Asunción y la novela
Un <<!No,
no, no!>> seguido de movimientos de manos incontroladas despierta y
asusta a Héctor. Asunción respira agitada a su lado, con los ojos abiertos y
sentada en la cama. Su marido nunca la ha visto asi, se incorpora y la abraza
tratando de calmarla.
- Tranquila cariño, seguro que es un mal sueño ¿te encuentras ya mejor?
¿quieres un vaso de agua o una tila?
- ¿He gritado mucho? ¿me habrán oído los niños? – pregunta Asunción
- No, los niños siguen durmiendo..voy a la cocina a por un vaso de agua
- Me parece bien, yo te acompaño..¿estás seguras que no hay nada que te
preocupe?, el otro día te pasó algo parecido en el despacho con Julio.
- Sí, ya lo sé pero no, no creo estar preocupada por la novela, el final ya
está escrito y entregado.
- Es cierto y por eso quiere Julio vernos mañana y por eso te pregunto otra
vez ¿seguro que no tiene nada que ver con la novela?
- No, no lo creo, tú no te opones a
firmar ningún contrato ni tengo que convencerte de nada.
- No sólo no me opongo sino que estoy dispuesto a firmarte tu emancipación
para que puedas hacer y deshacer, según tu criterio, con las cosas que se
relacionen a tu carrera como escritora.
- Lo sé mi amor y no es necesario que lo hagas..creo que voy a ir a por un
vaso de agua y a tomarme una aspirina, me está empezando a doler la cabeza.
- No te muevas de la cama, ya te lo traigo yo..relájate y no pienses en nada,
¿si quieres te doy masajes?
- Gracias de nuevo pero con la aspirina y sabiendo que estás a mi lado tengo
más que suficiente.
Cuando Héctor vuelve de la cocina Asunción
está ya casi dormida y no quiere la aspirina. Héctor insiste, al final se la toma y se duerme en los brazos de su marido quien
empieza a preocuparse seriamente.
A la mañana siguiente Héctor se despierta
antes que Asunción , prepara el desayuno y despierta a sus hijos y por último a
Asunción.
- Buenos días cariño, el desayuno ya está ¿te lo traigo a la cama?
- No, no, ahora mismo me pongo la bata, desayuno con vosotros y mientras tu
llevas los niños al colegio me ducho.
- Vale, te esperamos en el comedor – contesta Hector dándole un beso.
A las 8.30 Héctor baja con los niños, recoge
a Irene y les lleva al colegio. El primer colegio es el de Dani y Héctor
aprovecha para decirle a Bonilla que se toma la mañana libre para estar con
Asunción y en el colegio de las chicas habla con Gustavo:
- Buenas Héctor – dice su amigo cuando las chicas ya han entrado – tienes
cara de preocupación ¿pasa algo?
- Estoy un poco preocupado por Asunción, anoche tuvo un ataque de pánico y
como no se le pase vamos a tener que ir a un médico.
- ¡Vaya hombre! Espero que no sea nada. Nosotros estamos impacientes por ir a
la clínica, el pediatra nos dirá hoy si podemos llevarnos a los mellizos a
casa.
- ¡Seguro que sí! Ayer pude verlos con Asunción y a mi no me han parecido que
fueran tan pequeños.
- Han ganado mucho peso, ayer Raúl ya pesaba 2.560 gramos y Marta 2.490 así
que estamos muy contentos y deseando que estén en casa.
- Me lo imagino Gustavo, bueno saluda Aurelia y luego nos llamamos que no
quiero entretenerme mucho.
- Claro, claro – dice Gustavo.
Cuando Héctor llega a su casa Asunción ya
está vestida, arreglada y el comedor recogido. Su marido la encuentra hablando
con Aurelia por teléfono oye decir:
- Espero que os podáis llevar a los mellizos hoy, bueno no te entretengo más,
Héctor acaba de llegar asi que Gustavo estará al caer. Luego hablamos, un beso.
Más tarde y ya en la revista Asunción entra
al despacho de Julio y éste les cuenta
que Sergio, el editor, está entusiasmado con la novela.
