miércoles, 15 de agosto de 2012

La sorpresa de Aurelia. Parte 8.



El Caribe y Junior.


El salón de la casa de Estrella y Miguel se ha quedado pequeño para tanta gente. Felisa y Trino, Pedrito, Irenita, Asunción y Héctor con sus hijos, Gustavo y Aurelia con Clara, Bonilla con Matilde y Javier, Manolita y Marcelino con su prole, todos están presente..........! la ocasión lo merece!.

Hace ya tiempo que están casados y se llevan muy bien, tan sólo tienen una espinita clavada: no haber podido tener hijos.
Al principio todo parecía apuntar al trauma que ella arrastraba aunque eso queda ya atrás; aquellos momentos horrendos de su infancia forman parte de un pasado ya asimilado y superado; el amor y cariño de Miguel han contribuido a ello al igual que las muestras de inmeso cariño que su familia política le demuestra día a día.

No era Estrella el problema sino Miguel; según los médicos, las paperas que ha tenido siendo niño y de las que Felisa se había olvidado por completo son las causantes.
Cuando hace unos años, después de pruebas y más pruebas realizadas a Estrella, Miguel conoce el resultado del análisis de su semen, el mundo se le viene abajo.
Su hombría mal entendida le arrastra a una depresión que afotunadamente no dura mucho. Todos los hombres de la familia se vuelcan con él, hasta Gustavo y Bonilla  han estado a su lado...<< no ser fértil no quiere decir ser impotente, no ser padre no tiene nada que ver con tener hombría>> le repetían y entre unos y otros, y sobre todo con el amor y paciencia de Estrella supera el gran golpe... con el tiempo, ese tiempo que si no lo cura todo si suaviza el dolor, empieza a hablar de adopción pero sin atreverse a dar el paso... hasta hace dos años, hasta noviembre de 1967.

Diego junior, con apenas dos meses de edad llega a sus vidas de improviso; un desgraciado accidente le dejará sin padres y sin familia.
Todo empieza cuando Diego Ramírez, un viejo conocidos de la infancia de Gustavo, se presenta en el despacho con mujer e hijo.
Gustavo les creías en Cuba, a pesar de los cambios de la revolución; la familia Ramírez había partido con su hijo Diego para la isla a finales de los años cuarenta y ellos salvan la distancia manteniendo correspondencia durante un tiempo.

Gustavo no olvida a aquel chico, grande en estatura, grande en el corazón y con unos puños de oro, que nunca dudó en usar, para defenderle de los otros chicos en el patio , patio de muros altos del internado que recuerdan más a los de un penal que a un patio de un colegio normal...como fuere su padre le había llevado allí cuando su madre cayó enferma.
 Diego y él, por diversos motivos, comparten muchas cosas en esos dos años que pasan en el internado, internado para niños de familias con posibles pero en el que él lo pasa muy mal por culpa de su timidez; Ramírez será su único amigo.

Como más arriba se dice, nada más llegar a Madrid, Diego que a duras penas ha podido abandonar la isla, se pone en contacto con su amigo de la infancia. Necesita ayuda por lo de la herencia, por las tierras que le han dejado sus padres; tierras que no valen nada pero quizá se puedan vender y sacar lo suficiente para montar un negocio.
No anda bien de dinero y pregunta a Gustavo por una casa de huéspedes y este se acuerda de Estrella y Miguel. Hace unos días habían comentado lo de alquilar la habitación de Gerardo (de gira de un año por Argentina) y el dinero les vendría bien para ayudar a pagar la nueva nave de Torrejón, donde habían abierto otro taller.  Gustavo les lleva pues a casa de Estrella y allí se instalan provisionalmente.

