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26 de
marzo de 2010. Pistoia (Italia) Hace tres días que Beatriz y
yo somos oficialmente un matrimonio y nuestra boda fue un sueño que se hizo
realidad. La ceremonia pasó más deprisa de lo que nosotras podíamos imaginar y
los recuerdos son tantos que no sé ni por donde empezar. El poema de Beatriz
era precioso y a ella le encantó el mío. A todos los presentes les impresionó
mucho y nos felicitaron también por ello, por nuestra originalidad y valentía.
Leonor
asesoró muy bien a Beatriz a la hora de elegir el traje: de color gris perla,
de falda larga, chaqueta entallada y un tocado de flores naturales como
complemento.
(Esta
página la escribo junto con Beatriz, por si me olvido de algo y me dice que
diga que estaba muy guapa) lo digo, pero no era necesario que me lo recordase:
¡Beatriz estaba guapíiiiiiiiiisima!... al igual que mi madre quien llevaba un
vestido a tono con el de Teresita, en color pastel. El de la niña era un poco
más atrevido y sus grandes ojos azules,
que brillaban con luz propia, estaban húmedos
por la emoción del momento, pero aguantó sin llorar como una jabata, sus manos
no temblaron cuando se acercó con los anillos, acompañada de su amigo Javier y
de sus dos amiguitas.. Siempre estamos orgullosas de ella pero en ese momento
lo estuvimos mucho más.
Vinieron
todos los que queríamos que estuvieran con nosotras en ese día tan señalado.
El
único que no encajaba entre los invitados, pero que cumpliendo con lo pactado
estaba presente, era Adolfo Carmona junior.
Serafín
se encargó de las fotos y Carmona escribiría una pequeña reseña de la boda en
la revista literaria con la que colabora.
Mi
padre acudió a la boda, aunque llegó tarde para la ceremonia, pero estuvo en el
hotel para la comida.
Pudimos hablar poco pero hemos quedado con él y su mujer en
Verona. Nos pilla un poco lejos de donde estamos pero como Beatriz dice, va a
merecer la pena.
Estamos
en las afueras de Pistoia, en una villa que la tía ha alquilado para nosotras
como regalo de boda. En el aeropuerto de Florencia nos quedamos las dos sin
palabras cuando al salir con nuestro equipaje en el carrito vimos a un chófer,
uniformado de la cabeza a los pies, con una gran cartulina con nuestros nombres
escrito en letras capitales en diferentes colores. Al acercanos nos dijo
en un casi perfecto castellano que era
por cortesia de la Señora Ana Rivas
y familias...
El chófer
nos trajo hasta la villa en la que estamos y nos entregó además de las llaves
de la casa las de un coche, modelo pequeño y muy italiano de nombre y diseño.
El carro, como Beatriz sigue diciendo, estaba en el garaje de la villa, la cual
es pequeña pero acogedora, tiene un jardín inmenso y piscina...el tiempo no
permite aún disfrutar de ella pero los paseos por el jardín y el desayuno en la
terraza se están convirtiendo en un ritual que no vamos a olvidar facilmente.
Cuando entramos al salón había en medio de la
mesa un gran centro de flores con otra cartulina con la firma de casi todos los
invitados a la boda...y en la mesa de la cocina una enorme cesta de fruta con
otra cartulina con la letra de Teresita y decía : Os gusta la sorpresa? Os
quiero mucho. Teresita. Al
ver la nota se me hizo un nudo en la garganta y entendimos por qué Paolo, el
chófer, nos preguntó por la bambina y nos dijo que le encantaría el parque de
Pinoccio ( Pinocho) que hay muy cerca de aquí. La tía, una vez más, había
pensado en todo, hasta el último detalle: la nevera estaba bien surtida y la
villa tenía su propia bodega de vino . . Todavía no hemos salido de la villa
desde que llegamos el día 23 a
las 11 de la noche y hasta el sábado no tenemos prisa.
Hemos
quedado con mi padre, como he dicho antes, en Verona; más o menos a unos 250 km según el GPS, el domingo 28 de marzo, en la Piazza Brá. Una
vez allí, Beatriz y yo queremos visitar
el famoso balcón de Romeo y Julieta, aunque no hay pruebas de que la familia Capuleto
haya vivido allí, la casa perteneció a
un familia llamada Capello que bien podría ser la misma familia. Como sea , el
balcón es lo más romántico de Verona y es un sitio muy emblemático que sobre
todo Beatriz no quiere pasar por alto, entre otras muchas cosas que hay que
ver. También es un sitio que estoy segura que la abuela hubiese querido
visitar.
La
abuela me habló de la primera vez que leyó la obra de Romeo y Julieta. Yo era
muy pequeña pero me intrigaba mucho verla muy a menudo releyendo el libro y
siempre afloraba a su labios una sonrisa muy dulce y hasta picaresca. Un día se
lo pregunté y me dijo que la primera vez que lo leyó no llegó a entenderlo del
todo y cuando César se lo explicó ella descubrió la hermosura de la historia y
cuanto más lo leía más la apreciaba.
Cuando
le pregunté por la parte del libro que más le gustaba, me dijo que todas pero
que la escena en la que
Julieta desea que cante la alondra en lugar del gorrión tiene
un significado muy especial para ella, son recuerdos de una primera vez y ella,
al igual que Julieta, se quejaba de que el gorrión les separase. Entonces no
entendía nada de lo que me decía, años más tarde supuse que se refería a la
primera vez con el abuelo y me gustaría escribir sus nombres en una hojita y
colgarla entre todas la que dejan los enamorados que visitan el balcón, como
recuerdo de esa noche, junto a la
nuestra.
Beatriz
me pide que deje ya de escribir por hoy;
ha preparado algo de comer y la mesa en la terraza ya está puesta, el
día es muy agradable y en la terraza se está muy bien, al abrigo del viento,
mientras el sol de primavera nos da indirectamente en la cara, Beatriz sirve el pollo con pétalos de
rosas....
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27 de
marzo de 2010. Verona ( Italia) son las 6 de la tarde y acabamos de
llegar a Verona, mientras Beatriz termina de arreglarse comento lo que ha
pasado para tener que adelantar la salida y encontrarnos ya en Verona.
La
hija de Cristina, Danielle di Pietro Varela le ha comunicado la noticia a la
tía por teléfono, anoche mismo. Parece ser que Cristina falleció mientras
reposaba la siesta el 25 de marzo a las 3 de la tarde.
Estamos todavía a tientas, seguimos sin
entender la historia pero la tía ha nos ha pedido que compremos el periódico y
que nos acerquemos a la casa familiar para presentarles en persona y en su
nombre sus condolencias más sinceras. La casa en la que reside la familia de
Cristina se encuentra en las cercanias
de Vicenza y esta ciudad queda muy cerca de Verona.
Beatriz
salió a comprar el periódico que había dicho la tía y en efecto, en la sección
de cultura había una fotografía de una escritora hispano-italina llamada
Cristina di Pietro-Varela : Madrid 1928- Torri di Quartisole, 25 de marzo
2010. En
su obituario se hacía un recorrido por su carrera literaria empezada en
España con la obra ¨¨ Il diavolo sotto
il letto¨¨ ( El diablo debajo la cama) y terminaban con su último libro editado
hace menos de dos meses, titulado: Piazza Amore proibito 1951. ( Plaza amor
prohíbido 1951.) cuya trama, según el cronista, transcurre en una plaza
napolitana entre una bella heredera de
una gran empresa y su amor secreto por una empleada en la Nápoles de 1951. ¿Será la historia de la tía pero en otro país
?? La curiosidad ya nos ha picado y hemos comprado el libro esta misma tarde.
Beatriz
se pregunta además qué habrá sido de Salvador y de Abel, y ¿cómo carajo llegó a
Italia? Estoy segura que Danielle di Pietro nos lo contará, me ha parecido una
mujer muy agradable y habla perfectamente el castellano. Hablé con ella
mientras Beatriz salió a comprar la prensa
y le dí el pésame en nombre de la tía. Le pregunté, además, si nos podíamos pasar
el domingo a dárselo en persona como era deseo de la tía. Danielle
respondió que estaría encantada de vernos, que su madre y la tía hablaban mucho
por teléfono y que a su madre le hubiera gustado conocerme pues apreciaba mucho
a mi abuela y estaba al tanto de nuestras andadas en Madrid gracias a la tía.
