Capítulo 5
18 horas. Domingo 23 de septiembre 1973
El cuarto es pequeño, su puerta de madera con
cristal en la parte superior tiene una persiana de luxaflex que permanece
cerrada, los tabiques son también de madera y la luz del día entra por el tragaluz que
hay en la parte superior de la pared de ladrillo. El cuarto debió utilizarse
como despacho pues a ras del suelo hay una conexión para el teléfono, un
armario archivador de metal, una mesa de despacho arrinconada y en el medio del
techo un tubo de neón blanco con el interruptor fuera del cuarto.
Junto a la pared de ladrillo hay un colchón de muelles, que asoman por algunos
lados, con los que Dani y Javi se entretienen esperando que alguien abra la
puerta para traerles algo de comer.
- No creo
que venga nadie – dice Javier – hace un rato que no se oyen pasos y hemos oído
como han bajado el cierre. ¡Con el hambre que tengo ¡
- ¡Y yo!
Pero también tengo que ir al servicio .Si abrimos la persiana lo podemos
comprobar – contesta Dani.
Javier se acerca a la puerta, abre las
láminas de la persiana con sus manos, como ya hiciera por la mañana, pero esta
vez no viene nadie a aporrear la puerta ni a gritarles en un idioma que no
entienden. La silla dónde se sienta el bajito con el pelo cortado al cero está
vacía y presumen que están en lo cierto. No hay rastro de los dos hombres que
les han traído hasta aqui ni tampoco del otro que les hablaba en una mezcla de
castellano e italiano . Apenas recuerdan nada del viaje , un olor
muy raro que les entró por la nariz les atontó bastante pero el efecto se les pasó
pronto y cuando el coche paró, les cogieron en brazos como a dos fardos y les
metieron en el cuarto. Allí les dejaron sin decirles nada, a media tarde les
sacaron para ir al servicio , a la vuelta se encontraron con unos bocadillos
sobre la mesa del despacho y dos vasos de papel con leche fría. Eso fue todo lo
que comieron ese sábado y al oscurecer oyeron caminar a alguien con tacones que
se paró ante la puerta y gritó en perfecto castellano.
- Ya hemos
avisado a vuestros padres. Si os portáis bien pronto estaréis con ellos. No
arméis jaleo pues nadie os va a oír. No os va a pasar nada, no tengáis
miedo.
- No
tenemos miedo, ya somos mayores – dijo Dani
- Mejor
así – contestó La tacones, como Dani la llamara.
Y eso fue todo, La tacones se alejó en
dirección a la puerta de entrada, oyeron caer el cierre y al ratito
El italiano entró a por ellos, les acompañó al servicio y les volvió
a meter en el cuarto.
- Y ahora
a dormir. Tenéis cubo debajo mesa para urinare por la notte y dos vasos de agua.
- No
tenemos aún sueño – contestó Javier - ¿nos pueden dejar una de esas barajas que
tienen ustedes para que juguemos y poner la luz?
- ¿Baraja?
Ah, carte dice, no hay, no es para niño. Hora de dormir. Finito.
- ¿ Y una
sábana por si tenemos frío? – pregunta Daniel
- ¡Silenzio!
No enfadar más, no gustarme niños .
Dicho esto cerró la puerta con llave y la
nave quedó en silencio, solo se oía el ruído de las cartas al barajarlas, el
destaponar de cervezas y algunas exclamaciones según les viniera las cartas.
Los dos chicos se tumbaron en el colchón y trataron de dormir ya que tampoco
les dejaban hablar. A las cuatro de la mañana se despertaron tiritando de frío.
Se levantaron, empezaron a correr y hacer gimnasia por el cuarto para entrar en
calor y entonces, El boxeador como Javi le llamó abrió la puerta y comenzó a
gritarles.
- Tenemos
mucho frío – dijo Javier
- We are
cold – dijo Daniel por si entendía inglés.
No obtuvieron respuesta, la puerta se cerró
pero al ratito se abrió de nuevo, esta vez era El cabeza pelada con dos toallas
en la mano.
- No
blanket, that's all – dijo tirando las toallas y cerrando la puerta de nuevo.
