunicación resultó ser un desastre. Llamaba
desde una cabina y se cortó dos veces. No le quedó claro el motivo de esconderse
por unos días pero sigue creyendo en él.
-
¡Fernanda! ¿me oyes?
-
Sí, te oigo ¡menos mal que llamas! ¿estás bien?
¿dónde estás Martín? ¿por qué no vienes a casa?
-
Estoy bien, no te preocupes. No puedo
explicártelo por teléfono y tampoco quiero comprometerte. Necesito unos días
para hacer unas averiguaciones pero confía en mí ¿lo harás, mi amor?
- Lo haré pero díme
¿es cierto que estás en Asturias?
La llamada se cortó mientras
estaba haciendo la pregunta y a los pocos minutos volvió a sonar el teléfono y
Fernanda volvió a insistir sin resultado.
- Está bien, no me
digas donde estás pero díme ¿Quién es Gonzalo Prieto?
- ¿Gonzalo quéeeeeeee? Ni
idea. Fernanda esto vuelve a hacer ruídos raros, ¿me oyes? ¡ te quiero, no lo
olvides!...
La llamada volvió a cortarse por
segunda vez y ya no hubo ninguna más. Decidió no decirle nada a Martínez y
esperar a que volviera a llamar. Está segura que lo hará; Fernanda nota que el
sueño la va venciendo y apaga la lamparita de la mesilla de noche, busca la
postura de dormir en el lado en que Martín suele hacerlo y se queda dormida con
la foto en la mano.
La noche da paso a un nuevo día
de febrero que promete seguir siendo tan soleado como los dos últimos días; a
las nueve y media de la mañana Héctor Perea entra en su despacho donde Bonilla le
espera como en los viejos tiempos.
- ¡Muy buenos días! ¿qué es esto? ¿no has tenido
tiempo de desayunar en casa?
Bonilla abraza a su mejor amigo y
socio antes de contestarle.
- La verdad es que no. Se me han
pegado las sábanas y me he acordado de otros tiempos, en otro despacho y los
churros que llevaba todas las mañanas.
Héctor ríe de buena ganas y dan buena cuenta de los churros mientras recuerdan aquellos años, tan remotos en
el tiempo, pero tan frescos en sus memorias. A las diez llega Vallejo, retiran
las tazas, hacen más café y entre los dos ponen a Héctor al corriente del nuevo
caso.
- Resumiendo: Duda de si
Martín y Gonzalo son la misma persona. Martín desaparece justo el día en que la
foto del tal Gonzalo sale en una revista. Cliente de Gustavo quiere que
encontremos a Martín cuánto antes. Vosotros creéis que hay caso.
- Yo creo que si lo hay -
contesta Vallejo- Es cierto que Martín sólo lleva un día desaparecido,
bueno dos con hoy pero su compañera sentimental está segura que Martín no tiene
nada que ocultar y teme que alguien le haya confundido con el hombre de la
revista.
- ¿Qué sabemos de ambas
personas? Bonilla
- De momento poca
cosa. A Gonzalo Prieto le busca la Interpol y se cree que puede estar en España
o en Portugal.
- ¿Sabemos por qué lo buscan?
- No, solo venía la foto y la
nota pertinente de si alguien reconoce a esa persona que se ponga en contacto
con la comisaría más cercana - aclara Bonilla.
- De Martín tampoco sabemos
mucho, aquí tienes mis anotaciones.
Héctor lee las notas de Vallejo mientras
Bonilla prepara más café.
- Según Martínez Prado – dice Héctor – Martín Narváez es un economista argentino, aficionado a escribir guías de viajes y ya tiene publicada una en
su país. Lleva algo menos de un año en España y se conocieron en una recepción
de la embajada argentina. Le propuso trabajar para su editorial y pronto se
hicieron amigos. En una reunión en su casa conoció a la viuda de su socio y
surgió el amor entre ellos.
- Sí, eso lo corrobora la propia Fernanda. A los dos meses de conocerse Martín se fue a
vivir con ella y gracias a él ha vuelto a interesarse por la editorial que
había dejado en manos de Martínez Prado.
