jueves, 6 de septiembre de 2012

La sorpresa de Aurelia. Parte 15


Prisas y despistes en Madrid


A bordo de un avión de una compañía alemana Héctor lee la prensa de este miércoles 14 de enero, a su lado su socio, mejor amigo, hermano pequeño, fiel escudero y avalista : Inocencio Bonilla , como reza en su pasaporte.
 Pasaporte lleno de sellos de entrada y salida de diferentes países en Europa y fuera de ella, muy diferente al pasaporte de Héctor que conoció su primer sello en Orly cuando volaron para sorprender a Aurelia. Al sello de salida de hoy se unirá dentro de 3 horas la entrada a Hannover.




Poco después de que el piloto dijera que se podían desabrochar los cinturones y que furmar estaba permitido las azafatas recorren el pasillo sirviendo el desayuno; cuando les llega el turno a la fila de asientos donde los detectives se encuentran, Héctor toma la taza de café y justo cuando va beber el avión entra en una zona de turbulencias derramando, sin querer, parte del contenido sobre la manga de su camisa.




-       Joder, podían avisar – comenta Héctor un tanto cabreado – ¿A dónde voy yo con esta mancha?.
-       Tranquilo Héctor , con la chaqueta no se te ve y tenemos tiempo de comprar otra en el aeropuerto.
-       Tú como siempre, soluciones para todo ¡qué vida más sencilla que tienes!
-       La misma que tú podrías tener si no te tomaras todo tan a pecho como lo de María por ejemplo.
-       Cómo se nota que no tienes una hija y ya sé que me pasé pero, me hubiera gustado que se fijara en los chicos cuando fuese un poco más mayor, no ahora. ¡Ay que joderse con el mosquita muerta del hermano de Suzanne! Pedirme permiso para llevar María al cine como si ya tuvieran 18 años ¡ni soñarlo!..espero que María quiera hablar conmigo cuando llame esta noche.
-       No le des más vueltas,  hoy le gusta Tim y mañana le puede gustar otro.
-       Sí, pero es que hoy a Tim le gusta María y eso a mi no me gusta.
-       El chico no está mal, Matilde lo dice también, es muy simpático y a sus 14 años muy educado como has visto al pedirte permiso pero, mira, en eso te doy la razón, es muy pequeña para ir sola al cine con un chico pero podías haber sido más inteligente.
-       ¿Cómo? A ver, dímelo tu, sabelotodo.
-       Podías haber propuesto que hubieran ido todos, quiero decir que su hermana Suzanne les hubiese acompañado además de Clara e Irene y de paso, como la peli era tolerada que los chicos hubieran ido también...te hubieras ahorrado el enfado de María. Menos mal que sus padres no han intervenido, ahora que vamos a colaborar con la embajada en un caso es mejor no tener problemas “familiares”.
-       ¿Sabes que a veces eres un verdadero cabrón? Yo preocupado y tu tomándome el pelo con lo de problemas familiares además, eso de trabajar de incógnito extra-oficialmente para la embajada no me hace nada de gracia. Ellos tienen sus propios detectives, la cía y demás. Nosotros no pintamos nada.
-       Sí pero se trata de una chica española de Torrejón, que va a contraer matrimonio con un soldado de la base. Al casarse será americana automáticamente. El servicio de inmigración de la embajada quiere asegurarse que no es un caso de matrimonio de conveniencia,.
 Ahí si entramos nosotros y a mi me gustan los trabajos de undercover.
-       Bonilla, yo no me opongo a que tu aceptes el caso pero en este momento, si no te importa, lo llevas tu solo al menos que cambie de opinión.
-       Héctor tú siempre igual, en tu etapa mala sólo veías tinieblas  y en tu etapa más feliz comienzas a ver nubarrones negros ante de tiempo..!respira hombre! Confía en Asunción, ella no le ha dado tanta importancia, créeme es lo mejor.
-       Dejemos el tema por favor y no me lo vuelvas a recordar en estos días.    Cuando estemos llegando me avisas, voy a dormirme un rato.

Mientras el vuelo sigue su curso en la redacción de" A media voz  '' hace su entrada Aurelia con una carpeta en la mano. Se la nota cansada pero la sonrisa no se ha borrado de su cara y Asunción sale a su encuentro.



