domingo, 5 de diciembre de 2010

Madrid, mayo del 68 Capítulos XV y XVI

Capítulo XV

Sandra pasea por el Retiro en esta mañana de sábado 8 de junio; hace dos días que ha llegado a Madrid y han sido dos días intensos, cargados de noticias internacionales, nacionales y personales que no le han dejado indiferente.
La muerte de Bob Kennedy le ha afectado personalmente, ya que a Ramón le acaban de mandar a Estados Unidos y apenas han estado dos días juntos en Madrid.
Son las once de la mañana y ya hay muchos niños jugando, mirando los patos, algunos patinando, otros montando en bicicleta y aquí y allá se ve a matrimonios jóvenes empujando el cochecito de sus hijos recién nacidos que hacen su primer paseo. Sandra se lleva la mano a su vientre, piensa en el hijo que espera e intenta imaginarse a Ramón y a ella  por el mismo paseo, pero las imágenes no se reproducen en su mente. En su lugar, y de forma muy nítida, ve a su padre empujando la sillita  en la que la sacaba a pasear por este mismo paseo del Retiro y se sentaba en una de las terrazas y eso hace ella también, aunque no está segura de que sea la misma. Ésta también mira al estanque y hay abuelos con nietos y padres con bebés. El camarero se acerca y ella pide un té; desde ayer por la tarde se siente incómoda, no lo puede evitar y no tiene ganas de hablar con nadie, ni con su padre que la vio regresar y no pudo arracancarle una sonrisa. Las gafas de sol evitan que veamos sus ojos húmedos mientras recuerda cómo empezó todo con una llamada de su madre, a primeras horas de la tarde de ayer...
.- Tenemos que hablar largamente Sandra. ¿Podrías venir esta tarde?

Y ella fue. Ramón se acababa de marchar y su padre le acercó a casa de su madre. Agustín conducía en silencio y dejaba a Sandra hablar de sus cosas.No mencionaba la separación de sus padres e intuía que su madre quizá quisiera hablarle de ello pero no estaba preocupada, sería pasajero –pensaba- hasta ahora las crisis de su madre habían durado una semana como máximo.
.- Cariño, gracias por venir pero lo que tengo que decirte no lo puedo aplazar más- le dijo su madre nada más entrar.

.- Me tienes en ascuas, pero supongo que tendrá que ver con la separación indefinida de papa.
.- Sí, la separación con tu padre es esta vez por tiempo indefinido como tu dices, pero hay otra cosa de la que quiero hablarte, que te confieso que no sé cómo te la vas a tomar y eso me preocupa.
.- Mamá, siéntate por favor y comienza a hablar. Nunca te he visto tan nerviosa y me estás poniendo nerviosa a mí.

Aunque la conversación le resultaba dolorosa, Amanda fue contando paso o paso su historia con Carlos. No omitió detalles, ni de cómo le conoció ni del amor que todavía seguía sintiendo por él ni del cariño que sentía por Agustín, lo buen padre que éste era. A medida que iba hablando el dolor iba perdiendo intensidad y cuando terminó respiró libremente, ¡por fin! Ya no había secretos, ya estaba todo dicho.
Sandra había escuchado la tirada de su madre sin moverse, estaba- recuerda mientras apura su té- paralizada, oía las palabras de su madre, veía sus gestos de pena, de añoranza, de melancolía y una sonrisa al recordar el día en que debió ser concebida pero ella no sentía nada. Estaba presente pero nunca se había sentido tan ausente como en ese momento. Apenas pudo reaccionar cuando su madre le preguntó.
- Sandra, mi amor, ¿no tienes nada que decir?
.- MI pa..dre- dijo titubeando-, mi padre..¿no es mi padre?
.- Tú padre es tu padre y siempre lo será, Sandra, aunque Carlos sea tu padre biológico.
.- ¿Y cómo estás tan segura de que soy su hija?-preguntó con un hilo de voz
.- Porque no hay duda posible. Primero porque cuando nos casamos no hicimos vida marital, tu padre no quería forzarme. Y segundo porque Agustín tuvo una enfermedad de joven que le dejó estéril. Cuando a las pocas semanas de casarnos empecé a sentir molestias y el médico lo confirmó Agustín recibió la noticia como si fuera suyo pero los dos sabíamos que era de Carlos.
.- Y...si Carlos no hubiese resucitado y vuelto a vuestras vidas ¿me lo habríais dicho igualmente?
.- No lo sé, sinceramente no lo sé.Nunca nos lo planteamos...!Sandra! ¿qué haces? ¿te vas ya?, hija hablemos, cuéntame lo que sientes.
.- No sé lo que siento mamá pero no puedo seguir aquí, necesito pensar, ahora soy yo la que necesita la privacidad… Perdona pero me tengo que ir.