Hemos
quedado en pasarnos mañana domingo a las 11 de la mañana y a papá le he pedido
si podíamos vernos el lunes. No ha habido problemas por el cambio de día y nos
veremos el lunes. Mi padre y su mujer permanecerán dos meses en Europa y no les
importa alargar sus dias en Italia. Tienen pensado ir a Istria, en Croacia y después
vía Eslovenia entrar en Austria, visitar la República Checa y
qué sé yo que más países. ¡Se nota que mi padre ya no tiene que trabajar!
Beatriz y yo nos quedaremos aquí hasta el martes, (tendremos que prolongar
nuestra estancia en Italia dos días más) y ya de paso aprovechamos para ir en
tren a Venecia. Esta excursión no entraba en nuestros planes porque queríamos
ir a Roma pero no importa. Estoy segura de que volveremos por aquí y Teresita
vendrá cono nosotras e iremos a Roma.
Beatriz
ya ha terminado de arreglarse y vamos a salir a dar una vuelta; el hotel está
bastante céntrico, el casco antiguo de Verona es muy compacto y no necesitamos
el coche para nada. Desde la ventana de nuestra habitación podemos ver La arena
de Verona, el enorme anfiteatro romano en donde se representan en verano
grandes óperas y a lo lejos, al otro lado del río Adige, el museo arqueológico
con el teatro romano donde también se representan obras teatrales.
Daremos
nuestro primer paseo por la famosa piazza Brá y después comeremos algo en un
restaurante que la tía nos ha recomendado en la piazza delle Erbe.
Cuando
volvamos quiero empezar a leer el libro de Cristina que hemos comprado de
camino a esta ciudad.
Una
vez más nuestros pasos se cruzan con la Plaza de los frutos y sus gentes, aunque Cristina
no viviera en la plaza exactamente, pasó por ella y está ligada a su historia,
a mi historia, a la historia de mi familia.
Son las
11 de la noche y acabamos de volver del restaurante. No tenía intención de
volver a escribir hoy pero esto lo tengo que contar.
Al
llegar al restaurante a eso de las 8 de la noche pensamos que tendríamos que ir
a otro porque estaba lleno y no teníamos reserva pero, cuando nos íbamos a dar
la vuelta el maître se acercó y nos preguntó nuestro nombre, la verdad es que
nos quedamos muy cortadas, no teníamos reserva y nos extrañó la pregunta. Beatriz
dio nuestro nombre y el maître nos dijo que pasáramos, que teníamos mesa
reservada y la reserva se había hecho desde Madrid. Asombradas, atontadas y
hambrientas entramos en unos de los restaurantes más lujosos y pintorescos de
Verona. La cena ha sido fantástica, las atenciones que hemos recibido todavía
no las hemos asimilado y nuestra velada ha sido de ensueño. No nos han dicho
quien ha llamado, seguro que la tía o Mario, él también se conoce la región de
Venetto muy bien al igual que La
Toscana.
Mañana
lo averiguaré y ahora sí, dejo de escribir ´´fino domani ´´ como dicen por aquí.
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28 de
marzo 2010. Verona .Son las 9 de la noche y es
domingo, como acordamos fuimos a la casa de los hermanos di Pietro y hemos
pasado casi todo el día con ellos. La familia di Pietro se compone en estos
momentos de Giovanni di Pietro, hermano de padre de Danielle y 10 años mayor
que ella, de la misma
Danielle y del hijo de Giovanni que vive en Estados Unidos.
Giovanni no ha vuelto a casarse después de su divorcio y Danielle sigue sin
querer oir hablar de compromisos que vayan más allá de la amistad y del arte en
general. Es una mujer muy agradable, sencilla y muy culta, profesora de solfeo
y coordinadora del festival de la ópera en La Arena de Verona; su hermano es
catedrático de Historia del Arte y junto
con su hermana lleva la editorial de la familia. Nos han dispensado un recibimiento de
película: nos estaban esperando a la puerta de su villa, en las escalinatas de
mármol y nos hemos sentido un poco cohibidas ante tanto arte y lujo que la gran
villa del siglo XIX encierra.
Nos ha
sorprendido la serenidad de ambos, teniendo en cuenta que hace apenas dos días
que enterraron a su madre.
En el verano del 2006 la tía Ana pasó en Villa
Cristina más de 2 semanas y a partir del 2009 su madre y la tía empezaron
a hablar por teléfono casi todos los días.
Danielle sabía que me había instalado en España y que Beatriz y yo nos
habíamos casado, sabía casi todas nuestras cosas. Su madre se lo comentaba, y
le hablaba de mi abuela, de la primera vez que fueron al teatro todos juntos,
(en esa obra Rosa tenía un pequeñito papel de sirvienta), y de mi tío. Según
Cristina el tito se durmió durante la representación y con toda la razón pues
la obra era muy mala. También habló de mi abuelo, de lo que le ayudó cuando
siendo comisario intentaron robar en su casa y mencionó que el tito Alfonso fue
quien la salvó del ladrón...sabía todo, o casi todo de todos.
Después
del almuerzo, mientras degustábamos un capuccino, llegó nuestro turno de
preguntas y por fín supimos cómo se habían conocido sus padres.
En
1963 Cristina se reunió con Salvador en Francia y a principios del 64 conoció a
Roberto di Pietro en una reunión de escritores en París.
Por aquel entonces, Salvador estaba sumergido en una crisis de identidad muy grande y Cristina no sabía qué hacer; aunque ya había pasado por una experiencia parecida con Abel, ahora era distinto.
Por aquel entonces, Salvador estaba sumergido en una crisis de identidad muy grande y Cristina no sabía qué hacer; aunque ya había pasado por una experiencia parecida con Abel, ahora era distinto.
Salvador
tenía días en que era el escritor comprometido y luchador de antes del
franquismo, capaz de escribir obras de gran calidad con enorme transfondo
sociopolítico y en otros era un Salvador sin energía, sin ganas de vivir.... un
muerto en vida. Cristina temía que un
buen día perdiese el contacto con la realidad como le pasó a la tía de Abel, la
madre del propio Salvador. Él no quería ni oir hablar de visitar un psiquiatra y Cristina encontró en Roberto
di Pietro un amigo con quien
intercambiar preocupaciones, opiniones e ideas, mediante una correspondencia
muy sólida, además de un editor para sus novelas y las de Salvador en Italia.
A finales del 64, Roberto recibió una carta
comunicándole que Salvador había sufrido una grave crisis , que estaba en una
clínica psiquiátrica de París y su médico temía por su vida. Roberto di Pietro
fue al encuentro de Cristina y se encontró con Abel y su nueva esposa, quien,
avisado por Cristina, no dudó en viajar desde México para ver a su primo. A los
pocos días Salvador falleció, convencido de estar en la cárcel, de ser un
condenado a muerte, sin esperanza, sin fe y sin fuerzas para seguir luchando.
Su propia realidad, que solo existía en su mente, había acabado con él, según
su médico.Hoy sabemos que el proceso post traumático en muchos presos políticos
puede presentarse incluso 20 años después de los hechos.
Abel
regresó a México, donde había abierto un despacho de abogados con su nueva
mujer y Cristina vino a Italia invitada por Roberto. Sus padres se mantuvieron
en contacto con Abel hasta la muerte de éste. Abel llegó a reconocer que Rosa
era su hermanastra pero la relación entre ellos fue nula.
En la primavera de 1965 Roberto y Cristina se
casaron y Danielle nació nueve meses más tarde. Su nacimiento fue un milagro y una
sorpresa para Cristina porque ya había perdido la esperanza de llegar a ser
madre alguna vez.
Después
del café, pasamos a la biblioteca-
estudio en la que
Cristina solía escribir y Danielle nos enseñó las notas de su
madre para el que fuera su último libro, el mismo que Beatriz y yo nos habíamos
leído ya de un tirón, a pesar de estar en italiano y nos ha costado un poquito.
Cristina
escribía sus libros en español y su marido los traducía al italiano con su asesoramiento y últimamente era Danielle quien
lo hacía.
Sobre
la mesa del despacho había una edición de Piazza Amore proibito 1951 en
castellano y al abrirlo nos encontramos con una dedicatoria:
<< A Ana Rivas: española, empresaria y lesbiana.Gracias por
tu amistad,confianza, sinceridad y asesoramiento. Sin tu colaboración este
libro jamás se hubiese escrito.>>
Tengo
muchas cosas aún que contar pero ya es muy tarde. Mañana hemos quedado pronto
con mi padre y su mujer. El hermano de Danielle se ha ofrecido a ser nuestro
guía en Verona.