- Pues
esto y nada es lo mismo. Creo que tendríamos que hablar con Fernanda a solas,
ella es la que puede tener más datos sobre Martín
- ¿Estás
pensando en ir a ver a Fernanda ahora? pregunta Bonilla
- Sí,
creo que sería mejor hablar con ella, ¿qué impresión os causó a vosotros?
El primero en hablar
es Vallejo mientras echa en su café un buen chorrito de coñac.
- Es una mujer
muy preparada, ha estudiado en el extranjero y habla varios idiomas. Formaba
parte de la directiva de la Editorial en vida de su marido. Su posición
económica es muy buena, la editorial marcha muy bien. Fernanda heredó la parte
de su marido en el negocio y Martínez Prado no lo ha descuidado. Sin duda
alguna debió ser una mujer bellísima antes del accidente . Su marido falleció
en él y ella se salvó pero las secuelas son bien visibles. Yo he visto a una
mujer muy vulnerable y muy enamorada, incapaz de pensar mal de su actual
compañero .
- Yo opino lo
mismo- dice Bonilla- Psícamente no resistiría que Martín la hubiera
engañado o fuese un ladrón o un prófugo . Hay que tener en cuenta que Fernanda
sufrió quemaduras de primer grado en la parte derecha de la cara y quemaduras
de segundo grado en las piernas. Martín parece amarla apesar de las quemaduras
y le ha devuelto la confianza en ella misma.
- ¿ Seguro que
la ama desinteresadamente?
- Nunca se
puede asegurar una cosa así Héctor – contesta Bonilla - pero ¿qué ganaría él
con esta desaparición?
- Simular
un secuestro sería posible pero ¿dónde entra la foto de la revista y ese
parecido tan dudoso?- apunta Vallejo
- No podemos
destacar nada hasta que no hayamos hablado con Fernanda . A Martínez Prado le
dejamos de momento tranquilo.
- ¿Crees
que él puede haber montado un tinglado para librarse de Martín?
- Ni idea
Bonilla. Como tu ya la conoces llámala y avísala que vamos para allá. Yo te
acompaño y Vallejo ¿podrías recopilar datos de Martínez Prado bien a través de
Gustavo o de alguien del grupo de las editoriales?
Los tres amigos
abandonan el despacho al mismo tiempo y ya en la calle Vallejo se dirige a pie
al despacho de Gustavo mientras Bonilla y Héctor toman el coche camino de
Aravaca.
Fernanda recibe a los
detectives en el salón. Su serenidad les sorprende, sobre todo a Bonilla quien
la vio el primer día como un manojo de nervios.
- Siéntense por
favor ¿Desean tomar un café o les apetece una copa?
- Café
está bien – dice Héctor – mi socio me ha puesto al corriente de la conversación
que tuvieron en el despacho de nuestro amigo Gustavo Olavide y sinceramente,
no tenemos muchos datos para empezar una búsqueda. Quisiera hacerle
algunas preguntas. Creo que usted es la única que nos puede ayudar a dar
con su paradero .
- Puede preguntar
lo que crea conveniente, le contestaré a las preguntas sin reservas.
- ¿ Le ha mencionado
Martín de que parte de España procedía su padre y si tiene algún familiar en
España o familiares en Argentina?
- No, no ha
llegado a decirme la procedencia de sus abuelos ni de sus padres. Por algunas
cosas que ha contado sospecho que de León o de Asturias. Lo único que sé es que
1932 sus padres y su abuela, viuda desde 1903, salieron de España rumbo a
Argentina. Una tía de su madre les animó a irse. La región andaba revuelta y la
república tampoco daba trabajo. Su padre volvió en 1960 con el furgón de su
madre para enterrarla en su aldea junto a su marido. Martín no tiene hermanos,
es hijo único, su madre falleció cuando el tenía cinco años y su padre hace
tres años.
- ¿ Sabe si era un
autor conocido en Argentina?- pregunta Bonilla
- No vivía de la
escritura sino de su trabajo como economista en Córdoba. Es cierto que publicó
una guía turística de los diferentes parques naturales de la provincia pero no
con su nombre sino como Andrés Laguna.
- ¿ Y sabe el por
qué?
- Era su pequeño
homenaje a sus abuelos. Laguna era el apellido de su abuela y Andrés
el nombre de su abuelo pero ¿ a dónde le pueden llevar estos datos?
