jueves, 12 de julio de 2012

En tiempos más serenos (Tercero)


Capítulos del 19 al 29


19
27 de enero de 2010, Son las 10.30 de la noche. Teresita duerme y Beatriz está con la cámara web charlando con su hermano, el messenger es nuestra salvación para superar la distancia y además es un medio rápido y barato.
Esta tarde, después del trabajo, estuve con la tita. Teresita no quería venir y Beatriz se ha quedado con ella. Hemos estado hablando de Leonor y Serafín, de los encuentros y me dijo que quería enseñarme lo que me había prometido.
Se levantó de su sillón y de un cajón de la cómoda sacó un álbum de fotos. Era el álbum de boxeo del tito, allí estaban pegados todos los recortes de periódicos y fotos de sus días gloriosos, había fotos con los abuelos, con el abuelo y él, de los cuatro juntos, parecían tan felices y entonces lo eran, según la tía. Cada foto tenía una historia.
Las cosas comenzaron a ir mal cuando ella no le pudo acompañar a la gira que hizo por el Caribe, me dijo,  y fueron de mal en peor cuando perdió el título.                                             
La tita me confesó que intentó ayudarle pero que no sabía cómo hacerlo. A ella le enseñaron a levantarse ella sola de las caídas, a ser fuerte y valiente, a tomar decisiones duras cuando era necesario y el tito era muy distinto a ella y no podía llevarle como si fueran  los almacenes. El problema era de otra índole y no se sentía capacitada para levantarle la moral, por lo que su mayor equivocación fue comprarle un combate.  El tito no se presentó y ella se sintió muy perdida y sola.
La tita dijo que lo peor de su matrimonio era tener que ser madre y esposa a la vez del tito y que estaba convencida de que se había equivocado. No obstante siguieron juntos y, al poco tiempo de marcharse mis abuelos a Venezuela, el tito aceptó pasar un tiempo en una clínica y cuando salió de ella había cambiado, volvía a tener ganas de vivir y su autoestima había mejorado mucho.  Estuvo ayudando a Ángel en el dispensario con la gente joven y de ahí vino la idea de montar un gimnasio para jóvenes.
Cuando murió el tito ella se sintió muy culpable. Estaba  enfadada y dolida, tanto que culpó a sus padres, Marta y Ramón Rivas, de todos sus males. Ellos la habían abandonado cuanto más los necesitaba y además sin la suficiente experiencia como para llevar unos almacenes. Ser empresaria en una sociedad machista no fue tarea fácil.                                                              Necesitaba un cambio, vendió el piso y se mudó al hotelito del Viso. También empezó a pensar en vender los almacenes pero no fue necesario, el destino le ahorró el tomar la decisión. Los almacenes se incendiaron en una calurosa noche de verano por culpa de un cortocircuito en el sótano. No quiso reconstruírlos y por éso decidió ceder los terrenos del solar para la fundación. Afortunadamente, el seguro pagó la políza y pudo compensar económicamente a sus empleados. La mayoría de ellos encontraron trabajo en otros almacenes.
La tita es, hoy me he enterado por su boca, presidenta de honor de la fundación, y gracias a ello, me dijo, volvió a ver la luz y comenzó a organizar eventos culturales para recaudar fondos para la entidad.
De lo que la tita no dijo ni media palabra era de cómo murió el tito ni de la visita de mis abuelos. No me atreví a preguntarle nada, al menos de momento.
¡Ah! Beatriz tiene pasado mañana una entrevista con el director del colegio privado, y Teresita, esta niña nos sorprende cada día, quiere quedarse a comer en el cole. Dice que así  tiene tiempo para estar con Javier, su amiguito, porque en el recreo él juega con los chicos y ella con las chicas y en la clase no pueden hablar, pero en el comedor se pueden sentar juntos. Será cuestión de examinar la petición si Beatriz tiene suerte y la contratan.

20 
 28 de enero de 2010. Son las 10 de la noche y no tengo muchas ganas de revisar las cuentas, Beatriz es mucho mejor que yo en estos menesteres, a mí los números me aburren y además estoy pensando en la conversación con la tía y en la exposición.
El sábado 30 de enero exponemos los trabajos realizados por el grupo de jóvenes que seguimos periódicamente en nuestro estudio piloto. Hay cuadros, dibujos y otras manualidades.  La tía se ha encargado de organizar el evento, como siempre, pero esta vez me ha metido a mí de por medio y como colaboradora de la fundación no he tenido escapatoria. 
Los invitados están convocados a las 13.30, primero tenemos la exposición y después a las 14.14  la comida, amenizada con música, en un restaurante de la plaza de Cataluña y a los postres se subastarán las obras según el programa confeccionado por la tita. El restaurante está cerquita de la casa de la tía, (odia los atascos), no quiere salir del barrio si no es necesario.
Junto a las obras por subastar hemos puesto las fotos de los autores posando con sus creaciones. Han hecho verdaderas maravillas, teniendo en cuenta la edad de nuestros artistas, de  entre 13 y 16 años y el grado de autismo que padecen. No exagero nada cuando hablo de maravillas. Yo me he enamorado del cuadro de uno de nuestros pintores que refleja muy bien el universo de colores y el desconcierto en el que vive este joven de 15 años que no puede expresar con palabras, gestos o llantos, sino sólo a través de la pintura.