El matrimonio Ramírez no puede regresar a la isla, la ha abandonado sin permiso del gobierno de Fidel. Allí ya nada ni nadie les ataba, muertos sus padres y los de su mujer, con la plantación perdida, sueñan con empezar una nueva vida en España y tras jugarse su vida y la de su esposa, embarazada por aquel entonces, en una travesia a Haiti, consigue volar a España vendiendo las pocas joyas que de su madre tenía, con su mujer y su hijo recién nacido en Puerto Príncipe.
La fatalidad les iba a esperar en España; el matrimonio fallece a los pocos días de su llegada, cuando el autocar en el que viajaban al pueblo derrapa y en el pierden la vida, junto con otras personas más.
El bebé no viaja con ellos, unas horas antes del viaje el niño se ha puesto malito y aunque piensan en anular el viaje al final dejan a Diego junior con Estrella y Miguel.

El papeleo es largo, la búsqueda de posibles familiares de Diego Ramírez junior no da ningún fruto, al final Miguel y Estrella obtienen la custodia del niño y ahora, dos años más tarde el niño lleva legalmente sus apellidos, le han bautizado y celebran su cumpleaños.

-      ¡Feliz cumpleaños Diego!- gritan todos asustando al pequeño que hace caso omiso a Estrella que intenta hacerle una foto -  Diego, cariño mira a María y a Irene.
-      No quiere mirar- dice Clara, quiere jugar conmigo ¿Por qué no le siento yo en mis rodillas, le hago cosquillas y le hacéis la foto riendo?
-      ¡Qué fresca eres Clara! ¡eso también se lo puedo hacer yo!- dice María, tu ya has jugado mucho con él, has llegado antes que yo.
-      No os peléis , Diego se viene conmigo que para algo soy su madrina - dice Irenita.
-      No eres su madrina de verdad, a Diego ya le bautizaron cuando nació – responde Clara.
-      - No lo sabemos, tu padre solo ha encontrado una partida de nacimiento en francés y nada más. Ahora soy yo su única madrina  ¿verdad abuela?
-      Verdad Irenita, verdad y ahora ¡Callad todos! Aqui traigo la tarta, ¡Vámos soplar esta velita tan especial entre todos! ¿vale? – dice la abuela Felisa poniendo una tarta de chocolate con fresas que le ha llevado buena parte de la mañana para hacerla.
-      Yo pongo la velita con el número dos – dice el nieto mayor de Felisa


-      Mejor que las ponga el tito Miguel – dice Estrella, temorosa de que el diablillo de su sobrino vaya a meter las manos en la tarta.


Después de soplar la vela y de comer la tarta, los niños mayores salen a jugar a la calle con Marcelino, que no puede por menos que tratar de inculcarles el amor al fútbol; él no tiene nada contra el baloncesto pero el fútbol es el deporte por excelencia. Las niñas se reunen en grupo para hablar de sus cosas y mientras los mayores hablan todos a la vez, Miguel está en la cocina con Asunción.

-      ¿Tú crees que Diego dejará de querernos cuando sea mayor y se de cuenta que no tenemos el mismo color de piel?
-      ¡Qué burro qué eres Miguel! – dice Asunción. Diego os va a querer siempre y seréis para él sus únicos padres si recibe el amor y el cariño que todo niño debe tener.
-      Eso lo va a tener de seguro, pero me preocupa que los demás niños no le acepten..no hay tantos niños mulatos en el barrio.
-      Peor para ellos – contesta Asunción- Es cierto que antes de que vaya al colegio le podéis contar con cuidado que sus papás se fueron al cielo cuando el era un bebé, que le querían mucho, tanto como vosotros le queréis a él..no sé, preparle poco a poco. A los cuatro añitos ya entienden mucho más de lo que tu te imaginas y además, siempre tendrá a todos sus primos para defenderle con uñas y dientes si es necesario.
-      Lo sé, tenéis todos unos hijos muy generosos y muy seguros de ellos mismos para lo pequeños que son.
-      Y Diego también lo será, ya se encargarán Maria, Irene y Clara de formarle – ríe Asunción pensando en las tres inseparables, tres chicas muy diferentes pero con la cabecita ya muy bien amueblada.




La entrada de Matilde trayendo los platos y vasos sucios de los niños interrumpe la conversación, Miguel sale al salón y Asunción ayuda a Matilde a lavar los platos que se estaban amontonando en la pila.

