Abril
de 1973
La
salita sigue siendo la misma, quizá el color de la pared tenga una tonalidad
distinta pero del color pastel no han salido. En una esquina han puesto una
mesa con juguetes y la mesita central ya no es de cristal por lo
demás todo sigue igual, las butacas de alto respaldo que no permiten hundirse
en ellas siguen teniendo el mismo color gris impersonal de la primera vez y
sobre la mesita las revistas premamás y las científicas le recuerdan a Fernanda
el comentario de Aurelia, la primera vez que visitó con ella al médico.
- ¡Qué
nervios y qué bochorno! Nos quedamos mirando al médico como si fuera un
jovenzuelo y el pobre se molestó. No te fies de su apariencia, es de la misma
edad que Gustavo aunque parezca que ha hecho un pacto con el diablo.
Y
ahora ella se lo cuenta a Martín quien sentado a su lado se echa a reír.
- No
te preocupes, no me fijaré en su juventud sino en su eficiencia y por lo que
Gustavo me ha contado es uno de los mejores.
No
ha sido nada fácil llegar hasta aqui y ambos los saben. Han pasado casi
dos meses desde que Martín regresara de Cangas con los detectives y
aunque no es el lugar adecuado, Fernanda revive el domingo de febrero en que
junto con Asunción fueron a la casa que Bonilla tiene en la sierra y allí
esperaron a que todos vinieran.
Vallejo,
por su parte, se pasó por la casa de Fernanda y ciertamente el seat negro
descrito por Fernanda estaba aparcado frente a su casa. Los dos hombres de
Martínez Prada hablaban fuera del coche mientras comían un bocadillo y aprovechó
la polaroid para hacerles unas fotos que más tarde dejó ver a Fernanda y ésta
les puso nombre. El de la derecha era Julián, el mismo que conducía el camión
el día del accidente y que Manuel reconociera. El de la izquierda era Lucio, el
gorila que no veía desde hacía un tiempo. Mientras Vallejo llevaba las
fotografías a la comisaria, Fernanda y Asunción se metieron en la cocina para
preparar la merienda charlando entre ellas como si fueran viejas amigas.
A
las 5 de la tarde llegaron ellos y un poco más tarde Gustavo con
Vallejo. Al abrazo que Fernanda y Martin se dieron, la pequeña y
emotiva charla que tuvieron a solas y en la que Fernanda le contó las sospechas
de su embarazo, les había precedido el abrazo que se dieron Héctor y Asunción.
Después vinieron las presentaciones de Martín, el firme apretón de manos que
intercambiaron Vallejo y Gustavo con él cuando entraron y minutos más tardes,
ya todos relajados se sentaron entorno a la mesa del comedor dónde
prendía la chimenea.
Martín
volvió a relatar el motivo de su escapada a la casa de sus abuelos, sus
problemas en Argentina, las palabras de doble sentido con las que les
despidiera Martínez Prada..
- Ahora
estoy seguro- siguió diciendo tras una pequeña pausa- esos hombres son los
mismos que hacen guardia en casa de Fernanda. Mi amigo en Barcelona
me corroboró que Martínez Prada había encargado un informe de mis
últimos años en Córdoba. No se le pasó por alto que la paliza fue el detonante
para abandonar mi tierra y creo, estoy casi convencido de que ese era su plan,
asustarme con una gran paliza para que hiciera lo mismo pero la situación era
bien distinta, estaba Fernanda y no podía ni quería poner tierra de por medio.
- Yo
ya no tengo dudas. Martínez Prada sabe que estoy embarazada o se lo imagina y
de nuevo le incomoda, va contra todos sus planes. Dos días después del
cumpleaños de Martín y después de que el se fuera a la editorial, al mirar en
mi calendario personal, me di cuentas que llevaba un retraso de 15 días. Sabía
que era muy pronto para decir nada, además Martín estaba a punto de irse de
viaje pero no pude evitar el mirarme en el espejo acariciando mi
vientre e imaginarme ya con una tripita de cinco meses. Sé que
es ridículo pero hasta me metí un cojín debajo de la blusa
y lo que veía me encantaba, me ilusionaba, me veía bella y sentía una fuerza
interior como nunca antes la había sentido pero sería mi secreto hasta que
Martín regresara. Por la tarde cuando fui al despacho, como siempre hago, no
podía concentrarme, me recliné en la silla, cerré los ojos y con las manos en
mi vientre empecé a imaginarme la reacción de Martín, en lo contento que se iba
a poner cuando de repente se abrió la puerta y Martín Prada entró sacándome de
mi ensueño.