Beatriz
está muy contenta con la idea, Giovanni sabe muchísimo de arte y literatura,
las dos asignaturas preferidas de Beatriz de toda la vida. Además se ha
mostrado interesado en el libro ya editado de Beatriz y en el que está
preparando.Giovanni le ha contado una
historia que quizá pueda utilizar en el futuro.
Fino
domani!
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29 de
marzo de 2010. Verona, lunes por la tarde,
son la 6.30 de la tarde y hemos venido al hotel a cambiarnos de ropa
para ir a cenar con mi padre, su mujer, Danielle y Giovanni a un restaurante en
Padova o Padua. Hemos pasado toda la mañana conociendo la ciudad y la visita al
balcón de Julieta no ha faltado; nuestros nombres y el de mis abuelos ya se
encuentran entre los miles de nombres que recubren las paredes del portal de la
casa más famosa de Verona.
No he
tenido mucho tiempo para a estar a solas con mi padre pero creo que el destino
ha querido que fuera así. Noto en sus gestos que me quiere pero le cuesta
encontrar las palabras, su boca dice una cosa y su mirada otra, sigue sin comprender
mi relación con Beatriz y menos aún el por qué me he tenido que casar y yo no
tengo otros argumentos que mi verdad, que amo a Beatriz y aunque se lo dijera
mil veces él seguiría sin entenderlo.Al menos nos hemos podido ver y el rato
que hemos estado juntos,aunque haya sido en compañía de otros,lo hemos
disfrutado y los silencios incómodos o palabras de reproches han brillado por
su ausencia… Quizá algún día mi padre llegue a entenderme o yo a él.
La
tarde es aún muy larga y mientras Beatriz se arregla quiero anotar las
impresiones de la novela de Cristina y poner sus notas. Creo que me sentiré
mejor.
Notas de Cristina
Cuentan
que un día existió una ciudad llamada Parténope, también conocida por su nombre
latino de Palépolis. Se dice que Parténope era la más joven de las tres bellas
sirenas hijas del río Aquelaos y la diosa de la poesía Calíope , y
que junto a sus dos hermanas Lidia y Leucosea intentaron con su música y cantos
retener a Ulises desde las rocas de Capri y al no conseguirlo Parténope y sus
hermanas, desesperadas se ahogaron de pena.
El cuerpo de Parténope llegó a la costa de la ciudad Palépolis
y tiempo después nació una ciudad nueva a pocos metros de Palépolis y la llamaron Neópolis ,
ciudad que hoy conocemos como Nápoles y a Nápoles como la tierra de Parténope.
Este
relato es la historia de la
bella Adriana quien a punto estuvo de emular a Parténope pues
su canto desesperado, de tanto ahogar, no era escuchado por la gentil Gabriella.
Todo
comenzó en ...... (aquí acaban las anotaciones de Cristina)
Resumen de la novela
La
novela en sí comienza presentándonos a Adriana y a Gabriella, dos jóvenes, dos
vidas paralelas en ambientes culturales muy diferentes en la región de
Campania. Adriana vive en la ciudad de Nápoles, capital de la región, mientras Gabriella mora en una pequeña
localidad de la provincia de Nápoles.
Sus
caminos se cruzan al llegar Gabriella a la ciudad y empezar a trabajar en la
industria familiar que la familia de Adriana tiene, especializada en la
producción de mozzarella.
Adriana
se queda prendada de la joven nada más verla pero el padre de Adriana también.
Éste, viudo y gran amante de las mujeres bellas, no dejará de acosar a la joven
hasta conseguir casarse con ella. Al poco tiempo de casada, Gabriella comienza
a sentirse más cómoda al lado de Adriana que de su propio marido y decide
confesarle a ella que no se encuentra a gusto en esa gran mansión, que echa de
menos el no poder tener hijos y que gracias a ella soporta las ausencias de su
marido.
Adriana
se siente cada vez más atraída por Gabriella y tiene que reprimir las ganas de
acariciarla y besarla de otra forma a como lo hace para consolarla y animarla.
Para retenerla a su lado y al mismo tiempo
infudirle ánimos, decide instruírla e introducirla en el mundo de la literatura
y la pintura además de explicarle cómo es el negocio familiar, pues quizá algún
día lo tendrán que llevar juntas.
Pasado
algún tiempo y coincidiendo con una mayor madurez de Gabriella, Adriana y su
padre deben viajar juntos a la región del Lacio y dejan a Gabrielle al mando de
la empresa.
De
vuelta a Nápoles el coche familiar sufre un accidente, Adriana es trasladada a
un hospital con pronóstico muy grave y su padre fallece en el acto.
Gabriella
pasa muchas horas en el hospital velando y cuidando a Adriana y comienza a
preguntarse si alguna vez estuvo realmente enamorada de su marido o si aceptó a
casarse con él para estar cerca de Adriana.
La
historia termina con las dos jóvenes dirigiendo juntas la empresa familiar y
viviendo en la intimidad de la gran mansión su historia de amor, a escondidas
del servicio de la casa pues su amor está prohibido por las normas de la
sociedad encasillada en patrones arcaicos.
Este
es el resumen, más o menos de la historia. Obviamente
no es la historia de mi tía, pero si está basada en cosas que la tía le habrá
contado a Cristina en las múltiples conversaciones que mantenían.
Me
quedan dos preguntas sin contestar. La primera quizá tenga contestación pero la
segunda lo pongo en duda.
¿Por
qué le dedica el libro a la tía de esa forma?... ¿Cuándo le ha confesado la tía
su lesbianismo?
La
segunda pregunta viene por las notas de Crisitina y se refiere a la novela:
¨¨
Adriana a punto estuvo de emular a Parténope¨¨¨ ¿ tenía Cristina en mente que el accidente fuese
provocado por Adriana o intentó Adriana alguna vez poner fin a su vida, es
decir, mi tía Ana? Danielle no sabe la respuesta pero se ha hecho la misma
pregunta. Cristina nos relata en su novela un accidente totalmente creible y
factible pero sus primeras anotaciones y
referencias a la leyenda no creo que fuesen para rellenar espacios: ella sabía
algo pero luego cambió de opinión.
Ahora
me toca arreglarme a mí, cuando tenemos prisa es mejor que no hacerlo juntas
pues nos olvidamos del tiempo..... Continuaré después, cuando volvamos.
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30 de marzo de 2010 .Venecia. Martes, 9 de la noche. Ayer me despedí de mi padre y su mujer. No
sé cuando volveré a verle pero al menos hemos compartido un día juntos. Nos
hemos abrazado y me ha dicho que me quería mucho y que sabía que yo también le
quería. Me ha prometido llamarme a menudo.
No
quiero ponerme triste, escribo desde el hotel en el que hemos decido pasar la noche. Venecia se
merce un día más, mañana regresaremos a Verona y recogeremos las cosas para
irenos a Pistoia.
Anoche,
al volver de Padova no tuve tiempo de escribir nada. Estábamos rotas las dos,
la visita turística por Verona teniendo a Giovanni de guía parecía no tener
fin. En Padova pasó lo mismo, aprovechó para ensañarnos el centro de la ciudad
y la similitud de la piazza delle Erbe de Padova y la de Verona. Toda
esta zona es realmente preciosa y esta mañana cuando hemos salido de la estación Sta. Lucía
mi corazón se ha sobrecogido y eso que me habían advertido de la impresión que
me iba a llevar, cuando lo primero que viesen mis ojos fuese el Gran Canal y el
puente de los Descalzos; han tenido
razón, como una nena chica le he dicho a Beatriz: ¡estamos en Venecia! Estaba
realmente excitada.
Hemos
cogido un vaporetto directamente para ir
hasta la piazza San Marco
y como todo buen turista hemos visitado la Basílica, hemos pasado por el puente
Rialto , entre otras cosas, y esta tarde no hemos podido resistir la tentación
y hemos alquilado una góndola. Ha sido un día redondo.
Mientras
cenábamos en el restaurante del hotel, cerca de la Playa del Lido, Beatriz me
comentó su charla con Giovanni, la historia que le contó es una historia de
amor, de guerra y de muerte, pero también de esperanza.