-       ¿Por qué has venido? – la pregunta - ¿No habíamos quedado en que Matilde se acercaría a por tus artículos?
-       ¡Buenos días Asunción! – contesta Aurelia tranquila y sonriente. Matilde ha venido pero la he convencido para que me acercara a mi con los artículos. Tenia ganas de venir ¿crees que la redactora jefa me perdonará no haberla hecho caso?
-       Anda, déjame ver esos artículos y te llevo a casa cuanto antes.  ¿No estás cansada hoy?  
-       Para nada, me he levantado con unas ganas de limpiar y de hacer cosas que no sabes tú bien. Mientras esperaba a Matilde me he puesto a ordenar los armarios de la cocina y justo cuando iba a empezar con el armario de Clara ha llegado Matilde.
-       ¡Gracias a Dios! Aurelia ¿sabes como le llaman eso que te está pasando?
-       Ya lo he pensado “el síndrome del nido””, escribí sobre él pero no te preocupes, no creo que me ponga de parto hoy.

Asunción se pone a revisar lo que ha traído Aurelia y se lo lleva a Julio, a los dos les parece que son muy buenos, como todo lo que Aurelia escribe últimamente y que tanto gusta a sus lectoras. Julio le pide a Aurelia por el interfono que pase a su despacho, quiere felicitarla una vez más y prohibírla que vuelva a poner un pie en la redacción hasta que de a luz.
Cuando Aurelia entra en el despacho Julio no se atreve a ejercer su veto de jefe al tenerla delante,  en su lugar la felicita y le enseña el montón de cartas que han llegado para ella.

-       Como verás las lectoras comen de tu mano y nosotros estamos la mar de contentos con tu éxito, la revista está vendiéndose como nunca. Tu estilo directo, sencillo y sincero gusta mucho.
-       Gracias Julio, espero poder seguir escribiendo después del parto. Ya he pensado escribir sobre mi experiencia si no te parece mal.
-       Eso ya lo hablaremos cuando llegue el momento – contesta Julio sonriendo- ahora quiero que descanses y te prepares bien para lo que te espera, si uno ya es trabajo dos ni quiero imaginarlo.

Aurelia va a contestar cuando nota que está empezando a mojarse y mira a Asunción que también ve como el parquet se está mojando.

-       Creo que he roto aguas – dice Aurelia como si tal cosa.

De repente cunde el pánico, Julio quiere llamar a una ambulancia pero Asunción dice que es mejor llevarla directamente a la clínica, que ella la lleva y encarga a Julio que avise a Gustavo y a la clínica.
Un compañero ayuda a Aurelia a bajar las escaleras como puede y Asunción sale disparada en su coche dirección a la clínica San José. La maletita que Aurelia había dejado en la redacción con la ropa que iba a necesitar queda olvidada con las prisas, pero ese olvido no será el único de la mañana.
 Asunción conduce como una maniática hasta que se da cuenta, en la glorieta de Ruiz de Alda , que el seisciento se queda sin gasolina, sabe que la calle Cartagena ya no está lejos y en silencio reza para que puedan llegar a ella aunque sea con la última gota mientras Aurelia, en el asiento trasero sujeta su vientre con las manos y al sentir una contracción entre ”puf y puf “ dice:  

-       Asun que no puedo más, las contracciones ya vienen y tengo ganas de empujar y... ¿qué coño le pasa a tu coche que cada vez va más lento?
-       No pasa nada Aurelia, tranquila, respira hondo, toma aire y suéltalo..como has aprendido en las clases y por favor no empujes que ya llegamos.

Minutos más tarde el coche entra en la calle Cartagena  gracias a la última gota de gasolina y lo deja en la puerta de la clínica sin fijarse en la señal que tiene delante.
Gustavo las ve venir y va a su encuentro , bolsa en mano, nervioso perdido pero aliviado por haber llegado a tiempo.
 La entrada  en la clínica es rápida, Asun les sigue y toma la bolsa de Gustavo, en recepción la indican donde puede esperar mientras Gustavo sigue a Aurelia a quien han sentado en una silla de ruedas..

En la redacción Julio se da cuenta que la maletita se ha quedado olvidada y sale pitando para la calle donde para un taxi. En veinte minutos ya está en la clínica y sube a la planta en la que está Asunción.

