El Caribe y Junior.
El salón de la casa de Estrella y Miguel se ha quedado
pequeño para tanta gente. Felisa y Trino, Pedrito, Irenita, Asunción y Héctor con sus
hijos, Gustavo y Aurelia con Clara, Bonilla con Matilde y Javier, Manolita y
Marcelino con su prole, todos están presente..........! la ocasión lo merece!.
Hace ya tiempo que están casados y se llevan muy bien,
tan sólo tienen una espinita clavada: no haber podido tener hijos.
Al principio todo parecía apuntar al trauma que ella
arrastraba aunque eso queda ya atrás; aquellos momentos horrendos de su
infancia forman parte de un pasado ya asimilado y superado; el amor y cariño de
Miguel han contribuido a ello al igual que las muestras de inmeso cariño que su
familia política le demuestra día a día.
No era Estrella el problema sino Miguel; según los
médicos, las paperas que ha tenido siendo niño y de las que Felisa se había
olvidado por completo son las causantes.
Cuando hace unos años, después de pruebas y más pruebas
realizadas a Estrella, Miguel conoce el resultado del análisis de su semen, el
mundo se le viene abajo.
Su hombría mal entendida le arrastra a una depresión que
afotunadamente no dura mucho. Todos los hombres de la familia se vuelcan con él,
hasta Gustavo y Bonilla han estado a su
lado...<< no ser fértil no quiere decir ser impotente, no ser padre no
tiene nada que ver con tener hombría>> le repetían y entre unos y otros,
y sobre todo con el amor y paciencia de Estrella supera el gran golpe... con el
tiempo, ese tiempo que si no lo cura todo si suaviza el dolor, empieza a hablar
de adopción pero sin atreverse a dar el paso... hasta hace dos años, hasta noviembre
de 1967.
Diego junior, con apenas dos meses de edad llega a sus
vidas de improviso; un desgraciado accidente le dejará sin padres y sin
familia.
Todo empieza cuando Diego Ramírez, un viejo conocidos de la
infancia de Gustavo, se presenta en el despacho con mujer e hijo.
Gustavo les creías en Cuba, a pesar de los cambios de la
revolución; la familia Ramírez había partido con su hijo Diego para la isla a finales
de los años cuarenta y ellos salvan la distancia manteniendo correspondencia durante un tiempo.
Gustavo no olvida a aquel chico, grande en estatura,
grande en el corazón y con unos puños de oro, que nunca dudó en usar, para
defenderle de los otros chicos en el patio , patio de muros altos del internado
que recuerdan más a los de un penal que a un patio de un colegio normal...como
fuere su padre le había llevado allí cuando su madre cayó enferma.
Diego y él, por
diversos motivos, comparten muchas cosas en esos dos años que pasan en el internado,
internado para niños de familias con posibles pero en el que él lo pasa muy mal
por culpa de su timidez; Ramírez será su único amigo.
Como más arriba se dice, nada más llegar a Madrid, Diego que
a duras penas ha podido abandonar la isla, se pone en contacto con su amigo de
la infancia. Necesita ayuda por lo de la herencia, por las tierras que le han
dejado sus padres; tierras que no valen nada pero quizá se puedan vender y
sacar lo suficiente para montar un negocio.
No anda bien de dinero y pregunta a Gustavo por una casa
de huéspedes y este se acuerda de Estrella y Miguel. Hace unos días habían comentado
lo de alquilar la habitación de Gerardo (de gira de un año por Argentina) y el
dinero les vendría bien para ayudar a pagar la nueva nave de Torrejón, donde
habían abierto otro taller. Gustavo les
lleva pues a casa de Estrella y allí se instalan provisionalmente.
El matrimonio Ramírez no puede regresar a la isla, la ha
abandonado sin permiso del gobierno de Fidel. Allí ya nada ni nadie les ataba,
muertos sus padres y los de su mujer, con la plantación perdida, sueñan con
empezar una nueva vida en España y tras jugarse su vida y la de su esposa,
embarazada por aquel entonces, en una travesia a Haiti, consigue volar a España
vendiendo las pocas joyas que de su madre tenía, con su mujer y su hijo recién
nacido en Puerto Príncipe.
