lunes, 27 de agosto de 2012

La sorpresa de Aurelia. Parte 10.


Adviento y función navideña







Diciembre ha llegado y con él las celebraciones. El próximo domingo será primer domingo de adviento y los días serán cada vez más cortos, la luces se encenderán  a las cinco de la tarde y poco a poco el ambiente navideño reinará en  las calles, en las plazas y sobre todo en los comercios .
En algunos hogares de Europa se encederá cada domingo una vela menos la última, esa se reserva para el día de la Navidad. Esa costumbre todavía no se ha extendido en España pero la de poner el abeto, aunque no ha destronado al nacimiento se ve cada vez más y en las casas, a la par que el abeto, va entrando la televisión, ese aparato de distracción, cada vez más presente en los hogares españoles  que nos trae los primeros anuncios de turrón y los regalos para reyes que ya madrugan invitando a jugar con sus juegos reunidos.
En el colegio de las chicas comienzan a ensayar la función navideña entre risas y nervios como les pasa a María, Irene y Clara con “ A Christmas Carol” como dice la profesora de inglés .



“El cuento de Navidad”” o “” La canción de Navidad””  la van a representar este año la clase de Irene y la de María y Clara. Sor Trinidad les ha dejado ver unas fotos de una representación teatral en Londres, unas fotos en color para que se hagan una idea y vean los vestuarios. Todas las niñas van a tener un papel, corto o largo, con texto o sin él, pero todas están entusiasmadas.  
Irene va ser el espíritu del pasado, Maria y Clara van a hacer de niñas pobres y Suzanne será el avaro Scrooge.




-       ¡Qué divertido! Me imagino la cara de mi abuela cuando la diga que necesito bajar a la caldera a por carbón e ir al rastro a comprar ropa vieja y ensuciarla.- dice María
-       ¡anda que yo! – dice Irene- yo la tengo que pedir una sábana y hacer un agujero para sacar la cabeza..a la pobre le va dar algo.
-       A mi lo que me gusta es que es diferente a los otros años, ya estaba cansada de ser pastor, ángel o estrella y tú, Irene, no te puedes quejar hasta tienes este año que aprenderte un texto – dice Clara
-       Me temo que Dani y Javi se van a reír bastante de nosotras y como ellos no tienen función no nos podemos vengar- dice María.
-       ¿Cómo que no? No tendrán función de teatro pero tiene partido de baloncesto de Navidad y si se ponen chulitos y pierden pues....

Las chicas siguen hablando en la puerta del colegio mientras esperan que venga a buscarlas y al pocos minutos ven venir a Asunción con Aurelia. De camino a casa no paran de hablar sobre la función.

-       Parece que tenéis muchas ganas ¿no?- pregunta Aurelia.
-       Yo sí, me encanta eso de subirme a un escenario y que la gente me aplauda aunque sea vestida con una sábana- comenta Irene
-       Seguro que lo vais a hacer muy bien y todos los padres vamos a estar muy orgullosos y por la abuela no os preocupéis, pondrá algún pero porque de otro modo no sería ella pero luego , a solas con el abuelo se reirá de lo de la sábana y el carbón.- contesta Asunción aparcando ya el coche en casa de Aurelia.

Justo cuando está aparcando llega Gustavo y la familia Olavide sube a su casa.
Una vez en ella Clara sigue hablando de la obra y Gustavo recuerda que él leyó el libro cuando era pequeño y le pareció un cuento muy triste aunque con final feliz.

-       La pobreza y la avaricia siempre es triste – dice Aurelia
-       Por supuesto, la riqueza no hace la felicidad y la avaricia es asquerosa, pero lo que me ponía triste en el cuento es que la pobreza nunca se va acabar, que siempre va a haber pobres.
-       ¿Sigue habiendo ahora tantos pobres como entonces? Según Sor Trinidad la obra no es de ahora, sino de otro siglo cuando casi no había ricos y muchos niños en la calle.
-       En Europa y parte de América la situación ha mejorado pero sigue habiendo países de Africa y Asia que pasan mucha hambre.- dice Aurelia
-       ¿Vosotros habéis pasado hambre cuando eráis pequeños?- pregunta Clara
-       Antes de la guerra y después de la guerra ha habido mucha hambre en España. Muchas familas tuvieron que abandonar sus pueblos e incluso el país en busca de un futuro mejor. Nosotros, yo al menos – dice Gustavo- no he pasado hambre pero mis padres tampoco lo tuvieron fácil durante la guerra.
-       - En mi casa tampoco, mi madre falleció cuando yo tenía 6 años, yo no recuedo haber pasado hambre pero no tenía tantas cosas como tienes tú, mi padre trabajaba en casa para no dejarme sola y para ahorrarse una persona que me cuidara porque el despacho no daba para muchos gastos.- contesta Aurelia
-       ¿Y la familia de la tita Asunción pasó hambre?- pregunta de nuevo Clara
-       Hambre no creo que hayan pasado pero tuvieron que venirse a Madrid porque en el pueblo no había futuro y sus hijos, menos Pedrito, tuvieron que ponerse a trabajar con 16 años. La tita Asunción no pudo seguir yendo al colegio como vas a poder tú o María o Irene. Ella tuvo que trabajar y todo lo que sabe lo ha tenido que aprender ella sola- dice Aurelia
-       Así es Clara, por eso es tan importante que aprovechéis bien esta oportunidad que tenéis ahora vuestra generación, sobre todo las chicas.
-       ¿Por qué ?- vuelve a preguntar Clara
-       Porque las chicas hasta hace bien poco sólo tenían que aprender un poco de cultura general, algo de música las niñas bien y saber llevar un hogar. Eso de estudiar una carrera y trabajar fuera de casa estaba mal visto- contesta Aurelia
-       Pues no entiendo porque estaba mal. Yo desde luego voy a ser médico guste o no guste.
-       Me parece muy bien Clara – dice su padre – pero tienes que aplicarte mucho en el colegio porque ir a la Universidad no es tan fácil...pero bueno, eso ya lo irás viendo con los años.