Sandra le dio un fugaz beso a su madre, abrió la puerta y bajó las escaleras como si hubiera fuego en la casa, necesitaba salir del edificio cuanto antes y respirar aire fresco...Casi no recuerda Cómo llegó a casa, entró sin saludar a su padre y se encerró en su cuarto, tardó mucho en dormirse y esta mañana se ha levantado antes que su padre y le ha dejado una nota en la mesa de la cocina: “”Voy a dar una vuelta, te quiero papá. Sandra”” y ahora está aquí, en una terraza del Retiro, un poco más calmada que ayer y sin asimilar aún que es fruto de un gran amor pero no del amor entre sus padres,no,! de su madre y Carlos!, el amigo del que su madre sólo habla en momentos especiales, el nombre que su padre menciona con mucho cuidado ...todo empieza a encajar y cada vez se siente más confusa y se hace más preguntas. “”Tengo que regresar a casa- se dice mirando el reloj-, tengo que hablar con mi padre””. Decidida, se levanta y va a pagar; al darse la vuelta se para en seco, delante de  ella está su padre, ha salido a buscarla y entre todas las terrazas del Retiro la ha encontrado.
-¿Qué haces aquí papá? Ya iba para casa.
- Ya ves, yo también tenía necesidad de recordar otros paseos, unos paseos muy especiales con una mocosa  de trenzas rubias y ojos color miel, curiosa como nadie y loca por las barcas del estanque.
- Sí, tienes razón, me acuerdo perfectamente de las rabietas que me cogía si no me dabas un paseo en barca y de las visitas al zoológico.-dice Sandra esbozando una sonrisa.
- Todavía es pronto, te invito a un paseo en barca si te apetece y después vamos a comer a tu restaurante preferido, a menos que ya no te siga gustando.
- Papá, iba a volver a casa para hablar contigo y no me parece que la conversación que vamos a tener la podemos mantener mientras remamos.
- Razón no te falta pero comer tenemos que hacerlo, no he preparado nada y, o encargamos un pollo, o vamos al restaurante. Si hay que hablar, mejor hacerlo comiendo que con el estómago vacío.
- De acuerdo, tu ganas…Vamos al restaurante.

Sandra y Agustín salen del Retiro camino del restaurante preferido de Sandra en la calle Castelló.


Capítulo XVI


Carlos se ha despertado con un tremendo dolor de cabeza.  Anoche bebió demasiado y se acostó muy tarde, los años no pasan en balde -se dice Carlos mirándose al espejo sin reconocer la imagen que ve-.
La dueña de la pensión le acaba de comunicar que Patricia le ha llamado para decirle que tenían el día libre, Carlos le da las gracias y se vuelve a sentar en la cama. El día libre significa que la reunión planeada en las afueras de Madrid ha sido suspendida y que será en el piso de Luchana por la noche. Minutos más tarde se arregla y baja a la calle, se mete en un bar a desayunar y sentado a la barra piensa en Sandra: “ lleva ya dos días en Madrid, ¿cómo estará de ánimos después de la noticia? ¿Cómo estará Amanda?”. Como hombre de acción que es no lo piensa más y pide una ficha para el teléfono.
- Buenos días Amanda, soy Carlos, ¿Qué tal estás?
- Buenos días Carlos !qué casualidad ! Estaba pensando en llamarte  yo.- Me alegro de oírlo, no quería pecar de imprudente pero quería saber si ya habías hablado con Sandra, su reacción y cómo te encuentras tú

.- Dentro de lo que cabe estoy bien. ¿Te apetece que quedemos para hablarlo?

