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Alejandro entra en el bar de la carretera, pasado San
Agustín, se acerca a la barra y pide dos cafés con leche y
unas ensaimadas mientras busca con la mirada una mesa cerca de la ventana. Al ratito coge la bandeja y la lleva a la mesa elegida. Sentado en ella ve
como Asun consigue aparcar el coche, en el único sitio libre que ha encontrado,
después de mucho maniobrar pues el aparcar en fila cuesta arriba no es su
especialidad. A los diez minutos ven llegar a Héctor, quien tiene mejor suerte
y puede aparcar justo a la entrada, empuja la puerta y se acerca a la mesa
sobre la cual hay un mapa de carretera, de la provincia de Madrid, desplegado y
en él una ruta señalada gracias a la información del camarero.
- A ver,
explicadme ¿qué es todo ésto? – pregunta Héctor después de haber saludado a su
mujer con un beso, sentándose en una silla.
- ¿Café
o algo más fuerte? – pregunta Alejandro
- Un
carajillo – le dice a Alejandro- venga, Asun, cuéntame que no he puesto una
excusa para venir aquí por mi gusto.
- Ya lo
sé cariño y te lo agradezco. ¿Está buscando la policía ya a Narciso?
- Iban a
ir a la antigua dirección a informarse, pero no hay pruebas de que sea él el
autor de nada y...
- Se
equivoca Héctor – dice Alejandro dejando sobre la mesa el café de Héctor
recogiendo el mapa.
- ¿Cómo
que me equivoco? ¡Hablad de una jodía vez! No sé si me gusta que paséis tanto
tiempo juntos, sois muy peligrosos – comenta Héctor un tanto serio.
- No te
preocupes mi amor, ahora mismo te lo contamos todo, en realidad es Alejandro quien,
mediante dos llamadas, nos ha llevado con motivos, más que sobrados, hasta
Narciso y lo de venir hasta aquí, sí , es idea mía, aquí mismo está la
desviación a Colmenar Viejo y en el mapa la ruta señalada.
- ¿Y? –
vuelve a preguntar Héctor
- Cuando
Asunción me dejó ver la foto de la gente de la revista Sucesos, reconocí a
Narciso Colmenar como el hombre del tren. Está cambiado pero estoy
completamente seguro, la sonrisa sigue siendo la misma asi que, después de que
ella le llamara conseguí localizar al capitán del barco, afortunadamente hasta
pasado mañana no regresa a Venezuela. Me confirmó que Narciso Colmenar ocupaba
el camarote 230 y lo compartía con Gallardo Macías, un editor de Tarragona.
- Alejandro
ha llamado también al hostal – continúa Asun – por si acaso estamos todos
equivocados y Paloma ha vuelto pero no es así, de paso y para salir de dudas, ha
preguntado si Narciso Colmenar continuaba en el hostal como le dijera en el
tren. La dueña le dijo que el sr. Colmenar había abandonado el hostal el martes
antes de las doce del medio día y antes el comentario ingenuo de Alejandro le
dijo exactamente que día y a qué hora llegó al hostal.
- Seguid – dice Héctor – soy todo oídos ¿qué comentario
era ese?
- Al oir que ya no estaba – dice Alejandro – se me
ocurrió comentarle que segun mi información iba a estar tres días y por lo que
ella decía sólo había estado unas horas:
<< El sr. Colmenar llegó el lunes una hora más
tarde que usted lo hiciera con la chica. Siempre que viene a Madrid se aloja con
nosotros.No tenía ni idea de que se conocieran, desde luego yo no le ví hablar
con esa chica ni tampoco le vi salir de su habitación>>
Lo más curioso –
continúa Alejandro viene ahora –cuando le pregunté si ella pasó toda la noche
en la recepción me contestó:
<< De once a dos se queda un sobrino mío mientras
yo duermo un poco. Mi sobrino es de entera confianza y él no vio nada
raro>>
- ¡Muy
bien Alejandro! Podrías ser un buen detective – comenta Héctor – Podemos
suponer que Narciso pagó al sobrino o le contó una milonga y bajó con Paloma y
más tarde regresó al hostal.