-      En ocasiones como estas me alegro de tener en casa un lavaplatos – comenta Matilde cuya cocina está llena de elctrodomésticos de lo más funcionales.
-      Ya me gustaría a mi tener uno pero por otro lado me perdería el momento Héctor-friega -cacharros.
-      ¿Te rompe todos los platos? – pregunta Matilde
-      No, que va, los lava con tanto mimo que estoy esperando con el paño para secarlos cinco minutos y cuando le digo que se apresure me salpica con el jabón para tener una excusa más para darme un beso – ríe Asunción
-      Es decir, si entiendo bien, el fregar los cacharros dura horas y los dos os lo pasáis bomba y ¿eso no será todos los días, verdad?
-      No, claro que no... los fines de semana y festivo son sus días de amo de la cocina, los demás días, como los niños comen en el colegio, nosotros comemos donde mi madre y los cuatro cacharros de la cena me los ventilo yo en un peripé. ¿Bonilla no te ayuda en casa?
-      Sí, con el cuidado de Javier cuando era pequeño muchísimo pero como tenemos la asistenta diaria no es necesario. Aurelia va a necesitar una cuando nazcan los mellizos.- termina diciendo Matilde.
-      Quizá, seguro que Gustavo ya lo está pensando pero Aurelia es muy celosa de su intimidad...ya veremos. Bueno hemos terminado aquí, voy a salir a la calle a llamar a los míos, no quiero llegar muy tarde a casa.

Una vez en casa y con los niños ya en la cama Asunción comenta con su marido la conversación que ha tenido con su hermano.

-      Tú hermano es un poco burro, es cierto, pero no se equivoca en lo de los niños, Diego va a tener que aguantar algunas incoveniencias quieras o no quieras, sobre todo al principio, hasta que los otros niños se acostumbren a él.
-      ¿Por qué somos tan crueles? ¿Por qué todo aquello que es diferente a nosotros ya tienen que ser peor? – pregunta Asunción
-      No lo sé mi vida, quizá lo llevemos en nuestros genes y en algunas personas se desarrolle más que en otras y aunque no llegaremos nunca a desterrar las fobias que nos agobian quizá la generación de nuestros hijos sea más tolerante y solidaria.
-      ¡Ojalá! – pero mientras tanto tenemos que velar por Diego y por sus derechos.
-      Por supuesto tal y como hace Gustavo con su herencia. Las tierras no se venden hasta que Diego no sea mayor de edad y ahora, cabecita pensante, relájate, piensa en mi y dime que prefieres ¿ver un rato la televisión en nuestro flamante primer aparato o nos vamos a la cama?
-      Nos vamos a la cama mejor, no sea que pase como ayer, mucho querer ver la televisión pero al final terminas confundiendo nuestro salón con una sala de cine y luego pasa lo que pasa.  
-      ¿Qué nos llame la atenc¡ón el acomodador? – dice Héctor riéndose.
-      Algo peor que casi nos pille tu hijo como ayer.
-      Es verdad, eso no estuvo bien pero ¿qué culpa tengo yo de que el programa fuese tan aburrido y tú tan intersante?
-      Ninguna mi amor, ninguna- dice Asunción levantándose del sofá y preguntando - ¿vienes o no?

En casa de Aurelia también están hablando de Diego y de su futuro.