La fatalidad les iba a esperar en España; el matrimonio fallece
a los pocos días de su llegada, cuando el autocar en el que viajaban al pueblo
derrapa y en el pierden la vida, junto con otras personas más.
El bebé no viaja con ellos, unas horas antes del
viaje el niño se ha puesto malito y aunque piensan en anular el viaje al final
dejan a Diego junior con Estrella y Miguel.
El papeleo es largo, la búsqueda de posibles familiares
de Diego Ramírez junior no da ningún fruto, al final Miguel y Estrella obtienen
la custodia del niño y ahora, dos años más tarde el niño lleva legalmente sus
apellidos, le han bautizado y celebran su cumpleaños.
-
¡Feliz cumpleaños Diego!- gritan todos asustando al
pequeño que hace caso omiso a Estrella que intenta hacerle una foto - Diego, cariño mira a María y a Irene.
-
No quiere mirar- dice Clara, quiere jugar conmigo ¿Por qué
no le siento yo en mis rodillas, le hago cosquillas y le hacéis la foto riendo?
-
¡Qué fresca eres Clara! ¡eso también se lo puedo hacer
yo!- dice María, tu ya has jugado mucho con él, has llegado antes que yo.
-
No os peléis , Diego se viene conmigo que para algo soy
su madrina - dice Irenita.
-
No eres su madrina de verdad, a Diego ya le bautizaron cuando
nació – responde Clara.
-
- No lo sabemos, tu padre solo ha encontrado una partida
de nacimiento en francés y nada más. Ahora soy yo su única madrina ¿verdad abuela?
-
Verdad Irenita, verdad y ahora ¡Callad todos! Aqui traigo
la tarta, ¡Vámos soplar esta velita tan especial entre todos! ¿vale? – dice la
abuela Felisa poniendo una tarta de chocolate con fresas que le ha llevado
buena parte de la mañana para hacerla.
-
Yo pongo la velita con el número dos – dice el nieto
mayor de Felisa
-
Mejor que las ponga el tito Miguel – dice Estrella,
temorosa de que el diablillo de su sobrino vaya a meter las manos en la tarta.
Después de soplar la vela y de comer la tarta, los niños
mayores salen a jugar a la calle con Marcelino, que no puede por menos que
tratar de inculcarles el amor al fútbol; él no tiene nada contra el baloncesto
pero el fútbol es el deporte por excelencia. Las niñas se reunen en grupo para
hablar de sus cosas y mientras los mayores hablan todos a la vez, Miguel está
en la cocina con Asunción.
-
¿Tú crees que Diego dejará de querernos cuando sea mayor
y se de cuenta que no tenemos el mismo color de piel?
-
¡Qué burro qué eres Miguel! – dice Asunción. Diego os va
a querer siempre y seréis para él sus únicos padres si recibe el amor y el
cariño que todo niño debe tener.
-
Eso lo va a tener de seguro, pero me preocupa que los
demás niños no le acepten..no hay tantos niños mulatos en el barrio.
-
Peor para ellos – contesta Asunción- Es cierto que antes
de que vaya al colegio le podéis contar con cuidado que sus papás se fueron al
cielo cuando el era un bebé, que le querían mucho, tanto como vosotros le
queréis a él..no sé, preparle poco a poco. A los cuatro añitos ya entienden
mucho más de lo que tu te imaginas y además, siempre tendrá a todos sus primos
para defenderle con uñas y dientes si es necesario.
-
Lo sé, tenéis todos unos hijos muy generosos y muy
seguros de ellos mismos para lo pequeños que son.
-
Y Diego también lo será, ya se encargarán Maria, Irene y
Clara de formarle – ríe Asunción pensando en las tres inseparables, tres chicas
muy diferentes pero con la cabecita ya muy bien amueblada.
La entrada de Matilde trayendo los platos y vasos sucios
de los niños interrumpe la conversación, Miguel sale al salón y Asunción ayuda
a Matilde a lavar los platos que se estaban amontonando en la pila.
-
En ocasiones como estas me alegro de tener en casa un
lavaplatos – comenta Matilde cuya cocina está llena de elctrodomésticos de lo
más funcionales.