El
padre de Giovanni solía contar la historia de un amigo al que, al día siguiente
de casarse, mandaron a una isla griega a luchar y allí se dio cuenta de que
estaba en el bando equivocado, que sus ideas eran otras y se pasó a las líneas enemigas. Un año más
tarde fue traicionado, arrestado y fusilado. Una vieja pastora que vio el
fusilamiento desde lejos, esperó a que los soldados italianos se fuesen y bajó
a ponerle una cruz entre sus manos. Al acercarse se dio cuenta de que no estaba
muerto, que milagrosamente la bala que tenía que haberle afectado un órgano vital
fue desviada justamente por un medallón. En dicho medallón en forma de
escapulario llevaba la foto de su mujer. Consiguió recuperarse de sus heridas y
regresó a su isla pero no podía presentarse ante su esposa sin más, a ésta ya
le habrían notificado su traición y defunción. Se escondió en su lugar secreto,
un escondite que sólo conocían él y su mujer desde que eran niños, mientras
esperaba a que la oscuridad le permitiera visitar a su mujer. Pasó las horas
escribiendo el nombre de su ansiada pareja en las paredes de la roca y
declamando la poesia de unos de sus poetas favoritos titulada : A mia moglie.
Cuando llegó la noche e iba a emprender el
camino hacia la casa divisó la silueta de su mujer a la entrada de la gruta .
Había ido a su encuentro, había sentido la imperiosa necesidad durante todo el
día de ir al lugar secreto. Allí se abrazaron de nuevo, allí se amaron y
juraron no separarse nunca más.
Al día
siguiente la mujer fue a buscarlo y juntos abandonaron la isla y en Malta
empezaron una nueva vida.
Beatriz
quiere utilizar esta historia para la suya, bueno, lo de que el soldado se
salvase del fusilamiento...Quiere salvar a Nando, aunque su héroe me dice no se
va a llamar así sino Carlos y desde el mundo de los vivos se encargará de
rehacer las células del partido en España, porque Carlos volverá, cambiado
físicamente pero con la mente tan lúcida como siempre y con ideas tan sólidas o
más que antes. Carlos, me dice Beatriz, se encontrará con Alicia a quien
llamará Patricia, aunque no está segura del nombre, pero Alicia estará presente
de una forma u otra. Ya veremos cuando estemos de vuelta en Madrid como toman
forma sus notas de ahora.
Antes
de sentarme a escribir he hablado con mamá. En casa están todos bien y Teresita
se está haciendo la fuerte, nos echa mucho de menos pero no se queja y cuando
se da cuenta de que se lo van a notar saca su sonrisa, dice mamá, echa su
melena al aire y se pone a silbar. Mario le ha enseñado porque Javier le ha
dicho que hay cosas que las chicas no saben hacer y silbar era una de
ellas...empieza prontito a revindicar sus derechos de igualdad. Nosotras también la echamos
muchísimo de menos y ella no se imagina cuánto.
Después llamé a la tía Ana y hablamos del libro. Me ha dicho que
hace unos años que se lo dijo a Cristina , que hablaron del tema y Cristina le
pidió ayuda para escribir la novela.
A la
segunda pregunta no ha querido contestar pero me ha dicho que al regreso
hablaremos, que hay más sorpresas.
El 3
de abril ya estaremos en Madrid. Ahora, cuando mañana regresemos a la Toscana ,
descansaremos un día en la villa y después iremos a visitar Pisa y en Florencia
la Galeria degli Uffizi. Beatriz no se quiere ir de aquí sin hacerlo y además
ya tenemos las entradas para la Galeria para el día 1 de abril.
Hora
de terminar por hoy. Fino domani.
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1 de abril de 2010. Pistoia. Son las 9 de la mañana. Hoy es el día
loco, Fool Day en inglés, Pesce
d'Aprile en italiano, Erster April en Alemania, Een April en Holanda y
Aprilvis en la Bélgica flamenca...En casi toda Europa y en Estados Unidos se
celebra hoy el día de la bromas tontas. Beatriz conocía la costumbre por su
familia belga y, como todas las tradiciones, viene de lejos y su origen es un
tanto contradictorio. Unos dicen que es por culpa de un decreto francés en 1564.
En Francia las celebraciones de Año Nuevo comenzaban el 25 de marzo y
terminaban una semana después, el uno de abril se intercambiaban regalos. Con el nuevo decreto el
año empezaba el 1 de enero y dice que quienes se oponían al cambio optaron por
seguir regalando cosas en ese día en forma de broma y así ha llegado hasta
nuestros días en el que en vez de regalos se hacen inocentadas.
La denominación italiana Pesce d´Aprile según
nuestro chófer Paolo se debe a que por esa época el sol abandonaba la constelación
de Piscis y dicen también que Napoleón I recibió un pesce d´aprile pues se casó
el 1 de abril de 1810 en segundas nupcias con María Luisa de Austria.
Como sea hoy es primero de abril y tenemos entradas para la Galeria degli Uffizi para las 5 de la tarde y de nuevo hemos tenido que adaptar nuestros planes: nada de comer en la villa, comeremos en Florencia, en un restaurante cerca del Ponte Vecchio y estaremos acompañadas de Luisita y Serafin.
Esta mañana sonó el móvil de Beatriz bien
temprano, era Serafín y con una sorpresa para nosotras, estaba en Florencia con
Luisita de paso para Roma y nos invitaban a comer antes de ir a la Galeria. He estado
apunto de enfadarme con Beatriz, no la quería creer, era demasiado casualidad y
pensé que junto con Paolo querían gastarme una broma. Al final he sido yo quien
ha llamado a Serafín y me ha convencido, es verdad, no es una broma tonta.
La mesa con el desayuno ya está lista, hoy le
toca a Beatriz, hemos decidido alternarnos y sorprendernos cada día, si es
posible, con un desayuno distinto, veremos la sorpresa que me llevo, miedo me
da pensando el día que hoy es por aquí. Luego lo contaré.
Son casi las 12 de la noche y acabamos de volver de Florencia. Pasamos casi
todo el día con Luisita y Serafín, excepto la hora y media de la visita a la Galeria. Habíamos
quedado en la Piazza della Signoria, junto a la réplica del David de Miguel
Angel. Serafín tenía entradas para visitar el Palazzo Vecchio antes de comer,
después andando hasta el Ponte Vecchio con sus puestos en ambas orillas y, tras
cruzarlo, entramos en una trattoria a comer algo.
Mi segundo
“”pesce”” del día me estaba esperando aquí. El primer pez fue de
chocolate y era la sorpresa que Beatriz tenía en mi desayuno, pero el de ahora
era de papel, era el típico monigote en forma de pez que alguien me había
pegado en la chaqueta sin yo notarlo. Luisita lo encontró muy divertido, a ella
no le extrañó para nada, como cooperante de UNICEF está acostumbrada a todo
tipo de tradiciones y el uno de abril suele ser conocido en las ex-colonias
inglesas.
Luisita lleva ya 5 años en Sierra Leona, trabaja
en la dirección de un centro de reinserción de niños soldado
en Freetown y ahora tienen un congreso en Roma.
Serafín
tenía que hacer un reportaje en la Toscana y Leonor le pidió que quedase con
Luisita y si era posible con nosotras también. Empiezo a creer en la
providencia pues todo parece estar preparado por una mano misteriosa.
Durante
la comida Lusita
nos contó cosas de su trabajo y los logros que se estaban consiguiendo aunque
el ritmo es muy lento. Serafín recordó cosas de cuando estaba en Alemania, en
la casa de Doña Clotilde. Allí oyó por primera vez la historia de Luisita.
Sole
había recibido una carta de Manolita contándole cosas del barrio: la boda de la tía Ana con el tío
Alfonso, la de mis abuelos semanas más tarde. La carta venía con fotos de la
boda de la tía y Sole se las enseñó a Doña Clotilde. Tras ojear las fotografias y comentarlas acordaron ir a
unos almacenes para comprar ropa nueva, acorde con su nuevo trabajo de
fotógrafa, entre otras cosas unos pantalones por ejemplo, pues le vendrían muy
bien. Sole pensó en Alicia, al oir la palabra pantalones y en aquellos
días de tanta implicación, se puso triste a recordar a Luisa y le contó la
historia de Luisita.