El cansancio pudo con ellos y arropados con
las toallas se quedaron dormidos hasta que la luz del sol
les despertó a eso de la nueve de la mañana. Una hora más tarde la
puerta se abrió de , otra vez al servicio y otra vez bocadillos y leche. Mucho
más tarde les sacaron de la habitación, les llevaron a otro cuarto cerca de los
servicios y allí, el italiano les dio el auricular del teléfono y dijo que
dijeran que estaban bien. De camino, de vuelta al cuarto, Dani se ganaría
un empujón seguido de un interrogatorio .
- ¿Qué
cosa dices por teléfono?
- Jopé me
hace daño, suelte mi brazo Tim es mi amigo y entrenador, quería decir que
he metido tres canastas.
- No
más tonterías ¿comprendes?
- Sí
comprendo ¿no le gusta el baloncesto?
- Calla
niño impertinente o no respondo .
Contestó el italiano alzando la mano,
haciendo ademán de querer pegarle una bofetada que no llega a alcanzar la
mejilla de Daniel gracias a El boxeador quien le sujetó el brazo, le dijo algo
en el idioma que no entendían, se miraron y al final salieron del cuarto,
cerraron la puerta y no han vuelto a oír ni pasos, ni voces, ni
ruídos de sillas, sólo el bajar del cierre.
- Estamos
solos – vuelve a repetir Javier - ¿intentamos correr la mesa para subirnos a
ella y ver que se ve por el tragaluz?
- Tenemos
que darnos prisa, a ver si vienen y la líamos más. El italiano ese casi me da
una bofetada, me he quedado con ganas de pegarle una patada pero ya sabes lo
que contó Tim ¿te acuerdas?
- Sí, no
oponed resistencia y no ponedles nerviosos y esto último lo estamos
haciendo.
- Jopé es
que esto de estar secuestrados es un aburrimiento y menos mal que estamos
juntos.
- Para
nosotros sí pero para nuestros padres debe ser un infierno –dice Javier
- Sí,
tienes razón, mi abuela estará rezando a todos los santos, mi madre echando las
culpas a mi padre y ¿ por qué tardan tanto en venir a por nosotros? ¿por qué
solo hemos hablado con tu padre?
- No lo
sé, pero deja de hablar y ayúdame con la mesa. Seguro que dan con nosotros
mañana.
Los chicos cambian el colchón de sitio e
intentan acercar la mesa hasta la pared pero pesa más de lo que pensaban y no
pueden con ella. A Dani se le ocurre entonces sacar los cajones, ponerlos sobre
el colchón y hacer una torre para llegar hasta al tragaluz. Aunque no alcanzan
a ver bien si pueden vislumbrar un monte con un edificio y una escultura con la
forma de un Sagrado Corazón muy grande.
- ¡El Cerro
de los Ángeles ¡– exclama Javier
- Y éso
que es ¿cómo lo sabes? ¿estamos fuera de Madrid?
- Estamos
por la carretera a Toledo. Ahí he estado una vez con mi padre, no hace mucho.
- ¡Mira
Javi! – exclama Daniel al ver como un avión militar sobrevuela por encima de
ellos- ¡Nos están buscando!
- No lo
creo, debe ser de la base que hay por aqui cerca.
- ¿También
has estado con tu padre y no me has llevado?
- No, no he
estado, mi padre se lo dijo a mi madre porque ella tiene un primo que trabaja
en esa base.
- ¿ y cómo
se llama?
- ¿El
primo?
- No, la
base tonto y venga, vamos a bajarnos que ya no hay más que ver, todo
son edificios bajos y postes de luz.
- Getafe,
la base y sí vamos a poner todo en su sitio antes de que vuelvan.
Afortunadamente les da tiempo a colocar todo
como estaba y poco después oyen el cierre que sube y La tacones, con gafa de
sol y pañuelo en la cabeza les deja unos bocadillos y la leche mientras El
boxeador les acompaña al servicio.
A la misma hora en casa de Bonilla las
familia Perea junto con Vallejo se ha unido a la de Olavide y mientras esperan
a que el comisario llegue, Bonilla mira los esbozos de Tim asi como
el dibujo de Julio.
- ¡Joder!
No puede ser! A este tipo le conozco y Matilde también – exclama Bonilla y
continúa - y la mujer tiene que ser ella por fuerza. Ahora encaja
todo.
- Explícate
Bonilla – dice Vallejo extrañado de que haya reconocido al hombre que preguntó
por la prensa internacional.
- La cara
de este tipo me suena – comenta Matilde pero a la mujer no la
conozco.
