viernes, 3 de agosto de 2012

La sorpresa de Aurora. parte 3


Vacaciones en Asturias.


A finales de agosto encontramos a la familia Olavide en su última semana de vacaciones en Ribadesellas y la familia Perea se ha unido a ellos.
El embarazo de Aurelia progresa sin problemas, ya está en su cuarto mes y se siente pletórica. El tiempo se está comportando bastante bien, casi no les ha llovido y la temperatura de 25 grados de media no la agobian tanto como los 33 grados que estaba sufriendo en Madrid.
Las dos familias han subido en autocar a los Lagos de Covadonga y allí van a pasar la mañana. La subida les ha parecido interminable, desde Covadonga hasta los Lagos todo son curvas y más curvas, 14 km. de carretera estrecha que parece no tener fin y por la cual apenas suben turismos; autocares y algún ciclista arriesgado sortean las vacas como pueden e incluso dejan pasar a los autocares que bajan. 

 <<¡Menos mal que el firme es bueno y no hay baches! - piensa Aurelia mientras se lleva la mano a su vientre.>>

Una vez arriba admiran la belleza del lugar y los hombres se atreven a hacer un poco de senderismo hasta subir al lago Ercina, mientras las chicas se quedan en el lago Enol hablando de sus cosas.



-       ¿Se os pasa el mareo? – pregunta Aurelia a su hija y a María
-       Sí, un poco – contesta María todavía un poco pálida.
-       A mi también – dice Clara – pero papá ya se podría inventar excursiones menos peligrosas estando tu embarazada.... aunque tu no te has mareado.
-       No, tengo suerte, este embarazado me está sentando de maravilla y ni tan siquiera tengo fatiga.
-       No hace falta que lo jures – dice Asunción mirándola y a continuación le pregunta a Clara - ¿no te gusta lo que ves?
-       Me encanta pero el camino para llegar no me gusta nada. En la otra excursión que hicimos a Potes me pasó lo mismo. Todo muy bonito pero pasé mucho miedo en el desfiladero de La Hermida esa ¿se llama así, verdad?
-       Sí, se llama asi y es verdad que da un poco de miedo pero el pueblo es muy bonito y te pusiste morada con la sidra- dice su madre
-       ¿Bebiste sidra? – pregunta María - ¿ A qué sabe?
-       A manzana y está muy rica. Tampoco bebí mucho, le quité el vaso a mi padre para probarla pero tenía sed y casi me la termino – ríe Clara.
-       ¿Te emborrachaste?- vuelve a preguntar María toda asombrada, a ella no la dejan ni mojarse los labios en la espuma de la cerveza de su padre.
-       No,no, nada de nada ¿verdad mamá?
-       No, pero un poquito más alegre de lo normal si que estabas y tu padre no se perdona su descuido.
-       ¡Qué exagerados que sois!, no me pasó nada y tú también bebiste un poquito y estás embarazada.
-       Me mojé los labios nada más y deja de controlarme tanto que pareces mi médico.
-       Todavía no, de mayor lo seré y además no quiero que le pase nada a mi hermanito ¡Tengo unas ganas de ver su carita!, le voy a mimar un montón.
-       Yo de lo que tengo ya ganas es de que sea pasado mañana – dice María mientras pega un bocado al bocadillo que su madre le acaba de dar.
-       ¿Lo dices por lo de la canoa? – pregunta Clara.
-       Sí, me hace ilusión bajar por el río Sella en canoa con mi padre y mi hermano. ¿De verdad que tu no quieres hacerlo con el tuyo? – le dice a Clara
-       Me da miedo, no soy tan valiente como tú pero a lo mejor lo hago, no quiero ser la miedosa de la familia pero..! mi madre se queda en tierra!.
-       ¡Por supuesto que me quedo en tierra, Clara!- asegura Aurelia- me encantaría descender desde Arrionda a Ribadesellas pero conozco mis limitaciones en mi estado, futura señora doctora.
-       Sí, tu riete pero papá me ha dicho que me ocupe de ti cuando él no está.
-       ¡Ay que dos! – dice Aurelia mirando a Asunción quien sigue repartiendo bocadillos y se decide a abrir una botella de casera para llenar los vasitos que se ha traído - ¡oye Asun!, no es necesario que te quedes conmigo en Ribadesella esperando la llegada de estos aventureros en canoa, si te apetece puedes descender tu también, a mi no me importa quedarme sola.
-       No te preocupes, no pensaba hacerlo, yo soy de secano,  no te voy a dejar sola con la ropa seca y además quiero hacer fotos de la llegada.
-       ¿Entonces no te vas a bañar en la playa, tita Asunción?- pregunta Clara.
-       Sí, eso sí, para algo me he comprado un bañador nuevo ¿verdad María?
-       ¡Menudo bañador! Mi padre se quedó sin habla cuando lo vio.
-       ¿A sí?, cuenta, cuenta – dice Aurelia.
-       No es para tanto caray, en la calle Montera vi un bañador de dos piezas para niñas y entré a mirarlos ...me gustó uno para María y al ir a pagarlo, vi cerca de la caja, lo nuevo que habían recibido para mujeres y entre ellos había uno que llamaban triquini y me lo compré.
-       ¿Triquini*? ¿qué eso? – pregunta Clara
-       Es un bañador normal, bueno, es como uno de dos piezas pero tiene un trocito delgado de tela entre la parte superior y la inferior.
-       Osea que llevas la tripa casi al descubierto ¿no?- dice Aurelia riéndose- ¡qué atrevida! Y ¿te lo va a dejar poner Héctor?
-       Sí, claro, no se atreve a prohibírmelo pero el triquini lleva un albornoz cortito haciendo juego asi que no se me va a ver mucho, sólo al salir y entrar al agua.