Serafín desde el marco de la puesta lo oyó todo y
nadie se dió cuenta. Esa misma mañana, en el kindergarten , como llaman allí a
las guarderias, la profe de Serafin, Fräulein
Sonst quedó un tanto impresionada al ver el dibujo del pequeño: había
dibujado la ladera de una montaña y a sus pies una mujer y un hombre, caídos de
bruces y en primera linea un guardia con un bebé en brazos llorando y el
guardia tenía cara de pocos amigos.
Cuando
Sole se enteró trató de explicar a Serafin que un guardia malo hizo daño a los
padres de Luisita pero gracias a otro guardia bueno Luisita estaba con Leonor y
sus hermanitas.
Después
de la comida estuvimos paseando un rato por los alrededores de la Piazza della
Segnoria y a las cinco entramos a ver la Galería. A la salida nos reunimos con Serafín y
Luisita a la puerta del Duomo de Florencia con su campanario y su baptisterio,
más tarde tomamos unos helados en los alrededores y después fuimos andando
hasta el hotel donde ellos se alojaban, no muy lejos de la estación de Florencia.
En el
hall del hotel siguieron los recuerdos, Serafín se acordaba de ese día en casa
de Doña Clotilde por la historia de Luisita y porque cuando su madre fue a
buscarles a la guardería, llevaba pantalones, gabardina corta y cámara al
hombro. Ahora le hace gracia recordarlo pero entonces se quedó con la boca
abierta. Cuando cumplió 16 años Sole le contó toda la historia tal y como
sucedió.
Luisita,
a su vez, recordó cómo su tía, una
verdadera madre para ella, con los ojos húmedos pero con un orgullo que no le
cabía en el cuerpo, le contó por qué sus
padres Luisa e Ignacio se habian echado al monte, el por qué de su lucha y sus
ideales. A los nueve meses de su nacimiento un guardia civil sin escrúpulos
hizo una batida y acabó con ellos y sus compañeros. A ella se la llevó con él
para hacerla pasar por su hija. Su propia hija, también de 9 meses, había
fallecido por un accidente provocado por el propio guardia civil. Gracias al
abuelo, (el guardia bueno de la historia de Soledad), Manolita y Marcelino
tuvieron noticias de dónde y con quién estaba Luisita. Aunque mi abuelo les
aconsejó que no hicieran nada pues con un capitán de la guardia civil no se
jugaba, Manolita no atendió a razones, se las ingenió para conocer a la mujer
del capitán y ganarse su confianza hasta que un día, en un acto desesperado, se
llevó a Luisita.
A la
comisaria del abuelo llegó un retrato robot de la supuesta secuestradora y el
abuelo tuvo que asustar a Marcelino, dejándole ver la foto robot y le pidió que
devolvieran a la niña.
Al día
siguiente Manolita se presentó con la niña, el abuelo la dejó partir y redactó
un informe falso que el capitán de la guardia civil no se creyó para nada y
tuvieron una fuerte discusión con las pistolas en las manos. Al final y gracias
a la mujer del capitán, la niña le fue entregada al abuelo para que se la
devolvieran a su verdadera familia.
Ignacio
y Luis ayudaron a Alicia, a Fernando y a Álvaro. Ignacio se encargó de los
contactos para que Fernando pudiera abandonar España, poco después fue cuando
Ignacio y Luisa se echaron al monte.
Luisita
estaba realmente contenta de conocerme, no pudo darle las gracias al abuelo
porque era muy pequeñita y ahora que me tenía a mí delante no sabía como agradecérmelo. Se
lavantó de su sillón y subió a su habitación; al poco tiempo bajó con un regalo
y con una sonrisa muy agradable me pidió que aceptase el presente y que no era
una broma, me recordó.
El presente era una foto de mi abuelo con ella,
una foto que se habían hecho poco antes de la boda de los tíos. El detalle me
ha emocionado y la historia, aunque algo había oído, me ha transportado a
Venezuela cuando el abuelo me contaba sus hazañas con Bonilla.
Poco después abandonamos el hotel y tras cenar
algo nos despedimos. Serafín y ella prosiguen su viaje a Roma y nosotras
regresamos a Pistoia.
Mañana visitaremos Pisa y daremos por finalizada
nuestra visita, llena de sorpresas, a Italia.
47
Sobre el Mediterraneo, 3 de abril de 2010, son las 12 de la mañana y sobrevolamos el Mare Nostrum, como decían antiguamente. Beatriz
está medio dormida con su cabeza reposada en la ventanilla y con una sonrisa en
los labios. Antes de quedarse traspuesta hemos estado recordando la visita de
ayer a Pisa y de su proeza: se subió las casi 300 escalones de la famosa Torre de Pisa,
el campanario más inclinado y famoso del mundo. Me hubiera gustado haber podido
subir con ella pero desde el accidente no puedo subir tantas escaleras y allí
no hay ascensor. Beatriz me iba informando con el móvil de sus movimientos y
emociones según iba subiendo la escalera de caracol que recorre la torre. Desde arriba
hizo varias fotos.
Nosotras
nos hicimos la típica foto turística: simulacro de sujetar la torre.
Pisa
es una ciudad pequeña y se visita muy rápidamente. En la Piazza dei Miracoli se
encuentra el conjunto histórico: Duomo, Baptisterio y Torre. En la Piazza dei
Cavalieri el Palacio del mismo nombre y la Iglesia de Sta. Maria de la Espina.
Este viaje ha sido único en todos los sentidos. Pénsabamos
estar unos días solas y lo hemos estado pero también hemos compartido muchas
horas con gente tan especial y cariñosa como Danielle, Giovanni, mi padre y su
mujer, naturalmente, Paolo el chofer y Luisita con Serafín.
Este
El
viaje es ya irrepetible en cuanto a emociones y sorpresas.
Falta
media hora para aterrizar, nos dicen por el interfono y Beatriz se ha
despertado. Continuaré en casa esta noche.
Son las
11 de la noche y Teresita ya duerme toda contenta y feliz porque ya estamos en
casa. Mi madre mira la tele y Beatriz le cuenta a su hermano por el messenger
nuestras aventuras italianas y yo recuerdo ahora el recibimiento en Barajas.
Teresita,
mamá y Mario nos estaban esperando y he llorado como una tonta al verlos allí,
sonrientes y con los brazos abiertos.
Beatriz
no ha querido esperar a llegar a casa y le ha dado a Teresita nuestro regalo:
unas camisetas con los nombres de las ciudades visitadas y otra camiseta con
Pinocchio como promesa de que muy pronto volveremos con ella. En su armario
cuelga nuestro viaje a Italia.
Al
llegar a casa mamá nos ha puesto al corriente de que la tía Ana había estado
hablando con el editor de Beatriz y con la directora de una revista para
mujeres y que en breve iba a conceder una entrevista.
La tía
quería hablar conmigo cuanto antes y esta misma tarde me he pasado por su casa.
Hemos
hablado largo y tendido, la tía me ha contado el por qué de la entrevista y el
por qué de la palabra lesbiana en la dedicatoria del libro de Cristina.
Giovanni
y el editor de Beatriz se habían puesto de acuerdo para sacar el libro a la venta
en España. La presentación estaba planeada para mayo con la asistencia de las
dos: Cristina y la tía.
Iban a
conceder una entrevista sobre la posición de la mujer en los años 50 tanto en
España como en Italia. A la tía se le ocurrió una idea para parar los pies a
Carmona. Si Crisitna en su versión en castellano decía libremente que la tía
era lesbiana Carmona ya no tendría material para chantajearla y el video no
valdría nada.
La
muerte de Cristina ha cambiado los planes naturalmente, en lugar de Cristina
vendrá Danielle (¡lo sabía y no me había dicho nada!) y la entrevista tendrá
lugar en casa de la tía
y dos
días más tarde será la presentación del libro a mediados de abril.
La tía
tiene pensado invitar a Carmona este fin de semana y enseñarle el libro de
Cristina con la dedicatoria especial.
Le
pregunté a la tía sobre las notas de Cristina, exactamente a la que hacía
referencia a un intento de emular a Parténope.
La tía
me miró como dudando si contármelo o no pero al final me cogió las manos y me
miró a los ojos muy seriamente y me dijo: es verdad. Cristina lo sabía pero
decidió al final no utilizarlo y a continuación, un poco más relajada me dijo
lo siguiente:
””” Al
marcharse tus abuelos con tu madre y Carmen me sentí muy sola y al poco tiempo
Alfonso ingresó en la clínica pero yo no encontraba paz. Hacía poco que Teresa
y yo nos habíamos reconciliado y no pude disfrutar la reconciliación entre unas
cosas y otras.