- Está convencido de que se va a vender mucho. No hay muchas mujeres jóvenes
en España que escriban novelas con tramas policiacas y yo soy de su misma
opinión, me gusta tanto o más que las de Agatha Christie, con una buena
publicidad, y nuestra revista será la primera, y alguna entrevista verás que
pronto eres conocida en todo el país ...¿tienes ya una buena foto para la tapa
posterior del libro?
- ¿Cómo? ¿una foto mía? ¿entrevistas?- pregunta con cara de pánico.
- Sí mujer, es lo que toca, te espera una gran carrera como escritora ¿no
habías pensado en ello?
Asunción no contesta a la pregunta de Julio,
no puede, comienza de nuevo a sentirse mal y a respirar agitadamente. Julio
sale a por una tila mientras Héctor trata de calmar a su mujer.
- Vamos Asun, respira hondo y suelta el aire lentamente y ahora mismo nos
vamos al médico.
- No, no, no es necesario – dice ya un poco más calmada – ya sé que me pasa y
tenías razón...la novela y su publicación me agobian.
- ¿Por qué, cariño? Sabes que estamos todos a tu lado y que vamos a ser tus
lectores más incondicionales.
- Eso lo sé Héctor pero yo no estoy preparada para dar ese salto.
Julio entra en el despacho con una tila y
pañuelos mojados por si hicieran falta y dice:
- ¿Te encuentras ya mejor? ¿llamamos a un médico?
- Sí, me encuentro mejor, gracias Julio y perdonad por el susto. No, lo que
me pasa no es cosa que me pueda solucionar un médico.
- ¿Entonces?- pregunta Julio mirando a Héctor que no suelta las manos de su
mujer
- Se lo estaba diciendo a Héctor, no estoy preparada para pegar el salto.
Déjadame hablar por favor.
- Te escuchamos – dicen los dos
- Quizá os parezca incoherente lo que os voy a decir pero es como lo siento y
reconocerlo ha hecho que se me quite esa losa que parecía llevar encima desde
que empezamos hablar de editar la novela. – Asunción hace una pausa, toma la
taza de tila y comienza a beberla y continua diciendo – Hasta ahora la novela
era algo que nos pertenecía a nosotros, algo que me gustaba discutir con
Héctor, contigo Julio, con Bonilla y hasta con Vallejo. Por supuesto que he
pensado alguna vez que hasta podría publicarla, probar suerte pero ahora estoy
segura, segurísima que su publicación no me va aportar más felicidad de la que
ya tengo, al revés, me va a quitar tiempo para estar con los míos, para hacer
mi trabajo de periodista que es lo que realmente quiero, lo de escribir novelas
es una distracción pero no una vocación ¿entendéis algo?
- ¿Entonces no quieres que se publique? – pregunta Julio todo asombrado
buscando la reacción de Héctor, quien de momento prefiere callar y escuchar lo
que su mujer tiene que decir.
- Qué se publique me hace ilusión pero yo no quiero aparecer en la portada ni
en la parte posterior ni dar entrevistas ni fimarla con mi nombre..¿sería eso
posible Julio?
- No lo sé, tendríamos que hablarlo con Sergio..es cierto que hay escritores
que prefieren el anonimato y publican con seudónimos pero no me esperaba esto
de tí, pierdes la oportunidad de que se sepa que gran escritora eres y date
cuenta de lo que significaría para las próximas generaciones de mujeres, serías
un referente.
- No quiero ser referente de nada Julio, me conformo con los parabienes de un
grupo reducido de amigos, conocidos y mi familia – dice mirando a Héctor antes
de continuar – es cierto que hay pocas mujeres que escriban novelas u obras de
teatro pero no va a depender de mi el que el número aumente. María, Clara,
Irene por poner unos ejemplos tienen ya una mentalidad muy diferente a la que
tenía yo a su edad, ellas serán la generación del cambio, del salto de la mujer
y quizá, en su tiempo, ni necesiten permiso marital para nada..
- ¡Quizá Asunción! – dice ahora Héctor – pero piénsalo bien, en este momento
puedes tomar una decisión que parece la adecuada pero estar equivocada. El miedo al cambio, el hacer parte de tu vida
privada pública te agobia, eso es obvio, no quieres estar en primera fila y
entiendo ese miedo pero quizá te arrepientas dentro de unos años.