La tía ha  invitado a gente de la prensa, a empresarios, artistas y escritores. Beatriz también ha recibido una invitación y Teresita se quedará en casa de la tía y sus amiguitas Linda y Marylén pasarán la tarde con ella.                                                                                                                 
La tía ha dicho que seguramente nos vamos a llevar una sorpresa con uno de los invitados y la sorpresa anunciada es la que no me deja concentrarme en los números. Me pregunto si la sorpresa tendrá algo que ver con el libro de Beatriz y su presentación el 19 de febrero. Estoy empezando a creer que con la tía todo es posible.
 Ah, por cierto,  la entrevista de Beatriz salió bien y puede empezar en el colegio privado de Majadahonda en septiembre de este año y ni que decir tiene que estamos muy contentas.
                                                                                
 Hoy he quedado, a la salida del trabajo, con la hija de Clementina para tomar café en la plaza de los Frutos. Me parece mentira que las dos, ella y mi madre, hayan nacido con unos días de diferencia y a tan pocos metros de donde nos encontramos ahora. Primero nació María, Clementina se puso de parto en los almacenes y allí mismo nació su hija. Mi madre nació dos días después en casa.
La madrina de María fue Marifé y el padrino el padre de Clementina. Mauricio, el mismo médico que asitió a mi abuela, ayudó también a Maria a nacer. La madrina de mi madre fue la tía Ana y el padrino Bonilla, amigo y compañero de mi abuelo como detective y como policía. Clementina siguió trabajando en los almacenes, de María se encargó, pasado los primeros meses de la lactancia, su abuela materna y Marifé siempre fue como una tía para ella. María sabe que su padre se llamaba José María y que trabajó con su madre en los almacenes. Marifé le contó todo sobre su padre, hasta el lamentoso espectáculo de escenificar su propia muerte para escapar de sus múltiples problemas ocasionados justamente por sus interminables mentiras. ¿Qué fue de él?, nadie lo sabe. María nunca ha sentido la necesidad de buscarle.                                                                            Su madre nunca llegó a casarse y a pesar de lo mal visto que estaba el ser madre soltera, Clementina no se avergonzó y María siempre ha estado y está muy orgullosa de su madre.   Hasta hace poco trabajaba de secretaria en un banco y últimamente, debido a un pequeño problema de salud, ha conseguido la prejubilación.                                                                                                                 Mi tarde ha sido muy fructifera, me alegro de haber podido hablar a solas con María. Su madre y mi abuela fueron muy buenas compañeras y mantuvieron la amistad hasta que se marcharon a Venezuela.

21 
1 de febrero de 2010 Son las 11 de la noche y, como otras veces, mientras yo escribo, Beatriz charla con su familia.  La subasta fue un éxito, todo el evento salió muy bien y la tía estaba muy contenta. En la comida conocí  gente realmente interesante y Beatriz entabló contactos  que quizá puedan ayudarle más adelante. La tía nos presentó personalmete a una de las invitadas, una abogada muy conocida en el mundo empresarial. Se llama Ana Alejandra Iniesta, la hija de Alicia Peña, la joven estudiante de derecho, educada en Francia, que hizo trabajos de traducciones para la famosa productora. La presencia de Alejandra, como ella prefiere que la llamen, no fue ninguna casualidad, la tía sigue moviendo los hilos muy bien y tiene conexiones en todas las partes. Alejandra era la sorpresa.
No hablamos mucho del tema pero Alejandra se mostró interesada en quedar con nosotras. Aunque su madre no le había contado gran cosa, quedamos en vernos este fin de semana en la casa que tiene en la sierra, cerca de La Pedriza.                                                                                                 Entre los invitados estaban Leonor y Serafin y Alejandra tambien charló con ellos. A Serafin le recordaba por el reportaje gráfico que hizo a su madre. A Leonor le preguntó si había conocido a su madre. Aunque Leonor era muy pequeña recordó que lo que más le llamó la atencion de Alicia era la ropa que siempre llevaba, muy diferente a la de las otras chicas del barrio. Según Leonor, Alejandra tiene la misma sonrisa y dulzura que Alicia.
Al recordar todo esto soy presa de una sensación un poco difícl de explicar, es como si todos volviésemos a ser una gran familia, como si estuviera viajando al pasado, a una época que no conocí, una época en la que me gusta profundizar, una época remota, pero muy presente, que marcó mi niñez y la de mi madre, que cambió el destino de mis abuelos y el de tantas otras personas.

Mis compañeros ya saben que Doña Ana Rivas es mi tía, era inevitable, más pronto o más temprano se iban a enterar así que preferí ser yo quien se lo contase.
Curiosamente la misma gente que no ve con buenos ojos mi relación con Beatriz, es la que ha hecho comentarios molestos. No me importa, se que ahora voy a tener que demostrar con más ahínco que el puesto que tengo me lo he ganado por mí misma, por hacer bien mi trabajo y no por ser la sobrina de la presidenta de Honor.