Me
daba asco a mí misma. Sentía justamente lo que Encarna siempre decía que había
que evitar: sentirse cobarde y culpable. Y yo lo era, yo lo estaba. Marta me
hubiera entendido pero ella tampoco estaba...hacia tiempo que se había ido con
mi padre y me habían dejado como una barca con timón que ahora iba a la deriva.
Era
culpable - continuó diciendo, después de hacer un breve silencio y mojarse los
labios con un martini- porque para estar cerca de tu abuela me había casado con
tu tío, sin amarle y con el pretexto perfecto:
ayudarle en su carrera como boxeador. No fui la esposa convencional, lógicamente
y tampoco fui capaz de irme con el tío a la famosa gira; los almacenes fueron
la excusa idónea, pero la verdad fue otra: no podía pasarme dos semanas sin ver
a Teresa y además estar a solas con el tito tanto tiempo.
Cobarde
por no haberle dicho a tu abuela lo que sentía por ella el mismo día en que tu
abuelo pidió la mano de Teresa.
Cuando nos encontramos con ellos en el Morocco
el mismo día de la pedida, allí mismo nos comunicaron la buena nueva. Quise
morirme en el instante pero disimulé como pude.
Cuando
tu abuela pasó unos días en casa, estuve a punto de decírle que iba a cometer
una locura casándose con Héctor, que ella me amaba pero no pude, al intento de
besarla en el cuello suavemente reaccionó asustada y decidí callar. Esto era una de las confesiones que le hacía
en la carta que nunca llegó a recibir y que desgraciadamente Rosa recogió de la
papelera.
Alfonso
me agradaba y le tenía cariño e imaginé que podíamos hacer una buena pareja. Él
me amaba y los almacenes podían
promocionarle como boxeador. No lo dudé mucho y en la noche de su primera
victoria dije a los periodistas que era su prometida. Así se lo comuniqué a mis
padres por escrito al día siguiente, pero ellos nunca recibirían la carta. Los recuerdos y
las oportunidades perdidas, la falta de mis padres y la ausencia de Teresa
sobre todo me sumieron en una depresión y desolación que podían conmigo. Para
sosegar mi dolor sólo pensé en beber y beber y la idea de irme con la ayuda de
algunos barbitúricos me pareció una buena manera de ahogar mis sentimientos y
dejar a los demás vivir su vida. Afortunadamente, los vómitos despertaron a
Dionisio y éste avisó a Mauricio. Llegaron a tiempo para hacerme un lavado de
estómago y Cristina estuvo a mi lado en esos momentos tan bajos. Cristina sabía
lo que había intentado y aunque al principio pensó que era por Alfonso y porque
echaba de menos a Carmen y a los abuelos, más tarde comenzó a pensar que la
causa había sido otra.
Durante
mi estancia en la villa de Cristina recordamos muchas cosas y nos hicimos
algunas confesiones. Ella me confió que el Diablo baja la cama lo había escrito
Salvador y yo le confesé que mi intento fallido fue por Teresa, porque a una
vida sin ella no le encontraba sentido.
Sólo
el espíritu luchador que había heredado de Encarna, en realidad mi verdadera
madre, consiguió sacarme de esa depresión y al salir el tío de la clínica
bastante recuperado y animado, decidí
dar una oportunidad de verdad a mi matrimonio. Seguimos teniendo problemas
pero aprendí a quererle y a amarle, a mi manera.. pues amarle a él era amar a
Teresa.””
Cuando
la tía terminó de hablar, visiblemente emocionada se retiró. Me dió un beso y
me dijo que ya seguiríamos hablando al día siguiente. Se lo agradecí pues su
confesión desató en mí un conglomerado de emociones contradictorias. No supe
qué contestar en ese momento, sólo pude darle las gracias por su sinceridad y
agradecer en silencio que no hubiese hecho daño al abuelo.
Entendía a la tía y podía imaginarme su
desesperación y hasta sentí con ella su dolor según me iba contando las cosas.
Creo que dejar marchar a mi abuela sin abrumarla más con sus sentimientos fue
un acto generoso.....pero también me pareció muy egoista que utilizara a mi tío
para sus fines. Estoy convencida de que mi tío también se debió sentir solo
estando con ella. La tía sufrió ¿y la abuela?.... No lo sé, sinceramente no lo
sé. Yo no la recuerdo como a una persona infeliz. Indudablemente nunca la
olvidó, la carta que me dejó así lo demuestra y si sufrió, probablemente lo
hizo, nadie se lo notó. Tampoco puedo estar segura pero creo que la abuela
jamás hubiese dejado al abuelo, ni aún antes de casarse con él. Ana y sus ideas
eran demasiado avanzadas para su época y mi abuela estaba aprendiendo a ser una
mujer con menos prejuicios pero aún le quedaba un camino muy largo por recorrer
para estar a la altura de la tía, en ese aspecto.
Me
viene ahora una cosa a la mente, pensándolo bien Beatriz y yo hemos sido unas
egoístas pues en Venecia no hemos pensado en los padres de la tía para nada, ni
un minuto.
Ya es
tardísimo, mañana seguiré.
48
28 de abril de 2010. Hoy es miércoles y son las 2 de la mañana. No puedo dormir
y he decidido escribir hasta que el sueño me rinda.
Parece
mentira pero es verdad, la última vez
que escribí en estas páginas fue el 3 de abril, el mismo día que regresamos de
Italia y mi estado de ánimo era buenísimo. No puedo decir ahaora lo mismo pero
ya voy remontando. Han pasado muchas cosas que han dejado una gran huella en
nuestra pequeña familia y en nuestros amigos. Afortunadamente nos hemos tenido
los unos a los otros y ahora nos sentimos más unidos que antes.
Poco a
poco vuelve todo a la normalidad, aunque no es como antes; han aumentado las
responsabilidades y me cuesta creer que ha pasado, pero así ha sido.
Teresita
está de nuevo en casa, las madres de sus amiguitas se han volcado con nosotras
y han acogido a la niña durante estos días.
Hemos
hablado con ella esta mañana y la naturalidad con que asimila las cosas que
pasan me sigue sorprendiendo. Me ha recordado que el diario que estoy
escribiendo es para ella, para cuando cumpla 18 años y de esa forma no olvidar
toda la historia de nuestra familia y que tenía que seguir contándola. El año
que viene, me ha dicho, va a empezar ella a escribir sus cosas en sus portátil
de juguete.
La he
hecho caso y acabo de leer lo último que escribí y veo que me quedé con el
encuentro con la tía, con su confesión y con sus planes, entre ellos, recibir a
Carmona.
El martes 6 de abril Carmona llegó a casa de la tía y allí estábamos Mario y
yo pero no éramos los únicos. La tarde era muy hermosa y la tía había preparado
todo para recibir en el jardín a sus invitados.Carmona fue el último en llegar
y si se asombró de ver invitados lo disimuló muy bien, al menos al
principio.Nos saludó, se interesó por Beatriz y nuestro viaje por Italia y al
momento la tía, correcta como siempre, le interrumipó para presentarle al resto
de los invitados.
Yo tampoco los conocía, al menos de cara, su
nombre sí. Mario los conocía de vista, había coincidido una vez en Mallorca y
no tenía ni idea de que la tía los conociese personalmente. Pertenecían a la
familia de un alto cargo de los años 50, fiel al sistema del que formaba parte
y me extrañaba que sus nietos estuviesen aquí. Naturalmente ellos no tenían que
pensar igual que su abuelo, pero aún así. Sabía que la tía no sentía simpatía
alguna por el sistema que rigió en España hasta los años 70 y aunque estaba
empezando a adivinar el enlace, no pude confirmar mis sospechas hasta que no ví
la reacción de Carmona; su sonrisa diplomática desapareció de repente al oir el
nombre de los hermanos y miró a la tía como sin entender lo que allí pasaba.
Tras
degustar una pequeña merienda y hablar de cosas intrascendentes, la tía decidió
que había llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa.
Se
levantó un momento, regresó del salón con el libro de Cristina en la mano, la
edición española y le dijo a Carmona que lo mirase y que se fijara en la dedicatoria. El
libro saldría a la venta el día 21 y la presentación tendría lugar el día
20,añadió la tía, y además quedaba invitado a ella si quería pero le aconsejaba
que comprase primero la
revista M el día 15 de abril. En las páginas especiales
podría leer la entrevista que la redactora jefe le había hecho y donde ella,
sin tapujos hablaba de su vida como empresaria y mujer.
