viernes, 10 de agosto de 2012

La sorpresa de Aurelia. Parte 6.



Coplas, risas y otras cosas


Por la ventana del patio Felisa oye la música que la hija de la vecina del principal está poniendo en el tocadisco..al principio no reconoce la voz pero en seguida se da cuenta que es “ese” que no quiso ir a Eurovisión  y por el que Irenita está loca, completamente chiflada. Felisa sigue escuchando.. :

Al fin, una pulmonía
mató a Don Guido, y están
las campanas todo el día
doblando por él: !din, don!
murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo gran rezador.




Felisa cierra la ventana, a pesar del calor; la letra no la entiende, !menuda cosa que canta!, tampoco tiene una gran voz y no comprende como le puede gustar a Irenita y por supuesto a Asunción...a ella que le den la copla de toda la vida, a su Manolo Escobar, ése si que sabe cantar y dejando la escoba en un rincón, echa una ojeada al reloj, ve que son las dos menos veinte y Asunción estará a punto de llegar..la comida por terminar y sin más dilación entra en la cocina para seguir con ella mientras canta:

Mi carro me lo robaron, estando de romería,
mi carro me lo robaron, anoche cuando dormía
¿dónde estará mi carro?
¿dónde estará mi carro?




Quita la olla del fuego y va a echar el aceite en la sartén cuando cree, a pesar de su canto,  haber oído la risa de Asunción en el portal; apaga el fuego, se seca corriendo las manos en el delantal y sale de la porteria justo a tiempo de ver a Héctor y a su hija en el ascensor besándose como unos locos y con la blusa por fuera de la falda; Felisa se queda cortada, con la boca abierta y cuando reacciona el ascensor ya ha subido al tercer piso y baja sin nadie.

<<¡Madre del Amor Hermoso! ¡qué espectáculo y que poco recatados que son! ¡les podía haber visto cualquiera! – piensa Felisa metiéndose de nuevo en la portería. Mejor continuar con la comida, quizá bajen después hambrientos>>

En este nuevo curso escolar, que acaba de empezar, María come en el colegio y el diablillo del nieto hace lo mismo. Javier, su amiguito, el hijo de Bonilla y Matilde también se queda; son de la misma edad y se llevan muy bien aunque Javier es más reposado que el pequeño de Héctor y Asunción.

Los niños no van a un colegio religioso, Bonilla se inclinó por el colegio del cual él fue alumno: El Ramiro de Maeztu. 
Creado en 1918 prentendía incentivar desde párvulos a bachillerato, las prácticas de ”aprender enseñando”, el amor a la investigación y la ciencia, el laicismo, la enseñanzas de idiomas y la importancia del deporte.

-       Nuestro equipo de baloncesto ganó muchos torneos y tengo un album lleno de banderines y recortes de prensa de nuestras victorias-  solía repetir Bonilla.
-      Te creemos Bonilla – le contesta Héctor cada vez que saca el tema.



Sus hijos empiezan este curso a formar parte del equipo de mini-basket, el equipo de primaria y el primer partido lo disputarán en la cancha del Ramiro dentro de dos sábados. Por supuestos los orgullosos padres estarán animando a sus hijos en primera fila y las madres también.

Matilde y Asunción se llevan muy bien aunque no sea su mejor amiga, como lo es Aurelia, las tres parejas lo pasan genial cuando se juntan. Miguel y Estrella también se les unen de vez en cuando pero los intereses de estos dos no coinciden con los de ellos.

A eso de las tres de la tarde Asunción se apresura a ducharse pero no le da tiempo a cerrar la puerta, Héctor la sigue y un poco de jabón por aquí y un poco de jabón por allá... la ducha se alarga más de lo debido; en una esquina del salón se quedó la maleta aún cerrada, su bolso en el suelo como principio del reguero de ropa que lleva directamente al dormitorio y ahora les va tocar arreglar todo antes de bajar a casa de su madre.

A las cinco la esperan en la redacción, aún tiene que comer y a las seis ella iría a recoger a las niñas mientras Héctor iría a por el niño...los planes no van a salir de seguir asi..Asunción se pone firme y echa a Héctor de la ducha como puede y ya con el albornoz puesto sale del cuarto de baño y ve como su marido acaba de secarse y comienza a vestirse.

-      Héctor no te acerques más, sigue vistiéndote, mi madre hace rato que nos espera, no me extrañaría que nos viera subir, creo que oi la puerta abrirse y sus zapatillas ¡qué verguenza como nos haya visto!
-      ¿Verguenza? Tu madre lleva mucho tiempo casada no creo que se asuste por unos besos y vale, ya te dejo en paz, yo también tengo “hambres”.
-      ¿Hambres? Qué tontería es esa – pregunta Asunción mientras se pone la combinación.
-      La que me pide el estómago y la otra, la que me pide...
-      ¡Héctor para ya! ¿quieres que nos pasemos todo el día en la cama?
-      ¡Ojalá! Y tu tienes la culpa por haberme dejado tres días solo.