- No me voy arrepentir, como nunca me he arrepentido de pegar el salto de
irme a vivir contigo a pesar de los problemas sociales que teníamos, no es
miedo al cambio, sino un caso de establecer prioridades y mi prioridad eres tu
y nuestros hijos. Quiero seguir escribiendo por distracción o como hobby como
dice María, sin presiones y cuando me apetezca. Hasta ahora he podido combinar
mi trabajo en la revista con la casa, gracias a mi madre, a nuestros amigos y a
Julio que es un sol de jefe – dice mirando ahora a Julio como pidiéndole
comprensión- nuestro matrimonio funciona bien porque los dos encontramos el
tiempo para estar juntos, para hablar y comentar nuestras cosas. El jaleo de
una promoción de un libro, por temporal que sea, va alterar nuestras vidas y
aunque tú Héctor, quieras estar a mi lado y me apoyes, tú te vas a llevar la
peor parte, tu trabajo quizá se resienta al tener que estar más pendiente de mi
y de nuestros hijos...no quiero un matrimonio en el que las comunicación sólo
sea posible através de un teléfono.
- Cariño entiendo tu razonamiento pero quizá estés exagerando. ¿qué te parece
si nos vamos, damos un paseo, lo meditas más tranquilamente y mañana tomas la
decisión? Sea cual sea la decisión que tomes yo voy a estar a tu lado, eso ni
lo dudes ¿de acuerdo?
- Asunción – dice Julio- tu marido tiene razón, meditalo, habla con Aurelia
por ejemplo, no sé, escucha lo que otros tienen que decirte pero yo también voy
a respetar tu decisión, sea cual sea, seguirás siendo mi mejor redactora jefe y
una gran amiga.
- De acuerdo, esperaré a mañana y sí, hablaré con Aurelia pero no voy a
cambiar de opinión ¿nos vamos a dar ese paseo Héctor?
Mientras Asunción pronunciaba esas palabras suena
el teléfono, al otro lado del hilo está Aurelia y en su voz se nota su
alegría, ya están en casa y los mellizos con ellos.
Asunción le da la enhorabuena y queda en
pasarse después de comer un rato .
Ya en la calle propone a su marido ir al
Retiro y allí paseando siguen hablando, rodean el estanque y se sientan en las
escaleras del monumento a Alfonso XIII y le dice a Héctor.
- Lo que me dijiste anoche de emanciparme te lo agradezco enormemente pero
quiero que esa emancipación me la dé la ley.
No es justo que las mujeres tengamos que
estar siempre a expensas de nuestros maridos, es como la mayoría de edad..en
otros países es a los 18 años para hombres y mujeres.
Héctor yo quiero seguir luchando por los
derechos que nos han quitado y quiero que mi hija los tenga...en parte, mi
trabajo de redactora jefe, es ya un referente dentro de este mundo de hombres y
más no necesito, de verdad.
- ¿Sabes que eres una mujer excepcional? Bueno, siempre he sabido que eras
muy especial y valiente, jamás olvidaré como te enfrentaste a tu madre cuando
decidiste unirte a mi sin saber si algún día podíamos casarnos. Estoy muy
orgulloso de ti y cada día me haces más feliz y por eso cariño, te vuelvo a
repetir que nuestro matrimonio no se verá afectado por el éxito de tu
novela, no lo voy a consentir y tu tampoco, juntos podemos contra todo.
- Lo sé, mi amor, pero no quiero ir a la carrera por hacer una carrera que
nunca he ambicionado, mi única ambición, la única que me llena sois vosotros y
mi trabajo en la revista me realiza como mujer en el plano laboral- termina
Asunción besando a su marido.
La hora de la comida se acerca y salen del
parque, de camino al coche entran a comer en un restaurante en la plaza de la
Independencia.
La conversación con su marido y en el
despacho de Julio le han devuelto el color a Asunción, se nota que se ha
quitado un peso de encima.
El restaurante no tiene muchos clientes en
ese momento y les atienden rápidamente y casi a los postres Héctor le pregunta
a su mujer.
- ¿ Si lo publicas con un seudónimo,
cómo te vas a llamar?