-Perfecto , tengo el día libre hasta la noche. Paso a buscarte y damos un paseo.
- Gracias, hasta ahora.
Carlos recoge a Amanda, comienzan a andar  y sus pasos les llevan sin darse cuenta hasta la plaza donde se conocieron. Hacía tiempo que ninguno de los pasaba por allí y, aunque el bar que frecuentaban en aquel tiempo sigue en pie, no se atreven a entrar por miedo a ser reconocidos. Dejaron muchos amigos en esa plaza y el dueño del bar era un de ellos. Un poco más arriban habían abierto un café nuevo y entran allí.
- Asi que se marchó sin querer hablar contigo y no has vuelto a contactar con ella- dice Carlos
-Sí, estaba muy confundida y necesitaba pensar. Aunque Sandra es muy extrovertida, a veces se encierra en ella misma y no hay forma de entrar hasta que ella no quiera. Estoy segura de que mañana me llamará y que quizá ahora esté con Agustín hablando. Siempre ha adorado a su padre y sus lazos son muy fuertes, a veces he sentido envidia y muy a menudo me he sentido culpable.  
- ¿Culpable? ¿Por qué? Quizá no hayas sido la típica madre de familia pero sientes verdadera pasión por Sandra y seguro que siempre has estado pendiente de ella.
- No creas, Carlos. Ya te dije el otro día que cuando descubrí que estaba embarazada me asusté mucho primero y después me entristecí. No podía aceptar que nunca conocieras a tu hijo o a tu hija. Era demasiado cría para ser madre y después del parto me entró una gran depresión. Los médicos lo achacaron a mi edad y a la anemia que tenía. Entre unas cosas y otras fue Agustín quien se encargó de la niña y, cuando salí del bache, él me animó a seguir con los estudios.No sé como se las apañaba pero siempre tenía tiempo para ella y para mí. Una noche en la que Sandra se despertó con una fiebre altísima, empezó a llamar a su padre, sólo él podía calmarla y a mi no me quería ver, me di cuenta de que, a pesar de lo ocupada que estaba con mis estudios, tenía que involucrarme más con ella porque si no la iba a perder.  Y si la perdía, también perdía lo único que tenía de ti. Ahora somos dos buenas amigas además de madre e hija.
-  Entiendo, ¿y tú? ¿Cómo te sentiste cuando cogió la puerta y se fue?
- Desconcertada, sabía que no iba a ser fácil y que no podía esperar que llorase conmigo y me dijera que lo entendía pero…que se fuera tan pronto y me recordara que ahora era ella la que necesitaba la privacidad, me dolió bastante
- Perdona, no lo entiendo.
- Durante todos estos años, cada vez que se acercaba el aniversario de tu muerte tenía que estar sola, necesitaba recordarte sin que nadie me molestara, revivir nuestros paseos, nuestras conversaciones y pasarme el día mirando nuestras fotos. Al principio me iba a un hotel, después compramos el estudio y allí me refugiaba. Agustín le decía a Sandra que mamá no estaba enfadada con él y menos con ella, pero que necesitaba privacidad para llorar por un buen amigo que habían matado injustamente.  Al cumplir los 16 le contamos el por qué te habían fusilado. La palabra injusticia, libertad y lucha pasaron a formar parte de su vocabulario y la palabra privacidad pasó a significar respeto por el dolor por la pérdida de un ser querido.
-¿Piensas que ella te lo reprocha ahora?
-No, no, creo que me estaba diciendo que le había hecho daño con mi revelación y que ella también había perdido algo muy querido: nuestra confianza. Pero no te preocupes, Sandra es una chica muy sensata, muy humana y razonable. Cuando esté preparada retomaremos la conversación del otro día y te buscará, de eso también estoy segura.
- Y yo la esperaré todo el tiempo que sea necesario. Haré todo lo que esté en mi mano para ganarme su amor y su confianza.
- No me cabe la menor duda.
Al filo de las tres de la tarde se fueron a comer a un restaurante de la Casa del Campo, alquilaron unas bicicletas y se olvidaron de la edad y del tiempo....durante unas horas volvieron a ser Amanda y Carlos y el mundo no existía.




Aunque Beatriz lo niega, Carmen está cada vez más convencida del paralelismo entre Sandra y Serafín. A él también le toco vivir la experiencia y su asombro fue mayúsculo cuando descubrió que el padre Angel era su padre biológico. Juan murió sin saber que Serafín lo había descubierto.Las historias son diferentes pero ambos nacen de un amor verdadero.







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