A las tres y media llaman a casa de Felisa muy formalitos, o al menos asi lo creen ellos. La puerta se abre en seguida y Felisa les saluda con un tono un poco irónico.

-      ¡Hola hijos! ¿Hay hambre o ya la habéis saciado?, pasad ¿qué tal por la Colonia esa? – pregunta a su hija mientras la da un beso.
-      ¡Hola madre! !Qué cosas que dice usted! ¿Se ha ido ya padre? – dice Asunción dándola un abrazo- Les he echado de menos. En Colonia bien, no he visto mucho de la ciudad, sólo su catedral.
-      Me alegro que nos echaras de menos hija, que quieres que te diga y tu padre no se podía esperar, tenía que ir con Miguel a un desguace. ¡Siéntate Héctor! pareces nuevo en la casa o estás en otro mundo.
-      Perdone Felisa, gracias, estaba pensando en que se nos ha hecho muy tarde y Bonilla me espera a las 4, me temo que no voy a poder quedarme a los postres.
-      ¿Te saltas la sopa y te traigo el pescado directamente con la verdura?- pregunta Felisa
-      Eso sería fantástico pero no quiero hacerle feo a su sopa y..
-      No sé hable más, toma el pescado y ¿tú Asunción, tienes tanta prisa como tu marido?
-      No madre, puedo quedarme un ratito con usted pero a las 5 me esperan en la redacción.

Después de la comida, una vez que ya se ha ido Héctor, Asunción ayuda a su madre a fregar los cacharros y cuando terminan se sientan a tomarse un café. Felisa saca la carta de Irene y se la enseña a su hija sin decir nada.

-      Asi que Irene y su marido vienen a Europa ¡qué bien!- dice Asunción- en noviembre estarán en Francia y a finales de diciembre ella se queda en Marbella, en una casa que han alquilado mientras su marido cruzará el estrecho.
-      Eso ya lo sé, lo he entendido.... lo que no comprendo, porque no me entra en la cabeza es ¿por qué demonios si quiere ver a Irenita tenemos que llevarla a Marbella en lugar de venir ella aqui?
-      Madre ya sabe que no puede venir, los recuerdos de este barrio la desbordan y Madrid la pone enferma, ya la pasó hace tres años cuando vino a ver a Irenita. Ya ves, pensaba que después de tanto tiempo lo tenía superado pero no..es su nuevo trauma..lo pasó muy mal. 
-    Eso dices siempre pero yo no sé que es lo que pasó. Nunca quieres contar nada.
-    Está bien. Al principio fue muy feliz con Ubaldo pero despues vino la enfermedad de su marido,  las pesadillas de los campos de concentracción volvieron más fuerte. Irene fue una niña de las que enviaron a Rusia, junto con sus primos, que allí murieron. Ella terminó en un campo nazi, allí fue violada y ultrajada sin piedad y aquí en Madrid, vio al primer violador de su niñez y para colmo o liberación, descubrió a quien fue el asesino de su madre, aunque a mi no me dijo quien era, pero sí que todos le conocíamos. ¡ Son demasiado cosas!
-      Pues nada, la señora manda, le llevaremos a su ahijada a Marbella pero con ella sola no se va a quedar.
-      Madre, tampoco lo pretende, les invita a usted y a padre a pasar unos días en la casa de Marbella. Imagínense, en Madrid congelados y ustedes en bañador en la playa.
-      Mucha imaginación tienes tú hija, está bien, escríbela diciendo que aceptamos. Por cierto, tú y Héctor ¡tened más cuidado! Ciertas cosas se hacen en casa y no en un ascensor.
-      Lo siento madre – contesta con los colores subidos- no sé en que estábamos pensando. Gracias por no decir nada y ahora me tengo que marchar.
-      Vete, vete...Ya hablaremos en otro momento – contesta Felisa dándole un beso a su hija.
  
Felisa ve alejarse a su hija y repite las pabras de Aunción: << no sé en que estábamos pensando, ja, ja, ja, a otro perro con ese hueso>> y se marcha a ver a su prima al bar.

Cuando Asunción entra en la redacción se emociona al ver a sus compañeros de nuevo y se da cuenta de lo feliz que es teniendo a tanta gente a su alrededor, gente que la quiere y se interesa por ella sin que haya lazos familiares de por medio. Gente que forma parte de su familia exterior porque su familia, su familia interior, esa es su marido y sus hijos además de sus padres y hermanos.
 Allí en Colonia, en la inmesidad del hotel, era una extraña más, rodeada de gente extraña que hablaba idiomas extraños y tuvo un momento de pánico al encontrarse tan sola; ninguna cara conocida ni la de sus compatriotas eran caras familiares, nadie saludaba efusivamente, todo era protocolario hasta el comedor del hotel le parecía frío...mesas vestidas de blanco con cubiertos sobre ellas pero nada más..la taza, el plato, el vaso y la comida se tenía que coger del ”buffet”” como repetían. 
Buffet para el desayuno o “Frühstück” como decía el intérprete y buffet por la tarde a partir de las 7 para la cena; a las doce y media el “Mittagessen”  ese, algo así como un tentempié  del medio día: una sopa, una salchicha con patatas fritas o bocadillos y eso era todo. 
Julio podía decir lo que quisiera pero la próxima vez, si es que había una próxima vez, Héctor vendría con ella o no iba.