- Exacto
– dice Asunción – pero Alejandro no se cree que Paloma saliera por su propia
voluntad.
- Yo
tampoco –dice Héctor – Será mejor que vayamos a echar un ojeada a esa casa de
campo, pero quiero que me prometáis prudencia, yo tengo liciencia de arma y voy
armado, vosotros no.
- Prometido
– dicen los dos a la vez.
- ¿No
vamos a avisar a la policía? – pregunta Alejandro
- ¿Lo
prefieres?- pregunta a su vez Héctor , yo pensaba hacerlo según qué cosa nos
encontremos.
- Me
parece bien. Gracias – dice Alejandro.
Tras pagar la
cuenta Héctor arranca primero con el mapa en el asiento delantero y Asun le
sigue por la carretera que lleva a Colmenar Viejo. Entre las dos poblaciones
hay unos 15 kilómetros pero la carretera tiene muchas curvas y tardan tres
cuarto de hora en llegar. Siguiendo
la dirección a Hoyos de Manzanares, cruzan el río , aparcan el coche ante un
sendero que les lleva a una casa de piedra, de una sola planta, con tejado de
pizarra y un cobertizo a unos metros de la casa.El lugar está tranquilo, no se
observa moviento ni hay vehículo alguno delante de la casa. Si el humo de la
chimenea delata que hay alguien en casa, las piedras que forman parte del
paisaje delatan a La Pedriza, a escasos kilómetros, donde Rubin, Laguna, Julio
y el mismo Narciso hiciesen senderismo hace unos años. El lugar es también bien conocido por el
matrimonio Perea, Asun recuerda el fin de
semana pasada allí este último verano y el golpe que se pegó en las resbaladizas piedras cuando subían por ellas, para llegar al lugar preferido del río, dónde a
los niños les gustaba bañarse en esas
aguas heladas y entre las piedras mientras ella, tomaba el sol tumbada en
una toalla sobre una de las inmensas piedras y Héctor repartía su interés y atención entre sus hijos
y ella.
- Quiero que os quedéis detrás de mi y no hagáis
ninguna tontería ¿ de acuerdo? – oye decir a su marido detrás de ella.
- No se
preocupe Héctor, sabré comportarme – dice Alejandro.
Minutos más tarde y al ruído de una piedra que da de
lleno en una de las ventanas, se abre la puerta de la casa y un desmejorado
Narciso mira a todos los lados, pero no le da tiempo a cerrar la puerta de nuevo ni a esquivar la derecha de Alejandro ante los atónitos ojos de Asunción y
Héctor.
- !Joder
Alejandro! ¿ no me has oído?
- Lo
siento, la tentación era grande, este hijo de puta le ha amargado la vida a mi
madre y a mi tía, sin olvidar que tu mujer también tuvo que tragar quina con en
él.
Héctor no pierde el tiempo en discutir con Alejandro,
mete a Narciso dentro de la casa, lo sienta en una silla y le pone las esposas
mientras Asunción y Alejandro registran la casa sin encontrar a Paloma en ella.
Alejandro recuerda el cobertizo y va a mirar en él pero Paloma tampoco se
encuentra allí retenida. Regresa a la casa justo el momento en que Narciso está
volviendo en sí y oye a Héctor decir:
- La
última vez que nos vimos te advertí que dejaras a Ana y Teresa en paz pero
parece que no quieres aprender ¿dónde está la chica? – pregunta Héctor
amenazándole con un puñetazo en el hígado.
- No, no
tengo nada que ver, no sé de qué chica me hablas.
- ¿Tengo
yo que recordártelo lagartija asquerosa? – le pregunta Alejandro dándole el
golpe que Héctor le tenía prometido- te advierto que tengo unas ganas enorme de
deformarte la cara por caradura, chantajista y embaucador. Sé lo del hostal Fuencarral
así que habla.