- De momento sabemos
que Andrés Narváez, su abuelo, falleció en 1903 en algún pueblo o aldea de León
o Asturias y que el apellido de su abuela era Laguna. Nos puede llevar unos
días pero es posible que localicemos la aldea. ¿Antes de marcharse no sucedió
nada raro, como una llamada o una carta que recibiera?
- No, nada de eso. Acordamos que a su vuelta planearíamos un viaje a Los Lagos de Covadonga, quería conocer el parque de Los Picos de Europa. Pensaba escribir otra guía.
- Además de
Argentina y España ¿sabe si ha visitado otros países?
- No, estoy segura. Su
pasaporte está en la mesilla de noche. Viaja con una cédula de identidad y el
carnet de conducir. Su pasaporte no tiene ningún otro tipo de sellos que no sea
el de la salida de Argentina y la entrada en España. Fue expedido en 1970 y es
válido hasta 1975. ¿quieren saber algo más?
- Una última pregunta
¿por qué dejó Argentina?
- Su abuela le había
hablado mucho de España. Al morir su padre comenzó a pensar seriamente en ser él ahora el emigrante. El clima político que se respiraba comenzaba a ahogarle
y el éxito de su guía le permitió viajar antes de lo que el pensaba. Vendió sus
pertenencias y se vino a España. ¿ Algo más?
- De momento es todo pero si recibe alguna
llamada extraña o si el propio Martín llama no deje de avisarnos.
- Así lo haré señor
Perea y ahora si me disculpan tengo cosas que hacer.
- Gracias por su
colaboración, no la molestamos más.
Fernanda les acompaña
a la puerta, la cierra, se recuesta en ella y respira profundamente. De momento
se han ido pero presiente que no se van a conformar con lo que les ha dicho. Apesar
de su aparente serenidad estaba temblando y maldice a Martínez por haberla
metido los detectives en casa. No había ninguna necesidad, Martín llamará esta
tarde y todo se aclarará.
A pocos kilómetros de
Cangas de Onis y apartada de la aldea a la que pertenece, el humo de la
chimenea se condensa en el aire y en el interior de la casa Martín, sentado en
la mecedora de su abuela, bien abrigado, termina su desayuno-almuerzo y se acerca a la boca un tazón aún humeante. Al igual que hiciera Fernanda él también
piensa en la llamada que la hizo.
Bajó a Cangas a
comprar provisiones para estos días, cigarrillos, pilas para su linterna, algunas velas, objetos de aseo y hasta toallas en diversas tiendas. Al pequeño supermercado entró aprovechando la presencia de un grupo de turistas nacionales y
después, ya casi a la salida de la ciudad, aparcó su coche frente a una cabina y llamó a Fernanda. Sabe que no la ha
tranquilizado, al revés, la ha dejado con más preguntas y a él le ha surgido
una ¿ por qué le pregunto por un tal Gonzalo no sé qué? Pero él necesita oír su
voz y bajará de nuevo esta tarde a llamarla.. Deja el tazón en la mesa y recoge
la vieja sartén en la que ha preparado los huevos fritos con jamón y que le ha
servido de plato. Guarda la hogaza de pan junto con el queso en la alacena y
los cubre, a falta de paño de cocina, con una de las toallas que ha comprado. Afuera,
en una tina con agua casi congelada aclara la sartén, el cazo en el que ha
hervido el agua y preparado el café asi como el pequeño colador que compró en
la tienda del pueblo.
Más tarde corta leña
con un hacha roñosa y desafilada, la mete en la casa y decide echar una ojeada
a la aldea que ayer parecía muerta pues apenas salía humo de sus chimeneas.
En Madrid Bonilla y
Héctor se reunen con Vallejo en el Café Comercial e intercambian los datos
hasta ahora recabado y quedan para después de comer en el despacho de nuevo.
Desde luego es todo muy extraño... no sé que pasará con el tal Martín, pero da la sensación de que Fernanda oculta algo, o al menos se siente incómoda con la presencia de los detectives... ;)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato y me encantan las peleas entre los niños, un poco lo mismo que yo recojo en mis relatos... ¡sigue así...! Un beso fuerte... :)