-
Ya me gustaría a mi tener uno pero por otro lado me
perdería el momento Héctor-friega -cacharros.
-
¿Te rompe todos los platos? – pregunta Matilde
-
No, que va, los lava con tanto mimo que estoy esperando
con el paño para secarlos cinco minutos y cuando le digo que se apresure me
salpica con el jabón para tener una excusa más para darme un beso – ríe
Asunción
-
Es decir, si entiendo bien, el fregar los cacharros dura
horas y los dos os lo pasáis bomba y ¿eso no será todos los días, verdad?
-
No, claro que no... los fines de semana y festivo son sus
días de amo de la cocina, los demás días, como los niños comen en el colegio,
nosotros comemos donde mi madre y los cuatro cacharros de la cena me los
ventilo yo en un peripé. ¿Bonilla no te ayuda en casa?
-
Sí, con el cuidado de Javier cuando era pequeño muchísimo
pero como tenemos la asistenta diaria no es necesario. Aurelia va a necesitar
una cuando nazcan los mellizos.- termina diciendo Matilde.
-
Quizá, seguro que Gustavo ya lo está pensando pero
Aurelia es muy celosa de su intimidad...ya veremos. Bueno hemos terminado aquí,
voy a salir a la calle a llamar a los míos, no quiero llegar muy tarde a casa.
Una vez en casa y con los niños ya en la cama Asunción
comenta con su marido la conversación que ha tenido con su hermano.
-
Tú hermano es un poco burro, es cierto, pero no se
equivoca en lo de los niños, Diego va a tener que aguantar algunas
incoveniencias quieras o no quieras, sobre todo al principio, hasta que los
otros niños se acostumbren a él.
-
¿Por qué somos tan crueles? ¿Por qué todo aquello que es
diferente a nosotros ya tienen que ser peor? – pregunta Asunción
-
No lo sé mi vida, quizá lo llevemos en nuestros genes y
en algunas personas se desarrolle más que en otras y aunque no llegaremos nunca
a desterrar las fobias que nos agobian quizá la generación de nuestros hijos
sea más tolerante y solidaria.
-
¡Ojalá! – pero mientras tanto tenemos que velar por Diego
y por sus derechos.
-
Por supuesto tal y como hace Gustavo con su herencia. Las
tierras no se venden hasta que Diego no sea mayor de edad y ahora, cabecita
pensante, relájate, piensa en mi y dime que prefieres ¿ver un rato la
televisión en nuestro flamante primer aparato o nos vamos a la cama?
-
Nos vamos a la cama mejor, no sea que pase como ayer,
mucho querer ver la televisión pero al final terminas confundiendo nuestro
salón con una sala de cine y luego pasa lo que pasa.
-
¿Qué nos llame la atenc¡ón el acomodador? – dice Héctor
riéndose.
-
Algo peor que casi nos pille tu hijo como ayer.
-
Es verdad, eso no estuvo bien pero ¿qué culpa tengo yo de
que el programa fuese tan aburrido y tú tan intersante?
-
Ninguna mi amor, ninguna- dice Asunción levantándose del
sofá y preguntando - ¿vienes o no?
En casa de Aurelia también están hablando de Diego y de
su futuro.
-
¿Cuando crees tú que a Diego se le puede empezar a contar
lo que les pasó a sus padres?- pregunta Gustavo metiéndose en la cama donde ya
le espera su mujer.
-
Yo creo que antes de empezar la primaria habrá que
decirle ya algo con mucho cuidado. No es lo mismo que con Luisita y
Marisol, la primera lo sabe desde los 15
años y a Marisol se lo acaban de decir... a Diego sus propios compañeros le van
a preguntar por qué sus padres son blancos y él no.
-
También le hubieran podido preguntar, si sus padres
vivieran, por qué su madre era negra y su padre blanco- comenta Gustavo
-
Es cierto y creo que sus padres le hablarían desde
pequeño de Cuba y de la diversidad de razas que pueblan la isla y todo el
Caribe en general. La verdad no hace daño Gustavo, la omisión de ella o la
mentira, por muy piadosa que sea puede dañar mucho más que una verdad dicha con
tacto y mucho amor.