- Ahora que lo dices, no lo sé, pero..quizá Azalea ¿ o es muy cursi?
- No sé, yo no entiendo de eso, la verdad pero ¿por qué Azalea?
- ¿Te acuerdas del jardín de la casa en Marbella? Allí las vi y me sorprendió
que en navidad la planta tuviera flores. Irene me contó que el jardinero le
había dicho que esa especie de azalea podía florecer casi todo el año y que él
lo estaba consiguiendo, también le dijo que la flor, como todas ellas, tiene un
significado , en este caso el de: alegría de amar o mi corazón es feliz..por
eso
- Entiendo pero en lo del nombre consultalo con Aurelia o con Matilde, elijas
lo que elijas me va a gustar igual, Azalea Muñoz Ruiz.
Asunción ríe la ocurrencia de su marido y
tras el café salen del restaurante y se acercan al despacho. Héctor quiere
echar un vistazo y de paso hablar con Bonilla. Matilde también está hoy allí y
Asunción, puesta a oir opiniones quiere oir la de ellos dos.
- Yo te entiendo Asución, que quieres que te diga, el traspaso del estanco a
Estrella me ha venido de perlas..empezaba a verlo como una obligación cuando yo
lo que quería era estar aqui en el despacho con estos dos detectives que cada
vez tienen más trabajo pero moralmente, por la promesa que le había hecho a mi
abuela,tenía que seguir con ello. No es el mismo caso, pero lo de liberarse de
un peso pesado lo entiendo y te apoyo.
- Gracias Matilde y tú Bonilla ¿que tienes que decir?
- Me lo pones difícil Asunción pero primero te diré que cualquiera que sea tu
decisión yo estaré contigo..dicho esto, de verdad que lo tengo difícil..ya
sabes lo que a mi me gusta el género de novela que has escrito y he disfrutado
muchísimo colaborando con ella y mira, si tu nombre comienza a ser conocido puede producirse
un efecto cadena positivo pero también negativo. En lo positivo hasta
indirectamente nuestra agencia puede salir ganando al igual que a “Media voz”, en lo negativo lo que tu
dices, menos tiempo, más nervios, más prisas alguna pelusa que otra que puede
aparecer...pero, también hay otra solución dejar el periodismo activo
temporalmente y probar a dedicarte únicamente a escribir novelas.- dice Bonilla
- Esa posibilidad no la habíamos contemplado – dice Héctor a su mujer
- Ni falta que hace porque como vengo repitiendo el escribir novela es una
distracción y no una vocación...y siento mucho que indirectamente la agencia no
se beneficie o la revista en el caso de que la publiquemos con seudónimo.
- Lo de los beneficios no importa Asunción – dice Bonilla – me temo que mi
observación viene dada por defecto familiar ¿me perdonas?
- No seas tonto Bonilla, no tengo nada de que perdonarte, al revés, darte las
gracias por explorar más posibilidades.
- Para eso estamos los amigos y en cuanto al nombre de Azalea me parece bien
pero le falta algo..no sé..un apellido
- Tienes razón, ya lo he pensado, Héctor sin saberlo me ha dado una idea..creo que el nombre será Azalea Ruiz..
- Muy bien tu segundo apellido, buena idea..seguro que a tu madre le gusta
que utilices su nombre- dice Matilde.
Tras la breve pero útil conversación que han
mantenido y viendo que no hay nada que requiera la presencia urgente de Héctor
en el despacho, el matrimonio Perea va a casa de los Olavides.
Gustavo les abre la puerta y en el salón se
reunen con Aurelia y Asunción no pierde el tiempo.
- ¿Puedo pasar a la habitación ?
- Sí claro, los acabamos de dejar en la cuna, ya les he dado de mamar y la
verdad es que no dan nada de guerra, es como si supieran que tienen que esperar
turno pero a ver como pasan la noche, será la primera noche en casa.
- Seguro que la pasan bien, te tocará despertarte para darles el pecho. Según
el diario en la clínica pasaban la noche muy tranquilos y no solían llorar
mucho.
- Es verdad, la última vez lo leímos juntas cuando los acaban de cambiar a la
cuna.