Teresita disfrutó mucho con sus amiguitas en la casa de la tita. Merendaron y jugaron hasta caer rendidas, cuando fuimos a por las niñas  las encontramos cansadas pero felices.
Beatriz va a estar muy ocupada con la presentación de su libro, el 19 de febrero, y hemos decidio que Teresita se quede a comer en el cole, como ella quería. Espero que no cambie de opinión.                                                                                                                                                         Esta noche hemos estado leyendo dos cuentos de los hermanos Grimm: El sastrecillo valiente, que le encanta y El enano saltarín y todo porque mañana verán  la representación del  cuento  Hansen y Gretel en inglés. Como ya lo conoce en español no creo que le preocupe mucho eso de entenderlo o no en inglés, estoy segura de que el idioma va a ser lo de menos. Es la primera vez que va a ver un cuento escenificado y seguro que se queda embobada y lo va pasar muy mal con la bruja.
22

3 de febrero 2010, Son las 7 de la tarde y estoy en la cafetería de la plaza haciendo tiempo para ir a buscar a Teresita.  Hoy está jugando en casa de Javier y, como no viven muy lejos de aquí, he preferido venir yo a recogerla. Desde el lunes se queda a comer en el cole, a ella le encanta pero yo la echo mucho de menos. Ahora prefiero que vengan a jugar a casa en vez de que vaya ella a casa de otro. Menos mal que Beatriz me recuerda que cada vez que vienen a casa lo ponen todo patas arriba y luego nos cuesta un triunfo hacerle que recoja todo sin fruncir el ceño y hacer mohines con la boca. Cuando hace eso estamos perdidas, al final terminamos nosotras recogiéndolo todo.
Ayer salió del cole toda entusiasmada, la representación del cuento le gustó muchísimo y no paraba de contarnos cómo eran los decorados y lo fea que era la bruja. A renglón seguido nos dijo que tiene que  prepararse una charla. Cada niño va a tener unos minutos para hablar de una profesión o de algo que les guste mucho.                                                                             Teresita quiere hablar del yayo Héctor y de lo que un comisario de policía hacía cuando no había móviles ni ordenadores para detener a los ladrones. Hemos intentado convencerla para que hablase de otra cosa pero nada, que la niña tiene a quien parecerse, dice Beatriz, ¡cómo se ponga terca no hay manera!, lo mejor es colaborar y preparar el plan M.
Afortunadamente tengo contacto con Mario, él es mi plan M., es el  hijo de Bonilla,  padrino de mi madre y gran amigo de mi abuelo.                                                                                       Cuando los abuelos se fueron a Venezuela, Bonilla quería acompañarles, pero el abuelo le dijo que se lo pensase mejor y que dentro de unos meses se lo comunicara por telegrama. Bonilla se quedó, regresó al cuerpo de policía y fue comisario durante un tiempo hasta que lo dejó para dar clases en la escuela de policía.                                                                                           Bonilla se casó con una enfermera que conoció poco después de la marcha de mis abuelos. Tuvo dos hijos y la familia al completo vino a Venezuela a visitar a mis abuelos varias veces. El tío Bonilla, como le llamaba mamá, nunca olvidó que mamá era su ahijada.
La muerte de mis abuelos no rompió el contacto con la familia Bonilla. Mario es unos años más joven que mi madre y hablan muy a menudo por teléfono. Además, es viudo y no tiene hijos. Él fue quien vino a recogernos al aeropuerto y reservó el hotel y nos buscó el piso. No queríamos molestar a la tita y además yo no la conocía tanto.
 A Mario le conozco más, fue muchas veces a Venezuela a vernos tras la muerte de los abuelos.                                             
Él también ha sido comisario de policia y ya me ha prometido que va a preparar a Teresita para su charla.
Por fin he hablado con el dueño del café, vengo tanto por aquí que ya me conocen. Enrique, como se llama el actual dueño, conoció a Manolita y Marcelino cuando él tenía 18 años. A la muerte de Pelayo, su padre les compró el local y él lleva en el café desde que salió de la mili, primero ayudando a su padre y ahora como  propietario. Su madre se llamaba también Manolita y bautizaron El Asturiano como “Café Manolita”.                                                          Enrique recuerda los almacenes de la tita y cómo era la plaza todavía a principios de los 60. Había oido a hablar de mis abuelos, sobre todo del abuelo Héctor como comisario y como detective. Se decía que era una bellísima persona y que todo el mundo le tenía mucho aprecio. Muchos de sus casos son todavía recordados por los más viejos del barrio. Oyéndole a hablar se me ha hecho un nudo en la garganta y no he podido evitar que se me saltara una lágrima.
Voy a recoger a Teresita y darle la buena noticia, el viernes vendrá Mario a cenar con nosotras y le podrá a hacer todo tipo de preguntas. Mario ha prometido traer fotos de las comisarías de antes..