En la sala de espera Asunción pasea nerviosa de un lado para otro y por primera vez en su vida tiene ganas de fumar un cigarrillo.
Sabe que tendría que llamar a su madre y sobre todo a Matilde para que se haga cargo de los niños pero no se atreve a salir al pasillo donde ha visto un teléfono público y cuando ve a Julio entrar corre hacia él y  se ríe al ver la maletita que trae consigo.

-       Bueno, ahora no se podrá quejar por ropa – comenta Asunción – no sabes cuanto me alegro de verte Julio. Esto de esperar es nuevo para mi, ahora entiendo por lo que ha pasado Héctor.
-       Más nuevo es para mi, nunca he estado en una sala de maternidad  pero de aqui no me muevo hasta que no salga Gustavo con sus hijos.
-       No creo que salga con ello Julio – dice Asun-  son prematuros y seguro que van directos a una incubadora pero si nos puede contar como ha ido. Voy al pasillo a llamar a mi madre y a Matilde.
-       No es necesario Asunción, ya lo he hecho yo. Matilde se queda con Clara esta noche , tu padre va a ir a casa del padre de Aurelia para hacerle compañía y tu madre recogerá a Daniel y a las chicas en un taxi.
-       Julio eres un sol, no sabe tu amigo lo que se pierde si te deja escapar – dice Asunción dándole un fuerte beso en la mejilla y al verle sacar un cigarrillo le pide uno.
-       Asun tu no fumas ¿estás segura?
-       Y tan seguro, ahora mismo sería capaz hasta de tomarme un güisqui puro.
-       Hala, ya hablas hasta como tu marido, qué exagerada eres.
-       Todo se pega en esta vida – dice Asunción tosiendo al tragarse el humo como buena novata.
-       Cuídado Asunción, no des caladas tan profundas, mejor tira el cigarrillo.
-       Sí quizá sea lo mejor pero entonces me muerdo las uñas – contesta pero sin tirar el cigarrillo.




 A varios kilómetros de Madrid Héctor y Bonilla abandonan el aeropuerto de Hannover, en un coche de alquiler, después de comprar una camisa nueva que Héctor se pone en el servicio.
Bonilla ha cambiado de opinión a última hora y decide que es mejor recorrer en coche los casi cien kilómetros que hay hasta Wolfsburg.  A mitad de camino paran para comer algo y entrar al servicio.

-       Bonilla ¿estás seguro que a la dos de la tarde podemos comer algo en un restaurante? Según Asunción la hora de comer al medio día en este país es entre las doce y la una.
-       En los restaurantes de carretera siempre se puede comer algo, aunque sea una salchicha con mostaza o con curry acompañada de patatas fritas.
-       ¿Con qué? la mostaza lo conozco pero lo otro ¿qué coño es?
-       Es una salsa muy popular en Alemanía, yo te la recomiendo pero si no te atreves con algo nuevo la puedes tomar con mostaza o sin salsa, al natural.
-       Lo dejo a tu elección, mientras tu pides la comida yo voy a intentar llamar a la redacción.

Bonilla toma asiento en una mesa y en seguida se acerca una camarera, mientras él pide “zwei currywurst mit pommes”, una cerveza pequeña para Héctor y agua con gas para él, Héctor se dirige al teléfono que ha visto pero que no entiende como funciona y vuelve a la mesa malhumorado.

-       ¡Se puede saber cómo se pide una ficha en alemán!.
-       Münze pero no creo que te sirva de mucho . Seguramente habrá que echar un marco, no creo que funcione con fichas y habrá que marcar el prefijo de España o pedir una conferencia.
-       Pues si hay que pedir conferencia mejor nos esperamos al hotel.
-       Exactamente socio, degusta tu sabrosa comida y alegra ese ánimo, cualquiera diría que te llevo al matadero.
-       Lo siento, tú no tienes la culpa de nada pero hasta que no hable con María y compruebe que no está enfadad y Asunción lo mismo no me voy a relajar.
-       Sólo a ti se te ocurre montar una gresca un día antes de viajar. ¿vas a disculparte con las dos?
-       Bueno, Asunción no estaba tan enfadada por lo que dije pero si por cómo lo dije y ya me he disculpado con ella esta mañana. María era la que no quería darme un beso y no la culpo, es la primera vez que me ha oído levantar la voz y sí, la voy a pedir perdón aunque sigo opinando lo mismo, es demasiado pequeña para ir al cine sola con un chico por mucho que conozcamos a su familia, que yo realmente no conozco tanto.
-       Eso está bien, hay que saber reconocer nuestras faltas como padres y creo que María lo entenderá si se lo explicas pausadamente y la pides perdón.
-       ¡Joder con la cerveza alemana! – dice Héctor probando el medio litro de jarra que le han puesto delante y continua – además de cantidad está rica, rica y la salchicha con el curry se puede comer pero donde esté un bocadillo de jamón serrano , que se quiten las salchichas alemanas – ríe Héctor un poco más relajado.
-       Tienen fama de tener buena cerveza y cada ciudad tiene su propia marca y la comida es buena aunque a nosotros nos gusten otras cosas.