- Vale,
vale, no me peguéis más. Héctor sujeta a este chico que es más peligroso que
tú.
- Lo
haré si dejas de hacerte el tonto y comienzas a contar.
Narciso comienza su pequeño relato entre ayes y golpes de
tos:
- La chica está bien, pensaba dejarla en
libertad hoy mismo, sólo quería que Alejandro pagara por lo que me hizo su
madre. Por su culpa no he podido volver a trabajar en ningún periódico y me vi
obligado a dejar Madrid. Necesito dinero y al verle suibir al barco, tras
despedirse de su madre y Teresa en el puerto supe que tenía una segunda
oportunidad. Desgraciadamente mi estómago no puede con el movimiento de los
barcos y tuve que trabajar a mi compañero de camarote. El no sabía quien era
Alejandro, yo le dije que era el hijo Alfonso García y que el parecido con su
padre era muy grande, por eso le había reconocido. Le pregunté que se informara
con disimulo de a dónde iba y en qué hotel se iba a hospedar pues como buen admirador
de su padre quería hablar con él pero tenía que ser una sorpresa. Gallardo me siguió el juego, quizá por lástima al verme
tan enfermo pero me proporcionó la información necesaria. En Cádiz tuve la
suerte de encontrarme mejor asi que te seguí, fui testigo del encuentro con
Paloma y monté guardia en el vagón restaurante ya que el revisor no me dejaba
pasar a los vagones de primera. Escuché vuestra conversación aposta y me vino
de maravilla que la chica no tuviera papeles.
Narciso hace una pausa y pide agua, respira con dificultad y Asunción le
acerca el un vaso con agua.
- Continúa
– dice Héctor - ¿por qué la chica? ¿cómo lo planeaste?
Narciso continua:
- Antes
de llegar a Ciudad Real. Hice que me bajaba y me preocupé que Alejandro lo viera pero volví a subir, el tren para
mucho allí . Al llegar Atocha bajé el último para darles tiempo a ellos. Tomé
un taxi al hostal y la suerte parecía estar de mi lado ya que ellos salían del
hostal y se metían en el bar que hay un poco más abajo.. Me registré en el
hostal,me dieron la habitación que siempre me dan y esperé a que Alejandro
regresara con Paloma. Como yo solo no podía sacarla del hotel le pedí a un
gitano que tiene unas chabolas en Tres Cantos ayuda. El tiene una furgoneta y me
debe algunos favores. Quedé con él a la puerta del hostal a las doce de la
noche. La dueña nunca está a esa hora y su sobrino duerme a piernas sueltas
detrás del mostrador, nunca se entera de nada. Cuando Paloma entró en su
habitación, se quitó el abrigo y dejó su bolso sobre la cama y cuando iba a
encender la luz le dí un golpe en la cabeza y la llevé a mi habitación. Allí le tape los ojos , le puse un pañuelo en la boca y le até las manos. A las doce
subió Manuel y entre los dos bajamos a Paloma, todavía inconsciente pero
respiraba. Al día siguiente llamé a la policía y cuando estaba esperando a que
saliera, sabía que le dejarían en libertad, lo que no sabía es que tú , Héctor
ibas a salir con él y entonces tuve que cambiar mis planes. Le dije a Manuel
que cuidara de la chica un día más...
- ¿Cual
era tu plan? ¿pedir dinero por el rescate de la chica? – pregunta Asunción
- Y por
las fotos.
- ¿ Qué
fotos? – pregunta Héctor
- Las
que tu no viste Hécto, pero qué Narciso robó por orden de Rocío y se quedó con
una copía sin que Rocío lo supiera y si lo supo le dió lo mismo ¿me equivoco? –
dice Alejandro friamente.
- ¡Serás
hijo de puta! – dice Héctor dando una patada a la silla que hace que Narciso se
tambalee- pensé que sólo existían las fotos de Rocío y que Ana recuperó y que
tu chantaje era solo oral ¡qué idiota he sido! ¿dónde coño están esas fotos? !
habla o no respondo!