- ¡Qué lindo que son! – dice Asunción viéndoles en la cuna durmiendo tan
plácidamente y de paso comenta la habitación – os ha quedado preciosa, es una
monada de habitación y la idea de comunicarla con la vuestra ha sido genial, no
están dentro pero tampoco les tenéis lejos.
- Bueno, la habitación de los mellizos no ha quedado muy grande al dividirla para
hacer un baño pero así lo tenemos todo a mano dentro de un mismo recinto. La
verdad es que en cuanto supimos que venían mellizos pensamos que lo mejor era
que tuvieran una habitación para ellos solitos. Dos cunas ocupaban mucho sitio y la cuna doble
pues igual.
- Y Clara tiene su propio baño hasta que sus hermanos sean mayores ¡qué lujo!
Héctor también se asoma por la habitación y
contempla a los recién llegados a su casa y les tira un beso con la mano. De
vuelta al salón pregunta:
- ¿Cuándo va a ser el bautizo? Ya tengo ganas de ser oficialmente el padrino
de Raúl
- Ya estamos mirando fechas y hemos pensado que lo mejor sería a principios
de febrero, un sábado para que os vengan bien a todos...y...por cierto ¿nos vas a echar una mano con la
mudanza de mi suegro pasado mañana?
- Por supuesto, cuenta con ello...lo que no consiga mi suegra no lo consigue
nadie ¡qué mujer!..a veces cuando habla parece que sienta cátedra.
- Sí, tiene una lógica antigua , como dice Clara cuando Felisa le echa el
sermón, por llamar a Irene por teléfono cuando se acaban de ver – ríe Gustavo –
pero hasta en eso la tengo que dar la razón.
- Los tiempos cambian Gustavo, nuestras hijas se hacen ya mayores, están muy
despiertas para la edad que tienen, sorprenden con propias ideas..pero una cosa
no cambia, como mujercitas que son tienen que contarse todo de inmediato, no
sea que se les olvide algo, eso ha sido siempre igual, creo, pero claro antes
no había teléfono en casa y quizá se notaba menos.
El tiempo pasa y Aurelia avisa que es la hora
de ir a recoger a las chicas.
Gustavo anima a Aurelia a ir ella con
Asunción, seguro que a Clara le hace ilusión ver de nuevo a su madre a la
puerta del colegio.
- No puede ser, los mellizos tienen una toma a las cinco y media..y es su
primer día en casa.
- Tampoco vas a estar horas fuera de ella, a lo sumo tres cuarto de hora y ¿No
tienes en la nevera unos cuantos biberones preparados como hacían en la
clínica?
- Sí, alli mismo me he extraído la leche y he llenado dos biberones y son los
que están en la nevera ¿por qué lo dices?
- Pues ya está mujer, tu te vas con tu amiga y nosotros nos ocupamos de
ellos. Héctor le puede dar el biberón a su ahijado al mismo tiempo que yo se lo
doy a Marta...al menos que no te fies de nuestra buena mano derecha y
experiencia con bebés- contesta Gustavo.
- De eso me fío, aunque las madres siempre desconfiemos un poco...pero..no
sé, habíamos quedado en que ibas a ir a la farmacia a alquilar una báscula, y
comprar un sacaleches y un calienta biberones de paso que ibas a por Clara.
- Mujer si por eso – dice ahora Asunción – lo podemos hacer nosotras. La
farmacia está a dos pasos de tu casa y mira, me parece una buena idea que
vengas conmigo. No vamos a estar mucho tiempo fuera pero asi vuelves a salir y ellos
comienzan a coger más confianza con los mellizos.
Al ver que todos están a favor de que le de
un poco el aire Aurelia se decide y baja con Asunción a la farmacia, compran
los que necesitan y piden al portero que se lo guarden hasta que ellas vuelvan
pero el portero se ofrece a subirlo.
- Gracias Ignacio, es usted muy amable.
- No es nada sra. Olavide, para eso estamos, para servirles.
- No Ignacio, le he dicho muchas veces que a mi no me hable asi, la abuela de
nuestros hijos es portera y sé cuales son sus obligaciones y ese servilismo no
es necesario.
- Es verdad Ignacio – dice Asunción – usted es como mi madre, yo le entiendo
pero al igual que ella no deberían de ser así, en realidad porteros e
inquilinos son vecinos.