Después de pagar y hacer una visita a los servicios reanudan su viaje, mientras en Madrid, en la sala de espera Asun y Julio siguen de los nervios.

-       ¿Por qué tardan tanto?, ya llevan una hora por lo menos – pregunta Julio
-       No lo sé Julio, con Daniel también tardé en alcanzar los 10 centímetros de dilatación, a lo mejor a ella también le está pasando.
-       Pero Daniel era muy grande y estos, como tu dices son prematuros, no pueden ser muy grandes.
-       Sí, pero son dos, uno puede nacer muy pronto y el otro tardar más. Si hubiera pasado algo o los niños no vinieran bien y tuvieran que hacer una cesarea ya habría salido Gustavo y sigue dentro.- contesta Asunción.




A las tres en punto de la tarde Gustavo entra en la sala de espera, todavía lleva la bata que le han puesto y el cansancio de la tensión vivida se puede leer en su cara. Emocionadísimo por la experiencia, por el milagro presenciado, no encuentra palabras para contestar a la batería de preguntas que Asunción y Julio le hacen.

-       Todo ha salido bien – comienza diciendo - ha sido muy emocionante ver aparecer a los bebés.. aún estoy temblando pero todo está bien.
Marta ha pesado 2 kilos exactos y mide 42 centímetros y Raúl 2 kilos 200 y mide 46 centímetros.
Marta ha nacido la primera y Raúl 20 minutos más tarde y en seguida han llorado. Me han dejado cortarles el cordón y ponérselos a Aurelia en sus brazos antes de que los lavaran y los llevasen a la incubadora por precaución. Van a estar unos días en observación pero según el médico todo está bien y en cuanto pesen 2.500 gramos nos los podremos llevar a casa.
-       ¿y Aurelia, cómo se encuentra?
-       Bien, cansada como es normal, el parto ha sido largo y las placentas han dado un poco de guerra, casi me hacen salir, se temían que había que operarla porque una no salía entera pero al final, con un último esfuerzo Aurelia la ha expulsado y ahora se la llevan a la habitación para que descanse. Se ha portado como una verdadera jabata, estoy muy orgullosa de ella – y mirando a Asun dice – las mujeres sois más valientes y fuertes que los hombres, os admiro.
-       Gracias Gustavo y ¿cuándo la podemos ver? – pregunta Asunción
-       El horario de visita es de 6 a 8 de la tarde.
-       ¿y tú que tenías que hacer? – pregunta Julio que no se puede imaginar cómo es un parto.
-       Estar con ella, ayudarla con la respiración y secarla los sudores de la cara. La inyección ayuda pero los dolores los tienes igual según me ha dicho. Jamás voy a olvidar este día, jamás – dice Gustavo casi llorando, roto por la emoción y la alegría.
-       ¿Podemos verlos en la incubadora? – pregunta Asunción.
-       A la hora de la visita y através del cristal me han dicho. Perdonad que os deje pero tengo que llevar la bolsa a la habitación. Os veo más tarde.
-       ¡y la maleta! – dicen Julio y Asun al mismo tiempo.

Gustavo se aleja por el pasillo con maleta y bolso en la mano y Asunción sale de la clínica pero antes llaman a Matilde para darle la buena noticia.