- Fue
mucho antes de que nos conocieras – contesta Bonilla y sigue con su explicación
- ¿Os acordáis
que en Agosto estuvimos en Croacia, en
Istria, en la inauguración de un hotel del que soy socio minoritario?
Pues este hombre también estaba. Se llama Ilja Hovart y en principio también
iba a ser accionista pero quebró su empresa y su amigo Andras Radic le dejó
fuera. Radic es un empresario muy conocido en el mundo de la hostelería en
Istria. La península comienza a tener mucho turismo y los hoteles están
creciendo como setas a lo largo de toda su costa.
- Del
viaje que hicisteis a Istria me acuerdo, alli tomasteis el
ferry a Venecia para nuestra boda pero ¿cómo entraste tú
en contacto con esta gente? – pregunta Héctor.
- Através
de un amigo en común del club Siglo XXI. Pensé que lo había
comentado. Miguel Campos y Radic se conocieron en Mallorca, Campos
estaba buscando invertir en el extranjero, Radic le habló del proyecto cerca
del canal del Lim y no se lo pensó dos veces. Andras Radic tiene buen nombre en
toda Yugoslavia. Al quedarse fuera Ilja Hovart, Miguel me preguntó si yo estaba
interesado. Asi fue la cosa.
- ¿ Y tú
le has hecho algo a Hovart? – pregunta Matilde extrañada.
- No que
yo sepa. En la inauguración estuvo muy amable, el que no fuera socio no evitó
que fuera invitado y que siga siendo amigo de Radic pero, quizá le sentó mal
que yo ocupara su sitio, no lo sé.
- Hasta
ahora no nos has explicado tus palabras de “ahora encaja todo” – dice Olavide
- Radic
nos comentó que la compañera de Hovart era una española, de Madrid, que había
conocido en Marbella y que llevaban juntos desde finales del 67 y que la
conoceríamos en la fiesta pero Hovart llegó solo, alegó que su compañera sufría
un ataque de jaqueca y que la disculpáramos, que la hubiera gusto conocernos y
¿no te acuerdas Matilde?
- - Sí que
me acuerdo y me quedé con las ganas de hablar castellano con alguien más que no
fuera con Miguel y contigo.
- ¡Ya
está! – exclama Vallejo. Es ella y al oír tu nombre se echó para
atrás.
- Exacto,
es lo que he pensado al ver los dos dibujos. Esa noche no la vimos pero el día
anterior me crucé con la mujer del esbozo de Tim en la piscina y me quedé todo
el día pensando en ella, su cara me resultaba familiar pero no caía. No me
podía imaginar que fuera quien pensaba, estaba hablando en serbo-croata con
otras mujeres. Gracias al dibujo de Julio, rejuveneciéndola ya no hay duda, es
la hija del marqués, Flora.
- Recapitulemos
– dice Héctor – Flora entró en prisión a finales de enero en el 57 y diez años
más tarde recala en La Costa del Sol, conoce al empresario croata, se ligan y se
van a Croacia y al verte a tí allí, al cabo de 16 años te reconoce, lo cual es
explicable porque apenas has cambiado y entonces recuerda su venganza ahora que
su compañero está necesitado de dinero.
- ¿Y qué
fue del marido? – pregunta Vallejo
- A lo
mejor sigue en la cárcel o le ha dejado – contesta a Asunción ¿ importa mucho?
- No, nada
y es una hipótesis con fundamento, a mi entender – asegura Vallejo - ¿qué
pensáis los demás?
- Con
mucho fundamento – dice Bonilla – y ahora entiendo lo de la reunión adelantada
del sábado por la mañana, está claro que yo no tenía que llegar a buscar a los
niños a tiempo.
- Si eso
es así ¿ están Miguel y Radic en el complot? – pregunta Olavide.
- No
necesariamente, ya te he dicho que Hovart y Radic siguen siendo muy amigos.
Radic estaba en Madrid y nos íbamos a reunir el lunes pero pidió adelantar la
reunión porque Hovart estaba en Marbella estudiando un negocio y le pidió su
asesoramiento. Miguel me llamó para cambiar el día y aunque no me venía bien di
mi consentimiento.
- Hay algo
que no entiendo – dice Olavide - ¿ Saben Miguel y Radic que los niños han
desaparecido?
- No, no
he llamado a Miguel para nada, aprovechó que la reunión se adelantaba para ir a
jugar al golf a Valencia, a El Saler y la noticia aún no ha salido en la prensa.