-
Y nosotros ¿le vamos a contar a Clara que nos casamos
cuando ella ya venía de camino? Ella ya sabe que María fue a la boda de sus
padres y lo de Chelo..
- Si lo pregunta sí, por supuesto, como ya te he dicho la
omisión o mentira no tiene sentido, siempre terminan enterándose y luego es
mucho peor.... ¡Toca, toca, ahora Gustavo! ¿lo notas? Están dando patadas como
locos ¿ habrán oído la charla de Marcelino sobre el fútbol?
-
¿ Te hacen daño? Patalean de lo lindo – dice Gustavo con
las manos sobre el vientre de su mujer e inclinándose para hablar a los
”futbolistas”” por nacer- ¡tened cuidado con la gordita de vuestra mamá, no la
hagáis daño, dejad el fútbol para cuando salgáis!.
-
Eso, eso, haced caso a vuestro padre pero olvidad eso de
gordita- les dice Aurelia y mirando a Gustavo le pregunta- ¿vas a venir conmigo
a la revisión mañana?
-
Por supuesto cariño, no me quiero perder nada de este
embarazo que te está sentando de maravilla, cada día estás más guapa.
Gustavo y Aurelia siguen hablando un ratito más hasta que
Aurelia se queda dormida con la cabeza sobre el pecho de su marido.
A la mañana siguiente y a la hora acordada están los dos
en la cliníca del doctor Garrido.
-
Bueno, todo marcha perfectamente, a finales de octubre
quiero repetir la ecografía y ¿han pensado ya donde quieren dar a luz y si su
marido va a estar presente en la sala de parto?
-
No, no lo hemos hablado todavía pero eso de entrar a la
sala de parto no es muy normal en España ¿en Estados Unidos si?
-
Desde hace unos años se permite la entrada si el parto no
presenta complicaciones. La mayoría de las mujeres valoran muy positivamente el
que su marido haya estado a su lado y hayan cortado el cordón a sus hijos.
-
A mi me gustaría hacerlo – dice Gustavo – no sé si me voy a atrever pero me gustaría
¿Se puede en todas las clínicas?
-
En algunas, yo le recomendaría en la que estoy yo también
pero no es obligatoria. Ustedes pueden elegir libremente.
-
¿Usted está en la clínica San José, verdad?
-
Sí, asi es, mi mujer trabaja allí también como enfermera
y es una de las pocas clínicas que son partidarias de la presencia del padre en
el paritorio.
-
Pues entonces allí doctor, dice Aurelia ¿o no Gustavo?
-
A mi me da lo mismo.. lo único que quiero es que todo
salga bien y que yo no te falle en el momento crítico.
-
No lo harás cariño, nunca me has fallado.
Minutos más tarde salen de la consulta y van caminando
hasta la calle Preciados. Una vez allí
entran en los almacenes del mismo nombre, suben a la sección de bebés, eligen
la habitación asi como un cochecito para gemelos y algunas cosas más. Pagan en
la caja, en unos días les llevaran los muebles a su domicilio y la ropita que
han comprado se la llevan ellos. Al salir paran un taxi que comparten hasta la
redacción donde Aurelia se baja mientras Gustavo sigue hasta su despacho.
-
¿Y? ¿todo bien? – pregunta Adunción nada más verla
entrar.
-
Todo perfecto ¿y sabes que?
-
Ya habéis comprado la habitación.
-
Sí, eso también pero Gustavo va a estar presente en el
parto.
-
Bien por tu marido, si tengo yo otro me gustaría que
Héctor estuviera presente, mejor que estar fumando cajetilla enteras en la sala
de espera.
-
Entre otras cosas- dice Aurelia
Las dos amigas dejan la charla para más tarde y
sentándose en sus respectivas mesas siguen con su trabajo. Aurelia comienza a
escribir su columna para el día siguiente y seguro que escribe algo sobre la
presencia del marido en la sala de parto, mientras Asunción está escribiendo un
artículo sobre la intolerancia y sus víctimas inocentes.
Fin.
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