23

7 de febrero de 2010,  domingo por la noche, a punto de ser las 12, acabamos de volver de la Pedriza, donde hemos pasado el fin de semana. Un fin de semana muy interesante y Beatriz ha acostado a Teresita, que venía dormida en el coche y se ha ido ya a la cama, pero yo me quedo aún  un rato levantada; siento la necesidad de escribir ahora, quizá mañana no tenga tiempo para hacerlo y no me quiero dejar cosas en el tintero.
Antes de anotar lo que Alejandra nos ha contado quiero recordar la visita de Mario.Vino como habíamos quedado temprano y le estuvo contando a Teresita cosas de los años del yayo Héctor y de su padre. Tenía una fotos de los dos en la comisaria y otras en el despacho de detective.                                                                                                                                     A Teresita le gustan las fotos en blanco y negro y las de color sepia, a esta niña le gustan las fotos antiguas, le llama mucho la atención la ropa y los peinados de las mujeres, los sombreros de los hombres y las cosas de antes: los coches, los teléfonos y las máquinas de escribir le fascinan.                                                                                                                                  Más tarde, durante la cena, Mario nos contó que había hablado con mamá recientemente y que seguramente vendría antes de la fecha prevista pero que todavía no era seguro. El sábado no pude llamarla pero esta mañana me ha llegado un mensaje al móvil y me comunica que viene el 3 de marzo en lugar del 15 de marzo. Mañana hablaré con mamá.
Volviendo al fin de semana, llegamos el sábado por la tarde y nos encontramos una casa llena de niños. Alejandra había invitado a sus tres nietos, un nieto y dos nietas; el chico es de la edad de Teresita y las chicas algo más mayores. Pasamos la tarde viendo fotos de la familia de Alejandra y hablando del panorama político actual tanto en Venezuela como en España. El domingo por la mañana vino el hijo de Alejandra con su mujer y se llevaron a los niños, Teresita incluida, a la nieve. Nos quedamos las tres solas.
Alejandra nos dijo que, al poco tiempo de regresar de Francia su madre Alicia con su abuelo, éste falleció y ella quedó bajo la tutela de su tío Hipólito. Cuando su madre se mudó a vivir con sus tíos había, en efecto, una productora de cine llamada Numancia en la plaza de los Frutos, en el mismo edificio en el que luego vivirían mis abuelos.                                                                                                                    Su madre conoció a un productor-ejecutivo que se llamaba Fernando Solis y por mediación de él, Alicia comenzó a hacer traducciones del francés al español para la productora y hasta hizo de guía turística de un actor francés. Alternaba estos trabajos con sus estudios de derecho porque le había prometido a su padre que se licenciaría en derecho. Lo que Alejandra sabe de Solis no es por su madre sino por su padre, Alvaro Iniesta, el entonces profesor de derecho romano de su madre. A ella le costaba hablar de Fernando y Alejandra prefirió no ahondar en el tema. Lo que nos dijo, siempre según su padre, es que Fernando trabajaba en realidad  para el Partido Comunista y utilizó la productora como tapadera para preparar un atentado contra Franco. A Fernando no le movían sólo sus ideales, ni las utopías, que era una persona muy realista que  luchó para defender a los demás, para que pudieran ser libres, y por esa libertad renunció al amor, a su familia y a tener una vida propia.                                                                                                                                           Obviamente el atentado fracasó y aunque Fernando se salvó y pudo salir de España, regresó un año más tarde con tan mala fortuna que esta vez no salió con vida. Le fusilaron, pero desconocen el lugar del crimen, y por más que lo han intentado, nunca han podido recuperar el cuerpo de Fernando.                                                                                                                               Su madre lo pasó muy mal, no podía soportar la idea de que estuviese tirado en el bosque o en una cuneta. Un sentimiento que siguen teniendo hoy en día otras muchas personas.                      
Fernando fue alguien muy importante en la vida de Alicia y su padre lo sabía y lo entendía.
Beatriz se quedó muy pensativa al oir el apellido, coincidía con el del amigo de su padre. Allá hablaban de Nando y Nando bien podía ser Fernando. Beatriz se ha propuesto averiguar si se trataba de la misma persona.                                                                                                                        A las dos nos dió la impresión de que Alejandra sabía mucho más de lo que contaba y que quizá Fernando fue el gran amor de Alicia, pero Alejandra no estaba por la labor de darnos más detalles y respetamos su silencio.                                                                                                     En todas las familias hay episodios que marcan para siempre el destino familiar, en la mía la marcha a Venezuela y los sentimientos de mi abuela y los de la tia Ana.  En la de Alejandra, el destino se llamó Fernando Solís y lo que él representó y lo que pudo ser para España y para la madre de Alejandra.                                                                                                              Mis abuelos fueron muy felices, yo los recuerdos así, siempre juntos, siempre cómplices de algo y mi madre siempre habla de sus padres como de una pareja muy compenetrada. Los padres de Alejandra también pudieron ser muy felicies, sin duda alguna, ella guarda muy buenos recuerdos de su niñez y adolescencia. Siempre vió a sus padres felices y la diferencia de edad nunca fue un obstáculo.
Mañana seguiré,

24.   


10 de febrero de 2010. Son las 2.30 de la tarde, estoy en la plaza de los Frutos y Beatriz se acaba de marchar. Hoy no le daba tiempo a cocinar y hemos quedado aquí para comer algo. A las 3 tiene hora en la peluquería y a las cinco la cita con su editor en  la editorial.  El día D cada vez está más cerca y yo casi estoy más nerviosa que ella. Su semana loca ha empezado, su agenda está llena de compromisos y no voy a poder acompañarla la mitad de las veces; el día 19 voy a estar a su lado sin falta y la cena del 17 tampoco me la pierdo, pero me temo que eso va a ser todo.

El lunes hablé con mamá por telefóno y me confirmó que había decidido cambiar los planes, que adelanta su viaje y que llega el 3 de marzo. Las conversarciones con la tia Ana y con Mario han sido trascendentales; no ha dejado de preguntarme por los preparativos de la boda y está muy ilusionada. La fecha ya está casi confirmada y este sábado vamos a ir a concretar los detalles. Mario y la tía Ana también vendrán con nosotras.
Hemos elegido el pueblo de la familia de mi abuela para casarnos. La casa de mis bisabuelos todavía existe, la tía Ana se ha encargado de mantenerla abierta y Mario ha colaborado en las reformas para hacerla más comoda. El tío Alfonso solía ir a ella hasta poco antes de su muerte.
Seguramente la fecha sea el 23 de marzo en los salones del Ayuntamiento; a nosotras nos hubiera gustado el 21 pero al ser domingo no es posible. Tengo que regresar al trabajo, por la noche sigo.