Cuando Clara ya está acostada sus padres se quedan un rato a ver la televisión.
El embarazo sigue adelante, ya ha entrado en su séptimo mes y no tiene porque preocuparse pero las piernas, sobre todo por las noches, se ponen pesadas y Gustavo aprovecha el momento de relax en el sofá, para darle masajes con una crema especial mientras ven el programa Estudio 1, programa que les gusta mucho pero en el que hoy no consiguen concentrarse.

-       Sabes – dice Aurelia- me ha gustado el interés que ha mostrado Clara por saber cosas de antes y lo sencillo que es hablar con ella. Mi padre y yo siempre hemos tenido una relación muy buena pero una conversación, tan informal en la forma, como la que hemos tenido con Clara no era posible. Contestaba lo preciso y nunca ha querido hablarme de la guerra y tampoco estoy muy segura del lado que estaba ¿y los tuyos?
-       Tampoco le hemos hablado de la guerra en sí pero llevas razón. Con mi padre no se dialogaba se escuchaba y se acataban ordenes y mi madre escuchaba mis preguntas pero nunca daba su opinión y el bando siempre lo he sabido, mi padre era militar del ejercito de  tierra y luchó con los nacionales.
-       ¿ tú has querido ser siempre militar como tu padre?
-       No, de pequeño no, yo quería ser abogado y nada más pero durante las milicias militares mi padre esperaba que siguiese su carrera como militar y lo que el esperaba se cumplía. Nunca tuve valor para decir que no, no quería darle un disgusto..a pesar de todo fueron buenos padres a su manera, al final, cuando dejé el cuerpo no se llevó el gran disgusto que yo temía.
-       Es verdad, yo temía que me echara a mi la culpa pero quizá fuese la enfermedad que ya padecía pero conmigo no se portó como un dictador.
-       Dictador no era Aurelia, comparado con tu padre sí... un poco, en realidad mi padre era autoritario como buen hijo de militar que se había educado en una comunidad castrense.
-       Pedona, no quería ofenderte.- contesta Aurelia
-       No pasa nada cariño, muy afectivo desde luego nunca lo fue aunque sé me quería mucho. ¿por qué dices que no estás segura del bando de tu padre?- pregunta Gustavo.
-       Como nunca habló de política, al menos conmigo, pensé que luchó con los nacionales pero una vez encontré entre unos papeles un carné socialista con su nombre y cuando le pregunté me dijo: << fue una ilusión rota como muchas otras en mi vida, como la muerte tan temprana de tu madre. No vale la pena remover el pasado, la realidad cuenta y ya no me rebelo. Me conformo con que me dejen ejercer en casos de prodeo>>. Hasta el día de hoy no ha querido aclararme sus palabras.
-       Yo creo que en sus tiempos de estudiante simpatizaba quizá con los solcialistas y probablemente haya apoyado la república y después le pasaría como a muchos otro abogados republicanos, la purga y el ”esto es lo que tienes y date por satisfecho”.
-       ¿Pudo haberle pasado eso en realidad?- pregunta Aurelia
-       Sí, cuando estaba en comandancia escuchaba casos de abogados rojos perdonados. A mi me parecía normal entonces, ahora que sé lo que les ha pasado a muchos de los que se han quedado y la cantidad de gente que ha tenido que salir huyendo del país me avergüenzo de haber servido a este regimen como abogado militar pero ya ves, en parte les sigo el juego pues nunca me he planteado la posibilidad de exiliarme.
-       ¡No, por favor! Yo no quiero irme de España, seré una egoista y poco solidaria pero yo no quiero abandonar mi patria. Desde dentro también podemos luchar para cambiar las ideas de una nueva generación sin necesidad de pertenecer al partido socialista o al comunista.
-       Así pienso yo, además de mis casos particulares también defiendo gratuitamente a estudiantes y gentes marginada. Poca justicia puedo hacer pero al menos han tenido una defensa decente.
-       Eso es lo que mi padre siempre decía: “Los ricos tienen los mejores abogados pero los pobres tienen muy pocos abogados que les defiendan a fondo, yo no seré un gran abogado pero tengo la concienca tranquila””.
-       Por eso me ha caido bien siempre tu padre, es una buena persona y tenemos que invitarle más a menudo; quizá debiera venirse a vivir con nosotros, ya está muy mayor.
-       Ni se lo propongas Gustavo, por favor. Ya se lo dije yo una vez y se enfadó muchísimo, quiere su independencia y con la señora que viene a hacerle la limpieza se arregla. Mi padre es uno de los pocos hombres en este país que cocina como el mejor chef...dejemos el tema porque me estoy poniendo triste, serán las hormonas.
-       Serán, pero yo conozco un manera de compensarlas – contesta Gustavo besando la frente de Aurelia, bajando despacito hasta detrás de su oído hasta llegar al cuello.
-       Me encanta tu manera – dice Aurelia melosamente – son escandalosamente incitantes pero mi estado no me facilita ya ciertas cosas si no te ibas a enterar esta noche.
-       Te creo señora Olavide – responde Gustavo riéndose - ¿Nos vamos a dormir o quieres seguir viendo el estudio 1?
-       Vámonos a la cama mejor. La obra es muy buena y los actores fantásticos como siempre pero no es mi noche para la tragedia inglesa- contesta Aurelia levántandose apoyando sus manos en el sofá mientras Gustavo la ayuda.