- Señora Perea, como diría su madre, los de nuestra generación tenemos otras
ideas pero muchas gracias a las dos. Mi mujer y yo les apreciamos mucho.
Tras la breve charla con el portero suben al
coche y van a buscar primero a las chicas. En el camino Asunción le cuenta lo
que le pasa con la novela, la publicación y la decisión que ha tomado.
- ¿Y tú que hubieras hecho? – pregunta Asunción
- Ni me lo hubiera planteado como tú..hija, yo no tengo cabeza para escribir
el pedazo de novela que tu has escrito, artículos y quizá algún día algún libro
de cocina a mano con tu madre – ríe Aurelia – no, en serio, yo tampoco podría.
Como decía Ignacio hablando de los de su generación, las de la mía tampoco
somos tan echadas pa’lante como parecemos. Hemos rotos muchos tabús, cada vez
más pero la familia sigue siendo nuestro ombligo y lo demás gira alrededor.
- O sea que mi decisión te parece la correcta.
- No sólo me parece la correcta, es que es la única decisión que te va
permitir seguir siendo tú, estar en armonia contigo misma y el nombre de Azalea
me encanta. Espero que Sergio no ponga pegas y quiera publicarla con las
condiciones que tu quieres..sería una pena que no viera la luz.
- Gracias Aurelia – dice Asunción aparcando el coche delante del colegio.
Las chicas aún no han salido y las dos madres
se acercan a un grupito de padres que también están esperando. La madre de
Suzanne también esté y hablan entre ellas. Aurelia recibe la enhorabuena de varias
madres y al rato salen las chicas. Clara se alegra mucho de ver a su madre asi
como María e Irene y una vez subidas al coche pasan a recoger a Dani, quien
comenta que en en el coche nuevo caben todos mejor y fríe a Aurelia a
preguntas.
- Tía Aurelia, ¿cuándo van a venir los mellizos a buscarnos? ¿Puedo ya jugar
con ellos? ¿ me vas a dejar cogerlos en brazo?
- Cuando sean un poquito más mayor Dani y seguro que a los mellizos les va
encantar jugar contigo pero tendrás que esperar un poquito, cuando ya puedan
sentarse o gatear y para eso falta mucho .
Gustavo
y Héctor por su parte han dado ya el biberón con éxito, no se han
olvidado de dejarles hacer un erupto, les han cambiado el pañal y mientras lo
hacían han hablado de Asunción y su decisión de publicar la novela solo si se
cumplen sus condiciones.
- Héctor – dice Gustavo – como yo soy más conservador que tú la decisión de
tu mujer me parece la adecuada..estoy de acuerdo que el permiso marital no es
de este tiempo, la mujer, cada vez más , se está incorporando a mundo laboral y
es una burla que tengan que obtener permiso para ejercer algo que han estudiado
con esfuerzo...otra cosa es que ellas elijan libremente ejercer su profesión combinándolo
con la familia, en el caso de estar casadas, o anteponga su profesión a la
familia o prefieran ser amas de casa. Tu mujer siempre ha tenido la cabecita
bien amueblada y la sigue teniendo, aunque parezca un paso atrás quizá sea para
ella un paso adelante...yo confío en Asunción tome la decisión que tome.
- Yo también y ciegamente además- dice Héctor.
La
llegada de las mujeres con las chicas acaba con la tranquilidad de la casa. Los
mellizos se despiertan y Clara aprovecha la oportunidad para coger a Marta y
María a Raúl, Irene espera pacientemente su turno y hasta Daniel tiene la
oportunidad de cogerlos en brazo sin moverse del sillón. Clara toma la cámara y
hace fotos. ..una hora más tarde la familia Perea regresa a su casa y esa
noche, Asunción se retira muy temprano, tan temprano como sus hijos, el día ha sido muy intenso para ella y cuando
Héctor entra en la habitación para ver si necesita algo, la encuentra durmiendo plácidamente, en paz
con ella misma y la besa tiernamente en la frente susurrando:
- Sólo Dios sabe cuánto te amo, buenas noches mi amor.
Y sigilosamente
se pone el pijama y se mete en la cama.
Fin
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