- ¿Sabes
dónde puedes localizar al tal Radic? – pregunta Aurelia
- No, no
ha dicho en que hotel se iba a hospedar. No creo que tenga nada que ver.
Seguramente Hovart le ha llamado con una excusa para explicar su ausencia y
Radic habrá cogido el primer avión que saliera a París que es a dónde
pensaba ir después de Madrid.
- Pues a
mi me hace eso un amigo y no le vuelvo a hablar nunca más en la vida – dice
Asunción.
- A ti no
te van a hacer eso nunca nadie, cariño – responde Héctor – nuestros amigos
valen su peso en oro.
La llegada del comisario junto con el
inspector interrumpe las consideraciones que se estaban haciendo y
enseguida les ponen en antecedentes. Ambos policías agradecen la información y
abandonan la casa con los esbozos para mirar si alguno de ellos están en la
lista de la Interpol asi como para comprobar cuando salió Flora de la prisión
de mujeres de Alcázar de San Juán. Quedan para reunirse el lunes por la mañana
con Olavide en el banco para hacer los transmites del dinero y esperar la
llamada de los secuestradores. Gustavo consiguió localizar al directo del Banco
dónde Bonilla tiene su cuenta privada y otra junto con Héctor a nombre de la agencia de detectives. El Banco prestará el dinero, Bonilla responde con el valor del piso
de La Castellana y a Héctor le avalan Fernanda, Glen White y la revista “A
media luz”.
Mientras
ellos continúan intercambiando sus ideas, Matilde y Asunción
comparten la misma angustia que Aurelia siente como si fuera suya y María junto
con Paloma, Tim y Alejandro están merendando en casa de Fernanda. Clara e Irene
se han quedado allí para ayudar a Fernanda con todos los pequeños y les han
llevado cosas de aseo y algo de ropa. María todavía no conoce a Andrés y
está impaciente por verle y darle el sonajero que comprara en una tienda de
Londres. Tin y Alejandro charlan con Martín, de los estudios en Inglaterra , de
los planes para el futuro que todavía no tienen muy claros y las chicas,
acompañadas de Fernanda, se reúne con Clara e Irene que están jugando
con los mellizos y Sergio en el jardín. La risa de los niños consiguen distraer
a María y olvidarse por un momento de su hermano y cómo lo estará pasando. A
las nueve de la noche regresan a Madrid, Alejandro conduce de vuelta y María se
sienta atrás con Tim quien nota que su amiga ha vuelto a sumergirse en la
tristeza. Le da un beso en la frente, le pasa el brazo por encima y María se
reclina en su hombro.
- Todo va
a salir bien y me apuesto una cena a que los secuestradores se están
arrepintiendo de haber secuestrado a Daniel, seguro que ya está tramando algo
de las suyas – susurra Tim
María levanta la cabeza y sonríe al tiempo
que dice.
- Sí, el
enano junto con Javier son para temblar, seguro que los secuestradores ya
tienen dolor de cabeza de tanto oírles hablar y de hacer preguntas.
Poco más tarde llegan a la plaza de Quevedo y
acercan a Paloma a casa, después llevan a María a la suya y los chicos se van a
Barajas a recoger a los padres de Tim que llegan a las 11 de la
noche. María encuentra a sus padres más serenos, juntos en el sofá y
oye como su madre ya está pensando en la comida que van a hacer para celebrar
la vuelta de Daniel y Javier. La chica les da un beso y se va a la cama, está
cansada y se queda dormida pensando en el nuevo día, el día D, el día de Daniel
y de su rescate y quisiera que ya fueran las cinco de la tarde, que
el cambio dinero por chicos se hubiera realizado para abrazar a su hermano. Lo
que ella no sabe es que será una de las primeras en abrazarle y mucho antes de
lo que se pueda imaginar.
¡Lo sabía, lo sabía...! ¡era Flora...! :) muy bien, Rodas... gracias... y ahora ya sí esto tiene pinta de resolverse pronto y de forma favorable para ambas familias... ¡muy interesante tu relato...! ;)
ResponderEliminarComo se esta poniendo la cosa, no me puedo creer que la puñetera de Flora haya vuelto a la vida de los detectives, ojala esta vez cuando la cojan la dejen en la carcel para los restos por hacer daño a dos niños, aunque estos crios son la repanocha, mira que decir que un secuestro es muy aburrido, bendita inocencia!!!!!!
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