En casa de los Pereas la función navideña también ha sido tema a la hora de la cena y como María se temía su hermano ha empezado a burlarse de ellas hasta que Asunción les ha mandado callar ya que Héctor nunca les dice nada cuando empiezan a tirarse pullas; a él le encanta contemplar a sus dos hijos, tan distintos ya desde sus nacimientos. Le gusta ver como se defiende María de los ataques de Dani y como éste trata de mantener su postura con argumentos “masculinos” sin obtener el respaldo que espera de su padre en eso de ”las chicas”......

-       ¡Jope! María siempre tiene que llevar la razón y dice tonterías.
-       ¿ A si? ¿ qué tonterias digo?- pregunta María
-       Eso  de que tu quieres ser austronauta cuando seas mayor es una bobada, las chicas no pueden ser austronautas.
-       ¡Porque tu lo digas! – contesta María
-       ¡Vale ya! – dice Asunción- el debate es muy interesante pero lo dejamos para otro día, ahora a la cama.
-       Haced caso a mamá, los hermanos se tienen que respetar y llevar siempre bien.

Cuando los niños ya están en la cama, después de fregar los cacharros el matrimonio Perea se sienta en el salón y mientras Héctor enciende un cigarrillo su mujer sirve en las copas el vino que ha quedado de la cena.

-       ¿Te apetece ver la televisión? – pregunta Héctor.
-       No, ahora no, prefiero hablar contigo y después tengo que revisar un artículo.
-       ¿te vas a quedar hasta muy tarde?
-       No y no te preocupes que si quieres te despierto cuando me acueste pero ¿Cuántas veces tengo que recordarte que yo no quiero ser la mala de la película? Parece que estuvieras viendo un partido de tenis, venga a mover a la cabeza de un lado al otro pero nunca les dices nada, siempre me toca a mi poner orden y mandar a los niños callar y...
-       No te enfades mujer, siempre te apoyo pero no lo puedo remediar, me gustan esas escenas y ver la cara que pones.
-       ¿ Y que cara pongo?
-       Una cara muy tentadora para besarte, entre divertida y seria tratando de ejercer tu autoridad como moderadora de un debate que teme que se le vaya de las manos...y además, yo no quiero ser un padre como el mío.
-       ¡Héctor un día de estos no sé lo que te hago! – ríe Asunción y ya en un tono más serio continua- Tu nunca serás como tu padre, nunca les has puesto la mano encima y de hecho desde que estamos juntos no has vuelto a abusar de la bebida como hacías cuando te conocí en cuanto algo se torcía o hurgaban en la herida que no quería cicatrizar.
-       Gracias a tí, tu me has dado la estabilidad que siempre he buscado además de hacerme el hombre más feliz del mundo – contesta Héctor besando fugazmente a su mujer y cambiando de tema pregunta- ¿De verdad que Irene ha dicho que la encanta subirse a un escenario? No creo que le guste a tu madre.
-       Yo tampoco lo creo pero Irene no es mi hermana, no es tan inocente como era ella ni tan soñadora. Físicamente se parece mucho a ella pero Irene es muy realista y si quiere estudiar arte dramático creo que debemos apoyarla.
-       En eso llevas razón, hasta tu madre dice que podría ser hija tuya porque en muchas cosas le recuerda a tí cuando tenías su edad... ¿en serio que tienes que revisar un artículo ahora?
-       En serio, anda vete a la cama, cuanto antes me dejes sola más pronto que iré a la cama.
-       De acuerdo, te dejo sola – dice Héctor levántandose y dándole un beso – no tardes por favor y si estoy dormido no olvides despertarme.
-       Descuida, lo haré.

Fin.











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