-       ¡Qué alegría! – dice Matilde – no sabes la cantidad de tila que he tomado, estaba de los nervios pero ahora mismo llamo al colegio y recojo a todos.
A las seis llevo a Clara a la clínica. ¡ tenemos mellizos en la familia!.
-       Sí, los tenemos, Julio y yo vamos a comer algo y a las cinco me acerco yo a por mis hijos e Irene. Ahora llamo a mi madre y se lo digo, asi no tiene que molestarse ella en tomar un taxi. ¿ Oye ha llamado tu marido por casualidad?
-       No, todavía no.. pero no lo espero hasta las 7 de la tarde y me temo que a esa hora todavía no he vuelto. No te preocupes que esta noche antes de irnos a la cama hablamos con ellos. ¿Sigues enfadada con Héctor?
-       No, ya no tanto, se ha disculpado antes de irse pero María no ha querido darle un beso y se ha ido muy preocupado.
-       ¿Quieres que hable yo con María?
-       Gracias Matilde, si sale el tema sí pero seguro que con el nacimiento de los mellizos se le olvida el enfado.
-       Es posible..bueno te espero a las cinco. Hasta luego

Asunción y Julio salen del hospital y cuando van a coger el coche se acuerda que no tiene gasolina y se lleva una gran sorpresa:  se ha dejado las llaves puestas y el bolso en el asiento contiguo.

-       ¡La leche que me dieron! ¡qué suerte que he tenido!- exclama.
-       Ni que lo digas mujer, ni que lo digas, anda coge las llaves y tu bolso, comprueba que no te falta nada, has tenido suerte que ahí enfrente hay  una comisaria que si no...

Asunción recoge sus cosas y en efecto, nada falta y mientras lo está haciendo se acerca un policía:

-       Señora ¿es usted la dueña de este coche? ¿puede identificarse?
-       Sí, soy la dueña, en mi bolso está mi carné de identidad, el de prensa y el de conducir ¿quiere verlos?
-       Sí y los papeles del coche también

El policia mira los papeles, comprueba la matrícula y se los devuelve.

-       Asi que usted es Asunción Muñoz , la  de "A media voz " ¿no será la nueva esposa del ex comisario Perea , digo del detective Perea, verdad?
-       Sí, lo soy ..¿pero qué es lo que hecho para pasar este control?- contesta un poco molesta por la pregunta.
-       Dejarse todas las cosas en el coche ¿le parece poco? Menos mal que un agente vio que los ocupantes entraban en la clínica y se dejaban las puertas abiertas. Nos ha tenido toda la mañana y parte de la tarde vigilando su coche.
-       ¡Cielos! No sabe como se lo agradezco y les pido mil disculpas, no volverá a pasarme.
-       Eso espero y por favor retire el coche que está mal aparcado.
-       ¡No puede ser! ¡Ay cielos! ¡qué más quisiera yo!...no puedo, no tengo gasolina- dice Asunción muerta de vergüenza.
-       En eso caso sintiéndole mucho tendremos que llamar a una grúa.
-       No por favor, déjeme llamar al Inspector Vallejo, el puede traerme una lata de gasolina y..
-       Está bien- contesta el policía que encuentra la situación bastante cómica - acompáñeme a comisaria.

Julio , que no ha dicho ni una palabra y que no se siente cómodo entre policias, se propone a acompañar a Asunción cuando ésta le dice:

-       Julio vete tú a comer, no es necesario que por mi mala cabeza te mueras de hambre. Nos vemos mañana en la revista y gracias por acompañarme.
-       Como quieras y suerte con Vallejo.

Una hora más tarde Vallejo y Asunción comen unos bocadillo en una cafetería de la Avenida de América. El coche ya tiene gasolina y está bien aparcado pero Asun no puede evitar que Vallejo se divierta con su aventura y la tome el pelo.

-       ¡Mujeres! Tan independientes que queréis ser y al final siempre necesitáis un hombre que os saque de los atolladeros en los que os metéis.

Asunción hace ademán de querer responder pero se lo piensa mejor y no se da por aludida. Termina su bebida, deja el importe de las consumiciones sobre la mesa y le dice a Vallejo:

-       Gracias Vallejos por la ayuda pero me voy volando que tengo que recoger a mis hijos.
-       De nada hija, de nada pero recoge tu dinero que pago yo.

Asunción sigue su camino sin hacerle caso y ya en la calle le dice adiós con la mano.
En el coche se ríe ella sola recordando todo lo que la ha pasado y teme que a Héctor la llamada le va a salir cara con todo lo que tiene que contarle.


fin
























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