-      ¿Cuando crees tú que a Diego se le puede empezar a contar lo que les pasó a sus padres?- pregunta Gustavo metiéndose en la cama donde ya le espera su mujer.
-      Yo creo que antes de empezar la primaria habrá que decirle ya algo con mucho cuidado. No es lo mismo que con Luisita y Marisol,  la primera lo sabe desde los 15 años y a Marisol se lo acaban de decir... a Diego sus propios compañeros le van a preguntar por qué sus padres son blancos y él no.
-      También le hubieran podido preguntar, si sus padres vivieran, por qué su madre era negra y su padre blanco- comenta Gustavo
-      Es cierto y creo que sus padres le hablarían desde pequeño de Cuba y de la diversidad de razas que pueblan la isla y todo el Caribe en general. La verdad no hace daño Gustavo, la omisión de ella o la mentira, por muy piadosa que sea puede dañar mucho más que una verdad dicha con tacto y mucho amor.
-      Y nosotros ¿le vamos a contar a Clara que nos casamos cuando ella ya venía de camino? Ella ya sabe que María fue a la boda de sus padres y lo de Chelo..
    -       Si lo pregunta sí, por supuesto, como ya te he dicho la omisión o mentira no tiene   sentido, siempre terminan enterándose y luego es mucho peor.... ¡Toca, toca, ahora Gustavo! ¿lo notas? Están dando patadas como locos ¿ habrán oído la charla de Marcelino sobre el fútbol?
   -      ¿ Te hacen daño? Patalean de lo lindo – dice Gustavo con las manos sobre el vientre de su mujer e inclinándose para hablar a los ”futbolistas”” por nacer- ¡tened cuidado con la gordita de vuestra mamá, no la hagáis daño, dejad el fútbol para cuando salgáis!.
   -      Eso, eso, haced caso a vuestro padre pero olvidad eso de gordita- les dice Aurelia y mirando a Gustavo le pregunta- ¿vas a venir conmigo a la revisión mañana?
   -       Por supuesto cariño, no me quiero perder nada de este embarazo que te está sentando de maravilla, cada día estás más guapa.

Gustavo y Aurelia siguen hablando un ratito más hasta que Aurelia se queda dormida con la cabeza sobre el pecho de su marido.
A la mañana siguiente y a la hora acordada están los dos en la cliníca del doctor Garrido.

-      Bueno, todo marcha perfectamente, a finales de octubre quiero repetir la ecografía y ¿han pensado ya donde quieren dar a luz y si su marido va a estar presente en la sala de parto?
-      No, no lo hemos hablado todavía pero eso de entrar a la sala de parto no es muy normal en España ¿en Estados Unidos si?
-      Desde hace unos años se permite la entrada si el parto no presenta complicaciones. La mayoría de las mujeres valoran muy positivamente el que su marido haya estado a su lado y hayan cortado el cordón a sus hijos.
-      A mi me gustaría hacerlo – dice Gustavo –  no sé si me voy a atrever pero me gustaría ¿Se puede en todas las clínicas?
-      En algunas, yo le recomendaría en la que estoy yo también pero no es obligatoria. Ustedes pueden elegir libremente.
-      ¿Usted está en la clínica San José, verdad?
-      Sí, asi es, mi mujer trabaja allí también como enfermera y es una de las pocas clínicas que son partidarias de la presencia del padre en el paritorio.
-      Pues entonces allí doctor, dice Aurelia ¿o no Gustavo?
-      A mi me da lo mismo.. lo único que quiero es que todo salga bien y que yo no te falle en el momento crítico.
-      No lo harás cariño, nunca me has fallado.

Minutos más tarde salen de la consulta y van caminando hasta la calle Preciados.  Una vez allí entran en los almacenes del mismo nombre, suben a la sección de bebés, eligen la habitación asi como un cochecito para gemelos y algunas cosas más. Pagan en la caja, en unos días les llevaran los muebles a su domicilio y la ropita que han comprado se la llevan ellos. Al salir paran un taxi que comparten hasta la redacción donde Aurelia se baja mientras Gustavo sigue hasta su despacho.

-      ¿Y? ¿todo bien? – pregunta Adunción nada más verla entrar.
-      Todo perfecto ¿y sabes que?
-      Ya habéis comprado la habitación.
-      Sí, eso también pero Gustavo va a estar presente en el parto.
-      Bien por tu marido, si tengo yo otro me gustaría que Héctor estuviera presente, mejor que estar fumando cajetilla enteras en la sala de espera.
-      Entre otras cosas- dice Aurelia

Las dos amigas dejan la charla para más tarde y sentándose en sus respectivas mesas siguen con su trabajo. Aurelia comienza a escribir su columna para el día siguiente y seguro que escribe algo sobre la presencia del marido en la sala de parto, mientras Asunción está escribiendo un artículo sobre la intolerancia y sus víctimas inocentes.

Fin.





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