Narciso señala un cajón en la mesa de la cocina y dice
que el sobre y los negativos se encuentran allí. Asunción y Alejandro corren a
la cocina, abren el cajón y encuentran un doble fondo, en él están las fotos.
Asun saca la foto del sobre y sin pensarlo toma el mechero y la quema en la
pila, Alejandro hace lo mismo con los negativos y regresan al salón.
- Ya no
hay fotos, las hemos quemado – dice Alejandro – y ahora Paloma.
- ¡Espera
Alejandro! – ordena Héctor dándole la pistola a Asunción, sale con el chico
afuera y allí le dice - Será mejor que Narciso llame a la comisería del centro,
que dé la dirección de la chabola y que confiese que todo era una broma. En
cuanto sepamos que la chica está bien y libre abandonamos está casa.
Denunciarle y arrestarle implica que
cuente todo ¿Quieres correr ese riesgo? Si la chica está bien y no ha visto a
Narciso nunca podrán probar que ha sido Narciso.
- ¿Y el
gitano? – pregunta Alejandro
- Según
Narciso Paloma no les ha visto la cara a ninguno de los dos y en la chabola
donde la retiene no vive nadie, es un riesgo que tenemos que correr al menos
que quieras que sepan la historia oficial nunca contada.
- No, me
parece bien tu plan – dice Alejandro.
Los dos vuelven a entrar en la casa y oyen que Asun le
pregunta a su antiguo compañero de trabajo:
- ¿ Por
qué no has utilizado las fotos en Venezuela? ¿y qué narices hacías allí?
- No las
llevaba conmigo. Cuando Héctor me amenazó, tras la salida de las chicas de España, decidí esconder
las fotos; me dí cuenta que él no sabía que yo tenía los negativos y una de las
copias, asi que en cuanto me soltó vine aqui y las guardé para siempre. Si no
hubiera reconocido a Alejandro en el barco ni me hubiera acordado de ellas.
- ¿Pero
si no puedes viajar en barco cómo llegaste allí y para qué?
- No fui
en barco, la ida la hicimos en avión pero los negocios no le salieron bien a
Gallardo y tuvimos que regresar en barco y antes de lo previsto.
A las tres y media de la tarde Héctor aparca su coche, de
nuevo, cerca del sendero y anda a la casa, abre la puerta y comprueba que en
esos diez minutos que él ha estado fuera Alejandro no se ha propasado con
Narciso. Es la segunda vez que hace el camino de vuelta desde la cabina a la
casa. La primera vez con Narciso hace casi una hora para que realizara la
llamada y ahora para comprobar si habían dado ya con la chica. Afortunadamente
no se han encontrado con nadie en sus viajes a la cabina más cercana, a la
entrada de la Nava.
- ¿Y,
han encontrado a Paloma? – pregunta Alejandro nada más verle entrar por la
puerta.
- Sí, acabo
de llamar bajo la excusa de que la dueña del hotel había omitido decir que
Narciso se hospedaba allí y Ramírez me ha contado que han recibido una llamada
anónima de nuevo, diciendo dónde estaba la chica y que todo era una broma para
asustar a Alejandro. Como siempre pasa, el poblado, al ver llegar a los coches de policía se quedó vacío en un minuto.
Sólo los niños y algunas mujeres se han quedado y una de ella les ha señalado
una chabola, bastante más retirada de las demás. Allí estaba Paloma, con los ojos
tapados, el pañuelo en la boca y con viso de no haber bebido ni probado bocado
en estas horas. La han llevado a la Paz y allí está Vallejo con ella. Nos
esperan dentro de una hora.
- ¿Qué
váis a hacer conmigo? – pregunta Narciso sudando y con la .ropa húmeda.