Aurelia y Asun siguen comentando cosas e intercambiando risas con sus hijas. Las cuatro se llevan muy bien y son casi unas "mujercitas" con las que se puede ya hablar de muchas cosas aunque con el diablillo, que ya tiene 8 años, hay que andarse con mucho cuídado ¡todo lo capta a la primera y lo casca también!, es tan extrovertido como su padre a quien trata de imitar en todo y parece no conocer la palabra miedo.




Por la tarde, después de visitar Covadonga y la capilla en la cueva,  bajan a Cangas de Onis donde se hacen fotos delante de su famoso puente y pasando por el puente; después se sientan en una terraza a merendar mientras escuchan las historias del senderismo que acaban de hacer los hombres.


-       ¡Anda que no hemos andado! Parecía que el Ercina estaba cerca, pero había una buena caminata hasta llegar a él.- dice Gustavo después de tomar un sorbo de la cerveza, bien fresquita, que le acaban de traer.
-       Bueno, por las escaleras esas que hay había menos pero nosotros hemos elegido dar el rodeo. ¡No viene mal hacer ejercicio de vez en cuando!- contesta Héctor probando él también su caña.
-       A mi me ha parecido corto y no me he cansado nada ¿verdad papá?
-       No hijo, no, tu no te cansas nunca, tienes más energía que todos nosotros juntos – contesta Héctor atusándole el pelo a su hijo.
-       ¿Cómo es el otro lago? ¿Más grande que el que hemos visto nosotras? – pregunta María.
-       No, mucho más pequeño pero muy bonito también, parecía que se podía tocar las nubes con las manos; ¡hemos tenido suerte con la niebla! Nos ha dado tiempo a bajar antes de que lo cubriese todo.- contesta Gustavo.
-       Sí, recuerda que Bonilla ya nos lo había advertido. El año pasado vinieron ellos y casi se quedan arriba porque la niebla se les echó encima- dice Asunción
-       Espero que no les pase lo mismo en el Yellowstone Park ¡eso si que son vacaciones de altos vuelos!- comenta Aurelia.
-       ¡Ni qué lo digas! Estoy deseando ver sus fotos y me alegro por ellos. Hacen bien en disfrutar de su dinero – comenta Asunción.
-       ¿Vamos a ir nosotros también al año que viene?- pregunta María
-       No, al año que viene no pero ¿quién sabe? primero vamos a conocer los parques de España y luego ya se verá.- contesta Héctor mordiendo de la galleta untada en chocolate que se iba llevar Asunción a la boca.
-       ¡Héctor! Que el chocolate y la cerveza no riman – ríe Asunción
-       Papá siempre hace lo mismo – dice el pequeño- siempre le quita la comida a mamá y luego le da un beso en la boca ¡puaf, qué asco!


Todos ríen la salida del niño y apuran sus bebidas al tiempo que Gustavo hace una seña al camarero para pagar la cuenta. La última camioneta a Ribadesella sale dentro de medía hora y no quieren perderla. Mañana tienen un día de playa por delante y al siguiente el descenso al Sella.