Carmona
entendió que el video de su tío de poco o nada servía ya. La tía se le había
adelantado y ella de nuevo imponía las reglas y le entregó el dichoso video.
La tía
le hizo firmar un papel en el que confirmaba que no había ninguna copia más
guardada en ningún cajón ni futuras intentonas. Así de sencillo fue todo y yo
no salía de mi asombro. Carmona era de repente un ser anodino que obedecía sin
rechistar.
Los
hermanos Blanco recibieron de la tía la famosa película y aconsejaron a Carmona
que olvidase el pasado de su tío por su propio bien y que volviese a Jaén, a
sus clases.
A las
8 de la tarde la merienda terminó y los invitados abandonaron la casa de la
tía.
Mario
se marchó con Carmona y yo me quedé para hablar de la entrevista.
Pensaba
que la entrevista se tenía que realizar y que era una treta más de la tía para
Carmona pero no, la entrevista estaba hecha y había quedado muy contenta. La
redactora y ella tienen una amiga común: Alejandra, la hija de Alicia y Alvaro
Peña y ella facilitó las cosas.
Había
otra cosa que no entendía y se lo pregunté: ¿por qué había decidido darle la
película a los hermanos Blanco? El asunto de tal personaje con Carmona me
recordó unos versos de Machado: ¨¨y
repintar sus blasones, hablar de las tradiciones de su casa, escándalos y
amoríos poner tasa, sordina a sus desvaríos¨¨.
La tía
me dijo, con gesto cansado, que ellos también tenían derecho a destruir su
pasado pero primero tenían que saber los gustos que su abuelo tenía y que ella
ya no quería guardar secretos ni de ella ni de nadie. Que su tiempo se acababa
y deseaba irse ligera de equipaje, me respondió con palabras de otro poema de
Machado, como si estuviese leyéndome el pensamiento cuando recordé esos versos.
Sus
palabras me alarmaron y pregunté si pasaba algo, si se encontraba mal o el
médico le había dado una mala noticia,
pero ella negó con la cabeza y tan solo dijo que a su edad, cada día es
un regalo pero también un peldaño más alto que subir y empezaba a estar
cansada.
Nos
despedimos y prometí volver el día 15 como me pedía. Mi trabajo en la fundación
lo tenía un poco desatendido y durante unos días seguramente iba a estar muy
ocupada. Quedamos en llamarnos todos los días.
El 15 de abril se publicó la entrevista y cuando llegué a su casa la
tenía en la mano.
La tía
estaba en el jardín, últimamente solía pasar muchas horas allí si el tiempo lo
permitía, quería ver como la primavera se iba abriendo paso en él y aspirar
cada rayo de sol.
Nos
besamos y tras beber algo me enseñó la revista. No necesitaba leerla pues ya me la
conocía de memoria, esa misma mañana Beatriz la había comprado y llevado al
trabajo. La tía estaba muy satisfecha y hasta presumía de su fotogenia, las
fotos, que eran de Serafín, dejaban ver la gracia y elegancia de una mujer
octogenaria de muy buen ver.
En la
entrevista la tía repasaba su vida y no ocultaba lo duro que fue lidiar con la
mentalidad de esa época. Confesaba que en ocasiones tuvo que tomar medidas
necesarias para salvaguardar su negocio y a sus empleados. Las medidas no
fueron del todo éticas pero no se arrepentía de nada.
Aún
ahora defiende en más de una ocasión que las mujeres están incluso más
capacitadas que los hombres para dirigir empresas.
Recordó
una entrevista radiofónica concedida a Carmona sr. que sólo pudo ser oída en
Madrid y que silenciaron los periódicos de la época. Su teoría sobre
el papel de la mujer en la sociedad resultó ser escandalosa y desde arriba
obligaron a silenciar la entrevista.
También
habló de la labor de Cristina como una de las primeras mujeres que recibió un
premio literario, en esos años tan represivos, y de la representación de la
obra, de la mano negra de la censura que obligó a adaptar a su gusto algunas
escenas y terminó por censurarla del todo al poco tiempo de ser estrenada.
Hablaba
de su matrimonio con el tío, de sus efímeros éxitos como boxeador y cómo
descubrió que el cariño puede pasar a ser amor con el paso de los años, pero
dejaba bien claro que él no fue su gran amor. Volvió a repetir que el amor no
es excluyente y que de haber nacido en estos años a lo mejor se hubiera podido
enamorar de una mujer.
Nos
pone a Beatriz y a mí como ejemplo de la culminación de un deseo hecho
realidad: la de casarnos y de cómo estábamos educando a la niña, de lo sano que
es poder vivir este amor en libertad.
Recordó
a las mujeres que no tuvieron esa oportunidad, y en especialmente a aquellas
que acabaron en la cárcel por la intolerancia de una sociedad dominada por las
jerarquias eclesiásticas.
Habló
del miedo a lo desconocido y confiaba en las nuevas generaciones que estaban
creciendo sin tantos prejuicios. Hizo hincapié en que los prejuicios ahogan el
espíritu luchador y solidario e impiden el desarrollo justo de una sociedad
libre.
Nombró
el libro de Cristina que muy pronto iba a salir a la venta y recalcó que aunque
la historia transcurre en Italia, bien podía haber sucedido en el mismo Madrid
del año 1953.
Terminaba
congratulándose de que afortunadamente la mujer habia dejado de ser sierva del
hombre, que aún le quedaba mucho camino por recorrer para llegar a la igualdad,
pero que los pasos dados ya estaban siendo visibles.
Finalmente
animaba a las lectoras a comprar el libro de Cristina, titulado en español:
Plaza Amor prohíbido 1953. y les adelantó que el día 20 la hija de Cristina
estaría en la presentación ya que Cristina acababa de fallecer.
Son
las 3.30 de la madrugada y el sueño está empezando a venir. No quiero parar,
necesito seguir escribiendo, pero tampoco quiero que me encuentren mañana con
la cabeza sobre el teclado.
49
29 de abril de 2010 son las 3 de la tarde y escribo desde casa de la tía. He tenido que venir a
solucionar algunas gestiones y he decidio quedarme un ratito más en el jardín.
Ayer me sorprendió el sueño y me quedé sin terminar de contar nuestra charla
sobre la entrevista.
Como
decía ayer, la tía quedó muy contenta con su entrevista y aprovechó para
contarme la entrevista radiofónica que mencionaba en la revista. La realizaron
en el despacho de sus almacenes con un Carmona crecido que pretendía
ridiculizar la labor de la tía y recordarle que el lugar de la mujer era su
casa, sus labores y su marido.
La tía
no solamente se pasó por alto las respuestas escritas, que el tal Carmona traía
preparadas a sus preguntas, sino que le dejó con la boca abierta y habló
claramente defendiendo sus ideas.
Aunque
les cortaron la entrevista, que era en directo, a los pocos minutos empezaron a
llamar de todos los periódicos. Todos querían hablar con Ana Rivas. Todos
querían escribir sobre la empresaria
Ana Rivas. Pero no todas las reacciones
eran positivas, algunas clientas que se encontraban en la tienda y que oyeron
la entrevista se indignaron con la tía y con los almacenes.
Al día
siguiente, mi abuela deseosa de leer los ecos de la entrevista en la prensa
matutina, prensa que el abuelo había encargado que le trajeran a casa, se llevó
una gran decepción al ver que la censura lo había prohibido. El abuelo le
explicó además que debía dar gracias a que era una empresaria con nombre de lo
contrario ya estaría en la Puerta del Sol.
La tía
estaba indignada y la abuela también: la censura prohibía ser feminista y el
defender los derechos de la mujer era sinónimo de revolucionaria o roja.
Esa
tarde me despedí de ella bastante orgullosa, por su valentía de entonces, a
pesar de que como decía el abuelo, gracias a su calidad de empresaria y a los
contactos de su familia en el régimen, podía arriesgarse un poco más que
cualquier otra mujer de posición similar. No obstante tuvo el coraje y el valor
de hablar sin miedo aunque no sirviera de mucho en ese momento.
Al día
siguiente volví a visitarla y ella siguió contándome cosas de entonces. De
repente sentía la necesidad de contarme cosas y cosas de su época en los
almacenes.