- Tienes suerte, te damos 3horas para cerrar esta casa y desaparecer de Madrid. Probablemente la policía no esté al tanto de este lugar y esa será tu suerte. Alejandro no piensa poner denuncia una vez que Paloma está ya fuera de peligro ¿me equivoco?
- Tienes suerte, te damos 3horas para cerrar esta casa y desaparecer de Madrid. Probablemente la policía no esté al tanto de este lugar y esa será tu suerte. Alejandro no piensa poner denuncia una vez que Paloma está ya fuera de peligro ¿me equivoco?
- No, no te equivocas, ¿puedes quitarle las esposas a este cabrón? –pregunta Alejandro.
Héctor libera a Narciso y Alejandro le coge por el cuello
como si fuera un muñeco y le dice:
- Más te
vale que esta sea la última vez que intentas algo contra mi familia.Tampoco te atrevas a tomar represalias en la
familia Perea porque en caso contrario no respondo de mí, te buscaré por donde
quieras que estés y te aplastaré como un gusano, ¿Te ha quedado claro?
- Sí,
dice Narciso con un hilo de voz.
Tres cuarto de hora más tarde tanto Héctor como Asunción
aparcan el coche en La Paz y tras informarse en que piso se encuentra la chica
suben a él. Vallejo y su mujer están con Paloma cuyos ojos se llenan de
lágrimas al ver a Alejandro en la puerta.
Epílogo
El frío reinante y el fuerte viento no frenan a
Alejandro, el chico se sube el cuello de su anorak y anda con paso firme hasta
el buzón del correo y deposita en él dos tarjetas postales. Una para la familia
Perea, para agradecerle la ayuda prestada, la paciencia y las molestias
causadas; la otra es para Paloma, alojada en casa del ex comisario Vallejo en
espera de pistas que la lleven a su madre, parece que se la haya tragado la
tierra, ni en Portugal ni en España la policía ha podido encontrarla. Paloma no se dá por vencida. Pronto tendrá dinero para pagarse un detective
privado que investigue en Francia o en cualquier país europe. El abogado
Olavide se ha encargado de impugnar la venta de las tierras de Paloma y Vallejo
es su tutor hasta su mayoría de edad. En enero retomara su estudios de
bachiller y Alejandro espera volver a verla algún día antes de regresar a
Venezuela. Recuerda su llegada Portsmouth y el
reencuentro con su madre y tía. Las vio tan felices que no tuvo valor para contarle lo que había
vivido y tampoco quiso analizar la cara que puso su tía cuando le devolvió la
carta. Ha llegado el momento de tomar el relevo, ahora será él quien las protega y lo hará a su manera. De regreso a la
solitaria habitación del colegio en el que se encuentra, saca el retrato que siempre lleva en el bolsillo desde que salió de Madrid y que Julio le hiciera. Paloma sonríe en él y lo contempla a la luz de una farola, lo vuelve a
meter en su bolsillo y trata de imaginársela leyendo la postal:
Querida
Paloma,
Vallejo
me ha contado, telefónicamente, que tu estado de ánimo mejora con los días.
Sólo cuatro letras para animarte a seguir así, a mirar para delante, a retomar
tus estudios y mañana Dios dirá, quizá la suerte nos destine que nuestras
vidas anden de nuevo el mismo camino y entonces, espero que sea para siempre.
Besos,
Alejandro
García Rivas.
Muy bien Rodas... pues caso resuelto con éxito una vez más por nuestro detective y compañía... ¡me da mucha rabia eso sí que Narciso siempre se salga con la suya y no puedan hacer nada por denunciarle y que le metan en la cárcel que es su sitio...! ;) Un besazo guapa, y que lo pases muy bien este puente por tierras españolas... :)
ResponderEliminarRodas, me ha gustado el desenlace del relato, aunque como a Raki, el hecho de proteger a Ana y Teresa hace que Narciso no pague nunca sus fechorías!!!
ResponderEliminarMe ha gustado el gesto de Asun y Alejandro quemando las fotos que tanto daño hicieron!!!