A las nueve de la mañana ya hay movimiento en "Villahermosa", la casa que la familia Olavide ha alquilado cerca de la playa de Santa Marina, dónde además se alojan sus amigos. 

Asunción y Aurelia preparan el desayuno mientras Gustavo va a por el pan, las niñas se hacen sus camas y Héctor pasa apuros para alcanzar a su diablillo, que en pijama y sin lavarse, corre detrás del tito Gustavo.


-       ¡ Vámos para casa y sin rechistar! ¿Pero desde cuando se sale a la calle descalzo, en pijama y sin pedir permiso? ¿ Hago yo eso?- dice Héctor a su hijo llevándole de la mano para que no se vuelva a escapar.
-       No, pero tu ya eres grande y yo aún pequeño y además estamos en la playa.
-       Muy bonito razonamiento, con eso se arregla todo ¿verdad? Pues no, uno se levanta, se ducha, se desayuna y entonces sale a la calle...en este caso al jardín y esperas a los mayores. A la playa no puedes ir solo aunque esté ahí al lado ¿Estamos o me tengo que poner firme y pensar en un castigo?
-       No papi, no, no me vuelvo a escapar pero ..joper yo también quiero ir un día a por el pan.
-       Mañana vamos los dos , ¿de acuerdo? y ¡anda derechito a la ducha que el desayuno ya está casi listo!
-       Casi no, ya está todo en la terraza del jardín – dice María bajando las escaleras con Clara y añade - ¡papá, no te olvides en ayudarle a hacerse su cama!
-       No, no me olvido y vosotras no olvidéis que nosotros tenemos que desayunar también.
-       No te preoucpes papi – dice María dándole un beso a su padre

Horas más tarde, Aurelia lee un libro sentada en una tumbona en la playa, Asun contemplan el juego de los niños en el agua, al pobre Gustavo le tienen todo el rato nadando tras la pelota de goma, regalo de una marca de cremas y no se da cuenta que Héctor llega con la nevera cargada de refrescos. Una vez sentado sobre su toalla abre la nevera y le ofrece un kas de naranja a Aurelia y otro a Asunción.


-       Toma cariño y ¡oye! eso de que el peque tiene que hacerse su cama no será todos los días ¿verdad?
-       Mientras estemos aqui sí, somos muchos en la casa y hay que arrimar el hombro, !todos!... además no la hace él solo, tu le ayudas y le enseñas ¿ o no?
-       Sí claro pero no deja de ser un rollo y además termino baldado de la espalda.
-       ¡Ay pobrecito mío! ¿ y nosotras no?...pero bueno, luego te doy unas friegas en tu parte dolorida y verás como se te pasan los males- dice Asun con una sonrisa enigmática.
-       ¿ A la noche? ¿No nos podemos escapar ahora un momento a la casa? - pregunta Héctor.
-       No, de eso nada, monada – ríe Asunción levántandose de la arena, quitándose su albornoz y tirando a Héctor de la mano para reunirse con los niños en el agua.
-       ¡Espera Asun, que este agua está muy fría!- se queja Héctor.
-       Quédate tu si quieres, yo me voy y si me miran por mi bañador y dicen cosas no protestes.....


Héctor se levanta y va detrás de su mujer mientras Gustavo sale del agua y se dispone a sentarse al lado de la suya.


-       Ahí os los dejo pareja , no los perdáis de vista que con los flotadores se confían y se meten mar adentro.
-       Vete tranquilo Gustavo- dice Héctor – ahí he dejado la nevera con los refrescos, no te olvides taparla con la toalla.
-       No lo olvido.


Ya sentado en la misma tumbona que su mujer, la quita el libro y le da una toalla y dice:


-       !¿Me secas la espalda, amor? y ¿Has visto como están esos dos?
-       ¿Héctor y Asun?- pregunta Aurelia mientras frota la espalda de Gustavo
-       Sí, parece que estén en una eterna luna de miel...como nosotros ¿ a que sí?- dice volviéndose hacia su mujer.
-       Bueno, eterna, eterna ni ellos ni nosotros, que también tenemos nuestras diferencias, pero enamoradas hasta los huesos si que estamos - dice Aurelia dándole un beso a su marido y levantándole de la tumbona para tumbarse ella al tiempo que le da la crema para que le unte su espalda.





* nota: licencia de lionista;)

fin










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