Ahora son las 9.30 de la noche y acabamos de cenar, Teresita ha estado hablando un rato con mi madre. Tenía que contarle todo sobre la charla de  “el mejor detective-comisario de Madrid”. Estoy segura de que, cuando mi madre esté en Madrid, se van a pasar buenos ratos hablando de los abuelos y de sus tiempos. A Teresita le gusta oir hablar del pasado, del pasado sin móviles ni consolas de videojuego o cámaras web para ver a su abuela a miles de kilómetros. Realmente le fascina todo lo que tenga que ver con sus yayos y a mi madre le encanta contar lo que a ella le contaron. Menos mal que ya duerme porque no ha cesado de hablar en toda la tarde y durante la cena.

Cuando he ido esta tarde a por ella me he emocionado al verla, estaba radiante, salía con la melena alborotada, arrebatada, el abrigo sin cerrar y con una amplia sonrisa, la misma que mi abuelo, llevando las fotos que Mario le había dado en la mano, enarbolándolas como si fuesen un estandarte: su mejor trofeo. Se me ha tirado a los brazos y ha empezado a hablar sin parar sobre la charla; su profesora me ha dicho que Teresita ha dejado a toda la clase boquiabierta. Ha sabido poner tanto entusiasmo en su relato que todos los niños estaban pendientes de ella, era como si estuviesen reviviendo las historias.

Beatriz, por su parte, también ha llegado a casa radiante. Tenía muchas cosas que contar, ha sido una reunión muy informativa y acogedora. Ha conocido a un historiador que se llama Liberto Ayala Robles, es un hombre ya mayor, más o menos de la edad de Leonor y según Beatriz  lo sorprendente es que su vida también pasa por la plaza de los Frutos y que sabe quién fue Fernando Solis.
A mí el nombre no me dice nada pero llamaré a Leonor para preguntárselo. Beatriz ha quedado con el sr. Ayala mañana para tomar café, yo no puedo ir porque he quedado con la tita. Otra vez será.

25

12 de febrero 2010  Son las 10 de la noche, Beatriz está hablando con una prima de su padre que vive en Bélgica. La familia paterna de Beatriz es de origen belga. El abuelo de Beatriz, Alex van den Berg trabajaba para la compañía petroquímica  Royal Dutch S. y en 1953 fue destinado a la Antillas Holandesas para luego pasar a Venezuela, donde trabajó como ingeniero en uno de los pozos de petróleo, allí conoció a la abuela de Beatriz y allí se quedó. Afortunadamente nunca perdieron el contacto con su familia europea.
Beatriz les ha invitado a nuestra boda y van a venir. También tenemos pensado en ir a Baarle-Hertog, la ciudad que vió nacer a su abuelo; por lo que dice Beatriz es una ciudad muy particular, la ciudad de Baarle tiene dos ayuntamientos: Baarle-Nasau que pertenece a Holanda y Baarle-Hertog que pertenece a Bélgica. Dice que su abuelo contaba que su casa tenía la cocina en Holanda y el salón en Bélgica. No me lo puedo imaginar y quiero comprobarlo.

La tarde con la tía se pasó volando, estuvimos hablando de los preparativos de la boda, de mi madre y de Mario. La tía y Mario se han ocupado de la casa de Buitrago pero entre ellos dos nunca ha habido muy buen rollo, se toleran por el cariño que tienen a mi familia, si no fuera por eso creo que Mario pasaría de la tía.
A Mario no le ha hecho gracia el ofrecimiento de la tita a mi madre, ha sugerido que mi madre se quedase a vivir con ella. Sinceramente a mí tampoco me ha gustado, yo prefiero que se aloje con nosotros los primeros días y que luego ella decida.
Le pregunté a la tía si conocía al sr. Ayala pero ella no lo recordaba. Me podría haber ahorrado la pregunta, al llegar a casa Beatriz me ha contado toda o casi toda la conversación que ha mantenido con el sr. Ayala.

Según Beatriz, los padres de sr. Ayala se llamaban Andrea y  Antonio. 
Andrea nació en la plaza de los Frutos, en la misma casa que vivieron mis abuelos y pertenecía a una familia acomodada. Desde muy pequeña estuvo muy unida a su vecino Antonio, de origen humilde, y con quien se casaría durante la república.
Este matrimonio, al igual que el de muchas otras personas, sería anulado posteriormente, al acabar la guerra civil.
Su madre se casó después, por presión familiar, con Mario Ayala y dio su apellido a Liberto. Vivieron con la familia de Andrea hasta que ella, por razones políticas, se marchó a Francia con Antonio y con él. Liberto siempre ha sabido que tenía dos papas: papá Mario y papá Antonio.
Andrea y Antonio pertenecían al partido comunista y allí estuvieron algo más de un año hasta que el partido envió a Andrea a Madrid para liberar a Fernando que había sido arrestado por la secreta.
El destino quiso que Andrea volviese a ver a su ex marido en una fiesta y no pudo evitar que Mario intentase ayudar. Los padres de Leonor también tuvieron oportunidad de volver a ver Andrea, Marcelino también ayudó en lo que pudo.
Mario visitó a Fernando en calidad de abogado en la cárcel y se entrevistó con Alicia y Álvaro, pero no pudieron conseguir nada.
Cuando el plan para rescatar a Fernando fracasó Andrea fue arrestada y poco después fusilada.
Mario fue también detenido pero su contactos entre la nobleza dieron sus frutos y al final le dejaron en libertad.
Cuando salió de la cárcel fue a Francia a buscar a Liberto, Andrea se lo había pedido ya que ella y Antonio se habían separado. Mario nunca pudo recuperar el cuerpo de Andrea, al igual que Alicia el de Fernando.
Pero Mario sí pudo hacer llegar a Alicia las últimas palabras de Fernando, él fue uno de los últimos en verle con vida.