<<
Perdona Fernanda –me dijo con voz suave – he llamado dos veces, ¿te pasa algo?
¿Tienes molestias en el vientre?
<< No, nada – le contesté azarosamente – no pasa nada, cosas de
mujeres>>
Afortunadamente
no insistió y cuando acudí a su despacho cinco minutos más tarde no
volvió a sacarme el tema aunque me examinase con la mirada. Dos días más tarde
Martín salió de viaje y como vosotros decís, según Asunción, las casualidades
no existen.
- No,
no existen; todo tiene una razón de ser aunque no veamos la conexión a la
primera. De todos modos seguimos en el mismo punto. Sospechas todas pero
pruebas ninguna ¿alguna idea? – comenta Bonilla
- Quizá
si supiésemos algo más de la vida de Martínez Prada, si diéramos con
otros incidentes – dice Gustavo – si no es por este podríamos echarle mano por
otros ¿No podrías contar tú algo más Fernanda?
- Tampoco
sé mucho, la verdad. Todos éramos muy reservados y él el primero. Creo que esa
era la razón de buscar sus amigos entre personas solitarias, sin familiares sin
ataduras...el presente solo cuenta, le oído decir muchas veces.
- ¿Cómo
se conocieron Manuel y él? ¿lo sabes? – pregunta Vallejo.
- El
padre de Manuel tenía una editorial de libros de textos religiosos y Manuel
trabajaba con él. Al morir su padre siguió con la editorial, era pequeña, daba
lo suficiente para vivir pero Manuel necesitaba un cambio y dejó correr la voz
de su intención de ponerla en venta. Un día, estando en el café
Gijón coincidió con un amigo suyo que estaba hablando con Martínez Prada. Se lo
presentó, se interesó por la editorial y quedaron para hablar en el despacho de
Manuel.
Al
parecer Martínez Prada acababa de regresar de las Américas con dinero en el
bolsillo. Un tío suyo había fallecido, le había dejado en Venezuela o en
Bolivia, no lo recuerdo bien, lo siento, una plantación que pudo vender y
quería invertir el dinero en España y aquí, en Valladolid había heredado, del
mismo tío, otras tierra pero que no podía vender, no sé el motivo. Quizá
Gustavo lo sepa.
- Sí,
luego lo cuento- dijo Gustavo- continúa.
- Convenció
a Manuel para que fueran socios cambiando el formato de la editorial, dejar los
libros religiosos, pasarse a la novela en todas sus categorias y publicar trabajos
de jóvenes noveles. Cuando yo les conocí ya llevaban dos años juntos
y la editorial funcionaba muy bien...
- ¡Fernanda,
Fernanda! En nuestro turno, deja de soñar
La
voz de Martín la devuelve a la realidad. Fernanda abre los ojos y hace un alto
en sus recuerdos. La consulta dura más de media hora, como ya le dijera Gustavo
a Martin, el médico le dejó escuchar los latidos del bebé y Martín
se emocionó como un niño pequeño. Todo iba bien y quedaron en hacer una
ecografía en la próxima visita. Salieron de la consulta con una sonrisa en la
boca y en el coche Martín le preguntó.
- ¿En
qué estabas pensando en la sala de espera?
- En
la tarde del domingo en que llegaste con Bonilla y Héctor. Me parece mentira
que ya hayan pasado casi dos meses, en que hayamos conocido gente tan
fantástica y que ahora sean nuestros amigos.