Recordó
que si bien había tenido que arreglar con dinero algunos casos siempre lo hizo
pensando en el bien de alguien y nunca por lucro personal.
Me
contó que una vez vino el abuelo a comunicarle que habían puesto una denuncia a
los almacenes, era una denuncia muy seria, falsificación de licencia para la
importación de frigoríficos.
Esa
fue la primera vez que la tía recurrió a su vecino Abel como abogado. Aunque a
la tía le había estafado el hijo de un buen amigo con las licencias, ella
decidió no denunciarle para no humillar más al pobre hombre que acababa de
sufrir una embolia. La única solución era comprar al encargado de transmitar la
denuncia y al otro empresario denunciante. Por solucionar este asunto llegó
tarde a un importante combate del tío.
La
historia de los frigoríficos me la sabía un poco, la abuela me hablaba de ella
muy a menudo, quería que me diera cuenta de que en los años 50 era un artículo
de lujo y no de necesidad.
Los almacenes eran más importantes que el tío
pero ya no me pillaba de sorpresa el descubrimiento después de su confesión del
otro día.
También
mencionó a un tal Nono que fue quien preparó la famosa gira del tío y quien le
introdujo en el mundo de los estupefacientes.
Hablamos
mucho, bueno ella hablaba y yo escuchaba. Volvimos a vernos el día 18 de abril.
Ese
día fui con Mario al aeropuerto a recoger a Giovanni y Danielle y les
acompañamos al hotel. Horas más tarde nos reunimos con ellos, en un restaurante
cerca de la casa de la tía, para cenar y charlar. Mamá y Mario tuvieron la
oportunidad de conocerlos.
El día
19 comimos en casa de la tía y esta vez Leonor y Serafín también estuvieron
presentes.
Al día
siguiente, el 20 de abril, a las 6 de la tarde fue la presentación del libro:
Plaza Amor Prohíbido. 1953, edición en castellano y con otra dedicatoria muy
diferente a la que Carmona
pudo leer. El agente de Beatriz y Giovanni lo habían preparado todo y eligieron
un famoso local de la Avenida de la Habana para que la tía no tuviera que
desplazarse demasiado.
La
presentación fue un éxito, la entrevista de la tía dió bastante publicidad al
evento y Danielle se ganó a los medios de comunicación. La tía lo disfrutó como
una niña chica aunque trató de disimular su entusiasmo como una gran dama. El
libro, aunque hace tan sólo unos días que se ha puesto a la venta, se está
vendiendo como rosquillas. La verdad es que ha tenido una publicidad indirecta
que le ha venido muy bien.
El día
20 fue un día precioso, un día que no voy a olvidar facilmente. Por la noche,
la tía se retiró pronto y el resto nos fuimos a cenar. Giovanni y Mario no
paraban de intercambiar opiniones e ideas, Serafín nos inmortalizó de nuevo a
todos, Leonor y Danielle se pasaron casi
toda la velada hablando de ópera. Leonor es una amante de la ópera, algo que yo
no sabía, y Danielle le ha invitado a pasar unos días en Italia. En julio
comienza en Verona la temporada de ópera en La Arena y Danielle le ha dicho que
la representación de “Aida” este año es una de las mejores. Leonor no ha dejado
escapar la ocasión y ha aceptado inmediatamente. Estoy segura de que Danielle
le preparará un programa especial.
Al día
siguiente Giovanni y Danielle partieron para Italia y quedamos en vernos pronto
allí, en las vacaciones, pues Beatriz le había prometido a Teresita llevarla al
parque temático de Pinocho.
50
30 de abril 2010 Son las 7 de la tarde, estoy en mi despacho, tengo una
reunión a las 8 y aprovecho para continuar.
Al
despedirnos de los hermanos di Prieto no pensamos que el hasta pronto iba a ser
tan pronto.
El día
23 de abril, de madrugada y de un paro cardiaco falleció la tía Ana. Según el médico la tía
no debió notar nada pues el paro lo sufrió mientras dormía.
El día
25, a
pesar de ser domingo, la enterramos en el pabellón de los Rivas.
Danielle
y Giovanni volvieron el día 24 y su presencia nos hizo mucho bien a todos.
La tía
lo sabía o lo presentía porque dejó todo dispuesto, hasta nos dejó una carta
para que leyéramos en el cementerio. No quería servicios religiosos, sólo un
grupo de amigos, los más íntimos en su entierro. Su funeral lo dejaba por
nuestra cuenta, si queriamos hacerle uno e invitar a amigos y conocidos éramos
libres de hacerlo pero en su entierro no. Sería como ella quería y así fue.
Sólo
estuvieron presentes quienes ella quería y su abogado naturalmente.
Su
muerte fue noticia y los pésames nos llegan desde muy lejos y de gente de la
que nunca habíamos oído hablar.
El tío
Alfonso no fue enterrado en el pabellón y los padres de Ana, Ramón y Marta
reposan en algún lugar del fondo del adriático.
Mi
madre ha querido hacer un pequeño altar en un rincón del pabellón y ha dejado
las fotos de sus seres queridos, entre ellas una foto de la abuela.
La
casa en el barrio El Viso es para mi madre según su última voluntad, el terreno
donde se levanta la fundación es para mí y en su día pasará a ser de Teresita.
Los fondos de acciones de diferentes empresas de las que no tengo ni idea,
también son para mí y yo me temo que no voy a poder con tanta responsabilidad,
el mundo de los negocios no es lo mío, menos mal que Beatriz y Mario tienen más
vista que yo para estas cosas y me van ayudar.
Su
muerte nos ha pillado a todos de sorpresa, a pesar de la edad, a pesar de sus
últimas palabras, había mucha vida en ella el día de la presentación del libro.
Aunque ella no quería que la llorásemos lo hemos hecho, nos ha dejado un gran
vacío y ya la echamos de menos.
He
pasado poco tiempo con ella y no era una mujer fácil de llevar y de entender,
pero debajo de esa máscara de mujer de hierro, de mujer perfecta, había un gran
corazón solidario. Su paso por esta vida no dejó a nadie indiferente. Muchos la
admiraron y otros la odiaron y unos pocos la hemos querido y mi abuela y mi tío
la amaron, cada cual a su manera.
Quiero
terminar escribiendo la carta que nos dejó para que la leyéramos en su
entierro:
””” Permitidme empezar con los versos de Jorge
Manrique:
Partimos
cuando nacemos,
andamos
mientras vivimos,
así
que cuando morimos
descansamos.
Eso es lo que estoy haciendo yo, estoy descansado de una
larga vida llena de aciertos y de faltas pero siempre siguiendo mi conciencia y
cuidando de mi gente.
A mi familia italiana como yo la llamo tengo que
agradecerles el calor con el que siempre me recibieron en su casa y la ayuda
que me han prestado en estos últimos años.
A mis buenos amigos de la plaza les doy las gracias por
la gran compañía que me han dispensado durante todos estos años y a mi sobrina
Ana le deseo que se quite los miedos y se atreva a dar el paso de dejar el
pasado atrás y empezar este bonito presente que tiene por delante, junto a sus
hijas y nieta y con Mario de la mano.
Teresita, Beatriz y Carmen vosotras tenéis el futuro
todavía por escribir y se que lo váis hacer con más aciertos que errores ,
tenéis todo para triunfar: amor, humanidad, valentía e inteligencia.
Si he empezado con Manrique quiero termianr con unos
versos de Neruda:
Si
alguna vez vivo otra vez
será de la misma manera,
porque se puede repetir
mi nacimiento equivocado,
y salir con otra corteza
cantando la misma tonada.
será de la misma manera,
porque se puede repetir
mi nacimiento equivocado,
y salir con otra corteza
cantando la misma tonada.
Recordadme sin llantos.
Ana Rivas. ”””
Este
diario ha llegado también a su fin, mi paseo por la plaza de los frutos de la
mano de mis queridos amigos queda reflejado en estas páginas. Ha sido un paseo
en Tiempos más serenos y creo que
ese será el título de este diario. Teresita lo leerá cuando cumpla 18 años como
hemos acordado y como ella misma quiere.
Aquí
nos despedimos pero no es un adiós pues no será el último que escriba, pero
éste es y ha sido único. Los futuros pertenecen a él, al futuro desconocido.
Este es mi pasado y parte de mi presente. Hasta siempre.
FIN
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