Beatriz tiene cada vez más interés en saber todo sobre Fernando Solis, más ahora que su hermano le ha confirmado que Francisco Solis, el joven que conoció el abuelo materno de Beatriz en la pensión que regentaba en Caracas, y Fernando eran en efecto primos hermanos.
Una vez más la Plaza de los Frutos y su gente nos recuerdan una época en la que un amor tuvo que dar paso a otro amor, una época en la que su gente no se resignó a las consignas del regimen, que luchó pagándolo con sus vidas por sus ideas y la libertad.



26


15 de febrero 2010, son las 3 de la tarde y Teresita está  hoy en casa, los profesores de infantil y primaria se han declarado en huelga. He pedido la tarde libre para quedarme con ella, Beatriz tiene otro compromiso y Mario tampoco se podía hacer cargo. La tía dijo que se la llevaramos pero ella tiene que descansar de la paliza que se ha pegado de este fin de semana en el pueblo.

El sábado fuimos todos a Buitrago, estuvimos hablando con el alcalde y ya está todo confirmado. Nos casamos el 23 de marzo a las 11 de la mañana en el salón de plenos del ayuntamiento. Los testigos serán mi madre, mi tía Ana y Mario. No es habitual tener tres testigos pero lo que no consiga la tia Ana no lo consigue nadie.
Hemos reservado el salón de un hotel rural en el mismo pueblo para la comida y algunas habitaciones para los invitados.
Queremos una ceremonia sencilla e íntima. Unos pocos amigos, los familares de Beatriz y su editor, algunos compañeros, nuestra familia de la plaza de los Frutos y del colegio de Teresita sus dos amigas y Javier con sus padres.
Serafín se ha ofrecido para hacer el reportaje de la boda. Leonor ya me ha advertido de que ella tiene guardado el lazo azul que llevó ella cosido al forro del vestido y que me lo quiere regalar.

Pasamos la mañana del domingo visitando su castillo, las murallas y paseando por el paseo que hay a los pies del castillo junto al río Lozoya. Después fuimos a comer a un restaurante de un pueblo vecino desde donde se podía contemplar la sierra de Somosierra. La verdad es que el valle del Lozoya es muy bonito y el lugar me encanta.

Al volver del restaurante fuímos al cementerio, mi bisabuelo Pascual descansa allí.
Es muy poco lo que sé de él, casi nada, de una forma u otra ni mi bisabuela ni mi abuela hablaban mucho de él. Simón sí le mencionaba de vez en cuando, decía que siempre estaría en deuda con Pascual.
Los recuerdos de mi abuela junto a su padre son los recuerdos del tiempo que vivieron en la plaza de los Frutos y el destino, una vez más, se interpuso en su camino. La decisión de mi bisabuelo de alejarse de mi bisabuela Carmen, para no atormentarle más con sus enfermizos celos, quedó truncada junto con el viaje a Venezuela. Simón no tuvo problemas con sus documentos, pero Pascual sí con los suyos y mi abuelo recibió la orden de detener a Pascual García: su futuro suegro. 
Mi bisabuelo se presentó en comisaria, a pesar de que mi abuelo le había dejado un margen de tiempo para que se fuera de Madrid, pero Pacual prefirió entregarse y mi abuelo lo pasó muy mal. Debía cumplir con su deber como comisario pero no podía hacerle eso a su novia, a mi familia. La eterna disyuntiva del abuelo Héctor ha sido siempre: obrar según su sentido de la justicia y de lo que es justo o cumplir lo que dice la ley. En este caso además  sus sentimientos personales estaban de por medio. Tampoco sería la primera vez que esto pasaría.
 Al abuelo no le quedó más remedio que entregar a los guardias a su futuro suegro para que se lo llevaran a la cárcel.

Teresita no vino al cementerio, se quedó con Beatriz en la casa que hoy es oficialmente de mi madre pero que ella no conce, sólo por la fotos que le ha mandado Mario, pero que pronto conocerá y estoy segura que le gustará mucho así como el lugar.
Cuando regresamos del cementerio nos volvimos a Madrid. La tía estaba cansada, el día había sido largo para ella pero todo había salido como ella lo había planeado.