- Es
verdad. Aurelia y Gustavo son encantadores, los mellizos un regalo para la
vista y Clara una mujercita muy bien formada. Vallejo y Laura me parece la
consolidación perfecta del matrimonio maduro y con Paloma parece que han
rejuvenecido. Bonilla y Matilde con su peque y con Javier son el matrimonio
perfecto y Héctor y Asunción merecen mención especial, son los eternos
enamorados que no disimulan sus sentimientos delante de nadie y por nada.
- Sí,
son una pareja muy especial y sus hijos me encantan. María es una mujercita con
la ideas muy claras, directa y al mismo tiempo llena de tacto y Dani, ese chico
me ha robado el corazón, no me importaría tener un diablillo como él ¿y a ti?
- Me
encantaría y creo que sabríamos lidiar muy bien con sus travesuras y por cierto
¿en qué parte de tu recuerdo te he interrumpido?
- Estaba
recordando lo que sabía de Martínez Prada que no era mucho.
Martín
besa a Fernanda y pone el coche en marcha. Las palabras de Fernanda le
trasladan a él también a ese domingo de febrero y de camino a Aravaca recuerda
como Gustavo habló de las tierras de Valladolid.
- Vino
a mi despacho recomendado por uno de vuestros abogados, quería separar su vida
personal de su vida laboral y necesitaba consultar un caso. No podía vender las
tierras apesar del testamento que tenía en su poder, las escrituras no
aparecían, otro familiar las reclamaba y había interpuesto una demanda. Hablamos
sobre las posibilidades y quedó en llamarme si decidía seguir adelante conmigo
. A los pocos días me llamó para decirme que el asunto estaba solucionado.Las
escrituras habían aparecido, estaban solamente al nombre de su tío asi que el
otro familiar tuvo que retirar la demanda y se marchó del pueblo asi pues, no
necesitaba mis servicios, me agradecía mis consejos y el tiempo que le había
dedicado. No volví a verle hasta el otro día con Fernanda.
- En
realidad nunca fue tu cliente ¿ me equivoco? -preguntó Héctor
- Técnicamente
no, solo me hizo una consulta y no vi ni el testamento ni las escrituras pero
la marcha del familiar me pareció rara entonces, ahora me resulta sospechosa.
- Como
la marcha del conocido de Víctor ¿os acordáis que nos lo contó?- apuntó Bonilla
- De
una forma u otra espanta o echa a todas las personas que se interponen en su
camino – dijo Asunción.
Entonces
sonó el el teléfono, recuerda Martín, era la policía de Aravaca para decir que
habían detenido a los dos hombres de Martínez Prada, ambos tenían un expediente
abierto y eran viejos conocidos de la policía. Fernanda llamó entonces a su
casa.
- Señora,
sí, es cierto el coche ya no está pero tengo que darle una mala noticia - dijo
Carmen – el mayordomo del señor Martínez Prada ha llamado preguntando
por la señora ya dos veces.
- ¿Qué
ha pasado Carmen? – preguntó Fernanda
- El
señor sufrió uno de sus ataques catapléjicos o algo así pero esta vez no ha
recobrado la movilidad y se lo han llevado a La Paz.
Al
colgar el teléfono y dar la noticia empezaron a hablar todos a la vez
y...como le pasara a Fernanda ahora es él el que tiene que interrumpir sus
recuerdos, por un lado su compañera llamándole y por otro las bocinas de varios
automovilistas apremiándole a dar gas a su coche.
- ¡Martín!
¡Cariño! El semáforo ya está verde ..¿qué pasa? ¿ahora eres tu el que está en
otro sitio?
- Perdona
Fernanda, yo también estaba recordando todo lo que se dijo hasta que sonó el
teléfono y luego tu llamaste a Carmen.
- Parece
que los dos tenemos necesidad de recordar ¿qué te parece si seguimos en casa y
lo hacemos juntos?
- Sí,
mi amor, será lo mejor.
Por
la tarde y después de comer, sentados en el jardín siguen recordando aquel
domingo de febrero de noche interminable en el que inesperadamente tuvieron que
empezar con los trámites de un entierro.