-      ¡Asun, Asun!- repetía Aurelia corriendo hacia ella y dándola un gran abrazo, la alegría de verla era notable.
-      ¡Hola viajera! Pensé que no vendrías hoy – la saluda Julio dándola un beso en la mejilla.
-      Hola, hola a todos, estoy un poco abrumada, al entrar por la puerta me he dado cuenta de lo mucho que quiero a este lugar, lo que significáis para mi y que al extranjero sola no vuelvo.
-      ¡Ya será menos Asun! – sonríe Julio- pero gracias por tus palabras, las tendré en cuenta por si hay una próxima vez. Tengo que salir ahora ¿te parece bien que mañana despachemos?
-      Sí, claro, además me viene bien, a las 6 tenemos que recoger a las niñas.

Julio se marcha y Aurelia se queda con su amiga. En seguida comienza contarle lo de su ecografía y después de ponerse las dos al tanto de todas las novedades Aurelia dice:

-      Asun, Julio me ha propuesto escribir una columna diaria sobre mi embarazo, mis sentimentos, mis dudas o miedos, las cosas que pienso, lo que les digo a mis hijos en silencio, lo que piensa Gustavo etc, etc ¿ A ti que te parece?
-      Genial, a mi me parece genial, sería una columna muy personal leída por muchísima gente, estoy segura y a la revista le vendría de perla, podríamos aumentar la tirada.
-      Sí eso mismo dice Julio pero no sé que pensará Gustavo.
-      Preguntáselo esta noche, te pones mimosa en la cama y se lo planteas acariaciándole...
-      ¡Asun para! ¿ A ti que te han dado en Alemania?- ríe Aurelia
-      En Alemania nada, en casa todo, desde que he aterrizado.
-      No podéis pasar un día sin estar junto ¿verdad?
-      Poder se puede pero duele mucho y la vuelta es deliciosa- ríe Asunción
-      ¡Qué envidia me das!- dice Aurelia
-      ¿Por? ¿Tú y Gustavo también sois bastante activos?
-      Éramos, mi tripa está en el medio y ya casi no hay manera.
-      Creo que hay un libro sobre posturas impensables en la biblioteca de la redacción- apunta Asunción
-      ¡Lo que me faltaba por oir! ¿tu quieres que me descalabre? ¿Me ves a mi haciendo el pino? Calla, calla, no me hagas reir, además a Gustavo le daría un patatús.

Aurelia y Asunción ríen con ganas y van a echar una ojeada furtiva al libro; una vez más el tiempo ha pasado volando y las dos se apresuran a recoger sus cosas. Las niñas están esperando en el colegio.

Por la noche, cuando Clara ya se ha ido a su cuarto, Gustavo y Aurelia hablan de sus cosas y le cuenta la idea de Julio.

-      ¿Qué opinas Gustavo?
-      ¿Airear nuestra intimidad? No me gusta Aurelia
-      Gustavo no estamos hablando de contar nada de nuestra vida sexual, sino de nuestros sentimientos, de mis sentimientos, no es necesario que te nombre a tí permanentemente..tengo un borrador hecho ¿quieres que te lo lea?
Gustavo asiente a regañadiente, con ciertas cosas sigue teniendo muchas dificultades y una de ella es exponer en público sus sentimientos.

Columna de una embarazada.
Por A. González.
Desde hace unos días sé que llevo en mi seno dos frutos, dos frutos inesperados por lo tardío que llegan y por ser eso: dos.
Cada día siento como mi tripa aumenta o a mi me lo parece y desde que les he visto y oído el latir de sus corazones su presencia es más cercana, mi amor aumenta y me imagino sus caritas, dos caritas casi iguales con los ojos de su padre y su boca, mi nariz y mi sonrisa pero cada uno con su propia identidad.......

-      ¿Y qué te parece?
-      Me gusta pero sigo dudando...no sé si todo el mundo lo tiene que saber...
-      ¿Entonces le digo a Julio que no?
-      No, no, nada de eso, puedes probar con una o dos columnas y si no me acostumbro ¿pararías si te lo pidera?
-      Sí, lo haría aunque Julio se enfadase...Asunción tampoco quiere volver al extranjero sola.
-      Seguro que a Héctor le gustará oírlo y gracias cariño, seguro que me acostumbro y al final soy tu fan número uno ¿ Nos vamos a la cama?
-      Sí, allí te cuento algo que he visto en un libro que hay en la redacción, no creo que podamos hacerlo pero se puede intentar..
-      ¡Aurelia! ¿que has visto? No me digas que tenéis en la biblioteca de la revista el Kama... ....
Gustavo no puede terminar la frase, Aurelia le pone el dedo en los labios y dice:

-      En la cama te lo digo.

Y  riéndose corre hacia el cuarto de baño para ser la primera en acostarse.

Fin.



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