27

18 de febrero de 2010  son las 11 de la mañana y hoy es domingo. Ayer tuvo lugar la cena que la editorial ofrecía en honor de Beatriz.
Teresita se quedó a dormir en casa de su amiga Marylén y tenemos que ir luego a por ella.
Es la primera vez que duerme fuera de casa y tengo que confesar que durante la cena estuve pendiente del teléfono por si tenía que salir corriendo e ir a buscarla. Llamé dos veces a la madre de Marylén para preguntar si toda iba bien, menos mal que no se enfadó porque la verdad es que fui un poco pesada.
A la cena estaban invitados también la tía Ana, Mario, Serafín y Leonor. El sr. Ayala era uno de los asistentes así que por fin pude conocerle. Leonor no lo conocía, al menos no se acordaba de él, pero si que había oído a hablar a sus padres de Andrea, de Antonio y de Mario Ayala.
Antonio fue uno de los mejores amigos de su padre junto con Andrea.  Liberto Ayala y Leonor aprovecharon la ocasión para intercambiar recuerdos.

Beatriz estaba contenta y muy tranquila durante la cena,  no sé de que material está hecha porque casi nunca se pone nerviosa ni muestra sus inseguridades, por un lado es muy apasionada como todos los caribeños y por otro es muy comedida y a veces me desconcierta. La tía Ana siempre dice que Beatriz sabe muy bien lo que hace y que no me preocupe tanto, tendré que hacerle caso aunque va a ser difícil.

La mayoría de los invitados estaban relacionados con el mundo de las letras y el de la historia.
También había periodistas y uno en particular se interesó mucho por Beatriz. Quería saber por qué una venezolana había escrito una novela basada en la izquierda española y si el título de la novela no tenía un significado doble. Beatriz le respondió que no era el momento ni el lugar, que el lunes 19 estaría encantada de contestar a todas las preguntas de los medios de comunicación. La tía Ana que estaba cerca de Beatriz, al oir el  nombre del periodista, miró  de una forma extraña. Entonces, noté un ligero sobresalto en el rostro de la tita y Mario debió verlo también porque se llevó rápidamente al periodista al otro lado de la sala.
La tía sólo le dijo a Beatriz que tuviese cuidado el lunes con él, que fuese amable pero prudente con sus respuestas y que se negara a contestar preguntas personales.
Adolfo Dominguez Carmona, así se llama el periodista y crítico literario de una revista de ámbito nacional que incomodó a la tita. Naturalmente le preguntamos el porqué de sus palabras y nos respondió que no se fía de nadie que se llame Adolfo y si además uno de sus apellidos es Carmona menos aún. No nos quiso contar más, pero nosotras sospechamos que hay algo que no sabemos pero que puede ser utilizado contra nosotras.

Mario por su parte nos aconsejó lo mismo y añadió que ya hablaríamos del tema.
Mi curiosidad me estaba matando así que decidí preguntar a Leonor si por la plaza pasó alguna vez alguien que se llamase Carmona. Leonor había oído hablar de un periodista que se llamaba así y que casi nunca habló bien del tío Alfonso.
Su padre y su abuelo guardaron las cosas de la peña de boxeo que hicieron para apoyar al tío en una caja. Ella la tiene todavía y me prometió mirar a ver si entre las fotos había algún artículo firmado por Carmona.
Leonor me ha llamado hace un rato y me ha preguntado si puedo pasarme por su casa, quiere darme la caja, he quedado en hacerlo cuando vaya a recoger a Teresita.

Ojalá salga mañana todo bien. La presentación es a las 12 del mediodía en los salones de un hotel de la Gran Vía.
Mi madre llamará esta tarde para desarle suerte y éxito. La tía y Mario estarán presentes y Serafín, que quiere hacer su propio reportaje, pero no para la prensa, sino sólo para nosotras.
Cada vez estoy más contenta de poder contar con Leonor y Serafín, tengo la sensación de conocerles de toda la vida y la seguridad de poder confiar en ellos.

No puedo entretenerme más, voy a buscar a Teresita y a pasarme por casa de Leonor.


28


21 de febrero 2010 son las 10 de la noche. Hace dos días que Beatriz presentó su primera novela y han pasado muchas horas desde entonces. No he tenido tiempo para escribir y tengo mucho que contar, será mejor que empiece por la presentación.
Todo salió muy bien, se puede decir que fue un éxito y la prensa, en su sección cultural, menciona la novela, alaba a la autora y las críticas son buenas.
Tenía tanto miedo de que pasara algo, de que el tal Domínguez Carmona le estropease el día a Beatriz, que estaba deseando que todo acabara cuanto antes. Menos mal que Mario me calmó y al final pude disfrutar del acto.
Nuestra autora se mantuvo todo el rato tranquila, relajada y sonriente. Disfrutó de su momento y salió más que airosa de todas las preguntas que le hicieron. Dominguez Carmona no hizo ninguna pregunta comprometedora.
Ahora ya sé por qué hoy ha llamado para pedir una exclusiva para su revista y Beatriz le ha remitido a su representante.
La tía Ana, y también es casualidad, conoce a su representante desde hace tiempo. Se llama Marcos Gómez y es un hombre de plena confianza dice la tía, Beatriz está de acuerdo.
Yo por mi parte he llamado a Mario para quedar mañana, necesito saber más de este Carmona junior.
Marío ya está investigando y seguro que mañana me puede contar algo de este periodista cuyo tío le hizo la vida imposible a mi tío desde el primer encuentro.
Serafín también se ha puesto a recabar información entre los periodistas de la agencia de prensa para la que trabajó varios años.