- ¿Te
acuerdas como llegamos al hospital con Bonilla, Héctor y Asunción? – dijo
Fernanda
- Lo
recuerdo perfectamente. Asunción era la que tenía los nervios más calmados y la
que llevó el coche. Vallejo prefirió pasarse por comisaria y Gustavo le
acompañó. Jamás olvidaré como nos encontramos a Fermín con su
lamento junto a Martínez Prada.
<<
Señora – te dijo- ha sido mi culpa, me senté en la sala continua, esperé
a que el señor se levantara como hacía siempre, seguí sus órdenes y no me di
cuenta de que esta vez era diferente. Si hubiera desobedecido quizá le hubiera
podido salvar.>>
- Sí
que me acuerdo, el pobre estaba destrozado. El fiel retrato del mayordomo que
no se separa de su dueño aunque este no se merezca tanta fidelidad, en verdad
que Fermín es de otra raza como decía Manuel. ¿Sabes que se apreciaban
bastante? Sintió mucho su muerte-dijo Fernanda
- Por
eso te dio la llave que Martínez Prada guardaba en su caja fuerte.
- Sí,
fue un gesto de hacer justicia a su manera pero si te acuerdas, la clave de la
caja fuerte no nos la dió, el abrió la caja fuerte y sólo nos dejó coger el
diario y la llave. Le fue fiel a su manera hasta el final.
- ¿
Tú crees que alguna vez leyó el diario y por eso te lo dio?
- No lo sé
Martín. Fermín no soltó prenda y no creo que alguna vez lo haga. No
obstante conocía muy bien el grado de narcisismo del que adolecía señor y
pensó, con muy buen criterio, que por fuerza tendría que escribir sus
hazañas inconfesables para poder leerlas, releerlas, disfrutar con
ellas y sentirse el ganador.
- Gracias
al diario sabemos la clase de monstruo que era y conocemos la
infancia que le marcó aunque no creo que su condición se debiese sólo a
ese vacío que sintió – comentó Martín
- No,
el médico ya lo dijo, su patología venía marcada por la genética y unos padres
amorosos hubiese retrasado quizá el proceso pero a la larga se hubiera
desarrollado igual.
Fernanda
y Martín siguieron recordando como, aunque a Julián y a Lucio les
imputaron el accidente de Manuel y aún continúan en Carabanchel en espera de
juicio, ellos no pueden evitar el sentirse un tanto frustrados. Saben que van a
tener que asimilarlo, que un sentimiento así no es buen compañero de viaje y
quizá recordando los hechos y hablándolos puedan vencer a la
frustración.
Los
dos imputados fueron los autores materiales pero el autor moral, el ideador de
ese crimen y de muchos otros no podrá ser juzgado por un tribunal terrenal. Su
muerte, como el médico dijera, fue un verdadero martirio. Martínez debió de
estar consciente hasta poco antes del final, debió sentir como la sangre se le
escapaba, debió maldecir el haberse caído justo encima de dos trozos
de vidrio que se incrustaron en su espalda y quizá viera entrar a su
mayordomo y maldecir su obediencia y apesar de todo, Fernanda no sintió ninguna
compasión y Martín tampoco cuando el médico se lo contaba.
Su muerte sin testamento complicó además bastante las cosas. El estado se ha
quedado con la monumental casa de Las Rozas y ellos están en vías de recomprar
las acciones que le pertenecían para poder vender la editorial. Fernanda quiere
volver a ser traductora y Martín a impartir clases y editar su segundo
libro de viajes, su primer libro en España sobre los Picos de Europa a donde
piensan regresar en junio para reconstruir la casa de sus abuelos. El bebé
vendrá en septiembre y la boda más adelante. Fernanda quiere seguir el
ejemplo de Asunción, su primer hijo tiene que estar presente en la ceremonia y
en las fotos ocupar un sitio de honor.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
¡Genial, Rodas...! me encanta el final... Martínez Prada ha recibido su merecido y ahora Martín y Fernanda son felices junto al hijo que esperan para después del verano... me gusta que sean amigos de toda la panda que ya conocemos, y es que tener amigos así es muy gratificante... Un beso fuerte y seguimos en contacto para nuevos relatos...
ResponderEliminar