Cuando fui a casa de Leonor a recoger la caja no pude hablar mucho del tema con ella, no obstante, antes de irme me advirtió de que no me iban a gustar los artículos de Adolfo Carmona y me dijo que había una foto con Rosa.
Por la noche, cuando Teresita ya dormía, Beatriz y yo abrimos la caja, había de todo: camisetas pintadas a mano con el nombre del tío, una pancarta de apoyo, que un día colgara Pelayo y Marcelino a las puertas del Asturiano, fotos firmadas por el tío, varios recortes de periódico y una revista deportiva con el tío en la portada.
Los artículos eran de Adolfo Carmona, debió de ser el único periodista deportivo de la época y no me extraña que se le temiera.
En uno de los artículos se recordaba que mi bisabuelo estaba preso por haber reicindido.
En otro artículos se recrea con una pelea que tuvo el tito en la puerta del teatro con otro boxeador, el mismo que luego le arrebataría el título. El último artículo que Carmona escribió, poco después de que el tío hubiese perdido el campeonato, era el más feroz de todos ellos.
Por fín veía a Rosa, la gran incognita para mí, la persona que pertubó la relación de mi abuela con la tía. Rosa besaba a mi tío en una foto publicada junto con un artículo.
Según Leonor, la tal Rosa, triunfó como actriz y en 1953 se marchó a Argentina a probar fortuna.


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22 de febrero 2010 son las 8 de la tarde, Serafín está con nosotras, nos ha traído el reportaje gráfico del gran día de Beatriz y nos encanta. El también ha estado haciendo averiguaciones sobre el peridista salido de la nada.
Adolfo Domínguez Carmona lleva poco tiempo en Madrid. Es profesor de literatura en la Universidad de Jaén y alterna sus clases con comentarios literarios en diferentes revistas regionales de poca tirada. La revista literaria de ámbito nacional para la que trabaja tiene una muy buena reputación, escribe para ella desde no hace mucho y como freelance.
Se dice que ha heredado de un tío suyo unos cuantos bienes y que ha pedido la excedencia en Jaén porque necesitaba un cambio.

Dentro de una hora vendrá Mario, ahora hay que hacer la cena y procurar que Teresita se acueste pronto. Mañana tengo que ver a la tía porque tenemos que hablar. Yo no estoy tranquila. Ha llamado Marcos, el representante de Beatriz y quiere que quedemos con Carmona este sábado pero yo prefiero consultarlo primero con Mario y con la tía. Tengo un presentimiento y no puedo controlar mi rabia; todo iba tan fantásticamente bien y temo que este tipo nos pueda jugar una mala pasada, justamente ahora, cuando falta tan poco para que venga mamá y se acerca la fecha de nuestra boda, También me sulfura la idea de que quizá Beatriz se vea perjudicada. Es su primera novela y todos dicen que tiene mucho futuro como novelista, no quiero que ella pague el pato de cosas que hayan podido pasar en mi familia hace años.

Después de cenar, mientras Beatriz preparaba café y Serafín leía un cuento a Teresita, le enseñé a Mario los artículos y le pedí que me contara algo de este periodista de los años 50.
Mario reeleyó los recortes de periódico y se quedó con el último en la mano.
Cuando Beatriz y Serafín se unieron a nosotros Mario comenzó a contar una historia, la historia de un baúl que su padre un día heredara y que cambiara la vida de Carmona.       
La tita le había encargado a mi abuelo que investigase la vida de Adolfo Carmona pero ni mi abuelo ni el padre de Mario pudieron encontrar nada. Carmona era un periodista que llevaba una vida muy discreta y no había indicio de que estuviese metido en ningún caso de dudosa reputación. El baúl del tío de Bonilla obraría el milagro.
Su padre comenzó sin gran interés a revisar el polvoriento baúl, a primera vista no había nada que llamase la atención, salvo los dos soldaditos de plomo que se llevó al despacho y regaló a mi abuelo.
(Yo recuerdo esos soldaditos y creo que mi madre todavía los guarda, se fueron junto con mi abuelo y encontraron un lugar de honor en Venezuela, en su despacho de la Barcelona bañada por el Mar del Caribe. Los soldaditos eran más que soldaditos para mi abuelo, eran Bonilla, él y sus casos de Madrid).

Sea como fuere, Bonilla sin saberlo, descubrió un doble fondo en el baúl:  allí guardaba su tío su doble vida. Había muchas películas no aptas para menores y entre ellas una muy especial, una peli con un jovencísimo Adolfo Carmona como segundo protagonista.
La película les vino de maravilla, al fín tenían algo contra Carmona y la tía no dudo en utilizarlo.
La tía Ana hizo venir a Carmona a su despacho y allí mismo, sin preámbulo alguno y sin sonrojarse le proyectó la película.
Carmona aceptó las condiciones de la tía, abandonó Madrid y dejó a la familia en paz. La película, de contenido calificable de porno, hubiese puesto en verdadero aprieto a varias personas. La tita, según Mario, conserva aún la pelicula original y el video que unos expertos han hecho de la película. Ni el tito ni mi abuela supieron nunca nada de esto.

Me parece todo una casualidad demasiado causal, llegamos nosotras a Madrid y llega Carmona junior también a Madrid. ¿¿Y cuándo llega?? Justo unos días después de que  una revista de sociedad publicase el reportaje de la subasta y en una foto se me viera a mí con la tita. Al pie de la foto se leía: Doña Ana Rivas con su sobrina Carmen Fernández Perea.

Se ha hecho ya muy tarde, me he olvidado del reloj pero ya es hora de irse a la cama, son casi  las 3 de la madrugada y el despertador sonará dentro de 4 horas.


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